martes, 1 de octubre de 2019

Féminas


Mons. Tucho Fernández es noticia hoy nuevamente en el diario La Nación, donde escribe una columna que viene ilustrada con un retrato suyo en el que aparece con sus característicos rasgos de rata cruel.

No creo que valga la pena destinar demasiado espacio en el blog y en la cabeza a los discursos de este personaje de alcantarilla que son por demás previsibles. Nadie podía suponer que el regalón del papa Francisco tuviera alguna actitud crítica con respecto al Encuentro Nacional de Mujeres que este año se celebra en su arquidiócesis. Si existía alguna reprimenda o advertencia sería contra los católicos, y así fue.
No es mi función discutir el meollo del comunicado de Tucho, es decir, el pedido o conminación a los católicos de acercarse a defender los templos —como se hace habitualmente—, de las desatadas hordas feministas. Está en su derecho, como obispo, a hacerlo y, por otro lado, creo que tiene parte de razón.
En primer término, me parece que ya perdió todo sentido que numerosos grupos de sufridas mujeres católicas, con un heroísmo admirable, se expongan durante dos o tres días a las agresiones verbales y físicas de las feministas radicales en los talleres, reuniones y demás dependencias del aquelarre. En su momento, las católicas representaron una frontera que podía contener, aunque más no fuera momentáneamente, las aguas servidas que ya se han desparramado por todo el país. ¿Qué beneficio obtendrían ahora con su participación? Con suerte modificarían una coma o un punto y coma de la declaración final que, a decir verdad, no tiene la menor relevancia. Nadie está obligado, ni me parece prudente exponerse al vituperio y a las burlas gratuitamente. El martirio no debe ser buscado sino que es ofrecido por Dios. El que lo busca corre el riesgo de sobreestimar su resistencia y sus virtudes.
El otro punto es el de los varones católicos que durante las marchas que realizan las mujeres por la ciudad, se dedican a defender los templos a fin de que no sean arruinados con inscripciones soeces o dañados de algún otro modo. No me parece que sea una actitud reprobable; todo lo contrario, pero es una actitud subsidiaria. La defensa del orden y de los edificios corresponde a la policía. Es una de sus funciones propias y no debería ser reemplazada por “milicias urbanas” sino en caso que se tuviera la certeza que las fuerzas de seguridad no cumplirían con su deber. Y en esto creo que el arzobispo de La Plata tiene razón.

La maldad de la columna de Tucho en La Nación va por otro lado. En primer lugar, su fingida ingenuidad en considerar que el Encuentro Nacional de Mujeres se realiza para discutir con sinceridad las problemáticas de la mujer. Y si no lo suyo no es ingenuidad, es torpeza. Resulta clara por la evidencia de dos décadas de acontecimientos similares, que esa reunión no es más que la excusa para amontonar a las feministas más rabiosas e ideologizadas, financiadas por dineros muy oscuros y comandadas por fuerzas más oscuras aún. Es cuestión de ver los videos y declaraciones de años anteriores. Tucho, que no es ningún estúpido, quiere anotarse un punto más en su listado de correcciones políticas que le sirva para mostrar la moderación y disposición al diálogo apropiados para avanzar en su carrera episcopal.
Pero esta actitud, que no sería muy diferente de la que tuvieron muchos obispos a lo largo de toda la historia de la Iglesia, pero se torna vil, despreciable y digna de un buen sopapo, cuando recurre al canibalismo institucional. En efecto, Tucho carga contra la Iglesia para justificar que las mujeres del Encuentro se pongan por momentos, violentas o agresivas. ¿Cuánta culpa no le corresponde a la Iglesia Católica por siglos de machismo y abuso de poder?, dice en su escrito. Y aprovecha para embarrar la cancha recurriendo a remanidos y discutibles ejemplos históricos que no conforman más que a los ignorantes y a los bobos.
El último párrafo de la columna resume el programa episcopal de Tucho: alcanzar una sociedad más inclusiva en el que se respete la igualdad de todos los hombres y su inmenso valor más allá de las ideas, de sus ideas u orientación sexual. Estas líneas arquiepiscopales habrían merecido en otras época que su autor fuera depuesto, y encarcelado. En las actuales circunstancias, es probable que en algún momento le merezcan la púrpura cardenalicia. 
Los buenos católicos, dispuestos a defender los templos materiales de las hordas mujeriles, quizás deban pensar que nos están vendiendo gato por liebre. El enemigo más peligroso no está en las manifestaciones verdes; está dentro de la iglesia, encerrado en sus palacios episcopales. Las feministas podrán tirar un par de tarros de pintura sobre las paredes de una catedral; un obispo como Tucho destruye la fe de multitudes.
Finalmente, a cualquier lector más o menos atento, le resulta claro que el escrito de Fernández tiene un objetivo claro: desprenderse de cualquier responsabilidad frente a la opinión pública que se le pueda adjudicar debido a la “violencia de los católicos” durante el Encuentro de Mujeres. El deja muy en claro que no sólo no está de acuerdo sino que prohíbe a los católicos establecer una “resistencia cristiana” que, indudablemente, es contraria al diálogo, a la democracia, a la diversidad sexual y todas las otras correcciones políticas que ya conocemos. Él, como Pilatos, se lava las manos desde los balcones del nuevo pretorio -el diario La Nación-, a fin de que vean que no es el responsable por los atentados fascistas.
Alimañas siempre hubo en la Iglesia; pero dejan un rastro más profundo en la historia de la ignominia.

