viernes, 9 de noviembre de 2012

Super flumina Babylonis


Super flumina Babylonis
illic sedimus et flevimus
cum recordaremur Sion…
Si oblitus fuero tui Ierusalen,
oblivioni detur dextera mea!

Intentaré responder a la objeción de un Anónimo y a la de CEG. Se trata de una discusión que hemos tenido varias veces en este blog pero que sigue irresuelta y tiene que ver, en el fondo, con el carácter del cristianismo.
Dice el Anónimo: El problema existencial que se le impuso al hombre es el de resolver este Puente, el de establecer la Relación que pueda sortear este abismo: Cristo mostró el camino por medio de una Epopeya cruenta. Pero exigió a cada uno asociarse a Su esfuerzo, realizar su propia epopeya, tender su propio puente; buscar a Dios; y esto no es soplar y hacer botellas. Esa epopeya se libra en el presente, mejor dicho en el Instante, donde el abismo entre lo eterno y lo temporal parece acortarse hasta desdibujarse... Creo que pocos no coincidirán en que la única gran epopeya es la de Cristo; pero si no acertamos a resolver nuestro Instante (el aqui y ahora con los K o sin ellos, por ejemplo ), como Dios prevé que lo resuelva, de poco sirve que sepa aquello. Y no errar en esto ya es toda una epopeya.
Me parece acertado el principio que plantea y estoy totalmente de acuerdo. Sin embargo, objeto la aplicación que usted hace del principio. En efecto, asocia, a mi entender injustificadamente, nuestro Instante, con un instante político. Es decir, según usted, resolver el instante -el kairós o momento oportuno en el que, en definitiva, termina resolviéndose toda nuestra vida- pasa para una instancia política. Definitivamente, no es así. La resolución del kairós tiene que ver con mi existencia individual y particular que está sumergida en un proceso de un autorealización que consiste en develar la potencia por el acto o, dicho de otro modo, en la sotería o salvación de la potencia por el acto. En lenguaje cristiano, la salvación del instante es elegir hic et nunc -el instante- mi perfección como hombre, es decir, elegir la virtud y desechar el vicio, o elegir a Dios y rechazar el pecado.
Por cierto que, ocasionalmente y en algunos casos concretos, los K., el 8N o el 7D, tienen algo que ver con todo esto. Pero siempre será una relación marginal y momentánea. Reducir el Instante a la acción política concreta, o hacerlo depender de ella, no es correcto y, me animaría a decir, tampoco es cristiano.
Y frente al problema del Instante siempre existe la gran tentación del "escapismo" sobrenatural, mas consolador y soporífero cuanto mas piadoso parece. ¿Quien puede decir que tiene la precisa sobre este asunto.? Renunciar a la propia epopeya del Instante y refugiarse en la de Cristo por temor a equivocarse, es como el "disolverse en dios" de los orientales.
El error anterior lo lleva a calificar de piadosones orientalisantes a los que no asocian el propio Instante a la acción política. Quisiera yo saber qué se entiende por “escapismo”. ¿Ocuparse de lo único importante es ser “escapista”? Porque en el cristianismo hay una sola cosa importante, y es salvar el alma. Y por una razón muy sencilla, que la dio Nuestro Señor cuando era interrogado por un político: “Mi Reino no es de este mundo”. Si el Reino que los cristianos buscamos fuera de este mundo, ¿no mandaría el Señor algunos cuantos ángeles para que resolvieran la cuestión política con rapidez y eficacia? Pero nuestro Reino, el que ya está entre nosotros, no es de este mundo. No creo yo que la perla de gran precio o el tesoro escondido que movió a sus descubridores a vender todo lo que tenían para hacerse de ellos, sea una Argentina católica y libre de K. o de Macris. La perla y el tesoro tienen que ver con el verdadero Reino que ya ha comenzado y sólo espera su manifestación final.
