Quiero proponer una tesis: en el curso de los siglos y, sobre todo a partir del posconcilio de Trento, se ha pasado de una noción objetiva de la Tradición como depósito revelado a una noción subjetiva, que insiste sobre todo en el órgano que propone la verdad, o sea el Magisterio. En términos escolásticos, se ha dado un tránsito del quod al quo.
Quien estudia la Suma de Teología, verá que el método teológico que Santo Tomás aplica no es el que según los manuales modernos debe seguirse para probar una proposición teológica. Este consistiría en prueba por el Magisterio, prueba por la Escritura y prueba por la Tradición. En Santo Tomás no existe la prueba por el Magisterio; para él las auctoritates son la Escritura y los Padres. Las citas de Papas o Concilios son escasas.
Si tomamos el Denzinger, veremos que los primeros trece siglos de la Iglesia, es decir, hasta la muerte de Santo Tomás, sólo cubren un quinto del total de las intervenciones del Magisterio. Y podríamos seguir añadiendo datos significativos: la palabra magisterium no aparece en el Concilio de Trento sino que tal noción comienza a tomar forma a partir de Stapleton a fines de siglo XVI, y sobre todo en los tratados teológicos del siglo XVIII como los de Mayr, Gotti y Billuart.
Todo esto no significa —y es importante aclararlo—, que se ponga en duda el primado de la Sede Romana, sino simplemente notar que antes de la época moderna ésta no ejerció el magisterio activo de definiciones dogmáticas y formulación constante de la doctrina católica que sí ejerce desde el pontificado de Gregorio XVI y, sobre todo, de Pío IX. En la antigüedad, la Sede Romana funcionaba más bien como una corte suprema de última apelación, y que sólo actuaba una vez que la cuestión en disputa había sido estudiada y desmenuzada por doctores, escuelas teológicas, universidades y concilios locales.
Podemos decir a grandes rasgos que en los primeros siglos y hasta bien entrado el segundo milenio, la Regula fidei era objetiva, o sea, era la misma doctrina recibida de los Apóstoles, y los papas, concilios y obispos cumplían una función de conservación y de testificación del hecho de que una doctrina había sido siempre mantenida, que se remontaba a los orígenes y pertenecía por tanto a dicha Regula fidei.
Lo que se observa es que se ha ido produciendo lentamente luego del comienzo del segundo milenio y más aceleradamente en los últimos siglos, una especie de reducción de la Tradición al Magisterio. Se fue produciendo la transición de una concepción de la Tradición como contenido del Depósito apostólico, a la de Tradición considerada desde el punto de vista del órgano transmisor, estimado como residente en el Magisterio de la Iglesia. El siguiente paso fue hablar, a partir probablemente del siglo XIX, de la Tradición y la Escritura como reglas remotas de la fe, mientras que el Magisterio sería la regla próxima. Los teólogos de principios del siglo XX ya hablan del Magisterio como desempeñando una función formal en relación con el depósito objetivo. Finalmente, se critica la noción de regla remota y se concluye por atribuir exclusivamente al Magisterio viviente la calidad de regla de fe. Con este proceso se ha introducido al Magisterio en la definición misma de la Tradición. Dicho en forma exagerada, los católicos de hoy creen en la Tradición porque así lo manda el Magisterio. Y por eso, los fieles en la actualidad esperan que el Papa se expida sobre tal o cual asunto, para saber a qué atenerse. Y obedecen de modo servil en absolutamente todo lo que al Papa de turno se le ocurre proponer, incluso sus gestos o gustos personales.
Esto no es lo que ocurrió durante los quince primeros siglos de la Iglesia. Cuando el Papa, o el Concilio con el papa, hablaban era porque la situación era verdaderamente crítica, por ejemplo, la crisis arriana, o el nestorianismo, monofisismo, protestantismo, jansenismo, modernismo, etc.
La posiciones más ultramontanas podrían aducir que el Concilio Vaticano I definió, y es de fe, que el Romano Pontífice posee potestad universal, suprema e inmediata incluso en materia jurisdiccional y disciplinaria, y quien no quiera aceptarlo, anatema sit. (Denzinger 1821-1831), por lo que la tesis arriba expuesta podría estar atentando contra este dogma de fe.
Definitivamente no es así, porque lo que se cuestiona no es la potestad universal sino el absolutismo papal del segundo milenio. Potestad suprema no es equivalente a absolutismo, que es esa misma potestad llevada al exceso.
Por otro lado, hay que ser precisos sobre qué se entiende por “potestad suprema y universal”, puesto que muchos consideran que ella habilita al Romano Pontífice para hacer lo que quiera. Y no es así. Hay muchas cosas que el papa no puede hacer: no puede suprimir instituciones de derecho divino, no puede suprimir el orden episcopal, no puede abrogar sacramentos, no puede modificar o anular los mandamientos, no puede admitir a alguien en pecado mortal a la comunión sacramental, no puede bendecir actos moralmente malos.
Y sobre todo, hay un principio general de derecho natural que compete a cualquier autoridad: las órdenes tienen que ser racionales. Si un mandato no está ordenado a la razón no es ley sino fuerza y violencia. Y si bien el Papa no puede ser juzgado por nadie bajo la luna, sus leyes o mandatos manifiestamente irracionales pueden ser resistidos. Por ejemplo, aunque al Papa no le gustaran las personas de color, no podría suprimir las diócesis africanas; tampoco podría ordenar obispos a todos los varones de su familia para darle lustre a los Bergoglio; si no le gusta el kepe y las safijas, no podría suprimir el rito maronita, y podríamos poner otros ejemplos de irracionalidades que un papa no podría hacer y que, si las hiciera, sería lícito cuando no obligatorio, resistirlo.
Finalmente, un argumento de autoridad. Cuando asumió Benedicto XVI como obispo de Roma en la basílica de San Juan de Letrán, dijo en su homilía: “El Papa no es un monarca absoluto cuyo pensar y querer son ley”. Y siendo aún prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, escribió: “El Papa no es un monarca absoluto cuya voluntad es ley. Él es más bien el guardián de la auténtica Tradición y de ese modo el primer garante de la obediencia. No puede hacer lo que se le ocurra y, de esa manera es capaz de oponerse a aquellas personas que, por su parte, quieren hacer lo que se les viene a la cabeza. Sus reglas no son las de un poder arbitrario, sino las de la obediencia en la fe” (Prólogo al libro de Alcuin Reid, The Organic Development of the Liturgy, Ignatius Press, San Francisco, 2004, p. 18.).
