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martes, 30 de junio de 2015

Sacrílegos


Hace pocos días se cumplieron los 60 años de la quema de varias iglesias católicas en la ciudad de Buenos Aires por parte de las hordas peronistas. La foto que ilustra esta entrada corresponde a la basílica de Santo Domingo y aquí podrán ver otras tomas del mismo templo destruido.
A fin de recordar ese sacrilegio y desagraviar a Nuestro Señor por la ofensa que se había perpetrado en nuestra patria, un grupo de laicos organizó una misa en una pequeña diócesis cuyana que celebraría un valiente sacerdote del lugar en una iglesia que posee una de las imágenes quemadas durante esos terribles días.
Sin embargo, horas antes de la celebración, el obispillo del lugar misericordió a los laicos y al pobre cura, prohibiendo la Santa Misa ya que, adujo, "podía interpretarse como un acto opositor al gobierno y a uno de los partidos que disputarán las próximas elecciones".
Nada nuevo bajo el sol. 


lunes, 29 de junio de 2015

Belloc



En este video pueden escuchar una grabación de la voz de Hilaire Belloc, nada menos que cantando -que era una de las cosas que más le gustaba hacer- baladas de su autoría. 
Llamo la atención especialmente sobre la segunda balada “Ha’nacker Mill” que dice: “Sally se ha ido, ¡qué amable era! / Sally se ha ido de Halnacker Hill. Y desde entonces crece salvaje el brezo y desde entonces guarda silencio la tarabilla / y las aspas se han caído del molino. / Desolación en Ha’nacker Hill: todo en ruinas, campos sin labrar. Y espíritus que invocan a una nación vencida, espíritus que la amaban llaman con voz potente, espíritus en país extraño envueltos en temor. Espíritus que claman y que no obtienen respuesta; Halnacker está triste, Inglaterra agotada. Vientos y cardos para flautas y bailes y nunca un labrador bajo el sol. Nunca un labrador. Ni uno siquiera”. (La letra en inglés pueden encontrarla en la descripción del video).
Belloc había perdido a su esposa y, algunos años más tarde, a su hijo mayor en la Primera Guerra Mundial; por ellos guardó luto durante toda su vida. En esta canción se hallaba encarnada toda su tristeza.
Cuenta el joven poeta Siegfried Sassoon que en una ocasión lo visitó en su casa y juntos fueron a ver a Blunt, otro poeta de vida tumultuosa que finalmente, y gracias a Belloc, regresaría al seno de la Iglesia. Al anochecer, si dirigieron los tres hacia uno de los prados de Sussex y, sentados sobre un banco, comenzó Belloc a cantar “Ha’nacker Mill”. Había algo misteriosamente apocalíptico en la imagen de aquellos tres hombres a la luz del crepúsculo: un anciano sumido en sus recuerdos, un hombre maduro vestido de luto y un joven en busca de algo. La unidad de una trinidad melancólica.
Me parece oportuno este post para continuar con el tema abierto del pesimismo emocional, y lo mejor es conocer lo que vivieron y pensaron los grandes maestros frente a situaciones similares. El 28 de julio de 1920, al cumplir cincuenta años, escribía Belloc a un amigo: “Todos mis cumpleaños son bien recibidos, porque en ellos veo más próxima mi tumba… pocos hombres buscan la muerte, pero a partir de cierta edad uno desea librarse de vivir”.
¿Desesperación? No. Desolación. Belloc conocía muy bien la diferencia entre una y otra, y la naturaleza teológica y pecaminosa de la primera. La vida ha de continuar a pesar de la desolación y, en la medida de lo posible, se debe disfrutar de la algarabía exterior, incluso cuando se está sufriendo en silencio. 
La Iglesia está siendo sistemáticamente destruida y el mundo es el hogar más hostil que pudiéramos esperar. Es natural, entonces, la desolación en el plano emocional. Pero, una vez más, nuestra Iglesia es la de la Realidad, no la de las emociones. Y vuelvo a Belloc:

“Tengo por naturaleza una mente escéptica y también por naturaleza un cuerpo extremadamente sensual. Tan sensual que las virtudes que limitan la sensualidad para mí son sólo frases. Pero tengo ciertas estas frases y actúo de acuerdo con ellas hasta el punto que puede hacerlo un hombre luchador. Y en cuanto a las dudas del alma, he descubierto que son falsas: un estado de ánimo, no una conclusión. Mi conclusión -y la de todos los hombres que lo hayan visto alguna vez- es la fe”. 

(Recomiendo la biografía de Hilaire Belloc escrita por su amigo J. B. Morton, Hilaire Belloc. Una memoria que pueden conseguir en Vórtice).

viernes, 26 de junio de 2015

La nueva Pascua del Papa Francisco

En los últimos días se conoció la última ocurrencia del Papa Francisco que ha pasado casi desapercibida: propone cambiar la fecha de la Pascua a fin de que todos los cristianos puedan celebrarla el mismo día. Su idea es que todos los años el día de Pascua se celebre el segundo domingo de abril. Los primeros que adhirieron a la medida fueron los empresarios del turismo. 
Yo estimo que la medida no se implementará porque los cristianos en serio se opondrán a ella, comenzando por los ortodoxos. 
Sin embargo, la sola posibilidad de que Bergoglio haya tenido tal ocurrencia y la haya hecho pública es, según mi opinión, de una extrema gravedad. Me animo a decir que esta medida sería de una gravedad comparable a que se admitiera a los divorciados a la comunión sacramental porque se está tocando lo intocable, que es el orden cósmico
El ritmo del tiempo en que está inserta la vida del hombre es un orden de la naturaleza que procede de la más antiquísima tradición religiosa, y es una respuesta psicológica y religiosa a la profunda impresión que la naturaleza produce en el ánimo, más allá de que el mundo moderno haya minado ese orden posibilitándonos, para bien o para mal, vivir independientes de la naturaleza.
Uno de los ritmos temporales que se seguía era el lunar (el otro es el solar), y ya lo judíos lo respetaban cuando cantaban con el salmo 103: “Tu creaste la luna que nos señala los tiempos, el sol sabe el momento de su ocaso”. Y la duración de la luna en cuatro fases, como semanas de siete días, sobrevivió a los siglos y a todos los cambios del calendario. Ni siquiera la Revolución Francesa pudo imponer la década que técnicamente, quizás, habría sido útil, como lo sería posiblemente la insólita y revolucionaria propuesta del Papa patéticamente reinante. 
El día de la Pascua está relacionado directamente con el ritmo lunar. Desde el siglo I se suscitaron divergencias entre los cristianos, muy fuertes en algunos casos, acerca de cuándo celebrar la Pascua: Asia lo hacía el día 14 del mes de Nisán, sea cual fuere el día de la semana en que cayera y, el resto del mundo cristiano, el domingo siguiente a ese día. Finalmente, fue ésta la propuesta que triunfó y así, en el año 325, el concilio de Nicea, anunció: “Os damos la noticia sobre la unanimidad que ha reinado acerca de la Pascua santa. Y es así que, por vuestras oraciones, este asunto se ha resuelto felizmente. Todos los hermanos de Orientes que antes celebraban la Pascua a la vez que los judíos, la celebrarán en adelante uniformemente con los romanos, con nosotros y con todos aquellos que desde tiempo antiguo la han celebrado con nosotros”. Se referían, claro, al domingo siguiente al 14 de Nisán, es decir, el primer domingo después de la luna llena tras el equinoccio de primavera en el hemisferio norte.
La exacta fijación de ese día provocó que, durante la Alta Edad Media, los cristianos más eruditos se dedicaran con pasión al estudio de la astronomía y de los cálculos astronómicos a fin de establecer el computus, es decir, la tabla anual que indicaba qué día sería la Pascua y, a partir de ella, el resto de las fiestas móviles del calendario litúrgico. Un ejemplo emblemático es San Beda el Venerable, doctor de la Iglesia, que a comienzos del siglo VIII escribió uno de cuyos libros más importantes, el De temporum ratione, que es una cronología y cosmología destinada, justamente, a estudiar y establecer los ciclos lunares y solares para uso de la liturgia romana. 
Con la reforma del calendario encarada por el papa Gregorio XIII en 1582, volvió a suscitarse una diferencia en la fecha puesto que las iglesias orientales -católicas y ortodoxas- continuaron utilizando el calendario juliano y es por eso que en la actualidad tenemos dos fechas distintas de la celebración pascual.
Para la conciencia cristiana, entonces, la fecha de la Pascua no puede establecerse por el capricho racionalista de algún obispo, por más que sea el de Roma, por la sencilla razón de que reconoce una dependencia con el orden cósmico. La liturgia terrenal, nos dice Dionisio Areopagita, no es más que la réplica visible de la eterna liturgia celestial que celebran los ángeles en torno al trono del Cordero. La liturgia no es una asamblea de hermanos y, por eso mismo, no depende de la voluntad de ellos sino que debe estar sometida a la celestial y uno de los modos de hacerlo es, justamente, respetar los ciclos del universo. El segundo coro angélico, integrado por las Dominaciones, las Virtudes y las Potestades, son los encargados del dominio del cosmos y de mantener sus ritmos. El hombre no puede alzarse contra ese orden sino que debe someterse a él y celebrarlo. 
Alguien debería decirle al Santo Padre que hay cosas que no se pueden tocar, por más prácticos, ecuménicos y políticamente correctos que sean los motivos. Los tiempos nos lo señalan la luna y el sol, decía el rey David, y no el capricho de un porteñito de Flores. 

