Don Gabino salía todos los días a dar un paseo. A veces, caminaba durante horas, hasta perderse en el bosque que se extendía el oeste, y regresaba a su casa al atardecer. Otras, el paseo era más breve y se reducía a recorrer las calles del pueblo y allegarse, a lo sumo, hasta la vieja iglesia que se levantaba al final de una de las callejuelas. Había sido el templo de un pequeño monasterio, del que ahora solo quedaban algunas paredes y las lápidas del cementerio que lo rodeaba. Y allí, un banco de madera bajo un frondoso cedro, ofrecía una vista apacible a los ojos y al alma.
En esa dirección iba don Gabino esa tarde, cuando se encontró en su camino con el Dr. Silícides, que salía de la consulta y regresaba a su casa.
- ¿Lo acompaño don Gabino?- preguntó el joven médico.
- Claro, caminemos juntos- respondió el viejo, dándose cuenta que Silícides, más que hablar, esa tarde necesitaba compañía. Era un hombre de corazón grande, a quien un ángel había hecho caer del caballo a la edad en que otros ni siquiera sabían poner el pie en el estribo. Y él sabía que eso era una gracia muy grande.
No hablaron casi hasta llegar al banco, y allí se sentaron en silencio.
- Glorias pasadas -dijo Silícides señalando hacia la la enorme portalada de piedra que se levantaba la derecha y daba entrada a lo que, en otros tiempos, había sido el latifundio del señor de la villa.
- Pareciera que ya todas las glorias del mundo han pasado. Sólo quedan fruslerías; apenas algunas baratijas de las que los hombres de hoy se enamoran - respondió con poesía don Gabino.
- ¿Se enamoran? -preguntó con picardía el joven, sabiendo que no se trataba precisamente de amor.
- Tiene razón doctor. No se enamoran; apenas si se dejan seducir, porque así les conviene, de un camelo. Puro plástico y tecnología, que vacía el alma.
Y otra vez se quedaron callados mientras la brisa del atardecer apenas si movía las pesadas ramas del cedro.
- El sol se está poniendo -dijo el doctor luego de rato.
- Y las sombras ya comenzaron a aparecer en el fondo -respondió con Gabino.
La portalada amarillenta bajo los rayos del sol, se veía ahora gris, y grisáseos eran también los prados que la rodeaban. Sin embargo, hacia el oeste, el sol todavía no había terminado de hundirse en el horizonte y las nubes que lo acompañaban estaban teñidas de azules, celestes, blancos y rosados.
- Ya no queda nada que hacer don Gabino. Está todo perdido ¿no? -dijo después de una pausa Silícides mirando como el sol se debatía inútilmente por seguir brillando.
- Casi todo está perdido. Pero siempre queda el pequeño rebaño.
- Cuesta un poco verlo, ¿no le parece?
- Ese suele ser nuestro problema -repuso el viejo-. Tendemos a estirar demasiado la vista. Mientras vemos cómo el sol se esconde en la lejanía, no vemos las flores azules que salpican los arbustos que tenemos aquí enfrente. Y fíjese usted doctor que lindas que son.
Y, en efecto, eran flores pequeñas; apenas cuatro o cinco pétalos de un azul brillante que ni siquiera la luz tenue del atardecer podía empalidecer.
- Ya no es tiempo de las grandes guerras, don Silícides. A esas, las perdimos todas. Ahora es el tiempo de las batallas más importantes.
- ¿Pero no dijo que las grandes guerras habían pasado? -preguntó extrañado el médico mientras seguía contemplando las flores.
- Y ese es el problema. Seguimos creyendo que las cosas importantes son las grandes empresas; seguimos soñando con una patria cristiana que jamás existió, ni existirá, y perdemos el tiempo soñando con pelear contra el temible león rampante para arrebatarle un pedazo de tierra y, mientras tanto, somos incapaces de caer en la cuenta de la belleza de las flores azules. Es allí donde están las batallas importantes.
- ¿En las flores?
- No. En las pequeñas cosas. Primero, usted mismo. Después, los que usted ama. Tercero, su misión con respecto a los que Dios les puso delante, como decía el cardenal Newman. Y me parece que con eso ya es demasiado.
