En las últimas semanas nos hemos dedicado a mostrar y discutir el rotundo fracaso de la Iglesia, a partir del Concilio Vaticano II, para adaptarse a los veloces cambios de época que se sucedieron. Mientras que en el pasado, cuando se avizoraba un cambio, la Iglesia siempre había actuado de un modo “conservador” (utilicemos este término en el sentido más amplio para simplificar), en la década de 1960 prefirió cambiar de táctica y optar por una postura “progresista”. “Nosotros —decían al mundo— somos tanto o más progresistas que ustedes”. “Nosotros somos expertos en humanidad”, decía Pablo VI ante la Asamblea General de la ONU en 1967. Así nos fue.
El cambio de época que estamos transitando desde hace muy poco tiempo tiene que ver, como ya dijimos, con la desaparición de los medios de comunicación de masas —prensa escrita, televisión, etc.— como formadores de opinión. Y esto implica no solamente que los periodistas han perdido la enorme cuota de poder que ostentaron durante décadas, sino que también la perdieron aquellos a quienes ellos decidían hacer hablar, o bien, aquellos a los cuales vehiculizaban su palabra. El modo que tenía el Papa y los obispos de llegar con sus discursos no solamente a los católicos sino a todos los hombres, en los últimos cien años, era principalmente a través de los medios. En Argentina, cuando todavía la Iglesia tenía cierto predicamento y cuando los fieles aún leían, recuerdo que Paulinas editaba cada documento pontificio en una colección de tapas de cartulina azul y celeste. Mi padre compraba, leía y subrayaba concienzudamente esos aburridísimos textos, porque consideraba que ese era su deber. Aún están amontonados en su biblioteca. Pero todo eso desapareció. ¿Quién lee ahora los documentos vaticanos, o los folletines de la Conferencia Episcopal? No lo hacen los fieles, y ni siquiera los sacerdotes. ¿Qué lugar ocupan en la actualidad los discursos papales o episcopales en los medios de difusión? El más ínfimo. El viaje de Wanda Nara y L-Gante a París consume muchísimo más espacio que la creación de veinte nuevos cardenales.
La comunicación, desde hace pocos años, es horizontal y se transmite a través de las redes sociales, gústenos más o menos. Y sería injusto decir que la Iglesia no utiliza las redes. Pero aquí, en mi opinión, hay un doble problema. Por un lado, los personajes que se involucran. Si el encargado de las redes del episcopado argentino es el incompetente P. Máximo Jurcinovic quien, con una mentalidad ochentosa, pretende que podrá tener algo de interesante o atractivo publicar fotos del nuevo presidente de la CEA, Mons. Marcelo Colombo, abrazado con los líderes musulmanes (en chomba) o con un rabino, la verdad es que no entendió nada. Esas fotos sólo pueden resultar significativas a tres monjas de más de setenta y a diez señoras de parroquia que, por lo demás, no tienen Instagram para verlas. Si la difusión de los documentos pontificios viene de la mano de personajes patibularios como Emilce Cuda (muy activa en X), no van a conseguir éxito alguno. Y lo que digo no es expresión de deseos. Hace algunos meses, los profesores -todos ellos progresistas- de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, invitaron a Cuda a dar una conferencia a los alumnos de la Facultad —que no se caracterizan por ser conservadores— sobre una lectura feminista de la Biblia. El evento fue bochornoso y dejó asombrados a los profesores. Todos los alumnos cuestionaron cada palabra que decía la teóloga pontificia porque las consideraban contrarias a la fe de la Iglesia, prácticamente no la dejaron hablar y poco faltó para que la lincharan.