32 comentarios:

  1. Leí la nota del Roedor besador... patético, ninguna sola mención a Jesucristo.

    Por otra parte es un hipócrita al atreverse a mencionar a la gloriosa Santa Catalina de Siena. Dicha santa si estuviera viva no ahorraría decirle ciertas verdades a su Excelentísima Rateidad y al Romano Pontífice de Buenos Aires.

    ResponderEliminar
  2. Si nuestro Buen DIOS no dispone lo contrario y tuerce los Satánicos planes de estas tenebrosas almas, no sólo obtendrá la púrpura Cardenalicia, sino también el Primado Cardenalicio de Argentina. No hay duda de que así será.

    ResponderEliminar
  3. ¿Cuándo perdieron la Fe?

    Capitán Ryder

    ResponderEliminar
  4. Es ingenuo pensar que el orden publico realmente protegera algo:

    1) Antecedentes

    MAS

    2) Las elecciones unos pocos dias despues de este encuentro diabolico

    Alli estaremos entonces, me gustaria que fuesemos miles para hacer respetar la casa de Dios, pero seremos unos pocos, lo se... como tambien se que habra muchas cosas que seran inevitables por el bajo numero, como las pintadas.. pero bueno, haremos lo que podamos, haremos lo que Dios quiera.

    Si alguien se quiere sumar, deje forma de contacto.

    A.M.D.G.

    ResponderEliminar
  5. DIFICULTADES DEL ARTÍCULO PUBLICADO EN LA NACIÓN POR TUCHO “ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES”
    1.- Firma como arzobispo, pero el contenido del artículo implica una renuncia a la función primordial que emana de la potestad del orden: “enseñanza de la verdad”. El artículo no deja en claro ninguna enseñanza católica, sino más bien crea confusión por su lenguaje ambiguo y sus datos históricos fuera de contexto.
    Sólo rescata un elemento con claridad que es el compromiso de no confrontación. De esto se sigue que está haciendo valer su potestad de jurisdicción sobre los fieles, aplicándola sin dar razones de fe. Invierte el orden y pone la potestad de jurisdicción por sobre la potestad del orden. Esto puede definirse como tiranía religiosa!
    2.- La Iglesia en la Argentina es una institución con persona jurídica pública que se aplica sobre cada una de la Diócesis y que le compete al ordinario representar, ejercer sus derechos y cumplir con sus deberes ante los poderes civiles.
    El único responsable de ejercer ante el estado dicha potestad de la persona jurídica es el ordinario legítimo. Por lo tanto, lo único que se espera de dicho responsable es que defienda los derechos de la Iglesia en este caso. Qué reclame con energía que el Estado actúe con los poderes legítimamente constituidos para sostener el estado de derechos que claramente está amenazado.
    3.- Este encuentro de mujeres tiene ya su historia y su folclore que anualmente repite y que no es improvisado. El obispo no puede desconocer este hecho y si lo desconoce puede decirse que es un incompetente para el cargo. Este tipo de manifestaciones tiene un origen ideológico que pone a la Iglesia como principal enemigo en la lucha de clases en América y así se lo planté claramente en el Foro de San Pablo. En la DECLARACIÓN FINAL DEL XXV ENCUENTRO DEL FORO DE SAO PAULO, CARACAS 2019 (28 de julio de 2019) se lee lo siguiente: “Exigir el respeto a los derechos humanos de las mujeres, violados por las políticas neoliberales. Defender el papel de las mujeres latinoamericanas y caribeñas como constructoras fundamentales de los procesos de cambio emancipatorios, así como de resistencia activa a la contraofensiva neoliberal y a la pérdida de derechos conquistados. Apoyar las masivas movilizaciones feministas en curso en el continente. Sin el aporte de las mujeres será imposible avanzar hacia la verdadera independencia de nuestras naciones. Entender que solo podrá triunfar la lucha por la igualdad de género si asumimos la lucha por la igualdad de clases. Solo desterrando el capitalismo será posible eliminar el patriarcado. Condenar todas las formas de discriminación y violencia hacia la mujer, la exclusión, el tráfico y trata de mujeres y niñas, la explotación sexual, los feminicidios, así como exigir un mayor apoyo y protección de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.”
    4.- Este encuentro como los demás tiene un presupuesto que sale de algún lado. El obispo por lo menos debería haberse preguntado ¿Quién financia este encuentro? Sabemos por los anteriores las complicidades diversas que existen sobre este tema. Incluso complicidad de la Iglesia que conociendo la información omite denunciarlo públicamente. También podría haber agregado que ese dinero proveniente en su mayoría de los organismos del estado en sus tres niveles, nacional, provincial y municipal, supera en mucho lo que se recibe para la atención de los pobres en un año.