- Tiene razón. ¿En qué guerra podemos meternos si ni siquiera hemos sido capaces de vencernos a nosotros mismos? -asintió pensativo el Dr. Silícides.
- Y a veces ni siquiera somos capaces de conocernos a nosotros mismos. Y ese es nuestro primer deber como humanos y como cristianos.
- Y a veces ni siquiera somos capaces de conocernos a nosotros mismos. Y ese es nuestro primer deber como humanos y como cristianos.
- Gnóthi seautón - replicó, recordando aún su griego.
- Usted mismo; su familia y sus amigos, y su misión, que ya verá usted de qué se trata, porque a cada uno Dios le asigna una distinta.
- Usted mismo; su familia y sus amigos, y su misión, que ya verá usted de qué se trata, porque a cada uno Dios le asigna una distinta.
Y nuevamente quedaron en silencio contemplando los últimos rayos de sol que aún se erguían detrás del horizonte. Y en ese momento, la brisa comenzó a agitarse con más intensidad y llegó hasta ellos, volando y descendiendo lentamente, una hoja de roble.
- La hoja de Niggle -dijo don Gabino.
- No. La hoja del roble -respondió casi sin ganas Silícides, señalando el árbol que se alzaba algunos metros frente a ellos.
- Tiene que leer más a Tolkien, doctor. Me refería al cuento. “Había una vez un pobre hombre llamado Niggle, que tenía que hacer un largo viaje. Él no quería; en realidad, todo aquel asunto le resultaba enojoso, pero no estaba en su mano evitarlo”. -recitó de memoria el viejo. ¿Y sabe qué lo detenía? El cuadro que estaba pintado. ¿Y sabe qué cosa le llevaba más tiempo de pintar? Una hoja, una pequeña hoja, que era todas las hojas del árbol. Porque esa hoja, y todas las hojas, debían ser perfectas. Cada detalle debía ser cuidado. Niggle “era de esa clase de pintores que hacen mejor las hojas que los árboles. Solía pasarse infinidad de tiempo con una sola hoja, intentando captar su forma, su brillo y los reflejos del rocío en sus bordes”. Esas son las pequeñas batallas que debemos dar, Silícides, como la que daba Niggle todos los días con su hoja y con su árbol, a pesar de todo, y mientras esperaba emprender el viaje.
- ¿Y qué pasó con el cuadro y la hoja de Niggle?
- No quiera saberlo -dijo don Gabino, conociendo que la respuesta no era la que el joven esperaba-. Cuando estaba por terminarlo, una tormenta voló parte del techo de la casa de un vecino anciano y bastante molesto que tenía, y el pobre Niggle se vio obligado a darle el lienzo de su cuadro para cubrir el agujero del techo. Con los años, sólo un retazo del lienzo sobrevivió. La mayor parte de él se echó a perder, aunque una preciosa hoja permaneció intacta. Un vecino que la encontró la hizo enmarcar, y mas tarde la donó al Museo Municipal. Durante algún tiempo el cuadro titulado “Hoja, de Niggle” estuvo colgado en un lugar apartado y solo unos pocos ojos lo contemplaron. Pero luego el Museo cerró, y el país se olvido por completo de la hoja y de Niggle.
- Pobre Niggle -dijo Silícides- Me recuerda a Ozymandias - Y comenzó a recitar pausadamente el poema de Shelley:
“I met a traveller from an antique land
Who said: Two vast and trunkless legs of stone
Stand in the desert. Near them, on the sand,
Half sunk, a shattered visage lies, whose frown,
And wrinkled lip, and sneer of cold command,
Tell that its sculptor well those passions read
Which yet survive, stamped on these lifeless things,
The hand that mocked them and the heart that fed.
And on the pedestal these words appear:
“My name is Ozymandias, king of kings:
Look on my works, ye Mighty, and despair!”
Nothing beside remains. Round the decay
Of that colossal wreck, boundless and bare
The lone and level sands stretch far away”.
- Aunque si mejor se piensa - continuó el doctor - de Ozymandas quedó algún trozo de su rostro de piedra y una inscripción. Del pobre Niggle no quedó nada.
- Bendito Niggle, doctor, bendito Niggle -dijo alegre don Gabino- Él se encontró con su verdadero árbol y con sus verdaderas hojas cuando terminó el viaje. Y sí, en el mundo lo olvidaron, como nosotros olvidamos a todos estos que nos rodean.
