Sólo una precisión al
excelente post de Tollers, y es que lo que en la Argentina se desprecia es la
inteligencia en su función especulativa, es decir, la búsqueda de la verdad por
sí misma. El país de la plata y de la carne en lata, como decía Castellani, es
la patria del filisteo. Las cosas tienen consistencia en la medida en que
sirven. Es tal la avidez por el dinero, símbolo de la practicidad, que la misma
moneda –paradoja casi chestertoniana- se destruye en ese mismo afán.
En ese orden, el
arquetipo de la argentinidad es el vivo, como figura contraria al inteligente o
sabio, al que desprecia. El vivo es el que desprecia a la inteligencia en su
función más sublime, para prostituirla en la búsqueda de objetivos prácticos,
tangibles, logrados a cómo de lugar. El vivo es que viola la recta razón del
ordenamiento social, es decir, la ley y las reglas, para imponer su voluntad
por atajos prácticos. El vivo es el que transgrede los usos sociales (la
inteligencia decantada en la Historia) para destacar su propia personalidad. El
vivo es el que se mete a todo el mundo en el bolsillo, para tratar a todos como
algo que se lleva en el bolsillo.
El vivo, técnicamente
definido, es aquel que ha hipertrofiado el entendimiento práctico a expensas
del especulativo. El precio es alto: se pierde la verdad en aras de la
ideología y del slogan; se pierde la estrategia y la visión sapiencial de la
vida y se la diluye en tácticas y técnicas; se canibalizan las
instituciones; se destruye la juridicidad y la institucionalidad, sustituidas
por la improvisación, la jugada afortunada, el capricho, la fullería. La
religión se convierte íntegramente en política, y la política se reduce a un
duelo de fulleros para determinar quién es el más vivo, es decir, quién
transgrede mejor la ley, la verdad, la integridad. Quién engaña mejor, es menos
“fundamentalista”, más vivo.
Ahora bien, la
Argentina, un país con su sistema educativo desvertebrado hace décadas sino ab
ovo, es una máquina de engendrar bluffs varios, debido a cierto barniz racial y
superficial de su clase media. Vivimos de las rentas de nuestro pasado opulento
(pero bruto, nunca tuvimos una élite intelectual en serio), de nuestros
apellidos latinos y de nuestra piel blanca. Y de la audacia, "toujours de
l'audace", como decía Danton. El argentino es un ersatz de un
europeo, pero sólo ersatz, privado de toda vertebración y disciplina
intelectual y condenado a ver la realidad metafísica bajo la grosera y maniquea
categoría Boca-River.
Esta apariencia engañosa se conjuga con lo que podríamos llamar seriedad
académica del primer mundo, donde la clase dirigente recibe una educación
cualitativanente diferente, frente a la cual el argentino ersatz es un zombie
intelectual, un auténtico muerto vivo. De donde surge cierta ingenuidad, cierta
inmunodeficiencia del sistema europeo para con arquetipos de la argentinidad,
que en llegando a posiciones expectables logran vender humo y encumbrarse, bajo
el embuste de que "hay algo más en este tipo". Efecto Gardiner. Quien
maneja las reglas del arte tiende a ver al audaz que las quiebra como un hombre
superior, que por ese eminente dominio del arte se puede dar el lujo de
transgredirlas.
Efecto Picasso. Para luego sufrir la frustración de la
revelación del chanta, prototipo perfecto del muricedismo antropológico de la
inteligencia argentina. Hace unos años, la editora Tusquets escribió un libro donde
contaba sus peripecias con un psicólogo argentino, integrante de la recua de
chantas emigrados a España a fines de los setenta. Le costó innumerables
sesiones darse cuenta de que el tipo era un irresponsable total, un alegre
ignorante que le estaba arruinando la vida, una especie de Boudou de la
picaresca psicoanalítica.
Por cierto, la situación de los compradores de bluffs tampoco es inocente. Nos
preguntamos si los alegres fanáticos o electores de argentinos
transgresores escogerían con idéntica nonchalance un cardiocirujano, un piloto
de avión o un administrador de sus ingresos. El virus argentino sólo se
extiende a las disciplinas "blandas".
El problema para los
argentinos es que nos terminen por encontrar la vacuna.
