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viernes, 13 de mayo de 2011

"Un mundo de solos en lucha contra todos los demás"


Entrevista de Jack Tollers al Anónimo Normando (y III)

Tollers:       ¿Alguna vez pensó en hacerse cura? ¿Y qué pasó? Después de tantos años de casado, ¿qué piensa sobre el matrimonio?
El Anónimo: Por cierto que pensé ―ojo, pensé, consideré― lo de hacerme cura. Creo que todos mis amigos de entonces en algún momento lo consideraron: la “primavera de la Iglesia ” despuntaba con bizarros bríos, y creíamos ―con razón― que en semejante desquicio ahí estaba la primera línea de batalla, donde se decidiría la guerra; además aparecían algunos curas admirables. Pero con tranquilidad y buenos y prudentes consejos me di cuenta que no era mi lugar.
En cuanto al matrimonio… Algo que agradezco a la Providencia es no haber tenido que hablar nunca en cursos prematrimoniales ni nada de eso. No es un tema que me guste ventilar. Por cierto recato. “Es un gran misterio”… y es un sacramento. Maravilloso, sin duda. Chesterton lo dijo de un modo insuperable. A él me remito, pues.

Tollers:       Quizás quiera extenderse un poco más sobre el valor de la amistad… o de la “camaradería” que decíamos ayer…         
El Anónimo: Regalo finísimo de Dios, la amistad, que solemos echar a los puercos con gran liviandad. Claro, la culpa es siempre de los otros…
Para no defraudar a los anglófobos, diría que el mejor ensayo contemporáneo sobre la amistad que leí es el de C. S. Lewis en “Los Cuatro Amores”. Y como ejemplos vitales de grandes amigos, Chesterton y Newman. Como diría de cada uno de ellos Jorge Manrique en sus coplas, “¡Qué amigo de sus amigos!”. Ahora bien: el Enemigo, que debe odiar la amistad sin poder entenderla, se apura con la cizaña: véanse los desencuentros entre Lewis y Tolkien, por ejemplo. Para no hablar de los franceses de entreguerra…
Los camaradas, decíamos… Aníbal D’Angelo nos decía una vez que en el mundo moderno no hay camaradas, ni menos amigos, porque lo que cuenta son las “relaciones”, los contactos. Me conviene acercarme a los poderosos, o acceder a determinados grupos, aunque me recontraembolen, siendo que la amistad es el reino de la gratuidad, como lo pone redondamente Castellani en su célebre y concisa fábula. Con mis amigos estoy contento, libre, suelto, confiado…
Algo intuye Dolina cuando dice que los verdaderos amigos son los de la adolescencia, cuando aún no predominan las urgencias de la trepada. Los viejos amigos. Y es genial su explicación de los amigos que encontramos de grandes: son viejos amigos que todavía no conocíamos…

Tollers:       En alguno de sus libros, Castellani, interpretando el texto apocalíptico que anuncia un “enfriamiento de la caridad”, dice que lo que allí se señala es una ruptura de los vínculos, como si anticipara un mundo donde la amistad, el matrimonio y toda forma de sociedad fueran imposibles, o casi… no sé qué piensa usted.
El Anónimo: Como suele ocurrir, Castellani da en el clavo. Si uno ve lo que pasa, se da cuenta que percibió lo que en su momento no era evidente. Es más, parecía impensable, de ciencia ficción. Pero es tal cual: se enfrió la caridad, y los lazos entre las personas se vuelven imposibles. Así con las amistades, como ya decíamos. Y con la familia, ni hablar.
Es paradójico que una izquierda culturalmente triunfante y omnipresente haya producido de hecho un individualismo que no hubiera podido imaginar el más afiebrado manchesteriano del siglo XIX. Los intelectuales progres, a los que no se les cae la solidaridad de la boca, son en general verdaderas mónadas, cuyos “proyectos de vida” no implican más allá de inestables “parejas”. Paradójico, pero no contradictorio. Vivir solo, sin lazos, hasta lograr un geriátrico lo más confortable posible.
Y es revelador el éxito de los bodrios del género “Gran Hermano”, donde una situación de un grupo aislado se vuelve una competencia feroz en el que no hay que profundizar los lazos sino al contrario: todos rivales, hasta que sobreviva el más apto.
Un mundo de solos en lucha contra todos los demás. Y se multiplican los lazos artificiales: Internet, Facebook, etc. La ciudad del Hombre. El infierno, en fin.

