por Jack Tollers
San Agustín decía que el peor mal del hombre es el error.
¿No es el pecado el peor mal de la tierra para el cristiano?
San Agustín decía esta cosa enorme: que no, que es el error.
Pero Cristo también lo dijo, en cierto modo: porque Él no dijo: "Yo soy la moral";
No. Él dijo: "Yo soy la Verdad. La Verdad os hará libres."
L. Castellani
Wanderer, estoy preparando mi tercera charla sobre los “Novísimos” y por lo tanto hace bastante tiempo que vengo leyendo y reflexionando sobre el purgatorio (se sorprendería Ud. si viera la vastísima literatura contemporánea—aparte de la Patrística y Medieval—sobre el particular: no puedo parar de leer).
No viene a cuento aquí describirle cómo ni por qué ha ido desapareciendo la noción misma de purgatorio entre los cristianos (especialmente a partir de Vaticano II, aunque el fenómeno es más viejo que eso): me reservo eso para la charla.
Ahora bien, más allá de las representaciones más conocidas sobre el purgatorio, con demonios y llamas que atormentan a las almas (no enteramente malas, no enteramente buenas—San Agustín dixit); estas almas que pasan por este “estado intermedio” (Newman dixit), representadas a veces como almas en pena que vagan por el mundo (y que a veces obtienen permiso divino para aparecerse a este o a aquel), más allá de la larga lista de metáforas de las que se ha valido la apologética cristiana para hacer entender al pueblo fiel qué cosa es esto del purgatorio y cómo se “purifican” las almas en ese estado—más allá de todo eso, hay cosas más profundas, conceptos quizás más difíciles de aprehender, pero que explican mucho más precisamente esto de que estamos hablando.
Pongo ejemplo (y aquí también hace falta un mínimo de imaginación): represéntense Ud. y sus lectores como viendo la película de vuestras vidas —eso que Royo Marín llamaba, no tan desacertadamente, “el cine de Dios”. ¿Y bien? En esta película que uno contemplaría desde el purgatorio, uno no sólo vería la propia vida—exterior e interior—con gran detalle e increíble prolijidad: también vería las consecuencias de cada uno de los actos, de cada uno de nuestros pecados. Y comprobaría que las consecuencias de nuestras faltas son, en cierto modo, in-ter-mi-na-bles (para esto véase el capítulo sobre “La Injusticia” allí sobre el final del “Benjamín Benavídes” de Castellani). Como si dijésemos que, instalados en el “cine de Dios”, veríamos cosas terribles en nuestros nietos, y todavía en los bisnietos, cosas que partieron, que se originaron en pecados nuestros, que todo eso sucede, más que nada, por culpa nuestra…
Y no voy a hablar de las consecuencias de nuestros pecados de omisión, porque, Dios mío, eso me excede (porque no me animé a corregir a fulano de tal, mirá lo que pasa ahora), que yo también soy el peor de los pecadores, y que Dios se apiade de mi alma, ay, ay, ay.
Pero en fin, con eso ya tenemos bastante para darnos una idea de qué cosa es el purgatorio.
Pero yo quería hablar de otra cosa, que es de lo que habla Castellani en el epígrafe que hemos puesto encabezando esta nota: y es esto de que hay algo peor que el pecado y ese algo es el error. Y a poco que uno se ponga a pensar, no es tan difícil de entender, puesto que de un pecado uno se puede arrepentir, de un pecado uno se puede confesar, un pecado se puede expiar, casi siempre se puede reparar (y lo que falta en esa materia, ya lo hizo Jesucristo en la cruz); ahora, un error… resulta considerablemente más difícil de remediar (piensen ustedes en las herejías y los intensísimos esfuerzos intelectuales de los doctores, la cantidad de concilios, documentos magisteriales y no sé yo cuántas cosas más, durante no sé yo cuántos siglos, que resultaron necesarios para corregir estos errores: las herejías, por poner un solo ejemplo, la herejía arriana o la luterana). Y hay algunas que nunca se terminaron de corregir del todo, pese a tanto empeño, durante tantos siglos: la maniquea por ejemplo (Belloc dixit, con gran acierto).