Y el viejo señaló las lápidas de piedra llenas de musgo que los años habían pulido y ni siquiera podía leerse en ellas el nombre del difunto.
- Pero lo importante, doctor Silícides, es pintar la mejor hoja, porque en esa hoja están todas nuestras hojas y, en ellas, está el árbol.
Volvieron caminando lentamente, mientras la brisa seguía soplando y, detrás de las ventanas de las casas del pueblo, comenzaban a adivinarse las primeras luces.
Traducción del poema de Shelley:
Conocí a un viajero de una tierra antigua
que dijo: «dos enormes piernas pétreas, sin su tronco
se yerguen en el desierto. A su lado, en la arena,
semihundido, yace un rostro hecho pedazos, cuyo ceño
y mueca en la boca, y desdén de frío dominio,
cuentan que su escultor comprendió bien esas pasiones
las cuales aún sobreviven, grabadas en estos inertes objetos,
a las manos que las tallaron y al corazón que las alimentó.
Y en el pedestal se leen estas palabras:
"Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes:
¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!"
Nada queda a su lado. Alrededor de la decadencia
de estas colosales ruinas, infinitas y desnudas
se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas».
ResponderEliminarGracias, amigo Wander... realmente tu blog es un lujo.
Y el haber pedido disculpas por el asunto de Miles Christi te enaltece.
Te saluda tu amigo de Rosario.
ResponderEliminarRecomiendo el blog de Sandro Magister y el artículo
sobre el magisterio LIQUIDO de Francisco
anónimo 8:42, por favor sandro magister.... lo de bergoglio no es magisterio EN ABSOLUTO.
ResponderEliminarbellísimo texto (e imágenes).
ResponderEliminarGracias.
Estimado Wander, que hermoso post!!
ResponderEliminarSe lo extrañaba a Don Gabino. Comparto su vision respecto al tema del MC y su pedido de disculpas demuestra que estamos entre amigos.
Saludos!
ResponderEliminarWanderer, una vez más: Se pasó!
No podía haber elegido mejor poema!!
Grossísimo, como dicen ahora los más jóvenes.
Muchas gracias
Atentamente
El Aprendiz II
Así da gusto, mi amigo. Y dan ganas. Todo lo demás, cálculos, politiquerías, enfrentamientos tenues, son escaramuzas que cada vez tienen menos sentido. El que quiera y pueda y tenga un objetivo claro, que apunte y vea dónde se clava su flecha. Los tantos que ya no, que defiendan la belleza de su heredad, gloriosa aunque apenas se vea. Gracias.
ResponderEliminarInocencio Cuore, acuarelista y devorador de poesía
Querido Don Gabino, una vez más nos deja sin comentarios a sus amigos con sus hermosas crónicas, tan sutilmente logradas. En verdad es un gusto rememorarlas y cuanto de verdad nos deja. Procuraré, ciertamente,atender a esas pequeñas misiones que aduce..con su compañía y consejos, por su puesto, si así es de su agrado.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo.
Sincerely yours.
Dr. Silícides.
PS: lo espero a la salida del consultorio esta semana para seguir la conversación en algún que otro paseo o banco de estas hermosas plazas otoñales.
Qué quiere que le diga, es excelente este artículo. De lo mejor que ha hecho, Wanderer. Le pido a los comentaristas qué lo único que hacen es hablar de Bergoglio, por favor relean (o lean) el artículo y valoren lo realmente importante.
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ResponderEliminarAl "devorador de poesìas" le recomiendo este poema de Borges
Límites
De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido
a quien prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.
Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?
Tras el cristal ya gris la noche cesa
y del alto de libros que una trunca
sombra dilata por la vaga mesa,
alguno habrá que no leeremos nunca.
Hay en el Sur más de un portón gastado
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.
Para siempre cerraste alguna puerta
y hay un espejo que te aguarda en vano;
la encrucijada te parece abierta
y la vigila, cuadrifronte, Jano*.
Hay, entre todas tus memorias, una
que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.
No volverá tu voz a lo que el persa
dijo en su lengua de aves y de rosas,
cuando al ocaso, ante la luz dispersa,
quieras decir inolvidables cosas.