Pero el problema no es solamente la incompetencia de los personajes destinados a comunicar y, en última instancia, a “bajar” la enseñanza magisterial. El problema es el mensaje mismo. Todos estos personajes, sin excepción alguna, siguen convencidos de que el mundo, y sobre todo los jóvenes, se sentirán atraídos por el mensaje evangélico si este se presenta en la misma sintonía que suena en el mundo. Los abrazos ecuménicos sintonizan con los llamados a la paz de Amnistía Internacional y las pretensiones de un cristianismo feminista hace juego con las consignas de las ONG globalistas. Pero hay una cuestión elemental que esta gente es incapaz de entender: nadie va a comprar un producto de segunda o tercera selección si puede conseguir, más fácil y barato, uno de primera calidad. Quien quiere ser feminista en serio, no se va a acercar a la Iglesia que aparta a las mujeres del sacerdocio y de todos los cargos jerárquicos, por más que la quieran convencer que la Biblia es feminista. Este tipo de actitudes ingenuas podían entenderse en los setenta, cuando se estaba explorando la táctica progresista, pero cincuenta años después, continuar con lo mismo, lo que clarísimamente no dio resultados, demuestra o bien incompetencia, o bien ideología. O ambas.
Robert Surcouf, famoso corsario francés del siglo XIX, en una ocasión respondió lo siguiente a unos oficiales ingleses a los que había prendido y que le reprochaban porque él, a diferencia de ellos, luchaba solamente por dinero. “Señores —les dijo—, cada uno se bate por aquello que le falta”. Nadie desea lo que ya tiene, y el objeto del deseo ligado a los sobrenatural, al mundo por venir, siempre falta. Es cuestión de psicología básica y los hombre de la Iglesia de hoy no terminan de darse cuenta. Los hombres del mundo del siglo XXI tendrán necesidad de la Iglesia siempre y cuando ésta le ofrezca lo que ellos no tienen. Si le ofrece feminismo, apertura LGTB y discursos socialistas de crítica al “neoliberalismo”, me temo que nadie comprará ese producto sencillamente porque no lo desean, y no lo desean porque ya lo tienen, y lo tienen de sobra y de mucha mejor calidad del que puede ofrecer la Iglesia.
A lo largo de la historia, muchas iglesias, y algunas de ellas muy importantes, desaparecieron. Por ejemplo, las de África del norte. No queda huella de Cartago ni de las otras grandes ciudades que fueron gloria del cristianismo primitivo. Y lo mismo puede pasar con la Iglesia en Occidente. No serán los bárbaros que bajan del Elba o del Vístula quienes la destruyan, sino los nuevos bárbaros que bajan del Rin, como los obispos alemanes, o que suben del Riachuelo, como Bergoglio y Emilce Cuda. Será tarea del próximo Papa y de los cardenales que lo elijan, evitar la catástrofe. No queda mucho tiempo.
Durante los dos últimos siglos, desde que surgió el esquema ideológico actual dentro y fuera de la Iglesia, ni las estrategias más tradicionales de confrontación ni las más liberales de conciliación con el mundo han funcionado. Parece que el problema va más allá de las estrategias que utilizar.
ResponderEliminarLa tradición si funciona, con sus bemoles tiene más éxito como reacción incluso.
EliminarGASTÓN: Esto es rigurosamente cierto y basta ver la concurrencia a las peregrinaciones tradicionalistas en diversos paises. Y de acuerdo que son sólo unos cuantos miles en relación a las masas otrora católicas pero los números -como enseña S.Agustín- no sólo se han de contar, se han de pesar
EliminarCreo que es un signo de esperanza ver lo que dicen "los enemigos" y la desesperación que manifiestan. Los que antes nos ignoraban ahora nos atacan un día sí y el otro también. Y no me refiero únicamente a la Misa tridentina, sino también a cosas como recibir la comunión en la boca (Cupich) o defender el lugar de la Iglesia en una constitución provincial (Fenoy/Vecino).
ResponderEliminarEl enemigo está desesperado y eso es una buena noticia.
No se dan cuenta, los que llevan el timón eclesial, de todo lo que Ud. menciona por la sencilla razón que han perdido la fe católica. Las virtudes teologales son base del entendimiento. Son simples funcionarios que no tienen capacidad para manejar la "institución" y que, al menos, no pierda miembros y dinero; y hoy pierde todo eso y mas.
ResponderEliminarOtra vez la misma cantinela, que no solo es conocida sino que fue anunciada en el origen del cristianismo y por Su Creador.
ResponderEliminarEn algún momento, se iba a llegar a ser perseguidos e injuriados por denfender su nombre y que lo serían en nombre de la fe.
