jueves, 27 de febrero de 2025

Anonimato

 


En menos de dos meses, este blog cumplirá dieciocho años de vida, en los que hemos tratado muy diversos temas. Y uno de ellos fue la cuestión del anonimato, sea del autor o autores, sea de los comentaristas. Es que en sus comienzos, habían algunos lectores que berreaban porque pretendían que todos los escritos, necesariamente, estuvieran firmados por el autor, so pena de cobardía, bajeza y no sé cuántas cosas más. No tengo duda que algunos de ellos lo hacían, por supuesto, porque les fascina ver su propio nombre estampado al final de unas cuartillas, pero en otros muchos el motivo era honesto aunque, en mi opinión, discutible. Y sobre la cuestión no entretuvimos con aportes valiosísimos de amigos tan queridos como Jorge Ferro o Jack Tollers.

Hace pocos días el tema resurgió en un comentario y, por eso mismo, me pareció oportuno sintetizar las conveniencias que veo en que ciertos blogs mantengan a autores y comentadores en el anonimato. 


1. Protección contra represalias

Como escribió hace varios años Ludovicus en el blog, “la religión es cosa muy peligrosa”. Todos conocemos a personas a las que el “exceso de religión” les hizo hervir el cerebro; es decir, la falta de prudencia y de religión en cuanto virtud, hizo de ellos fanáticos. Y los fanáticos son peligrosos; suelen entender mal las cosas, carecen de analogía y son capaces de cualquier locura. Y quedarían muy feliz de haberse batido por la religión. Por eso mismo, y porque no tengo ganas de morir en manos de un loco, es que prefiero el anonimato: me permite compartir mis ides sin miedo a represalias.


2. Libertad de expresión sin censura

El anonimato de los comentadores, por ejemplo, permite que muchos sacerdotes y obispos, o que muchos profesores de universidades católicas, puedan comentar y enriquecer la discusión. No lo harían si tuvieran que dar sus nombres, no porque sean cobardes, sino porque serían inmediatamente castigados por sus superiores. La discusión de temas políticamente o eclesialmente incorrectos en buena medida puede darse merced al anonimato de los involucrados en ella.


3. Enfoque en las ideas y no en la persona

Al no estar ligado a una identidad específica, el contenido del blog se juzga por sus argumentos y razonamientos, no por la reputación, el estatus o los antecedentes del autor. Los católicos, de entre los muchos defectos que tenemos, es el de mirar primero la firma y después leer el artículo, no leerlo. Recuerdo el comentario de un lector de hace algún tiempo: “Cuando veo que usted publica algo de Bouyer o de Newman, directamente no leo el artículo”.


4. Protección de la privacidad personal

En la era digital, revelar la identidad en línea puede exponer a una persona a ataques personales, doxxing (revelación de datos privados), acoso o incluso amenazas físicas. Mantener el anonimato protege la privacidad del autor y de su entorno.


5. Evitar presiones laborales o académicas

En ciertos entornos profesionales o académicos, expresar opiniones contrarias a la corriente dominante puede poner en riesgo la carrera del autor. Un blog anónimo permite compartir reflexiones sin comprometer su posición laboral o académica. Y esto no es cobardía; es prudencia lisa y llana.


6. Permitir la denuncia y el testimonio

Los blogs pueden funcionar ocasionalmente como espacios para denuncias o testimonios de situaciones que no pueden ser expuestas públicamente sin consecuencias. Esto es especialmente relevante en temas de corrupción, abuso de poder o injusticias institucionales, todos ellos de frecuente ocurrencia en la Iglesia.


7. Facilitar la experimentación intelectual

El anonimato brinda libertad para explorar ideas sin temor a ser etiquetado de manera permanente. Permite a los autores discutir distintas posturas sin que su nombre quede asociado a una opinión específica para siempre. 


8. Seguridad en regímenes autoritarios, como el de la Iglesia católica

En como la Iglesia, el anonimato es una condición necesaria para cualquier tipo de crítica o disidencia, más allá de las declamaciones de sinodalidad. Blogs anónimos pueden ser la única forma de desafiar narrativas oficiales sin poner en riesgo al autor, especialmente cuando se trata de clérigos.


9. Evitar el culto a la personalidad

En algunos casos, el anonimato evita que el autor se convierta en el centro de atención en lugar de sus ideas. Esto es particularmente útil cuando el objetivo es fomentar la discusión y el pensamiento crítico sin la influencia de la fama o el prestigio. Y es un modo muy práctico de ascesis para evitar la vanidad.


10. Porque así lo hicieron muchos maestros

En la historia, muchos personajes optaron por el anonimato o por el uso de pseudónimos para escribir sus obras. El primero que aparece en la memoria es el Pseudo Dionisio Areopagita, que tanta influencia ejerció en la teología y la espiritualidad cristiana y, para mantenernos en la época patrística, podemos continuar con el Pseudo-Agustín o el Pseudo-Crisóstomo. Si nos venimos más acá en el tiempo, Sören Kierkegaard escribió con pseudónimos y también lo hizo su admirador, el P. Leonardos Castellani. San John Henry Newman escribió anónimamente la mayor parte de los tractos que constituyeron el Movimiento de Oxford y el autor de Relatos de un peregrino ruso tampoco firmó su obra. No creo yo que a estos personajes y maestros podamos tacharlos de cobardes y viles por no haber estampado al menos sus iniciales en su escritos.

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