Respondiendo ahora a CEG, que expresa de un modo más desembozado la misma argumentación, concluyo mi idea.
Estoy de acuerdo con él en que con un clero santo solucionamos algo, pero no mucho. Esta vez no estoy de acuerdo con Crux Australis. Pero sigue CEG, “La Religión es lo mas importante; pero la Política es lo más urgente (por lo menos en la Argentina que nunca la tuvo). Pregunto yo, ¿quién dice eso? ¿Con qué autoridad se afirma? Le pido que me señale qué Padre de Iglesia, qué Doctor, que autoridad teológica, hace tal afirmación (por cierto, me diego a incluir en ese grupo a Charles Maurras). Si usted se toma el tiempo de estudiarlo, verá que nunca el cristianismo propuso cosa semejante. Más aún, ningún Padre y ningún Doctor se interesó jamás en la política, en el sentido que usted le da el término. Qué mejor momento para ello hubieran sido los primeros siglos, en medio de un Imperio decadente peor que el actual reino K, y sin embargo, entre persecución y persecución y entre martirio y martirio, los Santos Padres se dedicaban a contemplar y tratar de decir algo del misterio trinitario o de la maravilla inexplicable de un Dios que se hacía hombre. ¡Terriblemente escapistas eran los Padres! En vez dedicarse a ordenar la política según los principios cristianos, se ocupaban de comentar los Salmos y el Cantar de los Cantares. ¡Piadosones!
Y sigue CEG: Cuando muy "piadosamente" se aniquila lo "natural", lo que queda no es lo "sobrenatural"; sino lo "antinatural". De acuerdo con esta frase que no por cliché es menos cierta. Pero la cuestión aquí es qué entiende CEG por natural. Sospecho que me diría que, siendo el hombre un animal político según la sentencia aristotélica, es natural que se ocupe de política. De acuerdo, pero ¿sabrá CEG qué entendía el Estagirita por política? La política era una de las actividades del hombre libre y adinerado, que no tenía que ocuparse por sus necesidades porque para eso estaban sus esclavos, y que se reunía diariamente en el ágora local a discutir los problemas de su polis, es decir, su ciudad de algunos cientos de habitantes, a fin de que la cosas se ordenaran de tal modo que le permitiera a sus ciudadanos alcanzar y practicar la virtud a fin de poder dedicarse a lo única actividad importante del hombre, y la que lo defie como tal: theoría o contemplación. Es decir, lo natural en el hombre es la contemplación. La política, un medio para ella, y reducido siempre al ámbito acotadísimo de la polis. Entre esta idea aristotélica y la formación para la acción, en la acción que propone CEG, media un abismo bastante amplio.
Y termino con un argumento ad hominem y una aclaración. Cuando estos cultores de la acción política directa y detractores del escapismo piadoso que nunca terminan de definir, tuvieron la oportunidad de poner en práctica sus enseñanzas, con todos los medios a su alcance (apoyo político-militar incondicional, todo el dinero que necesitaran, la educación a su servicio, el apoyo de buena parte de los obispos, etc.) no pudieron hacer nada. No digo que no quisieron. Claro que quisieron, y dejaron los mejor de sí en el empeño. Lo dije en el post anterior, y lo repito: fueron hombres, a su modo, ejemplares; me formé con ellos, y los reverencio y reconozco por todos los méritos que tuvieron, que fueron muchísimos, ciertamente muchos más que los míos. Pero se equivocaron; fue una dulce tentación, ese no es el camino.
Y aclaro que no soy contrario de la acción política de modo absoluto. Creo que es posible una política en el ámbito en el que Aristóteles la pensó y en la que todavía puede ser efectiva: los ámbitos pequeños y acotados, en los que no sea necesario involucrarse con el sistema político para actuar. Por ejemplo, un colegio, la universidad, alguna ONG, una pequeña cooperativa, pero no más que eso.

