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sábado, 31 de enero de 2009

¿Reconciliación, acercamiento o “ecumenismo paciente”?


En el último número de “Cristo Hoy”, el semanario testigo del catolicismo argentino, aparece una entrevista a Vittorio Messori acerca de las des-excomuniones de los obispos lefebvristas. Para el periodista, será muy difícil alcanzar la comunión plena con la FSSPX debido a que el problema no es tanto teológico cuanto político. Explica que la Fraternidad es un fenómeno francés y, como tal, posee antecedentes que no son fácilmente comprensibles como el galicanismo, el jansenismo, la Revolución Francesa y la legislación religiosa de Pétain, y serían ellos los que, fundamentalmente, dificultan la reconciliación plena con Roma. A esto se agregaría una particular desconfianza que tienen los lefe hacia Benedicto XVI porque no le perdonan la injuria de haber sido él quien, siendo perito durante el Concilio, torció la orientación conservadora que éste poseía originariamente.
Veamos:
El gesto del papa ha sido una necesaria reparación histórica, pero no creo que se trate, propiamente, de una reconciliación. Es más, creo que será muy difícil que la FSSPX “vuelva” plenamente a la Iglesia, al menos en su totalidad. Por cierto que los factores que señala Messori son reales: los franceses, por más católicos y tradi que sean, son bichos raros y bastante cerrados en su mundo galicano y en su orgullo de ser los “hijos primogénitos” de la Iglesia, y esta es un dificultad de difícil superación. Sin embargo, hay que decir que decir que el lefebvrismo no es un fenómeno exclusivamente francés, aunque haya nacido como tal. Su expansión en otros países europeos y en América es muy amplia y, si bien su actitud colonialista en cuanto a los superiores y staff de la institución es innegable, hay una especie de lefevbrismo aborigen que, sin ser francés, está cargado también de características que harán muy dificultoso el retorno a la comunión plena.
Creo que en todos los lefes, franceses y coloniales, se ha solidificado con el paso de los años el hábito de la resistencia y de la desobediencia y, como todo hábito, no será fácil de desarraigar. Las heroicas décadas de resistencia y de combate con el Vaticano de Montini y del Magno, más las luchas locales con obispos y obispillos de todo color y calaña, los ha cauterizado de tal modo que la humildad necesaria para bajar la cabeza frente a la Santa Sede y a los ordinarios locales, más allá de que no sean puestos directamente bajo sus jurisdicciones, será un acto de virtud casi heroica que no sé cuántos estarán dispuestos, y serán capaces, de realizar.
Tengo varios ejemplos para sostener esta posición, todos ellos surgidos del laicado lefe de las colonias. Su continua méfiance del Santo Padre y de todas sus palabras y decisiones; la fría y casi hostil recepción del Motu proprio; el desprecio e incomprensión, en muchos casos, por los sacerdotes que, sin ser “de ellos” celebran la liturgia tradicional, a los que sindican como cobardes que no se animan a dar el paso; el espíritu sectario que se observa con frecuencia en su convicción de que son ellos los únicos que se salvarán, etc.
En definitiva, creo que el gesto del Papa ha sido más un acto de ecumenismo paciente, al decir de Messori, que propiamente una reconciliación. Muchos son los factores que la dificultan, y no sólo los que indica Messori o el que agregué yo mismo. Algunos amigos dicen que es imposible la comunión plena, porque “los integristas son, de hecho, otra iglesia”. Casi, casi les doy la razón, pero tendrán que argumentarlo.


viernes, 30 de enero de 2009

Del Mago Capria al Athonita


El Mago Capria le responde al Athonita. A mí, por más mago que sea,  no me convence. Se le ve el conejo debajo de la galera.

Estimado Athonita: vamos de lo general a lo particular.
1. Usted quisiera desandar el lodo posconciliar y el polvo preconciliar. Los tradicionalistas también. Al menos éste pobre mago y muchísimos tradis que éste pobre mago conoce. Al margen de ello, no se puede criticar al tradicionalismo por no levantar las banderas de una reforma, por sana que fuera. Sencillamente ha sido imposible, aunque quizás las cosas hayan empezado a cambiar. Coincidiremos, creo: en las últimas décadas nos cayó un ciclón. Ataques brutales a la tradición, ambiente revuelto, novedades locas, confusión, dislocación…. Y desconfianza recíproca. En ése estado lo único posible es mantener lo que se tiene, tal como se recibió. Siendo por otra parte que ninguno de nosotros, ni en conjunto, tenemos autoridad alguna para cambiar nada. Lo dramático es, justamente, que Roma se omitió -al menos hasta ahora- de serenar las aguas. Pongo un ejemplo que le incumbe a ud. como athonita. Suponga que fuera del caso establecer un nuevo modo de relación entre católicos y ortodoxos. ¿No le parece que a los líderes “renovadores” de las últimas décadas les importa un bledo de las cosas buenas que conservan los ortodoxos?. Hasta tal punto que se han dedicado a adoptar la “liturgia”, la mariología y la exégesis protestante. ¿No le parece que ésos “renovadores” vienen marcando la agenda? Es cosa de ideólogos ponerse a reformar la torre en medio de un asalto. Fíjese lo que nos pasó con el movimiento litúrgico, y considere que el que se quema con leche ve una vaca y llora. Mire lo que dice Castellani a Leónidas Barletta, y lo que opinaba Castellani sobre la oportunidad de una reforma.
2. Ud. dice que estos lodos “post” vienen de aquellos polvos “pre” y eso es cierto sólo en algún sentido (¡bendito sea el hábito realista de distinguir!). ¡Claro que algunas taras post son consecuencia -acaso por reacción- de otras taras pre! Pinte el triste cuadro de la obsesión por cuestiones del sexo que sufrían algunos pobres curas pre, y la castración sicológica que irradiaban. Y opóngalo a la despreocupación manilarga de algunos pobres curas post. Estaremos de acuerdo. Pero su punto no está ahí.
Usted dice otra cosa: dice que en realidad polvos pre y lodos pos son en bloque y en sustancia extremos viciosos opuestos. Y eso no es cierto en ningún sentido. Distinga, athonita, distinga si no quiere zapatear con patines. No haga una reducción a los principios que no tiene fundamento, no coloque al tradicionalismo en una punta y al progresismo en otra. ¿Son extremos viciosos opuestos la renovación del Sacrificio por un lado, y por otro el puro ágape? ¿La presencia real y el pan puesto en común? ¿La gracia de los sacramentos acá, y allá los símbolos con efectos puramente sicológicos? No perturba la fé que un obispo diga que Noé vivió 950 años, o que La novicia rebelde es mala. Sí perturba a la fé que un obispo predique una concepción naturalista de los sacramentos. No, no se puede decir que son dos caras de la misma moneda
3. ¿Cuál es la madre de éste ternero que trae usted al mercado?. Usted es de ésos que levantan los primeros diez siglos de la Iglesia contra los diez siglos que vinieron después. Que levantan los primeros Concilios y se cargan al florentino, al tridentino, al Concilio Ecuménico Vaticano Iero y también, aunque en menor medida, al Sínodo extraordinario romano Vaticano IIdo. A la patrística contra el tomismo. Todo eso dale que te pega con los jesuitas, la nueva devoción y los Ejercicios. Una vez más miro a Castellani, tan profundo, tan vivificante… y tan hijo de San Ignacio. 
No para ahí el asunto, que resulta bastante abrumador. Es una opción tan minuciosa, un sistema tan integral y moderno que incluye desde la canonización del románico y la condena el barroco hasta la compulsión de optar entre el gregoriano o la polifonía… ¡Ahtonita! En esto usted dice que apunta a lo esencial pero pega a los detalles. ¿Qué nos va a usted y a mí de la casulla gótica o de la casulla romana? Si fuera el triste caso de los angelitos mofletones… pero… ¿las puntillas? 