Lo mismo que la reducción del rebaño de la Iglesia de las promesas respecto de la de la Publicidad y los Medios. Una variante no dicha, es que iban a reducir a la irrelevancia a la iglesia de la publicidad como lo han logrado contra las peores previsiones.
La secularización viene de la Baja Edad Media, y a la larga siempre ha ido ganando, aunque en la Iglesia se hayan suscitado santos y todo tipo de obras de evangelización, que han frenado el proceso pero no lo han derrotado. Quizás es porque, sencillamente, no es tarea de la Iglesia derrotarlo, del modo que Cristo no quiso evitar la Cruz. El gran fallo es querer derrotar "per se" la secularización en lugar de simplemente ser fieles a los mandatos de Cristo, que se pueden resumir en permanecer por la fe junto a Él, y dar testimonio mediante la caridad y la proclamación del Evangelio. Los frutos de transformación social que se sigan de ahí en realidad no son cosa nuestra determinarlo.
ResponderEliminarMejor dicho imposible, ya para las mentes jóvenes el discursito de los pobres, marginados y periféricos no vende más, ya que se dan cuenta que a nadie le importa, que solo lo han usado y lo usan ideológicamente.
ResponderEliminarSobre las encíclicas juanpablistas y documentos episcopales publicadas por Paulinas ya han quedado para el archivo porque a nadie les interesa ya.
Ni archivo, siempre tuvieron destino de asadito.
EliminarHilbert
ResponderEliminarlunes, 16 de diciembre de 2024
Nadie desea lo que ya tiene. El discurso fallido de la Iglesia
Y claro, pues, si la Iglesia, de atenerse a los humanos paradigmas de la teología del pueblo, abre sus oídos, ya no tanto a la palabra de Dios, como a la palabra del hombre, entonces, a fuerza de terminar vaciarse de la primera para llenarse de la segunda, la materia de su predicación será ya no tratará sobre lo que el hombre carece y no deja de buscar, sino sobre lo que ya tiene, y, por lo mismo, ya no desea seguir buscando. De donde la Iglesia da lugar a un doble orden de decepción, para con Dios, porque sus enviados ya no predican su palabra; para con el hombre, porque sus oídos ya no escuchan hablar de Dios.
¡Señor, quédate con nosotros! ¡Alabado sea Jesucristo!
Comparto que nadie desea lo que ya tiene. Hasta el Vaticano II la Iglesia siempre había sido fiscal del mundo, después del Concilio quiso contemporizar con él y terminó arrodillada. Más que un error, esa fue su tragedia.
ResponderEliminarHoy la nueva iglesia de Francisco es una triste caricatura de la verdadera Iglesia, humillada y perseguida por los mismos que deberían defenderla.
Justamente por esa razón no comparto que "Será tarea del próximo Papa y de los cardenales que lo elijan evitar la catástrofe (porque) no queda mucho tiempo".
Hace rato me convencí que la herida es tan grande que por más que el próximo cónclave elija a un Papa santo nada podrá hacer por recuperar la unidad perdida. Los apóstatas y herejes que hoy apestan en Roma y en todo el mundo nunca volverán atrás por más excomuniones que se ordenen. El cisma es inevitable, será doloroso sin duda, pero la persecución está en marcha y ya no se detendrá.
En realidad, creo que todos estamos de acuerdo en que la persecución finalmente llegará y sólo los que perseveren hasta el fin se salvarán, Nuestro Señor fue muy claro en eso.
La diferencia entonces es de tiempo, unos creen que falta mucho porque así como en su larga historia la Iglesia sufrió grandes crisis y siempre supo salir triunfante, ahora pasará lo mismo. Yo no lo creo así, creo que esta es la hora y que este siglo XXI verá cumplirse el Apocalipsis y todas las profecías.
Dichosos los ojos que lo vean. La moneda está en el aire...
Concuerdo, la Iglesia tiene un Dueño, y si por ahora, vuelve a dormir en un cabezal, es hora de que los verdaderos discípulos, se pongan a gritar, Señor, sálvanos, que perecemos. Es Él, el Único que puede ordenar callar y enmudecer a la tempestad que se abate sobre Su barca.
