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lunes, 27 de mayo de 2024

"La represa rota". La catástrofe de Fiducia suplicans

 


Missa en Latino acaba de anunciar la publicación de un breve libro de investigación que muestra la catástrofe provocada por el cardenal Fernández y autorizada por el Papa Francisco, con el documento Fiducia Suplicans. El mismo será traducido a siete lenguas y enviado a todos los cardenales y a un buen número de obispos y sacerdotes. En espera de la edición española, aquí pueden leer la versión italiana y aquí y aquí la versión en inglés. 

Y a continuación, la reseña del libro escrita por Luigi Casalini, del blog amigo Missa in Latino. 


¿Fue por miedo o por complicidad ideológica —o por ambas cosas— por lo que el cardenal V. M. Fernández, con el apoyo del Papa Francisco, publicó Fiducia Supplicans? Es imposible no hacerse esta pregunta tras leer el breve ensayo de José Antonio Ureta y Julio Loredo La Represa Rota: la Rendición de la Fiducia Supplicans al movimiento homosexual. Los autores no plantean esta espinosa cuestión. Se limitan a ofrecer un relato documentado del tira y afloja entre el Vaticano y el lobby homosexual, desde que este último, en la década de 1970, intentó obligar a la Iglesia a cambiar su doctrina sobre la atracción hacia el mismo sexo (calificada de “objetivamente desordenada”) y las relaciones entre personas del mismo sexo (consideradas “intrínsecamente desordenadas” e incluso “depravadas”). En consecuencia, la Iglesia debería hacer una 'relectura' actualizada de la Biblia a la luz de Freud, el gran profeta de la sexología contemporánea.

En La represa rota, Ureta y Loredo sostienen que los católicos deben mantenerse firmes en un inflexible non possumus, porque “debemos obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29). En su opinión, si esta resistencia a la autoridad eclesiástica conduce a una escisión en la Iglesia, “no será culpa de quienes quieren mantener intacto el depósito de la fe, sino de quienes pretenden 'reinterpretarlo' a partir de los supuestos avances de la ciencia moderna y de la 'evolución' antropológica de la humanidad”.

¿Miedo o complicidad? ¿O ambas cosas? Eso lo tendrá que decir el lector, una vez que haya leído el libro. Lo que es seguro es que el nuevo libro de Ureta y Loredo, que ya se ha traducido a siete idiomas y se distribuirá en los cinco continentes, desatará tanta polémica como su obra anterior El proceso sinodal: una caja de Pandora (AQUÍ).

La quinta columna teológica que abrió las primeras grietas no pasa desapercibida en el libro. El jesuita McNeill, los sacerdotes Charles Curran y André Guindon OMI, sostenían abiertamente que era Dios el responsable directo de la atracción homosexual y del amor que conlleva. Por tanto, la Iglesia no podían negar la bendición a la unión estable de parejas homosexuales como un espejo de la preocupación de Dios por la humanidad. Un capuchino holandés menos conocido, Herman van de Spijker, fue más allá y atribuyó a los encuentros nocturnos fugaces en los parques el haber acallado las tensiones personales y haber contribuido en gran medida a la maduración de los homosexuales practicantes.

Pero el colmo de la ignominia es la del padre Guindon, que logra la prodigiosa hazaña de justificar las relaciones pedófilas: ¡sólo serían traumáticas para el niño por la reacción histérica de unos padres obsesionados por los prejuicios y su actitud posesiva! Una connivencia con la pedofilia reavivada más tarde por un anuncio en Kerk en Leven, el semanario de los obispos flamencos, con la complicidad del cardenal Daneels —gran elector del papa Francisco y miembro de la mafia Sankt-Gall— que volvió la cabeza hacia otro lado. No es sorprendente que hiciera lo mismo cuando su buen amigo el obispo Roger Vangheluwe fue acusado de abusar sexualmente de un sobrino durante trece años, desde que el niño sólo tenía cinco.

Todos estos escritos enfermizos se difundieron rápidamente, junto con las actividades pseudopastorales de personas como el padre Robert Nugent y la hermana Jeannine Gramick, que llegaron a decir que sólo los homosexuales que se adhieren a la enseñanza tradicional están obligados a confesar sus pecados contra el sexto mandamiento. Para su rebaño de los grupos Dignity y New Ways Ministry que han abrazado la identidad LGBT, basta con confesar sus violaciones intencionadas del compromiso fundamental de vivir una vida de amor desinteresado...

Un largo capítulo de La represa rota relata la contraofensiva de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuando estaba dirigida por el cardenal Joseph Ratzinger, contra todas estas aberraciones doctrinales que se burlaban de los textos clarísimos de las Escrituras y de la enseñanza constante del Magisterio. Se presta especial atención a la Carta Homosexualitas Problema. Sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, publicada en 1986, en la que se pedía a los obispos de todo el mundo “estar particularmente vigilantes contra los programas que tendieran, incluso fingiendo de palabra no hacerlo, a presionar a la Iglesia para que cambie su doctrina”. El libro recuerda las condenas posteriores de autores heterodoxos y la prohibición impuesta al padre Nugent y a la hermana Gramick de proseguir sus actividades en el seno de los grupos de los que eran capellanes, por haberse negado a firmar una declaración que confirmaba su adhesión interna a la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad.