Desde luego, por la razón antedicha su postura supone un gran entusiasmo por la ortodoxia, pero, por razones que no termino de entender, por la versión rusa, con todos los caprichos de la ortodoxia rusa, incluyendo el mayor desprecio por los griegos “propiamente dichos” (¡ni hablar de los católicos!). Pero lo suyo es más selectivo aún: dentro de la ortodoxia rusa, se trata del Patriarcado de Moscú. El asunto es Rusia en el género y Patriarcado en la especie; ni siquiera otras posiciones de los rusos. Acá mismo por ejemplo, en éste blog, se ha mencionado más de una vez al sínodo que preside el Metropolita Valentín de Suzdal, tan crítico al Patriarcado. Y a la ROCOR, unida y no unida. De lo cual usted (siempre tan bien dispuesto al debate sobre la interna “romana”) no ha dicho ésta boca es mía. Otra vez no se entiende. ¿Quieren hablar de la ortodoxia o no quieren hablar de la ortodoxia? En éste mismo post dice Ud. que puede hacer la diferencia Kiril. Amigo suyo y de Chávez y Castro, si me permite mencionarlo. Tampoco se entiende. Usted dice estar con el Gran Mago Blanco (a quien Dios de vida y no entregue a sus enemigos) y con Kiril. Pero Kiril tiene tanta intención de comunicarse con el Gran Mago como yo de hacerme turco. 
4. Es cierto que la FSPX no queda jurídicamente regularizada por el levantamiento de las excomuniones. Sin duda. Pero no es cierto (¡y ésa sí que es una consideración kukusa!) que esté en la misma posición que los griegos luego del gesto diplomático de Paulo VI. Una vez más, y siempre con aprecio y simpatía: ¿qué le inquieta a usted como athonita y valedor de los ortodoxos rusos si la FSPX está o no en comunión con la Santa Sede? Eso de que están ahora como los griegos: ¿para usted es bueno o es malo? ¿lo dice criticando o alabando a la FSPX? Y sobre el fondo de la cuestión: haga usted la cuenta que quiera sobre las conductas, sobre lo material; el cisma de los rusos y griegos es formal, el de la FSPX jamás. Los griegos y rusos creen que no se debe prestar acatamiento a Roma; la FSPX sí. Los griegos y rusos no aceptan varios dogmas como tales, entre ellos el de la Inmaculada Concepción, la Asunción, la jurisdicción ordinaria y universal del Pontífice Romano; la infalibilidad… la FSPX sí. Suma y sigue. No lo ve el que no está dispuesto a verlo.
5. No entro en el tema de SER Monseñor de Williamson, por más que Ud. habla de él de un modo brutal. El punto no está ahí. Como usted dice, él representa algo que usted rechaza violentamente. Desde luego, para usted, en éste ámbito wanderesco, es más fácil pegarle a Williamson que a otros, por decir, a San Pío V, a Pío XII; a varios Concilios Ecuménicos. Vea, estimado athonita, que no se puede jugar cómodamente en simultáneas como “latino” y como ruso. Usted sabe que se pueden llenar bibliotecas con los pronunciamientos -constantes hasta hoy- conforme a los cuales, según los rusos, la Iglesia Católica carece por completo de autoridad, por decirlo de una manera elegante. Acá nadie se priva de hablar de las miserias de los latinos; sea. Pero, la honestidad obliga, sírvase no esquivar la modesta actualidad de los jerarcas del Patriarcado, y su embarazoso ayer de KGB boys. Suyo, no obstante lo demás:

El Mago Capria


jueves, 29 de enero de 2009

Kirill, patriarca de Moscú y de todas las Rusias

El 27 de enero fue elegido el metropolita Kirill como nuevo patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Con el Athonita y Ruth, espero que junto al Mago Blanco sean la diferencia.

miércoles, 28 de enero de 2009

Se enojó el Athonita

Cuando el Athonita está de mal humor, deja de lado el noruego y escribe en un castellano bastante aceptable. 

