A raíz de los comentarios de Cruz, del Sacristán y de Miguel, me puse a pensar el por qué en Argentina no hay institutos religiosos tradicionalistas dependientes de la Comisión Ecclesia Dei. Las causas seguramente son múltiples pero una de ellas es, por cierto, paradójica.
Me parece que tuvo mucho que ver que, durante los ´70 y los ´80 el episcopado argentino no fuera propiamente “progresista”, salvo De Nevares, Hesayne y Novak (Angelelli se había accidentado oportunamente), sino más bien de línea media. No sé si esta opción fue por convencimiento; en algunos sí, como Tortolo, Laise, Plaza y Kruk; otros la hicieron porque eran chupamedias de Roma y otros, los más, porque eran mediocres. Si el episcopado hubiese sido más progresista, quizás se habrían polarizado más las posiciones y hoy tendríamos un movimiento tradicionalista más fuerte.
La resistencia tradicionalista argentina fue, sin embargo, bastante intensa. Una parte de quienes la integraban fueron catalizados por la FSSPX; el resto, los que no se animaron a dar el paso por el fuerte romanismo hispánico, quedaron dando vueltas sin mucho punto de apoyo. Esta circunstancia fue aprovechada por los variados grupos e institutos religiosos de línea media que comenzaron a surgir, quienes iniciaron la tarea de captar laicos sueltos de acuerdo a sus intereses, condición y capacidad: el Opus Dei, para los más finolis: el Instituto del Verbo Encarnado, para los más grasas; Miles Christi, para los nostálgicos de la Compañía; el Instituto Cristo Rey de Torres-Pardo, para las vecindades de Rosario capaces de soportar los rigores de la Contrarreforma española; Fasta, para los que les gustaba jugar a los soldaditos; los seminarios mayores de Paraná, San Rafael y San Luis, para jóvenes de buenas intenciones y altos ideales sacerdotales; e così via.
Estos nuevos institutos, todos wojtilianos y varios de ellos con admirable capacidad de variación doctrinal según la dirección del viento, instilaron en sus seguidores la ponzoña de la obediencia jesuítica (obedecer aunque lo que se mande vaya contra la propia inteligencia), de la papolatría (el Papa está puesto por el Espíritu Santo y hay que seguirlo donde vaya), de la episcopolotría (el obispo ha sido puesto por el Papa, quien a su vez fue puesto por el Espíritu Santo, y hay que obedecerle) y del maurrasianismo (primero hay que ocuparse de construir una patria católica y después vemos el tema litúrgico, que es bastante secundario; total, un cura consagra en cualquier misa que celebre), entre otras.
Así las cosas, la situación actual es que en Argentina tenemos la FSSPX expandida por todo el país y con varias casas, aunque en franca decadencia, al menos en lo que hace a las vocaciones sacerdotales, en particular las autóctonas, y los múltiples grupos de línea media, todos peleados entre sí como corresponde; y a ninguno de ambos bandos les convine o les interesa que se funden casas de institutos tradicionalistas Ecclesia Dei¸ más allá de los repetidos intentos de la Fraternidad San Pedro o de los de Gricigliano.
Los que quedamos en el medio no tenemos ni el número, ni la iniciativa, ni la influencia, ni el dinero para cambiar la situación. Nos conformamos con las esporádicas misas en la Stella Maris, las liturgias católicas de las iglesias orientales, alguna misa tradicional celebrada por curas tradicionalistas free lance en casas, departamentos o campos y, si no hay nada de esto, siempre queda Venezuela para los más duros, o el Pilar para los más escrupulosos de los mandatos jerárquicos.
Ceterum censeo, Carthago delenda est.
gibelino@hotmail.com
La resistencia tradicionalista argentina fue, sin embargo, bastante intensa. Una parte de quienes la integraban fueron catalizados por la FSSPX; el resto, los que no se animaron a dar el paso por el fuerte romanismo hispánico, quedaron dando vueltas sin mucho punto de apoyo. Esta circunstancia fue aprovechada por los variados grupos e institutos religiosos de línea media que comenzaron a surgir, quienes iniciaron la tarea de captar laicos sueltos de acuerdo a sus intereses, condición y capacidad: el Opus Dei, para los más finolis: el Instituto del Verbo Encarnado, para los más grasas; Miles Christi, para los nostálgicos de la Compañía; el Instituto Cristo Rey de Torres-Pardo, para las vecindades de Rosario capaces de soportar los rigores de la Contrarreforma española; Fasta, para los que les gustaba jugar a los soldaditos; los seminarios mayores de Paraná, San Rafael y San Luis, para jóvenes de buenas intenciones y altos ideales sacerdotales; e così via.
