Jack Tollers acaba de traducir un nuevo sermón del cardenal Newman que ya está colgado de su web. Aquí va un maravilloso adelanto.
Y hablando de adelantos, adelanto que en poco tiempo más se iniciará la segunda época del Wanderer.
Él “te llama por su nombre”. Te ve, y te entiende, tanto como que te hizo. Sabe lo que tienes en tu interior, todos los sentimientos y pensamientos en particular, tus gustos e inclinaciones, tu fortaleza y debilidad. Te ve en el día del gozo y en el día de la tribulación. Simpatiza con tus esperanzas y tentaciones. Se interesa en todas tus ansiedades y recuerdos, en todas las exaltaciones y depresiones de tu espíritu. Ha contado los mismísimos cabellos de tu cabeza y sabe exactamente cuál es tu altura. Te envuelve y te abraza; te levanta y te deja caer. Se fija en tu rostro, estés sonriendo o llorando, estés sano o enfermo. Contempla tiernamente tus manos y tus pies; oye tu voz, siente los latidos de tu corazón, y tu mismísima respiración. Tú no te quieres más a tí mismo que lo que te quiere Él. Tú no puedes encogerte frente al dolor más que lo que a Él le disgusta que lo tengas que pasar; y si te carga con eso, es con la esperanza de que seas sabio y sepas que es para un bien mayor para tí, más adelante. No sólo eres Su creatura (aunque también se ocupa de los mismísimos gorriones y se compadeció del “numeroso ganado” de Nínive), también eres un hombre redimido y santificado, su hijo adoptivo, favorecido con una porción de la gloria y bendición que fluye eternamente desde Dios hacia el Hijo unigénito. Has sido elegido para ser Suyo, incluso por encima de tus compañeros a diestra y siniestra. Eres uno de aquellos por los que Cristo ofreció Su última oración, sellándola con su preciosísima sangre.
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