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martes, 5 de noviembre de 2019

Racionalidad I: el celibato


Lo propio del hombre, lo que lo distingue de los animales, es su razón. Y el hombre es más hombre y se comporta de un modo más acorde a su naturaleza cuando actúa racionalmente. En cambio, cuando actúa movido por las pasiones, se asemeja a las bestias. 
Estos principios básicos de la antropología aristotélica, asumida luego por el cristianismo, los conocemos todos, y creo que acordamos con ellos. Pero no siempre actuamos de acuerdo a ellos; es decir, no siempre actuamos racionalmente, o al menos todo lo racionalmente que se espera. Y digo esto por muchas de las reacciones a las últimas entradas de este blog. 

Nadie podrá decir que soy un defensor del Papa Francisco. Desde el mismísimo día de su elección advertí acerca de la catástrofe que significaría para la Iglesia la llegada a la sede de Pedro del arzobispo de Buenos Aires, y fueron muchos los que me censuraron por actitud tan negativa. El tiempo terminó dándome la razón, y mi opinión sobre Bergoglio no ha cambiado. Sin embargo, una cosa es ser racionalmente críticos del Papa Francisco y otra muy distinta es dejarse inundar por la pasión —o el demonio— de la ira, y criticar absolutamente todo lo que hace el pontífice por el simple hecho que el que lo hace es él. Y a tal punto llega la ceguera, que niegan incluso la evidencia. Como la misa de conclusión del sínodo de la Amazonia fue sobria y sin ningún detalle pagano, algunos sitios tradicionalistas han descubierto que la plantita que el Santo Padre ordenó poner sobre el altar papal era en realidad una ofrenda a la Pachamama y, por lo tanto, constituyó un sacrilegio. Seguramente esos mismos medios olvidaron la misa de clausura del sínodo de Oceanía celebrada en 1998 por Juan Pablo II, cuando hombres en taparrabos danzaron en torno al mismo altar papal. En este caso, no habría existido sacrilegio ni escándalo.
Pero la irracionalidad va más allá de comparar actitudes litúrgicas. Se asumen postulados tomados de no se sabe qué sitios o personas, y se defiende contra toda evidencia como si se tratara del dogma de la Santísima Trinidad. No es cuestión de exigir que se expresen solamente los eruditos, pero sí un mínimo de seriedad para consigo mismo y para con los demás a la hora de tomar posiciones y apasionarse con ellas. 
Y al respecto, tengo dos ejemplos que trataré en sendas entradas. Y el primero es la cuestión del celibato. Lo que yo afirmé en el post titulado Macondo fue que, en el documento final del sínodo, resultaba más grave la insistencia en admitir a las mujeres al diaconado o a algún otro ministerio —u orden menor—, que la posible ordenación de hombres casados, puesto que el primer caso tocaba una cuestión relativa al dogma, y el segundo a la disciplina. Y esto levantó una oscura polvareda porque muchos le dan igual importancia a la relajación del celibato que a la negación de la divinidad de Nuestro Señor.
Seamos, entonces, racionales y veamos las cosas como son.
Resulta claro que la Iglesia mostró desde su época más temprana su preferencia por un clero célibe, pero la imposición de esta condición se realizó lentamente, con mucho esfuerzo por parte de algunos y resistencia por parte de otros, y se dio solamente en los clérigos latinos, pues los otros ritos conservan la posibilidad de ordenar para las órdenes mayores a hombres casados. 
Los hitos históricos de la cuestión son los siguientes:
1. El concilio de Elvira, en el año 300, prohibe en su canon 33 que los obispos, sacerdotes y diáconos casados mantengan relaciones sexuales con sus esposas. Si no aceptan este matrimonio célibe, en el que se vive como hermanos, deben ser expulsados del estado clerical. No se prohibe el matrimonio de los clérigos, sino el ejercicio de la sexualidad dentro del matrimonio. Este concilio afectó a una parte muy pequeña de la península ibérica.
2. En el concilio de Nicea de 325, a instancias del obispo español Osio de Córdoba, se propuso que se estableciera la norma del celibato para todos los clérigos, pero la votación resultó negativa debido a la oposición del obispo Pafnucio de Tebas que, aún siendo él mismo célibe, no creía que debía imponerse a todos esta condición (PG LVII, 101-104; 905).
3. Los datos históricos muestran que la situación era compleja y discutida a tal punto que, veinte años después de Nicea, el concilio de Gangra dispuso que: “Si alguno sostiene que es contrario a la ley acercarse a la eucaristía cuando es celebrada por un sacerdote casado, que sea anatema” (Hefele-Leclercq, Histoire des Conciles I, 2, 1029-49). 
4. Durante los siglos IV y V puede observarse que toda la literatura patrística considera que las relaciones sexuales de los clérigos con sus esposas los hace indignos de sus ministerio. Y el motivo es que la vida célibe los ubica en un estrato superior ya que el matrimonio es solamente una concesión a la debilidad del hombre y una consecuencia del pecado. En este sentido, San Ambrosio, uno de los grandes doctores de la Iglesia, escribe a los sacerdotes: “… vosotros debéis permanecer alejados de toda intimidad conyugal, porque sabéis que tenéis un ministerio, total e inmaculado, que nunca debe ser profanado por las relaciones sexuales”.(Acerca de los oficios de los ministros 1.50, PL XVI, 97-8). Eusebio de Cesarea advierte: “Corresponde a los consagrados y a quienes han tomado la tarea de servir al Señor abstenerse de relaciones con sus esposas” (Demostraciones del evangelio 1.9; PG XXII, 81). San Jerónimo, con su vehemencia característica, advierte: “Frente a la pureza del cuerpo de Cristo, toda unión sexual es impura” (Contra Joviniano 1.20; PL XXIII, 249). Y San Cirilio de Jerusalén enseña en sus Catequesis: “Aquél que desee servir correctamente al Hijo debe abstenerse de la mujer” (13.25, PG XXIII, 758).
5. El sínodo de Trullo de 692 estableció que los obispos debían ser célibes, y que si estaba casado cuando era elegido, su mujer debía ingresar a un convento. Todos los otros clérigos podían casarse antes de su ordenación pero no podrían hacerlo luego de ésta. En caso de enviudar, el sacerdote debía permanecer célibe.
6. En estos siglos —V al VII— pareciera que, aunque se privilegiaba el celibato, no era condición exigida para las órdenes mayores. De hecho, dos papas de esa época eran casados: Agapito I (535-36) y Adrián II (867-72). Incluso existía una bendición especial que se daba en la liturgia a la mujer del sacerdote en el día de la ordenación de su marido. Era llamada presbyterissa y vestía de modo particular (New Catholic Encuclopedia III, 374).

