viernes, 30 de octubre de 2015

Tormenta



Hay momentos privados de los consuelos externos propios de los grandes y esplendentes siglos, como los que van del IV al XIII. Eran épocas de logros artísticos, políticos y científicos -cuando entendemos este concepto como cultural-. Nosotros, privados de tales consuelos y viviendo en tiempos estrechos y superficiales,  épocas de ansiedades que se convierten en desesperaciones, habitamos en costosas mansiones que no valen nada -el mismo dinero no vale nada-, comemos alimentos desnaturalizados, estamos sujetos a burocracias totalitarias, a guerra de guerrillas, a francotiradores, a secuestros, a una ciencia materialista, a una religión relativista y a un arte industrializado.  Entonces, la única salida del alma cristiana es la apertura paciente y silenciosa a la acción divina. Personajes bulliciosos y arrogantes, frívolos, ciegos y tramposos, se arremolinan en torno a nosotros urgiéndonos a la acción, convocando incluso a extravagantes encuentros públicos de oración. Ofrecen el mismo espectáculo desolador de una actividad infructuosa y destructiva, como los marineros camino a Tarsis mientras Jonás dormía en la tranquila y oscura bodega de la nave sacudida por la tempestad.  

John Senior, La restauración de la cultura cristiana, c. 4. 

miércoles, 28 de octubre de 2015

Otra vuelta de tuerca

La nueva interpretación de los hechos del Sínodo que publiqué ayer termina desembocando, como ha quedado claro a partir de los comentarios, en descifrar lo casi indescifrable: la personalidad del papa Francisco. A pesar de las críticas y pataleos que pueda provocar, aquí dejo algunas reflexiones:

1. Benigno y otros comentadores se preguntan para qué quiere Bergoglio tanta poder, siendo ya Papa, lo que implica poder absoluto. La respuesta es sencilla: concupiscencia. Es como preguntarse para qué quería Néstor Kirchner más millones de dólares y seguía robando o para qué quiere Tinelli más mujeres -o algún otro ser vivo- para fornicar. El deseo o concupiscencia es dionisiaco: jamás se sacia, y siempre quiere más. Recordemos lo que pasó con Adán y Eva: tenían poder absoluto sobre toda la Creación -hasta le habían puesto nombre a los animales-, pero no les bastó: quisieron ser como dioses. Bergoglio es un enfermo de poder, y esto lo ha demostrado a lo largo de toda su carrera. 
2. Argumenta también Benigno que Bergoglio no quiere no es poder sino hacer el mal y destruir la Iglesia. Es posible que busque eso siempre y cuando eso le reporte poder. A él no le importa la Iglesia, o la doctrina y fe de la Iglesia. Por eso, como escribía ayer, lo tiene sin cuidado que comulguen divorciados o que se bauticen extraterrestres, y sobre este desprecio y vanalización de los sacramentos tengo ejemplos escalofriantes, relatados por sus mismos protagonistas, que no puedo publicar. A Bergoglio no le importa destruir la Iglesia; le importa construirse a sí mismo.
3. Otro comentador dice que no cree que Bergoglio alcance a tan sofisticada maniobra. Y es una opción válida: la que dice que Bergoglio es Gardiner, un incapaz que por el juego fortuito de las circunstancias y por la mediocridad del medio, llegó donde se encuentra. Cada vez estoy menos seguro de eso. Y por varios motivos. Fue Provincial de la Compañía a los 30 años, obispo auxiliar, arzobispo, cardenal y papa. Deberían haberse combinado muchas circunstancias para que un incapaz hiciera semejante carrera. Por otro lado, si fuera realmente un opaco y limitado jesuita sudaca, no habría planificado tan cuidadosamente el Sínodo, y pongo un ejemplo. Si él realmente hubiese querido que triunfara la posición progresista, no habría anunciado la ofensiva con fanfarrias como lo hizo. Sabía perfectamente que si hacía un blitz durante el Sínodo -y un sínodo en una sola sesión-, sin anticipar nada antes, y en vez de poner a Kasper como líder del bando progre lo ponía, por ejemplo, a Scola (que en algún momento hizo una propuesta disparatada e igual de mala que la de Kasper, pero no tan grosera, de modo que para pescarla había que saber y ser despabilado -cosa que los padres sinodales no son- y,  por otro lado,  Scola era el candidato de Ratzinger con lo que habría neutralizado psicológicamente a los ratzingerianos), ganaba. En dos palabras: si organizaba un sínodo en una sola vez haciendo creer a todos los obispos que irían a Roma a divagar sobre lo mismo, como ocurre en todos los sínodos, y a decir lugares comunes y trillados entre bostezo y bostezo y, una vez allí, en medio de la segunda semana, planteaba la situación dramática del sufrimiento de los pobres divorciados, y sobre la marcha hacía moquear a los padres sinodales con el cuento del nene que le dio a su papá la mitad de la hostia y un par de imbecilidades más, y sumaba a todo eso una propuesta menos grosera y más sutil que la de Kasper, entonces los pocos balbuceos de los que dirían que eso no se puede, por ejemplo Burke, Pell y tal vez alguno mas, iban a ser callados por sus propios hermanos conservadores por romper la unidad y no seguir al Papa. Y hubiera conseguido así, en quince días de octubre de 2014, la comunión para los recasados, el matrimonio para las mascotas y el bautismo de los extraterrestres sin casi resistencia, y hubiera “triunfado” amplia y fácilmente. Pero, claro, habría quedado atrapado para siempre por los alemanes y demás progres que pedirían más y más. Es decir, habría pedido poder. Bergoglio no es tonto, aunque a veces lo parezca.
4. Un comentarista, el de las 19:25 hs. deja algunas líneas que parece broma: pareciera que él cree en la humildad de Bergoglio la cual deduce a partir de hechos tales como no usar un Mercedes Benz o no vacacionar en Castelgandolfo. ¡Tan básico se puede ser? ¿Es que todavía hay alguien que no haya caído en la cuenta de que la humildad de Bergoglio no es más que una pose? ¿Y que muchas veces se le va la mano y queda al descubierto? Cuando viajó a Estados Unidos, se paseó por sus ciudades en un Fiat 500 y rodeando de motos enormes, camionetas negras y guardaespaldas. Eso es sencillamente ridículo: un payaso no podría haberlo hecho mejor. A Bergoglio no le interesa vivir en el Palacio Apostólico ni andar en limusinas porque sabe que su imagen de pobreza le da fueros en el mundo, como Kirchner sabía que volcarse a la izquierda le daba fuero en los medios. Y los fueros son poder.
5. Otro comentarista dice que el argumento le parece demasiado conspirativo. No es conspiración. Es estrategia, y como estratega Bergoglio es un maestro. Un político y un gobernante necesitan estrategias. Un administrador de consorcio necesita una estrategia para lograr que los vecinos del edificio voten a favor de renovar la pintura, por ejemplo. Ningún político, aún del nivel más bajo, se larga a convocar un reunión sin una estrategia previa, y cuando no lo hace, sobreviene el caos. El papa Juan XXIII se largó a convocar al Concilio Vaticano II con pura ingenuidad y sin estrategias, y así le fue: se lo robaron los alemanes del progresismo más agresivo, siendo que el pobre gordo era más bien tradicional. Y otro tanto le pasó al bueno del papa Benedicto que se largo a renunciar sin tener una estrategia armada para manejar el cónclave, y así nos fue a todos.
Capablanca, otro comentador, dice: “No lo veo como un maquinador frío y calculador, como lo pinta su amigo. No porque él en particular no pueda serlo, sino porque nunca en mi vida conocí a alguien así”. Si no ha conocido hombres así, yo puedo presentarle varios y, entre tanto, sugerirle una lectura: El jefe psicópata. Radiografía de un depredador, de Hugo Morietan (El Zorzal, Buenos Aires, 2012).      
6. Y continúa Capablanca: “Lo imagino un tipo que se metió con Fe en el seminario y que luego fue cayendo en estas cosas”. Y es posible, pero hay un detalle que no debe soslayarse: ingresó a un seminario jesuita. A la compleja personalidad del joven Jorge Mario se le sumaron las mañas de los S.J. La Compañía ha hecho un daño terrible a la Iglesia y al mundo. ¿O alguno cree que fueron perseguidos o expulsados de España y de sus dominios solamente por influjo de la masonería? Lo que los masones hicieron fue aprovecharse de la situación: el odio que los jesuitas habían provocado en las cortes y clases dirigente europeas por su ambición desmedida de poder. Admito que ellos lo hacían por un fin loable: ad maiorem Dei gloriam, pero empleaban para alcanzarlo cualquier medio que les viniera en mano. Sus casas de formación fueron, y son, los ambientes perfectos para crear un psicópata, o para potenciarlo. La malhadada restauración de la Compañía de Jesús fue un error catastrófico, que nos está costando muy caro. Y me remito a lo escrito por el P. Castellani: “Tengo la opinión o la impresión que ahora puede considerarse seriamente la conveniencia de suprimir la S.J. por segunda vez…” (Carta a C. Disandro, 8 de enero de 1966), o a lo afirmado hace apenas unos meses por un venerable y admirado padre jesuita cuando se lo invitó a dar una conferencia en un medio académico sobre la Compañía de Jesús: “No acepto porque no tengo nada bueno que decir de los jesuitas”.
7. Una lectora española escribía hoy a las 8:33: “Apunta maneras de dictador y de megalómano”. Dio en el clavo, y si no me creen, pregunten a los empleados de la curia metropolitana de Buenos Aires.