Y bien mirada la cosa, uno advierte que la Historia de la Iglesia no es sino un enorme esfuerzo por cumplir lo más minuciosamente posible con el mandato de Cristo que constituye el remate del Evangelio San Mateo: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a conservar todo cuanto os he mandado” (Mt. 28:19-20).
Y es que Cristo conocía bien lo que hay en todo hombre y la inclinación que todos tenemos por distorsionar, por cambiarlo todo por “fábulas de viejas”, por “mejorar” el “depósito de la fe”, caray con el progresismo, que hay algunos cristianos que son más cristianos que Cristo. Y después de todo, los paganos también sabían de esta nuestra debilidad y Virgilio lo dijo mejor que nadie: errare humanum est.
¿Por qué tanta insistencia en todo esto si no? ¿Por qué tantas controversias teológicas, disputas, guerras de religión incluso, si no? Piensen en toda la Patrística, contemplen por junto todos los volúmenes de la Migne, en latín, en griego, y piénsenlo de nuevo. Repasen el índice del Denzinger, lean la historia de los Papas de von Pastor, fíjense en cualquier historia de la Iglesia y no van a encontrar otra cosa que lo que digo: peleas, disputas, enormes controversias intelectuales y finalmente largos y concilios que penosamente llegaban finalmente a definir con toda precisión—en latín, una lengua muerta, cosa de asegurarnos el mínimo riesgo de malinterpretación, a diferencia del último concilio, redactado en un lenguaje “deliberadamente ambiguo” (Kasper dixit)—qué cosas Cristo nos mandó, qué quería decir exactamente, y de allí la multitud de definiciones y, en consecuencia, la multitud de anatemas.
¿Por qué todo esto? Piénsenlo de nuevo, cristianos moralistas de nuestro tiempo: porque no hay nada importante, porque un error es infinitamente peor que un pecado, porque nuestra salvación está asociada a verdades divinamente reveladas y si ésas se tuercen, si ésas se niegan, si ésas se esconden… ¡Dios mío! No hay remedio posible (o, en todo caso, no será cosa de soplar y hacer botellas, y exigirá siglos).
Y ya van viendo entonces por qué un error es peor que un pecado: entre otras cosas también por las consecuencias que tiene; y entre otras muchas, la de engendrar infinitos pecados.
Esto es lo que no entienden los cristianos moralistas de nuestro tiempo: los kukús de toda laya, los sectarios de todos los colores y más que nada, los jesuitas de nuestro tiempo.
Y de allí el despelote que se armó a partir de Vaticano II en el que no se quería “definir” nada, que no, hombre, que al mundo moderno no le gustan las definiciones, la precisión, que el mundo moderno prefiere la niebla, el masomenismo, el relativismo—vamos, que sólo se trataba de un concilio “pastoral”… y así los pastores se hicieron los perros, ya saben ustedes, y nos rodearon los lobos.
Ahora, hablando de los jesuitas, hablando de este arquetipo de jesuita moralista, de este que se precia de burlarse de los “católicos-denzingerianos”, de este ignorante—de este ejemplo supremo de “pastor pastoral” que se niega a juzgar (cuando esa es, precisamente, su principal incumbencia), de este tipo que no enseña la Religión de Cristo y que se inventó su propia moral ecológica, ecuménica, transexual, anti-capitalista, pro-inmigrante y anti-mafiosa, de este que se ríe de cualquier forma o manifestación de la ortodoxia (que lo del aborto es cosa de poca importancia, que no hay que discriminar a los pederastas, que no hay que reproducirse como conejos, e vía dicendo) de este que no quiso ponerse los zapatitos colorados de Ratzinger, prefiriendo en cambio los suyos, embarrados a fuerza de transitar los barrios periféricos,… ¿qué quieren que les diga?... en razón de las consecuencias que todo esto se trae, y por aquello que les decía al principio de esta nota sobre el purgatorio (y hay cosas peores)…
No querría yo estar en sus zapatos.
