Inesperadamente, el comentario de un lector ha dado lugar a una interesante discusión. La cosa es si conviene tener un conchabo en el Estado, más o menos bien rentado (alguien hablaba de $ 10.000 mensuales) o trabajar en un buen estudio particular que permita mayores ingresos.
Cada una de las opciones tiene sus ventajas: el Estado permite la seguridad del salario que llega puntualmente a fin de mes. Con un buen jefe, o si lo somos nosotros, disponemos de tiempos para nosotros mismos durante el trabajo y estamos de regreso temprano en casa. Las desventajas son que la regularidad del estipendio mensual implica, también sus límites y pocas perspectivas de crecimiento y, además, la existencia a veces gris y anodina del funcionario que tan bien describe Dostoiesvsky en varias de sus novelas.
Para el segundo caso, las ventajas son que un ingreso mayor otorga mayor libertad a la hora de decidir cosas bastante importantes como la educación de los hijos o el lugar dónde vivir, además de posibilitar el progreso personal en la propia profesión. La desventaja es no tener tiempo para uno mismo sino estar siempre dependiendo del cliente que no tiene horarios para consultar, y tampoco para pagar. Y, también, el peligro que bien señalaba alguien en el blog de caer en la tentación del dinero que, como dice Santo Tomás, nunca sacia, y siempre exige quiere más.
Sin embargo, me parece que lo que está en el fondo de la discusión es el tiempo. Es decir, cuál de las dos opciones nos da más tiempo para hacer lo único importante. Pieper diría cuál trabajo nos deja más tiempo para no trabajar y estar ociosos. No está de más recordar que trabajamos para no trabajar, y que lo ideal es trabajar lo menos posible, digan lo que digan los opusdeístas.
¿Holgazanería? No, simplemente vacare Deum. Como decía PL – si mal no recuerdo – que no es posible la vida cristiana en serio sin contemplación, es decir, sin theoría. No es cuestión de trabajar poco para hacer otras cosas, por más santas que sean. Por ejemplo, y dicho con brutalidad, no es cuestión de trabajar poco a fin de tener tiempo para hacer apostolado. La cosa es tener tiempo para no hacer nada. La acción se caracteriza siempre por la transitoriedad. En el cielo no habrá acción. Habrá pura contemplación. Y la idea es empezar a tener un poquito de cielo aquí en la tierra.
Cada uno tiene su propio camino espiritual, que se adapta a las circunstancias concretas de su vida. Eso es verdad. Pero me parece bastante difícil avanzar en la perfección del conocimiento de Dios – y me refiero al conocimiento interior que nos enseña el Espíritu- sin espacios diarios de contemplación o, si se prefiere el término, de oración. Y no hablo aquí de fenómenos místicos y mucho menos de meditación ignacianista; hablo, por ejemplo, de la lectio o de la lectura contemplada de
Y, para lograr esto, me parece que es más fácil con el empleo en el Estado. Pero claro, como dice un pensador argentino contemporáneo, puede fallar. Es decir, no siempre funciona, y por muchas razones.
Por ejemplo, la búsqueda del “no hacer nada” puede comenzar a ser motorizada poco a poco por la pereza y, entonces, será cuestión de no hacer nada para hacer cosas que creemos muy importantes, porque son en apariencia apostólicas y porque permite roscas políticas y triunfos pasajeros, casi siempre del orden estrictamente temporal. Y la pereza, insensiblemente enseñoreada de la situación, terminará por justificar ya no el trabajar en el Estado sino medrar en el Estado, lo cual es un vicio tan funesto como el que podría tener el denostado gerente que se pasea en automóviles importados con asientos de cuero.
Otra falla que puede tener, y que he visto en varias ocasiones, es que provoca disgustos familiares. Quiero decir, los hijos no siempre lo entienden y, entonces, o bien rumbean para el lado opuesto, o bien son incapaces no sólo de trabajar en el Estado, sino de trabajar lisa y llanamente, empezando todo sin terminar nada, desembocando al fin en una depresión más o menos disimulada y acusando de por vida a su padres por la educación que le dieron y, sobre todo, por la que no le dieron. Conozco varios casos, y me llaman la atención. Sería bueno tratar el tema algún día en el blog.
La cosa es, en definitiva, de tratar de vivir en la tierra lo más parecido posible al cielo, donde sólo habrá ocio, es decir, nada de acción y pura contemplación. Cada uno verá cuál es el mejor modo que tiene para alcanzarlo.
(Me va a interesar sobremanera el comentario de Ludovicus)
No sé si soy el único, pero...
ResponderEliminarYo me tengo que romper el tuje para que a fin de mes me paguen $3500 y no me echen a la mierda!
Tengo dos pibes chiquitos, de menos de 2 años. Alquilo un departamentito de 2 ambientes...
Lo único que me queda es dejar todo en manos de la Providencia, porque por esa guita no me va a alcanzar ni para el jardín de infantes!
Alguno anda en la misma? O todos ganan $10.000???
Tito
Les cuento mi experiencia, yo trabajo en el Estado, y la verdad me está haciendo mucho daño tener muy poco trabajo, no se lo recomiendo a nadie, aunque la paga no sea mala. En su momento pude irme al sector privado, pero rechacé la oferta porque justamente me iba a quitar tiempo, y quizás también queriendo evitar el totalitarismo del trabajo, como lo llama Pieper. Ahora me arrepiento, porque les aseguro que aunque muchos digan que es una suerte trabajar en el Estado, termina matando el espíritu. Asimismo, a mí me genera mucha culpa, pues la sociedad es la que banca nuestra ineficiencia.
ResponderEliminarSaludos.
Tito, yo ando en la misma.
ResponderEliminarPero si llegás a fiscal, juez o defensor oficial, estarás en los $ 10.000, y hasta en un poco más.
Meritorio tribunalicio.
"If I were rich, I'd have the time that I lack
ResponderEliminarTo sit in the synagogue and pray.
And maybe have a seat by the Eastern wall.
And I'd discuss the holy books with the learned men, several hours every day.
That would be the sweetest thing of all"
Supongo que Maese Wanderer se está refiriendo a esto aunque lejos está de aquél buen lechero.
Creo que la clave esta bastante en el contemplar el "ora et labora" de los benedictinos, más que en preguntarse si el Estado o el Estudio. Por que una vez que uno tiene que ganarse la vida tiene que encontrar la mejor manera, y en esa mejor manera ha de ser incluída la contemplación, aunque ésta sólo sea durante el trabajo más burdo y bruto.
Es interesante los Escritos de Simone Weil sobre este asunto.
Saludos
Mary
¡Lindísima la imagen! pero me parece no encaja ni con un empleado del Estado ni de los privados, sino más bien con quien tiene un espíritu independiente, se arriesga y renuncia a la "seguridad" que ambos "garantizan" en pos del ocio y la libertad.
ResponderEliminarAunque, desde luego, estos últimos pueden buscarse en cualquier situación.
Ludovicus dijo,
ResponderEliminarel tema del post es de contenido máximamente prudencial, y por lo tanto irreductible a reglas rígidas. Scilla y Caribdis, como en todo lo regido por la prudencia:
1) el exitismo, la religión de la hiperadaptación social, la búsqueda del status a veces enmascarado de religión ("hemos sido creados para trabajar" afirma enfáticamente una deriva católica de labios de su Fundador);
2) la enfermedad "irlandesa": el resentimiento y la frustración afrontada con excusas, la inmadurez de echarle la culpa al mundo de nuestros problemas, la zorra y las uvas, la exaltación del producto de las ídem como antagónico a cierta moderada laboriosidad, y sobre todo el olvido del principio del age quod agis, que ha hecho grande a Occidente.
