por Eck
Parturient patres, nascetur ridiculus synodus.
Horacio, Epístola a los Pisones,v. 139
Introducción
El que esto escribe se crió en un ambiente totalmente conciliar: misas infantiles los domingos, catequesis en la parroquia, alcancía del Domund y fotos del Papa reinante por todos lados. Nada de abusos o sacrilegios gordos en los cultos. Nada de horrores morales o de fe desde el púlpito. Después fui miembro de un movimiento de origen jesuítico en el que la figura de Juan Pablo II era (casi) semejante a la de Dios. Todo era conciliar, sus citas innumerables como las arenas del mar y como las estrellas del cielo aunque fueran siempre las mismas y despachadas a mogollón. Nunca me había asomado por sus líneas ¿Para qué? ¿No estaba omnipresente?¿Para qué perder el tiempo en lo archiconocido? Pues bien, hubo un día en que me decidí a comenzar al leer, casi de rodillas por el fervor, los sacratísimos, los venerandísimos textos del sacrosantísimo Concilio de los Concilios. Esperaba que se rompieran los cielos y la luz de lo alto me inundase en cuanto mis ojos posasen en sus tan elevadísimas enseñanzas y mi corazón se llenase plenísimo de gozo al meditar sobre sus tan sublimes misterios. ¡Quia!
Se me cayó el alma a los pies. Como Adán y Eva al morder la dichosa manzanita, sentí vergüenza de mí mismo y de los demás y no había hoja de parra a mano para cubrirlas sino de libro...tras pasar el primer párrafo. Me asaltó la incredulidad, increíble, inconcebible. No me lo podía creer, no me podía creer que miles de obispos y cardenales se habían reunido para componer semejante tomadura de pelo. Una mezcla empachante de citas bíblicas, patrísticas y pontificales y verdades sin orden ni concierto junto a chorradas a la moda, absurdos, frases sin sentido que volverían demente al más cuerdo; por no hablar de lo reiterativo de sus textos, de lo atorrante y tostonazo de sus afirmaciones, repetidas machaconamente de manera obsesiva sin venir a cuento. Todo ello en un lenguaje cursi, relamido, alambicado, bombonero, preciosista que pondría espanto en un petimetre del setecientos curtido en mil églogas pastoriles de salón pompierista. Y lo peor era que unos decían que era la suma de las verdades de la Iglesia, otros la suma de las herejías del infierno y yo, mientras tanto, la suma del delirio de la imbecilidad. Ni los dadaístas y surrealistas más alucinados con absenta hubiesen conseguido semejante hazaña epatante.
Una (breve) muestra de los disparates del Vaticano II
Pondremos de ejemplo los dos documentos más importantes, pomposamente llamados dogmáticos aunque no sabemos por qué, pues no definen nada. Sólo se pondrán unos pocos, no queremos torturar a los lectores a la manera de la KGB con su lectura, que ya lo hacen en los seminarios...
La Lumen gentium. He aquí un gran documento sobre la Iglesia, el cual tras mil explicaciones infinitas necesita a su vez de una poco esclarecedora Aclaración adicional sobre su cualificación dogmática y de una Nota Previa Explicativa, que con mucha lógica está al final, rarezas del Espíritu, y esta nota aún necesita de otra Nota Bene enrevesadísima ¡para explicar la dichosa Nota Previa Explicativa! Es el nacimiento del Magisterio Matriuska en todo su esplendor, y no hablemos del papel de los obispos en la deposición, donde se meten en unos charcos ontológicos, jurídicos y canónicos de antología. Menos mal que el Concilio deseaba “ardientemente iluminar a todos los hombres, anunciando el Evangelio a toda criatura (cf. Mc 16,15) con la claridad de Cristo, que resplandece sobre la faz de la Iglesia” que si no....aviado estaría el pueblo cristiano.
Mitico es el pasaje de cuño aristótelico digno de “Una noche en la Ópera” del LG, 13, 3: “En virtud de esta catolicidad, cada una de las partes colabora con sus dones propios con las restantes partes y con toda la Iglesia, de tal modo que el todo y cada una de las partes aumentan a causa de todos los que mutuamente se comunican y tienden a la plenitud en la unidad”. Ya tenemos a Marx metido en la teología pero no era el que pensaban muchos...total, ambos son absurdos.
Otro verdadero galimatías ad usum dementium theologorum es el pasaje: LG, 22, 2 sobre la Suprema y Plena Potestad de la Iglesia: “Porque el Romano Pontífice tiene sobre la Iglesia, en virtud de su cargo (...) plena, suprema y universal potestad, que puede siempre ejercer libremente. En cambio, el Cuerpo episcopal, que sucede al Colegio de los Apóstoles en el magisterio y en el régimen pastoral, más aún, en el que perdura continuamente el Cuerpo apostólico, junto con su Cabeza, el Romano Pontífice, y nunca sin esta Cabeza, es también sujeto de la suprema y plena potestad sobre la Iglesia universal, si bien no puede ejercer dicha potestad sin el consentimiento del Romano Pontífice”. Supremas potestades para todos, que hay muchas. Tanto hablar de cabezas uno piensa que la perdieron al redactar semejante desatino o no hubo diccionarios que explicasen a los Padres que significa supremo...