Tengo una pregunta de escatología: ¿podría suceder que una persona con un alto grado de caridad vaya al purgatorio y luego de purgar esté en el cielo más cerca de Dios que una persona que no tenía un grado tan alto de caridad (pero que murió sin pecados veniales y fue derecho al cielo)? o necesariamente el que sale del purgatorio entra en los últimos lugares, por debajo de los que entraron al cielo "derecho"?
ResponderEliminarquizás sea una pavada, pero agradecería la respuesta, o algún lugar donde leer acerca de eso
Luis Sancho Vélez de Zárate Namuncurá
No se si viene a cuento o no, pero dada la similitud de la definiciòn del purgatorio con el mundo actual (aunque esta vida siempre haya sido en sentido amplio un purgatorio), creo que es interesante la reflexion que hizo en su momento F. Infante en su blog (ampliamente recomendable) " In Exspectatione". Y es esta:
ResponderEliminar"Si los cristianos que vivan para asistir a la Parusía, por un especial privilegio, habrán de verse libres de las penas del purgatorio -ya que la venida en gloria del Señor será para el Juicio y la separación definitiva de «corderos» y «cabritos», sin mayor prolongación de las penas temporales, que sólo las eternas quedarán para el lote de los réprobos-, es admisible, por lo mismo, que las pruebas y penalidades por las que tendrán que pasar acá abajo antes de su reunión con Cristo serán especialmente arduas, tales como para remover de ellos ese reato que debiera pagarse en el lugar de la purificación. De πῦρ (pyr = «fuego», y también «fiebre elevada») se derivan «purificar» y «purgar»; de allí también «pira». Tal el purgatorio en vida, tal la hoguera que el Señor ha de encender en las almas de quienes lo esperen de veras, los corazones ardiendo por la instauración de esa justicia que el mundo desconoce y se complace en afrentar.
La misma fe constituirá entonces, en sí misma, una dolorosa prueba, y el confesar a Cristo sin tropiezos ni trampas será como un imán de infamias, causal de la muerte civil y de una proscripción sin atenuantes, porque quizás nunca como entonces vaya a verificarse la profecía de Simeón: «Éste será una bandera discutida» (Lc 2, 34), con una abrumadora mayoría de impugnadores en todos los cuatro puntos cardinales y una opinión pública prolijamente desafecta a las promesas de la Cruz."
¿Quién puede llegar a imaginarse a una máxima autoridad religiosa del judaísmo sosteniendo que Abraham, Moisés y David no eran lo que enseña la Biblia?
ResponderEliminar¿Acaso es posible vislumbrar a un teólogo musulmán afirmando que Mahoma decía cualquier cosa o se hacía el tonto, o simulaba enojarse?
¿Es posible ver a un "librepensador" sosteniendo que las revoluciones, el naturalismo, el racionalismo y el modernismo son la causa eficiente de que la Masonería esté tan desprestigiada y condenada a actuar en las sombras?
Difícil, ¿no?
No podemos decir lo propio en el campo de lo que alguna vez fue la Santa Madre Iglesia Católica y Apostólica.
Hasta pueden sobrar "catequistas" que enseñasen (o interpreten, tomando el pasto por las raíces) que todo lo que se difundió hasta ahora (Escrituras, Magisterio y Tradición mediante) únicamente fue un cuento para niños que no podían entender que Dios es sólo misericordia en extremo. Aún cuando se contradiga en forma flagrante.
Y que Dios es siempre el mismo. No importando a quién le rezan el resto de los seres creyentes.
Incluso puede llegar a serlo hasta la nada de los ateos. O la imposibilidad de entenderlo que pesa sobre los agnósticos. O el oscurísimo de los gnósticos.
Todavía no se llegó al extremo de darle un lugar -en ese variopinto y multiforme Olimpo del "Da igual"- al máximo exponente de los satanistas o los luciferinos. Puede ser que su falta se funda en una razón exclusivamente temporal: Que el fruto no haya madurado aún y convenga esperar un Concilio o unos Sínodos más.
Rodrígo Zapatero de Zuelasdegoma (El del "andare fácile", como la Vibram. O el todoterreno y multiuso Sincrético)
El error peor que el pecado... Un poco raro el tema. Se me escapa el sentido.
