Un amigo me ha enviado la siguiente reflexión de, según dice, un psiquiatra de Salamanca. Vale la pena...
Las últimas declaraciones públicas de Monseñor Fellay me parecen no desafortunadas, sino desafortunadísimas. No quiere decir esto que un servidor se “enfrente” ahora a la Hermandad Sacerdotal de San Pío X (HSPX), porque ya hay –incluído en el círculo próximo a Monseñor- quien le dirá semejante estupidez, cualesquiera que sean las voces críticas –sensatas o insensatas, fundamentadas o no, cabales o enloquecidas- que puedan surgir alrededor. De mi defensa de la HSPX ya di cuenta desde esta misma atalaya, así que no voy a insistir.Como no soy ningún religioso, ni miembro de ninguna Orden Tercera, ni estoy inscrito en ninguna tenida, ni soy cliente de tugurios y antros de mal vivir, ni tengo sarpullidos aparicionistas ni sarampiones modernistas, ni nada ... y encima soy algo anticlerical, me voy a permitir llamar ciertas cosas por su nombre. Y como quiero a la HSPX, no voy a permanecer callado.
De hecho mi crítica es más por forma que por fondo.
Cierto, en materia de fondo la Hermandad de San Pío X ha mantenido una postura tan sólida doctrinalmente como aburrida y falta de originalidad. La Tradición de siempre, sin virajes ni adulteraciones, ha sido el bastión sobre el que descansa la postura de la HSPX. A Dios gracias. Y que así sea muchos años. Y no menos cierto ha sido que la Jerarquía, Roma misma, ha actuado de una manera tan injusta como cruel en ocasiones contra la Tradición. De esto último las pruebas son contundentes porque la travesía en el desierto durante los Pontificados de esos dos tahúres eclesiásticos de Pablo VI y de Juan Pablo II ha sido durísima.
Sin embargo decir, o insinuar, que en Roma no han cambiado las cosas es no darse cuenta de lo obvio. Si hasta en las formas ha habido cambios. Ahora en los alrededores de Roma se puede entrar en tiendas de objetos religiosos y ver una orfebrería y unas ropas litúrgicas dignas de dicho nombre, por decir algo de menor calibre; cuando estos mismos sitios durante el Pontificado de Juan Pablo II eran antros lóbregos de feísmo. Negar por otro lado que el Motu Proprio no cambia el status quo, no es ya negar: es ser refractario a la realidad.
¿Dónde está el cambio? Pues pura, lisa y llanamente en el Papa. Que Su Santidad Benedicto XVI no es perfecto, ya lo sabemos. Que no es el Papa que en puridad se podría soñar, no lo es menos. Pero es el Papa. Es el Vicario de Cristo y la Piedra sobre la que se edifica la Iglesia. ¿Cree acaso Fellay que el próximo Papa estando como está el mundo va a ser como Benedicto XVI? Que no lo sueñe. Benedicto XVI es lo mejor que le ha podido pasar a la Tradición en los tiempos que corren y sólo pertenece a los arcanos del Espíritu Santo la fortaleza que tuvo que insuflar al Santo Padre para que pudiera acometer el Motu Proprio con la pléyade de enemigos tan formidables que tiene la Tradición dentro de la Iglesia. ¿Cree honestamente Monseñor Fellay que una crisis de 40 años, como poco, se va a resolver en un abrir y cerrar de ojos?
¿Qué pasa con el Santo Padre? ¿Qué sería mejor que optase por una filosofía más escolástica y se dejase de monsergas fenomenológicas? Sin duda. ¿Qué sería mejor –si es que puede y está de su mano, pues Roma está desbocada- que hubiera hecho otros nombramientos de los que ha hecho? Sin duda. ¿Qué sería mejor que fuera más alto, más guapo, más joven, más fornido y con menos problemas de corazón? También; sin duda. Etcétera.
