Páginas

martes, 11 de junio de 2019

La hora de los inútiles (reposteo)


A raíz del último post, dedicado a la perdida vigilia de Pentecostés, se suscitó un breve diálogo sobre las características que tenía esta ceremonia. Un lector dejó un comentario al respecto que decía más o menos lo siguiente: “En momentos en que el mundo se está viniendo abajo, resulta ridículo y objetable que ustedes se dediquen a discutir el introito de la vigilia”. Y a primera vista, parecería que tiene razón. El mundo, literalmente, se está cayendo, y lo está haciendo con la aceleración propia de cualquier derrumbe. Y cuando digo “mundo” me refiero al orden cristiano del mundo redimido por Jesucristo cuyos últimos destellos, los que tenemos algunas décadas, llegamos a vislumbrar. Pero el katejon ha sido quitado. El imperio ha desaparecido, y el orden se fue con él. El mundo se está cayendo.

Y no se trata, me parece, de sugestiones de una mente afiebrada y ávida de conspiraciones: nos enfrentamos a las fuerzas del Mal que ya se están quitando descaradamente la máscara, seguras de su triunfo, y que se han infiltrado por todas las grietas que el terremoto produjo.  Desde George Soros (recomiendo este video para conocer al siniestro personaje) hasta Jorge Bergoglio aposentado en el solio de Pedro. Los Hijos de las Tinieblas, que en este eón son más astutos que los hijos de la luz (Lc. 16,8), nos han desplazado, y el resto fiel de Israel apenas si cuenta con un puñado de fieles. 
Frente a una situación tan dramática que Dios nos ha dado el privilegio de vivir, es lógico que surja enseguida la pregunta sobre qué hacer, y que la respuesta sea la obvia: “Hay que hacer cosas, muchas cosas, cuanto más cosas mejor para detener al Hijo de la Iniquidad”. Es la postura de muchos, entre otros de Michael Matt, al que escuchábamos en el video publicado el viernes último. “Salvini está haciendo cosas; Bolsonaro está haciendo cosas. Apoyémoslos y hagamos cosas similares a ellos”. Y claro que podríamos apoyarlos si fuera el caso, pero me parece cuanto menos ingenuo cifrar alguna esperanza en el éxito de esas empresas, por las razones que muchas veces discutimos en este blog, y que no volveremos a discutir aquí.
Por el contrario y una vez más, yo creo que ha llegado la hora de los inútiles. Y es por eso que vuelvo a publicar este artículo, que apareció hace casi cuatro años, el 20 de octubre de 2015.


