sábado, 28 de septiembre de 2013

¿Cómo puede ser que perdamos contra estos tipos?



Estimado Wanderer:
Recientemente, el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, protestó contra lo que dan en llamar "el excepcionalismo" yanqui. Como si dijéramos que están por encima de las reglas generales, como si dijéramos que son un país enteramente distinto, mejor que los demás.
A veces, Castellani decía exactamente eso, cuando se refería (sin ironía) al "Gran País del Norte". Y eso lo deducía de su literatura, que, en verdad, también es excepcionalmente buena.
Pero aquí quiero señalar otra cosa de los yanquis (a los que también hay que criticar, por innumerables razones, aunque no aquí): en los tiempos que corren cuentan con el catolicismo más vigoroso, ortodoxo, serio, decoroso, inteligente, que conozco. Tienen un par de cardenales que ya querríamos nosotros tener, como Burke. Publicaciones que aquí no hay una sola que se le compare (The Remnant, New Oxford Review, First Things, inclusive). Escritores religiosos increíbles (Peter Kreeft, Thomas Howard, Sheldon Vanauken, Scott Hahn, y muchos, muchísimos más). Tienen seminarios como la gente, parroquias de vida activa, devota, bibliotecas, cursos y escuelas de verano… y mucho más.
Pero aquí me interesa destacar otra cosa que tienen (y que nosotros no, o sí, sino que no los invitan a hablar): oradores sin par.
Aquí, pues, una muestra de uno de ellos, el Dr. Thomas Woods, que en el link que les dejo inaugura el año académico en un "College" católico de Kansas (el subtitulado es culpa mía).
Si quieren saber quién es el orador, búsquenlo en Google y verán.
Pero aquí sólo quiero destacar tres cosas: la claridad en la exposición, la lucidez de las ideas expuestas y… el hecho de que se atiene a lo que promete: su discurso dura exactamente los 20 minutos que dijo.
(En serio, lo cronometré, me da 20 minutos y 52 segundos, pero estos últimos hay que descontarlos de sus saludos iniciales, y el tiempo en que lo dejé filmado, cuando ya había dejado de hablar).
Son 20 minutos.
Son, como dije, gente seria.

Jack Tollers

sábado, 21 de septiembre de 2013

Notas sobre Canibalismo Institucional

Pertinentes reflexiones de Ludovicus:



(I) El canibalismo institucional consiste en alimentarse de la mala fama de la institución a la que se pertenece, aceptando las versiones peyorativas, los prejuicios y las calumnias, oponiéndose a ellos y en consecuencia salvar la cara en forma personal. Cuando lo ejerce la persona que ostenta la representación suprema de la institución, puede alcanzar el rango de traición. Frecuentemente ese salvar la cara individual suele justificarse como un medio para, a su vez, salvar lo salvable de la institución denigrada, que es rescatada, en teoría, por el triunfo del caníbal: "esta organización no puede ser tan mala si soporta a un presidente tan bueno".

(II) Se distingue de una sana autocrítica por la óptica de quien la ejerce, que suele ser exógena y próxima al pensamiento políticamente correcto o vigente. La crítica del caníbal institucional, explícita o tácita, no se diferencia, básicamente, de la del enemigo. O va acompañada del silencio respecto de la interpretación del enemigo. O, en todo caso, a la autocrítica no sigue el señalamiento de los errores del enemigo o la exaltación de los principios que molestan al enemigo de la institución. 

(III) El caníbal institucional luce como alienado respecto de la institución. Es como si hubiera llegado a la misma por casualidad, y se distancia de ella permanentemente. La critica como la podría criticar un recién llegado, un parvenue. Cuando representa a la institución, lo hace como actor, como quien ejerce un papel impostado del que se despoja con alegría al terminar la función, agotado por la representación. La institución, sus bases y su historia están bajo su entero juicio y examen, no la asume como un axioma sino como un problema. Nunca más lejos de este canibalismo Napoleón, cuando profirió,  "desde Clodoveo hasta la Convención, me hago cargo de todo".