A la luz de la tesis planteada y de las palabras del Papa Ratzinger, vale pena preguntarse, una vez más, hasta qué punto debe ser obedecido el acto despótico con el cual Francisco ha asfixiado a la liturgia tradicional a través de Traditiones custodes, dejando de ser de esa manera, el “guardián de la auténtica tradición” para convertirse en su verdugo.
Debo decir Wanderer que en esto tengo que estar de acuerdo con Bergoglio. No hay hermenéutica posible entre la Iglesia previa y la posterior a las décadas del 60-70 del siglo pasado. Los discursos y los objetivos fueron rupturistas y fundacionales. La liturgia tridentina no representa en ese sentido a la religión actual. Es un cuerpo extraño a ella, que lleva implícito otro culto y consecuentemente otra Fe muy distinta. Es casi como pedirle a los luteranos suecos que celebren con el misal de San Pío V. Será una ella recreación en el mejor de los casos, pero totalmente extemporánea e incoherente.
ResponderEliminarLa misa de Tednto corresponde a la iglesia en tiempos de Trento y toda la estructura dogmática de entonces. Siendo el CVII el documento fundamental de la Iglesia romana contemporánea, el Novus Ordo es su liturgia.
El ritualismo ciego, como advierte el Blogger Sursum Corda (sursumcordapost.wordpress.com) vuelve un absurdo las posturas tradicionalistas. Si la Fe es la de la liturgia que amamos, no habrá margen para la aberración que detestamos. Si la Fe es diferente, también su oración eclesial visible lo será.
El gallego de Rodriguez Peña
La misa de Trento corresponde a la Iglesia del Siglo IV por lo menos. No es de Trento, sino muy anterior.
EliminarEl "Novus Ordo" lo impuso Montini por su sola autoridad desobedeciendo en este punto al Concilio, que expresamente dispuso dejar la misa y el latín como estaban.
Es cierto que el CVII es el documento fundacional de la Iglesia latina contemporánea.
Es decir, de una Iglesia distinta a la que había y que obliga a los fieles a aceptarla. Algo muy poco democrático y sí muy autoritario y dictatorial.
Pero advierta que según los expertos hay una gran diferencia entre lo que aprueba el Concilio y lo que redactan posteriormente las comisiones.
Esto es porque la cabal nacionalista alemana, para imponer a la Iglesia Universal sus ideas, lo que hizo es hacer que al Concilio aprobase declaraciones muy amplias y, posteriormente, concretar en la dirección deseada.
Una cosa es La Tradición y otra cosa son las tradiciones.
ResponderEliminarHabría que demostrar que una determinada forma litúrgica en su sigularidad concreta es La Tradición, y no una mera santa tradición.
FC
El problema es que no es tan sencillo separar la Tradición de las tradiciones. No es como separar el jamón y el queso de un sanguche. Porque la Tradición se transmite siempre en tradiciones. Simplemente por poner un ejemplo: tome las palabras de la consagración de la misa de rito romano y dígame qué es Tradición y qué son tradiciones en ello. Verá que es imposible hacer tal separación.
EliminarSí, pero por más que la Tradición perdure gracias a las tradiciones, la Tradición permanece invariable y las tradiciones cambian.
EliminarFC
Sí, pero por más que la Tradición subsista en las tradiciones, la Tradición se mantiene inalterable y las tradiciones cambian.
EliminarEn el ejemplo que usted pone, el significado de las palabras es Tradición, la lengua que se usa son tradiciones. Primero fue en griego, después en latín.
Del Catecismo de la Iglesia Católica:
EliminarTradición apostólica y tradiciones eclesiales
83 La Tradición de que hablamos aquí es la que viene de los apóstoles y transmite lo que éstos recibieron de las enseñanzas y del ejemplo de Jesús y lo que aprendieron por el Espíritu Santo. En efecto, la primera generación de cristianos no tenía aún un Nuevo Testamento escrito, y el Nuevo Testamento mismo atestigua el proceso de la Tradición viva.
Es preciso distinguir de ella las "tradiciones" teológicas, disciplinares, litúrgicas o devocionales nacidas en el transcurso del tiempo en las Iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradición recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas épocas. Sólo a la luz de la gran Tradición aquéllas pueden ser mantenidas, modificadas o también abandonadas bajo la guía del Magisterio de la Iglesia.
Está bien distinguir la Tradición de las tradiciones. Pero se trata de una distinción, no de una separación.
EliminarOtro punto es que las tradiciones no necesariamente varían.
Y la explicación: "En el ejemplo que usted pone, el significado de las palabras es Tradición, la lengua que se usa son tradiciones. Primero fue en griego, después en latín." Es insuficiente, ya que en ese caso las palabras "mysterium fidei" pertenecerían a la Tradición.
La Tradición normalmente se materializa en las tradiciones; así, aparecen bastante inseparables más aún distinguibles. En todo caso, Santo Tomás de Aquino afirma que la partícula mysterium fidei de la Consagración es, efectivamente, de tradición divina. Lo dice así.
EliminarLa Iglesia no dice "esto es tradición por que yo lo digo", pero "esto otro no lo es, porque yo lo digo". Afirma que la opinión común (es decir, lo que afirman todos o la gran mayoría) de los Padres de la Iglesia sobre cuestiones de Fe y Moral son Tradición apostólica y consiguientemente, fuente de la Revelación. Como dice el artículo, yo le escuché decir a un santo sacerdote hará unos 40 años que las "fuentes de la Revelación son tres: La Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia". Una barbaridá... Más allá de los disparates que contiene sobre otros asuntos, Dei Verbum afirma claramente que «el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio, ya que enseña únicamente lo que ha sido transmitido» DV 10, § 2: DH 4214. De modo que, según DV, el Magisterio enseña "únicamente" lo que ha sido transmitido. Lo destaca, lo conserva, lo transmite, y si es preciso, lo interpreta cuando es obscuro, no cuando es bien claro. Ésta es la función del Magisterio según el CVII, lo cual no quita que exista un "magistertialismo" que lo superpone a las fuentes genuinas de la Tradición.
