El punto 5 del Vademecum
del gobierno local -otro de los documentos reservados del Opus Dei-,
instruye acerca de cómo tratar a aquellos numerarios que dejan la Obra. Aquí
tienen ustedes lo que aparece en la versión 2002. Sin embargo, en 2005 apareció
una nueva versión en la que se suavizan algunos términos en orden a hacerla
aceptable a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
En cualquier caso, los
Directores han de tomar las medidas —dictadas por la caridad y por la
prudencia— para que no se perturbe el buen espíritu de los demás, ni se creen
confusiones o situaciones equívocas. Se perturbaría o se confundiría, por
ejemplo, si mientras no transcurran muchos años, se les permitiera (a los que salieron) que fuesen por nuestros Centros con
demasiada frecuencia y confianza, o se les invitara a comer allí; si se tuviera
con ellos una excesiva familiaridad, en el trato y en las conversaciones; si se
les contaran cosas de la vida en familia, o si se les hiciera intervenir
prematuramente y con cierta autoridad y responsabilidad en actos o en trabajos
relacionados con la Obra y que, por ser públicos, pudieran tener una cierta
difusión. Tampoco resulta oportuno, de ordinario acudir a su boda, al bautizo
de los hijos, etc.
No resulta tampoco oportuno que,
después de abandonar su camino, comiencen a colaborar con personas de la Obra
en trabajos profesionales de los que obtengan un beneficio material.
La mejor manera de manifestar su
buena disposición es que ayuden generosamente con sus limosnas —según su
capacidad— en las labores de apostolado, al menos durante bastante tiempo.
Pasando en limpio
el mandato del misericordioso padre: el que nos deja, no vuelve a entrar en
nuestras casas y se prohíbe cualquier tipo de contacto con él. Ni siquiera se
le debe dar el apoyo afectivo mínimo que se esperaría de aquellos que fueron
sus amigos y hermanos durante años. Más aún, se deberá advertir a todos
aquellos que tengan relación con la Obra que no le den trabajo, y si ya lo
tuviera, que lo echen.
Pero en lo posible,
claro, habrá que manipularlo de tal modo que nos siga pasando dineros.
Díganme si el Santo
juanpablino no es la gráfica más viva de la parábola del Hijo Pródigo.
Conocí bien a un ex-numerario, abogado, que pasó varios años de su vida en la Obra. Un buen día, después de un trance seguramente difícil, comunicó a su superiores que quería dejar la Obra. Según me lo contó esta persona, no le hicieron nada fácil la salida, llegando a reunirlo con uno de los capitostes de la Obra en Argentina, para decirle a coro que si abandonaba se iba a ir al infierno. Así nomás. Extra Opus Dei nulla salus. Este abogado era numerario pero no estúpido, diría que -por el contrario- es muy inteligente, así que esquivó el lazo. Y desde entonces quienes eran "su familia" se cruzan de vereda y ni lo miran. Linda misericordia. Cuántos no habrán podido zafar, esa es la pregunta. Es sabido que casi todos los numerarios de más de 40 pirulos en Buenos Aires están medicados y con tratamiento psiquiátrico.
ResponderEliminarSaludos.
Estimado Wanderer:
ResponderEliminarTengo un conocido -no podría decir amigo, usted entenderá- al que aprecio mucho.
A casi 25 años de numerario, muy probablemente lo orden sacerdote -del opus, obviamente.
Me gustaría que en algún próximo post trate el tema de esas "vocaciones sacerdotales" de la OUUUbra..., propuestas por los superiores.., etc., etc.
Neville Longbotton
Me encanta tu blog, wanderer. Lo descubrí hace poco, y me cambiaste la forma de ver muchas cosas. Gracias.
ResponderEliminarWanderer, para cuando un post sobre Schoenstatt? Puedo asegurarle que tiene aspectos aún más alarmantes que el OD. Además, le está robando gente hace tiempo...
ResponderEliminar"Sea Dios mi testigo: Séquese mi diestra, Schoenstatt, si de ti me olvido"
Moises Kentenovich