No es cuestión de seguir insistiendo sobre la mediocridad, vileza e imbecilidad de la mayor parte de los obispos argentinos, la que se ha puesto particularmente de manifiesto en las últimas semanas. Sin embargo, paralelamente, se ha manifestado también otra realidad: la de la muchos "curas de campanario", sacerdotes dedicados a la pastoral inmediata y que por lo general son despreciados cuando no maltratados por sus obispos, y que han tenido actitudes ejemplares. Son estos sacerdotes la esperanza y el alivio de los fieles. Les dejo aquí la carta de uno de ellos:
Buenos Aires, 26 de abril de 2020.
Estimado Wanderer:
Cuando el martes 21/04 salió publicado el simpático videíto de las familias argentinas (https://youtu.be/uyQDvh3Vyr8), que pide respetuosamente a los obispos la vuelta de la santa Misa, me pareció buena idea reenviarlo a una decena de obispos para que lo vean, aprovechando el medio del WhatsApp ya que tenía sus teléfonos celulares.
A uno ellos, auxiliar de la arquidiócesis a la que pertenezco, el envío le cayó lo suficientemente mal como para que me enviara un correo-e tres días después, cuyo contenido me pareció tan inapropiado, que no sólo no debía quedar sin respuesta sino que era la ocasión propicia para decir algunas cosas que entiendo deberían ser materia de reflexión no sólo del mitrado interlocutor, sino de todos sus colegas argentinos.
Como tengo indicios de que su blog es leído con interés a ambos lados del Atlántico, por toda clase de mitrados y de fieles, le envío a Ud. el texto de mi carta de respuesta enviada por correo-e el día sábado 25/04. He eliminado aquellos elementos que podrían llevar a identificar a mi interlocutor, pues no es eso lo que importa. Es evidente que ignorar el contenido de la carta a la que respondo puede hacer que se pierda algún detalle de la respuesta, pero por una cuestión elemental de caballerosidad, la mantengo en reserva.
Muchas gracias.
Dios lo bendiga.
Pbro. Xavier Ryckeboer
Excelencia Reverendísima:
Muy agradecido por vtros. saludos pascuales. Mi Pascua –como la de tantos fieles– no fue tan feliz como la de otros años, en las actuales circunstancias; pero quizás V.E. ha tenido una experiencia distinta que la mía. Con todo, confío en los frutos que de ella fluyen y espero que entre ellos se cuenten los que V.E. espera para mí. No otra cosa deseo también para V.E.
Debo destacar el haber recibido una respuesta de vtra. parte como algo notable, ya que sólo otro obispo de entre todos aquellos a quienes envié copia del video en cuestión (incluyendo todos los auxiliares de Buenos Aires) ha tenido la deferencia de hacerlo. El otro obispo, decía, es S.E.R. Mons. José Slaby de Esquel, cuya preciosa respuesta copio aquí por lo edificante y por lo contrastante con la vtra. propia:
Ave María, les agradezco por la preocupación por la Iglesia y el pedido de poder participar en la Misa dominical, no somos nosotros los que nos negamos son las autoridades nacionales y provinciales que no nos permiten. Nosotros ya le hemos presentado esta petición, y también hemos dado entre otras cosas también vuestra argumentación, la respuesta fue "por ahora no", sentimos mucho y también nuestros sacerdotes también lo sienten no poder celebrar la Misa con Uds. En cada Eucaristía que celebro rezo por Uds. y por las autoridades para entiendan esta necesidad. Los bendigo y les acompaño con mis oraciones recen también por nosotros. +José Slaby C.Ss.R
También aprecio el agradecimiento por mi labor en el hospital, aunque no estoy seguro que V.E. esté muy interiorizado sobre ella. Se comprende la captatio benevolentiæ intentada por V.E. antes de proseguir con el discurso; pero no era necesario.
Yendo al punto del envío del video [https://youtu.be/uyQDvh3Vyr8] desde mi celular, vtra. reacción coincide bastante con la que tendría alguien aquejado de incomodidad de conciencia, lo que vulgarmente se dice en el refranero: "cola de paja", o algún otro malestar interior. Pero sólo señalo la posible coincidencia: no me atrevería yo a adelantar opinión sobre el estado de conciencia de V.E., ni tampoco me corresponde hacerlo.