Por otra parte, no es exacto que la distinción entre Sagradas Letras y Tradición provenga del tiempo de la Reforma, por quien esté familiarizado con San Agustín y más aún con Santo Tomás, sabe que ambas formas son aceptas como fuentes de la Revelación. La Catena Aurea de STdeAquino no es otra cosa que la explicación de las Escrituras a la luz de la Patrística.
Gracias.
El Magisterio ayuda a la profundización de la Tradición, y es así fuente de revelación: “Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas ... por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad. Es decir, la Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios” (DV 8).
EliminarTanto Sagrada Escritura, como Tradición, como Magisterio, dependen recíprocamente: “Es evidente, por tanto, que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el designio sapientísimo de Dios, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que, juntos, cada uno a su modo, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas” (DV 10).
FC
“La Tradición normalmente se materializa en las tradiciones; así, aparecen bastante inseparables más aún distinguibles”. Es como decir que el mensaje siempre se transmite en un idioma, y por consiguiente son inseparables más aún distinguibles…
EliminarFC
La necesidad de calificar esto que escribió el Anónimo de las 10:40
Eliminar"la opinión común (es decir, lo que afirman todos o la gran mayoría) de los Padres de la Iglesia sobre cuestiones de Fe y Moral son Tradición apostólica y consiguientemente, fuente de la Revelación."
resulta evidente a partir de este párrafo de la famosa carta de S. Roberto Belarmino a Paolo Antonio Foscarini
"En segundo lugar, digo que, como saben, el Concilio [de Trento] prohíbe interpretar las Escrituras en contra del consenso común de los Santos Padres; y si Su paternidad quiere leer no sólo los Santos Padres, sino también los comentarios modernos sobre Génesis, los Salmos, Eclesiastés y Josué, encontrará que todos están de acuerdo en la interpretación literal de que el sol está en el cielo y gira alrededor de la tierra con gran velocidad, y que la tierra está muy lejos del cielo y se sienta inmóvil en el centro del mundo. Considere ahora, con su sentido de prudencia, si la iglesia puede tolerar dar a las Escrituras un significado contrario al de los Santos Padres ya todos los comentaristas griegos y latinos."
Anónimo del 17 de agosto a las 22:38:
EliminarCualquier aspecto relativo al mundo natural, accesible por la razón, no precisa de la Escritura y Tradición para su aprehensión por el intelecto. Dios se manifiesta llanamente en esos hechos.
La errónea de Belarmino al respecto, con su error, ya patente en su época, aporta entre poco y nada al debate.
Son la fe y la moral, patrimonio de la parte espiritual del ser humano, los que se han de guiar por la Escritura y la Tradición comenzando por los Santos Padres.
Anónimo17 de agosto de 2021, 22:38: Cuestiones de Fe y Moral, no cuestiones cosmológicas.
Eliminar"Afirma que la opinión común (es decir, lo que afirman todos o la gran mayoría) de los Padres de la Iglesia sobre cuestiones de Fe y Moral son Tradición apostólica"
EliminarEsto es un grave error. No basta que lo diga la mayoría de los Padres, es necesario que lo afirmen unánimemente. Y su autoridad no versa sobre cualquier materia: si la mayoría de los Padres dicen que el sol es cuadrado, no por eso que el sol sea cuadrado será de tradición apostólica.
Podríamos llamarlo "magisterialismo".
ResponderEliminarA mí me dan náuseas cuando en las homilías de los curas párrocos lo que más peso tiene es "el Papa X dice"... incluso las citas de los Padres y Doctores están en función de "lo que dice el Papa X", citamos a Santo Tomás porque el Papa tal o cual citó a Santo Tomás, y así con todo.
Naturalmente el magisterialismo se les subió a la cabeza a los jerarcas, especialmente a los sinvergüenzas que hoy son legión (¿Legión?).
Lo de Ratzinger/Benedicto está muy lindo, lástima que no fue del todo coherente, o no hubiera impuesto su invención personal de "las dos formas del rito latino".
Lo curioso es que el magisterialismo terminó siendo irenista en los temas de real importancia, para asumir la intrascendencia del cambio climático y "los migrantes"... triste destino, parece una broma de Dios.
Por fin fue nombrado obispo para Avellaneda-Lanús...
ResponderEliminarDe las huestes de Novak!
EliminarDe hecho, hasta la Reforma la división Escritura y Tradición es difusa y tiene escasa importancia, pues la Escritura misma es parte de la Tradición, de la Enseñanza de Cristo y los Apóstoles, y que no es sino la continuación y culminación de aquella enseñanza de los patriarcas y profetas. Incluso en Trento y el siglo y medio posterior, las intervenciones de Roma se mantienen en el estilo conciso y técnico del anatema: los Pontifices no buscaban ser maestros de vida ni nuevos reveladores, sino solo quienes precisaban los errores doctrinales según la fe de Roma.
ResponderEliminarEs con la Revolución francesa y el ultramontanismo que comienza esta pesadilla del Magisterio exhortativo y reflexivo, en que las inquietudes y hasta manías personales de cada Papa se convirtieron las verdades que cada católico debía asimilar intelectual y afectivamente. Para los pronunciamientos escuetos quedaban las Congregaciones de la Curia, pero desde Pablo VI también se sumaron los documentos de los Dicasterios al mismo estilo (algunos de gran valor, no se puede negar),
¿Cuál es el panorama actual? La doctrina esencial de la Escritura y los Padres ha sido ahogada, por no decir enterrada, por toneladas de encíclicas, exhortaciones, declaraciones de Doctrina de la Fe y los larguísimos e inútiles documentos del Sínodo de los Obispos y las Conferencias Episcopales. Textos que actualmente a nadie interesan, salvo a los aduladores oficiosos disfrazados de intelectuales, adosados al aparato eclesiástico y a los think tanks “católicos”: es comprensible, pues con ello se ganan el pan.
En Morón el obispo ha prohibido la misa tradicional llamando al orden al único sacerdote que la celebraba.
ResponderEliminarEn Argentina no se puede esperar nada de los Obispos Bergogliano y si alguno medianamente queda a cargo de alguna diocesis no creo que se la jueguen, ya hubo demasidos misericordiadoa
EliminarExcelente lo dicho (y muy bien dicho). Brillante, Wanderer...
