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viernes, 6 de diciembre de 2013

¿Volver o llegar? Una respuesta a Sem Ántico

Estimado Wanderer,
Aquí sólo quiero hacer una breve reflexión a propósito de lo que me apunta Sem Ántico (se podría escribir lungo sobre esto sino que ando corto de tiempo). En cualquier caso es a propósito de mi elección del verbo "volver" referido al Cielo, cuando él, Sem Ántico, prefiere el uso de "llegar".
En efecto, no es lo mismo.
Y me parece cuestión de máxima importancia.
Por supuesto que le asiste razón cuando afirma que "las almas de los seres humanos no estaban gozando de la visión beatifica antes de comenzar a "animar" un cuerpo humano en el momento de la concepción. Simplemente no existían". Por supuesto. Y entonces, en cierto sentido, tiene razón en decir que propiamente no se podría usar el verbo "volver" puesto que nunca estuvimos antes allí…
A menos que, en un plano más profundo, "volver" sea más correcto, revele una verdad más profunda, sea más verdadero que "llegar".
Pero para llegar a lo que quiero decir, tengo que dar una vuelta.
A mí siempre me encantó la definición del diccionario de la palabra nostalgia, pues es tan precisa como romántica: "recuerdo del bien perdido".
¿Y bien? Lewis nos lo preguntaba también: "¿Te figuras que toda esa añoranza es por nada?". Eso está en el ADN de todos nosotros, esa añoranza, esa nostalgia del paraíso perdido, puesto que nos, los descendientes de Adán, todos, absolutamente todos, también fuimos desterrados con él y vivimos exiliados de nuestra verdadera patria.
A la que queremos volver.
Y a la que tenemos que volver.
Juntos. Como decía Péguy: "Il faut se sauver ensemble. Il faut revenir Tous ensemble Dans la maison de notre Pére". Y en esta frase lo de "revenir" es tan clave como aquello otro de "ensemble". Volver, juntos.
Se podría decir que este asunto resuena en toda la Escritura de mil maneras, esta metáfora del regreso a casa aparece continuamente, desde el principio mismo, en que se relata la expulsión de Adán y Eva: en la narrativa cuando se describe los largos años en que el pueblo de Israel deambula por el desierto hasta que llega a la Tierra Prometida; en la poética de los salmos en que aparece este tema una y otra vez ("Junto a los ríos de Babilona, allí nos sentábamos y llorábamos, acordándonos de Sión", y en cien lugares más); en las lamentaciones de Jeremías y en las quejas de Job, en las promesas de Cristo y en la parábola del hijo pródigo ("volveré a la casa de mi padre"), en las cartas de San Pablo, y en los capítulos finales del Apocalipsis.
Cristo vuelve a la Casa del Padre y algún día vendrá a buscarnos para que "volvamos" con Él. No, no se trata de "llegar" a un lugar donde nunca estuvimos, se trata de "volver" a la Casa del Padre donde hay muchas moradas esperándonos ("y si no fuera así, os lo habría dicho").
La diferencia es importante por aquello de las connotaciones que tienen uno y otro verbo, ¿no?, como que "llegar" connota esfuerzo propio, y "volver" en cambio, connota la fatiga del viaje, la esperanza de alcanzar el destino, las promesas y también un cierto derecho que nos fue adquirido por Cristo Nuestro Señor que nos ha hecho hijos adoptivos de Dios, conciudadano de los santos y familiares de Dios.
Somos de allí, pertenecemos allí, es nuestra Patria, milagro de la Redención de Cristo.
Este asunto aparece en la poesía de los santos, donde siempre planea la idea del rescate de un cautiverio, para luego volver a casa.
Teresa de Jesús, por ejemplo,

Carrera muy larga
es la de este suelo,
morada penosa,
muy duro destierro.

¡Oh sueño adorado!
sácame de aquí!
Ansiosa de verte,
deseo morir.

Se hallará este asunto del regreso a casa en obra tras obra de la literatura occidental, desde Platón hasta Dolina.
Se lo hallará hasta en el tango.

Vivir... con el alma aferrada
a un dulce recuerdo 
que lloro otra vez...

No, prefiero este verbo, volver, quizás por aquello del viejo proverbio criollo:

"En la huella del querer, no hay animal que se pierda".