Otra de las especialidades de la casa es decir obviedades de Perogrullo de este calibre: 23, 2 “Cada uno de los Obispos que es puesto al frente de una Iglesia particular, ejerce su poder pastoral sobre la porción del Pueblo de Dios a él encomendada, no sobre las otras Iglesias ni sobre la Iglesia universal”. Gracias, oh Concilio, que haríamos sin ti y tus sabias y profundas explicaciones...
Más breve es la Dei Verbum ya que tuvieron piedad del pobre Pueblo de Dios. Se denomina dogmático pero desde el principio nos sorprende con esto: DV1 “(...) Por tanto siguiendo las huellas de los Concilios Tridentino y Vaticano I, se propone exponer la doctrina genuina sobre la divina revelación y sobre su transmisión…” ¿Cómo todo un Concilio Ecuménico puede decir que “se propone/intenta exponer” cuando su labor es definir la verdadera doctrina de la Iglesia? Muy dogmático no parece eso...y mucha incompetencia en lo suyo para meterse después en donde no les llaman. ¿Habrá que diferenciar entre dogmas o intentos de dogmas en el magisterio? Nuevas vías veo para la teología y no digamos el magisterio...
Pasemos a los otros dos documentos de interés. ¿Qué diremos del Nostra Aetate o el discurso de la estrella Conciliar sobre la Paz Mundial y su Tó er mundo é güeno religioso tras milenios de zurrarnos por el tema? Qué gracias a Dios que ya no existían las religiones mesoamericanas de Huichilobos y el culto hindú a Kali. Así nos ahorraron la vergüenza de que los padres estampasen las bondades religiosas y litúrgicas sobre los sacrificios humanos, las orgías y el canibalismo en un concilio católico aunque ya tuvieron precursores de fuste con fray Bartolomé de las Casas....
La constitución Sacrosanctum Concilium también es ejemplar en sus planteamientos. Cheque en blanco para hacer de la liturgia mangas y capirotes o funciones de circo a mayor gloria o vergüenza del presidente con sus “revísese”, ocho, “revisión”, trece, y “reforma”, dieciocho, tan generales de presuntas oscuridades, inutilidades y repeticiones del rito tradicional, nunca indicadas ni demostradas, que parecen una ley habilitante política. También contiene perlas de gran precio sobre la inteligencia e inspiración de sus tan sabios redactores mitrados. Así en el apéndice calendárico, tras la genial ideita de fijar la Pascua un domingo de abril con tal que den su asentamiento los hermanos separados ortodoxos, que por otra parte todavía andan a la gresca con el calendario juliano entre los veterocalendaristas y los novuscalendaristas (en todas las casas cuecen habas), nos encontramos con esta genialidad sobre el Calendario Perpetuo: “S.S., ap. 2: La Iglesia no se opone a los diversos proyectos que se están elaborando para establecer el calendario perpetuo e introducirlo en la sociedad civil, con tal que conserven y garanticen la semana de siete días con el domingo, sin añadir ningún día que quede al margen de la semana, de modo que la sucesión de las semanas se mantenga intacta, a no ser que se presenten razones gravísimas, de las que juzgará la Sede Apostólica”.
Hay una, cráneos privilegiados, una razón gravísima para no mantener intacta la sucesión de las semanas en este tipo de calendarios: Que es imposible. Matemáticamente imposible porque los días del año, tanto normales como bisiestos, no dan números enteros al dividirse entre siete. O se deja un día fuera del ciclo o a la porra el calendario perpetuo anual. ¿Se creyeron más listos que los creadores del calendario juliano y gregoriano? Seamos realistas, pidamos lo imposible. Se ve que no hubo alguno que hiciera una simple división antes de soltar semejante chorrada monumental muy de Mayo del 68. Siguiendo las tesis de Sousa S.J., en el Concilio no había calculadoras y no pudieron estar finos en sus cálculos...
El fracaso de los Textos, el fracaso del Concilio, el fracaso de la iglesia moderna
Como se puede ver, los documentos del Concilio, más que inspirados por el Espíritu Santo, lo parecen por el espíritu del vino de misa o por fumarse el incienso en medio de ese mítico Woodstock católico en que se convirtió. Fruto del pasteleo, de la coyunda de contrarios cuya cópula solo podría producir monstruitos y quimeras que, unido a la moda happy flower de Coca-Cola, al ritmo de “Juntos como hermanos” con soniquete del Imagine en la guitarra de sor Dominique, ique, ique, han convertido la Iglesia en un vertedero de todas las inmundicias como acabó el famoso concierto. Basar la fe sobre esos textos es como edificar sobre arena según el símil evangélico y es lo que ha ocurrido porque no se hizo lo que se cuenta del califa Omar al encontrarse con la Biblioteca de Alejandría: “Los documentos del Vaticano II, tan irrisorios y ambiguos, o bien no son de Fe, y entonces son inútiles e inservibles, o bien intentan explicar la Fe, y entonces son ridículos y redundantes”. Ergo, al basurero de la historia, que es su verdadero sitio.