ResponderEliminarInteresante. El tema sería así: las Escrituras y la Tradición son las fuentes de la Revelación, interpretadas -ambas- por el Magisterio. Porque del mismo modo que ningún fiel puede transformarse en intérprete infalible de las Escrituras, tampoco puede hacerlo de la Tradición (por caso, decir que la comunión en la mano es Tradición apostólica). Es el Magisterio el que tiene que interpretar (zanjar) lo que es Tradición. Esto en lo que hace al depósito de la Fe o de la Moral. De allí nuestra deducción de que la Bula "Quo primum tempore" es esa interpretación en materia litúrgica que expresa (en forma 'oficial') la Tradición.
ResponderEliminarEntonces necesitamos del magisterio para interpretar lo que ante se interpretaba sin él y luego nuevamente el magisterio para interpretar el magisterio anterior y lo que explicaba. De esa forma, toda la religión católica se sintetiza en lo que dice el Papa.
EliminarBuenísimo!
Focio
Estimado Focio:
EliminarNadie pretende que el papa sintetice la religión católica, sino simplemente tiene la función de enseñar como se interpretan las Sagradas Escrituras y la Tradición. No hay nada que haya definido como dogma un papa que no esté previamente en la Tradición.
Esa función de enseñar la tiene el papa por disposición de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Me imagino que no la pretende tener usted!
Se trata de una función necesaria. Sin el magisterio del papa la Tradición no alcanzaría para mantener la unidad de fe en la iglesia. Las discusiones sobre qué pertenece a la tradición y qué no, haría que los fieles comunes digan: "yo pertenezco a fulano; yo a mengano".
El magisterio incluye también a los concilios, cismático. ¿Toda la religión ortodoxa se sintetiza en lo que dicen los concilios? Ups.
EliminarAnónimo 17 de agosto de 2021, 6:36
EliminarEl Papa no tiene ninguna función de "enseñar", porque él no es la fuente ni del dogma ni de la doctrina (a pesar de ser esa una de las diademas de la tiara). El Paoa no es el Oráculo de Apolo en Delfos.
El Papa, como Vicario de Cristo en la tierra, tiene como función representar a la Iglesia en su máximo nivel y garantizar que todo lo que dependa de él esté dentro o cumpla la doctrina OFICIAL de la Iglesia.
Esto significa que, aunque él personalmente pueda pensar otra cosa o incluso sea herético, mientras queden sus opiniones privadas, no importan nada.
Es cierto que de vez en cuando -y no todos los domingos a la hora del ángelus- sea preciso orientar a los creyentes respecto a algún problema del momento.
Pero lo que tiene que salir por su boca no son sus ocurrencias personales, porque por su cargo tienen un peso y unas consecuencias mucho más importantes de lo que pueden tener en otra persona. Además la Iglesia Católica no es suya, sino de todos los creyentes.
Lo que tiene que salir por su boca es lo que un equipo de peritos en teología al más alto nivel -esto es el Vaticano- han pensado, sopesado y redactado dando la mejor respuesta a ese problema planteado.
?Que siempre hay margen para personalismos y narcisismos?
Sin duda, porque todos somos humanos, todos queremos ser primadonnas y todos queremos dejar nuestra "impronta" en el mundo.
Pero a estas alturas, después de los cambios vividos en estos 200 años y las correspondientes respuestas pontificias, que han engrosado la tradición y lastrado la doctrina, lo que dice el sentido común es que hay que ser prudente, so pena de destruir la credibilidad magisterial del Soberano Pontífice. Por los siglos de los siglos.
Sí; es posible que hoy valga poco. Pero es posible que mañana no valga nada. Justo cuando más se necesite.
El “magisterialismo” de los jerarcas es una peste; y muy peligrosa.
ResponderEliminarPero los “magisterios arrabaleros de base” son más que la peste; son las siete plagas mismas.
Tal vez molesto por las nuevas ideas de Jean Bodin que hablaban de soberania y estado-nación fue que Luis XIV gritó "el Estado soy yo".
ResponderEliminarDe igual modo, tal vez molesto porque algunos obispos seguían hablando de Tradición fue que Pío IX gritó "la Tradición soy yo".
Así que si la mano viene así, ¿no será que buscando que nos arrodillemos ante su voluntad de papa absolutista y en un peligroso giro hacia el modernismo extremo y el mundo ahora Bergoglio nos está gritando "la Iglesia soy yo"?
A propósito del Post “La tradición devorada por el Magisterio”
ResponderEliminar“Se fue produciendo la transición de una concepción de la Tradición como contenido del Depósito apostólico, a la de Tradición considerada desde el punto de vista del órgano transmisor, estimado como residente en el Magisterio de la Iglesia”.
Don Wander: Es admirable la claridad con la que el autor de este post se ha referido a uno de los temas más urticantes de la fe católica, y, que, un católico tradicional, por norma de disciplina y elemental prudencia, nunca se hubiera atrevido a presentar.
No obstante, debe reconocerse que, de un tiempo a esta parte, los cambios en la Iglesia han sido tan significativos, que, uno se pregunta, si la actual consideración que hoy se hace de las tres fuentes de la fe cristiana es correcta o no. Entiendo que es muy oportuno advertir cómo, desde la misma parte del Magisterio, a través de la participación de Benedicto XVI, sin duda, fundamentado en la misma Tradición de la Iglesia, se ha querido poner un claro límite de contención a los excesos que, en materia doctrinal, tanto en cuestiones centrales como secundarias, se hayan producido o se puedan producir por parte de quien ejerce el manejo o gobierno de la Iglesia.
Según lo que se me ha enseñado en su momento, el Magisterio, no puede expedirse de forma incompatible ni respecto del irrecusable testimonio de las Escrituras, ni de la Tradición de la Iglesia. Y la razón es muy sencilla, si, esto pudiese ocurrir, en algún momento, ya se pone en riesgo, la totalidad de la fe católica, porque, puesta en tela de juicio una sola verdad de fe, por pequeña que ésta pueda parecer, ipso facto, como, de hecho, ocurrió en la ciudad alemana de Wittenberg con la protesta del 31 de octubre de 1517, que dio pie para que todas las demás verdades pudieran ser igualmente cuestionadas. Y, esto es lo que realmente ocurrió, -corríjanme si me equivoco- porque lo que allí se terminó cuestionando, entre otras cosas no menos graves, no sólo fue la legitimidad de la autoridad del Papa, sino también la de toda la jerarquía de la Iglesia, arrastrando consigo la legitimidad del sacerdocio ministerial, la del sacramento Eucarístico, y, desde luego, la del sacramento de la Penitencia o Reconciliación. Esto es, se negó de plano la fe católica. ¿Cómo olvidar esto? Y, a propósito de esto, me pregunto, ¿no es algo muy parecido a lo que también ocurrió hace muy poco tiempo con la consideración y virtual aprobación de la administración de la Eucaristía a los divorciados vueltos a “casar”?