El Papa Francisco se está cargando la Iglesia; su torpeza e ignorancia están provocando un estropicio de dimensiones no sólo morales sino cósmicas. Con la Tradición, y con los ángeles, no se juega. 

miércoles, 24 de junio de 2015

Los nuevos motivos del lobo

Amigos:
            En las famosas Florecillas de San Francisco, el santo relata el caso del lobo de Gubbio; esto es de la ciudad italiana sita en la actual provincia de Perugia. Según el relato,el animal era un depredador al que sólo sosegó la intervención taumatúrgica del varón de Asís.

            El tema fue abordado literariamente por diversos artistas, siendo una de las composiciones más famosas al respecto, el vigoroso poema “Los motivos del lobo”, escrito por Rubén Darío, y publicado en 1913. Hay un sinfín de ediciones gráficas y recitadas, y el interesado podrá consultar,por ejemplo, la versión digital o, mejor aún, escucharlo en la incomparable voz de Fernán Gómez.
            En estos días de junio de 2015 pidieron mi cooperación para publicar una antología de textos críticos sobre el Pontificado de Francisco. Dicho texto saldrá, Dios mediante, en la tercera semana de julio, bajo el título: Francisco: la amenaza del sincretismo.

Tras terminar de ofrecer mi ayuda bibliográfica, me venía a la mente, una y repetidas veces, el notable poema de Rubén Darío. Y a la par, algunas aventuras satírico-trágicas del Padre Castellani cuando traducía o acomodaba a su gusto un poema. Y hasta memoré la Antología Apócrifa de Conrado Nalé Roxlo,llena de humor y de lirismo.

Animado por estos precedentes, y consciente de que es aconsejable imitar lo bueno, aunque con las inevitables e insalvables distancias que tal imitación suponen en mi caso, escribí la siguiente versión de Los motivos del lobo del precitado Darío. He hecho el intento de respetar la métrica,el ritmo,el lenguaje y el tono. Sólo reduje su extensión para no agobiar al lector.

Va con un par de salvedades, por las dudas. La primera, para los mojigatos: no está abolido y nos es lícito practicar el castigat ridendo mores.La segunda para los prosaicos de todas las internas eclesiales:no se puede leer un poema como quien lee la Summa. Por eso el Aquinate, además de su portentosa manualística racional nos regaló su poemario eucarístico.

                                      ANTONIO CAPONNETTO



LOS NUEVOS MOTIVOS DEL LOBO


El pastor que cuida de un inmenso aprisco,
pleno de ternura, de olor rebañal,
el humilde argento, el Papa Francisco
está con un fiero y extinto animal.

Peor que aquellos canes de la policía
que hincaban sus fauces en el criminal,
el lobo de Trento que al infiel rugía
celoso ha asolado las calles de Roma
reclamando el Credo,latines, sotana,
aullando a los gritos, que incluso una coma
pedía San Mateo que fuese cristiana.

Duros cancerberos de la Nostra Aetate
fueron engullidos.En crueles dentadas
tragábase frailes, nuncios y un abate
que diera herejías por  normas sentadas.

Francisco salió,
al lobo buscó
en las catacumbas.
Lo halló de rodillas al pie de las tumbas
de mártires, santos,insignes caídos.
Viendo la amenaza le habló a los oídos,
sandwich en la mano
al salvaje ofrece: una silla, hermano
lobo. El preconciliar
oyó un verbo nuevo: misericordiar;
 ya no levantisco
cesó el agresivo rezo del rosario
y dijo: está bien, fratello Francisco.

¡¿Cómo?!, dijo el Papa, ¿eres reaccionario,
restauracionista,
cara-vinagrista,
un príncipe acaso de la Iglesia regia
que se cree egregia.
De las periferias temor y temblor,
del maestro Kasper eres desertor,
sigues empeñado con el Vetus Ordo,
vienes de Nicea,
quién te ha convencido que hay que dar pelea
al hereje a bordo?

Algún tiempo el lobo dejó sus desdoros
sin juzgar manfloros.
Amaba a gurúes,imanes,deicidas
y al besar a todos dando bienvenidas
aprendió a hacer lío, a ahorrar combustible,
supo que ni Cristo fue tan infalible,
puesto que aquel cuento de peces y panes,
no lo creen Tucho Fernández ni Manes.


Un día Francisco fue a la sinagoga,
y el lobo sin riñas, sin cepos ni soga
se encolerizó,llegó a Santa Marta
y en feraz embiste a todos aparta.
Corrió a los masones, los pentecostales,
los mil fariseos infestos de males,
los ecumenistas de saber hediondo
y mordió las tabas de Sanchez Sorondo.
De nada servían los buenos modales
pues el cavernario
no retrocedía de furia jamás,
era un emisario:
la espada de Pablo, la luz de Tomás.


Jorge Mario entonces se puso severo.
Volvió a Santa Marta
a retar al lobo por camandulero.
Lo halló y de ternezas por poco lo ensarta.
¡En nombre de Gea, la tierra divina
conmínote, digo,a no usar naftalina.
No sabes acaso que el hermano piojo,
la hermana polilla…!
Lo interrumpe brusco el lobo y un ojo
le clava en la cara cual punzante abrojo:

¡Ay Papa Francisco!,cuida tu mejilla,
no me llamo Kiko ni Skorka o Cristina
no me doy la paz,
heredé del Tata esta carabina
y soy montaráz.
Me eduqué en la escuela de fiel obediencia
y si te hice caso por no ser audaz,
hoy el Catecismo y la Sacra Ciencia
me indican el riesgo de ser tu secuaz.