Estos nuevos institutos, todos wojtilianos y varios de ellos con admirable capacidad de variación doctrinal según la dirección del viento, instilaron en sus seguidores la ponzoña de la obediencia jesuítica (obedecer aunque lo que se mande vaya contra la propia inteligencia), de la papolatría (el Papa está puesto por el Espíritu Santo y hay que seguirlo donde vaya), de la episcopolotría (el obispo ha sido puesto por el Papa, quien a su vez fue puesto por el Espíritu Santo, y hay que obedecerle) y del maurrasianismo (primero hay que ocuparse de construir una patria católica y después vemos el tema litúrgico, que es bastante secundario; total, un cura consagra en cualquier misa que celebre), entre otras.
Así las cosas, la situación actual es que en Argentina tenemos la FSSPX expandida por todo el país y con varias casas, aunque en franca decadencia, al menos en lo que hace a las vocaciones sacerdotales, en particular las autóctonas, y los múltiples grupos de línea media, todos peleados entre sí como corresponde; y a ninguno de ambos bandos les convine o les interesa que se funden casas de institutos tradicionalistas Ecclesia Dei¸ más allá de los repetidos intentos de la Fraternidad San Pedro o de los de Gricigliano.
Los que quedamos en el medio no tenemos ni el número, ni la iniciativa, ni la influencia, ni el dinero para cambiar la situación. Nos conformamos con las esporádicas misas en la Stella Maris, las liturgias católicas de las iglesias orientales, alguna misa tradicional celebrada por curas tradicionalistas free lance en casas, departamentos o campos y, si no hay nada de esto, siempre queda Venezuela para los más duros, o el Pilar para los más escrupulosos de los mandatos jerárquicos.
Ceterum censeo, Carthago delenda est.
gibelino@hotmail.com
Wanderer: Te faltó el convento de San Jerónimo en Santa Fe.
ResponderEliminarRespecto a lo de la supuesta "papolatría". Eso es un invento teológico de algún trasnochado platense que tomaron todos los que les convino. Según esto, los grandes santos de la historia fueron todos papolatras. Y no me vengas con lo de Santa Catalina de Siena, porque eso ya está recontra explicado y poco tiene que ver con el "libre examen" de ciertos pseudo-tradicionalistas. El Magisterio es el Magisterio y está ahí para ser cumplido, no está sujeto a discusión... lo contrario es Modernismo, sea de izquierda o de derecha. Incluso el Magisterio Ordinario debe ser obedecido en todo y lo contrario es pecado grave (Pío XII dixit).
Estimado Cruz y Fierro:
ResponderEliminarMons. Brunero Gherardini, fino teólogo toscano, que fuera profesor en varias universidades romanas y consultor de congregaciones romanas, en un sorprendente artículo manifestó:
"Il Papa, infatti, non per il fatto d'esser Papa (simpliciter ex
auctoritate papatus) è in assoluto infallibile. E FORSE VENUTO IL MOMENTO DI RIPETERE CON FRANCHEZZA E FERMEZZA QUANTO GIÀ REITERATAMENTE SI DICHIARÒ NEL RECENTE E LONTANO PASSATO CIRCA LA NECCESITÀ DI LIBERARE IL PAPATO DA QUELLA SPECIE DI "PAPOLATRIA", CHE NON CONCORRE CERTAMENTE AD
ONORARE IL PAPATO E LA CHIESA. Non tutte le dichiarazioni papali sono infallibili, non tutte essendo ad un medesimo livello dogmatico. La magior parte dei discorsi e dei
documenti papali, infatti, anche quando tocca l'ambito dottrinale, contiene insegnamenti comuni, orientamenti pastorali, esortazioni e consigli, che formalmente e contenutisticamente son ben lungi dalla definizione
dogmatica. Nè questa c'è se non presenza delle condizioni
stabilite dal Vaticano I". (Chiesa Viva nº 354, n. 3, pag. 6).
Conservaba esta cita de una vieja polémica con algunos amigos por este mismo tema.
Saludos
Luis María De Ruschi
Coincido con Cruz en lo de la papolatría.
ResponderEliminarSin embargo, todavía no entiendo la ausencia de fundaciones ED. En general todos los países hispánicos fuimos en algo refractarios a la causa de la restauración litúrgica. Pero Argentina era diferente. No se necesita ser un genio ni un piadoso excepcional para obrar como lo hicieron los obispos de EEUU (que no eran precisamente conservadores) y permitieron el crecimiento de la FSSP como "tapón" a la FSSPX. Qué será.