EliminarEl problema es que actualmente quedan muy pocos cardenales menores de ochenta años que parezcan capaces de evitar la catástrofe. Y menos que quedarán últimamente: el Cardenal Sarah pierde su derecho a entrar en cónclave el próximo mes de octubre. El panorama, por tanto, resulta muy sombrío.
ResponderEliminarMe permito recordar, como ya lo hice en otras ocasiones, que no estar en el cónclave no impide ser elegido Papa. No ser cardenal tampoco es un obstáculo. Cualquier varón bautizado puede ser elegido. Y aunque no ha ocurrido en los últimos cónclaves, sí que ha ocurrido en la historia de la Iglesia la elección de alguien ausente en el cónclave
EliminarNo sería tan sombrío si se colabora en el desprestigio público de las políticas de Bergoglio y de su siniestro pontificado con hedor a oveja muerta.
EliminarEso pondrá los pelos de punta a los cardenales bergoglistas y, aunque no elijan a un candidato decente, porque ya no habrá, procurará elegir a uno más moderado, que no sea jesuita y que no tenga nada que ver con el Sínodo de la sinodosidad.
Es posible que busquen a alguien con el mayor número de seguidores jóvenes en Instagram.
Soy perfectamente consciente de que en la teoría es posible elegir papa a cualquier varón bautizado, pero en la práctica eclesiástica actual no se elige a ningún varón que no sea cardenal y participe en el cónclave.
EliminarSeñor Wanderer me parece muy acertado su articulo, efectivamente lo que hay que hacer es predicar a Jesucristo, la verdad os hara libres, yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al padre sino por mi. Todo lo demas son bobadas, zarandajas y pelotudeces.
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo con el primer comentario. No se trata de una desacertada elección del marketing, no es un problema de la "estrategia" para vender el "producto". El problema es el producto mismo. En el contexto cultural actual la fe solo puede ser una cosa de una minoría. Hay que olvidarse de la Iglesia de masas.
ResponderEliminarPego abajo unos párrafos de un artículo de Larry Chapp en The Catholic World Report que creo que da en el clavo:
"Y cuál es esa crisis? En una palabra, es la crisis de la incredulidad, que es el sello distintivo de todas las culturas occidentales modernas.
Uno de los aspectos más obvios de la incredulidad moderna es que, por sorprendente que parezca, se trata de una incredulidad real . En otras palabras, debemos tomarnos en serio la razón por la que cada vez más de nuestros contemporáneos en la cultura occidental no aceptan el Evangelio cristiano, porque no están de acuerdo intelectualmente con su narrativa fundamental sobre la realidad. Lo cual es realmente importante porque debería ser el hecho más obvio (que la incredulidad es en realidad incredulidad), pero aparentemente no lo es.
Ya sea de manera intelectual explícita o de maneras menos temáticas e implícitas, la gente moderna ha desarrollado un sentido de lo que constituye lo “realmente real” que va directamente en contra del contenido intelectual de la descripción cristiana de lo realmente real. El hecho es que la mayoría de la gente moderna en nuestra cultura no cree que la narrativa cristiana de la existencia sea verdadera, y que su mundo de pensamiento parece anticuado en la medida en que es un conjunto de respuestas a preguntas que nadie se hace ya. Las categorías fundamentales para una comprensión incluso rudimentaria del cristianismo ahora parecen a la mayoría de nuestros contemporáneos occidentales como los débiles ecos de radio de una estrella muerta hace mucho tiempo. El pecado y la redención, la expiación vicaria, la salvación y la condenación, y la necesidad de un conjunto muy particular de sacramentos para la reconciliación “adecuada” con un Dios agraviado, todo ello va en contra del deísmo terapéutico y el igualitarismo religioso de nuestra era. Todo parece tan extraño y ajeno, por no decir totalmente alienante.
Pero, en el fondo, lo que es fundamentalmente inconmensurable con la fe cristiana es el materialismo reduccionista, mecanicista y naturalista de nuestra cultura, que se opone directamente al mensaje cristiano de la realidad e importancia de lo sobrenatural. Como me dijo recientemente un querido sacerdote amigo mío (un pastor muy inteligente desde hace 35 años): “Parece que ya nadie cree realmente en nada. Y eso incluye al clero”.