¡Ay Papa Francisco! Te apartaste mucho
de las tradiciones y la Ceremonia
central de la Fe,
del misterio expuesto allá en Calcedonia
piensas que ya fue.
No nos canonices a felones rojos,
nunca de insensatos tengas el tupé
que no te bendigan herejes,de hinojos.


Palos me da el mundo si amo a Cristo Rey,
ese mundo que unges con sus embelecos,
el de tus obispos, más necios que un buey
casi tan hebreos que kipá con flecos.
No soporto el vicio de estos recovecos
vaticanos. Ni soporto aquí
la guaranguería junto al plebeyismo,
la Evangelii gaudium, la Laudato si.

Déjame en el templo, el caliz y el solio,
déjame el breviario, el coro,el altar
vuelto hacia el Oriente, hermano Bergoglio
déjanos del monje saber contemplar.


El lobo de Trento no dijo más nada.
Como un hesicasta bajó su celada
de paz silenciosa, de cielo y de luz.
Rezó cual si fuera la última odisea
Rezó con los fieles de Laodicea:
No tardes, Dios mío. ¡Ven Señor Jesús!

Antonio Caponnetto


martes, 23 de junio de 2015

La lista de Francisco

Hace algunas semanas, el Romano Pontífice recibió por quinta vez en su hotel de Santa Marta a la presidente argentina Cristina Kirchner. La entrevista se prolongó por casi dos horas y, luego de finalizada, los portavoces de ambos mandatarios fueron claros y explícitos en decir que se había hablado exclusivamente de “política latinoamericana”. Por supuesto, nadie, excepto los neocones, lo creyó. A pocos meses de la elecciones presidenciales el tema de rigor fue la política doméstica. Hace pocos días, una fuente inobjetable me confirmó que, efectivamente, en ese encuentro no se habló de otra cosa más que de política argentina. Yo creo -y es sólo mi opinión- que allí se armaron a grandes rasgos las listas con los candidatos más salientes que competirán en agosto y octubre.
Y parece que no soy el único que piensa de ese modo. El abogado y periodista Carlos Maslatón publicó lo siguiente en su blog algunos días antes de la presentación definitiva de listas por el Frente para la Victoria:

Esta es la Lista del Papa Francisco, les guste o no les guste Sres:
Presidente: Daniel Scioli, amigo de Francisco y es el que Francisco quiere de entre los tres candidatos [y el único que se deja pastorear].
Gobernador de Buenos Aires: Julián Dominguez, amigo y persona que mas quiere Francisco, incluso mas que Scioli. De hecho, todos los colaboradores de Francisco están con Julián.
Vice-gobernador: Espinosa, intendente de La Matanza, que asegura el triunfo.
Formula Ganadora en 1ª vuelta. Les guste o no. Nos guste o no. 

Es notable la gracia con la que Cristina ha perdido la batalla con Scioli y ha puesto a todos los candidatos de Francisco. Notable también la inteligencia de no postularse a nada.
Ella ha hecho su parte. Bergoglio hará la suya a partir de diciembre: ese es el trato. Sobre la base de la victoria de Scioli, llamará desde el Vaticano a un gran "acuerdo nacional" con el jefe de la oposición, Mauricio Macri -que puso de vice Gabriela Michetti, la candidata de Bergoglio-, y a olvidar rencores y cualquier tipo de inquisición judicial. 
La Viuda se va tranquila a su casa de El Calafate o de las Seychelles, sin temor a las rejas.


¡Punterus Maximus!

lunes, 22 de junio de 2015

Lo que somos

Ayer fui a misa tradicional en una iglesia motu proprio a la que suelo ir con frecuencia.. El cura, medianamente progre, medianamente instruido y completamente imbécil, suele comenzar sus sermones con una contextualización geotopográfica y referencias a la flora y fauna del pasaje evangélico que se ha leído, para seguir con una perorata anodina y aburrida. Ayer, en cambio, fue distinto: habló del pecado. Aunque a muchos nos pareció algo trasnochado y fuera de lugar en tiempos de misericordia, el cura nos advirtió seriamente a todos los fieles que tirar una botella de plástico en ríos, lagos, acequias o cualquier otro curso de agua, es un pecado. No es broma. Es la pura verdad, y es la pura demostración del vaciamiento sistemática que el papa Francisco está haciendo de la Iglesia. En Roma, por estos días, se está discutiendo admitir a la Comunión a los que viven en adulterio y se afirma que las relaciones homosexuales tienen un aspecto valioso. Sin embargo, contaminar el medio ambiente es pecado. 
No estoy exagerando. Es lo que estamos viviendo. Y la primera conclusión que aparece es que esa no es nuestra Iglesia. Nosotros no somos eso. ¿Qué nos queda?
Hace algunos días discutimos en el blog la cuestión del pesimismo, que no era tal, pero que a nivel emocional se le parece bastante
Van aquí algunas reflexiones a partir de Chesterton y de sus amigos, en el momento de su conversión.
H. G. Wells, que no era católico, escribió: “Me encanta Chesterton y odio el catolicismo de Belloc y Roma… Si el catolicismo va a continuar dando ladridos al mundo por el mundo entero, no puede tener mejor portavoz que G.K.C. ¡Pero yo reniego del catolicismo de G.K.C.!”.
Estas palabras me han resultado esclarecedoras: el pesimismo emocional que por momentos nos asalta se debe a que vemos desdibujada la figura de la Iglesia católica y nos sentimos -insisto, en el plano de las emociones- descastados. En otros términos, sufrimos de una constante crisis de identidad: el catolicismo de hoy ya no ladra a todo el mundo sino que, más bien, se preocupa por moverle la cola a cada rato. Y nosotros no estamos hechos para eso, sencillamente, porque el Evangelio, y San Pablo y toda la Tradición nos mandan otra cosa.
Frente a esto, veamos qué pueden decirnos estos maestros.
En primer lugar, y aunque sea una verdad elemental, nuestra pertenencia a la Iglesia es racional y no emotiva. Chesterton le respondía del siguiente modo a su amigo Wells: “Ante todo he de decirle que, salvo por la gracia de Dios, mi conversión al catolicismo ha sido absolutamente racional; y desde luego nada ritualista… Lo he aceptado porque a mi mente analítica le ha parecido convincente”.
No es cuestión de negar, soslayar o despreciar el factor emotivo, pero en ciertos momentos, como los actuales, vale más apelar siempre a la razón porque, de otro modo, caemos en el pozo.
Lo expresaba muy bien Hilaire Belloc en carta a Chesterton: “La Iglesia católica es el exponente de la Realidad. Es la verdad. Su doctrina en cuestiones grandes y pequeñas constituye una afirmación de lo que es. Esto es lo que acepta el acto último de la inteligencia. Esto es lo que la voluntad confirma deliberadamente. Y por eso la fe a través de un acto de la voluntad se convierte en moral”.
No importa que ahora nos vengan a proponer una religión de colas movedizas y de cultos a la Pachamama. La Iglesia es la Realidad, es lo que es, lo que nos fue enseñado por nuestros padres, les guste o no a los señores y señoras que hoy se sientan en la cátedra de los maestros.
Y por eso, para confirmarnos en esta verdad, bien vienen lo que otro gran amigo de G.K.C, el también escritor Maurice Baring, le escribía al conocer su conversión: “Hacía años que no me alegraba tanto. Apenas existe iglesia en la que haya entrado sin encender una vela a la Virgen, a san José o a san Antonio por ti. Este año y el pasado en Cuaresma ofrecí una novena por ti. Y sé también de muchos otros, mucho mejores que yo, que han hecho lo mismo.(…) Bien Gilbert, todo lo que tengo que decirte es lo que ya te he dicho y lo que dije hace poco en mi libro. Que fui recibido en la Iglesia católica en 1909 la víspera de la Candelaria, y que quizás sea lo único que he hecho en la vida de lo que estoy seguro que nunca me he arrepentido. Cada día que pasa, más maravillosa me parece la Iglesia; más solemnes y eficaces los sacramentos, (…) más profundamente sabios y verdaderos y justos, y todos sus hijos están marcados con un sello del que carecen quienes no pertenecen a ella”.
Es esto lo que somos. La Sanata si es otra cosa.

