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jueves, 28 de mayo de 2009
domingo, 10 de mayo de 2009
Confesión desesperada
Nuestro amigo Jack Tollers está en problemas y necesita ayuda. ¿Alguien se anima a aconsejarlo?
Estimado Wanderer,
lunes, 4 de mayo de 2009
Colgadas
El último número de la revista “C” –que publica el diario Crítica y que puede bajarse en formato PDF desde aquí- dedica su nota central a relatar el caso de algunas monjas que colgaron sus hábitos. La intención del periodista, y de las ex-religiosas entrevistadas, es mostrar una nueva cara de la injusticia y del machismo irremediable de la Iglesia que se manifiesta también en hechos como que cuando cuelga un cura, todo el mundo se entera y se arma un escándalo, y cuando cuelga una monja el hecho pasa desapercibido. O bien, que a los curas se les hace más fácil tener historias amorosas y, si son gays, pueden trepar más fácilmente en la jerarquía eclesiástica. De rebote, la nota pretende mostrar algunos casos de ejercicio de la libertad y de la liberación que alcanzaron estas ex-piadosas mujeres.
El efecto que consigue en cualquier lector con un mínimo de sentido común es exactamente el contrario: el de una profunda compasión y tristeza por estas pobres mujeres que erraron muy fiero en la vida - ellas mismas relatan las pruebas - y, cuando se ven las fotos de las féminas, la impresión se acentúa.
La primera entrevistada es la ex-hna. Stella Maris Rollan, Hija de María Auxiliadora en Rosario, que dejó su congregación luego de décadas de vida religiosa. Admite que al ingresar al convento había dejado a su novio pero que “en la iglesia se enamoraba de todos: profesores, curas. Me vivía confesando”. Su debacle comenzó cuando se dio cuenta que lo que la Iglesia hacía por los jóvenes no era suficiente y, por tanto, se involucró en el mundo de teatro. Sus hermanas en religión la miraban mal porque volvía al convento a medianoche o ni siquiera iba a dormir. Y andaba con varones todo el tiempo, amigos y alumnos. ¡Pobre sor Stella Maris, tan incomprendida! Cuando salió del convento comenzó a trabajar en un centro de rehabilitación de drogadictos, se enamoró de un cocainómano con quien se casó y tuvo una hija. El pobre, luego de un tiempo, volvió a consumir (quién no, después de casarse con semejante adefesio), y Stellita lo echó de su casa. Hace seis años falleció. “Fue el amor de mi vida”, dice hoy la viuda.
La segunda entrevistada es Ana María Catalina Cerri, ex religiosa del Sagrado Corazón y actual traductora de italiano. Más breve que la anterior es, sin embargo, más clara: “Yo entré en la congregación en el ´74. Si no me hubiese hecho monja, hubiese sido guerrillera o drogadicta”. Sus problemas en la comunidad comenzaron cuando sus hermanas le reprochaban que usara el hábito corto, escuchara Charly García y le gustara Paul Williams.
La última entrevista es a la “peor de todas”: Elsa San Martín, lesbiana y ex-monja del Divino Maestro. Cuando la culpa que le producía su inclinación sexual se hizo consciente, se dijo: “Sublimemos esto y vamos a empezar una vida religiosa”, lo que se dice, rectitud de intención. Dejó la congregación después de veinte años de vida religiosa para alquilar un campo en La Cumbre, donde se mudó con su novia, y se dedicó a cultivar lechuga y criar pollos.
Cuando se leen estas historias la reacción de cualquier bien nacido es de condena a estas mujeres, sentimiento que surge fundamentalmente del amor a Jesucristo. Enerva, ciertamente, que una mujer con veinte años de vida religiosa pueda afirmar que el amor de su vida fue un drogadicto que hizo su esposo, y no el Esposo divino a quien se entregó en un acto libre. Y enerva que las otras hablen pestes de sus ex-hermanas en religión porque las miraban mal cuando escuchaban a Charly García, no volvían a dormir al convento o se enamoraban de curas o de jovencitas. Con ese curriculum de vida religiosa no les quedaba otras salida más de dejar todo y volver al mundo. En definitiva, el problema fue que, en un momento determinado, dejaron de decir SÍ. ¡Dios nos libre!
