P.L. DIJO:
Estimados Wanderer y Juan:
He meditado el post como se aconseja en el mismo y no se me aclararon mucho las ideas.
En primer lugar, si bien acuerdo que las citas críticas (cuando no se trata de fuentes) suelen no ser muy provechosas de por sí, en defensa de quienes las han usado hay que decir, como lo hace Cruz y Fierro, que una cosa es lo que se dice desde el anonimato o nombres que no identifican (lo cual no sirve en tanto no se conoce ni la autoridad ni el pensamiento del que critica) y otra es usar autores conocidos en general, que demarcan el ángulo y el objeto de la crítica. En caso contrario cada uno debería escribir un libro para justificar cada calificativo.
Por otra parte se funda todo el comentario sobre el concepto (perdón por la mala palabra) de "intuición" sin aclarar qué cosa sea esa. Es decir, y dado que la palabra ha sido usada en múltiples contextos, no sabemos de qué intuición estamos hablando; ¿divina? ¿de la intuición de las ideas divinas? ¿del nous griego? ¿de la intuición de la esencia de las cosas? ¿de la idea de las cosas? ¿de la intuición sensible? ¿de un pálpito extrasensorial?, etc. Referir todo a la intuición sin aclarar suena a un método que ha sido llevado al extremo por el mencionado Freud, es decir, explicar lo conocido por lo desconocido o lo claro por lo oscuro.
Pero lo más llamativo es que debemos partir de la intuición, llevarla con la razón para llegar de nuevo a la intuición. Entonces ¿a qué salimos? ¿a pasear al perro (perdón, a la razón)? Si el suelo y el cielo es la misma intuición ¿para qué sirve la razón? "Intuyo" que para nada.
Saludos.P.L.
WANDERER DIJO:
Estimado P.L.: Si bien la respuesta a su comentario corresponde al mendocino Juan, no puedo vencer la tentación de recodarle la multitud de veces en las que Santo Tomás afirma que la intuición es el principio y el fin de la ratio, en una especie de movimiento circular. Por ejemplo, escribe en De veritate (10, 8 ad 10): "Haec autem circulatio attenditur in hoc quod ratio ex principiis secundum viam inveniendi in conclusiones pervenit et conclusiones inventas in principia resolvendo examinat secundum viam judicandi”. Se parte de los principios que se intuyen y se culmina nuevamente en los mismos principios objetos de la intuición. Hay libros enteros dedicados al tema. Le puedo pasar las referencias, si Ud. lo desea.
Juan mendocino dijo:
Amigo P.L: respecto de lo que entiendo por intuición, por supuesto, hay una respuesta corta y una larga. Aquí se impone la corta: entiendo por conocimiento intuitivo el que aprehende el ser actual, presente, por oposición al conocimiento abstractivo.
Dorotea: veo que haciéndole preguntas he logrado de su parte un aporte útil para los que frecuentamos este blog. ¡Vaya! He leído de Chenu su "Introduction a l'etude de Saint Thomas d'Aquin" y su "St Thomas d'Aquin et la théologie"; de V. Balthasar su "La verdad es sinfónica" y su "La oración contemplativa"; de de Lubac parte de su "Exégesis medieval". (a propósito y muy en serio: quien, corrido por la pertenencia de de Lubac a la Nouvelle Théologie y poseyendo esa obra quiera desprenderse de ella, ¡la compro!) Cometí tal vez el error de no haberlos etiquetado de Nueva Teología para lanzarlos lejos de mí, con terror y espanto.
En cuanto a Pio XII, no creo que en su encíclica haya negado la posibilidad de una lectura conceptualista de Santo Tomás. Tampoco creo que nos haya ordenado repetir a Santo Tomás como loros, descuidando la realidad a la que el Aquinate remite. Y algo más: sí, creo que hay que actualizar a Santo Tomás de Aquino. No modernizarlo. Pero su obra, como cualquier otra, está en potencia de ser entendida, meditada, "intus-lecta". ¿Le parece?
P.L. DIJO:
Estimado Wanderer:
En su respuesta y en la de Juan con relación a mi objeción, se ve con claridad (como imaginaba) que hablan de cosas distintas cuando se refieren a la intuición. Con ud. estoy de acuerdo con Juan no.