Una advertencia, sin embargo: Athonita, el blog del Wanderer celebra la fiesta de Santo Tomás el 7 de marzo.

Estimados Ruth, Mago y demás lectores: a mí Williamson me resulta un bruto del año cero.- Tiene algo como kukú, aunque apenas más fino, claro.- Digo bruto, y no justamente por desinflar el mito del holocausto, sino cuando habla –como le ordena Fellay- sobre asuntos de fe. Ese piedeletrismo con que leer las Escrituras, por poner ejemplo básico, más cercano al menonismo que a la tipología patrística, es casi para reírse. Quien crea poder aguantar la carcajada, desafíese a ver serio este youtube, donde el muy inglés y circunspecto nos explica como Mr and Mss Noé, tras el diluvio cumplieron sus 950 años, pues la gente por entonces vivía más años, aunque los arqueólogos modernistas, pretendan negarlo. Este hombre jamás agarró un tomo del Migne.
http://www.youtube.com/watch?v=VkaLG1mEzl8
O cuando nos explica que no es mera coincidencia que la Novicia rebelde, —sí, la película— fuera filmada a la vez que concluía el Concilio Vaticano. No es coincidencia! Es que el film es la escenificación de la visión conciliar. Y la película es satánica y hasta pornográfica (sic)!

Amo la Tradición y apoyo con expectante anhelo la restauración de muchas cosas botadas con el agua de la tina. Espero “la reforma de la reforma” como se empieza a decir. Pero con doble vuelta de rosca: es decir, desandando el lodo posconciliar y desandando el polvo preconciliar (que no son más que lo mismo antes y después del diluvio, al decir del amigo Tollers), para reencontrarnos con la veta limpia de la madera pre-moderna, del románico puro, del gregoriano sin glosas operísticas, del Pantocrator sin el colorete de la devotio moderna.- Mi slogan sería: “ni chomba y chancleta ni roquete y puntilla: un casillero más atrás...” antes de que el Renacimiento nos engrasara todo. Mysterio y sobriedad es el lema del románico y adhiero. Y anhelo. Pero para volver a este binomio debemos deshacernos de hegelianos y kantianos, de de la Sernas y Williamsons. Unos y otros conforman la doble cara de la moneda de la modernidad.
Por mí: que se la quede el César.
Y a Dios, lo que es de Dios.
De paso: yerran fiero los medios que insisten que con esta medida estos obispos vuelven a la comunión plena. Muy lejos de la verdad está eso. También Pablo VI y Atenágoras se levantaron mutuamente las excomuniones para “empezar” un camino de acercamiento que lleva 40 años. Lo dijo bien Ecclesia Dei ayer, creo: esto no es el final, si no el principio. Yo agrego: principio incipiente y poco prometedor. 
Si fuera plena la vuelta, estos 4 obispos deberían recibir sedes, por aquello de que no pueden haber obispos vagos, sin sede. Y no: la FSSPX no fue Prelatura personal ni hay visos de eso... ¿Obispos de “dónde” son estos 4 entonces? No hay comunión: hay un gesto de acercamiento. That’s all.
Yo me aferro a Pedro, que bien convencido ando de que el Mago blanco la tiene más clara que todos nosotros juntos y anda lejos, muy lejos de querer comprarnos la barroca y afectada puntilla: va más lejos. Al caso: va más atrás. Y no digo va “a las fuentes” pues puede sonar demasiado conciliar y la “hermenéutica de la continuidad” no ha ganado ciudadanía aún. 
Kiril puede hacer diferencia... envuelto en su oro y misterio, incienso y ad Orientem, sin los amaneramientos romanos del Novecento...
Para los de comunión “plena”: feliz día del Doctor Común.
Para todos, mi bendición,

el Athonita


martes, 27 de enero de 2009

El Papa se equivocó

Muchachos: no nos habíamos dado cuenta. Benedicto XVI se equivocó feo al levantar las excomuniones porque con eso da marcha atrás a las relaciones con los judíos, lo cual, como todo el mundo sabe, es absolutamente prioritario para la Iglesia y los gobiernos de todo el mundo. Para colmo, nos contaminó a todos peor que Botnia!
 



Mons Richard Williamson no es santo de mi devoción, pero chapeau! Su entrevista es excelente, aunque no se si muy prudente.


Me parece que el Alemán le pasó letra.

sábado, 24 de enero de 2009

Desexcomulgados

El papa romano Benedicto XVI ha levantado la excomunión que pesaba sobre los cuatro obispos consagrados por Mons. Lefebvre en 1988. Un acto de justicia. 

¿Qué pensará el Magno?


 


viernes, 16 de enero de 2009

¿Reformar la Iglesia?


Los ortodoxos tienen a Kirill de Smolensk; los católicos romanos tenemos a Montini y Wojtyla...

Declaraciones del lugarteniente del patriarcado de Moscú, metropolita Kirill, que reporta Interfax:

 

No habrá reformas en la Iglesia Ortodoxa rusa cuando un nuevo Patriarca tome posesión del cargo, dijo los medios en Moscú el lunes el Locum Tenens patriarcal Metropolitano Kirill.

"Me opongo fuertemente a cualquier reforma de iglesia. Además, pienso que ninguno de los 145 arzobispos podría ser nominado Patriarca si tiene aspiraciones de reforma," agregó.

Rusia ha aprendido dos veces "la necesidad del cuidado de las tradiciones, sobre todo delas tradiciones de iglesia," dijo el Metropolitano.