En los momentos en los cuales las sociedades comienzan a crujir presagiando la inminencia de sus caídas, es natural que los hombres íntegros se pregunten con inquietud qué hacer, y surge siempre la tentación de soñar con grandes empresas y buscar con desesperación a un líder salvador, convirtiéndose todos en soldados rasos a su servicio y postergando, en razón de ese difuso bien común, las propias particularidades. Los inútiles, es decir, los que no se enrolan en esa empresa y no militan en tal batallón, son desechados como lastre más pesado aún que el que representan los paganos.  
Pero lo cierto es que la historia nos enseña que en esos momentos críticos los más útiles son los inútiles. Mientras Europa se desangraba durante la Segunda Guerra Mundial, un inútil profesor universitario de Oxford se dedicaba a escribir una fantasía que terminó llamándose El Señor de los Anillo, un libro que ha salvado más vidas que cientos de grupos parroquiales juntos. Pero quiero fijar la mirada en esta ocasión  en un momento histórico similar al nuestro y en un personaje al que aún hoy mucho le debemos.
El siglo VI se encontró que Europa ya no existía. El Imperio Romano de Occidente había caído y lo que había sido una unidad orgánica, ahora no era más que un conglomerado de ciudades que giraban en la órbita de las tribus bárbaras vencedoras: visigodos en España, francos en la Galia, burgundios en Retia, vándalos en África y ostrogodos en Italia. Aunque todos pretendían seguir siendo “romanos”, Roma ya no existía, y los únicos que mantenía cierto orden eran los obispos, organizados según el diseño de la antigua administración imperial.
La papuerización de la cultura y la educación parecían irremontables. Signo de ello era que ya nadie en Occidente sabía griego, e ignorar esa lengua era ignorar la filosofía, los clásicos y, todavía más importante, la teología, porque el cristianismo se había desarrollado teológicamente en Oriente. Aún el mismo latín estaba perdiéndose puesto que la atomización política había propiciado también la atomización lingüística y ya se estaban fortaleciendo las lenguas romances. Como señala Pierre Riché (Éducation et culture dans l’Occident barbare. VI – VIII siécle, Seuil, Paris, 1995), las clases dirigentes habían perdido todo interés por la cultura clásica y por la educación en general y aún la formación de las elites políticas y religiosas era más que deficiente.
 En ese momento asciende al trono de Italia el ostrogodo Teodorico cuyo poder militar le permitió  gobernar sobre las penínsulas itálica e ibérica, la Galia mediterránea y las provincias del Danubio. Preocupado por hacer resurgir el imperio no sólo políticamente sino también culturalmente llamó a su lado a Boecio y, posteriormente, a Casiodoro. Y este el personaje en el que quiero detenerme. La familia de Casiodoro formaba parte del patriciado romano y él mismo había sido nombrado cónsul siendo muy joven. A pesar de las circunstancias de su época, fue quizás el último de los romanos en recibir la formación clásica reverdecida con el cristianismo.

Sucedió en su cargo a Boecio y estuvo al lado de Teorodico luchando, junto al rey, para restaurar el principado y las grandezas culturales del imperio. No pudieron. Muerto el rey, Casiodoro continuó en su puesto durante algún tiempo con la nueva reina, pero pronto se dio cuenta que no había caso: todo se caía a pedazos. La solución no venía a través de la política –él lo había ensayado- ni a través de las grandes empresas. Era la hora de los inútiles. Y así fue que se retiró a una de las posesiones de su familia en Esquilache donde fundó el Vivarium, una especie de monasterio en el que sus habitantes tenían un solo cometido: estudiar y copiar las obras clásicas, griegas y latinas, que había legado la antigüedad. Casiodoro se daba cuenta que, sin ese repositorio, Occidente estaba perdido.
Y fue gracias a su labor que los monjes medievales conocieron a Séneca y Cicerón, y a todos los demás clásicos, y que hoy podemos leer a Virgilio. Fueron estos inútiles escapistas, refugiados cómodamente en una casa solariega mientras Occidente se caía, los que salvaron a Occidente. No quisieron meterse en política –más bien huyeron despavoridos de ella- y ni siquiera les importó las triquiñuelas eclesiásticas. Se dedicaron a hacer lo que sabían y podían hacer: estudiar y copiar para conservar.
Los tiempos de hoy son bastantes similares a los del siglo VI. La diferencia está en que ningún Teodorico se avizora en el horizonte y mucho menos un papa Agapito. Es la hora, entonces, de Casiodoro, es decir, es tiempo para que cada uno desarrolle sus propios dones y particularidades. Es la hora de que los poetas se dediquen a cantarle a la luna y a la mujer amada, que los pintores pinten íconos, que los músicos interpreten a Bach y a Beethoven, que los políglotas traduzcan y que los monjes recen. No estoy abogando, por cierto, de que todos nos retiremos a algún monasterio abrigado por las montañas o por los bosques. Estoy diciendo que es el momento en el que cada haga lo que sabe hacer, según Dios se lo pide, más allá de las estructuras institucionales que no siempre son funcionales. 

Es la hora de los inútiles.