Y entiéndase bien, no sean animales, "querer" no alude a la voluntad, sino que va puesto por "querencia", la casa de uno.
Pero por muy animales que seamos, no nos perderemos, porque sabemos el camino.

Y es camino de regreso, de vuelta a casa.  

Jack Tollers

14 comentarios:

  1. Es tan sencillo como que por cada uno que se muere se piden oraciones "para que vuelva a la casa del Padre".

    Es volver.

    Gardel

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  2. Entonces podría decirse que solamente "llegando" a la meta como S. Pablo nos exhorta, uno termina por descubrir que "ha vuelto" a casa.
    ("Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está delante, corro hacia la meta, para ganar el premio al que Dios, desde arriba, llama en Cristo Jesús"(Flp 3).


    Los dos hermanos de la parábola "volvieron" pero uno "llego" a la meta; el otro no (o no lo sabemos): lo que para uno resultó ser un cálido hogar, para el otro no fue más que una tapera llena de resentidas amarguras.
    ("Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano."El se irritó y no quería entrar".)

    CeG

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  3. Preciosa página.

    Pero la exhortación "no sean animales" sobra, no?

    Es un poco fuerte.

    Digo, nomás...

    Gracias

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  4. Es que todos llevamos un Fray Rabieta dentro.

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  5. "El que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen".

    El punto es que a nosotros nos "echaron" , desde el Logos del Padre, a este mundo, sin consultarnos.
    Es lógico, entonces, que nos hagan volver de prepo cuando se nos llame.

    Ese "volver" implica un doble obrar: Dios que llama y el hombre que se pone en camino para llegar.
    Pero todo obrar supone un fin, una conclusión, un llegar a algo.

    Intuyo que el "regreso" en general refiere a la Voluntad del Padre, Quien llama de manera irresistible y cuyo fin es Su propia gloria.
    Pero en lo que respecta al "paciente" de este obrar divino, el "volver" involucra el obrar humano cuyo fin es "llegar" a la meta, que es Cristo mismo; no de cualquier modo, sino luego de un combate como enseña S. Pablo.

    Por eso se me hace que no puede haber exclusión entre ambos términos: "volver" es nuestro "destino", como decían los antiguos y "llegar", la consumación de nuestra salvación; dos aspectos del mismo drama: Predestinación y libertad, gracia y pecado, Creador y creatura, entrelazados estrecha y misteriosamente desde la Encarnación del Verbo.

    Una cuestión de énfasis pero no de fondo.

    CeG

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  6. Se puede "llegar" despues de volver, osea cuando termina la vuelta uno "llega" y todo lo que hizo fue "volver" hasta "llegar".
    Esta bueno, por eso Dios, nos hace "volver" para llegar a su casa.
    No se puede llegar si primero no se emprendió la vuelta. Hay que estar volviendo para llegar. Como Ulises.
    estaba volviendo, volver implica trabajos, esfuerzo, sacrificio y sobre todo una decisión. Si no decido volver nunca voy a llegar.
    creo.
    L

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  7. Hay dos situaciones distintas.

    El hijo pródigo estaba en la casa del Padre (amistad con Dios), se fue de ella (pecó), y ahora vuelve a ella (se convierte, o mas estrictamente, colabora libremente con el auxilio gratuito divino, "gracia actual o auxiliante", que lo convierte). La conversion de alquien que se habia "ido" es propia y verdaderamente "volver" a la casa del Padre.

    Los que por la misericordia de Dios ya estamos en la casa del Padre, o sea en la partipacion de la vida divina por la gracia santificante, aqui en la tierra, deseamos llegar a la plenitud de la casa del Padre en el Cielo, como San Pablo dice en Fil 1,23, donde el verbo griego que usualmente se traduce por "partir" designa la accion de soltar las amarras de una nave antes de salir del puerto, o de levantar los campamentos para trasladar el ejército a otro lugar.

    Y Jesus dijo "de nuevo vendré y os llevaré junto a mí" (Jn 14,3).

    Como ya estamos en la Casa del Padre, corresponde pedir con el salmista:

    Una sola cosa he pedido al Señor,
    y esto es lo que quiero:
    vivir en la Casa del Señor
    todos los días de mi vida,
    para gozar de la dulzura del Señor
    y contemplar su Templo.