7. San Gregorio Magno reafirmó la legislación según la cual en la iglesia romana incluso los subidáconos debían ser célibes (PL LXXVII, 506), lo cual muestra la falta de criterios comunes y la diversidad y cambios de costumbres en la época que comentamos. Los concilios y sínodos de los cuatro siglos posteriores muestran que resultó imposible para la iglesia latina prohibir el matrimonio a los clérigos mayores. 
8. El Papa Benedicto VIII (1012-1024) sostuvo en el concilio de Pavía que los sacerdotes casados debían ser obligados renunciar. El obispo de Verona le respondió que, si hiciera eso, su diócesis se quedaría sin sacerdotes (Ratlier de Verona, Cartas, PL CXXXVI, 585-86).
9. Poco tiempo después, el concilio de Bourges en 1031, bajo el pontificado de Juan XIX, estableció que: “Está prohibido a los sacerdotes, diáconos y subdiáconos tener esposas o concubinas. Si se niegan a dejarlas, podrán actuar solamente como lectores o cantores. Del mismo modo, prohibimos a todos los clérigos de ahora más casarse o tener concubinas” (Mansi V, 19, 553). 
10. El papa León IX, en el sínodo de Mainz (1049), prohibió que los sacerdotes fueran casados (MGH VII, 346-7). 
11. Pareciera que en el siglo XI se endurece la ley del celibato, no solamente por el caso del ejemplo anterior, sino también porque el sínodo pascual de Roma de 1051, ordenó que las esposas y amantes de los sacerdotes fueran esclavizadas. Se convertirían en ancillae del palacio de Letrán.
12. Es esta la época de San Pedro Damián, que con tanta fuerza se opuso no solamente a los sacerdotes casados, sino también a todos aquellos que llevaban una vida inmoral con amantes femeninas o masculinos. Recordemos sus obras Liber Gomorrhianus y Sobre el celibato de los clérigos
13. Pero no todos aceptaban la opinión de San Pedro Damián. El obispo Ulrico de Imola afirmaba que el celibato debía surgir de una convicción personal del sacerdote, y no de una disposición institucional, puesto que el matrimonio era bueno. Su libro sobre esta cuestión fue condenado por el papa Gregorio VII.
14. Fue justamente este papa, autor de la conocida Reforma gregoriana, el que con mayor ahínco postuló el celibato sacerdotal. Pero no todos lo aceptaban. Los clérigos de la diócesis de Milán afirmaban que el derecho a casarse era parte de las costumbres de su iglesia y que no les podía ser arrebatado. 
15. En 1073, en el sínodo cuaresmal de Letrán, Gregorio VII, siguiendo al concilio de Nicea, estableció que ningún sacerdote casado podía oficiar la eucaristía (canon 17). Pero también tuvo objeciones. El obispo Lanfranco de Canterbury le comunicó que si aplicaba esa legislación, Inglaterra se quedaría sin sacerdotes. El Papa Gregorio, entonces, permitió que los decretos conciliares fueran aplicados gradualmente.
16. El concilio de Clermont de 1095, conocido por haber llamado a la primera cruzada, establece en su canon 1: “Ningún ministro de la Iglesia, sacerdote, diácono o subdiácono, puede tener esposa. Si alguno de ellos la tiene y celebra la Santa Misa, que permanezca condenado hasta la venida del Señor” (Mansi, XX, 906).
17. Pero volvemos a observar una gran resistencia a cumplir estos mandatos. El historiador Oderico Vitalis relata el caso del obispo Godofredo de Ruan que, cuando quiso las directivas conciliares a los sacerdotes de sus diócesis reunidos (parece que ya en esa época existían las reuniones de clero), se produjo un gran tumulto que tuvo que ser sofocado por los guardaespaldas del prelado. Luego, los sacerdotes se amotinaron y expulsaron al obispo de la catedral (The Ecclesiastical History of Orderic Vitalis, vol. 3, Oxford, 1968–1980).
18. El II Concilio de Letrán de 1139 prohibió la ordenación de hombres casados. Se trató en este caso de un concilio ecuménico y es, por tanto, la medida que mayor fuerza posee. Pero aún así, hubo esfuerzos posteriores por levantar la prohibición tanto en el concilio de Constanza como en el concilio de Trento, como ya vimos en el post anterior. 
19. A pesar de la prohibición del segundo Concilio Lateranense, pareciera que hasta la férrea aplicación del Concilio de Trento —es decir, entre los siglos XIV y XVI —, fue habitual en la iglesia latina la existencia de sacerdotes casados.

Luego de este largo y tedioso recuento histórico, las conclusiones a las que llego son las siguientes:
a. La Iglesia siempre prefirió el celibato de sus clérigos. Esto queda demostrado en las numerosas intervenciones de concilios, sínodos y papas.
b. A pesar de esta explícita preferencia y a pesar de las numerosas razones espirituales y ascéticas que recomiendan el celibato, siempre hubo resistencia a aceptar la norma y las discusiones al respecto, algunas de ellas muy acaloradas, llegaron hasta bien entrado el siglo XVI. Por lo tanto, que algunos obispos planteen nuevamente la necesidad de revisar el celibato sacerdotal no resulta novedoso para la historia de la Iglesia, ni el mundo se está por acabar porque eso ocurra.
c. Resulta claro que el celibato es una cuestión estrictamente disciplinar, lo cual no significa que sea meramente un capricho de los papas y de los obispos. Por el contrario, las razones de la norma se hunden en la espiritualidad evangélica, pero no puede considerarse una cuestión que tenga que ver con el dogma, y tampoco un requisito esencial para el sacerdocio. Si así no fuera, la iglesia habría ordenado inválidamente hasta el siglo XVI cientos de miles de sacerdotes, y lo continuaría haciendo aún hoy día en Oriente.
d. Finalmente, si a partir de las conclusiones del sínodo de la Amazonia, el Papa Francisco permitiera la ordenación de sacerdotes casados, eso constituiría un gravísimo paso atrás, puesto que se estaría echando por tierra un logro alcanzado luego de muchos siglos de luchas y discusiones. Pero aún así, no implicaría menoscabo alguno para la fe católica

43 comentarios:

  1. "La Iglesia siempre prefirió el celibato de sus clérigos", parece una conclusión un tanto fuerte si se piensa que al parecer "los clérigos no siempre prefirieron el celibato para la Iglesia", más bien, diríase que al menos durante XVI siglos (XVI de XXI es una altísima proporción) prefirieron sea mujer en matrimonio o manceba (incluso según el post, los amancebados, concubinos, podían ser lectores, hoy puede leer cualquiera, incluso a veces los concubinos no sacerdotes con gran escándalo de algunos fieles que todavía creen en la indisolubilidad del matrimonio). El problema ahora no es el celibato, eso parece una pantalla o un cazabobos. Porque una vez que quede abrogado en la Amazonia, lo será en el mundo entero, y luego se les aplicarán los "Amores de Leticia", y más adelante cuando fracasen (fracasan como curas, no van a fracasar como maridos...) querrán el divorcio y por qué no el putimonio y también la unión con niños. Creo que muchos de los comentaristas del blog saben que la cuestión del celibato es "disciplinaria", pero el punto es si vamos a ceder también en esto, retrocediendo a trincheras cada vez más en retaguardia o si nos vamos a plantar y exigir de nuestros curas y obispos una conducta más alta. No vivimos en el Siglo XVI en que podía discutirse esto con más o menos convulsión en reuniones del clero, vivimos en el mundo de la post-revolución sexual freudiana, con el homosexualismo rampante también dentro de la Iglesia. En este caso, parece que el contexto en que se produce el ataque al celibato magnifica su gravedad. No sé si Wanderer tiene hijos, pero estoy seguro que no vería con buenos hojos que una hija suya noviara (por qué no desde los 18 añitos en que ya es mayor de edad para la legislación civil) con un curita progre. Ni hablar un hijo varón. Hay que verlo no sólo en perspectiva hacia atrás, sino hacia adelante. Con lo que son los curas de hoy (salvando las honrosísimas excepciones)...yo iría comprando cartuchos para la escopeta, y no de salvas.
    Hilbert

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  2. Me parece que falta un elemento en la exposición: la distinción entre celibato y abstinencia sexual. Todo célibe se abstiene pero no todo abstinente es célibe. La abstinencia sexual del sacerdote no parece ser una cuestión meramente disciplinar, sino que parece brotar de la naturaleza misma del sacerdocio. El celibato parece ser el modo más pleno de vivir esta abstinencia que brota de la naturaleza misma del sacerdocio. Más aún uno puede fundamentar la abstinencia sexual en la tradición apostólica. Mi conclusión es que la obligación a todo clérigo de ser célibe sí es de disciplina eclesiástica, pero el celibato mismo no es una mera disciplina eclesiástica, sino que se remonta a la Tradición Apostólica y al mismo Cristo.

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  3. Siempre estuve deacuerdo con el celibato opcional, pero no lo veo en absoluto conveniente a la actual situación de la Iglesia y del mundo.

    Un eparca oriental me dijo un día que en su nativa Ucrania, tenían el problema de los curas "divorciados" o que los casados tienen poco tiempo para el apostolado porque deben velar por sus familias. Y eso que en los países de Europa del Esta aun impera un aire cristiano en la sociedad.

    Pero... ¿En el Occidente latino?
    ¿Con la sociedad tan sexualizada? Homosexualizada mejor dicho...
    Quitar la figura célibe del sacerdote que es una piedra con espinas en el zapato moderno ¿Darle ese regalo al mundo perverso?
    Si la gracia matrimonial y todo pero... ¿Acaso nuestras sociedades no son enemigas del matrimonio? Ataques diarios a esa santa institución por parte del orden corrompido de esta modernidad... ¿Cuanto faltaría para hablar de el "sacro divorcio sacerdotal"? ¿Y los "re casamientos sacerdotales? (Para hacer una Amoris Laetitia 2.0)

    Sin duda no hay un ataque a la doctrina católica con el celibato opcional (sino los orientales serian herejes). Pero en las actuales condiciones del mundo occidental, sacar el celibato a los clérigos traerá más problemas que buenos frutos...

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  4. Hilbert, totalmente de acuerdo con usted. Como digo en el post, sería un error gravísimo que la Iglesia cediera en la cuestión del celibato. Sin embargo, si eso sucediera, no comprometería la fe.

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  5. Anónimo 16:04: Quisiera que la cosa fuera como usted dice. Yo también opino que el sacerdocio implica una suerte de oblación personal a Dios que supone el celibato.
    Pero la cuestión es que no hay evidencia histórica al respecto, o yo no la encontrado. Más aún -y esto es sólo una opinión porque debería estudiar más el tema-, después de leer los textos de los concilios y doctores a partir de los cuales escribí el post, me da la impresión que la imposición de la abstinencia sexual a los sacerdotes casados y, posteriormente el celibato, se debió al menos en los primeros siglos, a una cuestión deforma de pureza, puesto que se consideraba que todo contacto sexual volvía impuro al hombre. Así como el sacerdote debía abstenerse del uso del sexo con su esposa para poder celebrar la eucaristía, así también los laicos deben hacer "ayuno sexual" tres días antes de comulgar. Y esta disposición permaneció vigente, al menos teóricamente, en la Iglesia hasta San Pío X.

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    1. Muchísimas gracias por considerarme digno de respuesta. Me alegra que substancialmente estemos de acuerdo. También yo pienso que los argumentos para defender mi postura son endebles. Pero ¿quién podría dar argumentos irrefutables de la Inmaculada Concepción en el siglo VIII? (y allí lo tenemos al Damasceno defendiendola) y ¿quién podría demostrar que el matrimonio era un sacramento en el siglo X? Ambas cosas son hoy dogma de fe. No siempre la evidencia histórica es determinante. Tal vez me equivoque pero pienso que vale la pena jugarmela por pensar que existe tal vínculo interno entre el sacerdocio y la abstención especialmente en su forma de celibato remontable a los apóstoles. Y entiendo que usted desea lo mismo cuando expresa: "quisiera que la cosa fuera como usted dice".

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  6. Yo por mi parte, pienso que un sacerdote casado ademas de tener que lidiar con su esposa, (en el buen sentido del término) también tiene que atender a los fieles que le fueron confiados.
    Pienso en que no se puede atender al Matrimonio (educar a los hijos sobre todo, que es una tarea ardua) y al mismo tiempo al Sacerdocio que es una tarea dignísima que los sacerdotes de hoy tanto mancillan.
    Me imagino a un sacerdote yendo a administrar un Bautismo y después tener que llevar a los hijos al colegio ó al médico, y un sin fin de cuestiones cotidianas que hacen imposible llevar las dos tareas en forma plena. O uno o lo otro.
    Saludos.

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  7. Muy interesante el video del papa de noviembre. Puede verse en el blog Secretum Meum Mihi.
    Dice que "del próximo oriente nos llegó la buena noticia del Jesús resucitado por amor..."
    Más allá de que muestra a cristianos, musulmanes y judíos construyendo algo, que no sabemos si será el inicio del tritemplo de los Emiratos Árabes Unidos, al referirse al Jesús resucitado por amor, no sabemos bien qué quiso decir.
    No le preguntemos a Scalfari, por las dudas.
    Dudoso Eimpreciso Comosiempre, una luz en el camino.

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  8. Excelente su post, don Wanderer: muchas gracias. Nos da usted una información apabullante, de sumo interés y de rara erudición. Ampliada incluso en su comentario de las 16:52, que nadie se ha de perder.

    Sin ánimo de llevar la contraria, solo por matizar, yo sospecho que buena parte de los clérigos casados de que tratan sus ejemplos, al menos los de la Baja Edad Media, no eran casos de verdadero matrimonio sino de concubinato.

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  9. Comenta uno por ahí la poca gracia que nos haría que una hija nuestra noviara con un curita progre. Y se entiende que otra cosa sería si el cura fuera de los nuestros: macho y de misa en latín. A este sí le daríamos la mano de la niña.

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    1. La poca gracia sería ver a nuestra hija con cualquier progre, ya fuese curita o no.

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  10. Un comentario se me ocurre: superficial pero que debería tocar precisamente a los progres que promueven un retroceso disciplinario. En el largo proceso por el que la Iglesia implantó su disciplina del celibato clerical, influyó sin duda entre otras consideraciones la del debido respeto a los derechos de las mujeres cuyos maridos, después de casar, tomaban estado clerical dispensándose para con ellas del débito conyugal. Un derecho adquirido por la mujer no solo a saciar sus apetencias, que también, sino sobre todo a tener prole: aspiración que no puede ser más justa y santa.

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  11. Un matiz, no sería un paso atrás, como por ejemplo si se restaurase alguna práctica arcaica sin consecuencias. Lo grave es que sería un paso adelante en la subversión o revolución o désele el nombre que se le quiera dar. "Ellos" se anotarían el triunfo que buscan. No tienen ni la fe ni las preocupaciones que podía tener el clero cuando discutía este mismo tópico en el Siglo X o en el Siglo XV. No sé si entonces se podía hablar del enemigo dentro de las murallas. Por eso insisto, aunque no sea un punto "de Fe", con seguridad, de aprobarse será con daño a la Fe de muchos.
    Gracias Wanderer por el post y los comentarios.
    Hilbert

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  12. Pésimo su post.
    Van varios que se ve en la necesidad de aclarar su oposicion a Bergoglio, y lego se larga con
    Una parrafada que parece escrita como una cortina de humo de Bergoglio.
    Insisto, usted cree que TODOS somos estupidos ?

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    1. Amigo, discutamos con nobleza sin agresiones inútiles.

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  13. Don Wander, dice usted al final de su alegato que "...si a partir de las conclusiones del Sínodo de la Amazonia el Papa Francisco permitiera la ordenación de sacerdotes casados,eso onstituiría un gravísimo paso atrás, puesto que se estaría echando por tierra un logro alcanzado luego de muchos siglos de luchas y discusiones. Pero aún así, no implicaría menoscabo alguno para la fe católica".
    No cabe duda que luego de su excelente rastreo histórico a través de tantos concilios queda más que probado que sobre el celibato hubo muchas idas y vueltas antes de su aceptación definitiva, pero a mi entender existe una razón determinante que justificaría la tajante negativa de los tradis a aceptar los viri probati que eventualmente pudiera disponer Francisco para la Amazonia.
    Ocurre que esa medida sería vista como la frutilla del postre que le daría el golpe de gracia a una iglesia que, si bien hace tiempo viene bastante golpeada, durante este pontificado ha recibido tantos golpes que ya no se sabe si es UNA o qué.
    Veámoslo de esta manera: el celibato fue motivo de discusión durante mil años y nunca nadie lo vio como una medida cismática ni como un ataque a la unidad de la Iglesia, pero hoy la situación es completamente diferente. De movida existe una espantosa confusión, muchas veces promovida por este mismo Papa que les pide a los jóvenes que hagan lío y a los no tan jóvenes también. Así vemos sacerdotes que niegan la comunión a divorciados vueltos a casar y en la iglesia de la otra cuadra sacerdotes que no se la niegan. Sacerdotes que se la niegan a los homosexuales que practican la homosexualidad y otros sacerdotes que no se la niegan. Lo mismo pasa con los luteranos casados con católicos. Incluso en estos días, en EE.UU un sacerdote le negó la comunión a Joe Biden -exvicepresidente de Obama- porque está a favor del aborto, mientras el Cardenal Dolan de Nueva York dijo que él no hubiera tenido ningún problema en dársela. En este caso no deberíamos pasar por alto el escándalo, porque el que actuó bien fue un simple sacerdote y el que actuó mal nada menos que un cardenal que en el Cónclave votó a Bergoglio para que sea elegido Papa.
    Dicho de otra manera, durante siglos la discusión del celibato no se consideró un ataque a la fe católica porque era como echar sal sobre un brazo sano, ni fu ni fa, pero en este momento que el horno no está para bollos sería como echar sal sobre un brazo con una herida abierta. La diferencia es obvia, el grito que pegaría el hombre despertaría a todos los vecinos del barrio.
    Por eso veo muy justificado el grito que van a pegar los tradis si hoy Francisco aprobara lo de los viri probati. Creo que razones no les faltan.

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  14. Hay un aspecto que debería profundizarse. La elección del celibato por una visión de sospecha sobre la actividad sexual en el matrimonio, es antigua y obsoleta. San Juan Pablo ha desarrollado una completa teología del cuerpo que ha renovado la visión antropológica.
    Para mi el celibato tiene un justificativo central en la importancia de la liturgia y la dedicación que exige a los sacerdotes.
    En realidad el gran peligro hoy es la homosexualidad del clero, que no se resuelve con curas casados. O al menos eso creo yo. Francisco no ha hecho nada ni en Buenos Aires ni en Roma para atacar este cancer. Basta preguntar a seminaristas en Devoto o en La Plata para comprender que el tema sigue. Es una cuestión que nadie quiere encarar drásticamente. El cura homosexual empeora con la edad y no puede contener sus impulsos. Hay que ayudarlo sacándolo del ministerio.

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  15. Wanderer, esta postura que sostenían algunos de los Padres sobre el matrimonio como concesión a la debilidad del hombre, ¿era mayoritaria? Imagino que no, porque entiendo que no fue la que prevaleció ni es la actual.
    Igualmente me hace algo de ruido que se descarte sin más una práctica que parece ser tan antigua como esta de la continencia matrimonial antes de comulgar. Sería interesante saber el por qué de los 3 días.

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  16. Comparto esto que encontré en la Suma Teológica, que parece basarse en Lev 15,16: "El varón que haya tenido emisión de esperma será inmundo hasta la tarde."

    "Por razón de una cierta congruencia, la polución nocturna impide la recepción de este sacramento por dos cosas. La primera, que siempre acompaña, es una cierta suciedad corporal, con la que, por respeto al sacramento, no es decente acercarse al altar, como lo demuestra el hecho de que quien quiere tocar algo sagrado primeramente se lava las manos, a no ser que dicha inmundicia sea perpetua o constante, como es la lepra o la hemorragia o algo parecido. La segunda es la divagación mental que sigue a la polución nocturna, sobre todo cuando acontece con imaginaciones obscenas.

    Con todo, este argumento, tomado de la congruencia, puede posponerse a razones de necesidad, conforme a lo que dice San Gregorio: Cuando lo exija la fiesta del día o haya que ejercer un ministerio porque falta un sacerdote, la necesidad se impone.

    El coito conyugal, cuando se realiza sin pecado, por ejemplo para engendrar prole o para cumplir con el débito, no impide la comunión eucarística más que en la medida en que la impida, como se acaba de decir, la polución nocturna tenida sin pecado, o sea, por inmundicia corporal y por distracción de la mente. Por cuya razón dice San Jerónimo en Super Mt.: Si no podían comer los panes de la proposición quienes habían tenido contacto con sus mujeres, cuánto menos podrá ser violado y tocado el pan que ha descendido del cielo, por los que poco antes han estado unidos en abrazos conyugales. Y no es que condenemos el matrimonio, sino que debemos abstenernos de las obras de la carne en el tiempo en que nos disponemos para comer la carne del cordero. Pero como esto se ha de entender por razones de congruencia, y no de necesidad, dice San Gregorio que a cada cual se le deje con su criterio. Mas si en el acto prevalece el deleite, y no el amor de la procreación, como ahí mismo añade San Gregorio, entonces debe prohibirse el acceso a este sacramento.

    Como afirma San Gregorio en la carta anteriormente citada Ad Augustinum anglorum episcopum, en el Antiguo Testamento algunos eran declarados impuros de modo figurativo, y el pueblo de la nueva alianza lo entendió de modo espiritual. Por lo que estas inmundicias corporales, si son perpetuas o continuas, no impiden la recepción de este sacramento de salvación, como impedían el acceso a los sacramentos figurativos. Pero si son pasajeras, como las inmundicias de la polución nocturna, impiden la comunión por una cierta congruencia en el día en que ha tenido lugar la polución. Por eso se lee en Dt 23,10-11: Si hubiese entre vosotros un hombre que haya tenido polución durante el sueño, que salga del campamento y no vuelva basta la tarde, después de haberse lavado con agua."

    Summa Theologica III q.80 art.7

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  17. Agustín y algún otro comentarista que trató el mismo tema:
    No podría decir si la opinión de los Padres y Doctores sobre el matrimonio considerado como concesión a la debilidad humana fue mayoritaria, pero sí que fue muy numerosa. Y no es necesario ir a los Padres del Desierto; basta con leer, por ejemplo, la opinión De San Pedro Damián sobre la sexualidad conyugal.
    Por eso mismo, toda la teología actual del matrimonio, incluida la de Juan Pablo II a la que hace referencia otro comentarista, corresponde a una reflexión moderna. No digo con esto que sea errada -no tengo ninguna competencia para hacer ese juicio-, pero ciertamente no es la visión que tuvieron muchos santos y doctores de la Iglesia durante buena parte de su historia.
    En cuanto al "ayuno conyugal" que se exigía previo a comulgar, las disposiciones son muy claras, y vienen tanto de santos, como San Alfonso María de Ligorio, como de decretos pontificios. Pero hay detalle que debemos tener presente: hasta comienzos del siglo XX se comulgaba dos o tres veces por años; el ayuno -de alimentos o de sexo-, no era un problema grave. Cuando San Pío X alienta la comunión frecuente, entonces sí que se volvió problemático.

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  18. Anónimo 19:31
    Yo no creo que TODOS ustedes son estúpidos. Si así fuera, hace tiempo que habría cerrado el blog.
    Lo que creo es que ALGUNOS de ustedes son estúpidos.

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  19. El blog "Que no te la cuenten" ha publicado hoy la primera parte de un artículo del P. Christian Ferraro sobre el tema del celibato. Creo su lectura puede ser un buen complemento teológico a la visión histórica que yo he propuesto en esta entrada.

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  20. Más allá de la cuestión histórica y teológica perfectamente desarrollada por Wanderer, creo que sería también relevante preguntarse si en este momento histórico sería prudente volver sobre el tema del celibato. No tengo tiempo de desarrollar el asunto en profundidad, pero un planteo a la manera de la Summa sería útil, analizando sine ira et studio los planteos de los que desean el cambio.

    Adelanto que creo que es un error (y más que nada por el "mensaje" que estaría transmitiendo la Iglesia o, si prefieren, la forma en que el mundo lo interpretaría), pero algunas objeciones que he escuchado / leído --y no justamente desde sectores progres-- son atendibles.

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  21. GASTON: Lamento no poder citar donde lei que fue el maltusianismo de las familias de los pastores anglicanos -al fin y al cabo Thomas Robert Malthus era pastor anglicano- el que influyó en que esta actitud se extendiera en la sociedad inglesa. ¿Si hoy se suprime el celibato no se produciría algo semejante? Y agravando una escasísima natalidad como es la actual.

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  22. No soy teólogo, ni experto en nada de esto, pero esta distinción entre lo "dogmático" y lo "disciplinar" (generalmente acollarado con el adverbio "meramente") me resulta terrible. No sé cuánto podría el pueblo sencillo, que somos casi todos, aceptar esto sin que de hecho le pegue bajo la línea de flotación al frágil barquito de la fe.Creo que será un escándalo tremendo. Es que de alguna manera el celibato sacerdotal ya es parte de la Tradición y de la evolución del dogma en línea con JH Newman, si no lo entiendo mal. No sé sí es una barbaridad o no decir esto, pero es el "sensum fidei" de todos, menos de los que saben de estas cosas y de Concilios. Es la sensación de estar en una nueva religión, sumada a la inseguridad de ver que los clérigos nos pueden cambiar todo si quieren.
    Ahora, dicho esto, queda el caso de los anglicanos casados que al convertirse recibieron su Ordenación, que parecería contradecir todo lo anterior. Pero es una situación que parece más natural, como algo excepcional fundado en la caridad.
    Pero son sólo preguntas. Espero que no ocurra porque sería terrible al menos para mí.
    saludos,
    Wunderbar.

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  23. Y los sacerdotes anglicanos q se pasaron a la iglesia Catolica por no aceptar el sacerdocio femenino ?? Estaban casados y se pasaron con esposa e hijos y no se hicieron celibes....al principio gran conmocion...y luego se acepto sin problemas....y los de rito Oriental..creo los maronitas ???tambien casados..y nadie hace drama por eso.Yo estaria mas preocupada por lo que haran con la Eucaristia ..Eso si es un gran drama..!!!

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  24. Mi comentario va más por el argumento que arma los temas que va a tratar: la racionalidad enfrentada a la pasionalidad. Yo sufro bastante de ver que, a raíz de la deriva lamentable de la vida de la Iglesia, se está manifestando en las diversas posturas de enfrentar dicha deriva una tendencia a dejarse llevar por lo pasional, no es que todos renuncien a los argumentos, por supuesto, pero muchas veces sucede que argumentos buenos y sensatos son ahogados por exabruptos, insultos, groserías y aveces hasta sentimientos que no sé si rozan el odio o es directamente odio, con lo que esos argumentos buenos y sensatos pierden su suelo y se deforman. La forma, en cierto sentido, es también contenido y si la forma desmiente el contenido estamos haciendo una falsificación. Yo no me voy a situar fuera de todo esto. Yo soy culpable también de haber abusado de la ironía, de no haber medido las consecuencias de mis respuestas. Como la Providencia no deja de actuar, creo que al situarnos ante temas candentes tan delicados, que tocan las fibras más íntimas, esto nos puede permitir examinar la conciencia a la hora de ver de qué forma respondemos a lo que sinceramente percibimos como un mal. Responder el mal con un mal, simplemente no es cristiano. Seguimos a un Maestro, que es Dios y que nos pide que amemos al enemigo, con su gracia, claro, y teniendo claro que no se trata de un amor sentimental; pero no es ninguna broma del Señor, es una condición para aceptar la llamada a su discipulado. Y viendo tantos y tantos comentarios que hacemos: ¿podemos decir que amamos al enemigo cuando tantas veces hasta nos ensañamos con el que se supone es amigo? A un amigo, si se discrepa de alguna postura hay mil formas elegantes y caritativas para hacérselo ver. A un enemigo hay mil formas elegantes y caritativas para manifestarle nuestro desacuerdo, incluso cuando somos gravemente ofendidos por este. Pero si resulta que en vez de cultivar la humildad, y pedirla al Señor, nos dedicamos a alimentar nuestro orgullo, llevarlo en ocasiones a la misma soberbia, si nos importa casi más la vanidad que la verdad, no es que nos hagamos un daño grande a nosotros y a quienes con confrontamos, es que hacemos un daño muy grande a la fe. Si nuestros comentarios llegan a los ateos, a los agnósticos, a los miembros de otras religiones ¿qué conclusiones van a sacar al ver tanta inquina, tanto insulto y tanta grosería? Y no me estoy refiriendo en concreto a este blog, en el que se guardan bastante las formas, aunque no faltan estridencias en algún comentarista al cual el moderador da paso con elegancia, pues bastante de ese ruido va a fustigar al dueño del blog. Hay portales cuyos comentarios dan bastante vergüenza y, como digo, alguna vez a esta vergüenza he contribuido yo mismo sobre todo por el camino del sarcasmo. Así que aprovechemos para crecer en vida espiritual genuina y si vemos conveniente comentar, hagamos pasar nuestra aportación por el clásico triple filtro socrático: que el comentario sea verdadero, que el comentario sea útil, que el comentario sea para hacer el bien. Si no, muchas veces será mero ejercicio de vanidad, no nos hace bien. Mero dejarse llevar por la ira, haciendo supurar con cierto placer la herida, expresando odio, mala educación, mala fe y poca caridad, no nos hace bien y es pecado.

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  25. Recomiendo esta lectura. Los ortodoxos tienen resuelto el tema desde hace siglos, simplemente siguen la tradición apostólica y patrística. Léase en documentos oficiales de la iglesia romana http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_01011993_ortodox_en.html

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  26. En una entrada reciente de su blog, Sandro Magister da cuenta del artículo escrito por un dominico profesor del "Angelicum", según el cual "en los muchos siglos en los cuales fueron ordenados hombres casados como sacerdotes y obispos el Orden Sagrado estaba ligado siempre al compromiso de una continencia perfecta entre los esposos. Y ese celibato “consecuente” no era considerado un vínculo puramente disciplinar que la Iglesia tendría la facultad de disolver por su propia voluntad. Se lo remitía a la edad apostólica, y en consecuencia, a una norma de la que la Iglesia no puede disponer. Porque si dispusiera de ella a su gusto, “no sería más la Iglesia de los apóstoles”."

    Creo que esta continencia perfecta no se exige a los clérigos de las Iglesias Orientales porque tienen hijos, pero cabe preguntarse si tiene sentido ordenar clérigos casados en la Iglesia Latina con la condición de que practiquen una continencia perfecta. Estando casados y conviviendo con la esposa se haría más difícil a los clérigos guardar continencia, ¿a qué entonces casarse? ¿Trae cuenta a una mujer casarse con un clérigo sabiendo que no podrá tener hijos ni siquiera el débito conyugal?

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  27. Sería imprudente actualmente sacar el celibato, como fue imprudente permitir la comunión en la mano en un momento donde no reina el sentido de lo sacro . opino que son cosas que en nada ayudan . Lo que si seria bueno resaltar es que los casos de abusos nada tienen que ver con el celibato, sino con enfermedades, depravaciones. Revisen con profundidad la psiquis de los postulantes a sacerdotes, y dejen tranquilo el tema del celibato.

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  28. Ni siquiera en España, bastión del celibato eclesiástico desde el Concilio de Elvira o Iliberris (en vigor hasta reforma gregoriana en toda España, Portugal y el sur de Francia), se libró de la controversia. De la Hispana, la mejor obra de derecho canónico latino hasta el Decreto de Graciano, recopilacion ordenada por orden cronológico de todos los concilios ecuménicos, hispanos, africanos y galicanos amen de las decretales pontificias, falta el último Concilio de Toledo, el XVIII (698) bajo el rey Vitiza. La causa: permitía, siguiendo las actas de Trullo, la ordenación de hombres casados. Que iba contra los sentimientos del pueblo y de la Iglesia lo confirma que tanto mozarabes como cristianos del norte lo repudiaros e, incluso, lo dieron como causa de la invasión musulmana del 711:
    "Era DCCXXXVIII pos Egicani discessum Uuitiza ad solium patris revertitur Toleto. Iste quidem probrosus et moribus flagitiosus fuit (...)cum uxoribus e concubinis plurimis se coinquinavit. Et ne adversus eum censura eclesiastica consurgeret, concilis dissolvit, canones obseravit omnemque religionis ordinem depravabit. Episcopis, presbiteris et diaconibus uxores habere precepit. Istud quidem scelus Yspanie causa pereundi fuit. Et quia reges et sacerdotes legem Domini derelinquerunt, omnia agmina Gotorum Sarracenorum gladio perierunt". (Crónica ad Sebastianum)
    Fruela I (757-768) lo eliminó manu militari:
    "Iste scelus, quam de tempore Uitizani sacerdotes huxores habere consueberant, finem imposuit. Etiam multis in scelera permantentibus flagella inferens monasteriis perligavit. Sicque ex tunc vetitum est sacerdotibus coniugia sortire, unde canonicam observantes sententiam magna ian crevit eclesiam." (Cronica Rotense).
    En resumen 70 años de celibato opcional. Por cierto, las cronicas están redactadas cuando regía en España la liturgia hispana y la ley canónica era la Hispana sin influencia romana. Se le llama Scelus, se le achaca la medida a un Enrique VIII avant la lettre, se elimina un concilio que la aprueba, no se incluye el concilio Truliano en contra de la costumbre y se elimina cortando por lo sano. Esta es la opinión de los Padres Españoles.
    Pasando a otros temas, me parece muchisimo más grave lo de las diaconisas que toca el dogma y la estructura divina de la Iglesia que una cuestión disciplinar que puede revertirse mediante un reforma catolica verdadera y que solo afecta a la iglesia latina.

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  29. Anónimo de 14:52, comparto plenamente su punto de vista.

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  30. "CONCLUSIONES

    I. JOVINIANO, "el primer protestante" (Harnack)

    Igualaba el matrimonio a la virginidad: "es la herejía de joviniano" (Santo Tomas).
    "sostenía que los católicos apoyaban a los manqueas, porque ( ) anteponían la santa virginidad al matrimonio" (San Agustín).
    su doctrina calificada como "scriptura horrifica" y condenada como "una nueva herejía blasfema" en el 390 por el Papa San Siricio.


    II. VIRGINIDAD SUPERIOR A MATRIMONIO...


    "El matrimonio y la virginidad son por cierto dos bienes, de los cuales el segundo es mayor" (San Agustín).

    "Sin ninguna duda la virginidad debe ser preferida a la continencia conyugal" (San Tomás) .
    "La virginidad (...) es como un vivir angelical, es un estado superior por su excelencia al matrimonio" (Pío XII).

    "Bueno es el matrimonio, pero mejor la virginidad ; honorable es la causa del matrimonio, más sublime es —testigo el Evangelio mismo — la causa de la virginidad" (Pío XII).


    III. ...ES UN DOGMA DE FE DIVINA


    "Esta doctrina, que establece las ventajas y excelencias de la virginidad y del celibato sobre el matrimonio"

    es "una doctrina tradicional en la Iglesia"

    "fue manifestada por Nuestro Divino Redentor y por el Apóstol de las gentes" :

    "Lo esencial de su doctrina sobre la virginidad lo ha recibido la Iglesia de los mismos labios de su divino Esposo"

    "fue declarada siempre por unánime sentir de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia"

    "en el santo concilio Tridentino fue solemnemente definida como DOGMA DE FE DIVINA".

    (PIO XII)


    "Si alguno dijere que el estado conyugal debe anteponerse al estado de virginidad o de celibato, y que no es MEJOR Y MAS PERFECTO [raelius ac beatius] permanecer en virginidad o celibato que unirse en matrimonio, SEA ANATEMA.".

    (CONCILIO DE TRENTO, D. 980)
    ----------------------------------------------------------------------------
    (Fragmento de "Joviniano 82", de Gustavo Daniel Corbi, texto que quizá debería IMPERIOSAMENTE ser releído en los tiempos hodiernos).

    http://larchange.org/viewtopic.php?t=12&start=30

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  31. 0:29 Todo de acuerdo al llamado vocación de cada uno, lo que pasa es que el wanderer mezcla los llamados, para el que tiene vocación a la virginidad que la siga y la que tiene vocación para la familia que la siga.

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  32. Estimado Wanderer y con-blog-tertulios: ¿La reforma del misal romano por Pablo VI, la abolición práctica del vetus ordo y la imposición tiránica del novus ordo ¿Es "de fe"? Intuyo que la respuesta es negativa. Sin embargo, somos muchos los que la combatimos y procuramos la restauración de la antigua liturgia como si de ello dependiera la supervivencia de la Fe. Me parece que la cuestión, en las.circunstancias actuales, es análoga a la del celibato, en el sentido de que si bien su modificación no altera el dogma de la Iglesia si socava la fe. Les pido me.corrijan si me equivoco.
    Hilbert

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  33. Lo asociar la plantita en la misa asociada a la idolatría a la Pachamama en el Amazonía (sic) superó mi capacidad de asombro ante la irracionalidad en que hemos caído.

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  34. Hilbert la liturgia vehiculiza Doctrina, el celibato está basado en Doctrina, si se anula
    sí socava la Fe.

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  35. Hilbert empezá a sacar ladrillos uno poco aquí y otro poco allí y a tapar los agujeros con bolsitas de plástico y el resultado va a ser que en algún punto sí se va a empezar a tambalear el edificio.

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  36. Specola ...Se puede interpretar de varias formas ....

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  37. Wanderer: se le ha olvidado a usted indicar que el Sínodo de Trullo no fue reconocido por la Iglesia de Roma.

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  38. 1. Confusión entre el orden natural y el orden sacerdotal.

    «No se trata ya del antiguo error que ponía en la naturaleza humana cierto derecho al orden sobrenatural. Se ha ido mucho más adelante, a saber: hasta afirmar que nuestra santísima religión, lo mismo en Cristo que en nosotros, es un fruto propio y espontáneo de la naturaleza. Nada, en verdad, más propio para destruir todo el orden sobrenatural.» (SAN PIO X, Pascendi, n. 8, 8 de septiembre de 1907)

    «Otros desvirtúan el concepto del carácter gratuito del orden sobrenatural, pues defienden que Dios no puede crear seres inteligentes sin ordenarlos y llevarlos a la visión beatífica.» (PÍO XII, Humani generis, n. 20, 12 de agosto de 1950)

    2. La gracia sobrenatural del sacerdocio.

    El ser humano fue creado elevado gratuitamente al orden sobrenatural. El hombre es creado en gratuita elevación. La vida sobrenatural no es efecto necesario exigido por la creación del hombre. La naturaleza humana plenamente constituida en su propio orden no demanda lo sobrenatural como constitutivo debido. El ser humano tiene, gratuitamente, un fin sobrenatural, porque ha sido creado gratuitamente elevado al orden sobrenatural. El ser humano pudo haber sido creado sin haber sido elevado.
    Lo natural está caído de lo sobrenatural y necesita justificarse de esa caída. Esta justificación es sacramental. A lo natural le resulta absolutamente imposible acceder naturalmente a lo sobrenatural. Lo natural no da lo sobrenatural. No debe confundirse transcendencia con sobrenaturalidad. Hay un conocimiento natural de Dios y otro sobrenatural. Un fin propio de la naturaleza y un fin efectivo que no deben confundirse.

    Con el pecado mortal el hombre pierde la gracia santificante y no hay realidad natural que pueda devolvérsela. El sacramento del matrimonio no proporciona la gracia santificante, si ésta se ha perdido por el pecado mortal. La gracia santificante se recibe por el bautismo y se recupera por la confesión, que es como un bautismo trabajoso. Los principios fundamentales de la relación entre lo natural y lo sobrenatural son válidos también en el orden del amor conyugal. El deseo de lo sobrenatural no expresa el fondo de la naturaleza humana en sí misma. Dios pudo haber creado la naturaleza humana sin haberla elevado, y eso no la haría menos naturaleza ni le quitaría nada propio que le sea debido.

    El personalismo identifica lo natural con lo estático y cosificado y lo sobrenatural con lo dinámico y personal. Para remediarlo, postula lo sobrenatural como componente de lo natural. Las realidades naturales, bajo esta perspectiva, son sobrevaloradas como sobrenaturales para ser valoradas como auténticas. Lo correcto es considerar que lo natural está caído y lo sobrenatural perdido. Y son necesarios los sacramentos para sanar la naturaleza herida y obtener el organismo sobrenatural.

    De Lubac naturaliza lo sobrenatural al pretender que la naturaleza esté ordenada naturalmente a lo sobrenatural. Si esto es así, entonces lo sobrenatural es en realidad lo natural transcendente. Con lo cual se incurre en naturalismo y en negación de lo sobrenatural.

    Nadie se hace eunuco por las propias fuerzas, sino por la gracia de Dios por el reino de los cielos elegido por Nuestro Señor Jesucristo.

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  39. 3. ¿Por qué quiero ser sacerdote?

    Los misteriosos designios mediante los cuales Dios comunica este deseo a los hombres, son asombrosos.

    La dificultad de explicar «por qué deseo ser un sacerdote católico» es que hay diez mil razones, todas ellas constituyen una sola, más bien misteriosa y que lo abarca todo: He escuchado una voz suave y apacible en el silencio de mi corazón. Y creo que es Su voz.
    Podría llenar el espacio restante de esta reflexión con otras razones, no menos importantes o sin importancia, de por qué deseo ser sacerdote católico. Como por ejemplo:
    (1) Deseo entregar todo mi corazón a Dios con total libertad de alma, de modo que el Señor sea mi única herencia, mi única posesión; y parece que no puedo hacer nada mejor que convertirme en sacerdote católico para cumplir este deseo.
    (2) Deseo la amistad con Jesús, y la idea de cuidarlo en el Santísimo Sacramento y todo lo que se refiere Él, incluida Su reserva en el Sagrario, la distribución y adoración del Señor, produce una alegría profunda y permanente en mi corazón. Ninguna otra vocación permite tal intimidad con el Santísimo Sacramento como la de un sacerdote católico.
    (3) Deseo salvar almas, dar a cada alma individual lo que sea más adecuado para su salvación, y dar a todas las almas lo que es, al final el todo: Dios. Y la grandeza de esta tarea se confía principalmente a los sacerdotes católicos.
    (4) Deseo ser un sacerdote católico, porque deseo no ser nada sin Jesús, y todo con Él.
    Podría llenar el espacio restante de esta reflexión con el relato de mi vocación, pero creo que mi historia vocacional es irrelevante.
    Miles de hombres mucho mejores que yo han entregado su vida al sacerdocio. Y sus biografías son magníficas. Preferiría decir aquí precisamente lo que puede decir cualquier hombre que va camino de la ordenación sacerdotal. En resumen, el deseo de ser sacerdote católico nace del amor. Pero este amor no sólo es más grande que el hombre, es más grande que cualquier cosa de este mundo. Es algo indescriptible.
    Este amor del que hablo es el amor de Dios. Y el deseo de ser sacerdote católico nace de este amor, del mismo amor de Dios. ¿Por qué? Basten cuatro razones:
    (1) El deseo de ser sacerdote católico nace del amor de Dios porque cualquier apariencia de deseo por el sacerdocio (y lo que conlleva) es inconcebible sin el conocimiento del amor del Corazón Santísimo de Jesús.
    (2) El deseo de ser sacerdote católico nace del amor de Dios porque sólo Dios puede ampliar la capacidad del corazón humano para abrazar las almas con el amor apacible y casto de Jesús, el Eterno y Sumo Sacerdote.
    (3) El deseo de ser un sacerdote católico nace del amor de Dios porque sólo Dios puede conquistar tan profundamente el corazón del hombre con una voz tan suave, delicada y misericordiosa como la Suya.
    (4) El deseo de ser sacerdote católico nace del amor de Dios porque sólo Dios puede llenar el corazón del hombre de Sí mismo, con Su propio Corazón adorable.
    Los misteriosos designios mediante los cuales Dios comunica este deseo a los hombres, son asombrosos. Revela la exquisita ternura y la increíble paciencia de Jesús con las almas de los sacerdotes, que tan a menudo arrastran su indignidad a través del fango y pagan Su amor con engaños. Y, sin embargo, Dios continúa llamando a los hombres humildes a las órdenes sagradas. Y rezo para que me haya llamado.
    La dificultad de explicar «por qué deseo ser sacerdote católico,» es que hay diez mil razones, todas equivalentes a una sola, bastante misteriosa y que lo abarca todo: He escuchado una voz apacible, vibrante y firme, en el silencio de mi corazón. Y esta no es humana. «Ven, sígueme.»

    Fray Maximilian Maria Jaskowak, OP
    Traducido al español por el P. José Vidal Floriach

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  40. 4. Exégesis católica y herméutica liberal.

    Jesús, Dios y hombre verdadero, elige a sus pastores-sacerdotes y les dice que no son de este mundo, que serán perseguidos por causa de Él, que se hagan eunucos por el Reino de los cielos, que carguen su Cruz y les siga, que ora por ellos, etc. Los elige casados y no casados, pero la exigencia es de celibato una vez iniciado el orden sacerdotal.

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