Páginas

viernes, 10 de abril de 2020

Viernes Santo



El 13 de marzo de 2013 muchos argentinos caímos en un periodo de profunda tristeza. Sabíamos lo que se avecinaba. Sabíamos quién era Bergoglio y sabíamos de lo que sería capaz de hacer con la Iglesia. Un artículo terriblemente descarnado de Domenico Cacopardo da cuenta de que no nos equivocábamos. Siete años después y con un agresivo virus de por medio, el Viernes Santo de hoy nos muestra no solamente la soledad de Nuestra Señora, sino también el eclipse terminal en el que el Papa Francisco ha arrojado a la Iglesia. Lo curioso e interesante es que ya no lo decimos nosotros, lo bloggers tradicionalistas, pelagianos y con taras psicológicas. Lo dicen los ateos; aquellos que ven a la Iglesia desde fuera. 
Dejo aquí la traducción de un artículo de Domenico Cacopardo:


Fin de época para la Iglesia
De hecho, abandonó su relación con la divinidad

Entre los muchas cosas que ha decidido archivar el Coronavirus hay una bastante llamativa, quizás provisoriamente: se llama Iglesia Católica. La sensación que se tiene es que es poco probable que la Iglesia se recupere del golpe. Escribo sobre este tema como una persona no creyente, pero que sin embargo, por razones familiares, soy frecuentador de sacerdotes, frailes y del Vaticano. 
Recuerdo que eran las vacaciones de Navidad de 1981. Una tarde estaba cruzando la plaza de San Pedro en compañía de mi tío, el hermano de mi madre, antiguo monseñor del Santo Oficio, y en ese momento canónico de San Pedro. Nos encontramos con un pequeño sacerdote con un maletín en la mano, completamente solo. Se saludaron, luego mi tío me presentó la fórmula habitual: “Mi sobrino Dominic”. Cuando, después de intercambiar algunas palabras en alemán (mi tío había estudiado y enseñado teología en Friburgo), reanudamos nuestro viaje. Y mi tío comentó: “Un excelente teólogo alemán; finalmente un buen teólogo de la Congregación Doctrina de la Fe”. Ese era el nombre que el Santo Oficio había adoptado.
Era realmente él: Joseph Aloisius Ratzinger. El segundo Papa que conocí: el primero, Albino Luciani era Patriarca de Venecia en la época en que yo era Presidente de la Magistratura de las aguas. En resumen, era familiar de los círculos religiosos que todavía respeto, manteniendo mi agnosticismo intacto.
En estas semanas, el Coronavirus ha determinado la huida de lo trascendente, de la magia, de la religión. A nadie se le ha ocurrido repetir lo que pasó en Milán el 11 de junio de 1629, un martes. El cardenal Federico Borromeo encabezó una solemne procesión ese día para pedir la gracia de la finalización de la peste a San Carlos Borromeo, uno de sus tíos. La procesión se desarrolló de manera imponente por las principales calles de Milán. Todos los ciudadanos que aún estaban sanos participaron en ella, pero el contagio, favorecido por la multitud, desató la peste de manera aún más grave y los enfermos aumentaron de manera impresionante. Y es un hecho que esta vez la Iglesia se rindió a la decisión secular del aislamiento llegando a la representación plástica de esta derrota con la ceremonia oficiada por el Papa Francisco, solo e impotente, en la Plaza de San Pedro. Ni siquiera el recurso al Cristo de la Peste, que en el siglo XVII habría realizado el milagro, ha despertado la fe, la fantasía o la superstición de un pueblo ahora secularizado, incapaz de creer.
Sin embargo, debemos señalar que este fenómeno, descorazonador para la Iglesia-jerarquía, para la Iglesia-comunidad, para la Iglesia-centro de intereses, está relacionado con el cambio de estilo de vida introducido por las sociedades liberales o, en cualquier caso, modernas, y el estilo introducido por el Papa Francisco. Al transferir su magisterio a cuestiones del pensamiento político contemporáneo, al concentrarse en afirmaciones con intereses puramente sociales, ha abandonado, de hecho, la relación con lo trascendente, que había sido tan cuidada por sus predecesores, que se nutrían de ella para su autoridad pastoral. Ayer, incluso hizo una declaración que da lecciones (¿por qué razón?) los gobiernos en relación en relación a la gestión de la crisis de la pandemia.
Después de todo, la Iglesia de Francisco es una iglesia que reclama y que rescata, pero de ningún modo es una mediadora entre el hombre y la divinidad. La Iglesia de Francisco ni siquiera se ocupó de las reformas modernistas, las que, según muchos exponentes de la religión contemporánea, eran imprescindibles: el sacerdocio de las mujeres o el matrimonio para los sacerdotes. Era una forma de reingresar a la sociedad sin abandonar la recomposición jerárquica del cuerpo de Cristo constituido por su Iglesia esparcida por toda la tierra. Como le sucedió a tantos reformistas en tantas latitudes, el reformador Bergoglio se paralizó definitivamente ante la magnitud de las reformas necesarias. El Papa Juan había abordado la cuestión recurriendo a un Concilio, un instrumento colectivo de redefinición de la Iglesia.
Ahora bien, en el momento actual, aparte de las palabras de circunstancia, las que inevitablemente son las mismas desde el Polo Norte al Polo Sur, y de consuelo terrenal para los muertos (ya que las praderas del Paraíso son una bella imagen que, en nuestros días, abre pocos corazones), nada ha dicho la Iglesia sobre la tragedia que ha golpeado al mundo: no podía acusar a la humanidad porque es pecadora. No podía acusar al Diablo porque nadie lo considera existente y operativo. No podía evocar la fe como un instrumento emocional para contrarrestar la enfermedad, esa fe que en muchos casos en el pasado hizo posible aceptar la muerte como una manifestación de la inescrutable voluntad de Dios.
Se limitó a las liturgias de un Papa que parecía y tal vez se siente abrumado por el destino. En resumen, el pastor dejó su rebaño en el redil, sabiendo bien que no tenía las herramientas naturales y, sobre todo, sobrenaturales para llevarlo a los pastos protegidos de los lobos de Covid-19.
Sin embargo, el problema persiste, también porque cuando pase el CoronaVirus, nadie de la Plaza de San Pedro o del balcón de los sacros palacios podrá reclamar su propio papel en el fin de la plaga. El antiguo pueblo de Dios, el catolicismo, ya hace algunos años, desde la llegada de Bergoglio, anunció el “hagan lo que quieran” [“liberi tutti”].
Entrada original en Italia Oggi.