(IV) Lo paradójico es que esa alienación con la institución suele coexistir con una actitud de apoderamiento nunca antes vista. El caníbal la considera como propia, y al mismo tiempo la rechaza. Es un amo, no un representante. Como tal dueño, se considera en perfecto derecho para devorarla y rehacerla. Es un heredero con perpetuo beneficio de inventario.

(V) El caníbal institucional no es la contracara del triunfalista, sino solo su contrario. Mientras que el triunfalista pretende adueñarse de la fama de la institución, exaltándola y exaltándose en una fusión idolátrica que le hace perder el alma, los principios y la causa final a la propia institución (lo que se justificará, naturalmente, en el intento antrópico de querer darle brillo y gloria), el caníbal institucional, con la misma actitud e intención,  con el mismo ímpetu antrópico y pelagiano, privatiza el triunfalismo, exaltándose. Pedirá perdón por los crímenes y errores de la institución, rara vez por los propios.

(VI) El caníbal institucional pretende sustituir con su fama el prestigio de siglos. Con las malezas de la aprobación popular, el humus de la Historia. Con los libros antiguos, los muebles centenarios, las vestes venerables, levanta una hoguera que brilla con un fulgor nunca antes visto. A la mañana siguiente encontrará cenizas. Como un Cronos invertido, será devorado por su hijo.


Ludovicus

viernes, 20 de septiembre de 2013

Agatha y Georgie

Interesante testimonio: Jorge Luis Borges fue uno de los firmantes del Indulto de Ágatha Christie. Vale la pena leerlo:

Los que llevan tiempo en la defensa de la liturgia tradicional conocen el llamado "indulto de Agatha Christie". Tras la reforma litúrgica, un grupo de 57 intelectuales de primerísimo orden dirigieron una súplica al Papa Pablo VI para que la Misa Tridentina no despareciera, por su importancia histórica, espiritual y cultural. Entre los firmantes, mayoritariamente británicos, también varios españoles: la filósofa María Zambrano, el escritor Salvador de Madariaga y el guitarrista Andrés Segovia; y también el escritor argentino Jorge Luis Borges. Los firmantes no eran solo católicos, había anglicanos, judíos, etc. Entre ellos Agatha Christie, la célebre autora de novelas policíacas.
La petición fue entregada al Papa por el Cardenal Heenan. El Santo Padre impresionado por la talla de los peticionarios, acordó que se accediera a preservar la Misa tradicional en algunas iglesias de Inglaterra. El pérfido Monseñor Bugnini, sin embargo, añadió una nota personal exigiendo que no se diera publicidad al permiso.

De la página web de Una Voce Cantabria he retomado el texto de la petición y los nombres de los firmantes:
“Si algún decreto insensato llegase a ordenar la destrucción total o parcial de las basílicas o las catedrales, obviamente serían las personas beneficiadas por la cultura -cualesquiera fuesen sus creencias personales-, quienes se alzarían horrorizadas en oposición a una posibilidad tal. Ahora el hecho es que las basílicas y catedrales fueron construidas para celebrar un rito que, hasta hace unos meses, constituía una tradición viva. Nos estamos refiriendo a la Misa Romana Tradicional. Aún así, de acuerdo a las últimas informaciones provenientes de Roma, existe un plan para hacer desaparecer dicha Misa hacia fines del año en curso. Uno de los axiomas de la publicidad contemporánea, tanto religiosa como secular, es que el hombre moderno en general, y los intelectuales en particular, se han vuelto intolerantes a toda forma de tradición y están ansiosos por suprimirlas y poner alguna otra cosa en su lugar. Pero, como muchas otras afirmaciones de nuestras máquinas publicitarias, este axioma es falso. Hoy, como en los tiempos pasados, la gente culta está a la vanguardia, allí donde es necesario el reconocimiento del valor de la tradición, y son los primeros en dar la voz de alarma cuando ella es amenazada. No estamos considerando en este momento la experiencia religiosa o espiritual de millones de individuos. El rito en cuestión, en su magnífico texto latino,  ha inspirado una pléyade de logros artísticos invalorables, no sólo obras místicas sino la de poetas, filósofos, músicos, arquitectos, pintores y escultores de todos países y épocas. De este modo pues, el Rito pertenece a la cultura universal, tanto como a los hombres de Iglesia y a los cristianos formales. En la civilización materialista y tecnocrática de hoy con su creciente amenaza para la mente y el espíritu en su expresión creativa original -la palabra- parece especialmente inhumano privar al hombre de formas verbales que han alcanzado su más excelsa manifestación. Los firmantes de este pedido, que es completamente ecuménico y apolítico, proceden de cada una de las ramas de la cultura europea y de otras partes, quieren llamar la atención de la Santa Sede sobre la apabullante responsabilidad en la que incurriría en la historia del espíritu humano si se negara a permitir la subsistencia de la Misa Tradicional, incluso aunque esta subsistencia tuviera lugar junto con otras formas litúrgicas".