Hay dos palabras que existen solamente en el idioma de los argentinos, que sirven para definir al "vivo". Son dos palabras maravillosas porque no existen equivalentes en otros idiomas, que yo conozca, y que den una idea tan clara:
ResponderEliminar"Chanta"
y
"Piola"
Son las dos facetas del "vivo".
Piénses también que en Argentina muchos intelectuales y profesionales, además de tales, son "piolas" y "chantas", son vivos.
“Los argentinos están entre vosotros, pero no son como vosotros. No intentéis conocerlos, porque su alma vive en el mundo impenetrable de la dualidad. Los argentinos beben en una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto -el tango- y se ríen de la música de otro; toman en serio los chistes y de todo lo serio hacen bromas. Ellos mismos no se conocen.
ResponderEliminarCreen en la interpretación de los sueños, en Freud y en el horóscopo chino. Visitan al médico y también al curandero, todo al mismo tiempo. Tratan a Dios como “el flaco” y se mofan de los ritos religiosos, aunque los presidentes no se pierden un tedéum en la Catedral. No renuncian a sus ilusiones ni aprenden de sus desilusiones. ¡No discutáis con ellos jamás! Los argentinos nacen con sabiduría inmanente. ¡Saben y opinan de todo! En una mesa de café y en programas de periodistas/políticos arreglan todo.
Cuando los argentinos viajan, todo lo comparan con Buenos Aires. Hermanos, ellos son “el pueblo elegido”…por ellos mismos. Individualmente, se caracterizan por su simpatía y su inteligencia, en grupo son insoportables por su griterío y apasionamiento. Cada uno es un genio, y los genios no se llevan bien entre ellos; por eso es fácil reunir argentinos, unirlos imposible. Un argentino es capaz de lograr todo en el mundo, menos el aplauso de otros argentinos. No le habléis de lógica. La lógica implica razonamiento y mesura. Los argentinos son hiperbólicos y desmesurados, van de un extremo a otro con sus opiniones y sus acciones. Cuando discuten no dicen: “No estoy de acuerdo”, sino: “¡Usted está absolutamente equivocado!”.
Aman tanto la contradicción que llaman “bárbara” a una mujer linda, a un erudito lo bautizan “bestia”, a un mero futbolista le dicen “genio”, y cuando manifiestan extrema amistad te califican de “boludo”, y si el afecto y confianza es mucho más grande, eres un “hijo de p…” Cuando alguien les pide un favor no dicen simplemente “sí”, sino “¿cómo no?”. Son el único pueblo del mundo que comienza sus frases con la palabra “no”. Cuando alguien les agradece, dicen: “No, de nada” o “No” con una sonrisa. Los argentinos tienen dos problemas para cada solución. Pero intuyen las soluciones a todo problema. Cualquier argentino dirá que sabe cómo se debe pagar la deuda externa, enderezar a los militares, aconsejar al resto de América Latina, disminuir el hambre de África y enseñar economía en USA. Los argentinos tienen metáforas para referirse a lo común con palabras extrañas. Por ejemplo, a un aumento de sueldos le llaman “rebalanceo de ingresos”, a un incremento de impuestos “modificación de la base imponible” y a una simple devaluación “una variación brusca del tipo de cambio”.
Un plan económico es siempre “un plan de ajuste” y a una operación financiera de especulación la denominan “bicicleta”. Viven, como dijo Ortega y Gasset, una permanente disociación entre la imagen que tienen de sí mismos y la realidad. Tienen un altísimo número de psicólogos y psiquiatras y se ufanan de estar siempre al tanto de la última terapia. Tienen un tremendo super ego, pero no se lo mencionen porque se desestabilizan y entran en crisis. Tienen un espantoso temor al ridículo, pero se describen a sí mismos como liberados. Son prejuiciosos, pero creen ser amplios, generosos y tolerantes. En síntesis, los argentinos son italianos que hablan en español. Pretenden sueldos norteamericanos y vivir como ingleses. Dicen discursos franceses y votan como senegaleses. Piensan como zurdos y viven como burgueses. Alaban el emprendimiento canadiense y tienen una organización boliviana. Admiran el orden suizo y practican un desorden irakí. Son un misterio…”
Cuánto cinismo y cuánto desprecio de la condición social del hombre, cuánta recusación de todo fundamento moral debe haber en el pueblo que acuña la expresión proverbial "no avivar giles".
