Jack Tollers me mandé estra crónica de su atribulada traducción de la vida de R. Knox, que nos debe.
Hacia el final menciona un texto de Evelyn Waugh que es magnífico. No diría que es antikukú, que lo es, sino que es plenamente humano, y tranquiliza el ánimo. Sin embargo, lo reservo para publicarlo luego, para ahorrar material y crear expectativa.
Recomiendo vivamente, y una vez más, la "Catena argentea" de Tollers. Excelente!
Estimados amigos de Wanderer, de Evelyn Waugh o de Ronald Knox (y, ¿por qué no?, de ambos tres):
Y como lo prometido es deuda y en este mismo blog había prometido traducir el “Ronald Knox” de Evelyn Waugh, permítanme darles parte del asunto y cómo va la cosa.
Voy por el primer tercio, unas cuarenta mil palabras¾¾y eso que me precio de traducir con cierta velocidad. No en este caso, sin embargo, tal vez por las dificultades de la vida, de mi avanzada edad, de mi precario estado de salud, o de las complejidades intrínsecas del texto¾¾o tal vez por algunas penas adicionales que me he tomado. Por ejemplo, con la ayuda del Sr. Google he ido “anotando” todos los preciosismos, localismos y extraños modismos británicos de fines del s. XIX y principios del XX de la Haute Societé inglesa (Eton, Balliol College, Oxford, etc...). Las notas ya rebasan el centenar, pero van al pie de página y no es obligación leerlas. Y cuando se “publique” el texto el lector las podrá suprimir si quiere, sencillamente. Ahora, antes de eso, sepa que yo no sabía que sabía tan poco y me doy cuenta de que antes uno leía y se salteaba tanto detalle, desesperado de averiguar de qué se trata, uno por uno. Con el Sr. Google es tan fácil: qué sé yo, averiguar que Eaton Place no es el nombre de una mansión, sino de una paqueta calle londinense, que “Divvers” era un examen de Teología que si no lo aprobabas no egresabas de Oxford (abolido circa 1920), etc...
Me divierto, no lo puedo negar. Y aprendo. Y aprendo a escribir en castellano (que es tan, pero tan difícil). Y me involucro en la vida de Ronnie Knox, pero le sigo el alma a Evelyn Waugh también, cómo no (más de una vez, tengo la fortísima impresión de que escribió esta biografía antes que “Brideshead” y no, y no). Y veo el efecto que tuvo Newman, y me emociono, y todo ese mundo que se fue... Uno ve claro como las dos Guerras (civiles que dice Nolte) terminaron con Europa y todo lo que se perdió y me dan ganas de llorar... y a veces, no crean...
Y luego, me duele la espalda, y tengo ganas de escribir cosas propias, o meterle más pata a mi Catena (el Cap. III está a las puertas) y no pocas veces aparece una vieja vocecita que no falla, que no falla en repetirme al oído “Y todo esto ¿para qué? ¿para qué diablos?”. La conozco bien, pues me acompañó a lo largo de seis penosos años cuando me aboqué a otra obra que a los diablos no les gustó ni aca.
¿Qué más, estimado Wanderer? Que, mejorando lo presente, sin dudas es éste el mejor libro de Waugh (siempre que excluyamos su narrativa, que a esa no hay con qué darle). ¡Y cómo quería a Oxford, a Inglaterra y, me atrevo a decir, a la pobre Iglesia Anglicana! Tanto como otros grandes conversos como Gerald Manley Hopkins, como Benson, como Knox, como el propio Newman (hay otros que no le guardaban la menor simpatía, T.S. Eliot, por caso).
Y a fe mía, que los que le guardaban afecto, tenían razón. O, por lo menos, sus razones.
Ça suffit. He aquí que después de despacharme “at random” y mientras el paciente público espera que termine con la traducción, y a modo de anticipo, dejadme copiar aquí un texto que E. Waugh trae a colación acerca de la amistad y la vida espiritual. Es tan anti-kukú que quizá merezca el status de post (para comentarios, etc. etc. ).
Sursum corda,
Jack Tollers.
Y como lo prometido es deuda y en este mismo blog había prometido traducir el “Ronald Knox” de Evelyn Waugh, permítanme darles parte del asunto y cómo va la cosa.
Voy por el primer tercio, unas cuarenta mil palabras¾¾y eso que me precio de traducir con cierta velocidad. No en este caso, sin embargo, tal vez por las dificultades de la vida, de mi avanzada edad, de mi precario estado de salud, o de las complejidades intrínsecas del texto¾¾o tal vez por algunas penas adicionales que me he tomado. Por ejemplo, con la ayuda del Sr. Google he ido “anotando” todos los preciosismos, localismos y extraños modismos británicos de fines del s. XIX y principios del XX de la Haute Societé inglesa (Eton, Balliol College, Oxford, etc...). Las notas ya rebasan el centenar, pero van al pie de página y no es obligación leerlas. Y cuando se “publique” el texto el lector las podrá suprimir si quiere, sencillamente. Ahora, antes de eso, sepa que yo no sabía que sabía tan poco y me doy cuenta de que antes uno leía y se salteaba tanto detalle, desesperado de averiguar de qué se trata, uno por uno. Con el Sr. Google es tan fácil: qué sé yo, averiguar que Eaton Place no es el nombre de una mansión, sino de una paqueta calle londinense, que “Divvers” era un examen de Teología que si no lo aprobabas no egresabas de Oxford (abolido circa 1920), etc...
