Un par de lectores atentos me hicieron una juiciosa observación acerca de una afirmación vertida en la última entrada que daba lugar a graves equívocos. La urgencia del medio y la informalidad que promueve un blog, dan pie a que se escapen imprecisiones y se descuide la exactitud de los términos.
Concretamente, cuando dije que la Iglesia no es una entidad real concreta, lo hice en referencia a la primera afirmación: que el Espíritu Santo inspira a los hombres de la Iglesia, y no a la Iglesia como tal. Acuerdo que, dicha sin más, es una afirmación nominalista y, por cierto, muy alejada del neoplatonismo que despierta mis moderadas simpatías.
Pero la respuesta a la objeción de don Diego, y los extensos e interesantes comentarios de Ludovico y de P.L. exigen de mi parte, un post más elaborado y no un mero remiendo. Es por eso que suprimí el publicado y, pronto vendrá el definitivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario