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jueves, 20 de julio de 2023

Lecturas recomendadas

 

Una filosofía del país de las hadas. Es este el modo en que Joseph de Tonquédec califica el pensamiento de Chesterton y hace que el suyo sea un libro único sobre el autor británico. 

Escrito en momentos en que Chesterton aún no se había convertido a la fe católica pero ya había escritos obras tan importantes como Ortodoxia o La esfera y la cruz, por Joseph de Tonquédec, reconocido teólogo francés y exorcista de la arquidiócesis de París, maestro del padre Amorth. En su libro, busca hacer una lectura crítica de Chesterton, y eso se aprecia porque no se contenta con cantar loas a su genio sino que lo critica cuando considera que se equivoca, o que exagera. Pero claro, las críticas surgen a raíz del espíritu racionalista propio de muchos intelectuales franceses, formados en la más destilada neoescolástica, que a duras penas pueden sufrir la escritura poética de Chesterton. Y así, por ejemplo, Tonquédec se engarza en una discusión con Chesterton porque, según él, el sol no puede experimentar un gusto personal por la aurora matutina y tampoco es un gran animal voraz que se come a la luna todas las mañanas y la devuelve todas las noches. Es incapaz de escapar de los límites claros y distintos que le impone la razón. 

Ni siquiera el césped se salva. Escribe Tonquédec que Chesterton confiesa que el césped “siempre le ha parecido tan extraño como la barba verde de un gigante”. Esto es signo de que el Gordo pasó por el espiritismo… y, peor aún, que no conoce los principios de la escolástica: “Toda cosa es una, en la medida misma que existe o en que es susceptible de ser vista y distinguida. Unum et ens convertuntur. O es césped, o es barba de un gigante. Ambas cosas no pueden ser, razona el francés. 

Y lo demuestran también las historias del Padre Brown, sacerdote que se mueve en el ámbito “de los neurópatas dotados de una hiperestesia mórbida”, y tan “sensible a esos signos furtivos, a esas sugestiones oscuras, a esos presagios dudosos”. El cura “huele el crimen, oye los pasos apagados de la desdicha que se aproxima, consigue comprender, no por razonamiento, sino por intuición, el sentido de las cosas, la dirección, la curva de los acontecimientos”. ¡Qué horror! Apelar a la intuición teniendo a mano a la tan confiable razón… ¡Ay los franceses!

Tonquédec valora algunas cosas de Chesterton: “Gran colorista, más colorista que dibujante, nos presentará cuadros de una opulencia y de una calidez de tonos maravillosa, análogos a esas telas impresionistas, en las que las líneas se ahogan en la violencia de los tintes en fusión, en las que cada objeto no se distingue sino como un ramillete de colores”. Pero sospecha que no traerá muchas seguridades a la inteligencia católica. Cien años después de escrito el libro, podemos hacer un balance.

Me pareció un libro interesante y recomendable para quienes ya conocen a Chesterton. En primer lugar, poque brinda una lectura fresca, escrita al mismo paso que el gran Gordo publicaba sus obras, lo cual nos descubre de qué modo este personaje tan resonante por esos años era recepcionado en algunos de los medios católicos más serios y circunspectos. Por otro lado, brinda una lectura alternativa a Chesterton, lo cual siempre es interesante y provechoso: escuchar otras campanas. Finalmente, es el modo ilustrado más perfecto con el que me he topado del racionalismo tan propio del espíritu francés, que circula aún con bastante fuerza por el torrente sanguíneo del integrismo, incapaz de escapar de los silogismos y razonamientos y oliendo siempre peligros y demonios en todo lo que sobrepasa la letra del Denzinger. 

El libro se puede conseguir en formato Kindle en Amazon.



Peter Kwasniewski, El Rito Romano de ayer y del futuro, Trad. Augusto Merino Medina; Resistencia: Una Voce Argentina, 2023; 478 pp.


Edición argentina del último libro del Dr. Peter Kwasniewski, En esta obra, el autor sostiene que desde que entraron en vigor los nuevos libros litúrgicos tras el Concilio Vaticano II los fieles católicos de rito romano han sufrido el efecto de una reforma precipitada y de gran alcance, impregnada de nominalismo, voluntarismo, protestantismo, racionalismo, anticuarianismo, hiperpapalismo y otros errores modernos. 