    ResponderEliminar
  6. Inexorablemente a la Iglesia verdadera va a ir que buscarla a las catacumbas, este tipo Tucho no es más que un botón de muestra del estado calamitoso en el que se encuentra la jerarquía oficial y oficialista, ya lo decía el Señor: "Por los frutos conoceréis al arbol" y estos no dan más que amargos, pues con sus hechos y palabras no se cansan de poner constatemente de rodillas ,junto con su jefe residente en la città eterna, a la Iglesia Santa de Dios.

    ResponderEliminar
  7. Yo me pregunto si la postura de Tucho y lo que impone a los fieles no guarda alguna relación con la de Francisco frente a las matanzas de cristianos en tantos paises del mundo. ¿No temerá Francisco quebrantar alguna norma de corrección política si encabeza la reacción ante tantas masacres tal como su cargo exige?

    ResponderEliminar
  8. De que se extrañan ?
    O no escucharon que el anticristo sera (luego del falso profeta eclesial) naturalista, ecumenista y pacifista ?

    Este sera el camino, ahi entraran casi todos...con apostolados sin Dios, con amor sin caridad, con leyes del mundo....

    el que no lo ve a esta altura, mejor que se apure.

    Sera durísimo, claro, como este artículo, pero cada día peor y mas generalizado.

    ResponderEliminar
  9. Hoy bien temprano mientras, sentado en la sala de espera de un médico, leía la nota de Tucho me agarré una bronca enorme. Quería ir yo mismo al encuentro de mujeres a repartir antorchas. Dan ganas que de la iglesia argentina (escribo en minúsculas a propósito) no quede piedra sobre piedra.

    Ahora leo lo del blog y no puedo dejar de estar de acuerdo con Wanderer. Que se arregle Tucho. No se merece que nadie se exponga por defenderlo.

    Pero también recordé este video de Michael Matt que escuché ayer [https://youtu.be/0FsDWCBIZR8] y también tiene razón. ¡¿Por qué hemos de dejar la cultura católica que hemos heredado en manos de estos Judas?! ¿Qué más quieren los Tuchos que se pierdan todas las iglesias y catedral, y ellos celebrar sus aquelarres en teatros o tinglados? No les importa, por el contrario.

    Son tiempos muy difíciles. Tenemos que rezar mucho.