No creo que haya que trabajar mucho, pero creo que es un principio sagrado trabajar bien, no tanto por la efímera tiranía de las cosas sino por respeto a nosotros mismos y a los demás.
Si Jesús hizo alguna vez una obra artesanal, no habrá hecho algo mediocre, aunque su trabajo de faber es lo menos relevante de su vida.
Lo mismo la contemplación: se trata de pensar bien, de contemplar bien, con toda el alma y con todo el Espíritu.
El afán chapucero, el circiterismo vital, el trabajo a media máquina, el pensar a media máquina, es una forma de la acedia, tanto en el trabajo como en la contemplación, en la actividad pública como en la privada.
Los chantas no van al Cielo.
Estos dos promontorios mitológicos (cuya seducción todos sentimos, no nos engañemos) no están en Sicilia, están en un país periférico con un nivel de desarrollo de oportunidades ínfimo, donde la educación es una basura, el trabajo es un bien social escaso y donde no podés vivir de casi nada intelectual especulativo puro.
No creo que el tema sea Estado vs. actividad privada. El país se achicó, y cada uno se sube al témpano (caramba, no hay témpanos en Sicilia) que puede. Primum vivere deinde vacare: la primacia es existencial, morfologica (de morfar). Si cupiera elegir, por cierto una actividad sosegada ayuda a la contemplación, que es la ultima ratio de la existencia.
Pero como una elección, no como un erzatz de nada, y menos de la mediocridad.
No por nada Borges escribió su "Lotería de Babilonia", es misterioso discernir las causas del éxito y del fracaso de un individuo en una sociedad fracasada desde hace décadas. "Al que toca toca porque la suerte es loca", Cambalache et alii. Algunos singlan entre los dos estrechos con gracia, otros se estrellan. ¿Por qué? Dios lo sabe.
De otra manera lo veía Marcel Duchamp: "la vida es como atravesar un campo, en medio de la lluvia, que es el trabajo. Mi gran mérito es haberlo atravesada seco".
Bueno, eso también tiene su mérito. Ser un vago eximio, no un vago mediocre.
Age quod agis, semper.
Digamos que no cierra la ecuación...un tipo que dice no hacer nada cobra 10.000 y un tipo que se mata laburando cobra 3.500...?
ResponderEliminarEinstein
Einstein,
ResponderEliminarQué es lo que no le cierra? Siempre ganó más el que no labura que el que sí.
Sin perjuicio de ello, están los que en los mismos cargos ganan lo mismo que los que laburan muy mal, pero haciéndolo bien.
El Estado no distingue, no "discrimina", por si el INADI.
Discriminador.
- Al menos hasta donde sé, en la actividad privada para ganar $10.000 tenés que estar muy bien posicionado. No sé si romperte el lomo, porque en las empresas privadas (en especial en las grandes corporaciones) hay lugar para vagos - figurones - políticos - chantas.
ResponderEliminar- Entre los dos, me dá la impresión de que el estado se presta más para el vago. Muchas licencias, muchas vacaciones, poca exigencia, demasiada "seguridad laboral" que hace achancharse.
Juancho
Habría que ditinguir entre salario y honorarios, es decir, entre artes liberales y artes serviles.
ResponderEliminarUn Orco puede tener un salario de 10.000 o más pesos, no importa el número, igual será un Orco, en tanto se le paga a su trabajo considerandola mercancía. A su persona se la considera una mercancía, un siervo.
Los que nos dedicamos a las artes libres nos corresponden honorarios, en cambio, a los siervos, se les paga.
Lo nuestro no esta sujero a fines en el sentido utilitarista.
Somos inútiles, y por ello, libres.
Johannes
Trabajo en el estado, soy juez. Gano muy bien. Mucho más que la mayoría de los abogados que tienen su estudio y se desloman para vivir. Muchos no tienen siesta. Ni este "no laborable" del 2 de noviembre. Tienen que aguantar a sus clientes...y a nosotros, los jueces. Los plazos corren más para ellos, que para nosotros (el estado). Es innegable que se tiene "más tiempo" trabajando en el estado.
ResponderEliminarAhora bien, en lo que uno hace, y teniendo siempre presente algunas cosas que ya apuntaron: 1.Que se gana muy bien (10, 15 mil pesos mensuales); 2.Que lo paga toda la gente, creo que uno puede cumplir su deber honrada y laboriosamente, aprovechando que no resulta una pesada carga. Cito de memoria, pero creo que en el "Evangelio de Jesucristo" Castellani dice que primero hay que hacer bien lo de uno, ser un buen juez, un buen albañil, un buen médico, etc. "Las mujeres se salvarán por sus hijos".
No soporto colegas (pocos por suerte) que directamente no hacen nada, y alguno, de la iglesia progre, que ponen todo en manos del Señor, que tuvieron alguna institución para "recuperación de jóvenes" financiada por la ONU, pero llega a las 12 y se va a las 12.45, (cuando va!) a su juzgado. Para mí, eso es gravísimo, y prefiero el estilo opusdeista de laburar por demás.
El estado achancha y en general el sistema tiende a desalentar al que trabaja, porque si es empleado es tildado de botón, y si sos jefe e intentás hacer trabajar de milico. Muy difícil. Por otra parte, la falta de rigor en el trabajo hace que tengamos más tiempo, como mínimo, para hablar mal de los demás, cuando no otras cosas más graves que Dios me libre y guarde. Así y todo, prefiero el juzgado, el tiempo es invalorable. Y es muy importante ante la adversidad (por ejemplo un familiar gravemente enfermo).
Pampero
Me ha gustado el enfoque de Ludovicus. Dentro del marco prudencial que él ha trazado, tal vez se podría insistir en algunos aspectos:
ResponderEliminar- Desde la aparición de las órdenes mendicantes sabemos por la historia que quien quiere dedicarse a la vida mixta (no sólo contemplar, sino dar a otros lo contemplado), con un componente importante de contemplación, requiere de más tiempo libre, y por consiguiente necesita vivir (total o parcialmente) de la limosna (en sentido propio o metafórico).
- El que ha paladeado alguna vez el gozo que da en esta vida la contemplación de la verdad, sabe de la importancia del tiempo, y del descanso, como requisito del ocio contemplativo. Sin embargo, decía Ramírez luego de defender la primacía de la vida contemplativa que de suyo es mejor filosofar que ganar dinero, pero que si se padece necesidad, lo segundo tiene prioridad aunque no primacía.
- Nos toca vivir en un mundo en el que el trabajo resulta muchas veces alienante. Se trabaja demasiado, inhumanamente, y buena parte del tiempo que no se usa para trabajar, se pierde en viajes, esperas, trámites burocráticos... Además resulta difícil ganar lo suficiente para llevar una vida decorosa y resistir la tentación de cooperar con la injusticia, sea en el Estado o en la actividad privada.
- Alguna vez compré fórmulas tales como “contemplativos en la acción”. Hoy, creo que los vendedores de esas fórmulas estafan a los consumidores. Lo sospeché desde un principio… Luego leí la imperdible “Carta a un trapense” del P. Petit, que me dio los rudimentos para expresar mejor la sospecha inicial. Los adoradores del trabajo, esos ascetas que por norma no duermen siesta, resultaron ser buen número consumidores de pastillitas de colores, de nombres generalmente terminados en “il”. ¿Será una “contemplación química” la que venden? Pero las apariencias externas son muy prolijas...