Sin embargo, quisiera saber más sobre "los repetidos intentos de la Fraternidad San Pedro o de los de Gricigliano".
Cruz y Fierro ya me catalogó: soy un modernista de derecha y corro peligro de ir al infierno porque no atiendo en TODO al Magisterio Ordinario. Supongo que allí me encontraré con otros condenados por el mismo problemita: San Atanasio, San Vicente Ferrer y el Cardenal Newman, entre otros. Fumaremos pipa y beberemos whisky, espero.
ResponderEliminarDr. De Ruschi: Gracias por la cita de Gherardini: no la conocía. Por cierto que lo de "papolatría" no es mío, de algún lado lo saqué; lo más probable es que haya sido del anatematizado platense, pero si también lo dice el P. Gherardini la cosa cambia.
Hay un libro muy interesante que trata el tema: "L´ecclésiologie du Haut Moyen Age. De Saint Grégoire le Grand à la désunion entre Byzance et Roma" (Cerf, Paris, 1968). Habría que leerlo, aunque cuando diga el autor paso a ser considerado modernista de izquierda: Ives Congar.
Sacristán: Quizás los intentos no hayan sido muy "repetidos". Sin embargo, me consta que más de una vez los superiores quisieron fundar en Argentina, y otras tantas visitaron el país.
Wanderer:
ResponderEliminarPara nada el escándalo.
Muy recomendable de Yves Congar: “Eclesiología. Desde San Agustín hasta nuestros días”, en SCHMAUS, Michael – GRILLMEIER, Alois - SCHEFFCZYK, Leo: “Historia de los Dogmas”, Tomo III Cuaderno 3 c-d, Bibilioteca de Autores Cristianos (1976) Madrid.
Saludos
Estimado Wanderer:
ResponderEliminarUn sólo apunte a propósito de lo dicho por Cruz y Fierro:
Curiosamente, tanto los "sedevacantistas" como los "modernistas" (no digo que CyF lo sea) tienen el mismo error: para ellos el Papa siempre es infalible.
Con esa aseveración, los modernistas exigen a todos la obediencia ciega a las novedades conciliares.
Con esa aseveración, los sedevacantistas razonan: el Papa siempre es infalible en sus documentos, pero resulta que se equivoca, ergo, no es Papa.
Sin embargo, el Concilio Vaticano I (Constitucion apostólica 'Pastor Aeternus') definió cuándo el Papa es infalible: cuando define, en materia de Fe y Moral, hablando como Pastor Supremo, mandando creer a todos los fieles. O sea, cuando habla "ex-cathedra".
Que se diga por ahí que los Padres conciliares (del Vaticano I) "si hubiesen tenido tiempo hubiesen querido incluir tambien el llamado Magisterio Ordinario" es otra cosa. Queda en un desideratum inverificable que no consta ne ninguna parte...con la nota de infalibilidad.
Se recurre a Humani generis de Pío XII, del 12 de agosto de 1950, en la que dice que tambien fuera del magisterio extraordinario debe entenderse aquella frase de Nuestro Señor "quien a Uds. oye, a Mi me oye". Pero en forma providencial aclara "la mayor parte de las veces"- o sea , no siempre. Lo normal es -y era hasta ese momento en que el Papa escribía- que los Pontífices tuvieran el cuidado de apegarse a la Tradición en ese magisterio (en cuyo caso son infalibles, pero no porque el Espíritu Santo le haya prometido asistencia para esos enunciados no extraordinarios sino porque reiteran "lo que se ha creido siempre y en todas partes" según reza el Conmonitorio de San Vicente de Lerins). Es decir que en ese magisterio puede ocurrir excepcionalmente -es lo que pasó- que se introduzcan errores.
Interesante la cita acerca de la papolatría. Pienso que Benedicto XVI la haría suya. Porque cuando era Prefecto de la CDF firmó un documento que explica las diferentes clases de magisterio y el asentimiento que debemos prestarle.
ResponderEliminarSe me ocurren algunas manifestaciones de "papolatría":
1.- Infalibilizar el magisterio auténtico, llamado aquí ordinario.
2.- Infalibilizar el magisterio pastoral o prudencial.
3.- Ordinarizar el magisterio pastoral, confiriéndole el status de un magisterio auténtico de tipo doctrinal,permanente.
3.- Identificar decisiones disciplinarias con definiciones magisteriales. Muchos documentos contienen combinaciones de ambas que no es fácil distinguir.
4.- Suponer que infalibilidad equivale a impecabilidad.