Pero el quicio de esta cuestión no radica es querer un Santo Padre hecho a nuestra medida. El hecho es analizar con realismo, objetividad y un mínimo de frialdad lo que el Santo Padre ha hecho. Para empezar del Ratzinger de 1965 tiene, a Dios gracias, muy poco que ver con Benedicto XVI. Ha habido un camino de Damasco del Santo Padre y él lleva clavadas dos espinas en su haber, espinas de las que tardando no mucho habrá de responderle a Dios: su dudoso comportamiento en Fátima en relación al Tercer Secreto y su participación en la inicua “excomunión” de Lefebvre. Añádase su terca voluntad, como buen teutón. Fellay no puede negar que el Papa mira con simpatía la Tradición. No es sólo el Motu Proprio. Son montones de hechos. Sus libros, queriendo volver a los esquemas de la Liturgia de siempre (p. ej., su insistencia en decir la Misa mirando hacia el Sagrario, lo cual lo ha materializado). Su empeño en mantener un diálogo abierto con la Tradición. Sus Encíclicas, que revelan una fundamentación tradicional y ya no son aquellos tochos infumables escritos por algún plumífero chikilicuatre cuyas únicas referencias eran al Vaticano II (¡malditos tautólogos!). Etc.
Con todo ese bagaje la peregrina idea de Monseñor Fellay de insinuar que las puertas están cerradas con Roma resulta en una afrenta a la razón y una temeridad culpable. Parece participar Fellay de ese sentimiento tan frecuente en la Tradición de que la solución a todo este problema es divina, cuasi-mística. En todo caso, es una solución súbita. Pues no. En primer lugar ayudémonos nosotros mismos, que Dios nos ayudará. La crisis de la Iglesia, mejor comprendida por la HSPX que por ningún otro sector de la Tradición, tiene ya 40 años como poco y pensar que la solución a la misma va a ser fulminante es pueril.
No sé si todo esto obedece a una especie de táctica ad hoc, quizás estrategia, por parte de Monseñor Fellay. Si así fuera, está tensando la cuerda con Roma en exceso. Peligrosamente diría. Tengo para mí que si esto es un juego táctico Fellay está sobreestimando sus cartas. Como los clérigos cuando dicen “caramba” en realidad quieren decir “coño” dar la callada por respuesta equivale a mandar a tomar por saco. Y eso, mi querido Monseñor Fellay, equivale en diplomacia a una declaración de guerra. Estoy seguro que la siempre admirable nación suiza está contentísima de que Monseñor Fellay no decidiera hacer carrera diplomática. A juzgar por los hechos uno acaba por inferir que si Fellay decidiera secularizarse -¡líbrenos Dios!- su status en la diplomacia sería no sólo el de desempleado, sino el de desempleable. Desempleable vitalicio, debiera añadir.
Que nadie se engañe. El Papa es muy listo. Tiene una mente académica privilegiada y penetrante. Y tiene no sólo conciencia de autoridad sino que sabe cómo ejercerla, con autoritarismo incluso. No va a tolerar en asuntos de su jurisdicción directa, y la situación de la Tradición es uno de ellos, que la gente haga lo que le dé la gana, como le dé la gana y cuando le dé la gana. Para eso es Papa y para eso es bávaro.
Han de darse situaciones muy graves, gravísimas, para que uno tenga que optar por desafiar al Papa. A San Marcel Lefebvre (sí, Santo, aunque no lo quieran canonizar por el momento) no le quedó más remedio. Y bien a su pesar. Porque Monseñor Lefebvre, formado como estaba en un Seminario de Roma, y no en un tugurio jansenista de esos que proliferan en Francia, sí tenía absolutamente clara la necesidad de la Romanitas, virtud que en mayor o menor medida debe adornar a todo católico. Sin excepción.
A muchos tradicionalistas nos gustaría que nos explicaran los prebostes de la HSPX cómo es posible seguir con una posición frente a Roma idéntica a la que –muy a su pesar- tuvo que ejercer Monseñor Lefebvre cuando es posible que las peticiones del Santo Obispo de entonces puedan ser atendidas hoy día. ¿Por qué no se hace el saludable ejercicio de ver qué quería concreta y específicamente Monseñor Lefebvre en 1988 –cuando le negaron todo, hasta el aire- y qué se ofrece por parte de Roma a la Tradición hoy día? A ver si va a resultar que lo que el Fundador de la Hermandad de San Pío X quería en 1988 sí es plausible conseguirlo hoy.