Harold Acton, Vladimir Ashkenazy, John Bayler, Lennox Berkeley, Maurice Bowra, Agatha Christie, Kenneth Clark, Nevill Coghill, Cyril Connolly, Colin Davis, Hugh Delargy, +Robert Exeter, Miles Fitzalan-Howard, Constantine Fitzgibbon, William Glock, Magdalen Gofflin, Robert Graves, Graham Greene, Ian Greenless, Joseph Grimond, Harman Grisewood, Colin Hardie, Rupert Hart-Davis, Barbara Hepworth, Auberon Herbert, John Jolliffe, David Jones, Osbert Lancaster, F.R. Leavis, Cecil Day Lewis, Compton Mackenzie, George Malcolm, Max Mallowan, Alfred Marnau, Yehudi Menuhin, Nancy Mitford, Raymond Mortimer, Malcolm Muggeridge, Iris Murdoch, John Murray, Sean O´Faolain, E.J. Oliver, Oxford and Asquith, William Plomer, Kathleen Raine, William Rees-Mogg, Ralph Richardson, +John Ripon, Charles Russell, Rivers Scott, Joan Sutherland, Philip Toynbee, Martin Turnell, Bernard Wall, Patrick Wall, E.I Watkin, R.C. Zaehner, Jorge Luis Borges, Giorgio De Chirico, Elena Croce, W.H. Auden, Bresson e Dreyer,Augusto Del Noce, Julien Green, Jacques Maritain, Eugenio Montale, Cristina Campo, François Mauriac, Salvatore Quasimodo, Evelyn Waugh, Maria Zambrano, Elémire Zolla, Gabriel Marcel, Salvador De Madariaga, Gianfranco Contini, Giacomo Devoto, Giovanni Macchia, Massimo Pallottino, Ettore Paratore, Giorgio Bassani, Mario Luzi, Guido Piovene, Andrés Segovia.

Ahora, Gianfranco Amato ha publicado un libro, en lengua italiana, sobre la historia de aquella memorable petición, que está prologada por Monseñor Luigi Negri, Arzobispo de Ferrara, y que puede ser adquirido a través de Amazon.



PS: Con respecto al Truhán de Roma, ya sabíamos que a medida que pasara el tiempo y se le acabaran los fuegos de artificios iba a empezar a hacer lío en serio. Si no lo frenan, no sé hasta donde llega.
Con don Juan Carlos de Borbón, lo único que se me ocurre decirle es: "¡Pero por qué no te callas"!  

lunes, 16 de septiembre de 2013

Cum mortuis tuis

Escribe Gandalf, el mago caminante:

Acotado del hombre y al borde de una sima
donde el torrente espuma, veréis el cementerio.
Allí la liebre alcanza su más tranquilo sueño
y los elfos, nevados de luna, entran y danzan
para crédulos ojos. De aquelarre ni templo
no queda ya vestigio, pero allí se deslizan
desconsoladas gentes, que con velada angustia
le lloran su oración al viento y al celaje.
No hay tumbas orgullosas. Mas rudos caballeros,
que esculpiera el humilde querer de tiempos idos,
en tierra yacen, entre verdores de cicuta;
no es una mezcla triste, si quiebra el alba clara
el resplandor del césped, y cerca, en los arbustos,
coros primaverales entonan su alborozo.