ResponderEliminarFuimos creados falibles por Dios y por lo tanto el error está en sus planes. Por el contrario el pecado es una ogensa a El.
Algo me escapa de este post.
13.32, es verdad lo que usted dice: "Fuimos creados falibles por Dios y por lo tanto el error está en sus planes". Pero igualmente podríamos decir que fuimos creados libres por Dios y por lo tanto el pecado está en sus planes. ¿No es verdad?
ResponderEliminar14:07 Le recuerdo que la libertad es sólo para el bien, no para pecar ;-)
EliminarAve María
La voluntad cumple su fin cuando elige lo mejor entre lo bueno. El intelecto lo hace cuando busca y de recrea en lo verdadero. Sin la fe es imposible agradar a Dios y fe es creer lo que Dios se ha dignado revelarnos.
EliminarSr. Luis Sancho Vélez de Zárate Namuncurá,
ResponderEliminarNo sé si Ud. es un troll que viene a molestar o es alguien que jamás leyó un catecismo. Prefiero creer en Ud. y quedar como un tonto.
Le recomiendo que lea el Catecismo. Realmente tiene un matete tremendo entre conceptos (escatólogía, purgatorio, pecados veniales, "estar más cerca de Dios").
Y pensar que los ortodoxos ni siquiera creen en el purgatorio...
ResponderEliminarUna vez fui a una clase en Facultad de Abogacía y el tipo que estaba adelante insistía en que el error era esencialmente inculpable y viciaba la voluntad ( o excluía la libertad).
ResponderEliminarEntiendo también que el fulano que genera o difunde voluntariamente el error peca contra el Espíritu.
Y está dicho que, al que hable contra el Espíritu Santo, Dios no lo perdonará ni en este ni en el otro mundo.
Habrá que esperar al ver el video para ver que más nos aclara Tollers
Puestero del Oeste
Sobre el Purgatorio, recomiendo la lectura del Tratado sobre el Purgatorio de Santa Catalina de Génova (son solo 8 hojas). Vale la pena leer estas revelaciones.
ResponderEliminar---
Buen texto Jack. Para meditar.
Saludos
El linyera errante
Yo me firmo ya si md puedo asegurar el ultimo lugar en el purgatorio.
ResponderEliminarBenigno
Por: Mons. José F. Urbina Aznar
ResponderEliminarJesucristo, al fundar Su Iglesia, la conformó con Él mismo, la ajustó, a su Persona y a Su Doctrina. La configuró con Él mismo. No podemos ir en pos de Jesucristo, sino ingresando a esa comunidad santa que es su Iglesia, que es su cuerpo místico, recibiendo con corazón agradecido SUS ENSEÑANZAS, SUS PRECEPTOS Y SU GRACIA. La Iglesia es la depositaria de la gracia y de la verdad. Para hacer esto posible, Cristo sufrió su horrenda Pasión. A la Iglesia, nuestro Salvador confió todos Sus tesoros y todo Su poder. Por este motivo, si no anclamos nuestra vida religiosa y nuestra vida moral en las enseñanzas y directrices de la Iglesia y en las divinas energías que Su gracia nos comunica, estamos caminando sin remedio a la condenación eterna. Si no miramos a Cristo para obrar y sufrir con El en obediencia total a Su Padre celestial para establecer el reino de Dios en la Tierra, que era Su intención, cueste lo que nos cueste, estamos traicionando el amor de Dios al dejarnos entrar al pueblo de los santos.
http://capillavedia.blogspot.com.ar/2016/07/la-iglesia-apostata-del-vaticano-se-ha.html
GASTÓN: La cita de Mons. Freppel: "Nada se ha perdido mientras que la doctrina verdadera permanece íntegra. Gracias a ella todo se restaurará, tarde o temprano. Los hombres y las instituciones porque siempre es posible volver al Bien cuando se ha mantenido la Verdad".