Pero era imposible que se aceptase que tan magno Concilio concluyese así, los montes habían temblado tan grandemente para que ahora apareciese un ratón; no se aceptó y se forjó el mito del Concilio, su verdadero Espíritu. Así que la siguiente oración es mucho más verdadera de lo que parece: “Para que tengamos el valor de ser fieles al concilio Vaticano II y nos convirtamos a su espíritu, roguemos al Señor”. El Concilio en vez del Espíritu Santo, y ya es valentía convertirse a ese engendro. Así vamos. Se volvió una superstición, como la fe al protestante modo contra la evidencia y se necesita mucho valor para sostenerlo. Tanto los progresistas que esperaban un 1789 con la cabeza de Ottaviani en la cima del obelisco hasta los tradicionalista que veían al falso Profeta en la figura hamletiana de Pablo VI, pasando por todo el espectro medio, adorador de las pantuflas pontificias a lo Monty Python, no podían aceptar nunca la más terrible verdad: “El Concilio Vaticano II constituye uno de los mayores ridículos de la historia universal y el más grande en las religiones. Negarse a ver esto nos ha conducido al desastre actual. Hora es de hacer luz y ver las cosas tal y como son, comienzo de toda solución real: Tomar los textos y, en vez de quemarlos en la pira, llevarlos al cubo del reciclaje, cosa que además es muy ecológica y muy limpia.
El Concilio Vaticano II es una contraseña mafiosa. Hay un grupo que tomó el poder en la Iglesia y lo ejerce mafiosamente, igual que en la política. El que pronuncia la contraseña se somete y es amigo; el que no la pronuncia es un rebelde y es enemigo. Los textos del Concilio son irrelevantes en los dos sentidos: en primer lugar por su redacción, como lo demuestra este artículo de Wanderer, y en segundo lugar porque lo importante de una contraseña no es su texto. Podría haber sido "Los camellos pasan", como en Tintín en el país del Oro Negro (si mal no recuerdo). Cualquier texto de una contraseña da lo mismo. Lo peor de este grupo es que es una mezcla de mafiosos y creyentes. Los mafiosos no creen en nada; son peligrosos, pero la Iglesia ya zafó de mafias en el poder. Los creyentes son más perniciosos porque tienen una fe diferente a la verdadera (por eso fe con minúscula). Están convencidos de su deber de salvar a la Iglesia del dogmatismo intransigente, del oscurantismo, de la cultura de la exclusión, de la soberbia de creerse la única depositaria de la verdad, etc, etc.
ResponderEliminarAgradezco sus halagos, pero le recuerdo que el artículo no es mío sino de Eck, un habitual y brillante columnista del blog.
EliminarEspectacular!
ResponderEliminarMi torpeza para redactar y mi poca cultura, me impiden expresar cabalmente lo brillante y claro que me ha parecido este texto.
Lo felicito y a la vez le agradezco, Mr Wanderer, por este espacio tan provechoso para los creyentes.
Son tiempos dificiles, reina la confusion y estamos como ovejas sin Pastor.
Recemos por la Iglesia Catolica, sin descanso y con mucha fe.
Siga adelante, no afloje Wanderer! Lo felicito
Esta muy bien todo lo de Eck.
ResponderEliminarSin embargo, hay algo q no alcanzamos a captar bien, me parece, por no haber sido contemporaneos de los hechos.
Yo cumplo 47 este año, así q soy post concilio.
Conoci algunos sacerdotes el tiempo q estuve en el Seminario, buenos, creyentes, honrados, de oracion, rectos. Quiero decir, no chantas o blandengues o ladris o descreídos, como a uno le queda la impresión de algunos obispos bergoglianos (Tucho, Garcia Cuerva, etc...).
Y ellos si vivieron el Concilio, y vivieron ese evento como algo positivo. Mas alla de que uno siempre nos hablada de "los años locos" que fueron los 70, y todo lo negativo de ese postconcilio enloquecido.
Pero al concilio en si, y a la Nouvelle Theologie, la veian con agrado.
yo, personalmente yo, algo me estoy perdiendo.
Juancho.
Es que ser "bueno, creyente, honrado, de oración, recto", etc., no lo hace a uno automáticamente avisado, inteligente, sabio, etc. Y muchas veces, lo que uno encuentra son "buenudos" (supongo que no tengo que explicar la palabra).
EliminarY a veces incluso hay buenos e inteligentes, pero por una razón u otra -Dios sabe- no se les dio el ver este punto que explica Eck. Y en cambio, a otros -como yo- que ni somos buenos ni somos particularmente sabios, se nos dio el ver, tal vez porque lo sufrimos de una manera especial que los otros no... tal vez porque tuvimos maestros que los otros no... o el coraje, o la honestidad intelectual, o... Dios sabe.
Desde luego también hay que tener en cuenta muchos factores: la mentalidad hiperpapalista, o más en general, la hipertrofia del respeto a la autoridad (eclesial, familiar, civil), el estado real de la religiosidad, sobre todo de la espiritualidad sacerdotal y consagrada, en las décadas antes del Concilio (ver el testimonio de Castellani, por poner el ejemplo más fácil), la formación "intelectual" de los Seminarios preconciliares (en general voluntarista, manualística, erudita pero cerrada a la sabiduría), el trabajo de la propaganda conciliar, etc.
Dices que "hay algo q no alcanzamos a captar bien, me parece, por no haber sido contemporáneos de los hechos". La realidad es más bien lo opuesto. Ahora tenemos mejor perspectiva: por ejemplo, ahora vemos -sufrimos- los frutos granados, y antes fueron atontados con promesas primaverales.
Es que hay que ver el contexto del Concilio (primera mitad de la década del '60). No salieron de la galera expresiones como la de los "viajes interplanetarios" de Gaudium & Spes. Hay que ver el libro de Ralph Wiltgen, escrito casi contemporáneamente a los hechos que relata. Hay que ver las "cartas desde el Concilio" que enviaban muchos obispos a sus sacerdotes y fieles. Era un tiempo de "optimismo", optimismo imbécil seguramente, pero optimismo al fin, que se respiraba en todos lados.
EliminarCreo que si tratamos de ponernos en los zapatos de hombres bastante mediocres como la mayoría de los padres conciliares del Vaticano II, podemos comprender mejor lo que pasó y lo que vino después. (Hablo de comprender o entender, no de justificar.)
Sin duda que hoy es mas fácil verlo, ya que el árbol se conoce mas claramente por sus frutos, como nos advirtió el Señor. Y el árbol del concilio, a 60 años, ya ha dado frutos tan amargos, que hoy día con el escándalo actual, es hasta difícil cerrar los ojos y negar el desastre conciliar. En ese entonces, por la permanencia de costumbres, formación católica que se traía y otras cosas, muchos no lo vieron, aunque otros si. Sin embargo, aunque uno quiera ser compasivo y deba serlo, siempre surge cierto estupor; por ejemplo, al pensar en un acontecimiento como el de Asís y casi no encontrar fieles, sacerdotes, obispos y cardenales que hayan levantado la voz, y eso solo puede reflejar debilidad doctrinal y tibieza espiritual. Otra cosa también es cierta, y es que son tiempos de oscuridad. La mortificación y la oración profunda no estuvo siempre presente en muchos de esos sacerdotes; al contrario, después del concilio hubo desprecio a la penitencia y a la meditación sobre el pecado, el infierno y las postrimerías; y gran relajación en los seminarios. En este sentido es como Nuestra Señora en la Salette dijo: "por la falta de oración y penitencia el demonio ha nublado sus inteligencias". Sin embargo, cada caso lo ponderará el Señor porque se necesita tener visión angélica para poder ver todo el conjunto de causas y consecuencias. También por otra parte, Dios de cuando en cuando por pura Gracia suscita desengaños, como escribió alguien. Y bien podría haber querido, sin mérito de nuestra parte, darnos a nosotros esa Gracia para perpetuación de su Iglesia, que si la marea nos llevara a todos no permanecería.
EliminarSon pareceres, pero comprendo su punto de vista y lo comparto en gran parte. Saludos en Cristo y María.
Estimado Sombras de la Cristiandad.
EliminarDice usted "En ese entonces, por la permanencia de costumbres, formación católica que se traía y otras cosas, muchos no lo vieron, aunque otros si". Creo que el problema ya existía, muchas de esas costumbres estaban contaminadas o directamente pervertidas, cuando no vaciadas de lo sobrenatural y convertidas en remedos; la "formación católica", como dije en mi anterior comentario, ya era mediocre aunque erudita, estaba anquilosada y no proporcionaba ni favorecía la sabiduría; ya estaba plagado el cuerpo eclesial de curas logreros, de religiosos sin vocación, de acomodados que no vieron porque no querían ver -no les convenía ver.
Para entender porque muchos lo vieron de manera muy diferente a la nuestra, incluido gentes tan inteligentes como Ratzinger, Bouyer y otros, creo que hay que partir de un hecho: de como estaba la Iglesia. El mero ejemplo de los sufrimientos y escritos de Castellani nos dan la clave: el Concilio se vio como una liberación de muchas cargas consideradas absurdas. Atacar el Concilio es para muchas personas volver a ese pasado (y no sin cierta razón viendo lo que defienden algunos).
EliminarUna de las mayores paradojas de nuestros tiempos es que muchas de las intenciones de ese Concilio y sus partidarios la están cumpliendo el tradicionalismo (y en algunos casos al pesar de muchos):
1) Por 1º vez desde la Baja Edad Media vuelve la centralidad de la Liturgia en la vida cristiana más allá de las formulas mágicas para producir sacramentos.
2) El papel creciente de los laicos y su responsabilidad más allá del papel de tropa de las luchas clericalistas.
3) Una visión más descentralizada y orgánica de la Iglesia, más carismática (en el buen sentido) que la legalistas y farisaica o la hiperpapalista.
4) Una visión más crítica de la devotio moderna y sus frutos y una recuperación de la contemplación tradicional del primer milenio.