    ResponderEliminar
  10. Discrepo con parte del mensaje del artículo. Creo que el martirio se busca, y hay numerosos ejemplos en la historia. Me vienen a la cabeza San Francisco de Asís saliendo al encuentro del Sultán, deseoso de martirio, los mártires de Córdoba en España, San Policarpo. Ello no quita que sea Dios el que concede o deniega esa gracia; de hecho no se la otorgó a el primero en esa oportunidad, y si a los dos últimos. Pero eso no implica que sea reprochable la búsqueda del martirio. Por el contrario, creo que es una actitud virtuosa y loable. Importa el menosprecio de la propia integridad física y, en caso que Dios así lo permita, de la propia vida, en pos de la defensa de la fe, en última instancia, o de la casa de Dios y su sacralidad. No me parece, como dice el autor, que carezca de sentido que las mujeres sufran allí sin obtener un beneficio. Al contrario, mayor es el sentido entonces. Nunca fue la victoria en motor, sino la obligación moral de defender la patria que peligra porque peligran su fe y sus cimientos, porque peligran las almas. No es la victoria ni el beneficio lo que debe buscar el cristiano, sino la justicia del reino de Dios obrando como instrumento suyo en la tierra. Ya sea poniendo la otra mejilla o sacando a latigazos a los mercaderes del templo, ambas enseñanzas de Nuestro Señor que aplicarán al caso según dicte la recta conciencia. Pero la indiferencia, amén de comportar un tácito acatamiento a una orden injusta impartida por un hereje usurpador de su posición, no parece hacer crecer el espíritu ni encerrar virtud alguna. Y ¿Qué mejor que enfrentar al verdadero enemigo intramuros que con una buena desobediencia a su tibieza pilatezca que dando una señal de fe, unidad, compromiso, fervor y predisposición a la batalla en esta cruzada? Por otro lado, la subsidiariedad planteada para actuar bien podría cuestionarse cuando nadie puede objetar a quien su recta conciencia lo llama a armarse por un objetivo noble. Pero aun tomando ese punto, es claro que la inacción de las autoridades obliga a activar esa defensa en subsidio. Si no lo hacemos estaremos explicando claramente por qué, como dice el autor, ya no podemos contener está marea satánica. No lo podemos hacer porque no lo hacemos, porque los que repudiamos estas manifestaciones satánicas optamos por permanecer en casa. La victoria final será del Altísimo, y hasta entonces perderemos muchas batallas. Ello no nos exime del deber de lucharlas, y creo firmemente que más vale que el final nos encuentre peleando, y haciéndolo del lado correcto.

    En lo substancial de las críticas concuerdo con el autor, que me merece el mayor de los respetos, pero creo que el mensaje final del artículo puede llevar hacia una inacción nociva para la santificación y es, cuando menos, cuestionable, por lo que planteo más arriba.

    Abrazo en Cristo

    ResponderEliminar
  11. Como arbolito de navidad de los pobres: sin luces y sin bolas.

    El Pulpero de la Recoleta

    ResponderEliminar
  12. ¿sería prudente que las feministas (u otra gente) fuera y escrachara y/o vandalizara la casa del arzobispo? quizás sería más digna de escrache. La casa de Dios es sagrada y santa, la del Tucho es ... no sé.

    ResponderEliminar
  13. Hay que hacer un esfuerzo para terminar de leer el artículo de La Nación, Tucho Fernández es una persona deleznable, y siendo arzobispo, mucho peor todavia.
    Hace muchos años, una hija mía con unas amigas participó de uno de estos Encuentros diabólicos tratando de oponerse con propuestas diferentes en los debates, pero sin resultados positivos. Más allá del mérito de haber luchado por la buena causa, volvió sabiendo que es imposible oponerse a esta marea roja.
    Pero en algo disiento con usted, Don Wander, no comparto que Tucho tenga razón cuando ordena que el domingo 14 ningún católico vaya a la Basílica para protegerla de estas hordas aborteras que -como todos los años- la atacarán con piedras, bombas molotov y hasta con los excrementos que acaban de cagar, como prueba del odio infinito que las anima contra Dios y la Iglesia.
    Los videos de años anteriores muestran que los católicos forman un cordón humano para evitar que estas desenfrenadas entren a la Basílica y por eso son escupidos y pintarrajeados con aerosoles mientras ellos rezan estoicamente el Ave María. Yo no vería mal que se defiendan ante un ataque tan ruin. ¿Acaso si el domingo 14 hay un cordón policial los policías se tienen que dejar escupir y pintar la cara con aerosoles? No lo creo, algún día tendrá que tronar el escarmiento.

    ResponderEliminar
  14. TUCHO, EL PROFETA DEL BESITO

    El ghost writer de Bergoglio...

    Un alfil de la corrección política del nuevo orden mundial anticristiano.