5.- Pensar que la infalibilidad implica un ejercicio siempre oportuno de las potestades de jurisdicción o de orden.
6.- Creer que las operaciones diplomáticas vaticanas son infalibles.
Seguramente hay más…
De todas maneras, me parece claro que al magisterio no infalible hay que prestarle un asentimiento religioso -no de fe- interno y externo.
Cordiales saludos.
Pablo.
Estimados: Pido disculpas si herí la sensibilidad de alguien. Obviamente no soy quién para llamar modernista a nadie ni lo quise hacer.
ResponderEliminarA ver. Una cosa es tomar cada dicho del Papa como Magisterio infalible. Eso no es lo que yo digo. Si eso es "papolatría", bien. Pero convengamos que en ciertos ambientes, se usa el término en sentido muchísimo más amplio.
El Magisterio Extraordinario es infalible. El Ordinario no lo es. Pero... mientras que si uno no cree un dogma, es un hereje (hablando mal y pronto). Si uno no sigue algún punto del Magisterio Ordinario, uno comete pecado mortal... y esto lo dice, entre otros, S.S. Pío XII en "Humani Generis", como bien saben. Pero obviamente, esto es terreno de la conciencia, así que -como dice Santo Tomás- uno está obligado a actuar en conciencia. Por eso, no puedo (ni lo haría) mandar a nadie al infierno, y menos que menos catalogar a nadie de nada por un comentario en un blog.
Respecto a la cita del Dr. De Ruschi, la conocía; pero también si comenzamos una guerra de citas, podemos traer a colación algunas cuantas de San Ignacio (por nombrar sólo uno) que se acercan bastanta a lo que alguno puede considerar papolatría.
En fin, resumiendo y tratando de explicarme más en unos poquitos párrafos, yo no acuso a nadie de nada, sólo pongo el alerta sobre el abuso del término papolatría para tildar a cualquiera que no se la pase ejercitando el libre examen sobre cada uno de los dichos o acciones de la Santa Sede.
Estimado Cruz y Fierro:
ResponderEliminarme llama la atención tu referencia a una inexistente e indeseada "guerra de citas" aunque es verdad que la mayoría de las veces es imposible discernir intenciones en los comentarios.
El envío del comentario de Mons. Gherardini (publicado dentro un extenso artículo referido al alcance dogmático de las canonizaciones, tema ríspido si los hay) tenía la sola intención de aportar una voz autorizada y cercana en el tiempo sobre la expresión "papolatría", que es verdad puede sonar bastante luterana.
Los grados del magisterio y sus alcances es uno de los temas más debatidos en los medios tradicionalistas. Acabo de ver en Le Forum Catholique la publicidad de un nuevo libro de Bernard Lucien sobre el tema, acompañado de un comentario del P. de Bligniéres que vale la pena.
Bernard Lucien ya ha publicado dos trabajos sobre este tema: uno en su etapa sedevacantista y otro en la revista Sedes Sapientia. Poseo el ejemplar, si alguno quiere las fotocopias, hágamelo saber. Es muy esclarecedor.
En fin, solo eso.
Saludos
Luis María De Ruschi
Perdón, la expresión "guerra de citas" no fue feliz. Abrí el paraguas y no había lluvia.
ResponderEliminarPerdón de nuevo y muchas gracias por la aclaración.
Gracias a todos por los esclarecedores aportes acerca del magisterio ordinario, ocasionados por un post escrito a las apuradas como respuesta a la pregunta de un amigo peruano.
ResponderEliminarMe parece particularmente interesante el comentario de LHD: la papolatría es un argumento que usan, según convenga, tanto los de un lado como los del otro. ¿Será que, también en esto, la virtud está en el "mesotes"?
Una aclaración que me parece importante: la división del Magisterio en ordinario y extraordinario es correcta y ha sido empleada tanto por el Magisterio como por reputados teólogos.
ResponderEliminarSin embargo, tiene un peligro: considerar que la infalibilidad se da sólo en el Magisterio extraordinario.
Por lo que, según mi entender, y la opinión de buenos teólogos, parece mejor emplear la siguiente división básica:
- magisterio auténtico = no infalible
- magisterio definitivo = infalible
Luego, hay muchas consideraciones sobre el objeto, los sujetos, los modos de expresión, el grado de asentimiento debido, la dimensión moral y jurídica de ese asentimiento, el problema del disenso, etc.
Si alguien tiene interés en leer sobre el asunto, tengo un archivo pdf con un profundo y actualizado estudio teológico-canónico sobre el particular. Puede escribirme a albgar2000 @ yahoo.com
Cordiales saludos.
Pablo.
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