[En varias ocasiones he publicado artículos de Aldo Maria Valli. Es un conocido periodista italiano, vaticanista de la RAI durante varias décadas y muy cercano a los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. Por eso mismo, su palabra tiene especial peso y valor]
Habéis sido redimidos a un gran precio; no os hagáis esclavos de los hombres.
1 Corintios 7:23
por Aldo Maria Valli
Para comentar los diez años de pontificado de Francisco, bastarían las palabras escritas por Demos (alias el difunto cardenal Pell) en el memorándum que quiso distribuir a todos los cardenales hace un año: "Un desastre en muchos sentidos, una catástrofe".
Bergoglio ha logrado la gran hazaña, sólo posible para ciertos individuos especialmente dotados, de destruir sin reconstruir. Fue elegido para traer aire fresco. Después de diez años, el aire es irrespirable. Y la papolatría desatada estos días, con motivo del aniversario, lo hace aún más mefítico.
En el Vaticano se siente como en Pyongyang, bajo un régimen despótico, caprichoso y cruel. En una atmósfera de bajo imperio, espías e informadores dominan la escena. Pero más que complots, hay temblores. Todo el mundo está aterrorizado de caer bajo la mirada del tirano. Ya sea por una condena o por un repentino arrebato de amor, levantar apenas la cabeza es ser aplastado en un abrazo mortal. Por eso muchos prefieren hacerse los muertos para no morir.
Los periodistas sumisos siempre le hacen las mismas preguntas inofensivas y él siempre da las mismas respuestas. Las entrevistas se multiplican, pero son todas copia-y-pega en nombre de una piedad mortificante.
Mientras tanto, la Iglesia católica está desorganizada (véase Alemania) y Pedro, en lugar de actuar como una roca, alimenta la confusión y la ambigüedad.
En este contexto, muchos lamentan espontáneamente a Benedicto XVI, pero hay que decirlo claramente: por mucho que se diera cuenta del desastre, Ratzinger no pudo hacer nada contra la deriva, porque él mismo formaba parte del proyecto de destrucción. Un proyecto que tiene un nombre, Concilio Vaticano II, y una raíz precisa: el modernismo.
Paradójicamente, debemos estar agradecidos a Francisco. Con su intemperancia, ha dejado claro a todo el mundo (excepto, por supuesto, a los que no quieren ver) lo que el modernismo pretendía y finalmente ha conseguido: someter la Iglesia al mundo. Si Benedicto XVI, con sus marchas atrás, consiguió al menos en parte ocultar la catástrofe, con Francisco todo ha quedado claro: el catolicismo líquido preconizado por los modernistas ha conquistado plenamente el trono de Pedro. De hecho, los sermones que salen de allí se parecen en todo a los discursos de los globalistas masones. Ya no hay distinción. La soldadura ha tenido lugar.
Meterse con Bergoglio, entonces, es como preocuparse por el último resfriado en un organismo minado por tumores devastadores y metástasis galopantes.
¿La prueba? Pregúntele a un buen católico de nuestro tiempo, uno que quizá aún vaya a misa con regularidad, si cree en la realeza social de Jesucristo. Si cree que Jesucristo es verdaderamente Rey de todas las naciones y Señor del universo. Si cree que Aquel que es el Creador y Redentor de la naturaleza humana posee, en consecuencia, un poder soberano sobre los hombres, como individuos y como comunidades sociales.
El católico en cuestión le mirará como se mira a un marciano y, suponiendo que entienda su lenguaje, empezará a argumentar que en realidad hay que conciliar la fe con el mundo, que no se puede imponer nada, que hay que dialogar, discernir y caminar juntos, que existe la libertad religiosa, que hay que tener en cuenta los derechos humanos, que también hay cosas buenas en otros credos... Han pasado unos cien años, no mil, desde que los papas proclamaban aún la realeza social de Cristo (la encíclica Quas primas de Pío XI, que introdujo la solemnidad de Cristo Rey, data de 1925), pero ni siquiera tenemos un débil recuerdo de aquella Iglesia y de aquella enseñanza. La Revolución penetró en la Iglesia y la conquistó desde dentro. Los saboteadores modernistas han logrado el objetivo por el que tanto trabajaron. El hombre ha sido puesto en el lugar de Dios.