Loredo y Ureta también se propusieron destripar el binomio “desafío/chantaje” utilizado por el lobby homosexual para forzar la mano de los obispos, ya sea revelando su orientación sexual u obligándoles a distanciarse públicamente de las posiciones de la Santa Sede, so pena de obligarles a “salir del armario". El caso más emblemático es el del cardenal Basil Hume, entonces arzobispo de Westminster, que se apresuró a escribir una carta en la que afirmaba que la amistad homosexual podía ser “una forma de amar” y que no se debía generalizar al atribuir una culpabilidad subjetiva a los actos genitales homosexuales. El activista de OutRage Peter Tatchell pudo presumir en el New York Times: “Nosotros marcamos la agenda”.

Si todo esto produjo grietas en el dique católico que aún resistía las olas de la revolución sexual y homosexual, fue el Papa Francisco quien abrió una brecha, desde su famoso “¿Quién soy yo para juzgar?” hasta el llamamiento en Lisboa a incluir a “todos, todos, todos” independientemente de su condición de pecadores públicos. Rob Mutsaerts, el valiente obispo auxiliar de Hertogenbosch, en su prefacio al libro, afirma sin pelos en la lengua que, por supuesto, todos son bienvenidos... siempre que cumplan los requisitos de Dios. En el infierno, dice, es diferente. “El eslogan del diablo es: ‘Ven como eres (...) No tienes que cambiar, no tienes que pedir perdón, no tienes que mover un dedo para satisfacer las necesidades de los demás: todos, todos, todos son bienvenidos en el infierno”. 

La brecha abierta por el papa Francisco fue rápidamente traspasada por los obispos alemanes y belgas, que han promovido ceremonias litúrgicas para bendecir las uniones entre personas del mismo sexo, y de nuevo por el cardenal Schonborn, que pretende nada menos que conceder a todas las parejas “irregulares”, incluidas las del mismo sexo, el estatus teológico que el Vaticano II otorgó a los “hermanos y hermanas separados”. Según el arzobispo de Viena, que aprovechó la fiesta de la Asunción para bendecir a la pareja de su amigo XX al final del almuerzo, las uniones civiles incluyen aspectos positivos de compromiso mutuo, más sólidos que los de la simple cohabitación y que las acercan al matrimonio sacramental. El teólogo suizo Daniel Bogner va más lejos. Cree que “es necesario repensar el sacramento del matrimonio y liberarlo de su caparazón de perfección”, liberándolo de “una lógica de dos niveles que distingue entre un sacramento 'de pleno derecho' y una oferta barata de bendición para formas 'inferiores' de amor”.

Si la llamada “bendición pastoral” de Tucho Fernández causó tanto revuelo en África y en otros lugares, es difícil imaginar la convulsión que sacudiría a la Iglesia católica si aprobara, como ya han hecho muchas confesiones protestantes, un matrimonio pseudohomosexual. O hubiera una enmienda al Catecismo de la Iglesia Católica para decir que la orientación homosexual no es desordenada, sino “ordenada de forma diferente”, como defiende el padre James Martin S.I.

De hecho, la doctrina que rechaza la homosexualidad forma parte del Magisterio ordinario universal de la Iglesia y, como tal, es irreformable. En consecuencia, la idea de que las relaciones homosexuales puedan tener algo digno de ser santificado con al menos una bendición, como creen Hollerich, Schonborn, Fernández & Co con el apoyo del Papa Francisco, lo que pretenden imponer es totalmente inaceptable.

Algunos encontrarán que esta obra no profundiza lo suficiente, porque se limita a relatar las ofensivas del lobby LGBT y sus cómplices en los círculos católicos y las respuestas, primero más enérgicas y luego más débiles o incluso conniventes, del Vaticano y de los distintos episcopados, sin ofrecer un análisis detallado de cada argumento o episodio. Otros encontrarán, por el contrario, que no está escrito con pluma ágil, como si se tratara de una novela, debido a la evidente preocupación de los autores por mantenerse objetivos y bien documentados.

En cualquier caso, a los lectores de más edad la lectura del libro les recordará ciertos episodios que los enfurecieron en su momento, pero que ya se han desvanecido de la memoria, como la escandalosa declaración de Mario Mieli, fundador de FUORI (Fronte Unitario Omosessuale Rivoluzionario Italiano), sobre la contribución a la emancipación humana de perversiones sexuales como el sadismo, el masoquismo, la pederastia, la gerontofilia y la zoofilia. Los lectores más jóvenes, en cambio, que no han vivido las turbulencias de la época posterior a 1968, encontrarán una perspectiva histórica que les ayudará a comprender hasta qué punto Fiducia suplicans representa una tremenda capitulación del Vaticano ante la presión del movimiento homosexual tanto dentro como fuera de la Iglesia.

3 comentarios:

  1. ¿Por qué ha renunciado Mestre? ¿Será su renuncia un éxito de este blog? Estaría bien que los desmanes de los pésimos obispos como ese no quedarán impunes.

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  2. https://www.abc.es/sociedad/papa-francisco-ambiente-marica-ciertos-seminarios-20240527195444-nt.html#_tcode=bzdhYWQ%3D

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  3. No se nace homosexual, sino que uno se convierte en ello por diversas circunstancias reversibles. Pero que lo vivan y luchen si quieren fuera de los seminarios, que no les aportará nada bueno a ellos ni ellos a los otros.

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