En fin, el argumento de mi consultor no me termina de convencer, pero me convencen mucho menos los argumentos de quienes lo rebaten. 

martes, 27 de octubre de 2015

Una vuelta de tuerca

Ayer tuve una larga charla con uno de los consultores más antiguos y prestigiosos de este blog, buen conocedor de los vericuetos vaticanos y también de la singular psicología del papa Francisco. Él plantea una vuelta de tuerca con respecto a algunos puntos del análisis de los resultados del sínodo que publiqué en el post anterior. 
Hay acuerdo con respecto a los cinco primeros puntos del análisis, pero no con respecto al resto. Bergoglio no fue sorprendido por una inesperada resistencia conservadora. Más bien, él mismo la posibilitó, la armó y contaba con ella para su estrategia. La resistencia sinodal, es decir, el grupo de obispos conservadores dispuestos a defender la doctrina de Cristo, es a Bergoglio lo que el ISIS es a USA: Obama les tira un par de bombas para que el mundo vea que los combaten pero, en realidad, si Estados Unidos quisiera, el ISIS no existiría. Pero existe porque le es funcional. Es decir, a Bergoglio le resulta funcional una resistencia conservadora  porque lo legitima. En alguna homilía o discurso le tira algunas bombitas de agua, que la Piqué y lo suyos se encargan de trasnformar en napalm, pero los mantiene. De hecho, Francisco es monarca absoluto y podría haber acabado con ellos si esa fuera su intención, y no lo hace.
Esta ha sido la estrategia que jugó desde la preparación del sínodo ya que es el único modo de entender que haya puesto a Kasper en el candelero, siendo que el alemán es la quintaescencia de lo que Bergoglio desprecia: un intelectualoide burgués viviendo en una burbuja de cristal, sin jamás pasearse por las periferias. Por otro lado, un buen estratega político -y Bergoglio lo es- nunca pondría como líder de una facción a alguien que generara tantas resistencias si efectivamente quisiera conseguir algo. Sería caer en el error en el que cayó Cristina Kirchner: poner como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires a Aníbal Fernandez o a Carlos Zannini como candidato a vicepresidente: perdió todo.
¿Por qué lo hace entonces? ¿Qué persigue con todo esto? Hay que partir de un hecho que hemos discutido aquí en más de una ocasión:  a Bergoglio le importa un comino que los divorciados comulguen, o que comulguen los homosexuales y las mascotas, o que los marcianos se bauticen. Ni siquiera le importa que la Iglesia se reforme o se “abra”. Bergoglio es puro intelecto práctico y lo que quiere es poder (un “ávido del poder”, lo definió alguien que lo conoce bien), y ese poder está condicionado por los alemanes que son quienes los hicieron papa a cambio de reformas que él prometió solemnemente llevar a cabo. Pero a Francisco no le importan las reformas, y mucho menos si ellas debieran pagarse con el costo de un cisma; lo que le importa es librarse del límite a su poder que le imponen los germanos. 
Y es así que pergeñó la farsa del sínodo: puso como líder del área progresista al Aníbal Fernández eclesial y se preocupó de consolidar una abigarrada resistencia conservadora. Más aún, no me extrañaría que haya sido él mismo quien propiciara la “apertura” hacia la homosexualidad -lo cual estaba destinado al fracaso-, a fin de tensar aún más la situación y provocar que el grupo conservador aumentara y se aglutinara. De eso modo, ocurrió lo que ocurrió: fue “derrotado”.
Pero era eso lo que justamente buscaba: ser “derrotado”, porque es el modo de librarse de los alemanes y de aumentar su poder. Con toda verdad -verdad bergogliana por cierto-, podrá decirles: “Miren lo que me hicieron: me derrotaron. Yo quise cumplir el pacto pero no pude”. 
Pensar que el papa Francisco expresa su furia en discursos y homilías es ingenuo. Eso queda para un principiante en las lides políticas. Muchos argentinos sabemos que, cuando Bergoglio se enoja seriamente, desaparece por un tiempo, se esfuma; nadie lo ve. Jamás permitiría que se descubrieran sus debilidades. Su dominio y su formación jesuítica le impiden demostrar en público sus verdaderos sentimientos: sus discursos furibundos son pour la gallerie.

Creo que me convenció.

domingo, 25 de octubre de 2015

Conclusiones post-sinodales

1. ¿Qué consiguió el Sínodo? Nada. Nada más que aguas de borrajas para todos. Un documento diluido que dice más de lo mismo, sin las definiciones claras que buscaban los obispos católicos y sin las innovaciones que pretendían los progresistas.  
2. ¿Qué consiguió Bergoglio con el Sínodo? En primer lugar, mantener a la Iglesia durante dos años en un estado de permanente estrés, dividida, con agresiones entre sus miembros y con heridas de difícil curación. Consiguió hacer daño con la vieja táctica peronista que conocemos muy bien en Argentina: poner a unos contra otros para que el líder salga ganando y acumule poder. Consiguió también desenmascararse: los progresistas estarán ya anoticiados que es un saltimbanqui incapaz de realizar las reformas que les prometió a cambio de votos. Los católicos de todo el mundo, y no sólo los argentinos, saben ya que es un mono con navaja, peligrosísimo personaje con un enorme poder.  
3. ¿Qué decir del punto 85, que fue aprobado con la diferencia de apenas un voto? "Es por tanto deber de los presbíteros acompañar a las personas en el camino del discernimiento, según las enseñanzas de la Iglesia y las orientaciones del obispo”. Se estudiarán los casos de cada divorciado vuelto a casa y "el coloquio con el sacerdote, en foro interno (en confesión), sirve a la formación de un juicio correcto de lo que obstaculiza la posibilidad de una plena participación en la vida de la Iglesia (del divorciado) y sobre los pasos para favorecerla y hacerla crecer”. Podrán corregirme los que conocen más que yo de teología y de cánones, pero me parece que aquí no hay nada nuevo. Más aún, el discernimiento en el foro interno es doctrina católica, y es de sentido común. El único problema que veo es que tal discernimiento lo hagan con el sacerdote, pues ya todos sabemos que la inmensa mayoría de los sacerdotes de hoy, apenas si saben suficiente teología y moral para recitar el Credo, en el que probablemente no crean. Dudo de la calidad de discernimiento que algunos de ellos podrán proporcionar a los fieles.
4. ¿Hay algo nuevo en este punto? Los periodistas, muy decepcionados como bien puede notarse por ejemplo en el artículo de la Piqué en La Nación de hoy, se agarran de del punto 85 para presentar el sínodo como una “éxito de la línea aperturista del Papa Francisco”. Y es falso. El famoso discernimiento para el caso de los recasados se venía haciendo en el mundo desde hace décadas. Las personas divorciadas de un primer matrimonio y vueltas casar que quería participar en la vida parroquial y acercarse a la comunión, que no son una multitud, hace años que lo hacían. Tal como fue el caso del Motu Proprio que regula los procesos de nulidad matrimonial, se trata, en todo caso, de un blanqueo de situaciones que se daban de hecho. 
5. ¿Qué lección le quedó a Bergoglio del Sínodo? Que los obispos del mundo no son como los borreguiles obispos argentinos a los cuales estaba acostumbrado a mandar. Se ha dado cuenta que Pell, Sarah, Dolan, y muchos otros americanos, canadienses, africanos y europeos del este no son serviles y que ganaron la batalla. Aún teniendo todos los resortes del poder y habiendo hecho todas las trapisondas posibles, lo derrotaron. El punto más peligroso y más buscado por los progresistas era lograr algún ablandamiento acerca de la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad, lo que fue rechazado de plano y con dureza:  “En cuanto a los proyectos de equiparación al matrimonio de las uniones entre personas homosexuales, no existe fundamento alguno para asimilar o establecer analogías, ni remotas, entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la familia” (76).
6. ¿Qué lección le queda a la Iglesia del Sínodo? Que hay un buen grupo de obispos verdaderamente preocupados por conservar el depósito de la fe y dispuestos a luchar si a algún malandra se le ocurre tocarlo. En este sentido, el resultado del Sínodo implica un moderado optimismo para los fieles católicos. Y también ha quedado claro qué es lo que Bergoglio quiere hacer con la Iglesia. Un dato relevante que destaca Westen es que los padres sinodales que proponían las posiciones más escandalosas y reñidas con la fe, eran los que habían sido elegidos personalmente por Bergoglio y no por sus pares obispos. Es el caso de los americanos Cupich y Wuerl. A nadie se le escapa que el Papa les habrá dicho bien clarito qué es lo que quería que dijeran o que, al menos, ellos no dijeron nada sin su aprobación. 
7. ¿Qué demostró el Sínodo? Que Bergoglio es el “Papa del mundo” y no el Papa de los católicos, para ponerlo en términos simples. Con esto quiero decir que su prestigio y autoridad los recibe de parte de los poderes del mundo (prensa, gobiernos, farándula, etc.) y no de los obispos o de los fieles católicos, excepto los progresistas. Este dato no le pasará desapercibido y, probablemente, en lo sucesivo acreciente su construcción de poder en esos sectores ajenos a la Iglesia para poder condicionar a la Esposa de Cristo.  
8. ¿Cómo quedó Francisco? Las homilías que descargó durante toda la semana pasada en Santa Marta y el discurso de clausura del Sínodo demuestran que está furioso porque ha sido derrotado, y eso significa quedar debilitado y perder poder. Un “ávido del poder” como Bergoglio, que a la maldad personal le añade las perversas mañas de la Compañía, en estas circunstancias es un personaje de cuidado. Como león herido, va a lastimar a cuantos pueda y no va a cejar en su empeño de “modernizar” a la Iglesia, aunque deberá buscar otro modo de hacerlo.
9. ¿Qué se avizora? Un efecto del Sínodo no querido por la camarilla de Bergoglio, es que polarizó las posiciones y aglutinó a los obispos católicos que se dieron cuenta quién es el que tienen enfrente. Si tuviéramos un cónclave dentro de poco -Dios así lo quiera-, ciertamente sería elegido algún cardenal que representara la línea diametralmente opuesta a la de Francisco. El Sínodo sirvió para medir fuerzas, y está a la vista quiénes ganaron. Por supuesto, el próximo Papa deberá enfrentarse a los ataques más descarnados y crueles de los poderes de este mundo que lo estarán midiendo continuamente con su antecesor, y destrozándolo en la prensa.