¿O es que Monseñor Fellay quiere montar la fiesta por su cuenta? Ya sé que la HSPX no es herética. Ni cismática. Pero maldita la gracia que nos hace a algunos una actitud, una forma, más en concordancia con lo cismático que con lo verdaderamente católico.
Algunos de nosotros estamos ya hartos (y, ¡vive Dios!, que el cuerpo me pide expresar esta idea de un modo mucho más castizo) de que aquí se dé por zanjada la cuestión. ¿No es también tradición de la Iglesia el solucionar mediante el diálogo esta cuestión? ¿Puede decir Monseñor Fellay con el corazón en la mano si ha encontrado acaso una recepción y una disposición por parte de Roma mejor que las actuales no ya sólo durante sus mandatos como Superior de la HSPX, sino durante toda la historia de la HSPX?
De los Obispos de la HSPX no sabe uno ya qué pensar. Monseñor de Galarreta, un hombre de oración y garra contemplativa como pocos, desaparecido en combate. Monseñor Tissier de Mallerais, profundo y con una gravitas que ya quisiéramos para todo el Episcopado, subido en el ficus, como de costumbre. Y Monseñor Williamson (me disculparán si tengo una debilidad especial por éste por lo listo, lo listísimo que es) haciendo de las suyas, de enfant terrible, últimamente más de enfant que de terrible, para orgullo suyo, vergüenza de muchos y desgracia de todos.
Y todos ellos haciendo mutis por el foro.
Y yo sigo preguntándome: ¿Cómo se explica que un hombre de naturaleza afable y que rezuma amabilidad como Fellay se nos haya vuelto autista? ¿Por ventura es mudo? ¿O simplemente su última Carta es un ejercicio de gilipollez sublime? ¿O acaso un farol de póker de poca monta?¡Señores Obispos de la Tradición! ¡Despierten! ¿Nos oyen? Hello! Estamos aquí. Somos fieles de a pie que estamos en la Tradición porque queremos ser romanos, cien mil veces -infinitamente- más romanos que los modernistas, no porque queramos permanecer en el limbo del no man’s land por toda la Eternidad. Si somos católicos, Roma es nuestro sitio. Queremos estar bajo la férula de Roma porque como católicos tradicionales que somos queremos joder desde dentro, no obligados a estar jodidos y fuera.
Me temo que uno no puede dar la callada por respuesta a Roma. Quizás en circunstancias excepcionalísimas. Y ahora no se dan. Por tanto, con el debido respeto (pero si hace falta sin ningún respeto también), me atrevo a invitar a Monseñor Fellay a que hable con quien sea menester y a que se llegue –con todas las seguridades y garantías, que eso es el oficio de Fellay- a una solución para que la Tradición esté regularizada dentro de la Iglesia oficial (pues de la Iglesia Mística algunos se tendrían que preguntar quién está dentro y quién fuera). Y que no sobrestime sus bazas ni minusvalore el poder del Vicario de Cristo.
No habrá muchas posibilidades en el futuro de poder regularizar la situación con Roma. Vienen tiempos duros, de hierro.
Ni Monseñor Fellay ni ningún Obispo ni clérigo de la Tradición puede dejar a los simples fieles tirados. Por culpa de esta circunstancia algunos llevamos padeciendo lo indecible. Lo natural para un católico es estar bajo el manto protector de Roma. Lo contranatural es estar a la intemperie, particularmente si no hay necesidad grave de estarlo.
¡Viva la Hermandad de San Pío X! ¡Viva el Papa!
Rafael Castela Santos
De hecho mi crítica es más por forma que por fondo.
Cierto, en materia de fondo la Hermandad de San Pío X ha mantenido una postura tan sólida doctrinalmente como aburrida y falta de originalidad. La Tradición de siempre, sin virajes ni adulteraciones, ha sido el bastión sobre el que descansa la postura de la HSPX. A Dios gracias. Y que así sea muchos años. Y no menos cierto ha sido que la Jerarquía, Roma misma, ha actuado de una manera tan injusta como cruel en ocasiones contra la Tradición. De esto último las pruebas son contundentes porque la travesía en el desierto durante los Pontificados de esos dos tahúres eclesiásticos de Pablo VI y de Juan Pablo II ha sido durísima.