William Wordsworth

Uno de los cementerios mas sugestivos se encuentra casualmente en la ciudad natal de rdsworth, Cockermouth, y muchas con moho. En él no sólo hay bosques y prados, sino hasta un río con puente que lo divide en dos. Además es muy bonito pues el enorme terreno tiene colinas.
Es notable la diferencia de actitud de germánicos y anglosajones ante la muerte con respecto al barroquismo melodramático o efectista latino o al necro-urbanismo francés. Acá la relación con los muertos es más serena y están integrados tanto con el entorno natural como con la vida cotidiana de los vivos, pero de un modo muy distinto a la asepsia de los modernos “Cementerios parque" que buscan ocultar todo rastro negativo y sombrío de un modo innatural y forzado. 
Por empezar, los cementerios están siempre abiertos y la gente tiene acceso cuando quiere y a la hora que quiere (en Alemania, en los pueblitos, la gente pasa al caer la tarde por el cementerio y prende una vela en una lámpara roja, es muy bonito ver todas esas luces en la semi oscuridad que permanecen prendidas hasta bien entrada la noche. Es notable que muchos han muerto hace ya tiempo y la familia sigue yendo a arreglar las flores y encender su lámpara. Acá, en Inglaterra, no hay velas, pero las tumbas están entre los árboles o en el prado (uno de los más notables que vi es el de Southampton, yendo a ver el cenotafio del restaurador de las leyes, que aún tiene a Manuelita y Terrero, allí  las tumbas más antiguas están en el bosque espeso.
En Buenos Aires uno puede ver un poco esta diferencia de concepción si uno va a los cementerios Alemán y Británico y se llega hasta la vecina y deprimente Chacarita (con la honrosa excepción del magnífico Panteón del Centro Gallego, exquisito delirio románico-céltico).  La Recoleta tiene otro estilo y tiene su encanto estéticamente hablando aunque no deja de tener ese clima de "necro-polis", es decir, ciudad de los muertos. La verdad que creo que Rosas estaba mejor en Southampton que amuchado con sus irrelevantes descendientes en una fea cripta de barrio paquete adonde nadie le lleva el apunte... 


domingo, 1 de septiembre de 2013

Olor a orco

Lo que más da que pensar en este tiempo nuestro que da que pensar,
es que todavía no pensamos.
Martin Heidegger

