Páginas

viernes, 13 de julio de 2012

El fundador que pescaba en la pecera


Me han pasado un documento reservado que se ha manejado, hace ya algunos años, en algunas curias en torno a la investigación del caso del controvertido fundador de un instituto religioso cuyos seminaristas, durante algún tiempo, estudiaron junto a otros jóvenes en un mismo seminario. Aquí se informa el modo en el cual dicho fundador “pescaba en la pecera” y manipulaba a los seminaristas.









DOCUMENTO N° 4

ACTUACIÓN DEL P. AAA CON LOS SEMINARISTAS
Se han dado:
            Casos incontestables de proselitismo directo y personal del padre AAA. Es frase suya a un seminarista: “El Corazón de Jesús me ha dado a sentir claramente que te necesito en mi Instituto” y otras semejantes.
            Casos de verdadera conquista, llevada a cabo por seminaristas que ya tenía apalabrados para ingresar, entre los demás compañeros.
            Casos de clara insinuación vocacional.
            En otras ocasiones, táctica de lograr amplia simpatía y acercamiento a su obra, pintando sugestivamente con caracteres deslumbradores y de gran atractivo apostólico. Si algún seminarista le manifestaba sus ilusiones por algún apostolado particular, le ofrecía grandes facilidades para su especialización en aquel orden si ingresaba en su instituto. Cuando un seminarista se le acercaba, o se le acercaban, con algún modo de vocación, unas veces pintaba las dificultades porque había de pasar su obra, otras todo lo hacía ver de color de rosas. Siempre lo rodeaba de un ambiente de sobrenaturalidad y providencialismo verdaderamente arrastrante para un corazón juvenil.
(…) (Al seminarista que) se ponía en contacto con él con posibilidades de atraérselo, pedía no tratara de este asunto con el director espiritual.
XXX, siendo seminarista, hizo entre algunos compañeros labor de desprestigio de los superiores del seminario porque, según él, se oponían a la obra del P. AAA.
El P. AAA ha manifestado a seminaristas diversas actuaciones de los superiores del seminario de BBB en contra de su obra, siguiéndose de estos el desprestigio de estos superiores que se aumentaba por lo siguiente: cuando al P. AAA los seminaristas le preguntaban qué pensaba de dicha actuación, contestaba que ni siquiera había formulado el juicio interno, lo consideraba como una prueba del Corazón de Jesús, que por otra parte le proporcionaba los elementos necesarios para defenderse, lo cual le rodeaba de una aureola de sobrenaturalidad grande y automáticamente la mente del seminarista se enfrentaba con la manera de obrar de los superiores que así se oponían a la obra de un santo.
(…)



Clave de lectura:
AAA: P. Marcial Maciel
BBB: Universidad Pontificia de Comillas
En efecto, antes de leer las claves, muchos pensamos que se trataba de otro fundador más cercano y bastante más grasa que Maciel, y que la pecera donde pescaba era un autóctono seminario de provincia.
Lo notable es que las recetas que emplean estos “fundadores” manipuladores, perversos y, en algunos casos, también pervertidos, son exactamente las mismas. Nada nuevo sub sole. Y sin embargo, los chorlitos siguen cayendo y las autoridades, a sabiendas o no, siguen permitiendo estos experimentos fundacionales.
El documento original puede bajarse desde aquí y más información sobre el tema aquí.

miércoles, 11 de julio de 2012

Licuado de banana

Apareció en Perfil. No me gusta el lenguaje, pero lo que dice su autor - Guillermo Raffo, escritor y cineasta- es bastante cierto:


Google te da 1.160.000 hits si buscás “azúcar banana leche”. De ellos, 975 mil refieren, previsiblemente, al licuado; los 185 mil restantes (el 16%), a otra cosa. Anoten este último número porque les puede salvar la vida.
Esta semana, entre Calamaro, D’Elía y el muñequito de trapo del Che, me convencieron, otra vez, de que se van a terminar cagando a tiros allá, y va a ser horrible. Cada vez que me pasa reconsidero y vuelvo a una conversación que tuve hace tiempo –gracias al blog de mi vecino Quintín– con una chica de La Cámpora que me contaba el cuento de la Juventud Maravillosa. Ya sabemos que es mentira, pero (pensaba yo) ¿es necesariamente perjudicial?
Suponemos a menudo que la reivindicación de aquella militancia mesiánica y criminal, pasteurizada ahora y presentada como un batallón de heroicos idealistas, es peligrosa. Peligrosa en el sentido de repetir la historia, de que vuelvan a hacer cosas parecidas. Pero si la pasteurización es efectiva y realmente hay generaciones enteras que se convencen de que, digamos, Perdía era Mandela, ¿cuál es el riesgo? Porque la emulación, si la hubiera, estaría condicionada por la ignorancia sobre quién era Perdía, y sobre la fantasía de que Perdía era Mandela. Por lo tanto, reivindicarían a Perdía pero actuarían como Mandela. No está tan mal eso. Hay algo absurdo en este razonamiento, y sin embargo sugiere escenarios muy verosímiles. Por ejemplo: el costado más humano de la Iglesia Católica (la ayuda a los pobres, la caridad) sin duda depende de que sus actores crean que su institución está más cerca de San Francisco de Asís que de Torquemada. Esto puede no ser cierto, pero produce efectos benéficos. No sé si se entiende: mientras actúen como Mandela no me importa si reivindican a Hannibal Lecter. Lo único que me importa es que no actúen como Hannibal Lecter.
Resumiendo: la hipótesis es que la reivindicación de políticas criminales podría en realidad tener efectos positivos en la medida en que esas políticas sean transfiguradas por una revisión histórica disparatada que las presenta como benignas (i.e. Carlotto: “nuestros hijos luchaban por un país más justo”). Cagate de risa pero tiene sentido, aunque suene ridículo.
Ahora bien, el problema con mi propia hipótesis optimista es el siguiente: las organizaciones armadas no nacieron de un repollo. Y cuando le pregunté a la chica de La Cámpora por su formación política, me dijo: “Leemos a Kusch, el Popol Vuh, Galeano, Mariátegui, Galasso. Después, hablando de revoluciones burguesas independentistas en América latina leemos el plan de operaciones de Moreno, Di Meglio, el Facundo de Sarmiento, el Martín Fierro, más Kusch, Jauretche, Terán. Viñas, Hernández Arregui, Puiggrós, Abelardo Ramos. Películas de Pino, de Hugo del Carril, de Mariotto. Walsh, Cooke, Perón, Evita. Cosas de Fidel, de Ramonet, discursos de Cámpora, Perón, Amado Olmos, el gringo Tosco”.