Ud. hace referencia a lo Sto. Tomás llama intellectus, el cual es una especie de conocimiento inutitivo. Si se quiere traducir como intuición está perfecto (aunque yo prefiero no hacerlo en general por el significado que se le ha atribuido a esa palabra en otras corrientes). Ahora, esa intuición sólo se da respecto de los principios (intellectus en el orden del ser, sinderesis en el orden moral). En este sentido, la verificación de la via iudicii sólo verifica la correspondencia con dichos principios. Es decir, con la intuición no se accede a verdades particulares sino máximamente universales, que necesitan de la razón para avanzar. El juicio o revisión posterior de las verdades halladas (por la razón) sólo comprende su adecuación o no con los principios, por lo que la verdad hallada (íntegramente considerada) no es objeto de la intución sino de la razón.
En cambio Juan, hace referencia a un conocimiento directo mediante la intuición. En el pensamiento de Santo Tomás dicho conocimiento, en el hombre, es siempre imperfecto, sólo puede darse en espíritus puros (ángeles). Aclaro, no digo que esté equivocado por no pensar como el Santo, sólo digo que sus referencias al santo en su comentario son equívocas. Aclarado eso digo que no estoy de acuerdo porque de ese modo no se explican muchas cosas (entre ellas, el error).
Por último, otro cantar es el de la intuición mística que recae sobre un campo muy acotado del conocimiento y requiere condiciones personales de santidad muy específicas.
Saludos.P.L.
SSS DIJO:
Estimado P.L
Quisiera aclarar algo con respecto al tema del intellectus en Santo Tomás. Tal como Vd, dice, el intellectus en el hombre no es puro como en el caso del ángel, y por ello necesita del discurso de la ratio. Ahora bien, aún así, tal como Wanderer afirma en una entrada anterior, el intellectus es principio y fin de la ratio. No es cierto que la verdad hallada por la ratio sea objeto de la misma: Santo Tomás dice explícitamente lo contrario:
Ut ad principium quidem, quia non posset mens humana ex uno in aliud discurrere, nisi eius discursus ab aliqua simplici acceptione veritatis inciperet, quae quidem acceptio est intellectus principiorum. Similiter etiam nec rationis discursus ad aliquid certum perveniret, nisi fieret examinatio eius quod per discursum invenitur, ad principia prima, in quae ratio resolvit. Ut sic intellectus inveniatur rationis principium quantum ad viam inveniendi, terminus vero quantum ad viam iudicandi.
Unde, quamvis cognitio humanae animae proprie sit per viam rationis, est tamen in ea aliqua participatio illius simplicis cognitionis quae in superioribus substantiis invenitur, ex quo etiam intellectivam vim habere dicuntur; et hoc secundum illum modum quem dionysius, VII cap. De divin. Nomin., assignat dicens, quod divina sapientia semper fines priorum coniungit principiis secundorum; hoc est dictu: quod inferior natura in sui summo attingit ad aliquid infimum superioris naturae. De Ver, q 15, art 1, c. Sólo he citado una de las decenas de afirmaciones de este tenor que hay en las obras del Santo.
La ratio es instrumental al intellectus, que es el que propiamente permite conocer. Instrumental pero obviamente imprescindible por la condición corpórea del hombre: “nihil est in intellectu quod non fuerit primo in sensu”.
Y tan es así que cuando el Angélico se pregunta acerca del don de intellectus y en una objeción argumenta que el hombre no es intelectual como los ángeles sino racional, responde aplicando el muy mal entendido – incluso en entradas anteriores de esta sección comentarios, “gratia perficit naturam”:
Ad secundum dicendum quod discursus rationis semper incipit ab intellectu et terminatur ad intellectum, ratiocinamur enim procedendo ex quibusdam intellectis, et tunc rationis discursus perficitur quando ad hoc pervenimus ut intelligamus illud quod prius erat ignotum. Quod ergo ratiocinamur ex aliquo praecedenti intellectu procedit. Donum autem gratiae non procedit ex lumine naturae, sed superadditur ei, quasi perficiens ipsum.
Et ideo ista superadditio non dicitur ratio, sed magis intellectus, quia ita se habet lumen superadditum ad ea quae nobis supernaturaliter innotescunt sicut se habet lumen naturale ad ea quae primordialiter cognoscimus. S Th II-II, q 8. art. 1, ad 2.