P.S.: Agregué dos obras de Jospeh Pearce al Arcón de los Archivos.

sábado, 20 de junio de 2015

Manual de ecología eclesial

Luego del acto magisterial más relevante de los últimos siglos, que confirma a los católicos el valor sublime que posee el Magisterio como fuente de la revelación, es hora que ajustemos varios detalles en nuestra vida comunitaria e individual. Ya sabemos de nuestra obligación de apagar la luz y cerrar bien la canilla, pero quiero llamar la atención particularmente sobre el cuarto mandamiento legislado por el Santo Padre y que hace referencia a la diligencia que debemos poner en el tratamiento de la basura.
 Y a este respecto tengo algunos propuestas en relación a los residuos que genera nuestra casa común, es decir, la Iglesia. Urge que todos ellos sean biodegradables -en general, lo son puesto que alimentan a especies menores como gusanos y moscas- pero se hace necesario clasificarlos a fin de contribuir de un modo más eficaz a la sustentabilidad de la institución. Propongo para ello equipar los atrios de las iglesias con contenedores rojos para arrojar allí a los cardenales, morados a los obispos y negros a los curas. Incluso, podría incluirse uno blanco.

Pero, por cierto, un primer paso consiste en que cada fiel sea capaz de reconocer cuáles son las partes de nuestra Iglesia que se encuentra en estado de descomposición. Como una suerte de manual de ecología eclesial invito a los lectores del blog a descargar y leer la nueva edición del imperdible libro de Louis Bouyer, La descomposición del catolicismo que acaba de publicar la editorial Vórtice. La descarga es gratuita y, como siempre, pueden hacerla con el formato que mejor les convenga. 

jueves, 18 de junio de 2015

Levavi oculos meos in montes...

Como no podía ser de otra manera, la mayor parte de las personas sensatas han tenido una buena dosis de carcajadas con la encíclica Sanata si. Basta ver los comentarios que aparecieron en blogs de todas las lenguas. Hasta los americanos hicieron un divertidísimo video para promocionar el documento pontificio que contiene revelaciones tan profundas como que el agua es fundamental para la vida y que las barreras de coral están repletas de biodiversidad.
Si vemos la parte positiva, se trata de un documento que pone seriamente en cuestión al remanido concepto de "Magisterio" y, además, sepulta con una lápida de difícil remoción a la no menos manida Doctrina Social de la Iglesia. En efecto, el documento pontificio se abre diciendo que espera que el mismo entre a formar parte de la DSI. Es imposible sostener que un panfleto socialdemócrata compuesto por capas geológicas de lugares comunes y obviedades distribuidas en doscientas páginas y que nada tienen que ver con la función magisterial de la Iglesia, forme parte de su doctrina.
Sin embargo, hay una cuestión mucho más grave que pocos han notado y que, si bien como corriente subterránea recorría todo el pontificado de Francisco, ahora se ha patentizado en un documento oficial.
Son por todos conocidas las correrías del cardenal Bergoglio durante su ejercicio como arzobispo de Buenos Aires, en el que se ponía él mismo y la Iglesia Católica, en pie de igualdad con las otras religiones. Han circulado profusamente por la web fotografías en las que aparece encendiendo junto a un grupo de rabinos la menorá o recibiendo de rodillas la "bendición" de pastores pentecostales. Y sus programas radiales y televisivos, además de libros y artículos, escritos con judíos de todos lo pelajes y protestantes de todos los matices, son más que abundantes e ilustrativos de la situación. Para Bergoglio, el cristianismo y la Iglesia católica, son una tradición religiosa más de entre todas las que pueblan el planeta.
Y las cosas no cambiaron cuando fue elegido Sucesor de Pedro. Pocos meses después de su elevación, decía en Brasil que “es fundamental la contribución de las grandes tradiciones religiosas, que desempeñan un papel fecundo de fermento en la vida social y de animación de la democracia. La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la sociedad, favoreciendo sus expresiones concretas". La visión del Romano Pontífice es clara: la sociedad debe estar gobernada por un Estado neutro en materia religiosa que permita el desarrollo de todas las religiones pues ese es el modo de fecundar el tejido social.
Más allá de que esto es un cambio brutal en las enseñanzas de la Iglesia -y después me vienen a hablar de Magisterio...- corresponde preguntarse qué es lo que pasa por la cabeza de este hombre. Si él es el jefe máximo y absoluto de la religión más importante en término políticos, ¿en qué lugar se autoubica dentro de esa maraña de "tradiciones religiosas" a las que hace referencia en sus discursos? La pregunta no es difícil de responder: él es quien asume el liderazgo religioso de todas esas tradiciones y el referente planetario de las fuerzas morales que aportan las religiones a las sociedades democráticas. Una suerte de espeluznante pontífice universal, no en tanto católico, sino de Gran Maestre de la unión mundial de Iglesias.
Pareciera que es mucho. Pareciera que me estoy deslizando hacia el fangoso terreno de los aparicionistas garabandalianos, lasaletteanos, fatimistas y demás, o que me estoy constituyendo en el enésimo intérprete y exégeta del Apocalipsis. Sin embargo, la última encíclica contiene un mensaje muy claro e inquietante y, creo yo, absolutamente inédito en la historia de la Iglesia: el Papa Francisco culmina su escrito con dos oraciones: una para los fieles de todas las religiones que creen en la existencia de un ser superior, y otra para los cristianos (no siquiera para los católicos).
¿Cómo puede entenderse que un Papa, vicario de Cristo en la tierra, redacte e incluya en un documento oficial y magisterial, dos oraciones diversas para usar según conveniencia del orante? No estamos en presencia de un vendedor de baratijas que ofrece el indispensable peine para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero.
Detrás no sólo ya de los gestos papales y de las homilías martonas sino ahora de un escrito de la más alta jerarquía y que no deja lugar a libertad de interpretaciones, se dibuja con toda nitidez la silueta del Pontífice Máximo del Gran Arquitecto del Universo.
Quizás sea hora de pensar en alquilar alguna cueva en las montañas: Levavi oculos meos in montes, unde veniet auxilium mihi.