Ninguno nuevo. Y todos los de aquella época. No falta ni uno, eh. En realidad falta Kadafi y sobra Mariotto, pero tampoco es un enroque muy tranquilizador. Entonces, si los viejos llegaron a esas conclusiones leyendo esas cosas, ¿por qué los nuevos no van a llegar a las mismas? Me quedaría más tranquilo si me dijeran: “confiamos en la visión de la historia de Felipe Pigna y José Nun”. Porque lo que dicen ellos es cualquier verdura, pero está por lo menos matizado por la época y por sus propias ambiciones materiales. Pero cuando me dicen Kusch, Galeano, Galasso, pienso: “otra vez sopa, es la ruta al desastre”. ¿Por qué no lo sería? ¿Sólo porque el resto del mundo cambió mucho? Los Beatles cantaron All You Need Is Love por primera vez en 1967 y 400 millones de personas en 26 países los vieron por la tele. Lo que pasó después pasó igual.
Banana, azúcar, leche. Esto puede producir cosas distintas, ¿pero cuál es la más probable? Licuado de banana con leche. Ustedes verán qué hacen con los elementos que tenemos hoy. La probabilidad de zafar es 16%.

lunes, 9 de julio de 2012

Paganismo liberal



Algunos días atrás, cuando discutíamos las correrías caribeñas de Fernando y Mariví (la muy descarada que es tapa de Noticias de esta semana), aparecieron dos comentarios que me han dado que pensar.
Uno, de un Anónimo del 30/06, a las 9:50 hs., escribía: “San Juan Bautista, el primer martir (sic) es martir (sic) de la moral , no de la Fé (sic). Jésus (sic) nos da la Fé (sic) para ejercer la moral ( virtud )”
Otro, de un Anónimo del 1 de julio, a las 9:31 hs., que terminaba: “Voy a decir algo más. Creo que hoy la vida religiosa se resuelve en una sola cosa: ayudar a los pobres y a los enfermos. No hay más. O se toma la decisión o hablamos y nos creemos cristianos… o leemos a Santo Tomas y le decimos a los demás como tienen que vivir desde un escritorio”.
Resulta claro que las procedencias ideológicas de los dos comentaristas son bien diversas: el primero, un digno representante del “tradicionalismo” de los ´50 y el segundo, de una progresía culta, estilo Criterio. Sin embargo, la base en la que reposan es la misma, y no sé si llamarla paganismo o liberalismo, o paganismo liberal, a fin de cuentas.
Veamos. Afirmar que la fe nos es dada para ejercer la moral, es una burrada bastante grande que eximiría de comentarios, al menos en este blog. Séneca, o algún otro de los filósofos paganos, podría haber dicho algo semejante: lo importante es ser buenitos y portarse bien. Ser virtuosos para que los dioses nos regalen la contemplación, podría decir Aristóteles. Y no está mal para una sociedad pagana, pero el cristianismo es tutta un´altra cosa. Es un orden radicalmente distinto del orden pagano. Ciertamente, debemos ser virtuosos y portarnos bien, pero esto es apenas un medio, y de los más básicos y elementales, para ascender a los estadios superiores de la fe, en el camino de retorno al Uno. El comentarista ha invertido el orden: la fe es un medio para ser buenos; un instrumento bastante útil para lograr que nos portemos bien, que es el fin. No me digan que no es más que una reformulación para nada sutil del mandato liberal según el cual la religión debe ser apoyada a fin de que ayude a la regulación social, es decir, a conseguir ciudadanos buenos y que hagan demasiado lío. La finalidad de la fe, y de la religión, para nuestro comentarista es ser buenos.
Y para rematarla, lo pone al Bautista como mártir de este paganismo liberal. Que si volviera Juancito le cortaría la cabeza, me parece… Un mártir es un testigo de Cristo. Es decir, alguien que da testimonio de una Persona que nos dejó un mensaje y, en ese mensaje, hay un componente moral. Y así, el mártir es mártir de Cristo, autor del mensaje, no de una parte mezquina de éste, aunque haya sido esa partecita la causa inmediata del martirio. Como si la pobre Santa María Goretti hubiese muerto por la virginidad, como podría haberlo hecho una vestal romana. Ella murió por su fe en Cristo que, en ese momento concreto, se manifestaba en la defensa de su virginidad.
Vayamos al segundo. La vida del cristiano pivotea constantemente en tres virtudes: la Fe, la Esperanza y la Caridad. Sin ellas, no se es cristiano. Y la Caridad, la más importante de todas y que consiste en el amor a Dios, necesariamente debe derramarse en un amor concreto a los demás. Y así, efectivamente, el cristiano debe ayudar al otro y, de entre ellos, a los más débiles y necesitados, en todo sentido. La historia de la Iglesia es una buena muestra de este razonamiento. Podemos decir que esta acción social sobrenaturalizada aparece ex abundantia cordis: porque hay Caridad, hay ayuda a los demás.
Sin embargo, el segundo comentarista, como el primero, invierte los términos: para él, el cristianismo se resuelve en ayudar a los pobres. No hay aquí ni abundancia ni corazón. Lo que hay, es pura acción filantrópica. En otros términos, la religión, y las religiones, son no más que grandes, efectivas y honestas ONG que, con su accionar, contribuyen a lograr una sociedad mejor y más justa. Los gobiernos deberán apoyar entonces a estas antiguas ONG a fin de lograr mejores ciudadanos. Un postulado que sería suscrito por cualquier liberal y, seamos honestos, por muchos -la mayoría- de los obispos argentinos.
En definitiva, no entendieron la esencia del cristianismo. No son religiosos. A lo sumo, son éticos.