27 comentarios:

  1. Un día entra un joven en la celda de San Francisco de Sales:
    - quiero salvar el mundo, le comenta.
    - al salir no hagas ruido al cerrar la puerta, responde el Santo.

    Capitán Ryder

    ResponderEliminar
  2. ¿Leyó la última Verbo? Ahí responden a su comunitarismo.

    ResponderEliminar
  3. Occidente agoniza. Es un enfermo terminal y coincido que sólo un milagro podrá salvarlo.

    ResponderEliminar
  4. Para mi ser, esta entrada es increiblemente providencial.
    Justo en el día de hoy, estuve conversando con un monje...y gran parte de sus comentarios y detalles del post, coinciden con lo charlado con este amigo, personaje de Dios...(Monjes; mi patria Israel; el derrumbe; el Señor de los Anillos; la montaña como encuentro con Dios).

    Y así lo creo don Wanderer, solo podemos rezar, seguir confiando en quien nos ha y sigue amando y corrigiendo ¡Nuestro Señor Jesucristo!...y hacer todo el mayor bien posible que podamos a nuestro alrededor...Amando sin esperar nada del mundo...nuestra muerte en la "Voluntad Divina" será nuestro triunfo y Gloria para Dios!
    ¡AVE MARÍA PURÍSIMA!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nada que ver con el post pero vieron esto? https://tn.com.ar/policiales/asesinaron-punaladas-un-diacono-en-su-casa-de-lomas-de-zamora_968934

      Eliminar
  5. Anónimo 18:40: Gracias por la referencia a Verbo. No conocía los artículos del último número.
    Pero yo no sé de dónde saca usted mi "comunitarismo". Quizás de un empeño en ver todo con una perspectiva política inmediata, algo así como una necesidad de formación "para la acción, en la acción".
    Yo no soy comunitarista, ni anti-comunitarista, ni a-comunitarista, ni colectivista, ni distributista, ni democratista. El blog, y lo que yo pueda aportar en él, no pasa por proponer una opción política o social. En primer lugar, porque no tengo ninguna competencia o autoridad en ese tipo de temas y, en segundo lugar, porque tampoco tengo fe ni interés en esas cuestiones.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimados.
      Nadie está haciendo Politica, creo que la idea que quiere trasmitir el Autor, es que cada uno en su puesto mantenga la Lucidez y el Coraje en defensa de la Verdad.
      Vivir la Caridad con el Prójimo, que es el Proxino.
      No caer en la tentación de Restaurar Aquello que fue la Cristiandad.
      Dios los Guarde

      Eliminar
  6. "El Señor de los Anillo, un libro que ha salvado más vidas que cientos de grupos parroquiales juntos"
    ¿No le parece un tanto tendenciosa la afirmación?
    Que dicha obra sea buena no quiere decir que por sí sola salve vidas.
    Saludos

    ResponderEliminar
  7. "El Señor de los Anillo, un libro a través del cual, Dios ha salvado más vidas que cientos de grupos parroquiales juntos".
    ¿Le gusta más así?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como rompen algunos quisquillosos... eh, don Guander? Por culpa de quisquillas como esas es que se escapan cosas de importancia. Claro... dirán que NO. Pero si. Y pa' pior, se contentan con eso. ¡malaya!

      Eliminar
    2. "El Señor de los Anillo, un libro a través del cual, Dios, quizás, haya salvado más vidas que cientos de grupos parroquiales juntos".

      Eliminar
  8. Soldado de las 19.37: sí, lo asesinaron, no por defender la fe precisamente, sino en medio de un escándalo homosexual... todo acorde con lo que está pasando en la Iglesia hoy en día. Y no porque no haya sacerdotes buenos, de quienes, por supuesto, poco se habla.

    ResponderEliminar
  9. La hora de inútiles que no lo son tanto.
    Para el mundo actual es inútil todo lo que no genera billete.
    Es triste lo que no mete bulla.
    Es aburrido, lo que no tiene aunque sea un poco de frenetica histeria mundana.
    Es antiguo, y por tanto despreciable, lo bello, lo noble, el orden.
    ¿La disciplina? Algo abominable. Y asi...todo.
    Ni hablar de cosas tales como la Verdad, o la Fe.
    Cosas inútiles para el mundo. No cotizan.
    Que quiere que le diga? Estar, a conciencia y plenamente convencido, en el bando de los INÚTILES, desde hace ya unos cuantos años, me ha dado la felicisima posibilidad de ponerme al día con bellisimas y necesarias lecturas que mi activismo tan util no me permitía.
    Vivo mas modestamente?... pues, no.
    Sólo me he despojado de superfluidades. Lo esencial me alcanza y sobra.
    Así que... inutil... si, claro.
    No paro de sonreír desde hace un buen rato.

    ResponderEliminar
  10. Gracias Don Wander por regalarnos como siempre esta excelente pintura de la incertidumbre que cayó sobre Occidente tras la caída del Imperio Romano y de los inútiles que, tal vez sin saberlo, lo salvaron para la posteridad.
    Pero creo que entre aquello y esto que hoy se desmorona la diferencia es abismal.
    En efecto, a pesar del cimbronazo brutal que produjo la caída de la Roma imperial, el mundo antiguo siguió andando, porque dado que lo más rápido que se conocía era el caballo, los chinos, al igual que otros pueblos remotos, no se enteraron hasta mucho después, sin contar que en América tuvieron que pasar casi mil años para enterarse.
    Hoy, en cambio, las comunicaciones fantásticas han reducido al mundo al tamaño de una pequeña bola de billar, y lo que sucede en un extremo del globo al instante se conoce en el otro extremo.
    En el siglo VI y ante el desbande general, la Iglesia era la única institución que supo conservar el orden preparando los motores para la magnifica epopeya que culminaría siglos después con el majestuoso edificio de la gloriosa Cristiandad.
    Hoy es al revés, a partir de la lenta y penosa declinación que la Iglesia viene sufriendo desde el siglo XIII, el siglo XXI la sorprende llegando fatigosamente a su punto terminal, porque de esta espantosa crisis de apostasía humanamente hablando ya no habrá recuperación, todo irá barranca abajo hasta que Dios, en su infinita misericordia, nos mande la purificación inevitable.
    Igual que en el siglo VI habrá muchos inútiles, pero ya no habrá salvadores como Boecio o Casiodoro.
    Occidente es hijo de la Iglesia y como tal, el hijo correrá la misma suerte que la madre. Y con ellos el mundo entero.
    Pero aún sabiendo que su esfuerzo será inútil, los inútiles tienen la obligación de luchar hasta el final, porque eso es lo que Dios espera de ellos. Roguemos a Dios que podamos formar parte de esos inútiles -muchos premiados con la corona del martirio- porque gracias a ellos Dios nos dará la victoria definitiva.






    ResponderEliminar
  11. Leyendo el articulo recordé las palabras de un antiguo amigo con quien conversábamos sobre la crisis eclesial...me dijo algo que no lo comprendí en su momento, quizás por no estar informado de la crisis de Occidente en general y no solo de la Iglesia (Como si Occidente pudiera subsistir sin el Cristianismo).
    La frase era:

    "Leemos mucho sobre la Cristiandad y los periodos gloriosos de la Iglesia, pero nunca hay que olvidar que, sea el poder, influencia o reconocimiento que tenga la Iglesia; como en la Cristiandad o como pequeño rebaño siempre, siempre pero siempre, la vocación sera el martirio"

    Sea como nos encuentre esta satánica decadencia, ya sea en monasterios o en la vida cotidiana del laico de ciudad, en el trabajo o en el ocio, donde sea, nuestra vocación sera siempre el martirio.