Digo que a pesar de muchos porque si fuera por ellos volveríamos a los tiempos de Pio IX y Pio X multiplicados y empeorados. Aquí esta la gran pregunta que tiene que contestar el tradicionalismo: ¿Qué tradicionalismo quiere ser? ¿El de toda la historia de la Iglesia o el de la Iglesia ultramontana de 1850-1950?
Estimado Eck, esta reflexión siya me resultó sumamente iluminadora. Gracias.
EliminarG.
Excelente Eck de las 4.58 Debemos admitir que no pocos tradicionalistas eligen su propio misal o época en la cual anclarse. Hay curas que creen que siguiendo un misal del s. XIX son más fieles que los que siguen el misal que se editó diez años más tarde. Es un poco como aquella colección de libros que no tenía final y se llamaba "elige tu propia aventura". Son de museo. Ellos eligen qué misal es el válido y lo elevan a dogma
EliminarEstimado Hachece.
EliminarLa cuestión de los Misales tiene miga, aunque doy por hecho que existen los que eligen caprichosamente como usted señala.
Pero hay argumentos y estudios muy serios en pos de la restauración de un Misal libre o lo más libre posible de modernismo, para tomarlo como base de verdaderas y tal vez necesarias reformas, en el plan de desarrollo orgánico que la Iglesia siguió tradicionalmente. Y no sólo del Misal Romano, también está la cuestión del Oficio Divino, y también la restauración de los venerables Ritos occidentales.
Respecto al comentario de Eck al tema del calendario perpetuo: el texto es efectivamente llamativo, pues desconoce el hecho básico indicado por el articulista de que el año trópico no es divisible por 7, aún cuando se redondée a días enteros. En la época se estaba considerando la adopción de un calendario en el que cada día de cada mes siempre cayera en el mismo día de la semana (lo que el documento llama "calendario perpetuo"). Hasta cierto punto, la adopción se realizó, aunque limitada a ciertos ámbitos donde es utilizado como una herramienta técnica. Nunca se incorporó al mundo civil general. La advertencia del texto es contra la posibilidad de semanas de más o menos días, o la posibilidad de incorporar días epagomenales que permitieran "completar" el resto luego de transitar una cantidad entera de semanas. Algo así tenían los egipcios, y los griegos pre Roma. Nuevamente, la advertencia "a no ser que se presenten razones gravísimas" es llamativa, puesto que la razón gravísima para hacerlo sería la aritmética.
ResponderEliminarSaludos,
G.
Felicitaciones para Eck, un maestro de la sana doctrina. Hoy estamos pagando los errores del Vaticano II.
ResponderEliminarDesde que la Revolución Francesa separó la política de la religión la Iglesia fue perdiendo protagonismo progresivamente y hoy se encuentra en un estado lamentable. El mundo la ha puesto de rodillas al punto de que Francisco no puede conciliar el sueño angustiado por el cambio climático; los migrantes que se ahogan en la orilla de Lampedusa y la Pachamama a punto de parir la nueva religión universal de la que espera ser jefe supremo.
Lo que Francisco y el mundo nunca pudieron entender es que la política y la religión están indisolublemente unidas y un día no lejano la Iglesia y el Estado volverán a caminar juntos como en tiempos de la Cristiandad.
Pero ahora las palabras están de más, la herida es muy grande y la sangre no se puede parar ni con un torniquete.
El castigo está en marcha, en la Iglesia el cisma y la apostasía mandan y en el mundo la guerra progresa a pasos agigantados. El Reino Unido envía a Ucrania municiones de uranio empobrecido y Rusia responde desplegando misiles nucleares en la frontera de Bielorrusia con Ucrania.
Todo está preparado para que se levante el telón del último acto.
Sin embargo, la gente curiosamente sigue con sus planes de siempre, cambiar la casa, cambiar el auto, hacer un viaje de placer por el mundo... Hasta que los sorprenda la catástrofe. Todavía no entendieron que de Dios no se burla nadie.
Fuenteovejuna
La próxima vez que religión y política anden unidas, será en el reinado del Anticristo.
EliminarEl tiempo de la Cristiandad pasó, y la conversión de Europa que esperaron Belloc y Chesterton es hoy imposible, porque la Fe no puede arraigar en el vacío, y los hombres han perdido la razón.
La crisis del cuerpo eclesial tampoco tiene solución terrena.
En suma, todo pide a gritos la intervención directa del Señor.
Estimado Andreas
EliminarLejos de disentir comparto sus dichos, en tiempos del Anticristo política y religión irán de la mano. Ese tiempo está muy cercano porque de la Cristiandad ya no quedan ni rastros, la Iglesia hoy es perseguida.
Todos sabemos que habrá una Segunda Venida del Señor para "juzgar a los vivos y a los muertos" tal como rezamos en el Credo, pero parece que antes de eso habría una venida intermedia cuando vuelva para derrotar al Anticristo, pues así lo relata el Apocalipsis. Y no estaríamos lejos porque como Usted bien apunta, la situación actual es tan crítica que "todo pide a gritos la intervención directa del Señor".
A mi juicio, mucho tiene que ver con todo eso la promesa de Fátima: "Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará, el Santo Padre me consagrará Rusia que se convertirá y le será dado al mundo algún tiempo de paz..."