ResponderEliminarde laudes de hoy
ResponderEliminarLECTURA BREVE 2Pe 1, 10-11
Hermanos, poned más empeño todavía en consolidar vuestra vocación y elección. Si hacéis así, nunca jamás tropezaréis; de este modo se os concederá generosamente la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y salvador Jesucristo.
Tólers, a varios nos gustó el video de tu primer charla sobre los novísimos y la vimos por iutiúb, dónde encuentro el video de la segunda? No te olvides de filmar la tercera.
ResponderEliminarAbrazo neomacrista
Anónimo 7:29 ese simplismo propio de neocones, que fácil que la ve usted, todo se va a arreglar no pasa naaaaada...blablabla modernista. ¿En el medio no ve usted el drenaje de almas al infierno?
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=JOLRBnYgeno
ResponderEliminarAquí tienes la segunda charla.
29 de julio de 2016, 23:25:
ResponderEliminar" 14:07 Le recuerdo que la libertad es sólo para el bien, no para pecar ;-) "
¡Pues claro! :) Tiene usted razón. Pero también es cierto que "Dios creó al hombre al principio y le dio libertad de tomar sus decisiones. Si quieres, puedes observar los mandamientos y cumplir fielmente lo que le agrada. El puso ante ti el fuego y el agua: hacia lo que quieras, extenderás tu mano. Ante los hombres están la vida y la muerte: a cada uno se le dará lo que prefiera" (Eclesiástico 15, 14-16). "Hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha. Si escuchas los mandamientos del Señor, tu Dios, que hoy te prescribo, si amas al Señor, tu Dios, y cumples sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás, te multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá (...) Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar y vas a postrarte ante otros dioses para servirlos, yo les anuncio hoy que ustedes se perderán irremediablemente (...) Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra; yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes" (Deuteronomio 30, 15ss).
El de las 14.07 :)
15:00 el tratado de escatología abarca, entre otras cosas, cielo, infierno y purgatorio (puede ver Teología de la Salvación de A.R.Marin). Cuando hablo de estar más cerca de Dios, me refiero a los grados de caridad por los cuales algunos participarán más de la visión amorosa de Dios por toda la eternidad(Evidentemente la Virgen María estará más cerca de Dios que usted y que yo). No dudo que tengo un matete en la cabeza, sobre todo en estas realidades, porque en sí mismas son complejas, pero me consuela el que todavía deseo pensar, meditar y preguntarme acerca de todo esto.
ResponderEliminarLSVZN
tranquilo Luis sancho nadie duda de su buena fe porque, entre otras cosas, este no es un sitio que les interese a los trolos de internet o como se los llame. Es demasiado serio como para superficiales y precarios intelectuales.
ResponderEliminarPuestero del Oeste
Estimado Luis Sancho,
ResponderEliminarSanto Tomás enseña que la gracia de la contricion devuelve al alma el grado de caridad y las gracias perdidas por el pecado mortal. Es plenamente posible que una persona que ha pecado menos que otra que se arrepiente, reciba no obstante un menor grado de caridad y por ende de mérito. Dios no sabe contar y da la gracia a quien quiere, a nadie menos de lo suficiente para salvarse.
Atentamente.
La pregunta de Luis Sancho es sincera y muy buena. La respuesta es muy simple a partir de la consideración de dos casos:
ResponderEliminar1. Un bebé bautizado que muere, el cual es obviamente llevado al cielo directamente, sin pasar por el purgatorio.
2. Un adulto que ha crecido en la caridad a lo largo de su vida, por la recepción de los sacramentos y por la realización de actos de caridad (lo cual supone tener la caridad infundida en el alma, o sea "estar en gracia"), y que al morir tiene pecados veniales y penas pendientes que purgar. Si luego de purgar esto, su grado de gloria fuese MENOR que el de quien murió siendo bebé, entonces toda su vida adulta habría sido en vano, porque le habría convenido haber muerto siendo bebé!
Por lo tanto, la respuesta a su pregunta "¿podría suceder [...]?" es decididamente afirmativa.
Discrepo con lo que Castellani afirma en la cita del epígrafe. El peor mal es el pecado.