Sin embargo decir, o insinuar, que en Roma no han cambiado las cosas es no darse cuenta de lo obvio. Si hasta en las formas ha habido cambios. Ahora en los alrededores de Roma se puede entrar en tiendas de objetos religiosos y ver una orfebrería y unas ropas litúrgicas dignas de dicho nombre, por decir algo de menor calibre; cuando estos mismos sitios durante el Pontificado de Juan Pablo II eran antros lóbregos de feísmo. Negar por otro lado que el Motu Proprio no cambia el status quo, no es ya negar: es ser refractario a la realidad.
¿Dónde está el cambio? Pues pura, lisa y llanamente en el Papa. Que Su Santidad Benedicto XVI no es perfecto, ya lo sabemos. Que no es el Papa que en puridad se podría soñar, no lo es menos. Pero es el Papa. Es el Vicario de Cristo y la Piedra sobre la que se edifica la Iglesia. ¿Cree acaso Fellay que el próximo Papa estando como está el mundo va a ser como Benedicto XVI? Que no lo sueñe. Benedicto XVI es lo mejor que le ha podido pasar a la Tradición en los tiempos que corren y sólo pertenece a los arcanos del Espíritu Santo la fortaleza que tuvo que insuflar al Santo Padre para que pudiera acometer el Motu Proprio con la pléyade de enemigos tan formidables que tiene la Tradición dentro de la Iglesia. ¿Cree honestamente Monseñor Fellay que una crisis de 40 años, como poco, se va a resolver en un abrir y cerrar de ojos?
¿Qué pasa con el Santo Padre? ¿Qué sería mejor que optase por una filosofía más escolástica y se dejase de monsergas fenomenológicas? Sin duda. ¿Qué sería mejor –si es que puede y está de su mano, pues Roma está desbocada- que hubiera hecho otros nombramientos de los que ha hecho? Sin duda. ¿Qué sería mejor que fuera más alto, más guapo, más joven, más fornido y con menos problemas de corazón? También; sin duda. Etcétera.
Pero el quicio de esta cuestión no radica es querer un Santo Padre hecho a nuestra medida. El hecho es analizar con realismo, objetividad y un mínimo de frialdad lo que el Santo Padre ha hecho. Para empezar del Ratzinger de 1965 tiene, a Dios gracias, muy poco que ver con Benedicto XVI. Ha habido un camino de Damasco del Santo Padre y él lleva clavadas dos espinas en su haber, espinas de las que tardando no mucho habrá de responderle a Dios: su dudoso comportamiento en Fátima en relación al Tercer Secreto y su participación en la inicua “excomunión” de Lefebvre. Añádase su terca voluntad, como buen teutón. Fellay no puede negar que el Papa mira con simpatía la Tradición. No es sólo el Motu Proprio. Son montones de hechos. Sus libros, queriendo volver a los esquemas de la Liturgia de siempre (p. ej., su insistencia en decir la Misa mirando hacia el Sagrario, lo cual lo ha materializado). Su empeño en mantener un diálogo abierto con la Tradición. Sus Encíclicas, que revelan una fundamentación tradicional y ya no son aquellos tochos infumables escritos por algún plumífero chikilicuatre cuyas únicas referencias eran al Vaticano II (¡malditos tautólogos!). Etc.
Con todo ese bagaje la peregrina idea de Monseñor Fellay de insinuar que las puertas están cerradas con Roma resulta en una afrenta a la razón y una temeridad culpable. Parece participar Fellay de ese sentimiento tan frecuente en la Tradición de que la solución a todo este problema es divina, cuasi-mística. En todo caso, es una solución súbita. Pues no. En primer lugar ayudémonos nosotros mismos, que Dios nos ayudará. La crisis de la Iglesia, mejor comprendida por la HSPX que por ningún otro sector de la Tradición, tiene ya 40 años como poco y pensar que la solución a la misma va a ser fulminante es pueril.