Me divierto, no lo puedo negar. Y aprendo. Y aprendo a escribir en castellano (que es tan, pero tan difícil). Y me involucro en la vida de Ronnie Knox, pero le sigo el alma a Evelyn Waugh también, cómo no (más de una vez, tengo la fortísima impresión de que escribió esta biografía antes que “Brideshead” y no, y no). Y veo el efecto que tuvo Newman, y me emociono, y todo ese mundo que se fue... Uno ve claro como las dos Guerras (civiles que dice Nolte) terminaron con Europa y todo lo que se perdió y me dan ganas de llorar... y a veces, no crean...
Y luego, me duele la espalda, y tengo ganas de escribir cosas propias, o meterle más pata a mi Catena (el Cap. III está a las puertas) y no pocas veces aparece una vieja vocecita que no falla, que no falla en repetirme al oído “Y todo esto ¿para qué? ¿para qué diablos?”. La conozco bien, pues me acompañó a lo largo de seis penosos años cuando me aboqué a otra obra que a los diablos no les gustó ni aca.
¿Qué más, estimado Wanderer? Que, mejorando lo presente, sin dudas es éste el mejor libro de Waugh (siempre que excluyamos su narrativa, que a esa no hay con qué darle). ¡Y cómo quería a Oxford, a Inglaterra y, me atrevo a decir, a la pobre Iglesia Anglicana! Tanto como otros grandes conversos como Gerald Manley Hopkins, como Benson, como Knox, como el propio Newman (hay otros que no le guardaban la menor simpatía, T.S. Eliot, por caso).
Y a fe mía, que los que le guardaban afecto, tenían razón. O, por lo menos, sus razones.
Ça suffit. He aquí que después de despacharme “at random” y mientras el paciente público espera que termine con la traducción, y a modo de anticipo, dejadme copiar aquí un texto que E. Waugh trae a colación acerca de la amistad y la vida espiritual. Es tan anti-kukú que quizá merezca el status de post (para comentarios, etc. etc. ).
Sursum corda,
Jack Tollers.
Esperamos ansiosos estimado Jack.
ResponderEliminarY ya que estamos hablando de Waugh. ¿Alguien tiene en PDF la trilogía "Sword of Honour"?
El Anónimo Normando me señala que T. S. Eliot no se convirtió. Pero releyendo mi cartita noto que no necesariamente se lo enumera entre los conversos.
ResponderEliminarDe todos modos, y por las dudas, conste que el autor de "El Hipopótamo" nunca se pasó a Roma.
J.T.
Cruz y Fierro, si estás en Buenos Aires, podés conseguir la Trilogía Sword Of Honour en www.kelediciones.com
ResponderEliminarThe Seafarer
Expectantes, aguardamos la nueva traducción del libro, que tan mal fuera trasladado al castellano hace unos años.
ResponderEliminarNos lo dirá –tal vez en su momento- el mismo Tollers, pero se insistía en que lo débil de dicha biografía era la poca miga que ofrecía sobre la vida espiritual del cura; por cierto –al menos a mí- de los tópicos más caros a desentrañar.
He dado unas charlas –en virtud de mi consabido límite, fueron en noruego antiguo…- a un grupo de sacerdotes siguiendo un magnífico texto del padre Knox, llamado: la Misa en cámara lenta. Una joya. Claro que abrir ese arcón es no saber con qué diamante quedarse. En el último capítulo de su “Vida sacerdotal” (To-day) parece un san Agustín británico y paquete, pero con tan parecido acento. Que cada día sea una vida en miniatura y que la Voz de Dios –que susurra de tan diverso modo- sólo pueda ser escuchada “hoy”, mueve al lector a largar el libro entre manos e hincarse ante el apremiante Misterio. He aquí un mistagogo, como pocos.
Para los interesados, un fraile norteamericano (Milton Walsh, que se doctoró en Roma con una tesis sobre Knox) ha sacado hace poco un librito interesante: diálogos entre Lewis y Knox… Para mí que este fraile recibía aquellas Gladius donde un tal Randle nos deleitaba con diálogos en la Posada del fin del Mundo… o en mi ignorancia desconozca que el género de poner a charlar a muertos tenga ciudadanía añeja. El libro se llama Second friends. Si bien en vida han sido vecinos en Oxford, sospecho (corríjanme si yerro) que no se han conocido, dado que Lewis aún no era converso y a Knox –como explicó alguna vez Wanderer- se le daba más por el cayado que por el anzuelo.
El Pseudo (y noruego) Athonita
Pd: de su decálogo para escribir novelas policiales, hay un mandamiento interesante: que jamás aparezca un chino…
Nórdico athonita:
ResponderEliminarKnox y Lewis se encontraron una sola vez, y se llevaron muy bien. Pero inmediatamente Knox se fue de Oxford y no volvieron a verse. Me parece que esto está en Literary Converts, de J.Pearce?
El decálogo es fabuloso.
El anónimo normando
Nórdico athonita:
ResponderEliminarLeí (podría ser en "Literary Converts" de J.Pearce?)que Knox y Lewis se encontraron una única vez, y se llevaron muy bien. Pero luego Knox se fue de Oxford y no se vieron nunca más. Cosas de la Providencia...
Cuidado con los chinos...
El anónimo normando
The Seafarer: Muchas gracias. Voy a darme una vuelta por la Kel de M.T. de Alvear y Uruguay.
ResponderEliminarSí, confieso que "The Mass in Slow Motion" es un libro, tan, pero tan bueno que... también he pensado, Dios me ampare, en traducirlo también. Muy necesario para nuestros tiempos en donde ya no hace tanta falta denostar la liturgia candombera de los "progres" (que, me parece, está en vías de extinción) sino rescatar todos los tesoros de la tradición; bien que a esta altura, no sean más que restos de un naufragio.
ResponderEliminarLewis conocía a Knox, no sé si al revés. En una de sus cartas dice que "Enthusiasm" es el "peor" libro de Ronnie. No se puede creer, pero a Jack no le gustó. Tampoco dice por qué.
Valeas,
J.T.