Pero en aras de defender lo que es verdadero y justo, que ya no mi persona, cumplo en señalar a V.E. lo siguiente:
1- El video fue enviado desde mi propio celular, que es bastante público en la arquidiócesis, está registrado en el arzobispado, y me consta que está en la agenda de otros dos obispos auxiliares N. y N., a quienes también envié el video. De manera tal que es difícil sospechar una intención de actuar desde el anonimato y la impunidad. Claro que de ellos no recibí ninguna respuesta; ni siquiera una exasperada.
2- Vtro. número de teléfono celular tampoco es un secreto. Lo tengo en mi agenda, como tengo también el de los demás auxiliares de Buenos Aires; lo cual es de bastante sentido común tratándose, quien le escribe, de un miembro del clero de esta arquidiócesis y V.E. un obispo auxiliar de ella.
3 - El video enviado sin comentarios, no puede sino significar que quien lo envía está en un todo de acuerdo con él y que cree que es del interés de V.E. mirarlo con atención y reflexionar su contenido. En caso contrario, hubiera estado acompañado de alguna expresión aclaratoria.
Sin embargo, debo decir que el video no contiene todo lo que yo pienso al respecto; más adelante en estas letras lo volcaré para que quede de manifiesto.
4- El video de marras no contiene ninguna expresión "confusa, parcial y calumniosa (aunque pareciera con buena voluntad)", sino que es sumamente respetuoso, lleno de aprecio y sumisión filial a los obispos, propositivo y colaborador; y ejercita de un modo adecuado a las circunstancias el derecho que todos los fieles tienen a dirigirse respetuosamente a sus pastores (CIC 221 § 2 y 3) para pedir lo que entienden hace al bien de sus almas (CIC 223-224).
De hecho, V.E. ha sostenido en un simpatiquísimo mensaje sinodal publicado en las redes –que he seguido con gran interés junto con otras ciento veintiséis personas–, que “lo que a todos concierne, debe ser tratado por todos”. Así que no debería sorprender a V.E. que los fieles hayan captado el espíritu de este “caminar juntos” que anima a una Iglesia en salida, donde la opinión de los fieles es escuchada atentamente y sin prejuicios por pastores con olor a oveja.
5- Vtra. insinuación, o afirmación in recto, de que el video estaría comprendido entre las cosas que están circulando “en las redes de forma confusa, parcial y calumniosa (aunque pareciera con buena voluntad) sobre el rol de los obispos en cumplir una normativa del Estado que busca evitar contagios y cuidar la vida” es injusta y agraviante para con los fieles que hicieron el mensaje –algunos de los cuales conozco aunque no haya armado yo el video–.
En nombre de ellos pido que retire esas palabras y se retracte.
6- Ignoro el grado de confianza que V.E. me otorga, y no necesito de ningún grado en particular que V.E. se digne otorgarme para dirigirme a mi Obispo, o alguno de sus vicarios episcopales, y expresarle cualquier cosa que considere de interés para mi bien o el de las almas, o la de los sres. obispos, siempre y cuando guarde el debido respeto y obediencia que prometí a mi ordenante y a sus sucesores, que se extiende a sus vicarios. Salvadas, por supuesto, las exigencias de la caridad, la prudencia, la oportunidad, y un largo etcetera.
De modo que, salvadas las anteriores exigencias, seguiré dirigiéndome a V.E. las veces que juzgue necesario, y sin obtener antes vtro. previo permiso. Con todo, tomo nota de vtra. advertencia: “no vuelvas a dirigirte a mí de esta manera”.
7- El uso contrapuesto de referencias a lo que hacen “hombres maduros” (que aparentemente yo no lo sería), o peor aún, a lo que hacen los que tiene “hombría de bien” (que yo no la tendría), lo considero insultante y agraviante hacia mi persona. Otro tanto podría decir de la mención a “el conflicto, la calumnia, la confusión o la opinión indirecta y parcial” deslizada como al pasar, pero que es difícil no tomar como reproche en el contexto en que V.E. me lo dice.