ResponderEliminar¿Qué es el mal? La privación del bien. ¿Qué es el bien? Ser, y ser en plenitud. ¿Qué o quién me hace ser y me conserva en el ser? Dios, el Ser Subsistente, cuyo nombre propio revelado en Ex 3,15, YHWH, vocalizado YaHWeH como toda evidencia indica que es el caso, significa justamente "Él hace ser" o "Él causa que sea".
Dios es quien me hace ser, por lo que procuro mi mayor bien adhiriendome a Dios (fe personal). Esto presupone estar dispuesto a:
- creer todo lo que El ha revelado (fe proposicional),
- dejar que Él obre en mí lo que él quiera obrar,
- obrar todo lo que Él quiere que yo obre (empezando por no hacer lo que Él quiere que no haga).
En tanto y en cuanto yo estoy dispuesto a creer todo lo que El ha revelado, si yo inculpablemente me equivoco en identificar una proposición concreta como revelada por El, yo sigo teniendo la virtud de la fe infundida en el alma y sigo participando de la naturaleza divina por la gracia santificante y la caridad.
Tal vez al mejor ejemplo de esto es la negación de la Inmaculada Concepción de la Virgen María por S. Tomás de Aquino. En cualquiera de los lectores de este blog, ese error sería culpable y traería aparejada la pérdida de la fe, la gracia y la caridad, porque el Magisterio ya ha definido esa proposición como dogma. En el caso de S. Tomás, ese error fue inculpable y no le causó mal alguno.
Ese bebé no tiene grado de gloria solo se salvó, la gloria es para los santos. Los demás nos salvaremos pero ahi nomás.
ResponderEliminar
ResponderEliminarMe parece que lo importante es buscar a adquirir meritos ,
pero sin querer competir con otros . Solo Dios es juez de "mi caridad " .
Ser el mejor , no consiste a ser mejor que los otros , sino a agradecer a Dios , haciendo su voluntad , lo mejor que puedo ....
Si miran la Biblia Straubinger cuando NS dice que ÉL es la Verdad, una nota al pie de página explica que se refiere a Su Doctrina.
ResponderEliminarEl Camino en Sus ejemplos.
La Verdad en Su Doctrina.
la Vida en la Vida de la gracia que ÉL da.
¿como puede ser que disocien la moral de la Verdad?
Papa San Félix III: “Cuando el error no es combatido, termina por ser aceptado; cuando la verdad no es defendida, termina siendo oprimida”
ResponderEliminarEl error es un pecado.
Johannes, habría que distinguir un poquito más: de mi nota se colige obviamente que me refiero a las consecuencias de una y otra cosa, del pecado y de los errores.
ResponderEliminarY por lo que cuento allí mismo es obvio que errores graves en materia grave tienen, si no se corrigen rápidamente, consecuencias tremendas: no sé, los de Calvino, por ejemplo...
Pero ud. quiere comparar error y pecado en términos moralísticos, precisamente: y pone ejemplo de un error inculpable (como el de Santo Tomás). Castellani en cambio quiere conserver el criterio de verdad como vara para medir una y otra cosa y por eso dice lo que dice (¿tan difícil es de entender?).
Ud. puede disentir todo lo que quiera, nadie le va a obligar a otra cosa: pero lea atentamente y verá que está disintiendo conmigo, desde luego, pero también con Castellani, y... San Agustín (entre muchos, muchos otros).
Y si vuelve a leer el epígrafe con más atención todavía, verá que está disintiendo con Jesucristo, qué culpa tengo yo.