No sé si todo esto obedece a una especie de táctica ad hoc, quizás estrategia, por parte de Monseñor Fellay. Si así fuera, está tensando la cuerda con Roma en exceso. Peligrosamente diría. Tengo para mí que si esto es un juego táctico Fellay está sobreestimando sus cartas. Como los clérigos cuando dicen “caramba” en realidad quieren decir “coño” dar la callada por respuesta equivale a mandar a tomar por saco. Y eso, mi querido Monseñor Fellay, equivale en diplomacia a una declaración de guerra. Estoy seguro que la siempre admirable nación suiza está contentísima de que Monseñor Fellay no decidiera hacer carrera diplomática. A juzgar por los hechos uno acaba por inferir que si Fellay decidiera secularizarse -¡líbrenos Dios!- su status en la diplomacia sería no sólo el de desempleado, sino el de desempleable. Desempleable vitalicio, debiera añadir.
Que nadie se engañe. El Papa es muy listo. Tiene una mente académica privilegiada y penetrante. Y tiene no sólo conciencia de autoridad sino que sabe cómo ejercerla, con autoritarismo incluso. No va a tolerar en asuntos de su jurisdicción directa, y la situación de la Tradición es uno de ellos, que la gente haga lo que le dé la gana, como le dé la gana y cuando le dé la gana. Para eso es Papa y para eso es bávaro.
Han de darse situaciones muy graves, gravísimas, para que uno tenga que optar por desafiar al Papa. A San Marcel Lefebvre (sí, Santo, aunque no lo quieran canonizar por el momento) no le quedó más remedio. Y bien a su pesar. Porque Monseñor Lefebvre, formado como estaba en un Seminario de Roma, y no en un tugurio jansenista de esos que proliferan en Francia, sí tenía absolutamente clara la necesidad de la Romanitas, virtud que en mayor o menor medida debe adornar a todo católico. Sin excepción.
A muchos tradicionalistas nos gustaría que nos explicaran los prebostes de la HSPX cómo es posible seguir con una posición frente a Roma idéntica a la que –muy a su pesar- tuvo que ejercer Monseñor Lefebvre cuando es posible que las peticiones del Santo Obispo de entonces puedan ser atendidas hoy día. ¿Por qué no se hace el saludable ejercicio de ver qué quería concreta y específicamente Monseñor Lefebvre en 1988 –cuando le negaron todo, hasta el aire- y qué se ofrece por parte de Roma a la Tradición hoy día? A ver si va a resultar que lo que el Fundador de la Hermandad de San Pío X quería en 1988 sí es plausible conseguirlo hoy.
¿O es que Monseñor Fellay quiere montar la fiesta por su cuenta? Ya sé que la HSPX no es herética. Ni cismática. Pero maldita la gracia que nos hace a algunos una actitud, una forma, más en concordancia con lo cismático que con lo verdaderamente católico.
Algunos de nosotros estamos ya hartos (y, ¡vive Dios!, que el cuerpo me pide expresar esta idea de un modo mucho más castizo) de que aquí se dé por zanjada la cuestión. ¿No es también tradición de la Iglesia el solucionar mediante el diálogo esta cuestión? ¿Puede decir Monseñor Fellay con el corazón en la mano si ha encontrado acaso una recepción y una disposición por parte de Roma mejor que las actuales no ya sólo durante sus mandatos como Superior de la HSPX, sino durante toda la historia de la HSPX?
De los Obispos de la HSPX no sabe uno ya qué pensar. Monseñor de Galarreta, un hombre de oración y garra contemplativa como pocos, desaparecido en combate. Monseñor Tissier de Mallerais, profundo y con una gravitas que ya quisiéramos para todo el Episcopado, subido en el ficus, como de costumbre. Y Monseñor Williamson (me disculparán si tengo una debilidad especial por éste por lo listo, lo listísimo que es) haciendo de las suyas, de enfant terrible, últimamente más de enfant que de terrible, para orgullo suyo, vergüenza de muchos y desgracia de todos.
Y todos ellos haciendo mutis por el foro.