En suma, como bien se expone en el mencionado spot, el arbitrio del Magisterio en materia de fe, no es absoluto ni mucho menos, sino que debe estar adecuadamente integrado con respecto a las otras dos reconocidas fuentes de la fe católica, a saber, el expreso mensaje de las Escrituras y la Tradición de la Iglesia. Lo cual también ha de reflejarse con la consonancia que, que, a su vez, el Magisterio actual debe guardar con respecto a lo que ya el Magisterio precedente, haya enseñado antes que el actual. Esto no significa negar la creatividad en el seno de la Iglesia, sino de ponerla al servicio de la fidelidad a la fe de siempre. Salir de la misma, es negarla.
¡Dios salve a la Iglesia! ¡Alabado sea Jesucristo!
Interesante analisis historico. Hace unas semanas, vinculaban la situacion de la Iglesia de ahora en general y de la liturgia en particular a papas del SXIX. Ahora nos vamos al SXVI. Ojo nos encontramos con que la situacion actual de la Iglesia no deja de ser la de una institucion que evoluciona con los siglos. Si fuera tan grave para Dios, como es que permitio y ha permitido por SIGLOS que la situacion siga evolucionando?
ResponderEliminarQue rol juega el desarrollo de la Teologia en todo esto? Creo que es natural que en la medida en que se estudia, piensa y debate mas, lo natural es que vaya habiendo profundizaciones, matizaciones y cambios. A ver si vamos a tener que cargarnos la teologia como fuente primera de estos problemas
Si la Iglesia evoluciona, el problema es más grande.
EliminarFocio
Justo eso digo.
Eliminar1) Seguro que si siguen yendo hacia atras en los siglos, encontraran mas y mas "errores' y causas del "problema actual" entonces muchos de los analisis van perdiendo sentido
2) Si el ES gobierna la Iglesia y ha permitido SIGLOS (ya estamos hablando casi del 25% de la historia de la Iglesia), sera que forma parte del plan divino? En que momento es "dar libertad al hombre" y en que momento acepta la tendencia de siglos? Sera que como humanos queremos saber y decidir por encima de Dios?
Anónimo del 17 de agosto de 2021, 7:01; siguiendo su argumento, cualquier error o herejía es admisible como parte del "plan divino". Recuerde que satán será tolerado hasta el final de los tiempos. Eso no justifica el satanismo.
EliminarBoina bordeaux
Muy buen artículo. Esto nos lleva a una visión más amplia y oxigenada de la vida cristiana, sin las rigideces que se acumularon desde el siglo XVIII. Ahora bien, si uno lee en este contexto el discurso de Pablo VI al presentar el Nuevo Misal, aparece como un cambio de ordenamiento litúrgico en el desarrollo de la vida de la Iglesia. Admitiendo él mismo que se pierde algo preciosos pero que es el precio por lo que se busca alcanzar. No se ve que exista algo petrificado en el desarrollo de la liturgia, mientras conserve el núcleo y el sentido original.
ResponderEliminarSi uno lee los discursos de Pablo VI, lo que aparece es una personalidad que oscila entre el cinismo, la ironía burlona, la duda, el absurdo, la prepotencia, la falsa humildad, y la locura rematada.
EliminarSólo Bergoglio supera a Montini, y eso es mucho decir.
¿ Estaría entonces loco Pablo VI como aparentemente lo está Bergoglio ???
EliminarIsaac
Isaac
EliminarYo diría más bien que Pablo VI tuvo una personalidad tan débil, que le llevaba a adoptar alternativamente actitudes cercanas a la locura.
No por nada, ya como Cardenal, le decían algunos "Hamlet" y otros "Lady Macbeth".
Solo Magisterio = papolatras (siguen exclusivamente el magisterio del papa de turno) - idolatría de la autoridad
ResponderEliminarSolo Escrituras = protestantes (siguen exclusivamente el magisterio de la propia conciencia) - idolatría de la individualidad
Solo Tradición = ciertos lefes y afines (siguen exclusivamente el magisterio del “hombre providencial” y/o el de la propia ciencia teológica) - idolatría de la excepcionalidad
En definitiva, “modernidad” en distintos envases
Me parece que la tesis que avanza es sustancialmente correcta. Y el comentarista Palamás tiene razón. Pero conviene tener en cuenta algunas cuestiones: cuando se elabora el llamado "decreto" de Graciano (que es una obra privada, sólo más tarde recogida como cuerpo legislativo), también sus fuentes son consideradas como "auctoritates" aunque por la naturaleza del texto, la referencia a textos conciliares es mucho mayor. Quizás una cuestión que no se tiene muy en cuenta es la influencia que la codificación del derecho canónico (propuesta desde el Vaticano I) para arreglar la dificultad legislativa que la Iglesia tenía en el uso de las fuentes, asumió una técnica que por su naturaleza es racionalista y, en su espíritu, con pretensión de hacer tabula rasa de todo lo procedente. LO que fue así en todos los estados modernos desde la aparición del código civil napoleónico, se quiso salvar en la primera y segunda codificación (1917 y 1983), con el recurso a la tradición canónica y a sus fuentes. Por eso los orientales (también por otras razones) se resistieron a una codificación de su derecho. Este instrumento jurídico le ha dado al Papado (y a la comprensión distorsionada de la Poetsad suprema del Romano Pontífice) una sensación de absolutismo evidente.
ResponderEliminarJunto a esto, me parece que es precisamente esta cuestión de fondo acerca de la Escritura y Tradición y su primacía respecto del Magisterio lo que intenta corregir la Constitución dogmática del Vaticano II, Dei Verbum. Y creo que mucho de lo que allí se dice es muy aprovechable.
A esto apuntan, tal cual, en la Iglesia de Oriente cuando critican la supremacía del Papado, ciñéndose a cuál es la problemática que ha generado en Occidente.
ResponderEliminarExcelente artículo.
ResponderEliminarExcelente Wanderer. Un tema muy interesante.