- Para poder llevar una vida de piedad hace falta un mínimo de tiempo y de sosiego. Y por lo general el contexto social conspira contra la vida interior: inseguridad cotidiana, transporte de locos, civilización del ruido, iglesias sin silencio, música funcional en todas partes…
En fin, cada uno hará lo que pueda en las circunstancias en las que le toque vivir, y no parece que haya muchas reglas generales.
Pienso que en circunstancias ordinarias no se puede tener el tiempo para el ocio contemplativo sin alguna clase de pobreza material (lato sensu) voluntariamente asumida. Y esa pobreza implica, por consecuencia, rechazar por completo las habituales coordenadas de la moral del éxito, de ganadores y perdedores, con la que nos bombardea el discurso inspirado en el “american way of life”. También lleva ser escépticos respecto de ciertos esquemas que quieren pasar por "sentido común" como parámetro de "normalidad", a la luz de los cuales, curiosamente, los "anormales", son siempre "los otros".
Cordiales saludos.
Tito, si alquilás con $3500 mangos, la verdad que vos sí vivis en el Socialismo del Siglo XXI jaaj.
ResponderEliminarTe compadezco.
Degrelle
Ludovicus dijo,
ResponderEliminarUna cosita más, sobre la ventaja de trabajar en el Estado.
Es cierto que se presta más al vago, pero también se presta a ser creativo en pro del bien común, categoría inexistente en la actividad privada.
La clave, como ha dicho la pequeña Mary, es la disposición. Es cierto que es más difícil ser ñoqui en la actividad privada, pero también es más difícil hacer algo que realmente tenga valor social o político. De suyo la "moralidad" de la actividad privada repudia altruismos, por más "RSE" que se quiera añadir al marketing.
No existe trabajo al que no se le pueda agregar creatividad, calidad, y no existe trabajo en el Estado donde no se pueda hacer el bien, o por lo menos (hélas, bastante frecuente), impedir el mal.
Estamos como espías en territorio enemigo, porque el Mundo yace en el Poder del Maligno. Todo trabajo es trabajo temporario, todo trabajo es desleal, porque trabajamos para otro Señor. Larvati incedimus.
Estimado Wanderer:
ResponderEliminarYo soy un genio, porque tengo los dos laburos. Trabajo para el estado y soy el dueño de un prestigiosísimo estudio jurídico de la City. En el primero trabajo más relajadamente y leo su blog. Cobro poco dinero pero nadie me rompe las pelotas. En el segundo gano más pero también trabajo más.
Como soy un afortunado no sabría con que quedarme si me quedo en el estado creo que me moriría de aburrimiento y si me quedo solo con mi estudio, seguro que me voy al infierno.
Doble Agente
Pienso que no debe dejarse de lado el origen del trabajo, que si mal no recuerdo es un castigo divino, producto de la caída del hombre.
ResponderEliminarHablo del trabajo de ganarse el pan, con el sudor de la frente, claro está. Lo cual puede ser una actividad muy loable, pero no deja de ser un castigo. Algo que no fue pensado originariamente para nosotros, como tampoco este mundo.
Pero se dio así; puede fallar, diría Adán parafraseando a Wanderer.
Que después se hayan elaborado teorías tejiéndole un sweater a esa pena, para abrigarla y alindarla, es otra cosa.
A mí, al menos, me sigue sonando a castigo. Me siento como un condenado a trabajos forzados de por vida en una cantera, con el látigo restallando sobre mis espaldas.
Ahora bien, de todos mis héroes, de todos los “monstros” que conocemos, no recuerdo uno solo que lo sea por su trabajo. De hecho, si nos fijamos veremos que casi ninguno de ellos trabajó en su vida, en el sentido de tener que dedicar casi todo nuestro tiempo útil al exclusivo fin de procurarnos el sustento personal y familiar.
Que el hombre gaste sus más vitales energías en esta ocupación me parece un desperdicio, tanto el que suda sangre y lágrimas para a gatas sobrevivir, como el que ya cubrió sus necesidades fundamentales y podría bajar un cambio, pero no lo hace porque sus “necesidades fundamentales” son un animal insaciable que cada día quiere más.
Desde otra perspectiva, no creo que ninguno de los que frecuentamos este blog seamos artesanos, pastores de rebaños propios o labriegos de nuestro terruño. Lejos de ello, o somos lacayos de patrones de dudosa reputación (llámese Estado o empresa de productos y servicios), o bien exponentes de profesiones prostituídas, que han relegado su verdadero fin y suplantádolo por el lucro –creo que está en Sto. Tomás, nunca leí la summa-, llámense médicos, arquitectos, abogados, o lo que fuere.
Pero eso sí, el éxito de unos y otros se mide por la tarasca que amontonan, y no por otra cosa. Se da aquí una cosa curiosa: resulta que no es el mejor el que más gana, sino generalmente se lleva el premio el que tiene más alma de mercader. Espíritu capitalista, le llamaría.
Que quieren que les diga, por un momento me apunté a esa carrera y venía bien, pero Castellani me pialó antes de doblar el primer codo.
Y ahora sólo quiero tiempo para seguir sus huellas, y las huellas de aquéllos tras las cuales fue Castellani.
Con algo de ayuda de arriba, quizás algún día hasta llegue a pedir más tiempo para rezar.
O quizás me vuelva loco, quién sabe. O me desanime y abandone, o yerre el camino, o no entienda nada de nada.
Pero de algo estoy seguro, dar mi vida por el trabajo no es lo que quiero. Mucho menos por esa cosa antinatural en la que se ha transformado el trabajo del hombre.
PL
Wanderer:
ResponderEliminarEsto es muy importante para mí por lo que le pido que me conteste.
¿Como hace su "lectio"? ¿Su lectura contemplativa de la Palabra?
De adolescente me enseñaron algún método, pero lo usé tan voluntaristamente que ahora me resulta impracticable.
Tiene algo para recomendar?
Juancho.
El trabajo y las exigencias de la vida moderna son una carga muy pesada. Detesto trabajar y las exigencias de la vida moderna. Soy un inadaptado. Podria ser linyera, pero no sé si lo podria soportar, porque tambien me gustan las comodidades. Es un problema insoluble.
ResponderEliminarBruno Diaz
Estimados,
ResponderEliminarParece que soy peregrino en tierra de lobos, dado que soy contador y aqui son todos abogados.
En mi caso en particular, hace 10 años que me gradue en el Salvador, mi esposa tambien es graduada en la misma carrera, Dios nos bendijo con una hija de dos años y un hijo de justo un mes.
Ambos trabajamos en relación de dependencia, para sendas corporaciones extranjeras, ella para una sueca yo para una japonesa.
En mi caso, yo soy controller de la filiar argentina, y Dios mediante mis perspectivas de crecimiento son alentadoras, mi mujer en cambio (por cuestiones de machismo y por el hecho de ser madre) no ha progresado mucho y sus perspectivas de crecimiento no son muchas.
Hablando del Vil metal, no nos podemos quejar, tenemos casa propia y dos autos (en gran parte a contribuciones de nuestras respectivas familias antes de casarnos porque con nuestro sueldo nunca nos alcanzaría para comprar la casa).