Y yo sigo preguntándome: ¿Cómo se explica que un hombre de naturaleza afable y que rezuma amabilidad como Fellay se nos haya vuelto autista? ¿Por ventura es mudo? ¿O simplemente su última Carta es un ejercicio de gilipollez sublime? ¿O acaso un farol de póker de poca monta?¡Señores Obispos de la Tradición! ¡Despierten! ¿Nos oyen? Hello! Estamos aquí. Somos fieles de a pie que estamos en la Tradición porque queremos ser romanos, cien mil veces -infinitamente- más romanos que los modernistas, no porque queramos permanecer en el limbo del no man’s land por toda la Eternidad. Si somos católicos, Roma es nuestro sitio. Queremos estar bajo la férula de Roma porque como católicos tradicionales que somos queremos joder desde dentro, no obligados a estar jodidos y fuera.
Me temo que uno no puede dar la callada por respuesta a Roma. Quizás en circunstancias excepcionalísimas. Y ahora no se dan. Por tanto, con el debido respeto (pero si hace falta sin ningún respeto también), me atrevo a invitar a Monseñor Fellay a que hable con quien sea menester y a que se llegue –con todas las seguridades y garantías, que eso es el oficio de Fellay- a una solución para que la Tradición esté regularizada dentro de la Iglesia oficial (pues de la Iglesia Mística algunos se tendrían que preguntar quién está dentro y quién fuera). Y que no sobrestime sus bazas ni minusvalore el poder del Vicario de Cristo.
No habrá muchas posibilidades en el futuro de poder regularizar la situación con Roma. Vienen tiempos duros, de hierro.
Ni Monseñor Fellay ni ningún Obispo ni clérigo de la Tradición puede dejar a los simples fieles tirados. Por culpa de esta circunstancia algunos llevamos padeciendo lo indecible. Lo natural para un católico es estar bajo el manto protector de Roma. Lo contranatural es estar a la intemperie, particularmente si no hay necesidad grave de estarlo.
¡Viva la Hermandad de San Pío X! ¡Viva el Papa!
Rafael Castela Santos
Estimado Wanderer
ResponderEliminarEste artículo apareció hace unas semanas atrás en el blog del autor, Rafael Castela Santos, que se llama A Casa Sarto. Dicho sea de paso tiene varias reflexiones muy buenas.
Se puede acceder desde un link en Cruz y Fierro
La razón de esas declaraciones es la misma que para provocar el cisma que produjo el mla llamado sanro Lefevre y no es otra que la soberbia.
ResponderEliminarLa mayor de las razones no justifica la descomunión porque esta es la primera de las razones del cristianismo.
Aunque no me guste Martini, creo que tiene mucha razón en sus última aseveraciones de que el gran mal del clero (sobre todo del episcopal) es el protagonismo.
A mí si me gusta JPII y creo que fue un gran defensor de la Tradición, que no arranca en Trento, siendo mu válido, si no mucho antes.
Me parece que el autor desconoce la formación de nuestro Santo Padre. Fue alumno de la escuela hegeliana (como buen alemán que es), por eso no es de extrañar que quiera conciliar su tesis (Concilio Vaticano II) con la antítesis (Tradición)para hacer una síntesis. Basta ver su primera encíclica con atención. El hecho de que parezca un acercamiento, NO SIGNIFICA que quiera irse para la Tradición. Lo que Él busca, es una SINTESIS (hegelianamente hablando), que ciertamente es mejor que el CVII, pero no es, ni va a ser nuna la Tradición, ni va a alejar los nubarrones que cubren hoy a la Iglesia.
ResponderEliminarLo que dice Fellay, no es para juzgarlo a la ligera... Gracias a Dios y María Santísima, él ha evitado que termináramos como en Campos (Brazil). No hay que ser tan soberbio y juzgar sin conocimiento de toda la causa. Pregunto ¿Conoce el autor de tan temeraria nota, somo van las negociaciones? Creo que las desconoce... y bastante
Finalmente, y para no explayarme en demasía en vuestro reconocido blog, disiento y repudio lo que dijo de SER Mons. Williamson. Él ha abierto el Seminario Internacional de La Reja para todos, al organizar jornadas de Humanidades. En ella se instruye a los jóvenes en Música,Historia, Iconografía, etc. Esto no merece, ni en lo más mínimo un reproche o minimizar tan loable labor en la educación de los jóvenes (Educar al que no sabe, ¿no es una obra de Misericordia? Si, ¿no?).