    ResponderEliminar
  12. Hoy ya, luego de dar vuelta la página; si alguien busca, pide, golpea para encontrarse con DIOS; de ninguna manera lo enviaría a escuchar a +Luis Alberto Spinetta...sino, "ven y verás", Santa Misa Tridentina cantos tradicionales Católicos vernáculos y latín...de ahí proviene toda la Gracia que Dios derrama en el mundo entero, a través de sus Santos y de sus Santos que vienen de la gran Tribulación que viven en Gracia; y de ahí, provenía la Gracia con que DIOS emparaguaba la tormenta del Alma, a través de oír a Luis Alberto.
    Mientras haya un Sacerdote en el mundo que celebre la SANTA MISA, JESUCRISTO estará presente.

    ResponderEliminar
  13. simkyn, el parrandista12 de junio de 2019, 8:41

    Ayer Página 12 sacó una nota reivindicando a los empresarios yankees y su solicitada pro aborto, a pesar que ésta se basaba en la defensa del crecimiento económico de las mujeres dentro de sus conglomerados cuando pueden echar mano al cuchillo.
    Justo Página 12, que hasta ayer era anticapitalista...

    Si se quiere encontrar a la madre del borrego de tamañas boberías, hay que atender a lo que se llamó "concupiacencia de los ojos".
    Del ruido, la publicidad, del desfile de cosas e ideas que no permiten hacer el bien, pues antes imposibilitaron aprehender el ser, se sale con una ascesis de autoconservación que antaño llamaron studiositas, que no es únicamente abrevar en buenos libros. Es parar la pelota, tirar lo aparente y fútil, los engaños y los autoengaños.

    El proceso espiritual parece simple, pero en los hechos no lo es tanto. El clic hacia esa simple ascesis no lo logra hacer el hombre que a los 30 conoció internet y hoy a los 50 está preso de un smartphone. Mucho menos un niño al que padres imbéciles le dieron el teléfono a los 11 o 12 y el acceso a redes sociales para que se deprima cuando no le ponen un "me gusta".

    Por estas cosas, sin exajerar, se puede afirmar que era más sencilla la evangelización de los incas que la actual y que fue más fácil salir del siglo VI que del XXI.

    ResponderEliminar
  14. Un gran artículo.

    Aunque, por supuesto, los libros buenos solo sean una parte del gran tesoro que hay que conservar, creo que conviene recordar y elogiar la magnífica y callada labor de buenas editoriales como Vórtice o Ediciones del Alcázar.

    ResponderEliminar
  15. A propósito de la mención a la Revista Verbo, no he podido leer los artículos pero me sorprende la animosidad hacia la opción benedictina, como si se una herejía se tratase. Como he dicho antes, la estrategia de Dreher es una idea prudencial, que tendrá sus fallos y quizás mucho pesimismo, pero es un camino, que podemos ir mejorando. Otros estarán en mejores escenarios y podrán aprovechar mejor la política o los medios.
    Lamento ver que en el mundo tradicional nos estamos pareciendo a las sectas de izquierda, excomulgándonos por diferencias estratégicas. Para algunos pareciera que todo lo que no sea la restauración de su idealización de la Cristiandad no es aceptable. Para mayor inri, si tanto sueñan con el “reinado social” podrían darnos estrategias viables para ello, pero no veo propuestas.
    Recuerda mucho a Blas Piñar arengando a las masas: invocaba al desastre y añoraba el pasado, pero no ofreció jamás una salida.
    Y no creo que será hora de “inútiles”: cada uno es útil usando los talentos que tiene y discerniendo la voluntad de Dios donde le toque estar.

    ResponderEliminar
  16. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  17. No se trata solamente de dedicarse a los deberes de estado, sino de escudriñar "los signos de los tiempos". Cosa harto díficil. El "activismo" es otra cara de la desesperación....