Dado el trabajo que ha realizado el modernismo (múltiples túneles excavados en el organismo vivo de la Iglesia para implantar el virus de la apostasía), el pontificado de Francisco es una consecuencia lógica y debemos considerarlo como tal.
¿Y qué? Frente a la Revolución, la única solución es la Contrarrevolución. Pero hay que saberlo: implica el martirio. Tómelo o déjelo. Si lo toma, no se engañe pensando que puede evitar la persecución y el sufrimiento.
Fuente: Duc in altum
Qué luminosas las palabras de Aldo María Valli, pocos hombres podrían expresar con la misma clarividencia el estado catatónico en el que hoy se encuentra la Iglesia: "Frente a la Revolución, la única solución es la Contrarrevolución. Pero hay que saberlo: implica el martirio. Tómelo o déjelo. Si lo toma, no se engañe que puede evitar la persecución y el sufrimiento".
ResponderEliminarMucho se ha escrito y se escribirá sobre las infinitas desgracias que en estos diez años de Francisco se han abatido sobre la Iglesia como si fuera la furia de todos los males que escaparon de la Caja de Pandora.
Aún así, creo que debemos prepararnos para lo peor, todavía no hemos visto la mejor versión corregida y aumentada que este Papa del Averno nos tiene reservada.
Los que están viendo otro canal deberían entender que estamos viviendo los últimos días previos al Triunfo del Inmaculado Corazón de María. Antes habrá que pasar por la puerta angosta de la que hablaba don Miguel de Unamuno. Ahora la Iglesia está subiendo al Calvario.
Para consumar su diabólico plan, los traidores de adentro cuentan con el imprescindible apoyo logístico de los poderosos que en las sombras digitan la política mundial.
De ahí la conclusión luminosa de Valli: presentarse como voluntario para la batalla decisiva "implica el martirio". Muchos quedarán en el camino. Pero la palma de la victoria finalmente será nuestra. De Dios no se burla nadie.
Fuenteovejuna
Voluntario para el martirio??? No. Se va voluntario al combate. Al martirio se va cuando Dios otorga una gracia especial.
EliminarAnónimo de las 18:06
EliminarEs una forma de decir, creo que usted me entendió bien, se viene una batalla desigual que también será un combate, aunque sea espiritual. Por eso dice Valli que el que quiera dar testimonio deberá ir pensando que no podrá evitar la persecución y el sufrimiento que puede terminar en el martirio.
Fuenteovejuna
Concreto, preciso y dramático, ya no es un diagnóstico, es la realidad frente a nosotros. La hora va llegando, levantar las cabezas y prepararse.
ResponderEliminar“¿La prueba? Pregúntele a un buen católico de nuestro tiempo, uno que quizá aún vaya a misa con regularidad, si cree en la realeza social de Jesucristo”. Se podría preguntar esto mismo no ya a un católico de a pie, sino a uno bien formado y el resultado sería el mismo. Cualquier obispo “de buena linea” piensa que la soberanía de Cristo es algo que tiene que guardarse en el mismo cajón que la justificación de las Cruzadas… El Opus Dei tiene el liberalismo como su doctrina de escuela, y así lo enseña en sus facultades. El camino neocatecumenal ofrece una catequesis sobre como EL concilio (el único) supone la superación de la “Iglesia constantiniana”. Y podemos seguir, sin necesidad de salirse de los cristianos que siguen manteniendo una fe de corte ortodoxo. Paradójicamente, un resto de la noción de que la fe supone un germen de transformación de lo social se ha mantenido en teologías de la liberación y compañeras mártires (o martirizadoras, más bien). Y si desde Paulo VI hasta hoy alguien esperaba alguna intervención pontificia sobre el tema, pues podía esperar sentado. Y no sólo se trataba de un silencio magisterial… Eso sí, muchos de los arriba mencionados han tenido que hacer malabares mentales para interpretar Amoris laetitia según una “hermenéutica de la continuidad”. Mientras la ruptura doctrinal aún no había tocado el sexto, la nueva ortodoxia era ser liberal. Y todos tan contentos. Y ahora a ver quien mete la pasta de dientes derramada en el tubo otra vez, con una Iglesia desarmada intelectual y doctrinalmente. Que por “la política” se había metido el modernismo muy adentro, y muy arriba. En definitiva, si la Iglesia no confiesa al Mesías, al Hijo del Dios vivo, en la integridad de su misterio, las fugas no tardan en entrar en el barco. Y aceptando el modelo liberal de comprensión de la soberanía de Cristo, el esquema de elección de algunos elementos de la fe, y de superación de otros (o de entenderlos según la lógica de la superación histórica, como algo que fue pero ya ha sido superado) se convirtió en el esquema de comprensión de la fe eclesial. Ya no quedaba la fe en su integridad, sino una verdad tamizada por la obediencia a la autoridad eclesial. Y reforzado todo por una lógica de desarrollo histórico de corte modernista, que es parte de la mentalidad común. Difícil superar este esquema, cuando no es un problema del católico de a pie, sino de las élites formativas. Obviamente, todo es una simplificación…
ResponderEliminarValli es una de esas personas inteligentes, ecuànimes y tranquilas que ùltimamente busco y comparto con gran agrado... un gran señor de actitudes humildes, ademàs, lo que hace particularmente valiosos sus testimonios, de opiniones desapasionadas y certeras. Dios lo bendiga
ResponderEliminarPor aquí también le dan para que tenga y guarde: unherd.com/2023/03/ten-terrible-years-of-pope-francis/
ResponderEliminarEl artículo está exacto. La última parte es dolorosa, pero da en el clavo. Un gran rebaño de (supuestos) católicos (supuestamente) devotos sigue mansamente a la falsa Iglesia. Cuando ya la mierda golpea al ventilador en muchas ocasiones, se limitan a asentir sumisamente y a decir que rezarán por los (supuestos) pastores y que la (falsa) Iglesia es "nuestra Madre", y a continuación la emprenden con los que se atreven a denunciar, porque no somos mansos ni sumisos. ¿Era manso Jesús ante los fariseos? ¿Era manso Pablo ante los desmanes? Este nuevo martirio doloroso que sufrimos en la actualidad no es de sangre, pero igualmente duele mucho, al ver atacada y casi en ruinas a la Iglesia de nuestros abuelos. Si encima sabes que las enseñanzas de 2000 años llevan auténticamente al Camino, la Verdad y la Vida, aún duele más.
ResponderEliminarBrillante. Para difundir. Excelente.
ResponderEliminarEstando viviendo hace unos 8 años en Francia y yendo de vuelta a la comunidad de un religioso no benedictino que asistía a los cursos de Teología en la abadía de Solesmes me contó, sin mostrar extrañeza alguna, que en las clases les habían dicho que desaconsejaban las conversiones individuales al Catolicismo, que se debían retrasar hasta que dichos pasos tuvieran un carácter comunitario. A añadir, pues, a Opus Dei y Kikos. De hecho, corríjanme si me equivoco, a la Comunidad de Taizé le desaconsejaron desde importantes instancias vaticanas la integración en la Iglesia Católica que se estaban planteando seriamente. Y ya anda cerca de los 40 años que un ilustre canónigo de Málaga Don Luis Vera Ordás hacía análisis de este tipo con ejemplos concretos de la licuefacción de la Fe en un retiro sacerdotal en la iglesia de la Virgen Grande de Torrelavega.