En caso que V.E. estuviera insinuando estos insultos hacia mi persona, o afirmándolos sin más, pido que se retracte y disculpe conmigo; o bien que lo manifieste directamente y sin insinuaciones –como “hombre de bien”, o simplemente como hombre–, para que podamos resolver la injuria en los tribunales de la Iglesia.
8- Reconozco que V.E. es mi “superior” –como ha tenido la deferencia de recordármelo– y yo me declaro súbdito de V.E. Hace bien, para fomentar la confianza, que a uno se lo recuerden debidamente: le quedo agradecido.
9- Rechazo respetuosa y agradecidamente vtra. pretendida corrección fraterna, no porque ponga en duda la caridad fraternal y paterna que mueve a V.E., sino por inexistencia de materia. Pero quiera Dios que V.E. no deje de corregirme en un montón de cosas en las que sí debo corregirme, lo que redundaría en gran provecho de mi alma.
Hasta aquí llegan las aseveraciones que me merecen vtra. considerada misiva electrónica.
Pero como V.E. en su correo-e, no sin cierta contradicción con lo restante, hace repetidas apelaciones análogas como: "si tenés algo que aportarme hacelo siempre con confianza", voy ahora a expresarle con confianza y parresía mi pensamiento, que ojalá llegara al conocimiento de los restantes obispos auxiliares y, especialmente, del sr. Cardenal Poli, quien –por lo menos así me lo parece– resulta un poco inhallable por estos días.
Estas afirmaciones completan lo que se expresa en el video por mí enviado, a lo que adhiero plenamente. Es lo que yo pienso, y manifiesto a V.E. con la confianza a la que apela. No es necesariamente lo que yo expreso a los fieles que acuden a mí hartos y consternados.
Vea, Excelencia, que si Dios dispuso valerse de una burra para que Balaam profetizara (Nm 22, 27ss), bien puede valerse de mí para que V.E. pueda encontrar algo de valor en todo esto:
10- Considero que los sres. obispos argentinos (hablando en general, a sabiendas de lo odioso de las generalizaciones), y los porteños en particular, se han mostrado demasiado prontos y solícitos en plegarse sin más a los dictámenes de la autoridad civil desde un principio.
11- Considero también que en su trato con la autoridad civil se muestran demasiado tímidos, por no usar la expresión pusilánimes, que sería demasiado fuerte. Piden, no exigen con fortaleza evangélica; como si no fueran pastores detrás del cual hay todo un rebaño que debe ser protegido y alimentado. Con esto no insinúo que se comporten como el asalariado; no. Pero me parece que está faltando bastante más garra, por decirlo coloquialmente.
12- Considero innecesario y contraproducente que los Ordinarios mantengan los decretos canónicos restrictivos al culto con fieles y que nos atan en conciencia a los clérigos que queremos obedecer los legítimos mandatos, aún los que nos parecen desatinados en el fuero íntimo.
Han peticionado al gobierno (Comunicado de la CEA del 21/04) porque los sres. obispos creen que, con las debidas precauciones de bioseguridad, las Misas con fieles deben ya recomenzar. Supongo que deben haber sido movilizadoras las iluminadas palabras del Sumo Pontífice en su homilía en Santa Marta del 17/04, y esclarecedora la brillante carta (19/04) del arzobispo de La Plata, Mons. Víctor Fernández.
Si vtra. tímida solicitud al gobierno se ha estrellado con la negativa de éste (Comunicado de la Of. de prensa de la CEA del 22/04), ¿qué sentido tiene seguir manteniendo los decretos episcopales y no derogarlos? Que quede claro ya ante los fieles que, si el culto público no retorna, es por el abuso de autoridad del Estado, y no porque los Ordinarios atan las manos del clero.
13- Considero que seguir manteniendo aún las restricciones episcopales ante la negativa del gobierno, crea una situación de cesaropapismo donde los pastores se someten servilmente al César en lo que no deben; y para peor con un César masónico y manifiestamente anticristiano.
No creo que a ningún obispo sensato se le ocurra dejar el culto católico al arbitrio de Alberto Fernández, el sacrílego comulgante de la cripta de san Pedro en la colina vaticana. Eso superaría los sueños del más rancio obispo galicano.
14- No pienso –al menos no de momento– que haya que intentar revivir la heroica epopeya “cristera” que tantos santos mártires canonizados y heroicos confesores de la fe ha dado a México, entre laicos y clérigos.