lunes, 15 de junio de 2015

Sanata si

La sanata es un género humorístico inventado por el comediante argentino Fidel Pintos, que consiste en monologar largamente con murmullos y palabras inconexas y sin sentido, pero manteniendo la postura y dando la apariencia de que se trata de pensamientos profundos y coherentes. Por extensión el término se incorporó al lunfardo, para denominar toda forma de hablar confusa e incomprensible, en la que se expone un argumento sin sentido ni ideas claras; una manera de hablar sin decir nada, pero con el fin de que el interlocutor piense que se ha dicho algo. De más está decir que el más clarificado discípulo de Fidel Pintos fue un joven técnico químico llamado Jorge Bergoglio.
Cuando leí hace años la encíclica "Spes salvi" del papa Benedicto XVI, por momentos era difícil no emocionarse o experimentar ciertos remezones interiores frente a la claridad y profundidad de sus observaciones. Cuando se lee la encíclica del Papa Francisco Laudato si sobre el cuidado del planeta se experimentan también remezones pero, en esta ocasión, son provocados por la vergüenza cósmica que se siente como católico, y como argentino, frente al hecho de que este personaje tan básico y elemental documente su ignorancia frente al mundo y la posteridad.
Ludovicus ha tenido la paciencia y generosidad de rescatar algunas perlitas del texto pontificio que aquí comentamos brevemente:

1. "Existe un consenso científico muy consistente que indica que estamos en presencia de un preocupante calentamiento del sistema climático".
Justamente sobre ese punto no hay ningún tipo de consenso científico. Más aún, hay una fuerte sospecha de que se trata de enorme fraude movilizado por intereses financieros. Basta ver, por ejemplo, el documental de Martin Durkin sobre el tema. Yo no soy climatólogo; no sé quién tiene razón. Lo que sí sé es que es el calentamiento global es un tema científicamente controvertido y sobre el que no hay acuerdo.

2. "El agua potable y limpia representa una cuestión de primera importancia, porque es indispensable para la vida humana y para sostener los ecosistemas terrestres y acuáticos".
Una expresión de cegador brillo. Este hombre está iluminado. Esperemos que no de a conocer todos los arcanos de la revelación primordial, como que la vaca nos da la leche.

3. "Los océanos no solamente contienen la mayor parte del agua del planeta sino también la mayor parte de la vasta variedad de los seres viviente".
Las universidades deberían adoptar este texto para su análisis. Es increíble lo que se aprende leyendo la encíclica.

4. "Adentrándonos en los mares tropicales y subtropicales, encontramos las barreras de coral, que corresponden a los grandes bosques de la tierra, porque son el hogar de aproximadamente un millón de especies, incluidos peces, moluscos, algas".
La Enciclopedia Británica y la National Geographic son un poroto al lado de la sapiencia de Francisco.

5. "Estas situaciones provocan los gemidos de la hermana tierra, que se unen a los gemidos de los abandonados del mundo, con un lamento que reclama de nosotros una respuesta".
Poesía simbolista pura, quizás con toques de expresionismo alemán tipo Munch. El Santo Padre debe ser considerado seriamente para el Nobel de Literatura.

6. "... aunque no basta para modificar los hábitos nocivos de consumo, que no parecen retroceder, sino más bien extenderse y desarrollarse. Es lo que sucede, para dar solamente un simple ejemplo, con el creciente aumento del uso y de la intensidad de los acondicionadores de aire: los mercados, buscando una ganancia inmediata, estimulan aún más la demanda".
Intervención de neto corte bergogliano. Seguro les tiene tirria a Garbarino, a Frávega y a otras cadenas de electrodomésticos. Ya conocíamos una de sus fobias: las mascotas; ahora conocemos la segunda: los acondicionadores de aire.

7. "¿Por qué incluir en este documento, dirigido a todas las persona de buena voluntad, un capítulo referido a las convicciones de la fe?"
Discúlpeme, Santo Padre, pero no sé si usted se dio cuenta que es el Pontífice Máximo de la Iglesia Católica, que algo tiene que ver con la fe.

8. "Todo maltrato hacia cualquier criatura es contrario a la dignidad humana". 
Argumento jurídico con fundamento teológico al que recurrirán los jueces la próxima vez que interpongan un habeas corpus por un orangután del zoo. No se puede ejercer un dominio despótico sobre un chimpancé, sino que el dominio tiene que ser político, en lo posible a través de una urna.

El final es, sencillamente, grotesco: es la primera vez que un Papa propone dos oraciones, una para el bolsillo de la dama y el caballero no cristiano y otra para cristianos.
¿Por qué no pensar en adaptar esas oraciones  como Plegarias Eucarísticas, para ser usadas en la Misa votiva "Contra el recalentamiento climático", en sus dos versiones¨: una cristiana y la otra monoteísta? Lo complicado, por cierto, va a ser la consagración, pero si el Tucho se pone las pilas, seguro le encuentra la vuelta. Eso sí, en esta Misa el Padre Nuestro tendría este final propio: "No nos dejes caer en el basural, mas líbranos de los deshechos".

En resumen, con esta encíclica el Papa Francisco pasará a ser el fundador de la teología de la basura.


El Arcón renovado

Creo que el enorme placer de la lectura no pasa solamente por leer el libro, reduciéndose de ese modo a una mera actividad intelectual. Es también un placer sensorial: tocar y sentir la textura de su tapa y de sus hojas; olerlo; ver los matices de la tipografía y los colores del papel, etc.
Lamentablemente, fruto de que luchamos por una causa perdida, como discutíamos en el post anterior, la mayor parte de los libros que nos interesan ya no se editan, no se traducen y no se encuentran siquiera en las librerías de viejo. No queda, entonces, más recurso que recurrir a los libros electrónicos.
Contrariamente a lo que creía, uno termina acostumbrándose de buena gana a leer en una pantalla, sobre todo cuando el aparato permite subrayar, tomar notas, destacar, etc. Recomiendo, por eso mismo, comprar algún ereader, o lector de libros electrónicos, o bien una tablet.
Toda esta introducción es para comunicarles que he comenzado una renovación del Arcón de los archivos que pueden encontrar en la pestaña ubicada en la parte superior del blog. Allí iré depositando libros y cualquier otro material que pueda ser interesante y formativo.
Y para comenzar, les propongo una panzada de Chesterton: ya tienen para descargar más de cincuenta libros en español e inglés de este maestro como así también obras críticas.
Paulatinamente, iré subiendo más material y avisando por este medio.
Prosit!

sábado, 13 de junio de 2015

La paradoja de Chesterton

Escribir una entrada en un blog que llame a ser leída en los voraces tiempos en los que vivimos, debe ser necesariamente breve y, por eso también, necesariamente recortada. Y la consecuencia lógica será que muchas veces sea leída también de un modo recortado.
Con respecto a la disputa sobre si Chesterton era optimista o pesimista, veamos lo que él mismo decía meses antes de su muerte en su Autobiografía

Empecé siendo lo que los pesimistas llaman un optimista; he acabado siendo lo que los optimistas llamarían probablemente un pesimista. Y no he sido nunca, de hecho, ninguna de las dos cosas y, en realidad, no he variado nada. (…) Pues en verdad, nunca he visto los dos lados de esta verdad única expuestos en ningún lado, hasta que abrí un catecismo de un penique y leí las palabras: “Los dos pecados contra la fe son el orgullo y la desesperación”.