Y terminemos con poesía:

Jesucristo murió rezando

Compartes Tu oración hasta el ocaso
de la vida y hasta la muerte cruenta,
Tu oración desmorona toda afrenta
y acoge al miserable en su regazo.

Fue siempre Tu oración paloma y trazo
del Espíritu, que en la muerte lenta
se alzó en la cruz y en la mirada atenta
de la gloria escondida en el fracaso.

Rezar, siempre rezar, morir rezando
para volver amor nuestro servicio,
cada súplica torpe y mendicante.

Perderme en Tu oración para ir hallando
la mística nupcial del Sacrificio,
la esplendorosa luz de Tu semblante.

José Ferrari
Viernes Santo, 2020



32 comentarios:

  1. No hay duda, estimado Wanderer, de que este triste abandono al que nos llevó Francisco, con la peste de excusa, es un terrible castigo de proporciones imposibles de medir. Dios ha permitido que quedáramos huérfanos de misa, de sacramentos, de procesiones, de calvarios, de soledades en la cuaresma y la Semana Santa. Los curas tuvieron que encerrarse ( o quisieron o no pudieron hacer otra cosa). Los laicos quedamos desolados. NADA, NADA reemplaza el valor infinito de la Misa. NADA puede suplantar los Sacramentos. Y para peor, no somos anacoretas. Estamos encerrados en casas pobladas de pantallas, como esta que estoy usando. Dios ha querido castigarnos. Cuánto durará este castigo???? Qué haremos después? ???

    ResponderEliminar
  2. Excelente entrada.

    Dos comentarios:
    Primero, quizás Bergoglio no puede hablar de trascendencia porque el mismo es incapaz de contemplarla. Años y años poniendo énfasis en el hacer y no en el contemplar, en el ruido y no en el silencio, en las actividades inútiles y no en el ocio de la oración. tal vez la suma de todo esto lo ha hecho incapaz de andar por las profundidades del Espíritu, y sólo puede chapotear en un pequeño charco de doctrina cristiana.

    Segundo, así como hoy es Viernes Santo, quizás estos días sean el viernes santo de la iglesia posconciliar, cuyo hombre viejo (nuevo en los años 60) deba a morir en la cruz de irrelevancia social para renacer en la verdadera Iglesia de Cristo o desaparecer.