"La primera lección que aprendimos fue la iglesia dividida por los Viejos Creyentes. Nuestra segunda lección fueron las celebres innovaciones de los años ´20. Ambos procesos causaron agitación y dividieron a la gente pero ninguno de ellos alcanzó los objetivos puestos por los reformadores," afirmó.

"Las reformas de la iglesia no pueden alcanzar sus objetivos a menos que estos objetivos estén arraigados en la vida de la gente," comentó el metropolitano Kirill.

"Nuestra Iglesia es fuerte con su capacidad para conservar la fe y el paradigma moral impecable y pasarlos de una generación a la otra," dijo el Metropolitano.

"La Iglesia es conservadora por naturaleza, en tanto esta actitud mantiene la fe apostólica," añadió.

"Si queremos transmitir la fe de una generación a la otra durante siglos, la fe debe permanecer intacta. Cualquier reforma que daña la fe, las tradiciones y los valores es una llamada la herejía," dijo.

 

miércoles, 14 de enero de 2009

Aburrimiento romano



Pablo de Rosario nos envía un texto muy interesante, y asombroso por sus coincidencias con la época actual: la decadencia y el aburrimiento romanos.

HEDONISMO Y DIVERSIONES EN EL IMPERIO ROMANO *

 La sociedad romana llevaba en sí esa enfermedad incurable de las civilizaciones decadentes: el repudio del trabajo y el ansia de placeres. Todo lo que intentaba parecía empapado de esa amargura particular que late en el fondo de todas las voluptuosidades excesivas; el hastío carcomía sus fibras más profundas.

 El romano había renunciado a toda participación en la dirección de sus destinos políticos, sacrificio que le dolía bien poco; ya que no tenía el vigor moral necesario para interesarse por la cosa pública; de muy buena gana dejaba su dirección al que tenía ya sus cargas, con tal que, por su parte, pudiese saborear en paz los únicos bienes que pedía al Estado: la seguridad de la vida privada y el goce tranquilo de la mayor cantidad posible de placeres. Esto era lo que se entendía por felicidad romana; no se la concebía sino bajo la forma del placer, y éste había llegado a ser el objeto de todas las existencias. Los goces múltiples que en una sociedad envejecida destilan, como veneno embriagador, los diversos órganos de la vida pública, eran el atractivo principal, y aun el único, de la existencia de multitud de seres humanos. Esta religión del placer era universal: grandes y pequeños la practicaban con la misma devoción, con análogo olvido de los intereses superiores del individuo y de la sociedad.

 La vida privada estaba profundamente alterada, las antiguas virtudes domésticas eran cada vez mis raras. Se rehuía la vida conyugal, y continuamente se veía aumentar el número de los solteros licenciosos, para quienes los goces de la paternidad no eran compensación suficiente de sus fatigas y cuidados. El matrimonio había perdido su dignidad, junto con la pompa imponente de sus ritos. Los que lo contraían no respetaban ya sus vínculos, y los rompían bajo cualquier pretexto, o los violaban, aun en los brazos de sus propias esposas. En la casa romana, convertida en abrigo silencioso de los placeres sensuales, había cesado de resonar  con el murmullo gozoso que entonan en el hogar doméstico los hijos.  El abandono de éstos continuaba despoblando el campo y la ciudad, al mismo tiempo que proveía de carne humana a los antros de los gladiadores y a los tugurios de las prostitutas.

 «Un pueblo que se divierte ––decía un histrión a Augusto–– no se amotina». Inerte y lánguida, Roma, se volvía en febril espera hacia el que presidía los destinos del Estado y que debía asegurar la satisfacción de las necesidades públicas; todos consideraban al Emperador como el proveedor obligado de los placeres de la multitud, y hasta él mismo juzgaba suya tal misión, pues su propio interés le impulsaba a animar todo lo que hiciera olvidar al pueblo la vida política. La diversión del pueblo era una institución estatal, y acabó por determinar la creación de magistratura especial: el tribunado de placeres públicos.

 Todo servía de pretexto para los goces materiales. De la satisfacción de una necesidad de limpieza habían pasado a ser las termas ocasión de las voluptuosidades más refinadas. Estos opulentos palacios de la molicie contenían todo un arsenal de placeres. Y de las termas, los romanos iban a terminar el día en los espectáculos públicos, cuya fascinación era aun mayor. Es difícil dar una idea del furor, digamos del fanatismo, de la plebe por sus juegos favoritos; éstos la consolaban de sus vergüenzas y le hacían olvidar su servidumbre. El anfiteatro y el circo eran 1os verdaderos domicilios del ciudadano romano: allí comía, allí dormía la siesta, allí trataba sus asuntos, allí se sentía vivir. 

 Las diversiones del pueblo romano tenían el triple carácter que toma a la larga todo placer gustado por sí y para sí: eran a la vez obscenas, sanguinarias e imbéciles.

 La obscenidad del teatro, por ejemplo, era tal que ––se decía–– bastaba una sola representación para marchitar definitivamente la vida moral del joven que se aventuraba en esos antros, y poetas poco escrupulosos confesaban que cualquier matrona que pasara por allí no tendría más nada que aprender en lo tocante a la lujuria.

 Hermana gemela de la lujuria, la sed de sangre se saciaba en espectáculos no menos sabrosos. La gradería inmensa del anfiteatro era  el punto de cita de todos los que encontraban que la carne humana tiene tantos encantos en las convulsiones del dolor como en los espasmos del placer; allí se había encontrado el arte de convertir los suplicios en goces públicos y de asociar todos los espectáculos al oficio del verdugo; allí se sentía el pueblo-rey en el colmo de su satisfacción cuando los seres humanos, a menudo débiles mujeres, perecían entre los dientes de las fieras, o cuando millares de hombres se degollaban mutuamente para darle gusto. Los gritos de gozo de la plebe se mezclaban con los alaridos de las víctimas y los rugidos siniestros de las fieras; la embriaguez del homicidio encendía todos los rostros, y a través del rojo vapor de la matanza, los ojos alterados de cien mil antropófagos iban a chupar la sangre humana que clamaba venganza al cielo.