    ResponderEliminar
  15. ¿Que hizo Nuestro Señor Jesucristo con los mercaderes del templo?
    No hay ninguna referencia a la Virgen, sin pecado concebida.
    No hay mención a que la Iglesia les dio a las mujeres, desde su inicio, un lugar que nadie les daba. Fueron mujeres las únicas que no lo abandonaron en la noche de la Pasion ni en la cruz.
    Fueron mujeres las testigos de la Resurrección, antes que Pedro y Juan.
    En fin, lo único que le faltó fue decir que los homosexuales son el ejemplo y el modelo del cristianismo del siglo 21.
    Un asco del principio al fin. Ya sabemos cómo terminará la Catedral de La Plata y las Iglesias que estén al alcance de las endemoniadas.
    Más de lo mismo.
    El humo de Satanás disipó al incienso y lo reemplazó.
    Falta ofrecer a las luciferinas que hagan sus desastres y asquerosidades dentro de los templos.
    Un jerarca típico de la Nueva Religión del Encuentro Sincrético Inclusivo.
    Basta

    ResponderEliminar
  16. Me ha llamado la hatención que, refiriéndose a la evangelizacion de America, diga que "hubo curas que negaban que los aborígenes tuvieran alma".
    Esto exige una contundente refutacion. Siempre es pisible que un clérigo profiera el mayor disparate (la mejor prueba es él mismo), pero esto es totalmente contrario a todos los documentos eclesiasticos de la epoca, incluso a los civiles (aunque luego en la práctica las leyes de indias se incumplieran muchas veces)
    Aquí en España es frecuente que los anticristianos reprochen a la Iglesia algo parecido y digan que durante siglos la Iglesia negó que las mujeres tuvierna alma. Lo cual es una calumnia demagógica, sin nigún dato concreto que apoye esta afirmacion y con abrumadores ejemplos en contra.

    ResponderEliminar
  17. Estimado anónimo de las 18:15:
    Creo que para ponernos de acuerdo, debería hacer algunas distinciones. Está muy bien desear el martirio, pero está muy mal buscarlo. Y está mal porque se trata de un pecado, el pecado de presunción. Y esto no es una opinión; es lo que enseña Santo Tomás (S.Th. II-II, q. 21). En el a. 1, dice: "Hay, en efecto, presunción en la esperanza que induce a uno a confiar en sus propias fuerzas, cuando tiende a algo como posible, pero que está por encima de su capacidad personal, como lo expresan estas palabras: Humillas a quienes presumen de sí (Jdt 6, 15). Esta presunción se opone a la magnanimidad, que impone la moderación en esta esperanza".
    San Francisco no buscó el martirio; buscó convertir al sultán, sabiendo que eso le podía acarrear el martirio, pero su objetivo era la conversión del musulmán. En el caso de nuestras heroicas mujeres, según me parece a mi, está de antemano cantado que no lograrán nada, más que agresiones e insultos. Yo me pregunto entonces si es conveniente su asistencia, pasar por esa prueba y exponerse a perder la virtud y a pecar de diversos modos -por intemperancia en la cólera-, por ejemplo, a los solos efectos de sentir que se hace algo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Wanderer, gracias por su respuesta. Tomando lo que dice podría tenerse por válido el comentario tan solo reemplazando la expresión buscar el martirio por la de ansiar el martirio. Pero no creo que exista una cosa sin la otra. Si uno no busca lo que ansía, ¿cómo habrá de conseguirlo? La ha debuena voluntad ha de seguir a la buena intención, pues si se quedara en el plano interior se sabe que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones y que la fe sin obras es fe muerta. ¿Cómo habría de alcanzarse el martirio deseado si frente a su oportunidad en un obrar justo y concreto nos quedamos en la poltrona de la mera disconformidad en el plano privado? ¿No estaríamos acaso pecando de omisión? La diferencia radica quizás en la esperanza de conseguir lo que se busca de bueno por los propios méritos, a lo que parece apuntar Santo Tomás en la cuestión que cita. El que concede la gracia del martirio es Dios, como el que ilumina la conciencia (prudencia) de lo debido (justicia) y mueve la voluntad (fortaleza). El vicio estaría en buscar ese bien deseado en la esperanza de obtener un resultado por nuestra propia cuenta, una suerte de voluntarismo. Pero en la conciencia de que el resultado proviene de Dios que otorga o deniega esa gracia, nada veo de malo en buscar el martirio en la forma en que siempre se hace, es decir, no como un fin en sí mismo sino como una posible consecuencia de aquello que se busca de manera principal, que es dar testimonio y hacer la voluntad de Dios. Sino podría interpretarse que peca de presunción quien busca la santidad, pues excede las propias fuerzas. El vicio sería, nuevamente, creer que se puede lograr por uno mismo y sus capacidades (voluntarismo), pero nada de malo hay en buscarla, sino que es un mandato del propio Cristo hacerlo. En este caso, como cuando San Francisco partió con el objeto de convertir al Sultán pero deseoso de un martirio casi seguro, no es la búsqueda del martirio por si mismo lo central, sino la defensa de una causa tan justa como aquélla, la de dar testimonio de la verdad y buscar la conversión de las almas y, en definitiva, buscar primero el reino de Dios y si perfecta Justicia. Aquí incluso es menos seguro el martirio que el del santo de Asís entonces, o el de los cristianos mozárabes de Córdoba. Y en muchos casos el mártir se expone a perder la virtud, cosa que veo más en el plano de lo valeroso e inevitable que de lo temerario e innecesario. Lo que se busca no es sentir que se hace algo, sino hacer algo sentido, algo concreto según el llamado de la conciencia de una obligación moral y por una causa justa.

