Luego de algunas oportunas reflexiones recibidas de parte de buenos
amigos mendocinos, debo rectificar mis dichos sobre el nuevo arzobispo, Mons.
Carlos Franzini o, en todo caso, darle los cien días de gracia acostumbrados a
cualquier gestión sin precipitar juicios tomados de los medios de prensa.
A nadie se le oculta que la situación de la “iglesia que peregrina”
o que pena en Mendoza, es pésima. Y esto no lo dicen solamente los afectados.
Lo dice la gente de afuera, y de Roma. Para peor, el progresismo más virulento
ha aprovechado los últimos meses para reposicionarse y atrincherarse con más y
mejores municiones. Según algunos comentarios, la demora en nombrar al sucesor
del deletéreo Arancibia se habría extendido debido a que ningún otro candidato aceptó
el cargo. Las papas calientes siempre queman.
Que Franzini haya aceptado sabiendo que difícilmente podrá mostrar
resultados medianamente aceptables en el mediano plazo, ya habla bien de él.
Por supuesto, se trata de un típico obispo “línea media” que, pareciera, se
está recostando sobre la derecha, como lo demuestran algunos hechos concretos
tomados en estas primeras horas de mandato: se ha rodeado de lo poco rescatable
del clero local para frenar la avanzada de estos grupos insurrectos y poner un
poco de orden. Además, ayer lunes, primer día de gestión, fueron expulsados del
seminario 7 seminaristas por estar metidos hasta los tuétanos en la acción
social sin vida de Fe. Se procuró mostrar como que la medida “ya estaba tomada
de antes” y debía ejecutarse hoy, pero dicen los que saben que no es así.
Y son ellos mismos los que hablan de un cambio de aire que
evidencian en los siguientes hechos:
a. La liturgia en que asumió
implicó grandes pulseadas previas, pero a nadie atento se le escapó la
desaparición de dos o tres tics típicos de la liturgia arancibezca. No hubo
guitarras, no hubo una sola canción movida, folklórica o pop. Casi todo fue
Marco Frisina, que no es gregoriano ni Bartolucci pero, para Mendoza, es como
una misa de Machaut interpretada por Marcel Peres. Se cantó en latín, tanto el Ánima
Christi luego de la Comunión y un himno a la Virgen al salir, impensable para
el ethos del anterior arzobispo. Franzini no se sentó hasta que no terminaron
de comulgar todos, en franco y evidente contrapunto con casi todo un
presbiterio sentado y con la costumbre de Arancibia. Se inclinó profundamente
en el Incarnatus del Credo y algunos detalles más. Parecerán insignificancias,
y quizás lo sean, pero para Mendoza son cambios notables y hasta esperanzadores.
b. A diferencia de lo que muchos dicen, incluidos algunos obispos,
otros sostienen que no pertenece a la línea Casaretto. Parece que Franzini
terminó muy mal con aquel, si bien fue su Vicario General. Fue hasta un tanto
escandaloso el ninguneo en su ordenación episcopal: no tuvo ni la más ínfima
mención a él, aunque el viejo viajó y estaba presente.
c. Tengo algunos amigos curas que dicen que, para ser cura, se debe
ser noble. Creo que exageran un poco, pero estoy de acuerdo que un cura, y
mucho más un obispo, debe tener cierta cuna. Lo que natura non da, el
sacramento del orden non presta, y un prelado grasa es empeora bastante la
situación. El origen social de Franzini, en ese sentido, inevitablemente lo
desmarca de la merza, aunque más no sea, en el buen gusto por ornamentos hechos
en Santa Escolástica y no por La Cámpora.
d. Las palabras de Franzini no han sido malas, más allá de la
desafortunada frase que originó el post anterior. No es San Ambrosio, ni Ranjith
y ni siquiera Cañizares, pero zafa bien para un obispo argentino. Destaco un
párrafo: “(Para la nueva evangelización nos parece crucial) el don y la
experiencia de la contemplación. Sólo desde una mirada adorante al misterio de
Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, sólo desde la profundidad de un silencio
que se pone como seno que acoge la única Palabra que salva, puede desarrollarse
un testimonio creíble para el mundo. Sólo este silencio orante puede impedir
que la palabra de la Salvación se confunda en el mundo con los ruidos que lo
invaden...”. Reconozco que el lenguaje me causa cierta molestia, pero lo que
está diciendo tiene peso: reivindica la contemplación como elemento
imprescindible de la acción.
En fin, esperemos que los cien días de rigor sean tan sorpresivos
como ayer lo fue la triste renuncia.
W, soy de Mendoza y agradezco su retractación. Aunque estaré muy atento a los 100 días y esperaré un post suyo al respecto. No quiero ser pájaro de mal agüero pero ya no confío en la curia argentina.
ResponderEliminarSaludos,
qué hay de rescatable para que se pueda rodear Franzini?
ResponderEliminarDon Wander: lo honra como hombre de bien el dar el beneficio de la duda a Franzini.
ResponderEliminarDe todos modos no espere mucho de él. Siempre fue, es y será un progresista convencido (salvo una conversión que hasta ahora no se ha manifestado). Mano derecha absoluto de Casaretto. No en vano fue de obispo a Rafaela con la idea de volver a San Isidro. Aguer les aguó la fiesta al proponer a Ojea en San Isidro.
El tiempo dirá.