¿Y el incesante Ródano y el lago,
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan perdido estará como Cartago
que con fuego y con sal borró el latino*.
Creo en el alba oír un atareado
rumor de multitudes que se alejan;
son lo que me ha querido y olvidado;
espacio, tiempo y Borges ya me dejan.
(1960)
* Cuadrifonte Jano: En la antigua mitología romana, Jano es el dios de los comienzos, las transiciones, las puertas y el tiempo. Usualmente se representa con dos caras, una mirando al futuro y la otra al pasado. En este caso, Borges usa el término "cuadrifronte" (cuatro frentes) para describirnos un Jano con cuatro caras.
• Latino: Se refiere a los romanos en la toma y destrucción del imperio cartaginés.
ResponderEliminarlean el articulo de Fray Gerundio de Tormes sobre diaconisas...
para esbozar una sonrisa !
https://fraygerundiodetormes.wordpress.com/
¡¡Diaconisas Súbito!!
Lo malo es que una vez ordenadas tras un largo estudio exegético-histórico, poco van a poder hacer las pobres. Dicen que podrían bautizar y casar. Pero bueno, en realidad si ya no hace falta bautizar a nadie, van a estar en el paro bergogliano muy pronto.
Bautizar es proselitismo agudo. Y eso no debe permitirse en un mundo globalizado, mahomizado, budizado y luterizado. Sería ir contra las conciencias. Y en cuanto a casar a novios, pocos van a poder casarse, pues ya de entrada todos tienen la nulidad concedida por el método-francisco-express mucho antes de llegar al altar.
Wonderful post, Mr.Wanderer,and the immortal Shelley' verses.......tip on the hat!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarGracias amigo por el poema de Borges. No se sorprenderá si le digo que al gran Agnóstico criollo (ma non tanto) lo leo y releo desde que le acepté lo que él no quiso asumir: solito se procuró su primera ceguera, obstinándose en caminos de giros infinitos que no le permitieron levantarse. De nuevo le agradezco a Don Gabino y a usted.
ResponderEliminarInocencio, perdonador de poetas extraviados
Amigo Wanderer: Creo que estaría bueno recopilar en forma de librito todas estas historias de Don Gabino. El formato de blog no sé si es el mejor para conservar estos relatos y sería una verdadera lástima que se pierdan. Parafraseando a Waugh, son una isla de cristiandad en un mar de bergoglismo.
ResponderEliminarGracias, Don Wanderer. Se extrañaba a Don Gabino.
ResponderEliminarSiemre me pregunto qué cosas irá a tener en cuenta el Señor el día de nuestro Juicio Particular. Probablemente cosas que ni recordemos. Para bien, o para mal.
anónimo 23:02 wanderer es el que habla todo el día de bergoglio, no nosotros...
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ResponderEliminarInocencio....mandale a Wander tu email y yo te mando el libro EL CREDO AGNOSTICO DE BORGES, donde se habla de sus preocupaciones religiosas.
Todos los que lo quieran recibir, también. Lo tengo digitalizado.
Saludos desde Rosario, Santa Fe, Argentina
para más datos, por favor escuchen en YouTube
ORACION DEL REMANSO, de Jorge Fandermole.... letra y música de gran belleza !
Fantástica nota. Contrapunto necesario.
ResponderEliminarInocencio, perdonador de poetas extraviados,
ResponderEliminarQuería contarle que Borges, se confesó antes de su muerte. Creo que "Y uno aprende" lo escribió mientras el Señor le iba "enseñando" cómo ir preparando su alma. Aquí lo tiene:
Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma,
y uno aprende que el amor
no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender.
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos y uno aprende
a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes…
y los futuros tienen una forma de
caerse en la mitad.
Y después de un tiempo
uno aprende que si es demasiado,
hasta el calor del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma, en lugar
de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende…
y con cada día uno aprende.
Calderón de la Lancha
Estimado Wanderer,
ResponderEliminarle ruego disculpe el off-topic. Y disculpe que en este off-topic yo mente el remanido tema 'Francisco'. Pero es que si este hombre ha dicho lo que esta noticia afirma que dijo, pues entonces ha cometido contra Jesucristo una blasfemia pública del más grueso calibre. Estoy realmente espantado:
Blasfemia
Agradecido, mr. Wanderer.