Ayúdeme a entender: ¿Es imposible que esta guerra de Ucrania termine en la III Guerra Mundial que dejará el mundo en ruinas? ¿Es imposible que el Anticristo entre luego en escena para traer una falsa paz y que el mundo y la falsa iglesia le rindan pleitesía agradecidos? ¿Es imposible que después de la peor persecución y de los mártires que quedarán en el camino vuelva Cristo para derrotar al Anticristo arrojándolo en el lago de fuego y azufre junto con el Falso Profeta? ¿Es imposible que luego venga "algún tiempo de paz" tal como la Virgen prometió en Fátima? ¿Es imposible que ese tiempo de paz sea el Reino de los Mil Años del que habla el Apocalipsis antes de la derrota definitiva del demonio y el Juicio Final?
Yo no sé si las cosas ocurrirán de esa manera, lo que sí sé es que algo grande está por pasar porque las brevas están maduras...
Fuenteovejuna
Totalmente de acuerdo con ud Andreas. Lo de Fuente esta muy bien hasta el final. No se de donde sacan una restauración de la Cristiandad terrena. Quizás de un "milenismo" mal interpretado. O de "al final mi Corazón Inmaculado triunfará". Es evidente que ese triunfo está reservado para la eternidad. O para el milenio si, pero no es un milenio terrenal.
EliminarLo que esta claro es que el fruto está maduro en todas sus dimensiones, tanto dentro de la Iglesia como en el mundo. Los signos se han cumplido, y el que lo niega no se da cuenta que eso es precisamente "el gran signo".
Estimado anónimo de las 10:39
EliminarSobre el Reino de los Mil Años la mitad de la biblioteca suscribe lo que Usted dice. Yo señalo lo que dice la otra mitad. A lo mejor pronto lo vemos y nos sacamos la duda. ¿Quién puede decir que no?
Fuenteovejuna
Efectivamente el milenismo espiritual de los Santos Padres es parecido a lo que dice Fuenteovejuna.
EliminarY es distinto del milenismo carnal o quiliasmo, que es herejía.
Evidentemente eso no implica una restauración de "la Cristiandad", al menos no en la forma histórica que tuvo. A pesar de todo, la Cristiandad fue un régimen defectuoso, como todo lo humano, aunque fuera lo mejor que se hizo. En cambio el Reino Milenario será perfecto, Reino de Resucitados.
Ahora, sobre la cuestión de Ucrania. Sí, yo creo que puede escalar hasta la Tercera Granguerra o "Guerra de los Continentes" que se anuncia en Apocalipsis.
No está definido si esa guerra debe llevarse a cabo y luego surgir el Anticristo, o el Anticristo será quien detenga la guerra y esa sea una de las causas de su elevación política como Emperador del Mundo.
Por ahora son posibilidades, con argumentos en pro y en contra.
Cuando llegue lo sabremos.
Mientras tanto estamos atentos, que es lo que nos toca.
No termina de convencerme el texto de Eck. Ciertamente, el Concilio, el Concilio por antonomasia, fue un dejar-atrás-la vieja-Iglesia, un apartarse de la Tradición, una victoria del modernismo, que abanderaban en distintos grados los teólogos centroeuropeos. La mayor parte de los obispos no se enteró de nada de lo que se tramó allí dentro, pero se logró llevar a los textos, no todos inocuos, la idea de un cambio que fue aceptado porque qué malo puede pasar por acercarnos al mundo llevando el humanismo cristiano si estamos inspirados por el Espíritu Santo cuya asistencia es obligada. Que pudo llegar más lejos el Concilio, sí, pero alcanzó hasta donde el neomodernismo pudo conquistar en ese momento sin levantar demasiadas ampollas. La solución, difícil pero ineludible, pasa por volver a la Tradición abandonando el Concilio de una vez por todas. Hace unos años los obispos Viganò y Schneider, fuera del ámbito de la FSSPX, ya se atrevieron a pronunciarse en este sentido, si bien diferían en la solución: Para Schneider había que corregir las formulaciones heterodoxas que contienen sus documentos, que las hay y muy peligrosas como el paso del tiempo lo demuestra, mientras que para Viganò, más pragmático, había simplemente que olvidarse del malhadado Concilio para siempre.
ResponderEliminarEl "acercarse al mundo" es una excusa totalmente falsa.
Eliminar¿Es que la Iglesia no estaba acercada al mundo?
¿De dónde salen si no sus sacerdotes, religiosos y obispos?
Cada generación es distinta de la anterior y eso es lo que aporta cuando entra al seminario.
Por eso precisamente el seminarista ha de saber predicar; lo que en el fondo no es otra cosa que mostrar a sus curandos cómo se comportaría un discípulo de Cristo adaptando los ejemplos de Su vida y Su doctrina a las necesidades y la experiencia de todos los días.
A parte de que si la sociedad cambia con cada generación, el ser humano no cambia nunca.
Si la excusa fue quitar los "añadidos medievales" ("medieval" es la bestia parda de los ilustrados, philosophes y masones), la razón verdadera fueron los intereses nacionalistas del clero de Bélgica, Alemania, Holanda y Gran Bretaña: la unión con las iglesias protestantes nacionales.