martes, 3 de julio de 2012

Obispos carnales


Siguiendo con el tema de los devaneos gastronómicos de Bargalló, recomiendo vivamente la lectura del texto de Antonio Caponnetto en el que claramente marca las íes del problema. Allí utiliza una expresión que me pareció muy acertada y esclarecedora. Sindica a muchos de nuestros obispos, con pruebas a la vista, de “obispos carnales”. Me parece que merece una reflexión.
Muchos de los participantes de este blog -y yo a la cabeza de todos- tendemos en ciertas circunstancias a tirar el agua sucia de la tina con el bebé adentro. Entonces, cuando digo, y decimos, que el Barroco y los siglos posteriores “genitalizaron” la moral e incluso la religión, sin dejar de ser cierto, no por eso debemos desconocer la importancia que tiene para la vida espiritual el cuidado de la genitalidad. Dicho de otro modo, si los santos y maestros del Barroco insistieron en ese aspecto, por algo será, aunque a algunos se les haya ido la mano.
El problema de los pecados de la carne, me parece a mí, es que carnifican, y materializan, al hombre de un modo cada vez más intenso y acelerado. “Nos volvamos, patrón”, le decía el peón al inglés que se adentraba en el pantano siguiendo a la garza herida, nos cuenta Castellani en las Camperas. Pero tanto se metió el inglés, que después no pudo salir, de tan enlodado y pesado que estaba. Es que de la ciénaga, nos saca Dios, o no nos saca nadie, concluye el Cura. Y ahí está el problema. Estoy seguro que a Maccarone, de seminarista o joven sacerdote, jamás se le hubiera ocurrido que terminaría en la abyección en la que terminó. Un abismo llamó a otro abismo y la carne llamó a la carne.
Jack Tollers, en su Catena argéntea, pone el texto de alguien (no recuerdo de quien, y no lo puedo encontrar), en el que dice que el hombre carnal es incapaz de juzgar espiritualmente. Está ciego para las cosas del espíritu. Pienso, entonces, en nuestros obispos carnales. No hay modo que pretendamos que nos hablen de las cosas espirituales. Sus discursos provendrán de la carne y por eso, son diletantes de la sociología y la religión que nos enseñan no trasciende este mundo de materia.
San Alberto Magno, doctor de la Iglesia, enseña que el hombre, en su camino de retorno al Padre, del cual salió, “desmaterializa” a las cosas materiales de este mundo, para arrastrarlas consigo en su regreso a la Unidad. Es decir, el hombre, al ejercer su naturaleza humana, plenificado con la gracia, espiritualiza a la creación. Los obispos carnales -y esto lo digo yo-, son incapaces de desmaterializar o de espiritualizar a los fieles que les fueron dados. Los dejan con ellos en la noche. Para ellos, la noche no ha pasado, como anuncia San Pablo.
Que Dios tenga misericordia de sus almas!

Lectura recomendada: Simone Weil. El Espíritu sopla donde que quiere, de Carlos Baliña. Puede bajarse desde aquí