En fin, creo que el principal problema de los católicos hoy es estar peleado entre nosotros (HSSPX, IVE, etc). Y lo que ha escrito este muchacho temerario no suma. Que recurra al Instituto del Buen Pastor (rama escindida de la HSSPX) si es que no se encuentra cómodo con S.E.R. Mons. Fellay. La Providencia, creo yo, lo mantiene en salud y Gracia, para defensa de la Tradición Católica. Dios va a ser quien juzgue, no un psiquiatra
Viva Benedicto XVI, viva la Hermandad San Pío X
En Cristo y María
Me resulta francamente asombrosa la monumetal simplificación del pensamiento propio de la FSSPX, y más asombroso aún que puedan convencer a alguien con tales argumentos.
ResponderEliminarBenedicto XVI es alemán, ergo es hegeliano, ergo es dialéctico, ergo quiere hacer una síntesis utilizando a la Tradición como tesis y al CVII como antítesis, ergo es malo.
¿Benedicto XVI es alemán? Definitivamente lo es.
¿Benedicto XVI es hegeliano? Seguramente conoce a Hegel y probablemente adhiera a alguno de sus postulados.
¿Hegel es malo? No puede ser condenado en bloque, más allá que se disiente con muchos o con la mayor parte de sus principios.
¿La dialéctica es mala? La dialéctica marxista ciertamente lo es. La diálectica en general, no sé. Habría que preguntarle a Platón, que fue el primero que la formuló. Y me parece que ese muchacho muy tonto no era.
¿Es verdad que el Papa busca lograr esta nueva síntesis? ¿Cómo saberlo? ¿Se lo confió a alguien? ¿La FSSPX tiene espías en el Vaticano con acceso al despacho pontificio? ¿Algún miembro de sus miembros puede leer los pensamientos ajenos? ¿Algunos de sus miembros está afiebrado y alucina?
¿Williamson educa? Si tener a 60 jóvenes una semana al años escuchando conferencias sobre el poder internacional del dinero, los Rostchild, la Banca Morgan, el poder judío, la sinarquía y la inexistencia de los dinosaurios es educar, entonces educa. Para mí que eso es un mejunje con partes iguales de adoctrinamiento trasnochado y manija disparatada, con aditivos de música clásica que entra por oído y sale por el otro.
¿De qué otro modo podía terminar un comentario la FSSPX sino con vivas al Papa, al ángel de la guarda, a Santa Rita, a la Patria y Rosas?
Eso no es pensar.
Para childerico: Parece que no ha leido con detenimiento a Benedicto XVI en su primera encíclica. ¿Además cuando dije yo que la dialéctica era mala? Fue una contestación al autor de la nota... lo que "parece ser" (que Benedicto XVI haga tal o cual cosa por la Tradición) no significa que lo "sea". No dije NUNCA que fuera malo la dialectica ( a pesar que la filosofía predominante en la Iglesia es el realismo aristotélico-tomista). Admiro su gran imaginación.
ResponderEliminarPor otro lado, no se necesita tener ni espías ni nada en ningún lado, basta leer y esquematizar los textos, nada dificil. Hay que leer un poquito nomás...
Finalmente, S.E.R. Mons Williamson y sus jornadas de humanidades: ésta es la primera vez que va a tocar temas económicos. En las anteriores, a las cuales asisití, no se trataron tales temas. Se trató de Literatura, por ej. ¿Sabía ud que Mons es especialista en Shakespare? También de música ¿Sabía que vienen músicos a enseñar? Dudo mucho de la buena fe del que puso en tela de juicio la labor de Mons. El cumple, si a uno le entra o no, Dios pedirá cuenta después a cada uno, pero no a Mons. Ya que estoy lo invito al AÑO de humanidades, y verá que es lo que se enseña. Quizás vos, sinceramente aprendas algo.