Esto es, el "ecumenismo".
De ahí que si quitas lo "católico" (que para Lutero, Calvino, Cranmer es precisamente -y falsamente- lo "medieval") y "modernizas" (protestantizas) la liturgia, la teología, la sala de oración, las estatuas, las vestiduras, la música...¿qué queda?
Pues exactamente el mismo servicio religioso de las sectas.
El sínodo de obispos (Conferencia episcopal nacional), el sínodo de fieles (pachamámico), quitar las órdenes menores, ordenar mujeres, abolir el celibato sacerdotal, cerrar conventos y monasterios y desamortizar sus bienes...que casualmente han sucedido con Montini o van a suceder con Bergoglio no son sino continuar con el mismo plan para alcanzar el mismo objetivo primigenio.
Hace muy poco se han hecho católicos 3 obispos anglicanos, por lo que las cuentas de Montini y sus consejeros secretos parece que eran falsas.
Respecto al calendario perpetuo, se entiende que consiste de años regulares de 364 días (52 semanas) entre los cuales se intercalan años bisiestos o embolismicos, como prefieran llamarlos, de 371 días. Un ciclo de 293 años de los cuales 52 son embolismicos da una duracion promedio del año de 365,242321 dias, muchisimo más cercana al año tropical equinoxial primaveral norteño (del hemisferio norte, no del NOA) que la del año gregoriano (365,2425).
ResponderEliminarPara pulsar la seriedad con que han sido elaboradas varias de las equívocas, ambiguas y torpes enseñanzas del “Superconcilio” Vaticano II, solo dos botones de muestra: una, en el documento de liturgia Sacrosantum Concilium no existe una definición clara de la Santa Misa de acuerdo a los cánones de Trento y confirmada por la Mediator Dei de Pío XII que hablaban nítidamente de sacrificio expiatorio y de renovación del sacrificio de la Cruz. Solo pueden encontrarse aquí y allá referencias a la confusa teoría del Misterio Pascual contra la cual ya nos había advertido Pío XII en su encíclica de 1947. No es de extrañar, entonces, lo que ocurrió después con el famoso art. 7 de la IGMR de tono marcadamente protestante que fundamentaba al Novus Ordo de Paulo VI. Y otra muestra de su equivocidad o ambigüedad, por no decir directamente que es un error chapucero, lo encontramos, por ejemplo, en el N°24 de la Gaudium et Spes cuando afirma sin hacer distinción alguna que "el amor de Dios Y DEL PRÓJIMO es el primero y mayor mandamiento", cuando todo el mundo sabe que Nuestro Señor hizo precisamente una clara distinción al afirmar: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es EL MÁS GRANDE Y EL PRIMER MANDAMIENTO. El SEGUNDO, SEMEJANTE A ÉSTE, es: Amarás al prójimo como a ti mismo. De estos DOS preceptos penden toda la Ley y los Profetas” (Mt 22, 37-40). Como se ve, el Concilio se equivoca flagrantemente no solo al unificar en uno solo los dos preceptos claramente distinguidos por Nuestro Señor Jesucristo sino al ponerlos evidentemente en el mismo plano de importancia por medio de la conjunción “y”. Ejemplo claro de la típica deriva antropocéntrica de varios pasajes conciliares.
ResponderEliminarLo que se demuestra es que la jerarquía de la Iglesia había ya bajado mucho su nivel intelectual para el momento del Concilio. Hoy mejor ni mirar lo que hay, para muestra el compatriota. Mi impresión es que, mas o menos desde la aparición de la imprenta, los hombres de talento empezaron a dejar de ingresar a la Iglesia para ir a las universidades, dedicarse primero a la filosofía, luego fue a las ciencias naturales, los ambiciosos a los negocios del también naciente capitalismo. El fenotipo de hombre que antes ingresaba a la Iglesia (como diría Platón: aquellos que aman la sabiduría) ahora se mete a estudiar ciencias naturales, así que la Iglesia agarra lo que queda: curas con olor a oveja, curas con olor a frutillas etc.
ResponderEliminarLos calendarios tradicionales siempre tuvieron en cuenta la luna, por ello no era sencillo conocerlos. Los sacerdotes hacían los cálculos y los anunciaban. Eso lo podemos ver todavía con el primer domingo de adviento que no es el primer domingo de diciembre y con la fecha de la pascua, que depende del plenilunio posterior a la primavera europea.
ResponderEliminarHasta las rúbricas de Juan XXIII esto también sucedía con los breviarios para los primeros domingos de cada mes desde agosto a noviembre. Había veces que alguno caía antes del primer día de ese mes.
El CVII -evidentemente con el optimismo sesentista que lo caracterizó- tal vez gustó de unirse al mundo, si es que iba en ese rumbo, en un calendario mundial super ecuménico. Gracias a Dios quedó todo en la misma nada. Lo gracioso es que de todos modos pretendió en ese posible aquelarre conservar el domingo.