Y como corolario, es oportuno el comentario que dejó al post anterior Mary Lennox a quien, desde hace años,  no escuchábamos en este foro:

Había una vez una niña que leyó a un Danés, y aquella primera vez, como dijo el P. Leonardo, "no entendió papa”. Pero claro, lo que había agarrado era "El tratado de la desesperación". Y todavía faltaba mucho para que lo entendiera. Luego la niña creció un poco y lo leyó de nuevo, y contrariamente a lo que el mundo decía dicho tratado, no le quitó la esperanza, ni fue un libro “bajón"; fue uno de los mejores libros que había leído, porque justamente la llenaba de esperanza y alegría. Y lo que dice ese pequeño libro es que el Cristianismo es una paradoja y que la cura es la misma enfermedad. En otras palabras, como decía Chesterton, es pesimista y optimista a la vez. La clave está en saber que somos una causa perdida para el tiempo, pero no para la eternidad. Que hay varios planos incluso de la realidad y del alma de cada uno, en que la esperanza va a entrar en juego y la desesperación también. La vida es en colores, y mientras podemos disfrutar la alegría de la redención, soportamos la tristeza de la cruz. Y hay que mantener la tensión de la Paradoja para poder vivir y seguir en la fe. Quien la olvide caerá en el pesimismo derrotista o en el optimismo del mejor de los mundos posibles. No hay que olvidar que luego de hablar de optimismo y pesimismo Chesterton habla de las paradojas del Cristianismo. 
Un saludo cordial
La pequeña 
Mary Lennox

P.S.: Quien preguntaba sobre El Gran Divorcio, por mi parte recomiendo leer estos dos libros juntos dado que uno es imagen del otro, Lo que dice Kierkegaard Lewis lo pinta magníficamente en sus fantasmas y personas brillantes.  

jueves, 11 de junio de 2015

Pesimismo

Escribía Chesterton en la década del ’20: “Los corazones tristes de los noventa perdieron la esperanza por beber demasiada absenta, nuestros jóvenes la han perdido porque ha muerto un amigo de una bala en la cabeza”. Describía de ese modo los dos pesimismos de los que había sido testigo: el primero, químico y propio de los decadentistas finiseculares, y el segundo, cruel y sangriento que acompañó a la Europa que perdió una generación entera en la Primera Guerra Mundial. Podríamos completar el listado y enumerar el pesimismo de la paz imposible que culminó con la invasión alemana a Polonia en 1939 y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial; el pesimismo de la Guerra Fría y, en la actualidad, el pesimismo de la insoportable consistencia de la nada que envuelve a la humanidad occidental.
Nosotros, como cristianos, tenemos además algunos otros pesimismos que agregar, sobre todo aquel que se inició con la bocanada de aire gélido que comenzó a soplar en la Iglesia durante los ’60 y que culminó con el escalofriante personaje de hielo blanco que apareció en la loggia de San Pedro el 13 de mayo de 2013. 
Era una situación previsible, al menos para algunos. El mismo Chesterton decía: “Estoy bastante de acuerdo en que el bolchevismo es un peligro, pero no creo que vaya a venir. (…) Lo que quiero sugerir es algo que va a surgir por sí mismo, o que al menos puede hacerlo… Supongo que el nombre más sencillo que lo define es ‘chabacanería’. (…) Para decirlo en pocas palabras, el mal contra el que estoy intentando advertirles se podría expresar diciendo que es la generalización de la vulgaridad”. A pesar de sus dotes proféticas, no creo que el Gordo de Beaconsfield hubiese podido imaginar que la chabacanería y la vulgaridad más ramplonas se asentarían en el trono de Pedro. Y, en tal caso, es probable que hubiese considerado que era ese el motivo del pesimismo más angustiante. 
¿Qué nos queda entonces? ¿La desesperación? 
A veces olvidamos que el cristianismo es, en términos humanos, constitutivamente pesimista. No podría tener otro destino la fe de aquellos que siguen a un líder que yació muerto y derrotado en una cruz. T.S. Elliot reflexiona- en traducción de Jack Tollers-: “Si adoptamos la más amplia y la más sabia de las miradas sobre una Causa en particular, vemos que una cosa como la “Causa Perdida” no existe porque la “Causas Ganadas” tampoco existen. Nosotros peleamos por causas perdidas porque sabemos que nuestra derrota y desaliento bien pueden constituir prolegómenos de la victoria de nuestros sucesores, aun cuando aquel futuro triunfo no sea sino una cosa transitoria también; nosotros más bien peleamos para que algunas cosas continúen vivas y no con la expectativa de que alguna cosa vaya a triunfar”. 
Los cristianos sabemos que este mundo no es más que una pálida imagen del mundo verdadero al que estamos llamados y, mientras que aquí sólo vemos al Crucificado, en el otro veremos al Resucitado. Mientras tanto, no queda más que resistir, “conservando lo que tenemos”, en la espera de la Última Causa que será la única Causa Ganada.


martes, 9 de junio de 2015

El deletéreo Mons. Ñ

La agencia AICA publicó la semana pasada una reseña de la homilía pronunciada el domingo de la Santísima Trinidad por el intrascendente y deletéreo arzobispo de Córdoba, Mons. Carlos Ñañez. 
En ella, además de las inoportunas referencias a las medidas que deberían tomarse frente al gravísimo problema de la inseguridad que aflige al país, se refirió a los femicidios. Como otros diminutos obispos argentinos, no podía dejar pasar la oportunidad de mostrar su corrección política días antes de la manifestación popular #Niunamenos, reunida para protestar contra el asesinatos de las mujeres.  
(Nuestros obispos, en vez de plegarse a este disparate ideologizado, podrían iluminarnos. Hasta el mismísimo juez Eugenio Zaffaroni fue más sensato que ellos: "En la Argentina, nadie sale a matar a una mujer por ser mujer. El femicidio es una locura, no existe”, dijo. Además, podrían prever cuál será el siguiente paso: el transcidio, es decir, la tipificación penal del asesinato de un travesti o especímenes similares, por el sólo hecho de serlo).
Pero Mons. Ñ ciertamente fue muy cauteloso al respecto. De su boca no podría salir palabra alguna contra la diversidad que debemos aprender a respetar e, incluso, a valorar en la sociedad.    Y es aquí donde, según mi juicio, aparece la parte más grave del sermón ñañeo, gravedad que se acerca a la blasfemia.
Todos sabemos que la carga semántica de las palabras varían con el tiempo. Por ejemplo, hablar hace cien años de holocausto hacía referencia a los sacrificios de animales que el pueblo judío ofrecía en el Templo; hoy, en cambio, la referencia es a la solución final del nazismo. Hablar hace cuarenta años de desaparecidos, era no más que un adjetivo con el cual se cualificaba cualquier sustantivo; hoy, en cambio, la referencia ineludible es a los jóvenes idealistas de los ’70. Lo mismo ocurre con el término diversidad. Lo diverso siempre quiso decir lo distinto, lo que posee otra naturaleza, figura o característica. Hoy, en cambio, diversidad alude necesariamente al imperativo cultural ideológico según el cual todas las patologías psicológicas y morales, deben tener derecho de ciudadanía, si no privilegios, en la sociedad contemporánea. El respeto a la diversidad es un mandato, a punto de ser tipificado como ley, que impedirá, por ejemplo, a los sacerdotes predicar sobre la primera carta de San Pablo a los corintios en la que el Apóstol declara que minorías tales como los adúlteros, los homosexuales y los pervertidos serán discriminadas del Reino de los Cielos.
Pues bien, el señor arzobispo de Córdoba, no tuvo mejor idea que aplicar el término diversidad, cargado de ideología, a las relaciones intratrinitarias. Dijo: “En la Santísima Trinidad hay una comunión perfectísima y respetuosa de la diversidad”. Y concluyó: “El Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo. Diversidad pero comunión perfecta, modelo para una vida familiar, modelo para la vida comunitaria. Diversos pero, al mismo tiempo, llamados a la comunión”. 
Llamar, en el contexto actual, diversas a las Divinas Personas es, a mi entender, blasfemo. Traduzcamos las palabras episcopales: Así como el Hijo, al que le gusta estar entre los hombres, es diverso al Espíritu Santo, que solamente sabe revolotear en las alturas sin impregnarse de olor a oveja, y aún así se aceptan mutuamente sin discriminarse, así también la sociedad debe aceptar y celebrar la diversidad de sus miembros -sin explicar a qué diversidad se refiere- pues de ese modo se asemeja a la Trinidad Santísima.
¿Qué habría hecho una sociedad cristiana con semejante personaje? ¿Qué medidas habría tomado un pontífice en serio? 