 Finalmente, la imbecilidad, hija legítima de la lujuria y de la crueldad, llamaba a su vez a las muchedumbres hacia otras delicias que habían de encadenarla durante tiempo más largo. Al ver el fanatismo de la multitud por las carreras del circo, y su pasión insensata por caballos y palafreneros, se diría que había vuelto a la infancia.

 La sociedad estaba como hechizada: sólo veía y entendía eso; ante el ruido del mundo que se desmoronaba, continuaba sentada frente a sus espectáculos favoritos, con los ojos obstinadamente fijos sobre aquellas cuadrigas queridas que se alejaban llevando en el girar de sus ruedas el alma de los hijos de Rómulo.

 * Adaptado de: KURTH, Godofredo. LOS ORIGENES DE LA CIVILZACIÓN MODERNA. ps. 34-62, passim.

domingo, 11 de enero de 2009

Aburridos


El suplemento ADN de La Nación de ayer trae como artículo central un trabajo de Diana Cohen Agrest, profesora en Filo de la UBA, titulado Humano, demasiado humano, dedicado al tema del aburrimiento. El escrito es muy bueno. Vale la pena leerlo.

La autora asocia con buen tino el aburrimiento que asola al hombre contemporáneo con un tipo de depresión y traza un rápido recorrido histórico de esta condición. Es lo que lo griegos llamaban athymía y los romanos tedium vitae. Los cristianos la llamarán acedia, y será una obra del demonio y el peor de los pecados. Para los románticos será la melancolía y se convertirá en una moda necesaria para dotar a compositores, pintores y escritores de las musas imprescindibles para ejercer su arte. Hoy la llamamos aburrimiento y/o depresión. El artículo daría para discutir y profundizar varios puntos, pero me detendré en dos de ellos y en una acotación histórica.

Comencemos por esta última. Acierta la autora al destacar que, para los Padres, la acedia era el peor de los pecados. De hecho, era un pecado casi propio de la vida monástica y de la vida religiosa. Lo representaban como un demonio particular y muy sutil que se colaba en el alma del monje y le producía ese tedio o aburrimiento de la vida. Claro que esto no era sólo una expresión del imaginario medieval, como sugiere Cohen Agrest, sino que era expresión también del conocimiento de la psicología profunda que poseían los Padres. El monje, en determinado momento de su vida, comenzaba a cuestionarse su existencia y esta difícil experiencia no era otra cosa que un paso más en el proceso de purificación del alma. Un texto muy interesante de Taulero describe y aconseja sobre esta situación. Quien quiera leerlo, puede bajarlo desde aquí

Lo que no puede entender la filósofa autora del artículo es la peligrosidad de este demonio. Y es que el peligro radica en que se trata de una fuerte prueba contra la fe, y con ella, contra la esperanza y la caridad. Y las pruebas contra la fe quizás sean de las más dolorosas y difíciles de superar. Y si no, veamos los jirones de cristianos y de curas que hoy en día nos rodean. En definitiva, el aburrimiento y la depresión termina siendo una cuestión más de fe que de antropología y de sociología, y que afecta al cristiano, como regalo de Dios para su madurez y superación, y afecta también al superficial y al ateo como preludio de la desesperación infernal.

Sin embargo, una aclaración importante es válida. No implica esto que, frente a un cuadro depresivo, se recurra a un exorcista, por más apóstol del Corazón de María que sea. El ser humano es una unidad de cuerpo y alma, y aquí se prueba: toda depresión tiene una base fisiológica perfectamente identificada, la disminución en la absorción de la serotonina por parte de los neurotransmisores y, por tanto, muchas veces es necesaria la ayuda química para revertir la situación, más allá de que ésta haya sido provocada por factores psicológicos o por factores externos como un parto, una muerte u otros. Así, a veces el Prozac y el psiquiatra pueden ser de ayuda, pero nada harán sin la “cristoterapia”. Quien cura es el Señor, y no la fluoxetina.

Vayamos a los puntos a discutir. El primero, es acerca del par de opuestos que plantea la autora. Ellos son aburrimiento – diversión, y desarrolla una excelente crítica de lo que la frivolidad y la estupidez contemporáneas consideran “ser divertido”. Y es así que la diversión no es la solución del aburrimiento sino que más bien lo exacerba. Excelente. Estoy de acuerdo si esa fuera la situación, pero el par de opuesto no es el que Cohen propone sino otro: estar aburridos – estar contentos. Y no es lo mismo estar divertido que estar contentos. El divertido es que el que está “diversificado”, derramado en una diversidad de cosas exteriores, y cree que eso lo hace feliz. Los programas de televisión nos presentan un extenso catálogo de comidas divertidas, ropas divertidas, canciones divertidas, fiestas divertidas, aunque estas últimas no son patrimonio exclusivo de Wanda Nara y Maxi López: me asombra asistir a fiestas de bodas de esposos católicos tradi y conservadores, y verme inmerso en bailes de odaliscas y, luego, en quintales de papel picado, máscaras, bonetes, matracas, silbatos, espumas, y no sé ya cuantas cursilerías más, y a la semana siguiente escuchar lo divertido que estuvo el casamiento de Juancito..., y lo aburrido que soy yo que cuando empieza la joda, me levanto y me voy. En fin, había que decirlo.

Estar contentos, en cambio, es estar contenido. Creo que todos los lectores del blog conocen ya la diferencia, pero me permito agregar una precisión más que se me vino a la cabeza mientras escuchaba la epístola de este domingo. Estar contenidos es poseer la paz de Cristo que exulta en nuestros corazones (Col. 12, 15). Pero es sólo para los elegidos de Dios, como dice San Pablo; para aquellos que mantienen la caridad, que es el vínculo de la perfección. ¡Qué va a entender de estas cosas superiores una profesora de la UBA!