Yo no diría que el problema está precisamente en la incredulidad, porque efectivamente han dejado de creer en la Iglesia, pero creen en otras cosas todavía más fantásticas, desde religiones hasta ideologías pasando por el consumismo.
EliminarRecuerdo que en Europa, hay muchos europeos, y no sólo hombres, que se convierten al Islam.
Yo diría que el hombre se mueve por la utilidad que obtiene, por lo que la pregunta clave es:
¿Qué gano yo con ser católico? y ¿qué gano yo viviendo como un católico?
Para responder a esto no hay que olvidar que la Iglesia Católica es universal y que en tanto universo las necesidades personales y sociales de cada uno pueden ser muy diferentes.
Yo diría en principio que se ha perdido el miedo a la muerte (que se esconde) el miedo a la condenación eterna ( "temor de Dios"), por tanto no se necesita algo para salvarse.
Luego, la Iglesia no da certezas, que es lo que una persona espera de cualquier religión. Además sólo puede haber una religión verdadera por definición. Todas las demás son falsas.
Luego, el catolicismo se ha desritualizado y desagralizado, lo que erosiona su carácter sagrado y por tanto único, especial y necesario. También ha eliminado las experiencias populares, lo que le aleja del Pueblo.
El hombre es un animal social y por tanto la experiencia religiosa, también.
A pesar de buscar a los que intuimos que son iguales o similares a nosotros y quebrada demostrado que nos influye el grupo, no encontramos esto en la experiencia parroquial.
No se promociona ni premia la virtud y se promociona y premia la falta de responsabilidad personal (de ("justicia socialista").
La responsabilidad se ve como una pesada carga (" aguafiestas"), aunque todo el mundo espera vivir de la responsabilidad, trabajo y previsión de los demás.
Y no hay que olvidar la acción de zapa de ilustrados, masones y miembros de otras religiones ( aguafiestas) e ideologías que han logrado el desprestigio de la Iglesia Católica (y la concentración de poder en los políticos)
Al bajar la afiliación católica, está religión deja de influir en la sociedad y por tanto el creyente recibe de vuelta el sentimiento de que el catolicismo es nocivo, innecesario y molesto. Ídem cuando los líderes de la sociedad no son católicos o son abiertamente anticatolicos. ( "lider"= el que lidera, marca el camino a sus seguidores)
Eso y más son las malas noticia.
La buena noticia es que si eso es el proceso de unas políticas eclesiásticas y civiles muy determinadas, haciendo lo contrario de lo que nos ha arrastrado hasta aquí podremos revertir la situación. Es cierto que en principio ya no volveremos al fervor de la edad media, pero al menos habremos revertido la situación.
Por último recuerdo que una religión es algo más que creencias: es una PRÁCTICA. De hecho, aunque parezcan contrario, es la práctica la que nos lleva a la creencia y no al revés.
Por eso es tan criminal que los colegios católicos se nieguen a transmitir la fe -y transmitirla favoreciendo COMPORTAMIENTOS concretos, principalmente rituales, que transmitan la fe y favorezcan la práctica.
"El hecho es que la mayoría de la gente moderna en nuestra cultura no cree que la narrativa cristiana de la existencia sea verdadera".
EliminarY ahí radica el verdadero problema.
Por tanto la Iglesia ha de comenzar a recorrer el camino inverso hasta llegar a la teoría de la evolución donde, por no saber defenderse, sucumbió su mito de Edén y todo lo subsecuente.
Al no tener la iglesia nada nuevo que decir sobre la aparición del hombre sobre la tierra, al no aportar pruebas sólidas y bien fundadas sobre la existencia real de Adán y Eva, todo lo que se sustenta en estas bases, incluida la gracia original, el pecado primigenio y la Redención de Cristo, queda sin sentido.
No vendemos nada, la iglesia no vende nada nuevo y distinto de lo que afirma la ciencia. Por eso nadie la desea, por eso nadie sigue ni oye ni secunda los dictados de la Iglesia.
SOLUCIÓN: volver a los comienzos haciendo creíble la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios y no como descendiente del mono según una boba teoría. Y de ahí edificar hasta llegar a la Encarnación del Verbo, pero sin saltarse los fundantes comienzos.