    Santo viernes de pasión para todos
    Cristo triunfará

    ResponderEliminar
  3. Sí, Mr. Wanderer y don Nostálgico, Cristo triunfará.
    Santifiquemos este viernes.

    ResponderEliminar
  4. Estoy estupefacto, la meditación del Vía Crucis de hoy viernes, por 1ra vez en la historia fueron escritas por presidiarios y víctimas de violencia.
    http://www.vatican.va/news_services/liturgy/2020/documents/ns_lit_doc_20200410_via-crucis-meditazioni_sp.html

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Toda verdad diga quien la diga, provienen del Espíritu Santo.
      Algunas fueron muy buenas, y con suma tristeza prefiero escuchar un preso, que una monja progre, un obispo liberal o al Sumo Pontífice.
      Digo, entiendo más a un preso que me habla de la Fé, que un consagrado modernista.

      Eliminar
  5. Anónimo del 10 de abril de 2020, 15:04

    Puede explicar su estupefacción .

    ResponderEliminar
  6. Bien, realmente lo que escribe este señor, era lo que pensaba yo (no de forma ordenada), esta mañana al ver las ceremonias... al final mejor vi por TV las películas grabadas en épocas de gente con Fe.

    ResponderEliminar
  7. De tanto querer agradar al mundo, en vez de llamarlo a la conversion sincera, la iglesia de la publicidad ha mostrado sus resultados. Que no podían ser otros que los del marketing y las ideas fuerza de los enemigos de la Iglesia de siempre.
    Naturalmente, la Soledad era un resultado lógico puesto que para un espectáculo de sustancia masónica lo mejor es recurrir a las primeras marcas y no a las imitaciones.
    En conclusión recogen lo que sembraron y en vez de olor a oveja y multitudes fervientes del demagogo que les dice lo que quieren escuchar, se encuentra con la irrelevancia de un silencio que poco tiene que ver con el de la contemplación y mucho con la indiferencia.
    Por más que la Mona se vista de seda...
    Y el mono de Dios tiene idénticas limitaciones.
    Para ver una puesta en escena de la industria cinematográfica, se recurre a las fuentes con mejores resultados.
    Las series de Netflix suplantaron a las películas piadosas. Y los via Crucis también sufrieron la transformación.
    Lo bueno es que se empiezan a ver los brotes verdes de la higuera, les guste o no a los que la quieren cortar de cuajo, a lo bestia o por ahogamiento.

    ResponderEliminar
  8. Trump predica mejor que el Papa:

    https://www.youtube.com/watch?v=GcIptlp1LSk

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ud. dice que Trump predica mejor que Benedicto XVI? No creo. Bueno, es cierto que ya hace 7 años que no predica...

      Eliminar
    2. Eso sería posible si Trump tuviera idea de lo que es hablar. Ese borderline no sabe más que balbucear mentiras. Es profundamente significativo y misterioso el hecho de que Dios haya querido que el mundo se enfrente ante esta situación con el 'liderazgo' de Bergoglio (el peor de todos los papas posibles) y trump (el peor de todos los 'césares' posibles)

      Eliminar
  9. El creyente, con dudas por la ausencia de respuesta de la Iglesia. El catolicismo se ha reducido voluntariamente en una moral acomodaticia con los tiempos presentes. La realidad se interpreta sociológicamente y los remedios de los problemas se sitúan en manos de los políticos, a los que, si acaso, se orienta y reconviene en las políticas económicas, migratorias, etc. Si se ha olvidado que Jesús es el Señor de la Historia, nada de lo que acontece puede explicarse ya de manera religiosa.

    El no creyente, al que se le derrumba día a día ese mundo feliz del progreso prometido, temeroso ante el vacío y la muerte que se extiende, no tiene a nadie a quien acercarse por la falta de llamada y respuesta por parte de la Iglesia.