Por fin, para terciar un poco en la cuestión del racionalismo en la teología, incluso la fe sobrenatural asienta en el intellectus
“Credere autem est immediate actus intellectus, quia obiectum huius actus est verum, quod proprie pertinet ad intellectum. Et ideo necesse est quod fides, quae est proprium principium huius actus, sit in intellectu sicut in subiecto”. S Th II-II, q 4. art. 2, c. Y en comentario al De Trinitate de Boecio, Santo Tomás dice que lo propio de la ciencia divina es proceder intellectualiter. A fortiori, aclaremos que en esta obra, ciencia divina es para el Aquinate tanto la teología como la metafísica:
“CO21Ad tertiam quaestionem dicendum quod sicut rationabiliter procedere attribuitur naturali philosophiae, eo quod in ipsa maxime observatur modus rationis, ita intellectualiter procedere attribuitur divinae scientiae, eo quod in ipsa maxime observatur modus intellectus. Differt autem ratio ab intellectu, sicut multitudo ab unitate. Unde dicit boethius in IV de consolatione quod similiter se habent ratio ad intelligentiam et tempus ad aeternitatem et circulus ad centrum. Est enim rationis proprium circa multa diffundi et ex eis unam simplicem cognitionem colligere.
CO 22 Sic ergo patet quod rationalis consideratio ad intellectualem terminatur secundum viam resolutionis, in quantum ratio ex multis colligit unam et simplicem veritatem. Et rursum intellectualis consideratio est principium rationalis secundum viam compositionis vel inventionis, in quantum intellectus in uno multitudinem comprehendit. Illa ergo consideratio, quae est terminus totius humanae ratiocinationis, maxime est intellectualis consideratio. Tota autem consideratio rationis resolventis in omnibus scientiis ad considerationem divinae scientiae terminatur.” In Boethii De Trinitate, Pars 3, q 6, art 1.
Esta es la verdadera doctrina del Angélico tomada directamente de sus textos, sorprendentemente claros.
SSS
JUAN MEDOCINONO DIJO:
Mi estimado P.L: Atento a la amabilísima atención que me ha dispensado, me siento animado a pedirle hagamos mutuamente el esfuerzo de entendernos cabalmente.
En principio: conozco la distinción tomista intellectus-ratio. Si dije intuición y no intellectus o intuición intelectual, es porque tomé la precaución de no entrar en terreno tan cenagoso. Recorra mi escrito y revise la definición que le he dado de intuición y verá que en ningún momento hablo de intuición intelectual. Ud. sabe, seguramente mejor que yo, cuánto ha discutido la escuela sobre el asunto de la intuición intelectual, sus posibilidades, alcances, etc. Además le confieso: el tema, con Santo Tomás o sin él, me trae muchísimas dudas aún.
Ahora bien. Concedo por un momento que una lectura acertada de Santo Tomás nos dice que, en ámbito gnoseológico, no hay en el hombre intuición intelectual sino de los primeros principios. No puedo entender la génesis de la concepción y formulación de esos principios sin una intuición anterior (con anterioridad gnoseológica, no temporal), por vía de percepción sensitivo-intelectual. Estudiar la gnoseología humana abstrayendo la inteligencia y creyendo que es ella la que conoce, y no el hombre el que conoce por ella, es un error de falsa abstracción y su destino inevitable es el dualismo antropológico (y en esto tengo la certeza de ser discípulo de Tomás). Y cuando digo que es el hombre el que conoce, estoy haciendo referencia a sus sentidos externos (propiamente intuitivos), sus sentidos internos (propiamente intuitivos respecto de sus objetos propios, impropiamente intuitivos respecto del ente extramental), y a la disposición de su afectividad. Y he aquí lo que he llamado el suelo de la intuición.
Por último, cuando hablo del cielo de la intuición. Con Santo Tomás, afirmo que ratio es a intellectus como lo imperfecto a lo perfecto y que el razonamiento es un defecto de la criatura humana, en virtud de la imperfección de la materia a la que el alma racional informa: quod defectus quidam intellectus est ratiotinatio. No niego en absoluto su utilidad, pero como lo propio de lo imperfecto es estar en movimiento, digo: el fin del movimiento discursivo, racional, es una intuición. El cielo del hombre es la visión facial de Dios, contemplación a la que Santo Tomás llama: simplex INTUITUS veritatis. Y como toda causa final, determina y especifica todo el movimiento que a ella tiende.
He aquí una explicación de lo que he meditado. Si logro hacerme entender, a partir de allí nuestros disensos serán más fructíferos aún. Discúlpeme mi amigo, pero con todo respeto, a veces siento que dispara contra mi posición, pero dirigiéndose a un lugar en el que yo no me encuentro.
