El post que publiqué la semana pasada, que no hacía más que reproducir una noticia de Aica, originó muchos más comentarios de los esperados. Aquí va, entonces, un comentario personal sobre la cuestión.
Se plantea por qué el gobierno ruso no permite que una de las opciones del menú de religiones que se enseñarán en sus escuelas sea la religión católica o, como decía un comentarista, el “catolicismo”. Y creo que se impone una distinción entre las razones.
Hay, por cierto, una razón inmediata y del más elemental sentido común: el número de católicos en Rusia es ínfimo. No se justifica, entonces, crea “cátedras” católicas en cada colegio, porque quedarán sin alumnos. Comprobar esta realidad es bastante fácil, y es cuestión de buscar las cifras por Internet.
Hay, también, una razón mediata. Aún si el número de católicos fuera mayor, la iglesia ortodoxa rusa pondría el grito en el cielo si se enseñara “religión católica”. A ellos no les molesta que se enseñe el judaísmo o el islamismo porque a esas clases irán judíos y musulmanes que poseen también una etnia particular. El peligro está en el proselitismo que podrían hacer los católicos o, incluso, los ortodoxos con obediencia a otros patriarcados, si fuera el caso. Los rusos, como todo el mundo, no están interesados en que nadie vaya a pescar en su pecera.
Pero hay, en el fondo, una razón más profunda, que fue mencionada temerariamente por un comentarista y que yo, temerariamente también, me atrevo a plantear. Tendría sentido exigir que se enseñara también la religión católica en las escuelas rusas si esta fe fuera distinta de la ortodoxa. Pero, ¿se trata de religiones distintas? Yo creo que más bien estamos en el caso de un cristianismo oriental y un cristianismo occidental, que profesa la misma fe, con distintas particularidades.
Desagregemos:
1. ¿Qué hay que creer necesariamente? Los artículos del Credo niceno-constantinopolitano, más los dogmas que fueron definidos posteriormente. Sólo eso, y nada más que eso, a no ser que algún desorientado estuviera dispuesto a aceptar los delirios del rector de un seminario cuyano, que mejor ni nombrar, que sostiene que las afirmaciones del magisterio ordinario son también de fe.
- Ud. mismo se está pisando Wanderer. Los ortodoxos no creen en los dogmas posteriores, y ni siquiera en todos los artículos del Credo.
- ¿Por ejemplo?
- No aceptan el primado de Pedro.
- Yo matizaría. No aceptan el primado de Pedro tal como fue planteado en los últimos siglos por los papas romanos, que no es como se lo entendió en el comienzo.
- Momentito. ¿Está negando Ud. un dogma?
- De ningún modo. Estoy introduciendo la necesaria perspectiva histórica. La supremacía de Pedro fue entendida en el primer milenio de la fe como la de un juez de suprema instancia, y nunca como un poder de jurisdicción inmediata sobre cada uno de los bautizados, lo que me parece una barbaridad y que, en el fondo, mina la apostolicidad de la Iglesia. Creo que esta es la línea del papa Benedicto: revisar el concepto de primado.
- Ya me viene Ud. con cuestiones históricas. Pero los ortodoxos ni siquiera aceptan el “Filioque”, que es parte del Credo largo.
- Ya un comentarista explicó muy bien la cuestión. El “Filioque” no fue parte del Símbolo, sino que fue introducido cuatrocientos años después, en territorio hispano para contrarrestar la herejía adopcionista, y con fuertes reticencias del papa de Roma. Tanto es así que, si Ud. va a la liturgia de algunas iglesias católicas de rito oriental, verá que no rezan el “Filioque” en el Credo. Simplemente dejaron el Símbolo tal como salió de los concilios ecuménicos que lo redactaron, sin agregados posteriores.
- ¿Pero es que Ud. está negando que el Espíritu Santo procede también del Hijo y no sólo del Padre?
- Yo no niego nada y creo todo lo que la Iglesia me manda creer. Pero, sinceramente, ¿quién puede saber de qué tipo son las relaciones internas de la Trinidad? Y, aún más, ¿tiene algún sentido hoy discutir y mantener un cisma por ese motivo? Me parece que la procesión va por otro lado.
- Pero no me va a negar que los ortodoxos no creen en dogmas definidos con posterioridad como la Inmaculada Concepción o la Asunción de la Virgen.
- Estoy de acuerdo con Ud. No creen en el dogma de la Asunción, pero creen en la Asunción de la Virgen. No veo un problema grave en eso.
1. Me parece que muchas de las prevenciones que tenemos los latinos con respecto a los ortodoxos proceden de un cierto espíritu sectario que se infiltró en la Iglesia luego del Renacimiento.
- ¿Se refiere Ud. a que el catolicismo es sectario?
- Ud. lo ha dicho. Creo que a los latinos nos sobra bastante catolicismo y nos falta un poco de catolicidad.
- A ver, a ver, explíquese y no me venga con bizantinismos.
- Es claro. El catolicismo, como ideología y apelativo, nace con Trento y la Contra-reforma. Antes, durante la Patrística o la Edad Media, lo que existía era la Cristiandad (recuerde la tesis del Dr. Florencio Hubeñak, su profesor en la UCA) y los que la habitaban eran cristianos. La catolicidad era, y es, una nota de la Iglesia, paralela a la apostolicidad o a la santidad, y no la definición de una pertenencia a un determinado grupo de cristianos.
- Ahí lo agarré. ¿Por qué entonces el papa nombró a Fernando e Isabel “reyes católicos”?
- Por la misma razón que nombró al rey de Hungría “rey apostólico”. Y déjeme seguir. Cuando la cristiandad occidental se desgaja con la reforma protestante, los cristianos latinos adoptan de un modo progresivo el apelativo de “católicos”, para distinguirse de los protestantes. Yo creo que fue un error. El nombre de cristianos nos pertenecía; los que se habían ido eran los ellos. Y así, al autodenominarse católicos y expandir el “catolicismo”, aceptaron en los hechos ser una parte más de la gran torta cristiana. La catolicidad dejó de ser una cualidad de la Iglesia para convertirse en un gentilicio.
- Cuestiones semánticas.
- No son sólo semánticas. El catolicismo, muchas veces concentró casi exclusivamente el espíritu contrareformista – tridentino y adoptó como única teología la escolástica, brillante o decadente que fuera. Y así, el catolicismo dejó de ser propiamente católico.
- A ver, explíqueme eso.
- Es claro. La catolicidad, o universalidad, no se da sólo en el espacio sino también en el tiempo. Y, a veces, el catolicismo sesgó la universalidad temporal de Iglesia y se encerró en la parcela temporal cuyos límites eran los que recién le mencioné: la Contra reforma y la escolástica.
- ¿Y qué tiene que ver todo esto con los ortodoxos?
- Que al perder nuestra visión universal y, por tanto, histórica de la fe, nos olvidamos de la base común de la cristiandad oriental y occidental, que duró un milenio y que, a nivel teológico, nunca fue discutida.
- ¿Por qué nos separamos entonces?
- Cuestiones históricas y políticas.
- ¿Y quién tuvo la culpa?
- Eso pregúnteselo al cura neo-barbado.
Nota bene: Siguiendo la sensata sugerencia de Pablo, sólo publicaré comentarios que, efectivamente, contribuyan a la discusión.