El segundo punto con el que no acuerdo es la solución que propone Cohen al problema del aburrimiento: la aceptación del mismo como una circunstancia más de la vida e, incluso, el festejo del aburrimiento. No podía ser otra la solución de una hija de Israel: la naturalización de lo que no es natural. Ya lo había hecho su hermano de raza Freud cuando naturalizó el estado de naturaleza caída.

El aburrimiento no puede ser una condición natural del hombre redimido, porque éste debe poseer la paz de Cristo brincando en su corazón, y esto no es un opción, como no es una opción creer o no creer, puesto que se trata de la virtud o del pecado. Quien posee la paz de Cristo, está contenido y, por tanto, está alegre y, entonces, no está aburrido. Claro que, una vez más, esto es sólo para los elegidos. Si Dios no existe, ¿qué sentido puede tener la vida? Un absurdo destino al que fuimos arrojados, sólo eso. Cómo para no estar aburridos entonces.

La homilía del Santo Padre en la misa de Nochebuena es una maravillosa exposición del motivo fundamental por el cual no debemos estar aburridos y debemos estar alegres: Dios se abaja, y nos mira.

Para Cohen Dios no se abaja, todavía... La pobre no entendió que del laberinto se sale por arriba, o no se sale.

jueves, 8 de enero de 2009

Et voilà! Los curas argentinos reaccionarios

Parece que los curas argentinos han despertado la atención del semanario francés "Golias", de tristísima fama. 
 

Y nosotros que nos quejamos tanto de Bergloglio y del Opus. Parece que al final no son tan malos. 

lunes, 5 de enero de 2009

El Padre Adrian

Ku, un lector del blog, me pasó este video de un anciano ortodoxo hablando de los cristianos, y de las persecuciones de los últimos tiempos. Interesante.


Otra recomendada


Die Welle - La ola (2008) 
Una película más que interesante. Alemania hoy. Durante la semana de proyectos en una escuela secnudaria, al profesor Rainer Wenger (Jürgen Vogel) se le ocurre la idea de un experimento que explique a sus alumnos cuál es el funcionamiento de los gobiernos totalitarios. Comienza así un experimento que acabará con resultados trágicos. En apenas unos días, lo que comienza con una serie de ideas inocuas como la disciplina y el sentimiento de comunidad se va convirtiendo en un movimiento real: La Ola. Al tercer día, los alumnos comienza a aislarse y amenazarse entre sí. Cuando el conflicto finalmente rompe en violencia, el profesor decide no seguir con el experimento, pero para entonces es demasiado tarde, "La Ola" se ha descontrolado.
Para discutir los movimientos de masa no sólo a nivel político, sino también a nivel religioso. La película recuerda la formación de algunas sectas católicas que todos conocemos. QQ


sábado, 3 de enero de 2009

El Santísimo Nombre de Jesús


Uno de los tantos regalos que nos dejó el papa Montini fue la supresión de facto de la fiesta del Santísimo Nombre Jesús, que la tradición latina celebra el domingo anterior a la Epifanía.
El himno de ese día es el Iesu dulcis memoria, a mi humilde criterio, una de las composiciones poéticas y musicales más bellas de nuestra tradición. Su autoría se atribuye, en general, a San Bernardo de Claraval, pero hay otra opinión, más probable a mi entender, que lo reputa a San Elredo de Rieval.
Aquí dejo el texto latino y un video con el canto en gregoriano y subtítulos en español. Prosit!

Jesu, dulcis memoria,
dans vera cordis gaudia:
sed super mel et omnia
ejus dulcis praesentia.
Nil canitur suavius,
nil auditur jucundius,
nil cogitatur dulcius,
quam Jesus Dei Filius.
Jesu, spes paenitentibus,
quam pius es petentibus!
quam bonus te quaerentibus!
sed quid invenientibus?
Nec lingua valet dicere,
nec littera exprimere:
expertus potest credere,
quid sit Jesum diligere.
Sis, Jesu, nostrum gaudium,
qui es futurus praemium:
sit nostra in te gloria,
per cuncta semper saecula.
Amen.

Mons. Guido Marini y la liturgia pontificia


Reproduzco un reportaje que el diario Il Tempo realizó a Mons. Guido Marini, maestro de las ceremonias pontificias, y que ha traducido el blog La Buhardilla de Jerónimo. Interesante.

El Papa, desde la logia central de la Basílica Vaticana, el día de Navidad, con muceta y estola. Nada de capa pluvial, mitra o báculo, tratándose de una bendición solemne que no comporta un particular rito litúrgico. Muceta y estola solamente.

Así lo han seguido cientos de millones de personas de todas partes del mundo. ¿Una elección de sobriedad y sencillez? No, simplemente una búsqueda de orden, de limpieza, también en los ornamentos, en la era de la globalización mediática. Benedicto XVI presta atención también a estos particulares, atento a no generar confusiones, sobre todo a no diluir el misterio o la celebración de los sacramentos en la trituradora de imágenes. Pero es sobre la liturgia donde la atención papal es del todo particular. Bastaba seguir, apenas unas horas antes, el solemne rito de la Misa de la noche de Navidad para darse cuenta. La “Kalenda” al final de la vigilia y antes de la liturgia; los largos silencios; los fieles recibiendo la Comunión de rodillas; el crucifijo en el centro del altar y de los candeleros, bellos pero tal vez molestos para las tomas televisivas, el homenaje floral de los niños puesto al final de la Misa.