      Comparto en todos sus términos la respuesta a Fuenteovejuna, y puede que haya malinterpretado parte del artículo pues en eso estamos de acuerdo. Y aunque creo que es cosa de varones suplir la anunciada ausencia de las fuerzas en quienes recae este deber de defensa, aun no me convenzo de que nadie, hombre o mujer, se deba abstener de hacer algo intrínsecamente bueno por más que tenga escasas o nulas posibilidades de éxito en la empresa y que ésta conlleve el riesgo de exposición a peligros (como la pérdida de la virtud) o acarree un factible y ansiado martirio. Quizás me lo pueda explicar, no busco imponer mis argumentos sobre los suyos sino que me convenza de lo contrario si es que no me asiste razón.

      Eliminar
  18. Fuenteovejuna, quizás me expresé mal. Lo que quise decir es que la obligación primera de defender la catedral y otras iglesias, que son, además de templos, edificios públicos, corresponde a la policía. Para eso están y para eso se les paga, y es eso lo que dice Tucho, y por más que el personaje me desagrade, tiene razón.
    Si uno tiene la certeza que la policía no va a actuar y dejará que los templos, que son "domus Dei et porta coeli" sean vandalizados, entonces sí creo que los católicos están en todo sus derecho a suplir subsidiariamente la labor policial.

    ResponderEliminar
  19. No vivo en La Plata, pero creo que los platenses deben ir a la Catedral. Primero, porque es patrimonio de la Iglesia a la que amamos; segundo, para que el Tucho vea que obedecemos a Cristo Rey y no a él que es un "ocupa", parásito, probablemente marica y al que no le debemos obediencia ninguna.

    ResponderEliminar
  20. Los eufemismos del obispo Fernández sólo transmitieron una sensación de frialdad a mi espíritu,y un malestar a mi estómago. Por otro lado, tengo entendido que el la catedral de La Plata, en cuanto edificio,no pertenece a la curia sino al municipio. Por esto mismo espero que con más razón se ocupe la fuerza de seguridad pública de su custodia.

    ResponderEliminar
  21. Que estas verdes mujeres no pierdan tiempo en la catedral, teniendo más a mano la vivienda del sr. Arzobispo, y su persona para responder por siglos de patriarcado. Animemoslas a que vayan a depositar el fruto de sus entrañas en sus dinteles.

    ResponderEliminar
  22. El anónimo de las 18:15 escribió

    "Si no lo hacemos estaremos explicando claramente por qué, como dice el autor, ya no podemos contener está marea satánica. No lo podemos hacer porque no lo hacemos, porque los que repudiamos estas manifestaciones satánicas optamos por permanecer en casa."

    Es claro que nosotros, los fieles católicos en Argentina en 2019, no podemos contener esa marea ni hemos recibido del Señor el mandato de hacerlo. Me refiero a la contención coercitiva por la fuerza física ad extra, ya sea en la vía pública, la política, los medios, etc.

    La contención que sí podemos y debemos hacer es ad intra, en el interior de cada uno, y, en la medida de las posibilidades, en la familia. Digo en la medida de las posibilidades porque cada miembro de la familia tiene su libre albedrío.

    ResponderEliminar
  23. De paso, el tema de la contención ad intra, que más bien es un evitar ser salpicados, está relacionado con el de la opción Benito tratado unos artículos antes.