Con respecto al trabajo, mi mujer cumple con su horario a reglamento y se vuelve a casa (ahora esta de licencia) yo en cambio nunca trabajo menos de 12 horas por día, tengo hipertensión, aceleré mi calvcie, tengo acidez y estoy cada día mas flaco, sueño con japoneses, y muchas veces los sueños son en inglés al igual que muchos de mis razonamientos (me pasa que todo lo que razono, no entiendo por que lo hago en ingles, cuando yo nunca fui bilingue ni mucho menos)
En fin, ¿es mejor que trabajar en el estado? No lo se, nunca lo hice, creo que solamente podrian opinar aquellos que lo hayan hecho en ambos lados, el resto solo hablamos de lo que entendemos es, pero no de lo que sabemos que es.
Dios le dijo a Adan, Ganaras el pan con el sudor de tu frente, no me parece mal que la gente trabaje y mucho, alguien dijo por ahí que el trabajo dignifica al hombre, estoy de acuerdo, pero sin caer en el exceso y error filosofico de los del Opus que dicen que el hombre esta hecho para trabajar, eso es un error garrafal.
Benigno
Doble Agente, dejese de joder y pague bien a sus empleados.
ResponderEliminarEl Empleado
Con toda humildad, me permito observar un par de temas y agradeceré a quien sea más docto en estas cuestiones me los aclare, en el deber de caridad:
ResponderEliminar- Algunos comentarios lindan el maniqueísmo, al establecer que el soberano del mundo es el diablo. Es ocioso decir que ha contaminado el mundo, pero nosotros estamos en él (mundo) y no le pertenecemos, nuestro soberano es el Señor. Como la creación es para el hombre y el hombre para el Señor, no me cierra que el soberano de lo creado sea otro.
- No es verdad que no se puede hacer el bien común desde una empresa privada. Soy gerente de administración en una multinacional (vade retro!!!) y doy fe que sí se puede hacer el bien común desde el ámbito privado. Y que es tanto más difícil que en otros lugares, pero no es de católicos escaparle a la cruz.
- Es verdad que muchas veces entran en colisión nuestra fe y las tilingadas llamadas comúnmente "Misión", "Valores", "Visión", etc. con que se intenta desde la casa matriz hacer creer a los empleados que son más dignos o mejores personas si trabajan para la empresa que si no lo hacen. Es bueno recordar que no todas las empresas son iguales y que en definitiva depende de uno elegir dónde trabajar, dado que el tiempo de los gremios en el sentido medieval está extinto. Y en definitiva, si la calidad de trabajo es alta, hay que ser de muy pocas luces para despedir a un empleado por proclamar su fe.
- Por otra parte ¿Qué clase de católicos somos si ironizamos sobre alguien que gana menos?
- Y luego ¿nos es lícito pasar por sonsos y ganar menos de lo que deberíamos? ¿No es un desperdicio de talentos, que en definitiva si no rinden nos serán quitados?
- Finalmente, si las madres serán justificadas por sus hijos ¿qué será de los padres que necesitan que la madre salga a trabajar porque ellos solos no pueden soportar la carga? Es una fantasía imaginar que la madre puede trabajar sin descuidar a sus hijos, por más que las tilingas feministas se queden roncas tratando de afirmar el contrario. Y lo confieso con la mayor pena en mi corazón, ya que soy mujer y trabajo.
Desde ya, agradezco quien pudiera sacarme del error, si es que lo hubiera y pido disculpas si es que a alguien he molestado.
L. Aliena
Esta misa tradicional no es muy concurrida por lo mismo que durante más de 20 años no se tuvo la misa estando a 10 minutos de La Reja y nadie del mencionado barrio iba.
ResponderEliminarEntonces, no es extraño. Es lógico. No hay interés en la misa tradicional. Ni lo hubo.
Corto.
Perdón. El comentario anterior es en respuesta al Carlista, pero sobre la entrada "decepción", no sobre ésta.
ResponderEliminarCorto.
Ludovicus dijo,
ResponderEliminarL. Aliena,
mi amigo, va a tener que incluir entre los "comentarios que lindan el maniqueísmo, al establecer que el soberano del mundo es el diablo" a Nuestro Señor y a su Discípulo Amado, a quien cité textualmente (1 Jn 5:19)
Ludovicus dijo,
ResponderEliminaruuups estimada, salteé el último párrafo. Beso su mano.
Aliena,
ResponderEliminarCreo que la cuestion no es si nos es lícito pasar por sonzos y ganar menos de lo que deberíamos.
La pregunta es cuánto nos es lícito ganar y a qué costo.
Sto. Tomás establece el límite en el sustento, pilchas y alero. Agréguele si quiere educación para los chicos y salud y hasta por ahí nomás va a andar bien. (aunque quizás fuera preferible que no gaste en una educación cara, porque viene con fallas, y lo único que ganará es que sus hijos ganen más plata que Ud. todavía. Pero perderán muchas cosas a cambio).
En cuanto al desperdicio de talentos:
¿Quién cree Ud. que multiplica talentos?
¿El que gana más plata?
¿O el que la desprecia para dedicarse a Dios?
Sdos.
Coincido en que se trata de una cuestión prudencial, por lo tanto generalizar es peligroso.
ResponderEliminarSin perjuicio de ello, si el Estado argentino tutelara el Bien Común y cumpliera con sus fines de una forma más o menos razonable, nadie criticaría a los empleados públicos.
Pero sucede que el Estado argentino es el primero que conspira contra el Bien Común, en todos sus planos y desde la líneas directrices mayores. Es un elefante inoperante, cargado de ñoquis, que no cumple con ningún servicio elemental, obligando a la gente a proveerse educación, seguridad y medicina privada (ya hasta justicia privada, mediante arbitrajes, muchas veces).
Entonces creo que son los que revistan en las filas del Estado cargan con la prueba; me parece razonable presumir que no sirven para mucho. El tiempo libre del que se precian no es gratis (no free lunch), sino que su costo es trasladado al sector privado, que mantiene todo ese aparato inservible.
Estimados, les ruego evitar las generalizaciones, que de seguro los llevarán a errores de apreciación. Yo trabajo en el Estado como Prosecretario de un juzgado civil de primera instancia en la Ciudad de Córdoba, y les puego asegurar que lo que no falta es trabajo, las jornada es de 08.00 a 16,15 hs., pero más allá del horario el que dejó un escrito lo viene a buscar así que tenés la presión de darle una respuesta, sino tiene las armas del "pronto despacho". Sin ir más lejos, la noche del viernes a las 01.00 de la madrugada tuvo que ir a Tribunales por una internación. Y pòbres los chicos de la "barandilla" (mesa de entradas) que tienen que buscar exptes., cargar escritos, etc... a un ritmo "Mc Donald" y en condiciones edilicias lamentables. No en todos los lugares del Estado el trabajo es "light", en muchos es bastante pesado, o en otros seguro que no, pero lo mismo debe pasar en la actividad privada. Por cierto, para ingresar a la Administración Pública y para el cargo que ocupo lo hice por concurso.