    Salmo 27 (26 Vg) 4

    Por supuesto que la plenitud de la casa del Padre, la vision y amor beatificos, son mejores que esta antesala. Pero el tiempo aprovechado en esta antesala nos permitira un mayor grado de vision y amor beatificos, y ayudar a que otros lleguen.

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  8. La teología clásica desarrolla el doble movimiento exitus (salida) reditus (regreso) respecto a Dios. El primero es la creación del hombre (y la Encarnación del verbo), el segundo es la vida moral y sacramental del hombre (y la Redención in Capite, es decir Acta et Passa vitae Christi, los hechos y la pasión de Cristo que culminan en su Resurrección-Ascensión). En este sentido VOLVER es perfectamente entendible como regresar al seno del Padre del cual se ha salido, más fuerte aún si además la vida moral tiene sentido de conversión porque ha operado la caída. Saludos XXL sj.

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  9. Si como indica Romanos todos pecamos en Adán, de algún modo todos fuimos expulsados. En ese sentido creo, es legítimo decir que volvemos. Y también es cierto que desde Cristo ya llegamos. O mejor, Él vino. Mysterium Fidei.

    El Juglar.

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  10. Tollers:
    Lo noto deprimido, que quiere que le diga. Pienso que no es correcto justificar la nostalgia. Para mí la nostalgia es apego a este mundo, por lo cual debería ser superada religiosamente.
    Me impresiono mucho la actitud de Bilbo después de entregar el anillo e incluso sobre la vida que lleva posteriormente. Se va cantando, pero es triste, o el esta triste. Y a Ransom le pasa algo parecido, bastante parecido. Lo que quiero decir es aquello que señala Kierkegaard, algo así como que la angustia del pecado podría llegar a constituir un nuevo pecado, y que la nostalgia puede ser un sofisma para engañar a la angustia.

    A todo esto la solución es la fe. O si queres, dicho en otros términos, establecer una relación profunda entre pecado y arrepentimiento.
    ---------------------------------
    Hablando en general:

    Sí coincido con que el anhelo de vivir es una enfermedad. Acá en San Rafael, hay un vago que le dicen Charly: el tipo fue seminarista, después estuvo en los cartujos o algo así, y últimamente daba clases de yoga, o algo así. Un bicho que se viste bastante raro. Tuvimos unas conversaciones. El tipo me decía que tenía el sueño, una vez muerto, de seguir viviendo en otro lugar ayudando a la gente. Le comente lo que está en el libro de un juez: estás preparado para la muerte cuando llegas al grado supremo de hastío vital. Y fue lo último que le dije.

    Saludos

    Ps: si se entendió o no, es problema suyo, a mi no me digan nada, no voy a explicarlo. Hay que mandarlo así, casi inentendible. Es un acto de justicia a los cabeza dura.

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  11. Muy bueno!!! Tan es así, que el salmista avisa "me dejo llevar por la nostlagia" (Ps 42,5) como quien se deja conducir por un lazarillo, como quien "extiende sus raíces hacia la corriente" al decir de Jeremías. La sed alumbra, la nostalgia orienta el regreso. Rilke y Freud conversaron de este "dolor regresivo" (nostos-algia) en Viena en el año 13: y el poeta le mostró al científico que esa pulsión es lo más sano y virgen y puro que anida en las honduras del hombre. Que si le enseñáramos a la gente a ser fieles a esa nostalgia, habría esperanza para esta raza de expatriados.
    Sin el verbo "volver" el cristianismo se hace añicos.

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  12. Freud científico? Fue más que nada un gran sanatero famoso solo porque sus teorías "provocadoras" eran deleteras a la moral cristiana, ergo sus compinches y los liberales lo inflaron y le dieron prensa. Con el tiempo se probó que era un vende-humo. Creo que Bs As es uno de los pocos reductos en todo el mundo donde los psicoanalistas aun le prestan atención. Lo cual habla muy mual de la Argentina.

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  13. Coincido con Tollers, y no creo que sea "depresión", sino la nostalgia de Dios que llevamos en el alma. La nostalgia de la casa del Padre.
    Me quedo con la frase:
    "Somos de allí, pertenecemos allí, es nuestra Patria".
    Y como cristianos sabemos que estamos en el valle de lágrimas, esperando que María vuelva a nosotros sus ojos misericordiosos.
    Guadalupe.

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