ResponderEliminarLas revoluciones se basan en un substrato de descontento general que es catalizado por una minoría organizada. La contrarrevolución es lo mismo, puede ocurrir si el descontento general contra la revolución previa se encauza. Son cambios bruscos. No veo que exista un descontento general con el modernismo, un deseo mayoritario de volver a la religión tradicional, ni dentro ni mucho menos fuera de la Iglesia. No creo que vaya a haber una persecución y sufrimiento (en el primer mundo al menos). Lo que vendrá en occidente será el ninguneo y la irrelevancia de la fe. Si están preparados para creer en algo que no cree casi nadie, ni su familia ni sus amigos, algo para llevar en solitario como una condición vergonzante y ser el rarito, entonces puede ser que aguanten hasta la venida de nuestro Señor.
ResponderEliminarEstimado Jorge
EliminarEs justamente al revés, la Revolución Francesa fue consumada por un pequeño grupo de iluministas anticristianos con el apoyo de judíos y masones. El pueblo francés seguía siendo católico.
Con la Revolución Rusa pasó lo mismo, Lenin y un pequeño grupo de comunistas rabiosamente ateos y enemigos de toda religión, asaltaron el poder con el financiamiento de la Banca judía Khun & Loeb. El pueblo ruso era cristiano, aunque después tuvo que hacerlo a escondidas.
Con la Contrarrevolución pasa lo mismo, los católicos que la encarnan son pocos, y si bien la victoria le pertenece a Dios, como muy bien acota Valli los que quieran dar testimonio ya saben que la epopeya puede terminar en el martirio.
Fuenteovejuna
Sr. Jorge: coincido. Los temas que aquí se tratan son de minorías de minorías. Los católicos en términos generales no están esperando un pontífice tradicional y ni se esperan persecución alguna. Viven en una relativa parsimonia lo que para nosotros es un desvelo y dolor. Por qué? Lo ignoro.
EliminarAunque Aldo Maria Valli tiene cosas interesantes me quedo mucho más con el diagnóstico de Eck de hace algunos días. El problema no es ni el Vaticano II ni Francisco, sino que viene bastante de atrás. De manera más inmediata de la mentalidad que se creó en torno al Vaticano I de sustituir la verdad por la autoridad, y pensar que cuanto más creciera la autoridad del papa, más se solucionarían los problemas. No deja de tener gracia lo de la soberanía social de Cristo por parte de Pío XI ¿se trataba de hablar de Cristo Rey o del papa rey? Que le pregunten a los cristeros difuntos y entregados por Pío XI acerca del tema. El modernismo del que con razón se queja Vallí lo que muestra es el desastre formativo de finales del XIX y principios del XX: qué curioso que Newman, quien no se formó precisamente a base del "magisterio ordinario" ni con manuales jesuíticos, se dio perfecta cuenta del problema y creo escuela en contra, pero no precisamente en la línea jesuítico-romana. Como bien decía Eck, el centralismo agostó prácticamente todo, con el resultado que luego vimos. Por poner más ejemplos anteriores al Vaticano II ¿por qué no se condenó a la Nouvelle Theologie con nombres, apellidos y sobre todo ARGUMENTOS? es decir, explicar que tal autor decía tal cosa y que estaba mal por tal razón teológica. Se pensaba muy alegramente que con la Humani generis a modo de oráculo délfico estaba todo arreglado. Bastó con que cambiara el viento de la autoridad, y ya tuvimos el relativismo dentro del magisterio. De todos modos, para los que se asusten del relativismo en moral actual, les sugiero la lectura de moralistas de la ínclita sj del XVII, a ver si ven más diferencias o parecidos. Por último, si se ha estado predicando durante cinco siglos que hay que decir que es blanco lo que veo negro, ¿por qué no se va a poder cambiar la fe si lo dice el papa? En una palabra al relativismo nominalista, en el que se formó san Ignacio, no se le combate con la mera autoridad voluntarista. Newman se dio perfecta cuenta de esto; los papas de la época no.