ResponderEliminarTribunus Plebis
Aporto mi descargo dedicado a la nada:
ResponderEliminarEmpleóme un familiar en una consultora privada fantasma y "pulenta" (lo primero por su entidad física y en el tiempo y lo segundo por los superfigurones que ponian la jeta en ella). Trabajaba cuatro "horas relós" de mañana o de tarde (dependiendo de mis clases, de mis ganas y de mi sueño). Días completos pasé mirando cosas en la computadora, charlando con mis compañeros y fumando en la oficina destinada a uno de esos figurones que, como no vino nunca, se transformó en el cubil de los amigos del pucho. Otros, por el contrario, eran dedicados casi totalmente a la consultora: jornadas de 14 horas seguidas sin comer, parar, descansar, pensar otra cosa. Todo por lo que hoy podría ser considerado u nsueldo de "circa" 1500 pesos (contando los años que no fueron muchos pero fueron unos y la inflación imperante).Digamos que tenía sus beneficios: cocacolas y galletitas a granel, horario flexible, computadora nuevita, santa fe y cerrito. Todo un bulín la oficina! Ahora, las contras: 15 horas de laburo de orco, caras de boludos por todos lados, gente queriendo pisar otra gente y, chatura...CHATURA absoluta! (personas que, habiéndose realizado una lobotomía, piensan con el celular).
También trabajé (y trabajo) en el estado. Poca paga, seis horitas, gente mediocre con titulo que cree ser inteligente y uno... tomando audiencias, pensando en algun librillo, charla de amigos, o en como matar a su jefe (gorda con botox y pechos que surgen, cual montañas de grasa de las ropas asquerosas que viste). Un lugar mas "comunitario", eso si. Me sentí mas parte (en la desgracia quizas).
Listo el pollo. Eso hice en mi vida mas o menos (laboralmente hablando, CLARO ESTÁ!).
Conclusión: hay que ganar el quini seis.
El el trabajo es castigo divino (dice la Biblia) aunque dignifica (dice Perón).
La pregunta entonces es..
EL TRABAJO NOS HACE LIBRES???
yo prefiero insistir en lo de mi post anterior aunque un lugar en alemania decía que liberaba nomás...
EL SEPTIMO REY MAGO
Trabajo como abogado catorce horas diarias, promedio. También fines de semana, incluso los largos y tengo muy pocas vacaciones.
ResponderEliminarGano bien -estimo- para el promedio de los de mi edad.
A veces odio mi trabajo o aspectos de mi trabajo. Otras veces no, hasta me divierto. Río todos los días con motivo de mi trabajo. Generalmente, cuando miro hacia atrás tengo satisfaccion de ver lo que hice.
Visto externamente quizás a muchos no les parezca importante o relevante ese trabajo. Visto desde el cuidado con que procuré hacerlo durante años, me siento satisfecho con casi todo lo que hice.
Paso horas y horas en silencio en mi despacho escribiendo. Otras tantas hablando con los clientes.
Mi mujer, amantísima, me tolera. Afortunadamente no trabaja. Mi hijo no lo sé, pero lo veo feliz, lleno de cariño, sano, alegre, etc.: cuando me despide, cuando llego, los fines de semana, incluso cuando me ve sentado con los papeles y se acerca para pedirme por sus necesidades de niño.
Parece idílico, pero no lo es en el diario trajinar. Solamente en este relato.
En mi despacho suelo pensar que mi vida no es muy distinta de tantos anónimos que trabajaron mucho, en lo mismo, durante siglos. A veces me veo igual a un abogado en Venecia o Florencia hace 500 años. No hicieron mal a nadie, más que juntar un poco de plata para vivir decorosamente, y vivieron en paz como procuro hacerlo yo también.
Conozco muchos "ociosos" que no tienen paz y tienen largos espacios de contemplación, y optaron por trabajar menos desde siempre (en el estado o en la función privada, previo paso sin huella por la Universidad).
No sé porque pero trabajando mucho todo el "cuento" de "tener tiempo para la contemplación" me suena bastante similar al hedonista de "tener tu tiempo para tus cosas, etc.".
"Mis cosas" fueron siempre una vida que no es mía sino que pertenece del primero al último instante a Cristo. Sólo administro y procuro -fallo a cada momento- de dar cada uno de esos minutos al Señor, aunque frecuentemente pierda consciencia de ello por amor propio y tenga que rectificar.
Me parece que las dicotomías que aquí se plantean entre trabajo y contemplación no son falsas, pero son un tanto artificiosass. Dios nos complica la vida, pero no procura nuestra ruina mientras seamos fieles. Y si estamos ruinosos a pesar de la fidelidad, pero actuamos bien (con consciencia recta), sabemos que debemos seguir dando gloria a Dios, con trabajo o sin él, en la ruina o la prosperidad. Lo importante son las disposiciones interiores.
Sólo hombres carnales pueden hacer muchas de las aseveraciones que aquí se hicieron. Por más religiosos que se piensen.
Saludos,
Pude ser que el estado sea "un elefante inoperante ..." pero no me parece que la culpa sea de los agentes estatales sino de quienes durante décadas tuvieron la responsabilidad dirigencial que goza de la complicidad del sector privado, y la anuencia de la sociedad en gral. que ratifica por acción u omisión a sus dirigentes en cada elección.
ResponderEliminarPor otro lado, noto que el argentino promedio quiere servicios estatales de excelencia pero con pretadores que ganen el mínimo indispensable. Además, se critica no conyuntaralmente sino por principio el gasto en salarios y se dice que hay que invertir en obra pública pero para mí no son tan importantes los ladrillos sino los cerebros, no me importa tanto la fachada del hospital sino el médico que atiende, y para que esté bien debe estar bien pago.
Claro está que el ingreso a la Administración debe ser por estricto concurso público, pero ello requiere una decisión de la clase dirigente que ésta no parece estar dispuesta tomar, y repito como sociedad sea por acción o por omisión lo refrendamos.
Por otro lado, terminemos también con el verso de la eficiencia privada, sino llamen a las famosas "atenciones al clientes", o la burocracia de los bancos, o las prestadoras de servicios de luz o agua.
Finalmente recomiendo a quienes están sometidos a condiciones de cuasi esclavitud en la esfera privada que no canalicen su furia hacia los estatales sino hacia quienes los tienen sometidos de esa forma.
Tribunus Plebis.
Wanderer, siga escribiendo y dando lugar a tan jugosos comentarios. Si usted se calla habrá un "silencio de cenizas lívidas" en la Blogería de esta ínsula ingrata.
ResponderEliminarMendicus Bartimeo
no me vengan con que trabajan muchas horas por día, porque de ser así no les alcanza para escribir en diversos blogs.
ResponderEliminarAtte
Estimado Ludovicus,
ResponderEliminarmuchas gracias, al igual que a quien planteó cuánto es lícito ganar.
Benigno, no se sienta solo, mi multi también es japonesa,yo soy contadora y me percato de que terminamos traduciendo mentalmente al castellano lo que pensamos para poder mantener una conversación con los niños al cabo del día.
Con respecto a los talentos, se parece al tema de la salvación de posts anteriores...recibimos los talentos, pero depende de nosotros también hacerlos crecer, todo sin dejar de mirar al Dueño de la viña.
Ahora bien, ¿me ganaría el cielo si dejo de trabajar para alimentar a mis hijos y ayudar a mi marido y me dedico de lleno a la oración? Me encantaría ser abrasada en el Amor, pero no creo que quienes me han sido dados pudieran llegar a buen puerto si los descuido. Y ¿no me retendría aquí la pena de que mi marido y mis hijos no me acompañaran al cielo?
En sentido contrario, ¿los maridos habrán sido entonces ocasión de pecado al reconocer y solicitar asistencia conyugal para proveer manutención?
Rendidas disculpas si armé un enchastre en el presente mensaje.
Aliena
Ludovicus dijo,
ResponderEliminarCon la solertia acostumbrada, estimado Wanderer, y luego de su transitoria depresión, tocó un nervio.
El trabajo, no por su importancia intrínseca, sino por lo que revela, muestra al hombre, como el poder, en la sentencia del antiguo sabio.