Tollers:       Y hablando de los progres. Es raro ¿no? Porque su “progreso” implica por fuerza una entropía: están en contra de la procreación, a favor del putinomio, etcétera… y ni siquiera han querido tener hijos. Y así en todos los órdenes. Por ejemplo, en la Iglesia, no han “progresado” nada: no han hecho sino quitar cosas (los estudios serios, el decoro en materia litúrgica, el sentido mistérico de las cosas, la reverencia y la trascendencia de las cosas aparentemente más pequeñas, las cuatro últimas cosas, las nociones de pecado, de penitencia, de Parusía). No han tenido hijos tampoco, se han hecho conservadores de “la Primavera de la Iglesia” (siguen cantando la “Zamba del grano de trigo”)  y simultáneamente han dejado las peores cosas que ya había antes: el clericalismo, el racionalismo exegético, el voluntarismo, la devotio moderna e vía dicendo. Y tanto han “progresado” que a fe mía ya no tienen qué hacer. ¿Usted cree que se acabó ese ciclo y que asistimos al nacimiento de un fenómeno nuevo, quizá peor, como si dijéramos, un correlato de la posmodernidad en la Iglesia?
El Anónimo: Es cierto que el progresismo cristiano, en lo que tiene de peor, como todo parásito, vive del organismo que debilita. Y ya queda poca cosa que vampirizar, hablando en términos humanos, ojo. En los ´60-70 tenía una clientela cautiva que, en buena medida por obra de ellos, emigró a otros mercados en busca de emociones más fuertes. Y las novedades de antaño son patéticas hogaño. La imbecilidad en la liturgia del “ustedes”, etc., es abismal: como si de veras significara algo para alguien, salvo para el grupo de autistas que la promueven.
Y claro: ese progresismo era un fenómeno “moderno”, un “gran relato”. Y ahora tenemos la coexistencia postmoderna de multitud de “pequeños relatos” que no pueden confluir en la unidad. Bouyer vio muy bien que lo peor del progresismo sería el engendrar reacciones de mala calidad que ocuparían el vacío “eclesial”, volviendo al clericalismo, al voluntarismo, etc., exacerbados.
O sea que los progres no avanzan, por cierto, hacia ningún lugar que valga la pena, ni los cristianos ni los modernos secularistas. Y en la Iglesia aparecen sectas con todos los rasgos que se han visto en la historia. Cuando quiero saber las últimas noticias leo “Enthusiasm” de Knox, y ahí los tenemos a todos: jansenistas, donatistas, cuáqueros, y hasta quietistas. Y muchísimos boludos alegres.
¿Y frente a esto? Fe, esperanza, caridad y paciencia. Y mucha compasión.




7 comentarios:

  1. Excelente entrevista. Flor de leer.

    Cordiales saludos.

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  2. Vean si Kierkegaard no estaba solo y en lucha con todo lo demás. Según Castellani el más grande ironista de toda la historia de la humanidad. Algunos de sus libros, sino todos por su estilo, estaban dedicados a aquel individuo solitario. Para mi conocer Kierkegaard hoy es indispensable. Su obra no puede ser vulgarizada, pues pasa lo que dice Chesterton: el místico expresa el misterio y sigue siendo un misterio.

    Por cierto, aquí hay muchos Chestertonianos, y me llama la atención que no se vean los puntos en común entre Chesterton y Kierkegaard. Son muchos. Puedo enumerar varios, pero por ejemplo, Hombre Vida y La Repetición. A los dos le impresiono la misma historia del joven que se aleja de la casa y luego vuelve la mirada y redescubre su hogar. Creo que esa historia además de estar en Hombre Vida como idea, esta en la tierra de los colores, como también el viaje del joven (en sueños) hacia pesadilla. Kierkegaard en el Concepto de la Angustia habla de un joven que hizo un viaje para aprender a aterrorizarse. Hay muchos más puntos en común, de hecho, los dos hablan en paradoja. No sé, pero me parece que se lee más Chesterton.

    saludos

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  3. Muchas gracias, buenísimo.

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  4. W. y T. gracias de lo mejor que se publicó asta ahora, Normando excelente, saludos INDEX desde el exterior

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  5. Catolicismo puro.
    Pensar que recibí el regalo de escucharlo en mi juventud y escuchar sus consejos solo me hace dar gracias a Dios.
    Claro, quizás viniendo del liberalismo progresista haya algo que se me escape, pero sigo agradeciendo igual a pesar de mi pecado original.

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  6. Le estoy agradecido al Normando por la entrevista y por aquel libro que con motivo del comentario de un faltante, tal vez fundamental, me obsequió al otro domingo dedicado a "el Carlista" y que releí hace poco y me gustó aun más que la primera vez.
    También por aquella obra del gigante bávaro acerca del gran poeta romano, ya que en la edición que llegó a mis manos se reconoce que sin él esa obra no hubiese sido posible, siendo que ese libro plagado de intuiciones poderosas es de los mejores que he leído y seguro el que más veces releí.

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  7. Usted habla de "progres"

    Pero, ¿Qué es ser "progre"?
    ¿Quién dice que uno es o no "progre"?
    ¿Es bueno o es malo ser "progre"?

    Cuando queremos ser "progres", ¿queremos todo lo que parece que el término conlleva (como la soledad, el abandono de los padres ancianos por sus hijos, el consumismo...) o es simplemente lo que nuestra fantasía -la fantasía de cada cual- dice que es "progre".

    ¿No será más bien una manipulación con palabras vacías -con humo- de los que no nos quieren (si no, no manipularían) para que olvidemos nuestros intereses y nos traguemos sin razonar sus consignas egoístas?

    Después de tanto tiempo manipulando con lo de "progre", ¿qué progreso real hemos tenido?

    NINGUNO

    Todos tenemos la condición que nos da nuestra situación social y la estructura económica del país al que pertenecemos. Y es imposible salir de ahí.

    Lo contrario sería como la niña que se pinta los labios con el carmín de su mamá y se pone los zapatos de tacón alto de ella. Por mucho que quiera no es una adulta; sino una niña disfrazada de adulta. O como la mona, que aunque se vista de seda, mona se queda.

    -Si, pero el mal ya está hecho; los que nos manipulan con lo del "progreso", ya se han llevado el gato al agua y nos han desplumado-

    Ya va siendo hora de que dejemos de pensar con el culo y defendamos el librepensamiento y nuestros intereses y los de nuestra familia.

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