10. ¿Cómo queda la figura de Bergoglio? Como la de un gran vendedor de humo: armó un circo en el que él, como payaso en jefe, actúa semanalmente vendiendo la imagen de una Iglesia que se adapta al mundo y reinterpreta el Evangelio a la luz de los tiempos. Los medios de comunicación, como un huracán planetario, se ocupan de esparcir el humo por todos los rincones del orbe. En la realidad, nada, o muy poco realmente cambia, porque las puertas del infierno no prevalecerán. Pero a Bergoglio como al Príncipe de este mundo, no le interesa la Iglesia real; le interesa más bien la iglesia que él construye con humo, que es la que se presenta al mundo, la que confunde, la que engaña, la que fornica con los poderes de las tinieblas.

viernes, 23 de octubre de 2015

Las corrupciones de Mr. Pale

La fama de Mr. Pale había decaído estrepitosamente en el pueblo. Se lo acusaba de corromper la fe de sus jóvenes amigos acercándolos a posturas que se alejaban de los preceptos reconocidos por la ortodoxia local, recomendándoles libros de autores de doctrina dudosa como Clemente de Alejandría, San Gregorio Nacianzeno, John Henry Newman o Tolkien; o bien, llenándoles la cabeza con mitos y misterios que podían ser fácilmente refutables con precisas sentencias tomistas. Algunos, incluso, llegaban a decir que los iniciaba en vicios tales como fumar pipa o beber whisky, pero nadie podía asegurar semejante especie.
Aunque don Gabino no hacía caso de tales habladurías, no pudo dejar de recibir a un azorado Mr. Pale que llegó a su casa acompañado del infaltable Dr. Silícides y del Poeta. 
En San Etelberto la primavera avanzaba lentamente, pero ya podían abrirse los ventanales. Los cuatro se sentaron en la sala endulzada con el perfume de los aromos y dejaron un lugar disponible para el hombre del balandrán que seguramente bajaría a unirse al grupo cuando escuchara las voces.
-No entiendo por qué les molesta tanto que la gente joven lea y se pregunte estas cuestiones - dijo Mr. Pale- Ayer nomás me crucé con el cura de la parroquia y me aseguró el infierno si sigo así. Estaba furioso porque algunos de mis amigos habían dejado de ir al grupo parroquial y dedicaban ese tiempo a leer los Grandes Libros.
- Pero ¿no es que el infierno no existe? -preguntó con picardía Silícides.
- El infierno existe para los otros y cuando conviene. Es como esos que dicen que hacer lobby es pecado y se la pasan armando trapisondas y contubernios para salirse con la suya -respondió con bronca el Poeta.
- Mire don Pale - dijo despacio don Gabino mientras se dirigía, seguido por la mirada anhelante de sus amigos, hacia el armario de los licores- lo que les molesta no es que los jóvenes lean o piensen. Lo que les molesta es no lean ni piensen como ellos quieren. 
Y volvió don Gabino del bargueño con una botella de Highland Park, un single malt de las Islas Orcadas que le habían recomendado.
- El problema de esta gente es que necesitan seguridades; quieren avanzar con las luces encendidas y no se dan cuenta que vivir por la fe, como dice la carta a los Hebreos, es caminar en lo oscuro -dijo mientras servía el single malt en las pequeñas copas atulipanadas.
Le dio la impresión de que sus amigos no habían entendido mucho, o bien que estaban más interesados en los aromas del Highland Park que en sus reflexiones.
- “Anoche me levanté del escritorio para ir a la cocina para hacerme la cenacha” -continuó el viejo- “Quise ir a oscuras, por no gastar electricidad, y me perdí. Andaba a tientas, con la mano extendida delante: así dice San Pablo que es la fe. ¡Qué tanta luz, qué tantos faros, qué tantas antorchas que han inventado los Bernárdez!  Bernárdez cree que la fe es un faro. Me perdí, me metí en un cuarto vacío creyéndolo la cocina; y después estaba en la cocina y me parecía el comedor. Pero yo sabía que andando con la mano delante, primero no me degollaría con el alambre de la ropa a secar, y segundo, algún día encontraría la llave de la electricidad, o la caja de fósforos, tan siquiera. Así dicen los teólogos que es la Fe. Nosotros, sabemos que la llave de la luz existe. Claro que antes de encontrarla en la cocina, metí dos veces la mano en la olla de la leche, y una vez el pie en el tarro de la basura, helás. Así también, me tiene que pasar en este mundo, antes de encontrar la Visión Beatífica⎯⎯si es que ya no me ha pasado. Meteré la pata en alguna basura, paciencia”. (Castellani, citado en Jack Tollers, Catena argentea, c. 3, p. 4).
Los tres se quedaron mirando por el ventanal. Parece que habían entendido un poco más.
- Omoiómati eikónos fthartu anthrópu - dijo la voz grave del hombre del balandrán mientras se acerba al grupo con la mirada fija en la botella.
- ¿Qué es eso? -preguntó Silícides que de griego sólo sabía la terminología médica.
- Es lo que escribe San Pablo en su carta a los Romanos: “Cambiaron la gloria del Dios incorruptible por  una representación en forma de hombres corruptibles” -dijo el cura mientras se dejaba caer en su sillón.
- Justamente, don Cipriano. Ha dado en el clavo -respondió don Gabino- Esta gente se resiste a caminar en la oscuridad de la fe y contratan de lazarillos a gurúes vivos o difuntos, y forman detrás de él un trencito de gente que los sigue….
- ¡Que los siguen a ciegas! -exclamó Mr. Pale. 
- Sí, pero como van tomados de la cintura del que los precede, se sienten seguros. Y guay de que alguno se salga de la fila… - terminó el viejo.
- Es como dice San Pablo nomás -reflexionó el Poeta- cambiaron la incertidumbre de la invisibilidad de Dios por la certeza falsa de las representaciones humanas: una institución, una congregación, una nación, una raza, una persona.
- Lo cual es mucho más fácil -se animó a decir el Dr. Silícides.
- Más fácil es a veces, pero más peligroso es siempre. Cuántos son los que se subieron al trencito guiados por un gurú que aparentaba luminosidades pero del que se podía decir lo que el mismo San Pablo afirma en la misma carta: “Dios los entregó a las pasiones infames…”, y lean ustedes mismos a que infamia se refiere el Apóstol (Rm. 1, 26-27), que de esas es mejor no hablar. 
- Muy bien dicho don Cipriano -dijo don Gabino- Y usted, Mr. Pale, siga con sus corrupciones. No le afloje a los mitos, a los misterios y a la sabiduría escondida de la fe de nuestros padres. Será un buen galardón para usted si sus amigos disminuyen o pierden la fe en las imágenes humanas corruptibles y dejan de “rogar al dios que no salva” (Is. 45, 20).

- “Vere tu es Deus absconditus, Deus Israel salvator” (Is. 45, 15) - dijo el hombre del balandrán mientras todos, en silencio, contemplaba como caía el sol que hasta poco antes había brillado.

jueves, 22 de octubre de 2015

Ex Oriente (et femina) lux

El sínodo de los obispos es una interesante caja entomológica en la que los científicos podría estudiar el comportamiento de las diversas especies de insectos que pueblan la jerarquía católica. Pero en ese submundo menor, en el que se mueven coleópteros y lepidópteros como Tucho Fernández, Rodríguez Maradiaga y Kasper, aparecen sorpresas. Es el caso de la Dra. Anca-Maria Cernea,  Presidente de la Asociación de Médicos Católicos de Bucarest (Rumania) que, con una valentía inusitada para los ámbitos sinodales y eclesiásticos en general, pronunció el último viernes la siguiente intervención:


Santidad, Padres Sinodales, hermanos: represento a la Asociación de Médicos Católicos de Bucarest. Pertenezco a la Iglesia Católica rumana de rito griego.
Mi madre era una dirigente política cristiana que estuvo encarcelada durante diecisiete años por los comunistas. Aunque mis padres estaban comprometidos para casarse, no pudieron hacerlo hasta 17 años después. Durante todos aquellos años, mi madre esperó a mi padre, sin saber siquiera si estaría aún vivo. Fueron heroicamente fieles a Dios y a su compromiso. Su ejemplo demuestra que la gracia de Dios puede sobreponerse a unas circunstancias sociales terribles y a la pobreza material.
Los médicos católicos que defendemos la vida y la familia vemos que, ante todo, nos encontramos en una batalla espiritual.
La pobreza material y el consumismo no son la causa primera de la crisis de la familia. La causa primera de la revolución sexual y cultural es ideológica. Nuestra Señora de Fátima dijo que los errores de Rusia se propagarían por todo el mundo.
Se hizo primero de forma violenta, con el marxismo clásico, matando a decenas de millones de personas. Ahora se hace mediante el marxismo cultural. Hay una continuidad, desde la revolución sexual leninista, a través de Gramsci y de la Escuela de Frankfurt, hasta la actual ideología de los derechos homosexuales y de género.
El marxismo clásico pretendía rediseñar la sociedad adueñándose por medios violentos de la propiedad. Ahora la revolución va más lejos: pretende redefinir la familia, la identidad sexual y la naturaleza humana.
Esta ideología se hace llamar progresista, pero no es otra cosa que la tentación de la serpiente antigua para que el hombre se haga el amo, reemplace a Dios y organice la salvación en este mundo.
Es un error de naturaleza religiosa; es gnosticismo. Los pastores tienen la misión de reconocerlo y de alertar al rebaño de este peligro.“Buscad, pues, primero el Reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura”.
La misión de la Iglesia es salvar almas. En este mundo el mal proviene del pecado. No de la disparidad de ingresos ni del “cambio climático”. La solución es: Evangelización. Conversión. No un dominio cada vez mayor por parte de las autoridades. No un gobierno mundial. Esos son hoy en día los agentes principales de la imposición del marxismo cultural, por medio del control de la natalidad, la salud reproductiva, los derechos de los homosexuales, la ideología de genero, etcétera. Lo que el mundo necesita hoy en día no es que se limite la libertad, sino libertad verdadera, liberación del pecado. Salvación.
Nuestra Iglesia estuvo prohibida durante la ocupación soviética. Pero ninguno de nuestros doce obispos traicionó la comunión con el Santo Padre. Nuestra Iglesia sobrevivió gracias a la determinación y el ejemplo de nuestros obispos, que resistieron en las cárceles y entre el terror. Nuestros prelados pidieron a los fieles que no siguieran al mundo. No que cooperan con los comunistas.
Ahora necesitamos que Roma le diga al mundo: “Arrepentíos de vuestros pecados y volved a Dios, porque el Reino de los Cielos está cerca”:

No sólo nosotros los católicos laicos, sino también muchos cristianos ortodoxos están rezando fervorosamente por este Sínodo. Porque, como ellos dicen, si la Iglesia Católica se entrega al espíritu de este mundo, será muy difícil para todos los demás cristianos resistirlo.

miércoles, 21 de octubre de 2015

El tumor pontificio


Anoche se conoció en Italia y en el mundo la noticia: el Papa Francisco tendría un tumor cerebral
Lo publicó el diario boloñés Quotidiano Nazionale y aseguran que se trata de un dato que fue chequeado con diversas fuentes y que era conocido desde hacía ya tiempo. Hoy se hacen eco del mismo en portada los principales diarios italianos. 
Por supuesto, y como era previsible, el P. Lombardi salió inmediatamente a desmentir la noticia: el Papa goza de buena salud. El problema es que el pobre Lombardi tiene la credibilidad de Aníbal Fernández: dicen lo que le ordenan que diga de Santa Marta.
Y la Piqué, en La Nación de hoy, agrega el testimonio irrefutable de Mons. Karcher: "El Papa tiene una salud de hierro". El problema es que Karcher tiene la credibilidad, y la imagen, de Vicky Xipolitakis.
No sería extraño que, en las próximas horas, algún representante del Opus Dei o del IVE o de algún otro grupúsculo neocon, saliera a decir que la mancha negra que habría aparecido en el cerebro pontificio es una confirmación de la infalibilidad divina pues no sería otra cosa que la somatización de la conexión espiritual constante que mantiene el Papa con el Espíritu Santo.
Veremos qué ocurre en los próximos días, y meses. Y digo veremos porque, aún cuando fuera verdad, el Vaticano seguirá negando todo. Pero este tipo de patologías tienden a manifestarse con bastante visibilidad. La "manchita" explicaría, por ejemplo, la mirada perdida y los gestos ausentes que es posible descubrir en el pontífice en los innumerables videos de Youtube, cuando no está alerta y actuando para las cámaras.
Que San Pantaleón le conceda salud. 

martes, 20 de octubre de 2015

La importancia de ser inútil

En los momentos en los cuales las sociedades comienzan a crujir presagiando la inminencia de sus caídas, es natural que los hombres íntegros se pregunten con inquietud qué hacer, y surge siempre la tentación de soñar con grandes empresas y buscar con desesperación a un líder salvador, convirtiéndose todos en soldados rasos a su servicio y postergando, en razón de ese difuso bien común, las propias particularidades. Los inútiles, es decir, los que no se enrolan en esa empresa y no militan en tal batallón, son desechados como lastre más pesado aún que el que representan los paganos.  
Pero lo cierto es que la historia nos enseña que en esos momentos críticos los más útiles son los inútiles. Mientras Europa se desangraba durante la Segunda Guerra Mundial, un inútil profesor universitario de Oxford se dedicaba a escribir una fantasía que terminó llamándose El Señor de los Anillo, un libro que ha salvado más vidas que cientos de grupos parroquiales juntos. Pero quiero fijar la mirada en esta ocasión  en un momento histórico similar al nuestro y en un personaje al que aún hoy mucho le debemos.
El siglo VI se encontró que Europa ya no existía. El Imperio Romano de Occidente había caído y lo que había sido una unidad orgánica, ahora no era más que un conglomerado de ciudades que giraban en la órbita de las tribus bárbaras vencedoras: visigodos en España, francos en la Galia, burgundios en Retia, vándalos en África y ostrogodos en Italia. Aunque todos pretendían seguir siendo “romanos”, Roma ya no existía, y los únicos que mantenía cierto orden eran los obispos, organizados según el diseño de la antigua administración imperial.
La papuerización de la cultura y la educación parecían irremontables. Signo de ello era que ya nadie en Occidente sabía griego, e ignorar esa lengua era ignorar la filosofía, los clásicos y, todavía más importante, la teología, porque el cristianismo se había desarrollado teológicamente en Oriente. Aún el mismo latín estaba perdiéndose puesto que la atomización política había propiciado también la atomización lingüística y ya se estaban fortaleciendo las lenguas romances. Como señala Pierre Riché (Éducation et culture dans l’Occident barbare. VI – VIII siécle, Seuil, Paris, 1995), las clases dirigentes habían perdido todo interés por la cultura clásica y por la educación en general y aún la formación de las elites políticas y religiosas era más que deficiente.
 En ese momento asciende al trono de Italia el ostrogodo Teodorico cuyo poder militar le permitió  gobernar sobre las penínsulas itálica e ibérica, la Galia mediterránea y las provincias del Danubio. Preocupado por hacer resurgir el imperio no sólo políticamente sino también culturalmente llamó a su lado a Boecio y, posteriormente, a Casiodoro. Y este el personaje en el que quiero detenerme. La familia de Casiodoro formaba parte del patriciado romano y él mismo había sido nombrado cónsul siendo muy joven. A pesar de las circunstancias de su época, fue quizás el último de los romanos en recibir la formación clásica reverdecida con el cristianismo.
Sucedió en su cargo a Boecio y estuvo al lado de Teorodico luchando, junto al rey, para restaurar el principado y las grandezas culturales del imperio. No pudieron. Muerto el rey, Casiodoro continuó en su puesto durante algún tiempo con la nueva reina, pero pronto se dio cuenta que no había caso: todo se caía a pedazos. La solución no venía a través de la política –él lo había ensayado- ni a través de las grandes empresas. Era la hora de los inútiles. Y así fue que se retiró a una de las posesiones de su familia en Esquilache donde fundó el Vivarium, una especie de monasterio en el que sus habitantes tenían un solo cometido: estudiar y copiar las obras clásicas, griegas y latinas, que había legado la antigüedad. Casiodoro se daba cuenta que, sin ese repositorio, Occidente estaba perdido.
Y fue gracias a su labor que los monjes medievales conocieron a Séneca y Cicerón, y a todos los demás clásicos, y que hoy podemos leer a Virgilio. Fueron estos inútiles escapistas, refugiados cómodamente en una casa solariega mientras Occidente se caía, los que salvaron a Occidente. No quisieron meterse en política –más bien huyeron despavoridos de ella- y ni siquiera les importó las triquiñuelas eclesiásticas. Se dedicaron a hacer lo que sabían y podían hacer: estudiar y copiar para conservar.
Los tiempos de hoy son bastantes similares a los del siglo VI. La diferencia está en que ningún Teodorico se avizora en el horizonte y mucho menos un papa Agapito. Es la hora, entonces, de Casiodoro, es decir, es tiempo para que cada uno desarrolle sus propios dones y particularidades. Es la hora de que los poetas se dediquen a cantarle a la luna y a la mujer amada, que los pintores pinten íconos, que los músicos interpreten a Bach y a Beethoven, que los políglotas traduzcan y que los monjes recen. No estoy abogando, por cierto, de que todos nos retiremos a algún monasterio abrigado por las montañas o por los bosques. Estoy diciendo que es el momento en el que cada haga lo que sabe hacer, según Dios se lo pide, más allá de las estructuras institucionales que no siempre son funcionales. 

Es la hora de los inútiles.

lunes, 19 de octubre de 2015

Satán


Satán es uno de los libros más importantes de Albert Frank-Duquesne. La librería Vórtice acaba de publicarlo en versión electrónica y de descarga gratuita.
Y en castellano, con traducción de Jack Tollers y estudio preliminar del P. Carlos Baliña.
Pueden bajarlo en diferentes formatos desde aquí.

viernes, 16 de octubre de 2015

Portazo al Sínodo

Steve Skojec (de www.onepeterfive.com) y Patrick Archbold (de www.creativeminorityreport.com) han redactado una petición a los participantes del sínodo sobre la familia para que se pongan de acuerdo y se retiren de la reunión de consuno para que quede palmaria constancia de su desacuerdo con el modo de proceder adoptado en aquella reunión tanto como por los contenidos que presumiblemente quedarán plasmados en las conclusiones finales.

Aquí el texto traducido por Jack Tollers: 

Estimados Padres Sinodales:
Les damos las gracias por dar testimonio de la verdad y defenderla en todo lo referente al matrimonio y la familia tal como siempre lo ha proclamado la Iglesia fiel a Nuestro Señor Jesucristo. A medida que se desenvuelve el Sínodo Ordinario sobre la Familia, la confusión y los escándalos se propagan entre los fieles. Hay católicos preocupados por cuanto algunos miembros de este cuerpo de sucesores apostólicos, bajo la guía del Papa, están tratando de homologar relaciones homosexuales, cuestionando la indisolubilidad del matrimonio y que quieren permitir la distribución de la Santa Eucaristía a gente en situación irregular y no arrepentida. 
El Instrumentum Laboris que rige el Sínodo ha sido redactado en un lenguaje que tanto por lo que incluye como por lo que omite en ciertas secciones (§ 122-123; §§ 124-125; §§ 130-132 (55-56); §137), desde un punto de visto católico y ortodoxo constituyen afirmaciones inaceptables en lo que se refiere a su aproximación a los temas del divorcio y tentativas de casarse nuevamente, aparte de lo referido a la homosexualidad y la anticoncepción. Con profundo dolor hemos comprobado cómo se ha ido gestando esta crisis, comenzando con la sesión extraordinaria del año pasado, en octubre de 2014, con lo que se nos ha hecho muy difícil confiar en que finalmente desembocaría en un final feliz.  
Los retoques irregulares a las reglas que rigen el proceso actual del proceso sinodal prácticamente asegura que el Instrumentum Laboris terminará rigiéndolo todo. Este proceso revisado a todas luces parece rechazar todo diálogo, transparencia y colegialidad, y el comité que redacta el documento final del Sínodo pareciera no tener en cuenta ninguna opinión substancial de los padres sinodales. Lamentamos comprobar que ni siquiera se ha acusado recibo de las muy notables y públicas apelaciones filiales y cartas abiertas dirigidas a los organizadores del Sínodo y no hay señal alguna de que fueran a enmendar su proceder. Varios cardenales encumbrados han expresado su preocupación al Papa pero su parecer ha sido sumariamente desestimado como opiniones que ni siquiera vale la pena considerar, además de resultar acusados injustamente cuando expresaban legítima preocupación de que no serían escuchados. 
Teniendo presente todo lo expuesto precedentemente no podemos sino temer que el Sínodo Ordinario intentará recomendar modificaciones de las enseñanzas y de las prácticas pastorales contrarias al Evangelio de Cristo, a la enseñanza constante de la Iglesia en todo lo concerniente al sagrado misterio del matrimonio y a la naturaleza de la sexualidad humana. Si así fuera, incontestablemente se pondría en peligro a las almas de este tiempo. 
El Código de Derecho Canónico en su canon 212 §3 declara que los fieles católicos “tienen el derecho, incluso en algunos casos el deber, de conformidad con sus conocimientos, incumbencias y responsabilidades, de manifestar a los sagrados pastores sus puntos de vista en lo todo asunto que refiera al bien de la Iglesia. Y también cuentan con el derecho de hacer conocer sus opiniones a los demás fieles de Cristo…” 
Por tanto, respetuosamente pedimos que cada uno y todos los obispos católicos fieles, después de haber hecho cuanto hayan podido oponiendo resistencia a los que niegan las enseñanzas de Cristo, que, si la dirección general de Sínodo permanece inalterada y las voces fieles continúan desoídas, cumplan con su sagrado deber y se retiren públicamente de la reunión antes de que concluya haciendo constar que no continuarán participando del Sínodo con el objeto de impedir escándalos mayores y una generalizada confusión. 
Aquellos obispos que permanezcan como participantes aceptando los procesos instrumentados y sus conclusiones, ciertamente deberán cargar con la consecuente responsabilidad por la confusión y los pecados engendrados entre los fieles católicos como consecuencia de esta desastrosa reunión.  

Los interesados en firmar, dirigirse a:


jueves, 15 de octubre de 2015

El Papa fashion

¿Alguien vio posar a algún Papa de esta manera?

En la tapa en la revista Paris Match de esta semana: 
"El Papa Francisco recibe a París Match en su casa del Vaticano"


martes, 13 de octubre de 2015

¡Qué te hicieron Bergoglio!