En un libro temáticamente amplio y muy bien argumentado, Kwasniewski demuestra que la Sagrada Tradición es el principio rector de toda auténtica liturgia cristiana, la cual tiene su origen en Cristo y sus Apóstoles y es guiada por el Espíritu Santo a lo largo de la vida de la Iglesia. Su tesis es que no es posible encontrar en el Novus Ordo Missae los rasgos más prominentes que identifican al inmemorial rito romano –y, de hecho, a todos los ritos tradicionales, orientales y occidentales–, lo que lo aleja de la compañía de éstos, haciendo imposible llamarlo auténticamente “rito romano”.

La única forma de subsanar esta ruptura, sostiene el autor, es un retorno sin reservas a la Misa Tradicional – que es el rito romano en su plenitud – para cuya celebración no se necesita, ni podría jamás necesitarse, permiso especial alguno. La fidelidad a la liturgia latina tradicional es en su raíz fidelidad a la iglesia romana y a Cristo mismo, que ha inspirado amorosamente el crecimiento y la perfección de nuestros ritos religiosos durante dos mil años. Este sobrecogedor don de la Tradición, nos permite saborear, incluso ahora, el banquete de la Tierra Prometida del Cielo. El hombre no es el dueño de la liturgia divina, subraya Kwasniewski, más bien, todos estamos llamados a ser administradores de lo sagrado, desde el laico de más bajo rango hasta el mismísimo Papa. 


“El rito romano de ayer y del futuro, un libro litúrgico, histórico, teológico y de espiritualidad, pone a su autor en la primera línea de los investigadores de la revolución que, desde 1969, ha enfrentado el ritus modernus de Pablo VI con el rito de la tradición de la Iglesia latina”.

–ROBERTO DE MATTEI


“Este libro es una espléndida introducción a los temas claves del debate litúrgico, ubicada en el necesario contexto histórico del desarrollo litúrgico y de las reformas de la década de 1960. Lo recomiendo sin reservas”.

–JOSEPH SHAW, Presidente de la Federación Internacional Una Voce.


Puede adquirir este libro a través de la página de Una Voce Argentina y próximamente en las siguientes librerías amigas de todo el país.


6 comentarios:

  1. Por ese neotomismo racionalista perdimos la guerra cultural. Yo lo tiré a la basura.

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  2. No todos los neoescolásticos franceses tuvieron esa opinión. El gran Etiènne Gilson alabó su biografía de Santo Tomás como la mejor hecha y la más profunda jamás escrita. Y es que el inglés es mucho más tomista en el fondo que la mayoría de esa escuela tan inficcionada de cartesianismo (y kantismo) aunque no lo reconozca o, peor, no lo sepa. El gran Castellani, otro gran tomista, le reconoció como espiritu hermano tanto en filosofía como en la pluma.
    Ambos, el gran inglés y el gran argentino son piedras de toque de catolicismo y buen gusto aunque no se esté de acuerdo en sus planteamientos. Y prueba de su valía intelectual más allá de la literaria está es que fueron profetas y oteadores del porvenir mucho mejor que esos racionalistas sin imaginación (y sin conocer a su Tomás más allá de las secas fórmulas)..
    Hora es de tomar en en serio sus obras puesto que lo serio es contrario de lo frívolo y no de lo divertido como muchos creen. Quien lo haga encontrará gozo y claves profundas de nuestro mundo.

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  3. Si un tipo carece de pensamiento analógico, no es que no pueda imaginar, no puede pensar. Esos "neoescolásticos" no llegaron ni al artículo 9, cuestión 1 de la Summa.

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  4. Tonquedec tiene además unos excelentes fascículos sobre filosofía de la naturaleza (Cosmología para otros)

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  5. ¡Aleluya! ¡Volvió El Anónimo Normando!
    Muy buena noticia.

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  6. Me imagino los pobres franceses, tratando de conciliar el catolicismo de Chester con su admiración por la revolución francesa.

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