En realidad no parecería haber mucha diferencia entre trabajo y poder. El trabajo sería el despliegue privado del poder.
El que es inteligente, trabajará inteligentemente, es decir, ni mucho ni poco, aunque bien; el que es acidioso, trabajará mucho; el que es perezoso, poco; el que tiene carencias personales, las tapará con trabajo; el que no las tiene o mejor dicho las tiene bien identificadas, buscará algo mejor.
El sabio mantendrá a raya el carácter instrumental del trabajo, el necio se sumergirá en su mundo totalitario con la pasión con que K cuenta sus huestes en el conurbano bonaerense. Como dijo un allegado al santacruceño: respira política, habla de política, es lo único que le importa. Triste metáfora del hombre agobiado por el trabajo, desbordado por la acción, desecado por una pasión dominante que lo tiraniza.
El trabajo muestra al hombre, como debería haber dicho Bías.
Ningún extremo es bueno, ya sea trabajar a un ritmo frenético o no hacer nada. Simplificando eso sería la actividad privada y el Estado respectivamente. Yo trabajo en el Estado y les aseguro que me gustaría estar en el otro extremo, porque el no hacer nada también termina haciendo mal. Uno pierde dignidad de esa manera, el trabajo es un mandato de Dios, el castigo por el pecado es el cansancio que ahora nos ocasiona. Aunque con el ritmo de trabajo actual es fácil caer en la idolatría del trabajo, pero sin llegar a ello y sin ser del Opus Dei, uno puede santificarse con el mismo.
ResponderEliminarSaludos.
Estimado Juancho: Me descolocó con su pregunta. Yo no soy nadie para decir cómo se hace la lectio. Hay muchos y buenos maestros espirituales para eso.
ResponderEliminarNo tengo tampoco un método (la expresión "método para la oración" me parece algo muy moderno). Quizás haya que comenzar teniendo presente la frase con la que San Benito inicia su Regla: "Ausculata, o fili, praecepta magistri". Escuchar, como el profeta Isaías en el Carmelo; escuchar a Dios que habla en la brisa.
Yo lo hago al final del día, tranquilo, leyendo lentamente la Escritura o algún buen libro espiritual -si es de los Padres, mejor- y dejando que cada palabra y cada frase se nos muestre, dejándose llevar por el Espíritu.
Mi padre lo hacía a la mañana, bien temprano, con mate, Evangelio y algún buen librito.
Pero en esto soy amateur. Pregunte a los que saben.
Habría que recordar "La Noche" de
ResponderEliminarCharles Pèguy:
«Me han dicho, dice Dios, que hay hombres
que trabajan bien y duermen mal, que no duermen nada.
¡Qué falta de confianza en Mí!
Eso es casi más grave que si trabajasen mal y durmiesen bien
porque la pereza es un pecado mas pequeño que la inquietud,
que la desesperación y que la falta de confianza en Mí.
Y sólo tú, noche, hija mía, consigues a veces del hombre rebelde que se entregue un poco a mí,
que tienda un poco sus pobres miembros cansados sobre la cama
y que tienda también su corazón dolorido
y, sobre todo, que su cabeza no ande cavilando (que está siempre cavilando)
y que sus ideas no anden dando vueltas como granos de calabaza
o como un sonajero dentro de un pepino vacío. ¡Pobre hijo!
No me gusta el hombre que no duerme y que arde en su cama de preocupación y de fiebre.
No me gusta el que al acostarse hace planes para el día siguiente, ¡el tonto!
¿Es que sabe él acaso cómo se presentará el día siguiente?
¿Sabe siquiera el color del tiempo que va a hacer?
Haría mejor en rezar.
Porque yo no he negado nunca el pan de cada día
al que se abandona en mis manos como el bastón en mano del caminante.
Me gusta el que se abandona en mis brazos como el bebé que se ríe y que no se ocupa de nada
y ve el mundo a través de los ojos de su madre y de su nodriza.
Pero el que se pone a hacer cavilaciones para el día de mañana, ése trabaja como un mercenario.
Yo creo que quizá podríais sin grandes pérdidas
dejar vuestros asuntos en mis manos, hombres sabios,
porque quizá yo sea tan sabio como vosotros.
Yo creo que podríais despreocuparos durante una noche
y que al día siguiente ni encontraríais vuestros asuntos demasiado estropeados;
a lo mejor, incluso no los encontraríais mal, y hasta quizá los encontraríais algo mejor.
Yo creo que soy capaz de conducirlos un poquito...
Por favor, sed como un hombre que no siempre está remando,
sino que a veces se deja llevar por la corriente…».
Saludos,
L. P.
La pereza dicen que es don de los inmortales, y en efecto, en esa serena y olímpica quietud de los perezosos de pura raza hay algo que les da cierta semejanza con los dioses.-
ResponderEliminarEl trabajo aseguran que santifica al hombre; de aquí, sin duda, el adagio popular que dice: “A Dios rogando, y con el mazo dando.” Yo tengo, no obstante, mis ideas particulares sobre este punto. Creo, en efecto, que se puede recitar una jaculatoria mientras se echan los bofes golpeando un yunque; pero la verdadera oración, esa oración sin palabras que nos pone en contacto con el Ser Supremo por medio de la idea mística, no puede existir sin tener a la pereza como base.
La pereza, pues, no sólo ennoblece al hombre, porque le da cierta semejanza con los privilegiados dos seres que gozan de la inmortalidad, sino que, después de tanto como contra ella se declama, es seguramente uno de los mejores caminos para irse al cielo.
La pereza es una deidad a que rinden culto infinitos adoradores; pero su religión es una religión silenciosa y práctica; sus sacerdotes la predican con el ejemplo; la Naturaleza misma, en sus días de sol y suave temperatura, contribuye a propagarla y extenderla con un persuasión irresistible. (...) Y el mundo, tal como lo conocemos hoy, es la antítesis completa del Paraíso de nuestros primeros padres, también es cosa que, por lo evidente, no necesita demostración. Sin embargo, el cielo, la luz, el aire, los bosques, los ríos, las flores, las montañas, la creación, en fin, todo nos dice que subsiste la pereza. ¿Dónde está la variación? El hombre ha comido la fruta prohibida, ha deseado saber, ya no tiene derecho a ser perezosos.
-¡Trabaja, muévete, agítate para comer!
Esto es tan horrible como si nos dijeran: “Da a esa bomba, suda, afánate para coger el aire que has de respirar.”
(...) Algunas veces, la Pereza, esa deidad celeste, primera amiga del hombre feliz, pasa a nuestro lado y nos envuelve en la suave atmósfera de languidez que las rodea, y se sienta con nosotros y nos habla ese idioma divino de la transmisión de las ideas por el fluido, para que el que no se necesita ni aun tomarse el trabajo de remover los labios para articular palabras. Yo la he visto muchas veces flotar sobre mí y arrancarme al mundo de la actividad, en que tan mal me encuentro. Mas su paso por la tierra es siempre ligerísimo; nos trae el perfume de la bienaventuranza, para hacernos sentir mejor su ausencia. ¡Qué casta, qué misteriosa, qué llena de dulce pudor es siempre la pereza del hombre!
Ved la actividad corriendo por el mundo como una bacante desmelenada, dando una forma material y grosera a sus ideas y sus ensueños; ved el mercado público cotizándolos, vendiéndolos a precio de oro. (...)