Mientras tanto, entretengámonos con mandarle buena onda al Papa Francisco. El Romano Pontífice acaba de tweetear: "Recen por mi y si no saben rezar entonces tírenme buena onda", concluyó @Pontifex_es antes de retirarse”.

   

sábado, 6 de junio de 2015

Castellani y la política

“Parodiando a monseñor Franceschi, que decía que la peor Cámara era preferible a la mejor camarilla, resulta que hemos llegado a un punto en que tenemos la peor Cámara junto con la peor camarilla, ¡Maldito sea el Mal Menor y el que lo inventó! Jamás votaré más por el Mal Menor, y no votaré más si no es por un Bien Total.
En cuanto a mí, no sólo descreo ya en esta farsa sino que estimo ilícito coinquinar con ella; de donde hasta el fin de mi vida votaré - porque hay multa - con un sobre vacío. Y si todos los nacionalistas hicieran lo mismo…
Ya indiqué al comienzo el error del Nacionalismo: es poner los ojos en el poder a corto plazo en vez de ponerlos en la Verdad a largo alcance. Creer que el fin último de la Política es alcanzar o arrebatar el Poder es un error y una estupidez: es el error de Maquiavelo y la estupidez de los políticos baratos y pueriles que nos están moliendo y perdiendo. No se le puede pedir a un político, pongamos Marcelo Sánchez Sorondo, que aspire al Sufrimiento y a la Derrota (es decir al Martirio) ; eso es propio del hombre religioso, no del hombre ético; y un buen político es un hombre ético; no se les debe pedir a los nacionalistas que no aspiren a la Victoria; pero es menester pedirles que no pongan su Victoria en la consecución del Poder - por ejemplo, una embajada - sino en la difusión triunfante de sus ideas - suponiendo que las tengan - .O sea, que puedan [decir] como dijo el héroe nacionalista que antes nombré, a sus asesinos: “Yo sé por qué muero; y ustedes no saben por qué me matan” y pudiera haber añadido: “¡Pero muero para que lo sepan!”. 
Leonardo Castellani, Esencia del Liberalismo, Dictio, Bs. As., 1976, pp. 148, 150-151.


[Nota bene: Los nacionalistas a los que se refiere Castellani, no son los que hoy llamamos nacionalistas. Son los “entristas”, es decir, aquellos que en esos años, lo mismo que ahora, pretenden que “entrando” en un partido político silbando bajito y haciéndose los distraídos para que no descubran que son católicos muy rápido, van a terminar copado su estructura, o una buena parte de ella, votando leyes católicas y estableciendo -¡por fin!- el Reinado Social de Cristo en Argentina].  

Bonus track: "Dudo que los hombres mejores se hayan dedicado alguna vez a la política; se dedican a los  cerdos, a los niños pequeños y a otras cosas por el estilo". Gilbert K. Chesterton

miércoles, 3 de junio de 2015

La ciudadela

El último post ha dado lugar a una interesante discusión y a una curiosa confusión acerca de ciertos conceptos. Me refiero a la eterna (y falsa) dicotomía entre acción y contemplación que, en este caso, se manifestó en la oposición (falsa) de vivir en la ciudadela o en el campamento de los orcos. Pareciera que hay visitantes del blog que se empeñan en leer de un modo lineal las entradas y los comentarios y que se rehusan a intentar siquiera un interpretación de las metáforas o alegorías. Es como si, cuando leen en las Escrituras que Dios es valiente como un león, se empecinaran en discutir si se trata de un león del Serengeti o de las selvas kenyanas, o si tiene la melena corta o larga. 
La ciudadela -no hace falta decirlo-, es una imagen o alegoría; no es una realidad física o geográfica; no es un lugar. Es posible que existan algunos afortunados que puedan vivir en ciertas ciudadelas, pero ninguna de ellas tiene las murallas tan altas que impidan que los vientos de Mordor soplen en su interior. “Los demonios están en el aire”, me decía un amigo que vive aislado en una ciudadela cuando vio que su hija de seis años, que jamás había escuchado cumbia, comenzó a bailarla como una avezada danzante apenas escuchó esa música de las tierras oscuras en un almacén del pueblo. 
¿A qué refiere la imagen de la ciudadela? Como toda alegoría, es polisémica ya que tiene varias aplicaciones. La primera y más importante de las ciudadelas, es la interior. Es la Schekinah del pueblo judío, la presencia de Yavé en medio de ellos, como la nube que se posa sobre el Arca de la Alianza. Para nosotros, los cristianos, es el mismo Cristo quien, como decía Orígenes, es la auto-basileía, es decir, Él es el mismo Reino de Dios. Habitar en la ciudadela, entonces, no es escapar del mundo sino mantener encendida durante toda la jornada la llama que ilumina desde lo profundo de nuestra interioridad en la que las Tres Divinas Personas han plantado su tienda, más allá de los remezones que seguramente debamos soportar por lo que ocurre en el mundo exterior y por el modo en que esos acontecimientos repercuten, necesariamente, en nuestras emociones. 
La alegoría de la ciudadela refiere también a los ambientes en los que a cada uno de nosotros le ha tocado en suerte vivir. Y, en este caso, los ejemplos son múltiples. Hay algunos, como es mi caso, que por nuestras actividades estamos rodeados habitualmente de gente sana, y con esta expresión me refiero a personas cristianas con las que compartimos todo, o casi todo. Otros, en cambio, por sus ineludibles ocupaciones se encuentran rodeados diariamente con orcos, y con esta expresión tolkiniana me refiero a personas que viven, y son, perfectos paganos y que fueron muy bien descritos por el Oficinista en su comentario.
Fue esto, y nada más que esto, lo que intenté escribir en la entrada anterior. Aquí no discutimos si está bien o está mal vivir en la ciudadela porque, sencillamente, es un tema que no se discute: todo cristiano debe habitar en la ciudadela porque todo cristiano debe ser monachus  o monje porque esa la vocación universal, como bien dice Bouyer y no se cansa de repetir el Athonita. No importa que sea un monje casado, con diez hijos y que trabaja en el corazón financiero de Buenos Aires: es monje porque lleva su celda en su corazón, allí donde esta el Basileia tou Theou o Reino de Dios; la Schekinah o Presencia de Yavé en medio de él. 
Naturalmente, planteadas las cosas de este modo, es ocioso discutir si debemos o no debemos tratar de acercar a Cristo y a su Evangelio al diariero, al quiosquero o al verdulero., o a los orcos de la oficina. Cada uno lo hará con los medios que disponga y según se lo dicte su prudencia. El bien es difusivo de sí por naturaleza; no es necesario para eso hacer cursos y talleres de apostolado, ni tampoco pertenecer a un grupo parroquial. 
Todo esto no quita que cada uno de nosotros pueda construir su propia ciudadela social o familiar. El libro de John Senior La restauración de la cultura cristiana -que se encuentra en lento proceso de traducción- es una buena “guía” en ese sentido: además de la oración, la lectura en voz alta en familia, el hacer música con los hijos, reuniones de amigos en los que se hablan temas que hacen a lo que fue nuestra civilización cristiana, etc. También incluiría yo la conservación de ciertas costumbres o tradiciones, superficiales si se quiere, pero que son signos visibles de lo que ya no es en el mundo pero que sigue vivo en nuestros corazones.
¿Y construir una ciudadela en serio? Enseguida pensamos, por ejemplo, en San Ireneo de Arnois, el pueblo de El despertar de la Señorita Prim. ¿Por qué no, diríamos, organizar unas veinte o treinta familias, “invadir” un pueblo moribundo, de esos que abundan en los últimos años, cuyos habitantes emigraron a las ciudades y dejaron sus casas que venden a precio de saldo, buscar un cura que celebre la misa tradicional, y recrear allí la vida de un orden cristiano? No es imposible y es atractivo, pero yo me permito ser desconfiado de esas iniciativas. No sé por qué. Me cuesta encontrar razones, pero desconfío. Pero en esto, como en todo, la que manda es la prudencia, que es intransferible.