Tampoco creo que haya actualmente obispos, y quizás clero, capaz de secundar una cosa así.
Pero no es fácil predecir cómo irán derivando las cosas en la Argentina; y posiblemente harían bien los sres. Obispos en evaluar la posibilidad que se acentúe la deriva autoritaria y controladora de las autoridades de la Nación o provinciales.
15- Considero que si los señores obispos levantaran sus incomprensibles –a esta altura de las cosas– restricciones canónicas, no solamente desatarían la conciencia de los curas, sino que darían lugar a un cúmulo de microentendimientos con las autoridades locales (comisario, delegado municipal, etc.) para retomar el culto con los fieles; hasta tanto se logren disposiciones nacionales de alcance general.
16- Aunque no ignoro la acción del Espíritu en las almas, y me constan los innúmeros beneficios sobrenaturales que han florecido en el seno de las familias en esta forzada reclusión, considero también que las secuelas en la vida cristiana de los fieles y en la salud del tejido eclesial que todo esto va a dejar, son enormes.
El detrimento a la vida sacramental posterior de los fieles, la confusión de las conciencias que pensarán que la “misa virtual” es lo mismo que la real participación en el santo sacrificio de la Misa, que la “comunión espiritual” –sea lo que cada uno entienda y practique bajo ese nombre– suple ampliamente la Comunión sacramental, que el perdón de los pecados se obtiene indistintamente por el sacramento de la Penitencia o por la “contrición perfecta” –una vez más, sea lo que cada uno entienda y practique por tal cosa–; no son cosas para tomarse a la ligera. Y haríamos bien en empezar a pensar seriamente en ello, si es que aún no hubieren vtras. Excelencias empezado a hacerlo.
17- Entiendo que muchos fieles están bastante escandalizados por la actitud general de los sres. obispos, y de cierta parte del clero. Escándalo que se acentúa cuando los ven muy prolíficos en iniciativas para pedir plata y no tanto en velar por el bien de sus almas, más allá de melífluas palabras.
Algunos, con bastante picardía, proponen reemplazar el quinto precepto de la Iglesia referido al deber del sostenimiento de la Iglesia (CIC 222 § 1), por la sentencia paulina de 2T 3, 10. Por supuesto que, más allá de la humorada, no comparto semejante desatino.
18- Intuyo que, cuando salgamos de nuestras catacumbas virtuales –a veces bastante confortables– muchos obispos y no pocos clérigos van a tener ciertas dificultades para mirar a los fieles a la cara. Incluso alguno llegará a experimentar el odium plebis del que habla el CIC –Dios no lo permita, por el bien de la Iglesia–, que pudiera volver inconveniente la permanencia en el oficio.
19- Sostengo que las grandes tormentas suelen despejar las nubes. Me pregunto si esta tormenta que atravesamos dejará en pie cosas como “Iglesia en salida”, “Iglesia hospital de campaña”, “Iglesia sinodal”, “olor a oveja”, y otros tópicos que han marcado e inspirado fuertemente nuestra acción pastoral; o más bien las barrerá como el viento... Lo sabremos pronto, me temo.
20– Creo firmemente y confieso que todos seremos juzgados por el justo Juez, Jesucristo. Los clérigos, como V.E. y quien le escribe, de modo particular por lo que hayamos hecho y dejado de hacer en favor de su amado rebaño.
Esta certeza de fe no me deja muy tranquilo, sino que azuza en mí el temor de Dios. Me encomiendo y encomiendo a V.E. –para tal trance– a la infinita misericordia de Dios; y espero que antes ambos recibamos y acojamos el don de una perfecta conversión, de la que aún estoy muy lejos.
Hasta aquí mis pensamientos, con los que espero haber honrado la confianza para expresarme con claridad, a la que V.E. me ha invitado a acogerme.
Tengo otros pensamientos también en la cabeza, pero que no me atrevería a volcarlos pues no estoy seguro que vengan de buen espíritu, y lucho por refrenarlos.
Quedo agradecido con V.E. por haberme dispensado la lectura de tan larga comunicación, y pido su bendición
su súbdito e hijo.
Pbro. Xavier Ryckeboer