(...) Yo quisiera pensar para mí y gozar con mis alegrías, y llorar con mis dolores, adormecidos en los brazos de la pereza, y no tener necesidad de divertir a nadie con la relación de mis pensamientos y mis sensaciones más secretas y escondidas.
Vamos de una eternidad de reposo pasado a otra eternidad futura por un puente, que no otra cosa es la vida. ¡ A qué agitarnos en él con la ilusión de que hacemos algo agitándonos! (...)
La mejor prueba de mi firmeza en las creencias que profeso es poner aquí punto y acostarme. ¡Lástima que no escriba esto sentado ya en la cama! ¡No tendría más que recostar la cabeza, abrir la mano y dejar caer la pluma!
Becker "La Pereza"
Me saco el sombrero por los padres de familia como Tito. En serio, lo tuyo es gigante.
ResponderEliminarContá con mis oraciones y fuerza!
Richard
P.D.: Degrelle, te falta un poco de caridad.
Wanderer:
ResponderEliminarse de algunos religiosos que hacen la lectio de a varios, comentando cada uno o que le viene en ganas. Yo creo que lo mejor es hacerlo sólo, como Ud. y su padre lo practicaron.
Cada día me doy cuenta de lo deformado de ceñirse a libros de espiritualidad, abandonando la Biblia para las jornadas de reflexión "comunistarias" o los "cursos de exégesis".
Mejor sólo que mal acompañado. Vale.
Estimados: creo que la cuestión de la contemplación esta bien, siempre y cuando no se respalde en un sueldo que pagan todos los ciudadanos de trabajo para que un ñoqui falte o se vaya temprano a contemplar.
ResponderEliminarContemplen antes de dormir o en el tren o en la ducha, pero no a costa de los impuestos de los trabajadores. A mi también me gustaría que me pagaran un sueldo, faltar al laburo y quedarme en mi casa leyendo castellani, pero si hago eso me rajan a la mierda. No sean hipocritas, Si tenes un trabajo estatal y no lo tomas como si trabajaras como para el más negrero de los patrones y en cambio te vas tempranito a tu casa a contemplar te estas cagando en el resto de la gente.
El Enojado con los estatales
(con un poco de sana envidia)
Wanderer, soy un lector habitual de su blog aunque nunca había realizado un comentario hasta el día de hoy. Lo felicito por el mismo. Me ha resultado muy interesante por lo que espero que continúe con él.
ResponderEliminarCon respecto al tema de este post simplemente quería recordar que "Dios da el pan a sus amigos mientras duermen".
Que todo sea para gloria de Dios, confusión del demonio y felicidad nuestra.
Saludos y que Dios lo bendiga.
Muy buena entrada.
ResponderEliminarIgualmente, me quedo con el primer comentario de Ludovicus. En la Argentina de hoy, la mayoría trabaja no donde quiere sino donde puede. Treinta años atrás era otra cosa, en otros países ídem. Pero en nuestro país, más del 80% de los trabajos se consiguen por contactos, amigos, recomendaciones o acomodos --o alguna combinación de ellos--, incluso en algún caso dejando "diezmo", en moneda o en especie (prometiendo cajonear expedientes o "perder" fojas, por ejemplo y entre lo más inocente).
Esta es la Argentina de fines de 2009, lo demás es un lindo ejercicio intelectual.
Para cuando un post sobre el cisma del cisma de la fsspx?
ResponderEliminarVamos que alguna info jugosa deben tener en el tintero!
Lucio P.C.
Malachi Martin dijo:
ResponderEliminarMe sumo a la pregunta-propuesta de Lucio P.C.
Saludos.
Acoto una cuestión en relación al trabajo en el Estado y en el ámbito privado, el de la cooperación con el mal. Por ejemplo, si se aprueba la ley de "putimonio" (perdón si la expresión es un poco grosera) o tentado "matrimonio" entre personas del mismo sexo, trabajar en el Poder Judicial puede implicar una cooperación (material, pero cooperación al fin) con el mal al tener que cohenestar tal tipo de uniones sea directamente (p. ej. en un pedido de venia supletoria de un menor de edad) o indirectamente, p. ej. en una declaratoria de herederos reconociendole vocación hereditaria al cónyuge homosexual. En la actividad privada se tiene por lo menos la libertad de elegir tomar o no estos casos. En el Estado no. Ello me está llevando a analizar seriamente si rendir concurso o no para juez de familia. Agradecería sobremanera sugerencias. Gracias.
ResponderEliminarTribunus Plebis.
Ludovicus dijo,
ResponderEliminarTribuno, si la cooperación es material no habría, en principio, problemas. El status putimónico se lo confiere la legislación, no el acto jurisdiccional. Por lo tanto, si el juez actuara en el proceso sucesorio conforme las disposiciones legales, reconociendo heredero al cónyuge pútico, no saldría del cauce de la cooperación material en algo que no es propiamente un pecado, sino una -permítame la categoría - "estructura de pecado".
Más peliagudo cuando hay menores en juego, ahí sí podría ingresarse en algún grado de cooperación material en un acto que pone en riesgo la integridad moral del menor. En estos casos, el Judex tendrá que esmerarse y buscar las chicanas dilatorias o impedientes del caso, no sin riesgo (hace poco, un juez español tuvo que sufrir una grave sanción por negarse a otorgar la adopción a un putimonio).
Cordialmente
Tribunus:
ResponderEliminarUsted puede asumir una actitud combativa en su juzgado y declarar la inconstitucionalidad de la ley que regula el matrimonio homosexual.
Puede escribirse tal cosa, aún en Argentina.
En unos 3, 5 o 7 años la CSJN podrá dictar una sentencia (o no, los caminos del Señor son inescrutables) diciendo que es constitucional, revocando su sentencia.
Aún así, en nuestra patria, Ud. podrá seguir en su juzgado de familia manteniendo que es inconstitucional. No estamos en el sistema del common law por suerte. Hasta que las hueste políticas controladas por Lucifer lo echen bajo oprobio, lo que no tenga dudas sucederá.
Obviamente habrá presiones de todo tipo sobre Ud., y los jueces no suelen ser sujetos con tendencia a armar revoluciones. Pero siempre es posible dejar una marca en la historia, ejemplo que se entregará a las futuras generaciones de católicos. Por pequeña que sea o parezca. A los ojos de Dios, siempre vale.
Piense que haría Santo Tomás Moro, no por nada la Iglesia lo declaró patrono de los políticos. Los jueces son políticos, más en estas cuestiones. Y el espíritu católico es estar en el mundo, sin ser del mundo (como dice el Evangelio).
Y tenga su santa ponzoña, no hable en el concurso para juez de que declarará inconstitucional el matrimonio homosexual. Incluso diga que es una cuestión que le genera dudas y que tiene que estudiar. Aprenda de los hijos de Lucifer, como Zafforini o Elena Highton, que casi nada dijeron de estas cuestiones porque están donde están para convertirlas en ley en Argentina.
Con todo, la vieja Argibay y su despaparjo son más convenientes que el secretismo de las víboras que muerden en la noche.
Los otros día me la crucé a la Argibay en la vereda de Montevideo, entre Vicente López y Guido (¿vive por ahí?). Pensé en empujarla a la calle, pero finalmente no me animé (en realidad me desanimó el custodio grandote que tenía al lado). ¿Habré cooperado al mal?
ResponderEliminarComo dice Don Terzio en su bitácora [http://exorbe.blogspot.com/2009/11/remember-remenber.html], es tiempo de actualizar la teoría del tiranicidio.
No se lamente mi Coronel, la internaron hoy. Parece que está jodida del bobo.