ResponderEliminarEl descarado escepticismo, el profundo desencanto del Viejo Vizcacha: ese fue nuestro Código de Hammurabi.
Preciar la fuente
ResponderEliminarAnónimo del 13 de junio de 2014, 19:16..
del genial Julián Marías Aguilera
Lo que me llama la atención es el relativo "éxito" argentino; será que la "inmunodeficiencia del sistema europeo" (y, añado, no solo europea) permite engañar fácilmente el sistema defensivo de las culturas más nobles??. Creo que demasiado, demasiado bien nos va a juzgar por lo que mereceríamos (¿por qué?), lo que retroalimenta la cultura chanta ("vistes que había que había que hacerme casho..."). Tribunus.
ResponderEliminarlos malos pastores dejaron asi a este pobre país
ResponderEliminarBasta de autoflagelación complaciente. Cualquier chantapufi de Villa Freud descascararía en medio minuto esa morralla farisea, ese golpearse con íntima satisfacción el pechito secretamente jubiloso de ser como son y, además, juzgar y condenar al resto. Lo único que falta es que le pidamos a don Sixto que venga aquí a sargentearnos, como descendientes de aquella Carlota Joaquina, tan dada ella...
ResponderEliminarEspaña está peor: lean España invertebrada, de Ortega.
ResponderEliminarNo pasa nada: tutu ben, tutu legal.
Marquez de Mar de Ajó.
Y la expresión en uso desde hace no mucho tiempo a modo de respuesta para soslayar reclamos y eludir responsabilidades: “es lo que hay”
ResponderEliminarR I Agüero
Cada vez me molesta mas estar aca en este país viendo como evitar que mis hijos crezcan mezclándose con esta chusma peruka, ignorante, futbolera, amante de tinelli, chabacana y mas importante de todo VAGA.
ResponderEliminarPorque si hay algo que caracteriza a todos estos vivos y piolas es la pereza. El argentino promedio es vago e ignorante y la tendencia no es alentadora.
Estoy de acuerdo en que muchos extranjeros no están "preparados" para lidiar con un argentina chanta, pero me parece medio ridículo pensar que en Europa o USA el sistema está más sano.
ResponderEliminarA lo sumo tenemos defectos distintos.
Nuestros queridos zurdos locales no crean nada por sí mismos, todas sus propuestas las importan en estado puro de Estados Unidos y Europa.
La cita de anónimo de 9:16 está bien, pero con el tiempo quedó parcialmente falsa. Allí se hace alusión, entre otras cosas y tácitamente, a que "eso" pasa en Argentina y no pasa en España.
ResponderEliminarPero hoy, en 2014 y antes, también pasa en España.
Los argentinos tenemos especial capacidad para ver nuestros vicios, como no podrá negar un irlandés que son borrachos o un venezolano que son vagos, o un boliviano de Sta. Cruz de la Sierra que su país no ha salido de la etapa indiana.
Un ejemplo: los argentinos podemos darnos cuenta cuando otro connacional habla como un villero, pero no si un sevillano lo hace; pues el canto propio del sur de España disimula lo bestia de aquel español. Aunque en Madrid creo que ya lo llegarían a notar. Están desfigurando allí la lengua al estilo en que lo hace el mejicano.
Son solo ejemplos, no tengo nada contra España.
Y todo el mundo, todo absolutamente, padece del mismo mal: el alma mercachifle. No posan de "vivos" como nosotros, pero tienen otras poses; y, en lo fundamental, coincidimos todos en ser reconcentradamente burgueses.
Y con ello, el resto son minucias.
Ya lo dije aquí alguna vez: están viendo el exterior con ojos de turistas. O no viajan. O viajan y no prestan atención. Idealizan.
Si pudiesen por un momento ver lo asqueroso de la sociedad inglesa, a pesar de su cortesía y del gótico en los edificios, empezarían con un buen ejercicio.