ResponderEliminarCon respecto a Santo Tomás en la Summa, también usa otra prueba de autoridad: la liturgia. Lo cual me parece muy sugerente.
A todo lo dicho se puede agregar también otra cuestión. Mucho de lo que consideramos hoy Magisterio depende de decisiones tomadas por los Bolandistas, Heinrich Denzinger, Propaganda Fidei, el Santo Oficio o -contemporáneamente- Doctrina de la Fe.
Pero ¿son esas decisiones, digamos burocráticas, "Magisterio"? ¿existe un Magisterio delegado del Papa en burócratas vaticanos?
x Esteban
Anónimo 1:08: en realidad la tercera idolatría es parte de la primera: solo es una diferencia de tiempo. Y en realidad es una idolatría de lo inexistente, pues se crea un magisterio selectivo, a gusto del lector.
ResponderEliminarLa “Sola Tradición” es la opción correcta, siempre que tengamos claro que “Tradición” comprende las Escrituras, la doctrina de los Santos Padres -que explica las Escrituras- y sobre todo la Liturgia, porque las definiciones dogmáticas de los Concilios tuvieron como finalidad particular determinar el modo correcto de adorar a Dios, impidiendo que adoremos a ídolos creados por nuestra mente: desde las disputas por la doxología trinitaria, pasando por los títulos de la Virgen y, en Occidente, los anatemas contra la “cena” luterana.
Como dice San Pablo en la Carta a Romanos, el no conocer a Dios ni glorificarle correctamente, para reemplazarlo por invenciones, es lo que, a la larga, de un modo a otro, lleva a las perversiones morales y sociales.
El anónimo de las 15:14 retrotraía el problema al siglo XVI, no al XIX, pero eso sólo es verdad si tenemos en cuenta la catástrofe que fue la Compañía de Jesús. De hecho, la generalidad de los teólogos siguió explicando la totalidad de los tratado exactamente igual que antes del Concilio de Trento, salvo, lógicamente, alguna referencia cuando algún canon del Concilio era pertinente. Nada que ver cuando en plena borrachera de la autoridad, desde el Vaticano I, se pone de patas arriba la eclesiología para adaptarlo primero al Vaticano I, luego al papa de turno, luego al Vaticano II y de nuevo al papa de turno. Si fuera ciencia es claro que tal cosa no se podía hacer.
ResponderEliminarLa manera de ver muchos el magisterio llamado ordinario o auténtico es simplemente la obediencia de juicio jesuítica, pero a lo burro. Es lícito un magisterio prudencial no definitivo, para cuestiones muy concretas, como un Tribunal Supremo, tal como aparece en el artículo, que luego pasaría a una sentencia definitiva, pero eso no son las decenas de miles de páginas con las que la Santa sede ha inundado la Iglesia, aunque, obviamente, ni los mismos papas han leído todo lo que firmaban. De ahí que ante tal magnitud, la obligatoriedad de aceptar una frase determinada, si no está avalada por la Escritura, la Tradición o una definición infalible, cada vez más tiende a cero. Y no en menor medida porque son cosas completamente ambiguas, que para sacarles un sentido correcto en más de un caso es como resolver acertijos.
Por último, sobre Traditionis custodes es clarísimo que no puede obligar, por la misma razón que no se puede abolir un rito o un Misal aprobado antes: no puede existir una "ratio" que lo justifique, pues si las proposiciones contenidas eran verdaderas antes, lo siguen siendo ahora. Y si se ha dado así culto a Dios, debe poder seguir dándoselo. Por su puesto se pueden corregir pequeños detalles, o añadir alguna fiesta, y eso obligaría en razón de una cierta unidad. Ahora bien, hoy que la unidad litúrgica no existe, noo hay razón alguna para aceptar un Misal que alteró arbitrariamente más de la mitad de las oraciones, cambió el orden delas lecturas de más de un siglo y eliminó un ordo Missae antiquísimo.
Debo confesar mi perplejidad ante las tesis, a mi entender un tanto extremistas, que se leen en algunos comentaristas, según las cuales no se puede abolir un rito o un misal aprobado antes. No es que yo tenga una posición exactamente contraria a dicha afirmación, pero no acabo de comprender como se compagina con el hecho de que la liturgia ha cambiado de hecho, y mucho, a lo largo de la historia de la iglesia. Basta leer la descripción que san Justino hace de las celebraciones de los primeros siglos de la iglesia para reconocer que los elementos fundamentales de la celebración eucarística están ahí, pero en una forma litúrgica bastante distinta. ¿Cómo es posible que entonces sólo se puedan modificar pequeños detalles en la liturgia? Ciertamente hablamos de cambios que se dieron a lo largo de muchos siglos y no de modo casi súbito, como es el caso de la liturgia del "novus ordo", pero ¿es el tiempo lo único que justifica los cambios y no es admisible el cambio si se da en un tiempo más breve? No entro en lo justificado o no del "hachazo" de Traditionis Custodes, sino en la cuestión de fondo de si la liturgia puede cambiarse de modo sustancial, y confieso que no acabo de ver claro todo este asunto.
ResponderEliminarPerfecto!
EliminarPor eso, las tradiciones litúrgicas no son la Tradición, por más que la Tradición esté presente en ellas. Per eso la liturgia puede cambiar mientras conserve la fe de la Tradición.
Aún así puede pasar que un cambio litúrgico que conserve la Fe de la Tradición y por ende la validez, sea negativo.
Quico.
EliminarLa liturgia transmite verdades teológicas que son asimiladas por los participantes de un modo inconsciente sin pasar por la razón.
y es aquí donde esta el problema:
la nueva misa es igual a la misa anglicana (soy testigo personal) y seguramente también a la luterana (!ojo!, que en esas confesiones hay varias tendencias mas o menos "protestantes" que conviven y que son todas oficiales)
Es decir que lo que ha habido detrás desde el principio ha sido la descatolizacion de la religión católica y su "protestantizacion" por presiones de los obispos de paises con mayorías nacionales protestantes: Alemania, Bélgica-Holanda (culturalmente y linguisticamente son un mismo pais)...Por unos intereses NACIONALISTAS de estos grupos -muy natural y legítimo, por otra parte-
de ahí la insistencia en la "unidad" (que se obliga a los fieles a pedir en cada misa) y en el "ecumenismo"
por eso los templos católicos se han protestantizado, los curas ya no visten de curas, sino de pastores protestantes...y hoy se habla de "viri probati", esto es, como los protestantes, de fieles no ordenados, se le da una importancia a la Biblia típica de los protestantes, muchos sacerdotes ya no usan casulla, sino estola o "tippet", como los pastores ...etc, etc, etc.