No podemos escapar, por más duro que sea, al ejercicio de pensar. Y sobre todo en nuestros tiempos que dan que pensar, como decía Heidegger, y que provocan que el pensamiento se vuelva peligroso cuando se fosiliza por orgullo, por pereza o por la cobardía de no querer ver la realidad y establecer con ella los vínculos de causa y efecto; cuando ya no la tiene en cuenta porque no le interesa, porque le asusta o porque no quiere hacer el esfuerzo de comprenderla.
Dicho con el lenguaje de la sensibilidad: estamos rodeados de olor a orco y pareciera que la intensidad de ese tufo ha saturado nuestros receptores odoríferos y ya no nos damos cuenta de la hediondez del vaho que nos rodea. Nos estamos acostumbrando, o hemos perdido conciencia, de que ese particular aroma que se respira, es olor a orco. La inteligencia renuncia al ejercicio del pensamiento y ya no es capaz, ni le interesa, de discernir. Me parece que es peligroso y conduce a un aburguesamiento que nos deja indolentes o anestesiados. Propongo dos ejemplos que ilustran la situación.
La página digital de Clarín de ayer ponía en la columna izquierda que se había producido el beso más esperado de la televisión argentina: se trata del que se dieron los protagonistas de una novela que emite diariamente canal 13 en el prime time, y de la que son protagonistas dos personas homosexuales, una de ellas casada y con su esposa embarazada. Otra noticia en el mismo portal nos alertaba que Pepe Cebrián había sido asaltado en la casa en la que vive junto a su esposo. Y hoy aparece otra nota que finaliza así: “Enterarse de que un marido, novio o esposa tuvo en algún momento una relación homosexual o fantasea con tenerla puede ser desestabilizador si no se comparten los mismos valores. En una pareja que tiene los mismos códigos, puede ser un disparador para otras prácticas, como el poliamor o el intercambio de parejas”, dice Alfaro. Y en la variedad, parece, estaría el gusto”.
Ya es lo más normal del mundo que cada uno tenga la “pareja” que se le ocurra, con los valores que le ocurran, aunque ellos incluyan la infidelidad con personas del mismo sexo. Cuando yo era adolescente –hace ya treinta años-, una situación como esta no solamente era im-pronunciable -o tabú como les gusta decir a los freudianos-, sino que era im-pensable. A nadie se le ocurría pensar siquiera que algo así pudiera ocurrir. Hace diez años, si un canal de televisión abierta pasaba una serie de este tipo, hubiera dado lugar a escándalos, a notas y cartas de lectores, a discusiones en talk shows y hasta pronunciamientos políticos. Hoy es normal. Nadie dice nada. Ya nadie discierne el olor a orco.
Pero lo que no puede ser normal es que nosotros comencemos a convencernos de que el olor a orco es un olor normal. O, dicho de otra manera, no puede ser normal que renunciemos al ejercicio del pensamiento que nos permita ver lo que efectivamente está pasando. Este blog es testigo de que no soy predicador de un apocalipsis cercano, pero si pensamos, resulta más que claro –al menos para mí- que todos estos son signos bastante cercanos a lo que las profecías nos describen y frente a lo que nos exigen estar alertas.
La cuestión social está irremediablemente perdida. ¿O alguien cree que Massa con sus colaboradores bellavistenses podrán desodorizar el ambiente? No dudo de la buena voluntad de muchos de ellos, pero la septicemia es ya imparable. Veamos entonces otro ejemplo de abdicación del pensamiento en un terreno más grave. Y me refiero a los terrenos de la Iglesia. Les propongo aquí algunos breves textos que pueden estimular el pensar, o el discernimiento odorífero:

Carta de Ignacio, obispo de Antioquía, a los cristianos de Éfeso, c. 110.
Yo no os doy órdenes como si fuera alguien. Porque si yo estoy encadenado por el Nombre, no soy aún perfecto en Jesucristo. Ahora, no he hecho más que comenzar a instruirme, y os dirijo la palabra como a condiscípulos míos. Más bien, soy yo quien tendrá necesidad de ser ungido por vosotros con fe, exhortaciones, paciencia, longanimidad.  Pero ya que la caridad no me permite callar respecto a vosotros, es por eso que he tomado la delantera para exhortaros a caminar de acuerdo con el pensamiento de Dios. Porque Jesucristo, nuestra vida inseparable, es el pensamiento del Padre, como también los obispos, establecidos hasta los confines de la tierra, están en el pensamiento de Jesucristo.  

Carta de Hilario, obispo de Poitiers, a los fieles de su diócesis, c. 360.
Son muchas las cosas que fueron hechas por el Hijo, algunas de las cuales nos son conocidas y otras no. ¿Cuántos son los Tronos? ¿Cuántas las Potestades? ¿Cuántas las Dominaciones? ¿Cuántos los principados? ¿Cuántos los espíritus? ¿Cuántos los ángeles? Ni el ojo los vio, ni el oído los oyó ni el corazón del hombre los ha conocido. ¡Cuánta belleza habrá en las cosas invisibles que no somos capaces de comprender! Si ni siquiera somos capaces de entender del todo las bellezas que hay en el mundo visible.

Carta de Gerberto, arzobispo de Ravena, a los fieles de Jerusalén, c. 998.
De Jerusalén salieron los apóstoles, luminosa claridad del mundo; desde allí se extendió la fe de Cristo a todo el orbe de la tierra, y en ella el mundo encontró a su Redentor. Por ella caminó la divinidad nacida junto a la humanidad, en ella padeció, fue sepultado, y desde ella se elevó a los cielos. Yo te bendigo; que crezcas y que se perdonen tus pecados, y que vivas reinando.