Sobre los canales de Babilonia,
nos sentábamos a llorar
 cuando nos acordábamos de Sión…
Que se me paralice la mano derecha
si me olvidara de ti, Jerusalén.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Epopeyas


Anoche vi el programa de Lanata. El gordo no es santo de mi devoción: progre, zurdoide y manipulador de la información pero, hay que decirlo, es inteligente, lo cual no es poco en un periodista argentino. En el informe que presentó muestra entrevistas sobre de la situación del país realizadas a Tomás Abraham, Martín Caparrós y Guillermo Raffo. Ninguno de los tres caen en mi círculo de simpatías pero, una vez más, hay que reconocer su agudeza y capacidad de análisis.
Quiero comentar aquí una frase de Abraham que me pareció muy acertada: “Son pocos los que se bancan la verdad; es más fácil embarcarse en las epopeyas”. La dijo como respuesta a la pregunta de Lanata acerca de por qué gente inteligente y buena se embarcaba en discurso K. Creo que la sentencia puede ser aplicada también a otros ámbitos, como el nuestro. Veamos.
¿Quiénes se embarcan en epopeyas? Entiendo por tal un “relato” que brinda un marco de justificación a las propias acciones y elecciones dentro de una épica natural o sobrenatural. Creo yo que los inmaduros, los incapaces, los cortos, los oportunistas y los que no se bancan la verdad.
Cuando ocurrió la guerra de Malvinas yo tenía quince años. Por supuesto, me embarqué con entusiasmo en la epopeya patriótica que nos vendía un gobierno militar agonizante y que cualquier persona madura y pensante podría haber percibido que, más allá de la justicia de la causa, la decisión sería un error trágico e irremontable. Yo tenía la inmadurez propia de la adolescencia, y compré el relato.
Nadie puede reprocharle a los villeros y demás especímenes oscuros que compren del relato K. Son incapaces para pensar y discernir y compran lo que le ponen delante, si viene acompañado de unos pesos.
Llamo “cortos” a los incapaces de juzgar el momento y las circunstancias presentes. Es decir, a los faltos de inteligencia entendida como virtud o, mejor aún, a los faltos de prudencia y de todas sus virtudes derivadas. La persona que transcurre su vida entre el trabajo durante el día y Tinelli durante la noche, no puede poseer demasiada capacidad de juicio crítico, o de prudencia con respecto a la realidad concreta y particular. Simplemente, sobrevive o gasta su vida hasta que se le acabe. Si los K. les dieron la posibilidad de comprarse la pantalla de LCD para ver mejor a las bailarinas de M.T. cuando llega cansado a su casa, comprará el relato sin pensar demasiado, o sin pensar nada.
Oportunistas son los que se embarcan en las epopeyas porque les conviene y hasta que les conviene. Durante el último gobierno militar, Primatesta, Aramburu y la mayoría de los obispos se embarcaron en el relato de la represión ilegal porque les convenía. Cuando vieron que empezaba a hacer agua, saltaron del bote, dejaron a los militares solos y se subieron a la epopeya de la democracia. No creían nada más que en sus prebendas y comodidades. Podemos estar poco o nada de acuerdo, pero hay que reconocer que Tortolo y Bonamín compraron la epopeya y la sostuvieron, y que Hesayne, Novak y De Nevares nunca la compraron. Al menos fueron coherentes.
¿Y los que no se bancan la verdad? Aquí es más difícil de encontrar una definición. Son los que viendo, cierran los ojos porque no quieren ver. Es más fácil y tranquilizador. Porque ver implica actuar en consecuencia. Mejor entonces es no ver, escudándose en obediencias y humildades, y sosteniendo sobre los hombros la epopeya. Muchas veces hemos hablado con amigos, y en este blog, acerca del asombro que nos causa que gente buena e inteligente permanezca en ciertas fundaciones religiosas cuando a ojos vistas no deja de hacer estrago tras estrago, dejando un tendal de vidas destrozadas de sacerdotes, religiosas y laicos. ¿Es que no ven lo que es evidente? Es comprensible que no lo vean los seminaristas porque aún son inmaduros; es comprensible que no lo vean los cortitos que acarrean a paladas pero, ¿cómo no lo ven los otros (y aquí podríamos poner muchos nombres que todos conocemos)? Oportunistas ciertamente no son. Es gente buena. Creo que no ven porque no se bancan la verdad. Ver les exigiría actuar, y actuar en ese ámbito puede ser muy peligroso.
Pero este no es un post sobre los kukeses. Es sobre quienes compran las epopeyas.
Creo que hay una sola epopeya que merece ser comprada. La única verdadera. La que Cristo nos dejó en su Evangelio.

viernes, 2 de noviembre de 2012

El mundo invisible

"Y por la fuerza de la añoranza que tenemos de aquello que no vemos, deseamos con toda el alma y rezamos por la disolución de todo lo que vemos".
Cardenal Newman



Inmersos y manchados como estamos por la miasma K, siempre es reconfortante volver a leer el mejor sermón de Newman.
Se pude bajar de la página de Jack Tollers desde aquí.