El sitio Secretum Meum Mihi reporta un artículo de Dagospia en el que se narra, entre otras cosas, la reacción del papa Francisco cuando se enteró de la filtración de la carta escrita por los trece cardenales. Un baldazo de agua helada que se sumó a la noticia del monsignorino que salió del armario. Aquí el relato:

"Ayer en la noche, a las 19 horas, en el Vaticano sucedió el fin del mundo. Inmediatamente después de la publicación, en el blog del vaticanista de “L’Espresso” Sandro Magister, de la carta con la que 13 cardenales planteaban al Papa sus objeciones sobre el Sínodo, el eternamente amable Bergoglio se fue con toda la furia. Cogido por un improviso y violento ataque de ira, Bergoglio primero tronó contra la purpura conservadora (“Si las cosas están así pueden irse. La Iglesia no necesita de ellos. ¡Los echo a todos!”) y luego —desfogada la ira— tuvo un leve malestar. Un poco de taquicardia, una subida de presión. Nada serio, pero sintomatico de un malestar —no sólo físico— que se vive desde hace meses en las secretas estancias... “

¡Qué te hicieron, Bergolglio!

Vizcacha

El Viejo Vizcacha es un personaje del Martín Fierro. Es el Maquiavelo argentino, hábil para dar consejos y enseñar mañas a fin de salirse con la suya, pasarla bien y mantener el poder. Decía, por ejemplo, 

No te debés afligir
Aunque el mundo se desplome;
Lo que más precisa el hombre
Tener, según yo discurro,
Es la memoria del burro
Que nunca olvida ande come.

Dejá que caliente el horno
El dueño del amasijo.
Lo que es yo, nunca me aflijo
Y a todito me hago el sordo:
El cerdo vive tan gordo
Y se come hasta los hijos.

Lo importante, para Vizcacha, no es la inteligencia del hombre superior sino la del burro que sabe lo esencial: el lugar donde hay comida. Lo importante es no pelearse con los que no conviene; dejar hablar a todos pero no hacer caso a nadie. 
Los memoriosos cuentan que el P. Jorge Bergoglio tenía siempre sobre su mesita de luz El príncipe de Maquiavelo. Es más probable que haya tenido el Martín Fierro de José Hernández, marcado en el episodio del Viejo Vizcacha.
Ya todos los lectores del blog estarán al tanto de las ideas y vueltas de la carta que publicó Magister en su blog; de la cobardía de algunos cardenales negacionistas y de la hombría de otros, como Pell y Napier, que admitieron haberla firmado. 
El matrimonio periodístico formado por el ex-sacerdote Gerard O’Connell y nuestra amiga Elizabetta Piqué asestaron entre ayer a la noche y hoy, una nueva operación de prensa, muy probablemente con la venia de Vizcacha. Pueden verlo en el semanario de los jesuitas de Estados Unidos America y en La Nación
Más allá de los firmantes asumidos o vergonzantes, la existencia de la carta indicaba una difusa y creciente inquietud entre muchos padres sinodales debido a la insistencia en imponerles como base de discusión un documento, el Instrumentum laboris, que día a día se revela como inadecuado, y el temor a que este escrito invadiera con su ambigüedad la Relatio finalis, cuya redacción está en manos de una comisión nombrada totalmente por Vizcacha -y no elegida por los miembros del sínodo, como había sido siempre la práctica-, integrada por una apabullante mayoría de progresistas.
En vez de una Relatio finalis larga, discursiva y condicionada por el Instrumentum laboris, insidiosa y complicada para ser votada, lo que provocaría que debiera ser aprobada o rechazada en bloque, muchos padres sinodales preferían que al final de la reunión se votara punto por punto propositiones sintéticas y claras, como siempre se hizo en el pasado. Pero está esperanza fue sepultada la primera semana del sínodo por la inesperada intervención del mismo papa Francisco y de sus dos secretarios a fin de bloquear cualquier posibilidad de cambio en el reglamento. 
Se trata, claramente, de una estrategia de Vizcacha: el documento o relatio finalis que probablemente ya esté escrito -es lo que se dice-, será largo, aburrido y ambiguo, con ese lenguaje repugnante e indigestible propio de los documentos episcopales argentinos, de las encíclicas bergoglianas y de los escritos de Tucho Fernández. Un texto de esta naturaleza no podrá ser votado punto por punto y se pedirá su aprobación o rechazo en bloque. Ciertamente, no será rechazado, y quedará entonces como fruto del sínodo de la familia un lagunoso documento que servirá para convalidar cualquier postura: la de los más progresistas y la de los conservadores. Díganme si no es esta una típica maña de Vizcacha.
Pero eso no es todo. Un periódico alemán publicaba hoy una nota titulada “El sínodo de las sombras”.  En síntesis, lo que allí se cuenta, es que el papa Francisco recibe todos los días en su despacho de Santa Marta, individualmente, a muchos de los participantes del sínodo con quienes pasa largos momentos de conversación. 
Es decir, Vizcacha se está encargando de “operar” a aquellos padres sinodales más flojitos o temerosos, ablandándolos con lisonjas o amenazándolos con misericordiaciones -no lo sabemos-, a cambio de que se pasen al bando de los progresistas y lo acompañen en todas sus decisiones.
Díganme, otra vez, si no es eso lo que históricamente hicieron los gobernantes peronistas con los legisladores de la oposición: un cheque o un carpetazo con el reporte de negocios sucios, son suficientes para comprar un voto a la hora de aprobar leyes. 

Nunca hubiera imaginado José Hernández que se convertiría en el libretista de uno de los peores y más dañinos pontificados de la historia.

lunes, 12 de octubre de 2015

Perlitas sinodales

. El Papa Francisco asumió el ministerio petrino consolando a sus fieles con la promesa de una “Iglesia de puertas abiertas”. No aclaró que, en cambio, el aula sinodal sería de puertas cerradas con varios cerrojos, los suficientes para tener bien enjaulado al Espíritu Santo. Su amanuense, el cardenal Beria-sseri (¿o era Baldisseri?) dispuso que, sobre las discusiones de los padres
sinodales, solamente se conocerá lo que la oficina de la Santa Sede decida al final de la jornada de trabajo. Cada uno de los participantes podrá dar a conocer a los medios lo que él dijo pero no lo que dijeron otros sinodales. “Transparencia y apertura en primer lugar”, es el lema de Beria.  No contaban, sin embargo, con que los obispos polacos son un poco duros de entender y publicaron en la página web de su Conferencia Episcopal un breve resumen de las intervenciones de todos los Padres del Sínodo. Por cierto, la información duró pocas horas porque, desde el Vaticano, los obligaron a quitarla. Sin embargo, fueron prudentemente registradas por medios como Infovaticana y Rorate Coeli. Se pueden recoger varias perlitas de lo afirmado por nuestros padres y maestros en la fe.
. El obispo belga Johan Bonny propuso que “Debe tenerse en cuenta los elementos positivos presentes en las uniones civiles, prestar atención a los “granos de verdad” que contienen. Evitar la exclusión. Dejar un margen de maniobra a los obispos locales. Desarrollar una visión de la Iglesia como familia – unidad en la diversidad”. Más que “granos de verdad”, yo veo en las uniones civiles “pústulas de sífilis” y no me parece que las consideraciones de este señor obispo sean católicas. Alguien podría decir que, en la historia de la Iglesia, fue muy común que, en sínodos y concilios, los obispos participantes afirmaran doctrinas contrarias la ortodoxia. Pero, claro, una cosa era escuchar a un obispo nestoriano pronunciarse por las dos personas de Cristo o Felix de Urgell proclamar que Jesús era sólo hijo adoptivo del Padre. Cosa muy distinta es la propuesta del obispo belga acerca de una Iglesia como “unidad en la diversidad” que, para él, significa que los adúlteros y sodomitas de cualquier pelaje deben ser acogidos y aceptados en su estilo de vida. 
. Los obispos panameños poseen una refinada formación teológica. El arzobispo Lacunza, abogó por una apertura de la Iglesia a los divorciados con un ejemplo veterotestamentario: “Moisés dio su consentimiento a las personas, al divorcio por “la dureza de su corazón”. Hoy en día, la “dureza de corazón” se opone a los planes de Dios. ¿No podría ser Pedro tan misericordioso como Moisés?”. No contaba este agustino recoleto con la sutileza bizantina del patriarca sirio melquita Gregorio III Laham quien le recordó que “Jesús corrigió a Moisés" y que, por tanto, el razonamiento del panameño no tenía fundamento alguno. Y remató: “La inestabilidad del matrimonio es contraria a su naturaleza”.  
. El canadiense Lacroix repitió una cantinela contemporánea: “Dios te ama como eres, pero Él no te deja en el lugar donde te encuentras”. ¿Qué significa eso? ¿Jesús amó a la Magadalena como era? Ciertamente la amó como pecadora pero le exigió que se arrepintiera y no volviera a pecar. Pareciera que se trata solamente de sincerarse consigo mismo y presentarse como tal  ante el Señor, porque es así como Él nos ama. Y está bien, pero no dicen que ese es sólo el primer paso. Es como si el hijo pródigo cayera en la cuenta que está enterrado en la inmundicia de los cerdos y mandara a decir a su padre dónde se encuentra, asegurándole que allí se quedará. Mons. Lacroix dice que Dios no te deja en el lugar donde te encuentras, y yo digo que sí te deja allí donde quieres estar porque respeta tu libertad. Él no te sacará si tu no quieres salir.
. En tanto, el arzobispo brasileño Castriani recordaba a los padres sinodales que el Amazonas está desapareciendo. Su próxima intervención consistirá en una propuesta para salvar a las cacatúas de la extinción.
. El arzobispo de Berlín, Heiner Koch, se pregunta el por qué de la exclusión de los sacramentos a los re-casados. La respuesta es bastante simple: porque para recibir los sacramentos de vivos, entre los que se encuentra la eucaristía, hay que estar en gracia de Dios, y el adulterio es pecado mortal. 
. Interesante la intervención del cardenal Rylko: “Se dice que la Iglesia debe ser como “un hospital de guerra”, pero nadie puede ser obligado a ir al hospital”. La imagen del “hospital de campaña”, propuesta por el el Papa Francisco, no tiene más que un efecto mediático. Lo ha notado Rylko: de nada sirve el hospital si los enfermos no quieren curarse. La enfermedad de fondo es la falta de fe en los enfermos… y en los obispos. 
. El también alemán cardenal Marx afirmó que “No hay que mostrar los aspectos negativos de nuestra cultura, porque nuestra gente no entiende”. Mostrémosle los pajaritos y las florcitas de la primavera pero no les digamos que después viene el invierno. Es decir, no le hablemos del infierno y de la condenación eterna porque entienden. El problema es que lo van a entender cuando ya se estén tostando. Y me pregunto yo de quién será la responsabilidad.
. Chapeau para el bielorruso Tadeusz Kondrusiewicz:  “Si estamos de acuerdo con dar los sacramentos a los divorciados que viven en una nueva relación, estamos a favor del divorcio”. No me extrañaría que sea próximamente misericordiado.