    ResponderEliminar
  18. Nosotros dele pedir para Caritas y la justicia argentina, del law fare que denunció Francisco, acaba de condenar a José Lopez que realizó el mayor gesto de caridad de los últimos decenios. Cual evangélico Nicodemo fue de noche, en la humildad del anonimato, como la viuda del Templo juntó todo lo que tenía en unos bolsos y lo dio todo. Además como cristiano de nuestro tiempo eligió una monjas que no son monjas, es decir una monjas anónimas (Rahner dixit). También condenaron a su esposa, que en la íntima unión del sagrado matrimonio, con un solo corazón y una sola alma, ayudó a su esposo a juntar en los bolsos. Así corremos el riesgo de que lleven presos a quienes colaboran con Caritas !!!!

    ResponderEliminar
  19. Revista Verbo???? Todavía se edita??? Alguien quizá me responde?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, se sigue editando bajo la dirección de Miguel Ayuso.
      https://fundacionspeiro.org/revista-verbo

      Eliminar
  20. Gracias por el artículo, estimado Wanderer.
    Muy de acuerdo. Los signos de los tiempos sirven para "imantar la aguja" y no perder el Norte. Conocer la carta náutica para navegar con tino, digamos. Pero en el fondo lo que describe no es sino el deber de todos los católicos que practican su Fe (mal que bien y entre tropezones y Gracias inmerecidas) de salvar su alma, ayudando a salvar las del prójimo y vivir en Cristo. Hablando en plata: Ser testigos. La cultura (y la sociedad que la representa) puede o no ayudar en este camino. Está claro que hoy no lo hace, e incluso es contraria al mismo. Pero el deber es el mismo, la misión no ha cambiado. Y felices los tiempos en que, por defender la verdad de que el pasto el verde, se defiende también La Verdad.
    Gracias de nuevo por poner tan claro y finamente lo que muchos pensamos.
    Muret

    ResponderEliminar
  21. No es la hora del "HACER" ni de otros voluntarismos. No podemos hacer e papel de Dios, ser salvadores de nada ni de nadie. Siervos inútiles somos y sin Él no somos nada. Lo único que se nos pide el "SER" que en su raíz es "AMAR". Los personajes citados: los mártires, S. Benito, Casiodoro, Tolkien, etc. hicieron lo que hicieron porque amaban a Dios, no por voluntarismo ni ideología. En el fondo siempre está el amor: S. Benito fundó el monaticismo occidental porque amaba en ella a Dios, S. Francisco su orden porque amaba la santa pobreza, S. Domingo porque amaba la Fe, S. Ignacio la Iglesia, S. Bruno la soledad,S. Juan Bosco, etc. S. Pablo evangelizaba por puro amor. Ay de él si no evangelire. No podían dejar de hacerlo sin dejar de amar. No hubo grandes planes, ni carismas, ni ideas megalomanas, todo empezó con un paso, un pequeño gesto que fue creciendo hasta ser árboles inmensos.Ex nimis magna.
    Conozco una anecdota. Tengo un amigo amante de los libros y bibliófilo empedernido. No le ha hecho falta grandes discursos sobre la importancia del libro, ni grandes planes. Amarlos ha sido la clave, de lo que hay en el corazon, hablará la boca. Ya ha influido en dos amigos para tener la misma afición y formar grandes biblotecas, varios ya están cayendo en lo mismo y están influyendo en otros, capilarmente.
    Desde mi humilde opinión, la claves es Ser y no hacer. Y la base de todo ser es el amor, que mueve las estrellas y los planetas.

    ResponderEliminar
  22. A veces me toca como mujer, esposa y madre dar algún tipo de respuesta a preguntas recurrentes, como por ejemplo, por qué y para qué seguir trayendo hijos, a este mundo tremendamente derruido. Y aunque a veces las palabras no se encuentran fácilmente, esto que se expresa aquí se asemeja bastante al secreto guardo en el corazón, es una inexplicable certeza, de lo que debemos darles siendo sus padres, y viene en esta línea.

    ResponderEliminar