Tengo una amiga que, por su trabajo, debe pasar todo el día encerrada en la más alta de las torres de Mordor y, sin embargo, es una de las más felices habitantes de la ciudadela. Es que, como hemos dicho ya en esta bitácora, San Ireneo de Arnois no es un lugar sino un estado del alma. 

martes, 2 de junio de 2015

Desde una almena

Algunos de nosotros, y me refiero a quienes hacemos y leemos este blog y otros similares, tenemos una gracia particular: estamos relativamente apartados de la profundidad del Mal que se asienta en la sociedad y la Iglesia. Yo creo que Dios ha concedido esa gracia a los más débiles, a quienes no podríamos resistir las tentaciones y las trampas que a cada paso nos tendería el Enemigo con mucha mayor virulencia de lo que lo hace ahora.
Me refiero, concretamente, a quienes vamos regularmente desde hace años a la Misa Tradicional -sea lefe o no-, o a misa novus ordo decente y celebrada con unción, y nos mantenemos a prudente distancia de las actividades de parroquiales. Ese sano ambiente eclesial que nos rodea nos impide ver la realidad que se extiende al 98% de la Iglesia: comunidades que difícilmente calificaría yo de católicas. Y cuando nos asomamos a ese abismo, recordamos la expresión de San Atanasio: “Ellos tienen los templos, pero nosotros tenemos la fe”.
Pero otro tanto sucede con respecto al mundo. La mayoría de nosotros hemos sido también preservados con una gracia especial: estamos rodeados de familias y amigos que funcionan como una muralla firme que nos defiende de los ataques permanentes y crudelísimos del espíritu del Mal que hoy, más que nunca, se ha apoderado del Mundo. No digo que permanezcamos indemnes. Más de una vez nos alcanza una flecha negra y envenenada de los orcos que sitian la ciudadela pero, en general y por el momento, podemos permanecer dentro y resistir. Si no fuera por esas fuertes murallas hace rato que hubiésemos perecido.
Sin embargo, este vivir dentro del castillo tiene un riesgo: creer que la vida que llevamos es la del común de los habitantes de este mundo sublunar y olvidarnos que, en realidad, no es más que uno de los últimos reductos que quedan de la Cristiandad. Y por eso, a veces es saludable asomarse por algunas de las almenas y observar el campamento de los orcos.
Recibí ayer un comentario que me impresionó: creo que es de alguien que se asemeja bastante a un héroe. Es alguien que, por sus obligaciones, debe salir todos los días y pasearse por los nauseabundos asentamientos de los enemigos, y volver luego, como puede, a la ciudadela. Y resiste. Conozco muchos casos como los de él. Son los hombres fuertes. 
Este es su comentario: 

Esta entrada de Tollers, me hizo pensar en mis jóvenes compañeros y compañeras de oficina (veinteañeros, clase media, secundario aprobado, en general con dominio del inglés, cursando alguna carrera universitaria, con algún viaje al extranjero). Y mi comentario podría bien llamarse, “Por qué 'La Cámpora' jamás será Montoneros”. 
No quiero ser demasiado duro con mis jóvenes compañeros de oficina. Pero, del trato cotidiano con ellos, no logro deducir que le encuentren a la vida sentido alguno, ni que el asunto les importe, o les preocupe en lo más mínimo. Sus vidas e intereses parecerían reducirse a: fútbol para los varones (practicarlo o seguirlo, o ambos), tocar en alguna banda (en general también los varones), ir a recitales de bandas (cosa muy importante), escuchar música todo el santo día, ya sea con auriculares en la calle, o desde Youtube en la PC, ver el Bailando, tener algún auto medianamente presentable, y una 'novia', con la cual obviamente se convive, y se fornica (esto se da por sentado. Es como respirar. A nadie le pasa por la cabeza que se pueda salir dos veces con una mujer si acostarse con ella. Y lo mismo corre para las mujeres). De planes de 'formar familia' con esa novia con la que se convive, o tener hijos, no se habla. Se está junto, y se fornica, mientras 'la pareja' funcione.
Dicho esto, el sexo en todas sus formas es omnipresente en sus conversaciones. Y narran como cotidianos o casi, comportamientos aberrantes, que hace treinta años yo hubiera juzgado inconcebibles.
Viajar también es importante para ellos. El trabajo es importante en tanto y en cuanto les dé dinero.
Y acá el asunto se agota. La política les importa nada. Los planteos filosóficos importan nada. Las religiones monoteístas -particularmente el cristianismo- son, en el mejor de los casos, aberraciones indeseables y peligrosas, y en el mejor, reliquias irrelevantes que tienen impacto nulo con como vivir la vida. La vida eterna, lo que pase luego de la muerte, nadie se lo plantea. Y es de mal gusto mentarlo. Se puede hablar, eso sí, de espiritualidades New Age, poder de las piedras, y cosas así.
O sea, son gente que vive el instante, y que no tienen concepción alguna de un sentido y trayecto de la vida. No sé como podría ser un diálogo de estos muchachos con sus Yoes maduros o viejos. De que hablarían con su Yo viejo, que le preguntarían, si nada los inquieta. Si nada, en el fondo, les importa. 
Todo se parece mucho a la sociedad que describe Huxley en 'Brave New World'.
Yo ni siquiera logro darme cuenta de como consiguen vivir así, sin preguntarse nada de nada, sin ningún marco de referencia, sin saber donde hay una frontera entre el Bien y el Mal. Y este vacío realmente me alarma. Porque los vacíos no permanecen vacíos. Se llenan. Con cualquier cosa, pero se llenan. 
(De hecho, creo que muchos de ellos deben de tener en su interior una desesperación que no confiesan. De lo contrario no se entienden cosas tales como el consumo desmesurado de alcohol, la entrega compulsiva al sexo, la droga, y la violencia que me comentan que se produce en los lugares de salidas nocturnas).