. Y para cerrar, el cardenal Pell, como digno ex-Wallabies, apuntó directo al Papa Francisco: “¿Por qué la comisión que redactará la relación final del Sínodo ha sido nombrada con esa composición?”, dijo. La composición tiene una clara mayoría progresista y ha sido nombrada directamente por el Bergoglio. Ya sabemos entonces, el por qué.  

jueves, 8 de octubre de 2015

El sínodo de Groucho Marx


Está por ver que el Espíritu Santo asista a los obispos reunidos en el sínodo de la familia que se está celebrando estos días en el Vaticano. Pero el que sin duda está presente y omnipresente en esa asamblea, es el espíritu de Groucho Marx. De ahí que el lema del sínodo pueda resumirse en su archiconocida frase: «Estos son mis principios; y si no le gustan, tengo otros».
Es evidente que los principios de la Iglesia católica relativos a la familia no son del agrado de nuestra posmoderna civilización occidental. Se acerque uno como se acerque al tema, y por mucha voluntad de vivir y dejar vivir que se pretenda, la idea católica de familia, y la mentalidad dominante en nuestros días, no encajan, y a duras penas si pueden coexistir. Empezando por el postulado de que el matrimonio es un vínculo de un hombre con una mujer. Siguiendo por la indisolubilidad de dicho vínculo. Y concluyendo por la idea de que el matrimonio debe estar abierto a la procreación. En un mundo como este, férreamente dominado por la lógica binaria, no hay forma humana de conjugar semejante planteamiento con la extendidísima idea de que un matrimonio es un vínculo entre dos (???) seres adultos cualesquiera del género humano ―e incluso esto último tal vez sea también revisable―, que se ligan libremente por el tiempo y en la forma en que ellos decidan, y, por supuesto, sin compromiso alguno de procurar descendencia.
De manera que el conflicto entre la Iglesia y el mundo está garantizado. ¿Garantizado? Bueeeno. Parecía que sí, pero ahora va a ser que no. Y es que, por lo que vamos viendo, el Pontífice felizmente reinante conoce bien la sentencia de que, si uno no quiere, dos no se pelean. Y ha decidido que él no quiere pelearse (¿con la clientela?). Quede para San Pablo aquello de «he peleado el buen combate». Además de que San Pablo era un peligroso extremista, y bastante homófobo. Algún día habrá que ajustar las cuentas con él. Pero guardemos eso para otro sínodo, porque no se puede resolver todo de una vez. 
De momento, conviene buscar la forma de decir «Diego» donde se dijo «digo» en el tema de la familia. Pero tampoco se puede hacer eso muy directamente, puesto que no hay que olvidar que en la Iglesia sigue quedando alguna gente que cree en el catecismo, y que incluso recuerdan la «familiaris consortio» de San Juan Pablo II (... otro pesado). Y tales integristas podrían enfadarse si no se procede con tacto y sutileza, y montar desagradables broncas.
De manera que lo mejor es salir a las periferias de la inteligencia, a buscar conceptos indigentes, vagos y neblinosos, que nos permitan afirmar, según levante el día, o según se mueva el viento, una cosa o su opuesta, con teológico desparpajo: «inclusividad», «gradualidad», distinción entre «doctrina» y «pastoral»,... Todo esto da mucho juego. Siempre podremos sostener que la doctrina no cambia, sólo que ella describe el ideal hacia el que nos encaminamos. Ahora bien, mientras que llegamos o no, hay que tematizar el proceso (¿infinito?) de acercamiento, en el que caben, como estadios intermedios, todas las realidades humanas que se pretenda. Las cuales requieren un misericordioso acompañamiento pastoral, y blá blá blá. Y no olvidemos, además, que la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte.
Una pena que San Juan Pablo II, quién sabe si oliéndose ya el pastel, escribiera en la encíclica «veritatis splendor» cosas como esta:

«La doctrina de la Iglesia, [...], es juzgada no pocas veces como signo de una intransigencia intolerable, sobre todo en las situaciones enormemente complejas y conflictivas de la vida moral del hombre y de la sociedad actual. [...] Pero, en realidad, la maternidad de la Iglesia no puede separarse jamás de su misión docente [...] En realidad, la verdadera comprensión y la genuina compasión deben significar amor a la persona, a su verdadero bien, a su libertad auténtica. Y esto no se da, ciertamente, escondiendo o debilitando la verdad moral, sino proponiéndola con su profundo significado de irradiación de la sabiduría eterna de Dios [...] Incluso en las situaciones más difíciles, el hombre debe observar la norma moral. Sería un error gravísimo concluir... que la norma enseñada por la Iglesia es en sí misma un "ideal" que ha de ser luego adaptado, proporcionado, graduado a las —se dice— posibilidades concretas del hombre: según un "equilibrio de los varios bienes en cuestión".»

Difícil lo puso. Pero para eso tenemos un sínodo de la familia. Y un pueblo desmemoriado. Entretanto, el enjambre de padres sinodales zumba suelto por Roma, y, de repente, todo parece posible, aceptable, y pastoralmente acompañable: Del divorcio a la poligamia, nada queda sin probar. ¿En qué puedo servirle? ¿Qué desea el señor? Este debe ser el nuevo tono eclesial. O, como declaró un destacado participante el otro día: «Debe ponerse fin al lenguaje exclusivo y hacer un fuerte énfasis en abrazar la realidad tal como es». Que es lo mismo, pero en más fino.
Groucho Marx sonríe, mientras su cinismo toma posesión de los príncipes de la Iglesia, ya con todo descaro. La doctrina y el depósito de la fe son cortados a pedazos, y sus astillas arrojadas a la caldera sinodal, que gira y gira a toda velocidad. ¡Más madera, muchachos, esto es la guerra!

«Una noche en la ópera», «Un día en las carreras», «Un sínodo de la familia». Grandes comedias de los hermanos Marx. Aunque, bueno, el mérito de la última no corresponde exclusivamente a ellos. Pues, a fin de cuentas, el guión lo ha escrito el Papa Francisco. Y el Papa Francisco ha elegido a los actores, y a los redactores de las conclusiones, y hasta lo que deben concluir. El Papa Francisco es, en definitiva, la continuación de Groucho Marx por otros medios.