ResponderEliminarPero, ¿quién sabe si la misión que Dios pone delante será grande o pequeña? Más aún, ¿quién define lo grande y lo pequeño? Mire la singular contienda en la que terminó el capitán Dalroy y su Sancho (el tabernero Hump) por defender una humilde taberna y la libertad de tomarse un ron. Eso si: se dedicaron con fidelidad a lo pequeño; que si no, no se hubiera librado batalla.
Y es el mismo Gilbert que nos aclara: "hay dos formas de ser idealistas: idealizando la realidad o realizando el ideal". Ojala nos encontremos entre los segundos...en la cumbrera que nos salve de la pacatería o del sueño orgulloso de los gigantes de barro.
Con el afecto de su amigo,
el poeta.-
traducir por favor...21:58
ResponderEliminar«Hoy día, no pienso que haya miedo al Islam como tal, sino al ISIS y a su guerra de conquista, que solo en parte es una expresión del Islam. Es verdad que la idea de conquista es inherente al espíritu del Islam, pero esa intención también se puede reconocer en el Evangelio de San Mateo, donde Jesús envía a sus discípulos a todas las naciones en términos de la misma idea de conquista.»
ResponderEliminar"El que es fiel en lo poco, será fiel en lo mucho" (Lc 16:10).
ResponderEliminarYa lo sé Calderón, me lo han contado. Y de algún modo yo mismo lo he barruntado, repasando sus entrevistas por ejemplo, y el tomazo post-mortem de BC. De ser cierto (y no tengo motivos para dudarlo, aunque viudas y discípulos mezquinen el dato por conveniencia), esa su confesión le dio a su alma el perdón divino y me alegro por él, créame. Pero un poema y un último glorioso instante no absuelven por completo sus blasfemias (leí el libro de Soldani, rosarino, muchas gracias: súbalo y póngalo a disposición). No lo absuelven para los pobres lectores vivos, digo, que reciben de críticos, profesores y otros culos sucios una herencia de incredulidad. En fin, hay que trasegarlo a Borges, limpiarlo de sus intérpretes oficiales, y sobre todo de Bioy.
ResponderEliminarPero no pongamos a Borges por encima de Don Gabino por favor. No hoy, no acá.
Inocencio, gambeteador de perdones fáciles.
Querido don Gabino: Por algún arcano capricho del html, una frase del Dr. Silícides —la que se pregunta en qué guerra podemos meternos— aparece, en posición variable, intercalada en el párrafo anterior, pronunciado por usted.
ResponderEliminarMuchas gracias. Solucionado el problema del párrafo.
ResponderEliminarBomba! Ratzinger habría admitido que falta una parte al tercer secreto de Fatima. Lean Infovaticana.
ResponderEliminarHermosísimo! Y cada día más cuando más vemos repartir "misericordia" de la que ustedes ya saben alrededor nuestro y contra uno mismo, debemos pensar en las batallas verdaderamente importantes, por algo Dios permite esto... tal vez, al menos sea para que miremos menos hacia el poniente y más hacia las bellas flores que tenemos cerca. Consejo realmente sabio.
ResponderEliminar(Con respecto a las misericordiaciones: ¡Cómo se extraña la inquisición! Allí te hacían un juicio y en el juicio podés defenderte. Ahora sólo te bajan el pulgar y te cierran el pico. O tempora o mores...)
Me uno al prudente pedido del Coronel.
ResponderEliminarVeo que el re-stylling del blog ahora responde más a la realidad.
Yo pido el sillón que está de espaldas al fotógrafo!!
In Domino!
PS: me suena haber leído este relato con anterioridad, puede ser? no es una re publicación esto?
http://infovaticana.com/2016/05/18/se-desconoce-contenido-completo-del-tercer-secreto-fatima/
ResponderEliminarPor supuesto, micer Bulgarov. Don Guánder lleva nueve años escribiendo las mismas cosas en su blog (y bastantes años más diciéndolas de viva voz), de modo que usted ha leído este mismo artículo infinidad de veces. Pero, ¿verdad que no se cansa de leerlo? ¿que siempre le parece nuevo, o al menos descubre cada vez nuevos matices que antes había pasado por alto? Es una delicia releerle.
