Continuamos con la serie sobre los cambios que aportó a la liturgia el Novus Ordo de la Semana Santa instaurado en 1955 por Pío XII. Quienes estén interesados en un trabajo más erudito sobre el tema pueden consultar el de Gregory DiPippo, de Henri de Villiers y del P. Stefano Carusi, y como bibliografía más relevante el artículo de Nicola Giampietro, “A cinquant’anni dalla riforma liturgica della Settimana Santa”, in Ephemerides liturgicae, anno CXX (2006), n. 3 luglio-settembre.
LUNES SANTO
Cambio: Se prohibe la oración “contra persecutores ecclesiae” y la oración por el Papa.
La oración decía: “Ecclesiae tuae, quaesumus Domine, preces placatus admitte; ut destructis adversitatibus et erroribus universis, secura tibi serviat libertate”.
MARTES SANTO
Cambio: Se suprime la lectura de Mc. 14, 1-31 relativos a la Última Cena y a la institución de la eucaristía con los que se iniciaba la lectura de la Pasión.
MIÉRCOLES SANTO
Cambio: Se suprime la lectura de Lc. 22, 1-39 relativo a la institución de la eucaristía y su relación con el sacrificio de la cruz.
JUEVES SANTO
1. Invento: Introducción de la estola como hábito coral de los sacerdotes.
Práctica tradicional anterior a la reforma: Los sacerdotes y los diáconos presente usaban el hábito coral normal, sin estola, que se colocaban solamente en el momento de la comunión.
De esta manera, se comienza con la construcción del mito de la concelebración del Jueves Santo que no se pudo imponer en ese momento, según el P. Braga, “porque la mentalidad de algunos miembros influyentes de la Comisión no estaba todavía preparada”. Quienes se habrían opuesto fueron el cardenal Cicogni y Mons. Dante. Es que había un sentimiento fuertemente hostil a la concelebración en ese día porque nunca había sido práctica tradicional en la Iglesia.
2. Invento: Se introduce la práctica de comulgar sólo con hostias consagradas ese día.
Práctica tradicional anterior a la reforma: No había ninguna mención acerca de con qué hostias había que comulgar.
No se entiende muy bien el motivo de este cambio. La práctica romana del fermentum, históricamente probada, consistía en comulgar con una parte de la eucaristía del domingo precedente, como un modo de indicar la comunión de la Iglesia en el tiempo y en el espacio, en torno a la realidad del Cuerpo de Cristo. Con el cambio, se introduce una idea de presencia real ligada al día de la celebración y la obligación de comulgar las hostias consagradas en el mismo día.
Práctica tradicional anterior a la reforma: El rito del mandatum se hacía después de la misa, luego de haber retirado los manteles del altar. De ese modo, no se interrumpía la misa ni se hacia ingresar a los laicos en el coro durante los oficios, y se respetaba la sucesión cronológica descrita en los Evangelios.
Una de las razones que se adujo para justificar la reforma de la Semana Santa, fue el respeto a la veritas horarum, pero en este caso se hizo exactamente lo contrario: no solamente se anticipa o se atrasa un rito por exigencias prácticas, sino que se invierte el orden cronológico de los acontecimiento evangélicos en el interior del mismo rito. San Juan escribe que Nuestro Señor lavó los pies de sus discípulos “después de la cena” (Jn. 13, 12); no se entiende entonces por qué lo colocaron en medio mismo de la Misa, cuando doce laicos debían ingresar sin zapatos ni medias en el coro, comenzando ya la idea de desacralizar ese espacio.
4. Cambio: Omisión del Confiteor del diácono o del ayudante antes de la comunión.
Práctica tradicional anterior a la reforma: Se recitaba el Confiteor antes de la comunión.
De esa manera, se eliminaba el odiado -por los progresistas- tercer Confiteor, que no era una duplicación porque cuando se lo recitaba al pie del altar, al inicio de la misa, era la confesión de la propia indignidad para celebrar el culto. Recitarlo antes de la comunión, es confesar la indignidad para recibir el Cuerpo de Cristo.
5. Cambio: Terminada la misa, se establece que hay que quitar no solamente los manteles del altar, sino también la cruz y los candelabros.
Práctica tradicional anterior a la reforma: La cruz permanecía velada y entronizada sobre el altar, en medio de los candelabros, a fin de ser develada el Viernes Santo.
No hay motivos que expliquen este cambio.
Tengo entendido que la misa crismal es también un invento de cabo a rabo. El obispo bendecía los óleos en la misa del jueves santo, ¿lo hacía en la misma misa de la institución? La misa Nos autem, digamo. Si me pudieran ilustrar al respecto, agradezco.
ResponderEliminarDon Pelayo