J.T.
muy buen comentario de Lucas en infovaticana
ResponderEliminarLucas dice:
30 julio, 2016 a las 1:40 pm
La reiterada carnavalada de las JMJ que se han celebrado, debaría valorarse a la luz del Evangelio: “Por sus frutos los conoceréis”. Aparte un reclutamiento importante, con también importantes defecciones posteriores, para los kikos y el incensamiento papolátrico ¿qué frutos se han cosechado? Un movimiento emotivo, masivo, fruto de histeria colectiva, ¿sirve para algo en la Iglesia de Jesucristo? Yo tengo clara la respuesta, viendo lo visto desde la perspectiva de los años; alguien con sentido común debería replantearse el tema. Los jóvenes son generosos porque pagan sus padres, son espontáneos porque su fuerza física y vital bloquea la oposición, son alegres y espontáneos porque no han vivido lo suficiente como para saber que un pesimista es un optimista bien informado; la juventud no es un valor en sí mismo, como no lo es la madurez ni la senectud (la vejez no da sabiduría, sino oportunidad para adquirirla, generalmente desaprovechada). Basta de papolatría y juniolatría. Mientras los templos se vacían y acogen a jubilados más o menos rutinarios, más o menos resignados, como yo mismo.http://infovaticana.com/2016/07/30/jmj-una-monja-canta-like-virgin-madonna/
Los cuatro grados de corrupción de la inteligencia:
ResponderEliminarignorancia
error
mentira
confusión.
¡Qué colección de obviedades, tópicos, corrección política, y lugares comunes que llega por los medios desde las JMJ!. ¿Cuándo fue que el catolicismo se convirtió en una religión de bobos?.
ResponderEliminarSr. Tollers, es claro que el error culpable es un pecado, y con consecuencias nefastas. Pero es malo en cuanto es pecado y tiende a hacer permanecer en pecado. Más precisamente, en cuanto separa de Dios al sujeto en ese momento y en cuanto tiende a separar de Dios, al sujeto y a otros influenciados por él, en el futuro.
ResponderEliminarPor lo tanto, el criterio que ha de usarse como vara para medirlo es el mismo que el aplicable a cualquier otro pecado: la privación del bien, la disminución en el ser que produce, tanto inmediatamente como mediatamente. Y no disiento con Jesucristo porque su afirmación completa fue "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6). Para los seres vivientes, que son los únicos para los que el concepto de bien tiene sentido, ser es vivir. Para los seres humanos, ser en plenitud, vivir en plenitud, es estar unidos ónticamente a Aquél que es la Vida, ser miembros de Él. No tiene sentido separar al Verbo como Verdad del Verbo como Vida.
Es claro que no podemos estar unidos ónticamente al Verbo y que El sea nuestra vida (Col 3,4) si no aceptamos y guardamos sus palabras (Jn 14,21-24), donde "guardar" comprende tanto intelectualmente, creer en ellas, como vitalmente, ponerlas en práctica. Es claro también que rechazar la palabra de Cristo intelectualmente es más grave que quebrantarla sólo vitalmente. Pero la gravedad de no aceptar a Cristo como Verdad, en vez de permanecer en su palabra (Jn 8,31) y que sus palabras permanezcan en nosotros (Jn 15,7), se debe a que eso no solamente causa la separación con Cristo en lo inmediato sino que también dificulta restablecer la unión con Él en lo mediato. La vara para medir la gravedad del error culpable y de una culpa de otra índole es en última instancia a nivel óntico.
Sobre los grados de gloria: ahí está asomando el componente pelagiano. El grado de gloria de un bebé que no "hizo"nada puede ser muy superior al de un adulto santo o al de otro bebé que tampoco "hizo" nada. De hecho, como nadie recibe el mismo grado de gloria, los bebés bautizados recibirán diversos grados de gracia. Como dije arriba, Dios da las gracias como quiere, a todos la suficiente para salvarse. Pero por arriba de ese rasero, es absolutamente soberano.
ResponderEliminarEsto chirriará al hombre moderno, pero qué quiere que le haga. Su Justicia no es nuestra justicia, y siempre nivela para arriba.
Hay que estar atentos a las parrafadas que se vendrán del vuelo Varsovia-Roma.
ResponderEliminarComo bien dijo alguien, serán declaraciones en Modo Avión y seguramente sorprenderán por su versatilidad y novedad.
Por supuesto, serán inmediatamente traducidas al K-tecismo de las populosas barriadas de Konurbania por los Misioneros de la Organización Peronismo Sin Fronteras.
Olegario Charlatani, primo político del ruiseñor de las alturas Esculapio Manontropo. Anunciante de "La Voz del 747 Blanquiamarillo".
