En cualquier momento se venía la próxima metida de pata. Este hombre no deja pasar una semana sin cometer una gaffe imperdonable para quien ocupa su puesto.
Todos recordarán que, el año pasado, el Santo Padre realizó un viaje apostólico a Turquía. Allí, en un acto protocolar, le rindió homenaje al héroe nacional turco, Kemal Attartük, depositando una ofrenda floral en su mausoleo. El gesto, como no podía ser de otro modo, cayó pésimamente entre la enorme comunidad armenia, ya que Attartük fue el responsable del genocidio armenio -del cual se cumplieron recientemente cien años-, en el que fueron masacrados por los turcos casi dos millones de armenios por el solo hecho de serlo. Es como si Francisco, en una visita de Estado a Alemania, depositara un ramito de rosas en algún escondido monumento a Hitler…
Pero en nuestro caso hay otro detalle en el que el Papa no reparó: los armenios son cristianos mientras que los turcos son musulmanes. Es decir, Bergoglio no tuvo reparos en enemistarse con armenios cristianos a fin de quedar bien con turcos musulmanes.
Algún neocon dirá: “Él no sabía nada”. Imposible que no lo supiera y, además, varios monsignorinos de la Secretaría de Estada se lo habrán advertido. Pero el Santo Padre, que tiene asistencia permanente del Espíritu Santo, hace lo que quiere. Después vería cómo arreglar las cosas con los armenios.
Y parece que en los últimos días se le prendió la lamparita: nombrará Doctor de la Iglesia a San Gregorio de Narek, patrono de la Iglesia Católica Armenia. Se trata de un monje del siglo X que escribió algunas –pocas- obras de poesía, espiritualidad y teología. No entraremos aquí a discutir los méritos de San Gregorio para el doctorado. Después de las últimas décadas se ha convertido en un título muy devaluado y le desconfío más que lo que le desconfía Jack Tollers al título de doctor por la Gregoriana de Castellani.
El problema es otro: Gregorio de Narek es reconocido como santo por la Iglesia Católica Romana y se lo nombrará Doctor de la Iglesia universal lo cual será,- eso nos tememos en el coetus wanderiano-, resistido por la Iglesia Apostólica Armenia lo cual provocará una innecesaria ecuménica, y del ecumenismo más legítimo, crisis con una de las Iglesias ortodoxas más importante.
La situación es la siguiente: la Iglesia Armenia, como la Iglesia Copta y la Iglesia Siríaca, son iglesias no calcedónicas, es decir, no aceptaron lo dispuesto por el Concilio de Calcedonia (cuarto ecuménico), separándose de ese modo, en la segunda mitad del siglo V, de la comunión no sólo de Roma sino también de Bizancio, quienes la consideran iglesias monofisitas. Visto desde el otro lado, para los armenios apostólicos, que son la mayoría, San Gregorio de Narek es un hereje nestoriano.
No me cabe duda que, desde la Congregación para la Doctrina de la Fe, le habrán advertido al Santo Padre de la situación. Y no me cabe duda tampoco que Bergoglio habrá respondido: Me ne frega; “Me importa un comino. Si no les gusta a los armenios ortodoxos, ya veo más adelante qué hago para conformarlos. Y si produce una mayor división entre ellos y los armenios católicos, que se las arreglen. No sé ellos, pero yo me vuelvo al corso”.
Como ya dijimos hace poco en este blog, es un mono con navaja.
El comentario es que por favor no se aburra, es una GRACIA leer algo inteligente sobre este pontificado, hay otros, pero son pocos y casi asediados.
ResponderEliminar¿cómo entonces lo canonizó la Iglesia Católica si el concilio de Calcedonia fue en el siglo V y San Gregorio es el siglo X?
ResponderEliminarDon Anónimo, no creo que la Iglesia lo haya canonizado. Yo dije que lo considera santo. Las canonizaciones son posteriores.
ResponderEliminarY esto es posible porque San Gregorio, aun siendo armenio, no pertenecía a la Iglesia Apostólica no calcedónica, sino que estaba en comunión con Roma y Bizancio.
Según me comentó un sacerdote armenio católico, la Iglesia Apostólica ya no tiene diferencias dogmáticas con la Iglesia Católica. Siempre según su opinión, hoy sería más bien una cuestión política la persistencia de la separación. Alguien tal vez pueda aportar más precisión.
ResponderEliminar¿Es cierto que este papa canchero quiere abolir el infierno?
ResponderEliminarEn el artículo hay una inexactitud histórica muy grave: Mustafá Kemal no sólo no fue "el responsable" del genocidio armenio de 2015, sino que no tuvo participación alguna en él. Durante 1915 el entonces teniente coronel Kemal comandó las fuerzas turcas que lucharon y derrotaron a los aliados que habían desembarcado en Gallipoli.
ResponderEliminarPueden chequear que el artículo en wikipedia "Armenian Genocide" ni siquiera lo menciona.
Este artículo en First Things a mi juicio aclara bastante el tema:
ResponderEliminarhttp://www.firstthings.com/blogs/firstthoughts/2015/02/the-newest-doctor-of-the-church
Juan, usted me viene con Wikipedia...
ResponderEliminarLe concedo que se trata de una cuestión discutida. Es verdad que Kemal no fue el único ni el más importante de los responsables directo del genocidio armenio. No tuvo, por ejemplo, la responsabilidad de los sultanes de Estambul.
Sin embargo, Kemal fue parte de los Jóvenes Turcos, que ejercían el poder durante el periodo más sangriento de la matanza de armenios. Además, como militar de altor rango, necesariamente debe haber participado de algún modo de él.
Finalmente, como Padre de la Nación Turca (Attaturk) y ya en el poder, fue un prolijo defensor de la mayoría turca y perseguidor de las minorías étnicas del territorio.
La Iglesia Alemana se ha declarado en virtual cisma. Habrá que ver ahora la muñeca de Francisco.
ResponderEliminarObispos Alemanes
Pues también Benedicto XVI visitó ese mismo mausoleo y llevó ofrenda floral.
ResponderEliminarhttp://es.catholic.net/op/articulos/48637/cat/625/visita-benedicto-xvi-al-mausoleo-del-fundador-de-turquia.html
No pueden saber Don Gabino y sus amigos si todos ellos son de fiar. La contingencia de una defección, de una traición, no se pude descartar nunca. Ni siquiera —o menos aún— la de uno mismo. Hay un dicho gracioso que en España se suele atribuir al taimado político Pío Cabanillas: «Yo ya no sé si soy de los nuestros». Y esa es la peor oscuridad. Pero en tales circunstancias, más les valdrá pecar de confiados: admitir en su compañía a toda la morralla que se les junte y no hacer acepción de personas. Incluso los lapsi, ¿no fueron compañeros mientras nos acompañaron? En cambio a los rechazados quizá les hayamos empujado al abismo al sofocarles la esperanza, ese pábilo vacilante. Y ¿qué decir si lo que tememos es que el advenedizo sea una rémora? Alter alterius ónera portate.
ResponderEliminar¿Por qué Tollers desconfía del doctorado de Castellani?
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