ResponderEliminar
ResponderEliminarAntonio Caponnetto conoce el tercer secreto , saliò en Cabildo .......
Mi ignoto amigo de las 18:21:
ResponderEliminarSerá la "Nostalgia" (como dijo un poeta amigo) que evoca silente y constantemente aquella realidad más intima que mi propia conciencia.
Cordialiter!
Dörmann que no es un tradicionalista, sino un sacerdote alemán nacido 1922, que ha visto con gran
ResponderEliminarsagacidad los errores de Juan Pablo II, ha tenido la valentía de hacerlo público por medio de sus escritos, a tal
punto que llega a percibir que la fe de Juan Pablo II es una fe gnóstica.
Este es su análisis: «El hombre sabe que por la Encarnación está indisolublemente unido con el Hijo de Dios,
que por la muerte de Cristo sobre la cruz, él está desde el comienzo hasta el fin del mundo redimido y
justificado, y que él posee "la existencia en Cristo" como la dimensión religiosa de su propia humanidad, y
que él debe todo esto al amor de "Dios Padre". Como la obra de la redención está cumplida en su principio
en cada hombre, y que en cada uno permanecen intactas la imagen y la semejanza de Dios, la Revelación
hecha por Cristo no puede sino tener por función el esclarecimiento de la existencia humana, y la "fe"
correspondiente no puede significar sino la iluminación de la conciencia humana. Por eso el hombre debe
entrar en sí mismo, a fin de descubrirse él mismo a la luz de la Revelación que le ha sido ofrecida en Cristo, y
que él ha recibido por la fe, y para hacer la experiencia de lo que finalmente es y siempre ha sido. He aquí lo
que significa la frase del Cardenal: "En el misterio del Verbo encarnado se explica el misterio del hombre".
Una fe semejante es gnosticismo.» (El Itinerario... p. 119).
En definitiva se trata de una Revelación del hombre, una Revelación de la divinidad del hombre y de una fe
gnóstica o cabalística, una luz o iluminación del hombre es su dimensión divina. Por esto la Nueva Teología
de Vaticano II y de Juan Pablo II, con el séquito de teólogos progresistas, es antropocéntrica
http://www.catolicosalerta.com.ar/escritos-catolicos/gnosis-jp2.pdf
ResponderEliminarRepuesta Infovaticana
"Benedict XVI dismisses supposed new Fatima revelations as "pure invention" and "absolutely untrue" "
http://rorate-caeli.blogspot.com/2016/05/benedict-xvi-dismisses-supposed-new.html
A diferencia de Shelley, nosotros podemos contemplar el mismo rostro de Ozymandias, "King of kings"
ResponderEliminarhttp://ies.rosachacel.colmenarviejo.educa.madrid.org/gallery2/main.php?g2_itemId=223
Bajo la representación de CINCO ÁRBOLES FATIDICOS que infectan la TIERRA, se le dio a entender los CINCO GRANDES ERRORES de los tiempos modernos y los terribles castigos que se ciernen sobre la HUMANIDAD.(Estos errores parecen ser, según algunos comentaristas, el PANTEISMO, RACIONALISMO, INDIFERENTISMO, MODERNISMO Y COMUNISMO.) “Estos cinco árboles representan -le dice el Señor- las cinco herejías modernas que infestan al mundo en nuestros tiempos en oposición enteramente al Santo Evangelio y que buscan su destrucción. Estos árboles, con sus venenosas raíces, dan vigor a todas aquellas plantas que se desarrollan en la floresta. Estas plantas perniciosas representan la esterilidad digna de llanto de innumerables pobres almas que por la depravación de sus conciencias pueden decirse sin FE y sin RELIGIÓN… Trastornadas y entregadas a las falsas máximas de la filosofía moderna, conculcan la Ley santa de Dios y sus divinos preceptos.
ResponderEliminarEstas plantas son consideradas por el DIVINO DUEÑO no sólo como estériles sino como nocivas y perversas, dignas de se arrojadas al fuego eterno.”
http://wwwapostoladoeucaristico.blogspot.com.ar/2009/08/profecias-de-la-beata-isabel-canori.html