Y los cambios no terminan aquí. En esta delicada partida, tiene a su lado un monseñor joven (43 años) y “sutil” como Guido Marini, licenciado en derecho canónico. Desde hace catorce meses es el maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias. Ha sustituido al obispo Piero Marini, quien ha estado por años al lado de Juan Pablo II. Sacerdote genovés modesto, un poco tímido, pero con las ideas claras y lúcidas. Un hombre piadoso, dulce y con una sonrisa desarmante que lo hace inmediatamente simpático. Ésta es una de sus primeras e inusuales entrevistas.

 Monseñor Guido Marini, ¿quiénes han sido sus maestros?

Cuando ingresé al seminario, era arzobispo el cardenal Giuseppe Siri. He sido ordenado sacerdote por el cardenal Canestri. Siete años como secretario de Canestri y siete con el cardenal Dionigi Tettamanzi. El cardenal Tarcisio Bertone me ha nombrado responsable de la oficina de las escuelas de la arquidiócesis, director espiritual en el seminario donde enseñaba derecho canónico. Luego canciller de la curia y prefecto responsable de la catedral. Con el cardenal Tettamanzi he dado mis primeros pasos como ceremoniero.

 “Liturgia, culmen de la vida de la Iglesia, tiempo y lugar de relación profunda con Dios”, como dice Benedicto XVI. ¿De dónde le ha venido este amor por la Liturgia?

Ha sido un amor juvenil en el sentido de que mi vocación tiene sus raíces en la liturgia; el amor por el Señor ha sido también amor por la liturgia como lugar de encuentro con el Señor. En Génova siempre ha habido un importante movimiento litúrgico.

 Supongo que ha sido el cardenal Tarcisio Bertone, convertido en Secretario de Estado de la Santa Sede, quien propuso su nombre a Benedicto XVI.

Sí, la propuesta me ha llegado por medio del cardenal Bertone. “El Papa – me dijo – está pensando en tu nombre”.

 Con el Papa bávaro, ¿estamos presenciando una operación de restyling litúrgico o algo más profundo?

Es algo más profundo en la línea de la continuidad, no de la ruptura. Hay un desarrollo en el respeto de la tradición.

 Desde que usted ha llegado, ha habido cambios o correcciones. Algunos imperceptibles, otros más notorios.

El cambio es diversificado. Uno ha sido la colocación del crucifijo en el centro del altar para indicar que el celebrante y la asamblea de los fieles no se miran sino que miran juntos al Señor que es el centro de su oración. El otro aspecto es la Comunión distribuida por el Santo Padre a los fieles en la boca y de rodillas. Esto es para poner en evidencia la dimensión del misterio, la presencia viva de Jesús en la Santísima Eucaristía. También la actitud y la postura son importantes porque ayudan a la adoración y a la devoción de los fieles.

 El Papa Benedicto es el primer Papa que no tiene la tiara en su escudo. Ha cambiado el palio de su inicio de ministerio apostólico y ha abandonado el característico báculo, del artista Scorzelli, donado por los milaneses a Pablo VI. Ese báculo en forma de cruz había sido usado también por el Papa Luciani y por Juan Pablo II. Papa Ratzinger ha elegido una férula. Una simple cruz.

Como usted dice, el báculo papal es la férula, la cruz sin el Crucificado, dándole un uso regular y habitual, y no sólo extraordinario. Junto a estas consideraciones, se ha impuesto una cuestión práctica, un báculo más ligero, y lo hemos encontrado en la sacristía papal.

 Ya hemos mencionado la introducción del silencio en la Misa. En Roma, en el centro de la cristiandad, las liturgias se muestran en su espléndida solemnidad. Y la lengua de Cicerón, el latín, despunta sobre todas. Se piensa en anticipar el signo de la paz y en un saludo final distinto por parte del celebrante. La intención es recuperar plenamente el carácter no arbitrario del culto. La creatividad y espontaneidad como una amenaza...

No sería tan drástico y ni siquiera me gusta la expresión, usada por algunos, de “saneamiento litúrgico”. Es un desarrollo que valoriza ulteriormente lo que ha hecho ilustremente y por tantos años, como maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias, mi predecesor, el obispo Piero Marini. Las cuestiones que usted menciona acerca del cambio del signo de la paz y otros asuntos no le competen a mi oficio sino a la Congregación para el Culto Divino y al nuevo prefecto, el cardenal Antonio Cañizares. Yo tengo el deber de esforzarme para que se realice, de un modo ejemplar, la unidad y la catolicidad de todos aquellos que participan en las celebraciones de la Santa Misa papal.

 ¿Cuándo veremos al Papa Benedicto celebrar la Misa en latín, según el rito romano extraordinario, el de San Pío V? El motu proprio, personalmente, lo he interpretado como un acto de liberalidad, de apertura, y no de cierre.

No lo sé. Muchos fieles se han servido de esta posibilidad. Decidirá el Papa, si lo cree oportuno.

 En la Exhortación Apostólica Post-sinodal sobre la Liturgia, Joseph Ratzinger se ha detenido en muchos aspectos. Incluso ha propuesto que las iglesias estén dirigidas hacia Oriente, hacia la ciudad santa de Jerusalén. El Papa, un año atrás, ha celebrado la Misa en la Capilla Sixtina, de espaldas al pueblo. ¿Quién lo ha propuesto?

Lo he propuesto yo. La Capilla Sixtina es un cofre de tesoros. Parecía forzado alterar la belleza, construyendo un palco artificial, postizo. En el rito ordinario, éste celebrar “de espaldas al pueblo” es una modalidad prevista. Pero lo subrayo: no se da las espaldas a los fieles sino que celebrante y fieles se dirigen juntos hacia el único punto que importa que es el crucifijo.

 “El Papa viste Cristo, no Prada” se ha leído en L’Osservatore Romano. El look de Benedicto XVI impresiona e intriga. Ornamentos, mitras, cruces pectorales, cátedras en las que se sienta, mucetas y estolas. Estamos frente a un Papa elegante. ¿Es una invención periodística?