    Las primeras palabras de Jesús son las que deberían resonar hoy y siempre. No hay más: "Cumplido es el tiempo, y el reino de Dios está acercado; arrepentíos y creed en el Evangelio" (San Marcos, 1-15)

    ResponderEliminar
  10. Estimado Wanderer,
    tal vez no todo esté perdido. Hoy he tenido una agradable sorpresa. Por azar me puse a seguir, por Youtube, La Pasión del Señor de una parroquia cualquiera del conurbano profundo: la Parroquia de San Roque, en Isidro Casanova. Para mi sorpresa -estupor- el párroco, Padre Daniel Molina, predicó un sermón en el cual nos instó a morir a nosotros mismos y cargar la Cruz para evitar pasar la Eternidad en el Infierno. Para mi fue un sermón perfecto, que hoy es imposible escuchar de boca de un Obispo. Se lo comparto, está entre los minutos 33:30 y 44:50.
    Padre Daniel Molina

    ResponderEliminar
  11. Esto... este Viernes Santo, en la oscuridad de esta noche... yo, disculpenmé pero, tengo unas sensaciones tan raras... no es por nada en particular. Nada especial me ha sucedido, salvo lo que a todos. No es normal lo que está pasando. No lo del virus ni la cuarentena... no no, es otra cosa. Es que resulta asombrosa la naturalidad, la ausencia de reacciones, la poca o ninguna capacidad de espantarnos frente a esta Semana Santa, este recordatorio de la Pasión sin ritos, ceremonias y misas, y ¿donde está el ESPANTO? Suprimidas las ceremonias del Sacrificio, del Holocausto de Dios hecho Hombre, suprimido el Sacrificio Perpetuo... que poco calibre en las pocas reacciones. Digo así... en general.

    ResponderEliminar
  12. Gracias Soldado Colifo. No lo sabía. La iglesia católica (con minúscula, no la otra) cada vez más cerca del mundo y más lejos de Dios.

    ResponderEliminar
  13. Por supuesto,ignoro lo que va a ser de la iglesia después de esta angustiosa situación que estamos viviendo.
    Lo que sí,puedo apreciar ya, es la lastimosa y deprimente imagen y estado de ánimo que refleja el papa, y de la más deprimente,si cabe, visión que está dando estos días la Iglesia DEL VATICANO.
    Algunos medios tratan de enmascarar la situación intentando dar una explicación muy espiritual a todos los actos, cuando en realidad no se aprecia más que profunda "depresión", y es muy triste ver a un papa y a su más cercano entorno ESPIRITUALMENTE tristes.

    ResponderEliminar
  14. "Toda verdad diga quien la diga, provienen del Espíritu Santo."

    Bueno, está bien pero no exagersr. O queremos promover el plagio?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mi amigo, estamos hablando de personas con Fe.
      Nunca pierda el sentido de Fé, nunca pierda el punto de vista de contemplar la belleza y la verdad en lo simple, como decía de don Wanderer, algunos tienen una conciencia de soldaditos, que buscan la guerra en todo.

      Eliminar
  15. Francisco no ha abandonado del todo el sacerdocio femenino. En medio de la desolación por la pandemia, acaba de lanzar la enésima comisión para el estudio del diaconado femenino en la Iglesia primitiva. Y veremos si sobre el celibato no se saca de la chistera un conejo de ese estilo. No me fío un pelo.

    En cuanto a que "ni siquiera el recurso al Cristo de la Peste, que en el siglo XVII habría realizado el milagro, ha despertado la fe, la fantasía o la superstición de un pueblo ahora secularizado, incapaz de creer", otros hacen una lectura más optimista:

    https://religion.elconfidencialdigital.com/articulo/iglesia-estado/sociedad-es-tan-secularizada-crisis-coronavirus-reactiva-sentimiento-religioso/20200409012720029850.html

    ResponderEliminar
  16. Muy acertado e impecable me parece el siguiente diagnóstico: "Sin embargo, debemos señalar que este fenómeno, descorazonador para la Iglesia-jerarquía, para la Iglesia-comunidad, para la Iglesia-centro de intereses, está relacionado con el cambio de estilo de vida introducido por las sociedades liberales o, en cualquier caso, modernas, y el estilo introducido por el Papa Francisco. Al transferir su magisterio a cuestiones del pensamiento político contemporáneo, al concentrarse en afirmaciones con intereses puramente sociales, ha abandonado, de hecho, la relación con lo trascendente, que había sido tan cuidada por sus predecesores, que se nutrían de ella para su autoridad pastoral". Es la triste realidad que han impuesto los manipuladores del Concilio Vaticano II y que encarna, por méritos propios, la compañía de Jesús en los últimos 50 años. Bergoglio no es sino un reflejo anodino y atroz de ese pensamiento y doctrina.
    Y, por favor, corrija canónico de San Pedro en canónigo de San Pedro.