Sobre los vivas, entre los católicos es muy común ¿sabías?
Notable lo de Williamson. Creo que le haré una visita a fin de que me explique quien es Shakespare, autor desconocido si los hay.
ResponderEliminarYa basta de tantos especialistas en Shakespeare! Por fin uno que busca la innovación!
Realmente me da pena ver que en varios de los sitios autodenominados católicos la tónica prevaleciente es la pelea intraeclesial (por llamarla)donde supuestas facciones (todas poseedoras o arrendatarias permanentes de la verdad)sacan sus mas socarronas armas verbales y se arañan unas a otras como viejas cabareteras caidas en desgracia!
ResponderEliminarHermanos y Hermanas : No se dan cuenta de que raramente produzca algún fruto bueno tanta saña teñida de ironía que mas los hace aparecer como una secta de trotskistas protestantes (valga el brulote)?
No se aprecia demasiada caridad fraternal ni siquiera la búsqueda de la Verdad sino (como se dice en otra nota)un intelectualismo masturbatorio y esterilizante.
Saludos en Cristo
R.S
Ni Mons. Fellay ni ninguno de los otros miembros de la FSSPX tiene interés alguno en arreglar su situación con Roma porque según ellos es ésta la que debe convertirse, no ellos. Dios los ayude y libre de semejante soberbia.
ResponderEliminarExcelente lo de Childerico. Estas gentes lamentablemente (no sé si decir más bien afortunadamente) tienen una esencia tan sectaria que generan un natural rechazo o al menos desconfianza en el común de las gentes, su comportamiento cuasi (o no tan cuasi en muchos de ellos) patológico es tan inadecuado a la realidad y su poca seriedad instelectual es tan poca que terminan siendo un simple grupo pintoresco al que nadie toma en serio. Fíjense, desde el concilio han pasado ya más de cuarenta años, logros de estos sectores: nulos. Es cierto, 40 años no es nada, tal vez haya que esperar los 400 años que los israelitas estuvieron en el exilio ...
ResponderEliminarSe te va la mano Fellay, no es completamente liberal, ni totalmete contradictorio como vos decís. Hay una enorme coherencia en lo que él dice. Cundo habla, uno lo siente cercano, aparece como preocupado por cada uno, es un buen pastor universal. Sí...concede.. pero hacer lo contrario sería pasar ya a las catacumbas, será que aún no es el tiempo.
ResponderEliminarAdemás, ustedes si aceptan a Roma ya dejan de ser la máxima autoridad,tienen que subordinarse a Roma y eso debe costar un Perú, decimos por aquí. Algunos de ustedes o muchos vivieron en el cisma - o como vosotros llaméis a vuestra peculiar situación- mucho tiempo, en algunos casos buena parte de la vida.
La sóla presencia de Benedicto diluyó tantos rumores sedevacantistas, como arreciaron hasta no hace mucho entre nosotros.
Fellay, oíme ¡Viva el Papa! vos y yo lo recordamos "cotidie" en el "una cum."
Debe ser duro dejar de "obedecerse"
Los defensores de la FSSPX no dejan de enterrarse tratando de refutar el ecelente comentario de Childerico. Al amigo lefe no se le ocurre nada mejor que decir: "( a pesar que la filosofía predominante en la Iglesia es el realismo aristotélico-tomista)". Destaco, en primer lugar, el cliché de "aristotélico-tomista", expresión inexacta, antigua y ya dejada justamente en el olvido por los que algo entienden del pensamiento de Tomás de Aquino. Sólo un lefe podía seguir usándola.
ResponderEliminarY, luego, que el tomismo es la filosofía preponderante en la Iglesia. Por cierto que de la actual no lo es. Basta darse un paseísto por los centros teológicos romanos para darse cuenta. Si se refiere a la Iglesia "tradicional", según lo que los lefes entienden por tal, es decir, la Iglesia de los años ´50, podía concederse. Pero la preponderancia apenas si se mantuvo un siglo. Preponderante a nivel temporal ha sido el "platonismo-agustinista", si queremos seguir con los cliché, que se mantuvo hasta el siglo XVIII, al menos.