Es posible que en el fondo todo dé igual. Pero es otra religión distinta. Y ni a usted ni a un servidor nos han preguntado si queríamos cambiar de religión.
lo que ha pasado -y en esto las estadísticas no engañan- es que la Iglesia católica se ha hundido completamente. En todo el mundo.
y entonces hay gente que, por la razon que sea, se pregunta por la antigua misa, cosa muy natural.
y como hay misas "tradicionales" (de siempre), resulta que han demostrado que atraen a mas gente que con el invento de Bugnini-Montini, a parte de crear proporcionalmente muchas más vocaciones sacerdotales y religiosas.
Entre otras cosas porque responden mejor a lo que en etnología, sociología y psicología cualquier creyente busca en una religión.
Es decir, los cambios hechos con el Vaticano II no han funcionado porque son engendros de intelectuales (como el socialismo o el comunismo), no de científicos.
Quico
EliminarCuando se hacen cambios, la prudencia exige que estén bien estudiados y se piense siempre qué pasaría si las cosas no salen como uno espera.
Eso es lo que hacen las empresas.
Siempre tienen que crear nuevos productos o abrir nuevos mercados para poder sobrevivir. No tienen ninguna opción.
Pero eso, que siempre cuesta mucho dinero, hay que evaluar qué pasaría si esa operación falla. Porque el nuevo producto puede que no se venda o el nuevo mercado no compre. Literalmente la empresa puede quebrar.
Es decir, hay que estudiar y calcular riesgos.
Otra medida es hacer los cambios poco a poco y parar cuando la operación no dé los frutos esperados (cosa que no se ha hecho; muy al contrario. Y Bergoglio era una herramienta de la mafia de San Gallen hacia la destrucción final)
El Concilio y lo que salió de él, incluido el arrupismo, son fruto de su época, que no es la nuestra:
salir de la peor guerra mundial de la historia de la humanidad, la bomba atómica, los campos de exterminio nazis, el comunismo (que entonces todos creían que iba a dominar el mundo), la descolonizacion...
una solución fue hacer que el fiel participase activamente en la misa (es Ciencia), porque la misa de siempre es totalmente pasiva...
Pero no ha funcionado.
en parte porque ha perdido el carácter sagrado, en parte por los cambios sociales: la televisión, la seguridad social y la jubilación, la píldora anticonceptiva...
la puntilla ha sido la teología marxista de la liberación.
Bergoglio y la gente de su edad pertenecen a otro mundo: al del siglo XX.
El siglo XXI exige otras cosas.
Y, sin embargo, querido Wanderer, al menos en el ibérico solar, la idea de "Tradición" que se maneja es una especie de nostalgia de ese absolutismo papal que ejemplifica en modelos como el de Pío IX o Pío XII. Y en cuanto a la liturgia, añora el devocionalismo paraliturgico extremo que rodeaba la Misa. Un modelo que tendría como acatamiento más prístino el catolicismo entre los años 40 y 50 que se reivindica como "lo tradicional", en tres pilares: devocionalismo extremo (fuera y dentro de la Misa), reivindicación de la absoluta autoridad Papal y el relato politico-religioso de tipo patriótico como una forma degradada de "agustiniano politico" que tuvo su comienzo a fines del siglo XIX y sus epígonos en los fines de los 50.
ResponderEliminarCÓMO ACLARA ESTE POST! GRACIAS!
ResponderEliminarMaravillosa muestra de su honestidad intelectual, Wanderer.
ResponderEliminarCon esto no hace más que confirmar su falta de capacidad para refutar lo que sostengo.
En fin, usted ya tiene hecha carne esa idea y difícilmente se la pueda sacar de encima.
Fulano de Tal
Estimado Fulano, usted y todos lo lectores son testigos que publico los comentarios más allá de mi mayor o menor acuerdo con ellos. No publico, en cambio, aquellos que adolecen de pobre o nula base argumentativa que demuestra la ignorancia de sus autores con respecto al tema en cuestión.
EliminarEs ese justamente el caso de su comentario.
Gracias por tanto Wanderer
EliminarSe agradece.
EliminarEs curiosa la foto de esos seminaristas meditando en un cementerio.
ResponderEliminarSeguro que para recordar la verdad de la muerte y que todos hemos de pasar el juicio inexorable de Dios...
...hasta que la teología del happy-clappy lo borró de nuestra cultura "para no dar miedo".
afortunadamente esta disciplina lo siguen conservando los budistas.
que siguen insistiendo en que vamos a morir y que nuestros pecados nos van a condenar.
!qué cosas!, ?no?
Mientras tanto podemos anestesiarnos consumiendo y gozando todo lo que podamos
Quico:
ResponderEliminarLa cuestión no es si la liturgia puede cambiar o no, es evidente que puede hacerlo. La cuestión es que en el hombre se requiere la estabilidad y la costumbre. Santo Tomás llega a decir que una ley positiva mejor no puede implantarse si no hay motivos serios, pues el hecho de cambiar las costumbres ya produce un daño a la sociedad (I-II, 97, 2). Obviamente estaba en las antípodas del nominalismo jurídico.
Es interesante que cuando en el siglo XVI Paulo III aprobó el llamado Breviario de Santa Cruz, o del cardenal Quiñones, que distribuía los salmos sin ninguna repetición y abreviaba mucho (obviamente los sj se lanzaron en masa a comprarlo), teólogos como Domingo de Soto y mucho más Juan de Arce, se opusieron. El último citado incluso presentó en Trento un memorial en contra, y eso que era simplemente una opción que se ofrecía para el rezo particular. Lo que pasa es que en algunos sitios se pasó al oficio coral y causó escándalo en el pueblo, porque aunque no entendieran mucho, si entendía que tardaban la mitad de tiempo, aunque siguieran cobrando lo mismo. El argumento de los teólogos era que la autoridad no podía cambiar la costumbre porque le diera la gana, y en lo referente a la religión es fundamental mantener lo recibido (aunque sean meras tradiciones). El daño que se ha hecho en España en algunos lugares por abolir las procesiones, que obviamente no son La Tradición, ha sido enorme. Para muchos era una referencia a la fe cristiana y en más de una ocasión ha servido para redescubrir a algunos la fe, aunque requiera más cosas.
En los cambios litúrgico lo normal ha sido que la misma costumbre, que cambia lentamente, haya dado lugar a modificaciones. La autoridad sólo intervenía si se introducía algo contrario a la fe o escandaloso. Y su aprobación garantizaba que allí no había error. Los cambios de Pío X, Pío XII y Pablo VI fueron completamente bruscos y arbitrarios. No se trata sólo de que sus razones distaran mucho de ser razonables, es que por la obediencia ciega o de tercer grado, había que aceptarlas como buenas.
Como ve el tema pasa de algo que tiene que ver con la Liturgia y la Fe, que es muy serio, a otro campo no menos serio: el de la justicia. El pretender obligar a alguien a cambiar sus costumbres por el mero poder papal, lo cual es un atropello. Si el Misal anterior era válido, eso quiere decir que las proposiciones que contenía y los ritos eran verdaderos. Por tanto no puede haber razón que justifique la imposición de un cambio radical. Por eso tal tipo de cambio es intrínsecamente perverso e injusto, aunque el objeto que se propone en sí mismo no sea herético, e incluso, hipotéticamente tuviera alguna ventaja. He dicho hipotéticamente porque jamás se abrió la discusión en los casos citados, y los testimonios de Bouyer y de otros ponen de relieve la chapuza mayúscula. Lo justo hubiera sido que Pablo VI hubiera ofrecido la opción de su Misal, y que el tiempo hubiera decantado si permanecería o no; o bien se hubieran ofrecido suplementos con lecturas para los días de feria, o cosas de ese tipo. Sólo la locura de hacerse indiferente a cosas que no lo son (pues la costumbre es fundamental) ha permitido el desastre sin paliativos que ha sufrido la Iglesia. Y de la mano de los libros litúrgicos se podría comentar algo del desastre de arquitectura o (anti) arte sacro de los últimos decenios.
Excelente comentario que suscribo de cabo a rabo.
EliminarSin embargo de todo lo dicho, permanece en pie que hasta los modernistas reconocen que en la Liturgia está expresada la Fe de la Iglesia -que es siempre igual- y que esa es la razón por la cual la liturgia no se puede modificar. Veámoslo:
ResponderEliminar«1124 La fe de la Iglesia es anterior a la fe del fiel, el cual es invitado a adherirse a ella. Cuando la Iglesia celebra los sacramentos confiesa la fe recibida de los apóstoles, de ahí el antiguo adagio: Lex orandi, lex credendi (o: Legem credendi lex statuat supplicandi). "La ley de la oración determina la ley de la fe" (Indiculus, c. 8: DS 246), según Próspero de Aquitania, (siglo V). La ley de la oración es la ley de la fe. La Iglesia cree como ora. La liturgia es un elemento constitutivo de la Tradición santa y viva (cf. DV 8).
1125 Por eso ningún rito sacramental puede ser modificado o manipulado a voluntad del ministro o de la comunidad. Incluso la suprema autoridad de la Iglesia no puede cambiar la liturgia a su arbitrio, sino solamente en virtud del servicio de la fe y en el respeto religioso al misterio de la liturgia.»
Por supuesto entonces que cualquier modificación de la Liturgia o inclusive cualquier modificación del Rito, como dice el cánon, supone una reestructuración de la Fe, una modificación en la Fe que, por esta razón, deja de ser idéntica a la de la Iglesia y pierde el rasgo esencial de integridad.
Sé que no es el asunto principal de este post, pero como se ha hablando mucho, y a veces bastante mal, acerca de las modificaciones litúrgicas, pensé que sería conveniente llamar la atención sobre lo que enseña el Catecismo juanpablista. Y no lo enseña mal, pese a que podría decirse mejor.
El mismo texto citado (CIC 1125) dice que la autoridad puede cambiar la liturgia "en virtud del servicio de la fe". Se entiende que solo en cosas accidentales y no en lo esencial.
EliminarEn cambio el ministro o la comunidad deben respetar incluso las cosas accidentales. Es claro en el como el texto diferencia la capacidad que tiene la autoridad con la que tienen la comunidad y el ministro.
En tal caso es un problema gobierno-tradiciones, y no un problema Magisterio-Tradición, como plantea el post.
ResponderEliminarAnonimo: Al Cura loco español: Ni devocionismo,ni nacional catolicismo,ni Piismo, ni años 40 y 50.
ResponderEliminarLa Tradición es la de los Apóstoles, la de los Padres de la Iglesia, la fe con obras de los mártires de los 30, (no amaron tanto la vida, que temieran a la muerte) y morir perdonando, fe granitica. Empecemos pidiéndosela al Señor y perdonemosnos mientras va creciendo nuestra fe y nuestra caridad en Cristo. (Coraje y honor)
Esto mismo han dicho los Ortodoxos desde hace mas de mil años, empezando con el Filioque- cosa que fue una innovación horrenda y muy opuesta por los mismos papas de Roma por varios siglos. Los interesados deberían leer la carta encíclica de los patriarcas ortodoxos en respuesta al papa Pio IX. He aquí el enlace (en inglés): https://sourcebooks.fordham.edu/mod/1848orthodoxencyclical.asp
ResponderEliminarAsí es. Sin embargo, la cuestión no es quién lo dice sino si lo que dice es verdad.
EliminarLa tesis que usted atribuye a "los ortodoxos" es la práctica que sostuvo la Iglesia durante todo el primer milenio. No es una doctrina "ortodoxa"; es una doctrina católica.
El problema de la relación entre la Tradición Divina Apostólica y el Magisterio fue abordado en los años 1950 por el P. Giuseppe Filograssi, S.J. en tres artículos publicados en la revista La Civiltà Cattolica. Uno de ellos fue puesto a disposición por el blog italiano Pascendi Dominici Gregis, ver:
ResponderEliminarLA CIVILTÀ CATTOLICA: LA TRADIZIONE DIVINO APOSTOLICA E IL MAGISTERO ECCLESIASTICO
https://pascendidominicigregis.blogspot.com/2024/05/la-civilta-cattolica-la-tradizione.html
Recomiendo leerlo para comprender mejor el problema.
¡Esperemos que publiquen los demás textos!