Ps. Una mañana de otoño, aproximadamente 10 años atrás, paseábamos con mi señora por Aranjuez. Una mañana de unos 15 grados y sin bruma. El Jardín del Príncipe para ese tiempo es soñado, aun no había gente en la calle. El río rodea el palacio versallesco. Repentinamente aparecieron unos botes a remo con estudiantes uniformados de unos 10 años de edad. Remaban alrededor del palacio, a unos pocos metros.
Existe el demonio en NY, existen nuestra villas y existe aquello.
Pero ojo, quien crea que con autenticidad a nivel social (no digo particular y familiar en unos pocos casos) pervive Occidente, no ha hablado 5 minutos con los padres de aquellos niños. Yo lo hice. Alguno de ellos es cliente mío.
Hay en Argentina buenos cirujanos, buenos abogados, buenos ingenieros, etc. Algunos se destacan en el mundo en su especialidad.
ResponderEliminarAdemás, la adaptación del argentino a otros ambientes es buena. Acepta las reglas y las cumple. Digamos que no tiene el argentino ningún impedimento psicológico o cultural.
Además hubo una Argentina mejor organizada desde el punto de vista económico, coherente con una concepción del país (discutible esta, claro está). La de la generación del 80.
Luego, el problema es específico, porque no alcanza todos las dimensiones de lo humano, temporal, porque hoy parece más grave, y "geográfico/social", solo se da en Argentina o donde haya suficientes argentinos juntos.
CP
Espectacular post de Ludovicus a propósito del mundial, donde el argentino se luce con sus avivadas.
ResponderEliminarPara que se entienda: no estoy generalizando sobre los vicios del pueblo argentino, ni idealizando a otros, ni sucumbiendo a la autodenigración. Me limito a señalar la extinción de la inteligencia especulativa en el panorama intelectual argentino, con un sistema educativo de los peores de Occidente, y a remarcar que " el vivo " y " el transgresor " es un admirado y sobre todo entronizado arquetipo social. Y si no, vean a Perón, a Menem y a Kirchner, las tres personas que más tiempo han gobernado el país en el último siglo.
ResponderEliminarEl problema es suyo y no nuestro. Uno viaja y mira con ojos de turista para sosegar el cerebro y volver a columpiarse por otros once meses y quince días.
ResponderEliminarO quiere que me muera de un surmenage?
Déjeme ver debajo del árbol castellano al Quijote decansar. No me robe la poesía con el dato duro de la realidad.
Molinero.
Cuando le preguntaron a San Castellani cuál era la característica principal del argentino respondió al saque: "La ligereza" - es decir, la frivolidad.
ResponderEliminarEstuvo bien el anónimo de las 22:10, el que menta la autoflagelación, aunque aquí nadie se autoflagela: "los argentinos (el infierno) son los otros", dicen remedando a Sartre.
ResponderEliminarComo argentino -que no argento, que esa es expresión de la medianía porteña- me resulta cada vez más indignante esta caracterización farisea de mis compatriotas. Esa no es la Argentina que yo conozco. A ver si "leen dentro" un poco mejor.
Lo que Ludovicus dice de Argentina le cabría como un guante a España.
ResponderEliminarY, por favor, la España invertebrada de Ortega no es sino otra versión de la leyenda negra.
Marco
Pienso igual. Ortega fue un gran escritor, leerlo es un placer, mas no fue filósofo por más que él se jactase de ello.
ResponderEliminarEspaña invertebrada está plagada de inexactitudes, pero cuenta con algunos aciertos; como la Revolución de las masas está plagada de aciertos y carga con algunos errores.
A prepararse para la liturgia de mañana, 19 hs., sub poena excomunionis !!!
ResponderEliminarCreo que a los lectores y comentaristas de este blog les vendría muy bien -les sería muy útil- leer a Julio Irazusta.
ResponderEliminarEs lo más sensato que he leído hasta ahora sobre origen de nuestros males, nuestras virtudes -que algunas quedaban cuando escribía él, al menos- y sobre qué se necesita para salir del pozo.
En otras palabras, la solución es política.
No nos engloben a todos con el término "los argentinos". Cada provincia tiene sus defectos y virtudes característicos. Creo que estos últimos dos post se aplican más a la idiosincrasia porteña, no tanto al resto del país. Lo digo habiendo estado en varios lugares del país.