Acerca de las posiciones sostenidas por mons. Viganó y mons. Schneider sobre la forma de deshacerse o no del Concilio, "el" Concilio, recuerdo la sentencia de Santo Tomás sobre las cosas defectuosas y su letrinesco destino: “Bonum ex integra causa, malum ex quocumque defectu » (Suma Teológica, I-II, q. 71, a. 5, ad 2; II-II, q. 79, a. 3, ad 4; I-II, q 18, a4.) Si hay un solo y pequeño defecto, es suficiente para echarlo al fuego, así de simple.
ResponderEliminarEl primer domingo de adviento NO tiene en cuenta la luna, es simplemente el cuarto domingo anterior al 25 de diciembre. Y el uso de un calendario perpetuo de 364 dias no es una ocurrencia moderna "super ecuménica", está en el 1er libro de Enoc (citado por S. Judas Tadeo en su carta), el libro de los Jubileos y los escritos de la secta de Qumran.
ResponderEliminarReferente a los calendarios, enlazo este convertidor de L’Institut de mécanique céleste et de calcul des éphémérides (IMCCE) de París:
ResponderEliminarhttps://ssp.imcce.fr/forms/calendars
El Concilio ha sido el Waterloo de la Iglesia Católica que, no sólo no ha hecho a la gente más santa sino que la ha alejado de la Iglesia y de su salvación.
ResponderEliminarSi ha sido un tremendo error su nueva cuisine (el típico error de los intelectuales, que imponen a todos con guillotina sus paridas), más error tremebundo ha sido aguantar hasta el final negando la evidencia, como si hubiere un designo satánico para destruir a la Iglesia de Cristo y perder eternamente a sus fieles...
Y cuando hay alguien que intenta hacer algo para salvar migajas de lo que queda, viene la soberbia y la necedad s.j. y dan una patada a la obra de esos seguidores de Cristo despreciados, como un niño malo a la boca de un hormiguero para hacer sufrir a las criaturas de Dios y terminar de cumplir su satánico plan.
Tres veces han negado a Cristo y tres veces han masacrado a Su grey.
¡que Dios tenga misericordia de nosotros, pecadores, y que San Miguel Arcángel, príncipe de las huestes celestiales les de su merecido!
Completamente de acuerdo con Eck, pero incluso más con la reflexión del 28 de marzo a las 4:58. El gran problema es que al menos desde el Vaticano I, y en general desde la época posnapoleónica se estaba considerando "tradición" de la Iglesia muchos planteamientos que era simplemente el jesuitismo. Con esto me refiero a un nominalismo introducido en la espiritualidad y la vida de la Iglesia que llevaba a poner la autoridad por encima de la verdad, o hacía depender la verdad de lo que se le ocurriera a la autoridad de turno. El tener que ver blanco lo negro, que es una aberración, por más que san Ignacio pudiera tener buena voluntad, tuvo consecuencias deletéreas. El que los jesuitas estuvieran trufados de nominalismo desde los inicios lo demuestra su deriva teológica y moral. La solución era siempre la autoridad: la misma imposición de santo Tomás por decreto era lo más anti-tomista que se pudiera pensar. Por ese motivo se entiende el fracaso de las tácticas antimodernistas y anti Nouvelle Theologie; parece que no se les pasaba por la cabeza en Roma que se podía combatir el relativismo al modo de Newman, quien, por cierto, se quedó alucinado al ver lo que se estudiaba en Roma en las universidades pontificias, pues esperaba reflexiones al modo de Aristóteles, los Padres y santo Tomás, y se encontró con los Perrones de turno. El ambiente se hacía cada vez más irrespirable, y de ahí que muchos vieran el concilio vaticano II como liberación, pero en realidad simplemente construyó otro mito: el del mismo concilio. Ahora ya no sólo estaba el mito del Sumo Pontífice como oráculo de Delfos, sino el concilio como superdogma. Se estaba leyendo el Vaticano II en el espíritu de autoridad del Vaticano I, sólo que cambiando el contenido. Obviamente este cambio llevó a gran parte del clero a perder la fe y abandonar, pues cayó lo que para muchos eran absolutos, cuando en realidad eran poco más que cosas añadidas desde la influencia creciente de los jesuitas. Que no se alcanzó la libertad en la verdad lo ha demostrado Bergoglio, pues en él vemos la peor tiranía de Pío XI, sólo que sin apenas contenidos de fe.
ResponderEliminarExcelente comentario.
EliminarAñadir, como se ha tratado en este blog más de una vez, que los jesuitas nacieron con otro problema fundamental: la ausencia de contemplación en pos de la acción, reflejada en las dispensas que se consiguieron del Oficio Divino, el verdadero Opus Dei que caracterizaba hasta entonces a la vida consagrada en la Iglesia.
Excelente comentario. Sólo aportaría que a diferencia de los siglos precedentes ya a fines del XIX las comunicaciones comenzaron a ser tan rápidas que la sociedad se "enteraba" por la gráfica de pelos y señales de todo. De esto se hicieron los medios católicos que se contaban por miles y miles. Esto hay que aclararlo porque antes de ésta época le alcanzaba a un católico de a pie con practicar la piedad y religión que había recibido de sus padres sin necesidad de andar cuestionando o dudando de la vida eclesial o de lo que el papa o su obispo dijera.
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