ResponderEliminarPrecioso comentario. Una curiosidad: ¿a qué moralistas del s. XVII se refiere? Me gustaría leerlos. Aprovecho la ocasión para agradecer a este blog por la labor que viene realizando. Lo leo desde hace años --es la primera vez que comento-- y he aprendido muchísimo. También leo los comentarios, y es una alegría ver lo bien que muchos de ellos (como éste que comento) están escritos. Muchas gracias.
EliminarEn el Denzinger Hünnermann desde los nn. 2020 y 2100 respectivamente tiene las condenas de las proposiciones laxistas, y en las notas puede leer los autores. De todos modos eso era sólo la punta de iceberg. Como lectura de conjunto, y además está en castellano y gratis en el Google Books un dominico adversario del probabilismo, Daniel Concina publicó una historia del probabilismo y rigorismo, de la que hay traducción española en 1772.
Eliminarhttps://books.google.com/books?id=uBQLUVcBeRAC&printsec=frontcover&dq=concina+historia+probabilismo&hl=es&newbks=1&newbks_redir=1&sa=X&ved=2ahUKEwjmjeKr8-D9AhXYWaQEHQz-BfkQ6AF6BAgCEAI
Incluso justificaban cuestiones que hoy llamaríamos de pluralismo religioso. Igualmente en la famosa obra de Mir, Historia interna documentada de la Compañía de Jesús, salen no pocos de los extremos a los que llegaron algunos autores jesuitas. Es cierto que Mir, al haber abandonado la Compañía y pasado al clero secular guardó cierta animadversión, pero los documentos, textos y reflexiones, ofrecen mucha información.
Muchas gracias, muy amable.
EliminarHace tiempo leí en este mismo blog un comentario muy interesante que decía que, al igual que Cristo ordenó a San Francisco restaurar la Iglesia, el mono de Dios le dijo a Francisco que la destruyera. Creo que es el mejor resumen de los diez años de un pontificado desastroso.
ResponderEliminarGASTÓN: En continuidad con el comentario de EURO: Pio XI no sólo entregó a los cristeros mejicanos sino también es responsable de la condenación de la Acción francesa. Claro que sus intenciones eran buenas, incluso buenísimas, pero objetivamente las actuaciones fueron inicuas y con resultados desastrosos. Y no sé si me dejo algún ejemplo más.
ResponderEliminarEn mi opinión creo que Aldo Maria Valli es tremendamente injusto con el Concilio Vaticano II y con Benedicto XVI. Un proyecto de demolición incluye una voluntad de demolición y, sinceramente, no veo que ni el concilio ni Benedicto XVI tuvieran ninguna intención de demoler nada. Otra cosa es que alrededor del acontecimiento conciliar se manejaran con soltura los chicos de la bencina con clara intenciones de incendiar y demoler y que la autoridad eclesiástica se mostrara incapaz de atajar y corregir adecuadamente. De esto no cabe ninguna duda. Pienso que aunque sea con la buena intención de defender la fe y la tradición católica hay que tener cuidado con acusaciones ran graves, si estas además se escriben y divulgan. No es lo mismo que decir esto al calor de una tertulia de café en el acaloramiento de la discusión. Claro, que voy a decir yo si soy un pobre cura de pueblo "neocón" que tiene que agradecer al autor del blog, colaboradores y comentadores encontrar aquí refugio, aprendizaje y unas perspectivas de las que por diversas circunstancias me veía privado. La bendición.
ResponderEliminarGASTÓN: Creo que la respuesta a KUSIWACKA la daría el Abbé Barthe cuando decía que ciertamente no entraba en las intenciones del Vaticano II la demolición de la Iglesia pero ésta no se hubiera producido sin él. Y concluía -esto sí lo recuerdo textualmente- "es lo característico de las "revoluciones tranquilas"
ResponderEliminarPor si fuera de su interés: esta entrada y alguno de sus comentarios ha sido reproducida en otro blog de sumo interés. En este sentido, ver la entrada que se publica hoy (domingo 19 de marzo), bajo el título "Diez años en el trono de San Pedro", en el blog: https://barullosusto.blogspot.com/
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