Bueno, ya está. El Papa habló en el avión. Y dejó bien en claro que los malos no son los musulmanes. Los malos -no podía ser de otro modo- son los católicos fundamentalistas:
ResponderEliminar"No me gusta hablar de violencia islámica, porque todos los días cuando hojeo los diarios veo violencias", dijo. Y agregó que en Italia a diario salen noticias de brutales asesinatos: "Éste que mata a su novia, otro que mata a la suegra, y estos son católicos bautizados, son violentos católicos", afirmó. "Si hablo de violencia islámica, debo hablar de violencia católica. Y no, no todos los islámicos son violentos, y no todos los católicos son violentos. Es como la macedonia, hay de todo", agregó. Acto seguido, aseguró que lo único cierto en este contexto es que "en casi todas las religiones hay un pequeño grupo fundamentalista". "Nosotros tenemos", admitió, refiriéndose a los fundamentalistas católicos: "Se puede matar con la lengua, como dice el apóstol Santiago", remató, irónico.
Tollers, muy bueno lo suyo. Como siempre.
ResponderEliminarHasta ahora estoy convencido que el error es peor que el pecado. Que uno puede traer al otro, de acuerdo; pero ¿y los pecados de la voluntad? No son los peores, sino los del espíritu, o sea de la inteligencia, que no se aviene a la Verdad.
Cuando Talleyrand dice "Peor que un crimen. Fue un error" (o algo más o menos así, en ese sentido), si bien se refería a una decisión política, es aplicable al caso (Maquiavelo y la política de poder aparte: nada tienen que ver).
Bueno, me parece, nomás...
Esta es mi idea. Si no gusta (y me convencen), puedo cambiarla.
Atentamente
El Aprendiz II
Estimado Wanderer,
ResponderEliminaracá van unos minutos de las declaraciones del Papa en el avión:
Francisco en el avión
Gracias por el link a la segunda charla de Tólers. Por mi parte, suscribo la acertada cita al comienzo del post, que separa nuestra religión del puro ascetismo oriental o el protestante, que cree la salvación a su alcance por lo propio mérito.
ResponderEliminarY por si acaso algún europeo lee esto, no duden por un segundo que un campesino mental como bergoglio sólo puede estar interesado en las muertes del totalitarismo en la medida en que le de prensa subirle a sus simbolismos. Así de negligente e irrespetuoso puede ser un peronista. Por las dudas, por si alguno cree sincera la presencia de Bergolio en Auschwitz.
Desde una Argentina que disfruta un gobierno decente, con peronistas en sus casas.
Saludos!
ResponderEliminarhttp://www.lefigaro.fr/vox/religion/2016/07/29/31004-20160729ARTFIG00269-jmj-attentats-la-jeunesse-tournee-vers-la-vie-face-a-celle-qui-repand-la-mort.php
No soy un experto en la materia, pero un sacerdote de sana doctrina me dijo una vez que las penas del Purgatorio, al igual que la Salvación o condenación, son proporcionales al grado de culpa con el que se pecó. De ahí que alguien que no haya tenido muchos pecados puede pasar más tiempo purgando que una persona que pecó gravemente, a parte de que el arrepentimiento cuanto más sincero resta penas del Purgatorio.
ResponderEliminarSobre quienes y porqué estarán más cerca de Dios, es humano preguntárselo, pero no sobrenatural. En el Cielo no creo que se hagan comparaciones ni se pretenda estar más "arriba" que el de al lado, como si hacían los Apóstoles en vida de Cristo. Cada uno tiene su morada preparada por Dios y le parecerá la mejor que pudiera tener, aunque el vecino esté dos pisos más alto.
Sobre el tema del post existe un pasaje en el Tratado de la Desesperación donde Kierkegaard desarrolla el concepto de pecado en Sócrates. Me parece extraordinario debido a la aproximación y diría cristianización de Sócrates, entre una ética intelectualista y el misterio de la voluntad, es decir, se puede hacer el mal sabiendo que está mal, cosa que en Sócrates no era posible.
ResponderEliminarsaludos