Respuesta a J Martín. No es solamente el relato bíblico de la creación que no cierra con la teoría de la evolución (cosa que habría que revisar, porque en el Genesis hay dos relatos, uno en el capítulo 1 y otro en el 2). Está la cuestión que el hombre, centro del universo, en la Tierra centro de la mirada de Dios no cierra con la Tierra un planeta mas de un rincón de una galaxia como otra cualquiera de un Universo inimaginablemente grande , demasiado decorado para creer la visión antropocentrista de la religión. Ni hablar de otras cosas como la compresión del comportamiento humano a partir del funcionamiento del cerebro. Las conductas dejan de ser pecaminosas, elegidas con por una voluntad racional degenerada por la concupiscencia, a ser el resultado de múltiples factores genéticos, epigenéticos, ambientales, fisiológicos sobre los que no cabe hacer un juicio moral sino mas bien aplicar alguna terapia. El hombre moderno quiere soluciones aquí y ahora, la ciencia, (y las pseudo ciencias chantas) se las ofrece y los problemas que no soluciona promete hacerlo algún día. Por ejemplo, la resignación cristiana no es una opción, arrepentirse es mala palabra ya que toda experiencia te lleva a un "crecimiento personal". Por supuesto al final de la vida la inmensa mayoría se encuentra vacío, y en soledad frente al vacío, ahí te quiero ver.
EliminarUno oye que obispos y sacerdotes quieren sacar a los jóvenes de las drogas, cosa que está muy bien. Pero no dicen que también se debe llevar a Cristo a todos los adictos.
ResponderEliminarEstamos muy mal, porque parece que lo único que importa es lo material.
Triste es la situación de la Iglesia. Solo Dios podrá sacarnos de esta terrible situación. No podemos esperar nada de esta jerarquía corrupta.
Pongo un vaso práctico de marketing
ResponderEliminarEn Twitter y los medios de TV está sucediendo una "polémica" por unos actores judíos que hicieron una representación blasfema en burla de la Natividad. De un lado hay voces de laicos católicos recriminando la hipocresía de esos actores que insultan livianamente al resto, pero si los insultan a ellos rápidamente se victimizan.
Un episcopado con ganas de ganar, o al menos con ganas de figurar, mandaría al obispo auxiliar de la diócesis de Tero Sacrificado a llorar victimización en un diario. Victimizarse suele ser una estrategia ganadora, es difícil pifiarle, y les permite hablar de los temas que más les gusta a ellos (no me refiero a Dios sino a la convivencia pacífica, derechos humanos, dignidad humana, etc).
Si fueran inteligentes en serio, se lamentarían por el agravio de la parodia y por los laicos que pudiesen haber tenido expresiones antisemitas.
Pero no, eligen la irrelevancia y dejarse orinar en la cara.
Lo inefable no cuadra con ningún orden establecido ni por establecer.
ResponderEliminarSobre todo la clasificación por similitudes y diferencias.
"Esas fotos sólo pueden resultar significativas a tres monjas de más de setenta y a diez señoras de parroquia que, por lo demás, no tienen Instagram para verlas. "
ResponderEliminarPerdón pero ese comentario no me parece adecuado a la realidad, donde le puedo dar más de un ejemplo donde los pocos sensores de parroquia tlb son así y ni hablar de la vida religiosa masculina. Sin ánimos de pelar pero me parece un comentario innecesario.
El último párrafo, la cita del corsario francés y la última reflexión es de lo más impecable que he leido en tiempos. Comparto totalmente esta entrada y no me atrevo a agregar nada más. Brillante.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo Hilbert, solo que no quise herir sensibilidades ya que la gente anda muy sensible y en particular en las fiestas que se avecinan.
ResponderEliminarNo estoy muy al tanto, pero creo que Ediciones Paulinas lo último católico que publicó, fue la Santa Biblia hace más de 20 años.
Está bien, pero que no arruinen el asado
EliminarExcelente síntesis del Marketing Digital.
ResponderEliminarTodas las fotos del P. Máximo Jurcinovic en las redes sociales parece que fuera un "homless" o que estuviera saliendo de una terrible curda.