Por último y cumpliendo con mi parte, digo, la de entenderlo a Ud., quisiera saber qué entiende Ud. por racionalismo.
P.L. DIJO:
Estimado amigo Juan:
Antes de adentrarme en las cuestiones planteadas en respuesta, tanto a ud. como a SSS quiero hacerle un par de aclaraciones previas.
Es muy posible que mis comentarios apunten a lugares donde ud. no está. De hecho, si se fija, nunca hago comentarios descalificantes que impliquen directamente al autor (no hablo de divague, de más lectura de otro autor ni pretendo enclaustrarlo en tal o cual corriente histórica de pensamiento), justamente porque entiendo que el ámbito de discusión no permite ahondar y explicar todo debidamente. En este sentido, sólo me desagradan las descalificaciones rotundas o faltas de respeto a personas, instituciones, etc. que no es el caso de este diálogo. Por ello no lo apunto a ud. sino a ideas que me parecen erradas o que pueden conducir al error. En cuanto al tema, me pareció que la mención general de la intuición podía conducir a dos vertientes siempre actuales de pensamiento: por un lado un ontologismo exagerado que termina en una especie de panteismo y por otro un relativismo individual. Por eso, como ud. prefiere no hablar de intellectus yo prefiero no hablar de intuición.
En cuanto a lo que entiendo por racionalismo debo aclararle, como lo hice con el amigo Wanderer en mi primera comunicación, que no soy muy afecto a los "ismos" porque, en general y aplicado a autores, me parece que simplifican demasiado y de modo poco provechoso pensamientos de las más variadas índoles. No obstante, a mi juicio el racionalismo y el voluntarismo son dos caras de la misma moneda, es decir, son en el fondo la misma cosa. En este sentido cualquier separación radical entre las potencias del alma o la preminencia absoluta de una sobre la otra me parece que responden a ese parámetro y termina errando en las conclusiones. El origen del problema (aunque en sus conclusiones esté presente ya desde los sofistas) lo ubico (en cuanto a su desarrollo orgánico) en el nominalismo con la negación existencial de los universales.
Entrando en el tema de la intuición, intellectus y Santo Tomás, entiendo por intuición cualquier tipo de patencia directa entre un objeto y un sujeto. En este sentido acuerdo con ud. casi por completo respecto al "suelo de la intuición". Respecto de los primeros principios hay verdadera intuición por la autoevidencia de los mismos y por su imposibilidad de discurso reflexivo respecto de ellos. En cuanto a los sentidos, también acuerdo en que se trata de verdadera intuición, en el mismo sentido del término, aunque en ese caso ya se necesita su verificabilidad orgánica por medio de la razón (o de otro de los sentidos integradores como el sentido común).
Respecto del "cielo de la intuición" también acuerdo que esa es la finalidad del hombre. Pero dicha finalidad (ya lo dice Aristóteles en el libro Landa) implica un grado superior de lo que se podría llamar (en la terminología aristotélica) de "divinización del hombre". Ahora, ese grado superior sólo está dado al hombre de dos modos: uno total que es la visión beatífica (al que sólo se accede en el cielo y no en la tierra) y otro parcial que es el caso de la intuición mística (por eso lo separé en el comentario anterior). En cualquiera de los dos casos la intuición directa con Dios, ya no procede del camino habitual de la razón sino de otras cuestiones. Por ello, si bien es cierto que dicha intuición es causa final especifica en cuanto al movimiento pero no en cuanto a su formalidad. Creo que no estamos tan en desacuerdo.
Con respecto a SSS los textos citados se corresponden con el citado por Wanderer en el comentario anterior. Es por ello que en mi respuesta a dicho comentario y en el actual está mi opinión al respecto. No obstante, hay una aclaración. Cuando dije que la verdad era objeto de la razón me refería a que en el hombre (por su imperfección como señalan Juan y el texto) se llega mediante la razón, pero, en rigor, la verdad no es objeto ni de una ni de otra sino de las dos. Esto porque para Santo Tomás ambas son la misma potencia. De hecho, cuando explica que son lo mismo y no distintas (cito de memoria porque no lo tengo acá puede ser una artículo adelante o uno después S.T. 1, q.79a.8) usa como argumento, justamente, que tienen el mismo objeto.
Perdón a Wanderer y a todos por lo extenso.
P.L.
Y esto es todo, por ahora.