Todos nosotros movemos la cabeza cuando leemos notas de este tipo y decimos: “Que se jodan por progres”. Pero la respuesta, y el dolor, deja de ser el mismo cuando miramos a nuestro alrededor y vemos que de este lado también pasa lo mismo. Sólo que aquí, y hasta donde sabemos, los curas y monjas amigos/as que cuelgan no escuchan rock nacional ni se acortan los hábitos. A lo sumo, tienen un par de cassettes de Los Chalchaleros y a la sotana le faltan algunosde botones. Y de pronto, de un día para otro casi, cuelgan. Y a las semanas aparece la traductora, o la alumna, o la lider del grupo juvenil, o la maestra del colegio parroquial que se apiada del ex-curita, y consuelo va, consuelo viene, cataplún!, descubren una nueva vida.
¿Qué es lo que pasó? Se me ocurren dos explicaciones: falló la voluntad; they gave up, abandonaron la carrera, se dieron por vencidos y no soportaron la tentación, no ya contra la carne, sino contra la fe, que asalta en la mitad de la vida. Es curioso que la mayoría, justamente, cuelga en torno a los cuarenta años.
La segunda explicación, es que el problema está en el instituto religioso o seminario. Hace algunos meses comentaba en este mismos blog el caso de la ex-Servi Trinitatis y la mayoría de los lectores conoce los tristes y cuantiosos casos de las defecciones kukusas. Cuando la embriaguez que producen las sectas católicas se evapora y se comienza a ver la realidad, la única y saludable reacción es escapar.
Pero otro problema no viene por la conformación sectaria del grupo sino por la falta de idoneidad de los formadores, incapaces de discernir entre quiénes verdaderamente poseen las altísimas condiciones necesarias para llevar adelante la vida sacerdotal o religiosa, del joven piadoso, o del intelectual, o del turbado o del que tiene un tornillo medio flojo, y que sólo buscan “sublimar esto”.
Me parece que terminé copiando a Castellani, sin quererlo.
sábado, 2 de mayo de 2009
ATENCION al chancho engripado
Algo me huele mal en el escándalo de la gripe porcina.
Si aplicamos el criterio hermenéutico que sugiere Jack Tollers en su conferencia conciliar, podríamos pensar que alguien está tratando de atrapar el bien escaso de la atención del mundo entero con la cuestión de la influenza A.
Un dato de sentido común. La primera víctima de la enfermedad, Adela Gutiérrez, una mexicana de 39 años, comenzó a sentir los primeros síntomas de la enfermedad el 1 de abril y falleció quince días más tarde. Desde ese momento, hace ya más de un mes, se han detectado 615 infectados y 17 muertes, todas ellas en México o personas de esa nacionalidad. Si tenemos en cuenta que, según datos oficiales, solamente en Estados Unidos mueren 36.000 personas anualmente a causa de la gripe estacional, no me parece que este nuevo virus sea tan virulento como dicen.
Ahora, las palabras de los científicos:
“El avanzado sistema de vigilancia de epidemias de los Estados Unidos ha permitido identificar el nuevo virus. Algunos años atrás lo habríamos considerado uno más en el mar de las enfermedades humanas”. Dr. Paul Offit, jefe de infectología del hospital infantil de Filadelfia.
“La gripe porcina es sólo un poco más peligrosa que cualquier otra gripe estacional”. Dr. John Treanor, profesor de enfermedades infecciosas en la Universidad de Rochester.
¿Por qué, entonces, tanto escándalo? En nuestro país se entiende como una estrategia más del kirchnerismo, pero a nivel mundial, si bien no han llevado a la población a nivel de psicosis como en Argentina, igualmente están armando un gran circo.
¿Qué habrá detrás? El Embajador del Infierno decía que hace un mes el gobierno de México había firmado un contrato con un importante laboratorio para prevenir, justamente, la epidemia de la gripe. Si bien podría existir un interés económico detrás, creo que hay algo más.
En el caso de del chancho engripado hay gato encerrado.