Carta de Víctor Fernández, arzobispo de Tiburnia y Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina a los “agentes de pastoral”, 2013.
No jodan. Por favor, los que queremos estar con la gente no dejemos de reconocer los valores que encarna este papa Francisco. Hoy estos valores no son tan frecuentes. Dejémonos de joder. Podemos detenernos a encontrar el pelo en la leche, y lo vamos a encontrar. Pero en este mundo no existe la pureza absoluta, y creo que estamos ante una oportunidad inmensa para volver a poner en el centro a Jesucristo y al pueblo que Dios ama. 
Las últimas declaraciones de Jalics, junto a la opinión de gente de izquierda con buena información, como Pérez Esquivel, Oliveira, Fernández Meijide, Navarro y otros, muestran que Bergoglio no cagó a nadie, no fue  cómplice de la dictadura, no dejó de ayudar a ocultarse o a escapar a quienes se lo pidieran, e intercedió por algunos en la medida en que podía, porque ni siquiera era obispo

No es una broma ni es un documento fraguado. Este es tan sólo un párrafo de la extensa carta que Mons. Fernández publicó hace algunas semanas en su Facebook. Quienes quieran leerla completa puedan bajarla desde aquí.
Y aclaro que no estoy haciendo trampa en la selección de textos. La carta de Mons. Fernández no es la trascripción de la grabación furtiva de una charla entre amigos. Es un documento oficial, firmado por él, y publicado, con el mismo estatus en ese aspecto  que las cartas de Ignacio, Hilario o Gerberto.  
No me interesa discutir aquí el contenido de la declaración de Fernánez. Se trata de una larga elegía a Bergoglio compuesta en dípticos villeros. Era previsible que gran parte de la clerecía argentina hiciera cola para succionar calcetines pontificios, y si un chico bien de Recoleta, devenido obispo de San Rafael, fue capaz de cometer la felonía que cometió para congraciarse con el pontífice felizmente reinante, no podía esperarse menos de un chaboncito de barrio como es el Tucho Fernández.
Lo que asusta y hace más fétido aún el aroma de la declaración del diocesano de Tiburnia, es el modo de decir las cosas. Cuesta creer que un arzobispo y rector de una universidad pueda utilizar esos términos y esas groserías. Y no es esto cuestión de finezas y melindres afrancesados. Ese vocabulario y esos modos de expresarse son reveladores de la interioridad y del corazón de esa persona que no solamente ha sido elevado a la dignidad episcopal sino que tiene a su cargo la formación de la intelligentzia católica del país y, no me extrañaría nada, que en pocos meses fuera elegido por Su Santidad para ocupar la sede de La Plata como trampolín para alzarse más tarde con la cátedra primada. Fernández habla ex abundantia cordis, y ya podemos ver lo que hay en su corazón. Este tipo es un orco, y huele a orco.
No nos acostumbremos. Estamos rodeados. Vivimos entre los orcos que soltó Sauron hace varios años y que Sarumam está incitando a actuar desde hace algunos meses.


Off topic final: Ayer, luego de mucho tiempo, fui a una misa novus ordo, celebrada por un arzobispo que no me causó mala impresión como yo esperaba que sucediera. La cosa es que recordé lo feo que suena el ustedes y toda esa transformación de verbos y pronombres que nos dejó el Impresentable antes de su trepada pontificia. Sin embargo, noté una cosa curiosa: toda la gente, en el saludo de la paz¸ decía: “La paz sea contigo”. Nadie decía: “La paz esté con vos”. ¿Por qué siguen usando el contigo cuando jamás se usa en el lenguaje coloquial argentino? Simple. La intuición de los fieles que aflora más allá de los intentos episcopales por arrasarla: la liturgia es una acción sagrada, que escapa a lo profano y que, necesariamente, debe tener un lenguaje diverso al profano. Casi como decir: “Por más que usted, señor Bergoglio, nos venga a hablar de ustedes en las acciones sacras e intente de ese modo acabar con lo sagrado, nosotros percibimos lo que es sagrado. Y no nos plegamos, ni nos podemos plegar, a sus designios”. Newman escribió un buen librito sobre el tema.