Francisco José soler Gil

martes, 6 de octubre de 2015

Del lodazal a la ciénaga

Llama la atención que una institución como la Iglesia Católica que, aún desde un punto de vista meramente humano, ha pervivido en el tiempo como ninguna otra, superando innumerables avatares históricos debido a la pericia de su clase dirigente, se encuentre en el actual nivel de decadencia, incapaz de activar los anticuerpos acumulados durante tantos siglos a fin de deshacerse de los bandidos que la han invadido
¿Cómo se explica que Jorge Mario Bergoglio haya llegado a ocupar la Sede de Pedro? Se trata de un personaje limitado que, si hubiera permanecido en ocupaciones mundanas, jamás habría pasado de jefe de estación ferroviaria de pueblo. O bien, ¿cómo es posible que Mons. Krzysztof Charamsa haya permanecido durante años ocupando un puesto en la Congregación para la Doctrina de la Fe y, paralelamente, llevando una vida de pecado a través de conductas homosexuales,  conviviendo con otro hombre, en abierta oposición a la doctrina que debía defender y a los mismos mandatos del Señor? ¿Es que nadie se dio cuenta? ¿Es que a nadie le importó? ¿Es que nadie se animó a echarlo? ¿Qué cocido se cuece tras los muros vaticanos?
Las causas de este fenomenal desaguisado son múltiples. Y yo quiero insistir una vez más en una de ellas: el abandono por parte de la Iglesia de la inteligencia. Y el ejemplo más palpable de todos es que, al pontífice brillante intelectualmente que tuvimos hace pocos años, lo dejaron solo en la durísima tarea de gobernar, forzando su renuncia, y elevaron a su puesto a un vivillo incapaz de hablar con propiedad siquiera su lengua materna.
En el siglo XIII, los “cuadros” de la Iglesia se formaban en las universidades. Los estudiantes de París, Oxford y Bolonia eran todos clérigos, religiosos o seculares. No pretendían formar intelectuales; simplemente formar la inteligencia de la fe en quienes iban a predicarla. Luego, los jesuitas inventaron los seminarios, y algún tiempo después apareció Saint Sulpice. Hoy, los sacerdotes se forman en parvularios intelectuales. Y pongo un ejemplo. En el seminario de una diócesis de la periferia cuyana, un personaje menor y prescindible, enseña seis materias filosóficas. Me pregunto yo cómo se hace para poseer semejante sapiencia si a esa tarea se suman las funciones pastorales que desempeña y las tareas burocráticas que el obispo le encomienda en la curia. Pero esto no es todo. Este señor cura ha elaborado un documento para sus seminaristas en el que, partiendo de la infalibilidad del magisterio de la Iglesia y del poder magisterial de los obispos, que delegan en los profesores de los seminarios (?), concluye que los seminaristas no pueden discutir u objetar lo que sus profesores le enseñan. Replica, por cierto, lo que su Ordinario enseña: la obediencia está antes que la Verdad.
Vuelvo a la pregunta inicial resignificada por el caso relatado: ¿cómo es posible que la Iglesia haya seleccionado como responsables de una porción de su rebaño y de la formación de sus pastores a semejantes especímenes, capaces de sostener tales monstruosidades intelectuales?
La cosa viene de lejos y no comenzó con el Vaticano II. Rorate Coeli publicó recientemente un ensayo de Louis Bouyer escrito en 1978 y titulado “La Iglesia católica en crisis” (pueden leerlo aquí en inglés). Allí, el brillante y silenciado teólogo francés, trata el problema del lefebvrismo con su característica lucidez y valentía, poniendo cada cosa en su lugar. Cuenta -y esto es lo relevante para el tema de este post- que su predecesor en la cátedra de Historia de la Iglesia en el Institut Catholique de Paris, el P. Guy de Broglie, S.J., solía hacer, después del tercer vaso de vino, esta reflexión: “Pío X sacó ventaja de la inesperada oportunidad que le brindó la separación de la Iglesia y el Estado para reducir a los clérigos franceses a la pobreza, y de la oportunidad que le proveyó el Modernismo para condenarlos a la ignorancia, y de ambas para poner imbéciles que los gobernaran. Y todo esto porque temía, casi obsesivamente, que retornara el galicanismo. Algún día, para el que no falta tanto, veremos cuánto nos ha costado esta decisión, y Roma será la primera perjudicada por todo esto”.
Probablemente, San Pío X sea responsable de lo que le achaca de Broglie. Pero recordemos también que Newman, inmediatamente después de su conversión, cuando fue a Roma a estudiar, se escandalizaba del pobre estado de la filosofía y de la teología. No había estudios sobre Aristóteles o Santo Tomás. Unas cuantas preguntas que le hizo a sus profesores del colegio de Propaganda Fide los confundieron totalmente y no supieron qué responderle. Y esto ocurría en octubre de 1846 (The Letter and Diaries of John Henry Newman, vol. XI, Oxford, 1977, p. 280). Y una sensación similar le causó a R. H. Benson la formación sacerdotal en Roma en 1903 como ya discutimos en este blog.
Varias décadas más tarde, escribía el P. Castellani: “El régimen del seminario iba en mi tiempo [se refiere al seminario de Devoto en la década del ’30, regenteado por los jesuitas] -y estimo que no ha cambiado mucho- a contrapelo del sentido común y la honradez natural: no se cumplían los mandatos y avisos de la Santa Sede, mientras se hacían grandes homenajes al “Día del Pontífice”. No se aprendía con seriedad ni se enseñaba con competencia; y el rector de entonces profesaba públicamente porque así le convenía a él -contra lo declarado por S.S. Pío XI en su encíclica Studiorum duce- que el “sacerdote no necesitaba ciencia sino piedad” -y había que ver lo que entendía él por piedad-; de modo que en su juicio los estudios eran como una manera de pasar el tiempo, hasta que llegara la ansiada hora de meter barba en cáliz… y ejercer el “ministerio”: el ministerio de la impartición de la Verdad, reducida así por él a la venta intensiva de ceremonias mágicas a cargo de una manga de empleados servilmente sometidos a la llamada “Jerarquía”, es decir, a la Gerencia. Una prueba de esto es que los exámenes eran una verdadera farsa, y los alumnos que allí se aplazaban por ignorantes eran promovidos muchas veces después por él sin más control ni trámite que el capricho de sus preferencias y sin más méritos que ser “confidentes del Rector”, y así en lo demás” (Seis ensayos y tres cartas, Dictio, Buenos Aires, 1978, p. 194). 
¿Es que la situación cambió desde que Castellani escribiera esto en 1953? Claro que cambió. Para peor. A los rectores de los seminarios actuales, y a los obispos que son sus responsables, no les importa que los sacerdotes tengan ciencia y mucho menos que tengan piedad. Les importa que tengan “olor a oveja”. Les importa que sean pastores, y hay que ver lo que entiende esta gente por “pastor”. Peor aún: no se espera que el sacerdote salga a ejercer el ministerio de la Verdad y tampoco que celebre ceremonias más o menos mágicas (las ceremonias que celebran hoy son todo lo contrario); se espera que repartan misericordina y salgan a curar heridas, como si las heridas del alma -es decir, el pecado- pudiera curarse con sonrisas, cantos melosos, guitarritas y gestos amariconados. Lo único que cura es la Verdad: la verdad sobre Dios y la verdad sobre uno mismo. Y para conseguir ambas, hace falta estudio y piedad verdadera. 
Y esta situación de catástrofe no es privativa de Argentina. Es la situación universalmente aceptada, aún en las otrora famosas universidades romanas. Díganme quién le hace caso hoy en los ambientes eclesiásticos a los exámenes y qué significa, en la realidad, aprobar con Summa cum laude o con Rite probatus, si es que alguna vez algún profesor se anima a calificar de ese modo a un estudiante. Nada, absolutamente nada.

Don Francisco José Soler Gil se preguntaba hace unos días en este mismo blog: “¿Podría convertirse hoy un Chesterton al discurso buenista de Bergoglio? ¿Cabe pensar en un Knox, en un Belloc, en un Geach, en una Edith Stein, en una Elizabeth Anscombe que abrazaran la Iglesia movidos por el discurso que ésta trata de subrayar ahora?”. No lo creo. A los polvos acumulados durante más de dos siglos, los convirtió Juan XXIII en un lodazal al convocar el concilio Vaticano II, y hoy, con Bergoglio en la sede petrina, son una ciénaga maloliente a la que difícilmente alguien se anime a adentrarse. 

Un cuento breve


El hermano mayor había ensuciado todo y, para que la mamá no lo descubriese, trató de esconder la basura bajo la alfombra.
El hermano menor lo vio y le dijo que eso estaba mal, que no era el modo de limpiar. La única respuesta fue que tenía que callarse y que no se metiera, que eran cosas del hermano mayor.
El hermano menor, no pudiendo hacer otra cosa, gritó, diciéndole a la
mamá: “¡Mamá, Estibe (así llamaba a su hermano mayor, Steve) está escondiendo la basura bajo la alfombra, y se enojó porque lo vi”.
El hermano mayor escuchó el grito y le pegó al hermano menor.
Efectivamente, se había enojado porque lo vieron esconder la basura bajo la alfombra.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

Autor Anónimo