    ResponderEliminar
  24. Hebreos, Capítulo 6
    4- Porque a los que, una vez iluminados, gustaron el don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5- y experimentaron la bondad de la palabra de Dios y las poderosas maravillas del siglo por venir, 6- y han recaído, imposible es renovarlos otra vez para que se arrepientan, por cuanto crucifican de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios, y le exponen a la ignominia pública. 7- Porque la tierra que bebe la lluvia, que cae muchas veces sobre ella, produce plantas útiles para aquellos por quienes es labrada, y participa de la bendición de Dios; 8- pero la que produce espinas y abrojos es reprobada y está próxima a la maldición y su fin es el fuego.
    Del pecado contra el Espíritu Santo no se vuelve, salvo abundantes oraciones y ayunos que el caído no puede hacer. La ceguera de tal estado (supuesto) impide ver el propio pecado. Nos toca a nosotros rezar en él y por él.
    R I Agüero

    ResponderEliminar
  25. Con estos obispos, para que queremos enemigos!!! Que el Estado no les de un mango más, que se jodan... Si quieren limosna, que se la ganen con buenas obras. Estoy muy caliente.

    ResponderEliminar
  26. Entiendo la indignación, pero lo de Mons. Fernández no es más que la difusión y transparencia de las acciones y omisiones del cualquier obispo argento pastel y veleta promedio. Lo que da bronca es que lo que la mayoría de los obispos dicen soto voce o en círculos más reducidos, Fernández lo proclama desde el pedestal de los medios.

    Lo más grave (y nada novedoso) es que cuenta con la venia de Roma... ya que prácticamente usan la misma gramática funesta.

    ResponderEliminar
  27. Tiene razón usté
    Hace rato que vengo proponiendo que, a la hora de la colecta, en la bolsita pongamos un papelito que muestre: SIN DOCTRINA NO HAY PROPINA!

    ResponderEliminar
  28. "Está en su derecho, como obispo, a hacerlo y, por otro lado, creo que tiene parte de razón.
    En primer término, me parece que ya perdió todo sentido que numerosos grupos de sufridas mujeres católicas, con un heroísmo admirable, se expongan durante dos o tres días a las agresiones verbales y físicas de las feministas radicales en los talleres, reuniones y demás dependencias del aquelarre. En su momento, las católicas representaron una frontera que podía contener, aunque más no fuera momentáneamente, las aguas servidas que ya se han desparramado por todo el país. ¿Qué beneficio obtendrían ahora con su participación? Con suerte modificarían una coma o un punto y coma de la declaración final que, a decir verdad, no tiene la menor relevancia. Nadie está obligado, ni me parece prudente exponerse al vituperio y a las burlas gratuitamente. El martirio no debe ser buscado sino que es ofrecido por Dios. El que lo busca corre el riesgo de sobreestimar su resistencia y sus virtudes." No hay que modificar nada aquí. Es en el cielo, estimados. Y no es buscado este martirio. Se nos impone. Porque si no: es de cobardes.

    ResponderEliminar
  29. Buen artículo, bastante de acuerdo en todo. Lo mejor es la segunda mitad, dónde usted describe la verdadera malicia del obispo; ese verdadero daño que a veces la gente no sabe ver: "Tucho, que no es ningún estúpido, quiere anotarse un punto más en su listado de correcciones políticas que le sirva para mostrar la moderación y disposición al diálogo apropiados para avanzar en su carrera episcopal". Ese es el mal se los prelados de estos tiempos, creen que tienen algún tipo de deuda o comparecencia son la sociedad y se han olvidado de que su principal misión es llevar las almas a Dios, y este en particular hace un papel más que lamentable. Con respecto a la asistencia de laicos a las catedrales durante el hostrigamiento de las hordas de feministas endemoniadas, yo creo que es un deber del que tenga cierta cercanía geográfica y posibilidades el asistir a ellas; qué pasaría si, por alguna de esas, algunas feministas llegasen a entrar y profanasen al altar y a Cristo Sacramentado (o profanasen los confesionarios, como en un hecho ya bastante conocido)?? Sería gravísimo no haber podido defender al Señor y a su Iglesia en tal situación, es correcto lo que ud. dice acerca del deber del Estado de prestar guardia mediante la policía, pero teniendo en cuenta que es la misma policía a la que mandaron al muere en una marcha de la izquierda de fines de 2017 creo que sería de poca prudencia confiarles siempre a ellos la seguridad del templo.

    ResponderEliminar