ResponderEliminarCharles.
ResponderEliminarRecuerdos para el Normando ...
http://www.schola-sainte-cecile.com/2014/06/05/6-juin-1944-6-juin-2014-70eme-anniversaire-du-debarquement-la-messe-de-toujours-dans-la-guerre/
Anónimo, yo a esa hora voy a ver el partido. Fui a Misa a la mañana, que es la costumbre tradicional.
ResponderEliminarEl Rafa Di Zeo.
ResponderEliminarWanderer, hay un personaje de Capusoto que se llama "Padre Piolini". Le ruego que lo mire.Sobre todo la parte final de este episodio,cuyo link abajo le adjunto. Es tal cual lo que sucede hoy. La ficcion cruel se ha convertido en realidad. Lo que parecía una disparatada blasfemia es hoy la iglesia bergogliana. En la parroquia de Piolini las misas empiezan más tarde si juega Atlanta. En la iglesia de hoy, la procesion de Corpus del sábado cambia de día y hora porque juega Argentina. Al Padre Piolini se le va a confesar un bisexual, y el cura le dice: "y yo qué te puedo decir.Dale pa delante",etc.Cfr:
http://www.youtube.com/watch?v=QTMoZfnsouA
Rafa, era una ironía
ResponderEliminarYa soy un hombre grande, he vivido bastante. Hace muchos años que leo y escucho autoflagelaciones similares, y realmente me tienen cansado. No pocas de las tachas enumeradas son ciertas, pero ello no me acompleja porque otros pueblos y otras culturas no son mejores que los argentinos. Como mucho, han sido más organizaditos y les ha ido mejor económicamente. Me indigna que muchas veces, los críticos del modo de ser argentino son ellos mismos exactamente iguales, y lo demuestran con la arrogancia de sus peroratas. El modo de ser de los "porteños" (no digo argentinos para no generalizar injustamente) ha sido informado con lo peor de españoles e italianos, somos arrogantes y fatuos como algunos españoles, gritones y desordenados como algunos italianos. Podemos mejorar si nos curamos de las dos grandes pestes que asolaron Argentina durante la segunda mitad del Siglo XIX: el liberalismo y el laicismo. Porque la fiebre amarilla, felizmente, se superó.
ResponderEliminarCharles,
ResponderEliminar¿y quiénes serían "los porteños"? Porque yo sólo veo gente del interior que vive en Buenos Aires. Porteños, porteños; nacidos y criados, hijos y nietos de porteños, entre toda la gente que conozco, creo que los cuento con los dedos de las manos.
¿No estamos ya grandes para seguir echándole la culpa de todo a "los porteños"?
Un provinciano radicado en Buenos Aires
A lo peor que adoptamos de los tanos y los gallegos no hay que desestimar aquello que nos queda pegado de los hermanos mayores que influyen desde baires a todo el resto del territorio...
ResponderEliminarLa mejor definición de "vivo" que escuché: "es el que a veces sabe salir de situaciones en las que el inteligente no se mete".
ResponderEliminarYo no diría "los más influyentes", sino "los más influidos" por la modernidad y el modernismo.
ResponderEliminar
ResponderEliminarMuy , pero muy buena la définición del " vivo " de Ludo .
Buen post pero más que inteligencia es un problema de ética. Los "vivos" nos gobiernan. Ocurre en muchos países. Con leyes inteligentes combatimos los males que nos aquejan pero ¿que leyes podemos esperar de los vivos? En cierto país está prohibida la reelección directa e indirecta (la esposa tampoco puede lanzarse como candidata). Esa es una ley inteligente. Nadie puede perpetuarse en el poder. La alternancia es lo más saludable para la democracia. Pero si el congreso está plagado de vivos no esperen leyes inteligentes.
ResponderEliminarOtro problema son los "buenos". Para una persona preparada y honrada entrar en la política es como meterse de cabeza en un contenedor de basura. Ningún honesto quiere ensuciarse las manos. El bueno espera que otro bueno lo haga. Necesitamos mártires en la política, personas preparadas y honestas para que inyecten la ética que tanto hace falta y favorezcan leyes inteligentes. Mientras nos sigan gobernando los vivos no hay esperanza.