    ResponderEliminar
  17. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  18. Agamben también apuntaba ya un poco a que la función religiosa de la Iglesia la está asumiendo hoy la ciencia. A nuestros curas les da pánico hablar de castigo divino, pero ese discurso lo están llenando los ecologistas, los economistas, los moralistas de los medios ¿Y la Iglesia entonces qué hace? Limitarese a reducir su mensaje al consuelo privado, al subjetivismo interpretativo.

    Nos preparamos toda la vida para que la embestida de las huestes del infierno se hiciera a la manera pre-moderna: guerra directa y opresión externa. Cuando así fue, ganamos siempre los cristianos con dignidad y arrojo. Pero ahora la guerra es a la manera moderna: el cristiano moderno, comenzando por sus jerarcas, internaliza su propia opresión, acepta su propia irrelevancia y su propio silencio como un deber social y el sometimiento no llega entonces como una invasión del exterior sino como algo que se acepta desde la propia conciencia y a lo que se le da la ilusión de consistencia con la propia fe. La peste no está trayendo nada nuevo, pero sí está mostrando sin ningún velo los frutos del modernismo y ya la enfermedad está tan avanzada que poco hacemos para responder.

    ResponderEliminar
  19. Comparto las sensaciones del anónimo de las 22.19.
    Siento la desolación en la Iglesia, y una tristeza al ver y escuchar sacerdotes conocidos, defender la cuarentena a rajatabla, sin confesar, celebrar misas, dar unción de los enfermos y demás sacramentos.
    Siento un abandono por parte de la jerarquía manso y servil

    ResponderEliminar
  20. Aunque acabamos de entrar en la Pascua en España, otro soneto, el más hermoso quizás de la poesía en español:

    No me mueve, mi Dios, para quererte
    el cielo que me tienes prometido,
    ni me mueve el infierno tan temido
    para dejar por eso de ofenderte.

    Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
    clavado en una cruz y escarnecido,
    muéveme ver tu cuerpo tan herido,
    muévenme tus afrentas y tu muerte.

    Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
    que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
    y aunque no hubiera infierno, te temiera.

    No me tienes que dar porque te quiera,
    pues aunque lo que espero no esperara,
    lo mismo que te quiero te quisiera.

    Felices pascuas a todos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Horroroso texto donde no importa el cielo prometido. Que alguien siga proponiendo esto es doloroso. Nadie entiende el don de Dios.

      Eliminar
    2. No importa el Cielo sino Dios. Usted entiende poco, y por eso deja aquí su malsonante regüeldo.

      Eliminar
    3. Gran entendedor. El cielo es Dios. Y esa mala poesía que nunca salió de Teresa por supuesto es el extremo de lacDevotio Miderna.

      Eliminar
    4. El Amor es lo que lo mueve, el primer mandamiento y el evangelio de Jesús, Amar por sobre todas cosa, lo mueve la pasión de XTO, cielo y el infierno es la consecuencia del amor.
      Me parece, lo que puedo entender.

      Eliminar
  21. Diógenes: lejos de mí defenderlos, pero no creo que ni uno ni otro sean "los peores posibles". No sé cuán "papable" sería, pero entre los cardenales me viene a la mente por lo menos uno peor que Bergoglio, Daneels; entre los presidenciables del imperio, casi cualquiera sería peor que Trump (como Hillary, la CFK yanqui; los paralelismos son casi completos excepto que no es viuda y no logró llegar a la presidencia: un matrimonio con una obsesión maniática por el poder y la riqueza y que se hacen los "progres"), excepto gente sin chances de ganar una elección como Ron Paul.

    ResponderEliminar
  22. "Ha abandonado, de hecho, la relación con lo trascendente", dice de Bergoglio el autor del artículo. Esta mañana ha retransmitido la Cope el Vía Crucis que se rezó en Madrid en las JMJ de 2011. Cuando he escuchado las bellas y humildes palabras de clausura de Benedicto XVI, he vivido una intensísima e inesperada sensación de estar oyendo palabras y contemplado imágenes de hace mil años.

    Felices pascuas de nuevo para todos.

    ResponderEliminar
  23. Con dolor y sin palabras.Que Dios se apiade y no se arrepienta de haberle dado un día al hombre,las llaves de la tierra.

    ResponderEliminar