ResponderEliminarLa Dra. vive sobre la calle Montevideo, entre Guido y Vicente López. No es una mujer mala, es una mujer ignorante e ideologizada. No vale la pena matarla. Es mejor educarla.
ResponderEliminarEs cierto que los ignorantes como ella, como los hipócritas (fariseos) o acomodaticios, suelen hacer o permitir más mal que los malos.
Lo que puede ser terrible es la combinación de los sabios que hacen el mal. Esta sugestiva idea es la explotada -maniqueamente- por George Lucas en la Guerra de las Galaxias.
A esos sujetos normalmente no los conocemos.
Estimado Wanderer,
ResponderEliminarContesto sus observaciones del post siguiente dentro de este anterior porque mi aclaración es demasiado pedestre como para compartir escena con temas tan hondos.
Mil gracias por cumplir conmigo su deber de caridad. Para mi necia cabezota su cordial y certero esclarecimiento refleja la sublimidad del mensaje en contraposición a la abyección de la receptora. Pero digo, si lo que a mi me falta es teología. Por eso habré sido tan bruta de transmitir errores gruesísimos inadvertidamente. En cuanto al mundo, nunca fue mi intención contradecir a Nuestro Señor. Sólo quise recuperar el concepto de la creación tal como lo refleja Tolkien: “¿No ves cómo aquí, en este pequeño reino de los Abismos del Tiempo, Melkor ha declarado la guerra contra tu provincia? Ha concebido un frío crudo e inmoderado, y sin embargo no ha destruido la belleza de tus fuentes, ni la de tus claros estanques”
Por otra parte, cuando me referí al dinero en sí, nunca dije que era bueno en el sentido literal… sólo intenté apuntar que existe una distancia entre ser simples y ser sonsos, y no nos está permitido ser sonsos, porque es poco cristiano. Por ello, si una persona lleva cargados en sus espaldas un mínimo de 22 años de estudio (7 primario, 5 secundario, 7 universidad, 3 posgrado, sin contar idiomas conexos) e incontable deglución de sapos (metafóricamente hablando) a lo largo de la escalera corporativa será justo si busca recuperar el esfuerzo a través de una remuneración conteste con las habilidades tan rudamente adquiridas. Y más aún, dado que está sacrificando tiempo familiar para trabajar, por lo menos que el esfuerzo sirva de algo. Que si no me llevo mi parte, seguro se la llevará otro robándome a mí. Y no sólo seré sonsa, sino que también me convertiré en ocasión de pecado para el manilarga al que le aproveche de mi descuido. Y una cosa es que yo bendiga el martirio como el Cireneo acepta la Cruz, dándome cuenta de qué debo cargar, porqué debo hacerlo y ayudando de buen grado, mientras que otra muy distinta es perder por perder nomás, sin bien último. Por supuesto que, a pesar de mis limitaciones, me doy cuenta de que el dinero es creación e instrumento demoníaco, pero intento hacer lo mejor que puedo dadas las circunstancias en las que me encuentro.
Y a pesar de tener oficina bonita, el corazón tiene nostalgias del tiempo para la adoración, para adquirir aunque fuera una miaja de la teología que carezco, para estar con mis críos, mi marido y mis padres. En ese orden, y con esa angustia.
L. Aliena
Aliena, quizás le interese leer en la pagina de jack tollers -está el link arriba en la pagina principal del wanderer-, el sermón de newman sobre el peligro de las riquezas.
ResponderEliminarAliena no cre que el dinero es creación del demonio. Podrá ser instrumento, a veces, pero no siempre. Si no eliminemos la limosna.
ResponderEliminarCordialmente.
Odysseus.
Por ello, si una persona lleva cargados en sus espaldas un mínimo de 22 años de estudio (7 primario, 5 secundario, 7 universidad, 3 posgrado, sin contar idiomas conexos) e incontable deglución de sapos (metafóricamente hablando) a lo largo de la escalera corporativa será justo si busca recuperar el esfuerzo a través de una remuneración
ResponderEliminarDisculpe doña, pero eso no tiene sentido en el esquema liberal donde usted se mueve: si se esforzó, ninguna justicia justifica que sea remunerada. Si estudió es porque quizo. Si se le paga, es por lo productivo que es su trabajo, y para nada en función de un esfuerzo pasado.
Sarda
Estimado Wanderer,
ResponderEliminarGracias a Dios, su comentario ha despertado la inquietud en mí de buscar qué hay de malo en ganar más. Y, entre muchos otros textos, encontré este comentario del Padre Vincent McNabb donde distingue entre un sistema compuesto por cosas, que realmente satisfacen necesidades puntuales de un hombre, ante las cuales el hombre puede tener un límite dado por la satisfacción de su necesidad y un sistema como el de nuestra época, compuesto por símbolos de cosas, ante los cuales el hombre no puede limitarse dada la incertidumbre acerca del valor futuro de cambio del símbolo. Me tomo el atrevimiento de copiar el texto debajo, para clarificar mi pobre exposición:
Let us now follow up this undeniable general principle with an equally undeniable general fact: All this is in the world is either Things or Tokens of Things.
A mind or will behaves in one way when in an environment of tokens; and behaves in another way in an environment of things(...) All laboratory thoroughness rests on the principle that direct knowldge of things is primary and knowledge of tokens is secondary.
Inside the great world of things created by the Will of God are many worlds of tokens created by the will of man. One of these is the great financial world of currency and credit, which we may call the money-world. It is, of course, not a real-world or thing-world, but a shadow-world. Yet it is so dangerous a world that an expert in these shadows, if men will play this shadow-game, will, in the end, possess his opponent's realities.
Aristotle and Aquinas, that is the pre-Christian and Christian world, are agreed that avarice or the undue desire of these tokens tends to a certain infinity. (...)
Far otherwise is it in the greater world of realities. The very fullness of their reality limits man's desire. No man, unless at enmity with his reason, desires infinite things. (...)
We may now venture to formulate the principle acted upon by the Eternal Wisdom when he gave the hungry his miracle-bread; and conditioned his Will to give by their will to receive. The principle may be formulated thus; In a system mainly of things the average person may be trusted to limit his wants by his needs. But in a system mainly of tokens, the average person cannot be trusted to limit his wants by his needs.
If the Eternal Wisdom, instead of miraculously providing bread and fishes, had provided money, S. John would have been unable to say that as much as eacn one wanted Jesus gave. Indeed, the one recorded complaint about mal-distribution came from the thief-Apostle, who had care of the money-tokens. The poor thief who was preparing to sell God for silver and to betray love with a kiss could hardly value this precious spikenard as a token of love. He could value it only by his tokens; and counted as worth only three hundred pencean offering which has made Magdalene the undischarged creditor of Mankind. (...) If our present economic system throughout the civilized world is mainly a token-system, an inevitable result will follow. The average person, in other words the majority of person, will not be content to measure their wants by their needs(...). The very uncertainty of the future value of this token will heighten and foster the desire. Yet S. Thomas has formulated another principle, which can be ignored only by inviting the curse of war. Pax tollitur ex hoc quod cives singuli quae sua sunt quaerunt (Peace ceases when the citizens seek each man his own).(1) This principle becomes dramatically practical in a token-system where the majority of the citizens may be expected to seek even more than their own in their almost irresistible desire not to measure their wants by their needs. Thus it will be found that Bethlehem and Nazareth poverty is not a defect to be remedied, but a fundamental condition of all ultimate remedy and redemption.
Aliena