ResponderEliminarA propósito: hoy 88 años. Yerba mala... (interminable).
ResponderEliminarG. Beckett
NICO
EliminarSí, sor Faustina Kowalska anota en su diario que tuvo una estremecedora pesadilla ese 17 de diciembre de 1936...Un anticipo de la que estamos viviendo nosotros. NiCO
No todo es malo lo que sale del ex Virreynato del Río de la Plata. También de allí salen Agustín Laje, Nicolás Márquez, Cristian Rodrigo Iturralde, Pablo Muñoz Iturrieta, quienes, solos cada uno de ellos, hace más por la religión católica que casi todos los Obispos de este territorio.
ResponderEliminarPablo: no confundir el cristianismo con una ideología, que toma y deforma algunos elementos suyos
EliminarEsos personajes no son católicos
EliminarMe ha gustado mucho esta entrada. Me parecen muy acertadas las observaciones. Sin embargo, creo lo mismo que, tan bien, expresa Fuenteovejuna: que los tiempos están maduros; que el último papá será un santo, pero regirá al pequeño rebaño en nuevas catacumbas; que, del Vaticano, "no quedará piedra sobre piedra, ", xq no supieron leer realmente los signos de los tiempos; que, cuando Él vuelva, encontrará sólo pequeños restos de Fe; que las vírgenes prudentes sólo serán 5; que muchos han sido y continuarán siendo invitados al banquete; pero muy pocos entrarán. En fin, que Cristo vuelve y está muy cerca. La higuera estéril será talada. Los que recibimos un talento, deberemos rendir cuentas de lo que hicimos con él. Pidamos diariamente la gracia de la perseverancia, para nosotros y los nuestros.
ResponderEliminarAmo el Adviento, el tiempo propio de los que aún militares.
Gracias, Marta, por las coincidencias. Sobre los signos de los tiempos Nuestro Señor habló de las señales y nos advirtió: "cuando veáis estas cosas levantad vuestras cabezas porque vuestra liberación está cerca". Yo no sé si tengo buena vista o que, pero veo señales por todas partes...
ResponderEliminarVoy a ser más sombrío y pesimista. Quizás haya perdido la fe. O casi. Al "nadie busca lo que ya tiene" que me parece totalmente verdadero, añado que muchos no van a buscar en la Iglesia, porque tenga ella un mensaje conservador o progresista, les igual. En sus mentes y corazones, la Iglesia ya está cancelada hace rato. Si son progres, criticarán por ejemplo que la Iglesia no es inclusiva plenamente con los LGBT y sip...no es. Y si lo fuera como varios anglicanos daría igual, pero no porque el progresismo estaría mal o porque afuera de la Iglesia ya tienen lgbtismo abundante, sino porque es un mero deseo y una protesta de cambio hacia la institución. Pero no es un anhelo ni tampoco un requisito para regresar. Assimismo, latín, vetus Ordo, sotanas... no son "la" fórmula de cosa alguna. Quien canceló la Iglesia en su mente y corazón lo hizo por motivos históricos de dos milenios, por antitestimonios, por creer que esta fe no se coaduna con el paradigma científico del siglo 21, porque fue abusado y la Iglesia no hizo nada y así en adelante. Debo estar mal pero me deja perplejo como el articulista y mucha gente pierde tiempo entre conservadores y progres y cree, inocentemente, a mi modo de ver, que este punto es fulcral. No lo es. El problema es muchísimo más amplio. Quien no espera nada de la Iglesia ni en la mente la tiene y no le importa un comino lo que diga. Quien espera algo, suele vivir cabreado porque este algo, sea del conservadurismo o de los progres, nunca llega y nada cambia.
ResponderEliminar«fue abusado y la Iglesia no hizo nada»;
Eliminarsobre esto, hay que decir que el abuso no es solamente sexual, también existe el abuso psicológico, verbal, y espiritual. ejemplo de ello, porque lo he visto, curas patanes, que si bien no abusan sexualmente de nadie, maltratan a los demás de forma verbal con insultos y gritos propios de un borracho de cantina. y lo que es peor, no existe ni el mas mínimo sentido de autocritica entre los curas. por ende, es imposible a decirle a la gente que se quede en la iglesia.