Decir “elegante”, en el lenguaje de hoy, parecería significar un Papa que ama los aspectos exteriores y mundanos. Un ojo atento advierte que hay una búsqueda que une tradición y modernidad. No es la lógica de un inaceptable retorno al pasado sino un reequilibrio entre pasado y presente. Es la búsqueda, si se quiere, de la belleza y la armonía que son revelación del misterio de Dios.

 ¿Qué cosas veremos en Camerún y Angola? Las liturgias africanas son pintorescas, populares, hay allí una totalidad que se expresa incluso con la danza, los tambores. Usted será puesto a prueba...

(Ríe). Recién ahora estamos preparando el viaje. Buscaremos poner juntamente lo que vale para todos con las tradiciones locales. Con su sola presencia, el Papa refiere a la Iglesia una, santa, católica. Encontraremos la síntesis entre lo que une a la Iglesia en el rito romano y los aspectos típicos, las sensibilidades culturales. Inculturación de la fe y de la liturgia, y dimensión universal.

 La liturgia es un sedimento, un patrimonio milenario. El Misal está entretejido de citas de la Biblia y de los Padres de la Iglesia de Oriente y de Occidente. Salmos responsoriales, oraciones o colectas, el sacramentario que es la parte central de la Misa. Es un patrimonio inviolable. ¿Usted consulta al Papa cada vez que hay una celebración? ¿Qué tipo de comunicación hay?

Muy sencillo. El Papa es consultado en las cosas relevantes y antes de una celebración tiene todos los textos. Por lo general, le enviamos notas escritas y él responde por escrito, de su puño.

 Usted está haciendo una experiencia fuerte y extraordinaria. ¿Hay episodios que lo han tocado?

Sí, es una experiencia fuerte. Me ha impresionado el viaje del Papa a Estados Unidos. Siendo mi primer viaje internacional con el Santo Padre, estaba el sabor de la novedad. Un viaje emocionante por el afecto y la calidez, por el clima espiritual. Y me ha impresionado la entrega del palio a los metropolitanos, en junio. Un arzobispo metropolitano, de rodillas, se ha dirigido así al Papa: “Padre Santo, vengo de una diócesis en la que mi predecesor ha sufrido el martirio por la fe. Rece por mí para que también yo pueda ser un mártir”. He comprendido aún más qué significa ser Iglesia.

 ¿Hay gran sintonía, feeling, entre usted y el Papa?

De mi parte es absoluta.

 Usted que tiene la suerte de estar cerca de él, ¿cómo definiría al Papa Benedicto XVI?

Combina una excepcional altura intelectual con una grandísima sencillez y dulzura. Es un trato característico de su figura espiritual y humana. Es una realidad que compruebo y toco con la mano. El hecho de estar cerca del Papa, de este Papa, es una gran gracia para mi sacerdocio.

 

viernes, 2 de enero de 2009

Elizabeth y Juan Carlos

No es mi intención, por cierto, proponer como modelo de gobernante a la reina Isabel II. Sin embargo, luego de escuchar su mensaje de Navidad, me pregunto cuántos son los jefes de estado que, en su saludo navideño, hablan de Nuestro Señor y lo proponen a su pueblo como modelo a seguir. 


Su Católica Majestad, Juan Carlos I de España, en cambio, así hablaba a sus súbditos:

Un saludo del Athonita


Escrito en un noruego bastante comprensible, el Athonita nos envía su saludo de año nuevo:

Todos cometemos barrabasadas. Y algunos, de a paladas. De variadísimos colores y tamaños. No obstante, aunque le dé vueltas y más vueltas, incluso optimice —con ayuda de mi frondosa imaginación— sofisticados ejemplos de perversión humana, hay un “algo” humano que está ahí, solo y firme, clavado en la punta de la tabla. No hay mal que le pueda hacer sombra en su malicia.
No pretende tener el monopolio del mal, pero todo mal, inexorablemente le paga tributo y le rinde secreta pleitesía.
A veces hasta pienso que en aquel tenso y solemne Juicio, el Justo Juez apure al fiscal con cierta impaciencia: deje las minucias de lado y vayamos al grano.
Y el grano sea este “algo” del que todo pende y depende.
¿Será el amor? —me apura el lector, fastidiado por tanta vuelta.
Y sí, es el amor, pero "concretive", muy concretado, demasiado concretado.
Digámoslo de buena vez: tal vez, no haya más miga en esta vida que ser el amor que ve venir al Amor .
O ser el no-amor que no Lo ve venir.
The rest -perhaps- is silence...
“Tout ce qui arrive est adorable”, dijo Bloy; que en criollo podría sonar así: todo lo que arriba, viene de Arriba.
“Vean que estoy viniendo”, dice el Señor.
Y me pregunto arqueado sobre mi 2008: ¿te vi orillar, Maestro? ¿Cuándo?
Y me pregunto hontanando sobre el 2009: ¿te veré, Señor? ¿Sabré reconocer ese patente y sigiloso paso Tuyo, a cada paso mío?
Cómo no desearnos y rezarnos esto, unos a otros, para este nuevo año: que al partir cada mendrugo de vida, cada migaja de acontecimiento, Lo reconozcamos. Y lo adoremos.
Será éste un Feliz Año, inexorablemente.
Será un año divino, adorablemente divino.
Dios nos conceda ojos para así verlo.

El Athonita

jueves, 1 de enero de 2009

Misa en Roma

El Papa de Roma celebró esta mañana en la basílica de San Pedro la misa de la solemnidad de Santa María Madre de Dios.



Usó la mitra de la Inmaculada Concepción del papa Pío IX y una bellísima casulla gótica.
¿Recuerdan los tiempos polacos?