por Martin Mosebach
Es bien sabido que la intervención sin precedentes del Papa Pablo VI en la liturgia romana tuvo muchas causas; merece la pena señalar una de ellas, que rara vez se menciona y que existe desde hace mucho tiempo, y cuya gravedad probablemente no se reconozca ampliamente ni siquiera hoy. Para las Iglesias orientales y las Iglesias ortodoxas es evidente que todo el rito de la Misa es consagratorio, es decir, que la transformación de las ofrendas de pan y vino en el cuerpo y la sangre de Cristo no se concibe como un mero efecto instantáneo de las "palabras de la institución", sino como un proceso que comienza con el inicio de la liturgia y alcanza su clímax con las palabras de la institución y la epíclesis, la invocación del Espíritu Santo. Esta concepción se expresa inequívocamente en los ritos orientales a través del ofertorio, la preparación de las ofrendas sacrificiales, que en esos ritos constituye el comienzo de la liturgia y en el que, sobre todo, el pan del sacrificio ya es tratado con mucha claridad como transformado en sentido amplio cuando el sacerdote atraviesa el pan con un cuchillo que representa la lanza sagrada. Para las Iglesias orientales, todo el proceso litúrgico está, pues, marcado ya por la Eucaristía y se relaciona con la culminación desde el principio: ni siquiera es posible aquí una división en un elemento no eucarístico y otro eucarístico. El mundo latino consideró originalmente el rito de la misma manera. Lo prueban las palabras del antiguo ofertorio, que se dirigen a los dones como si ya estuvieran en estado de transformación.
Con la escolástica, sin embargo, creció la necesidad de definiciones lógicas precisas; el misterio eucarístico debía ser recortado con precisión en el espíritu del pensamiento jurídico romano, que también se preocupa por el establecimiento de la ley en la esfera secular sobre la base del pronunciamiento de fórmulas fijas. No sólo el “cómo” de la consagración, sino también el “cuándo” debía ahora delimitarse de forma lógicamente comprensible. Según los escolásticos, el cambio tiene lugar precisamente al pronunciar el sacerdote las palabras de la consagración, y no comienza antes. Es un testimonio del profundo respeto a la Tradición, como era habitual antes del Vaticano II, que las antiguas oraciones del Ofertorio no se cambiaran, aunque ya no se entendieran de la misma manera que antes, sino simplemente como una cuestión de “anticipación” de lo que vendría después.
Este desarrollo dio lugar a una mentalidad que distinguía entre elementos “importantes” y “menos importantes” de la liturgia. Comenzó a desarrollarse un enfoque fatal sobre la validez con respecto a la Santa Misa: un minimalismo eucarístico se estableció allí donde debería tratarse exclusivamente de lo máximo. No obstante, el Concilio de Trento conservó tanto de la antigua tradición que inculcó, en los sacerdotes, la mentalidad de que no había detalles sin importancia en la Santa Misa, y que estaba prohibido omitir nada arbitrariamente. Pero esto no impediría que más adelante se planteara la pregunta: ¿cuáles son las condiciones mínimas de validez?,. Esto se dio sobre todo después del Vaticano II. Si se cumplen esas condiciones mínimas, entonces la Misa es “válida”, y todo lo demás es decoración y pompa y circunstancia, que sólo necesitan y disfrutan las culturas infantiles, pero no los individuos intelectualmente maduros del siglo XXI.
Pablo VI expresó la ideología minimalista con su retórica característica: que la liturgia romana se había puesto las galas de una reina en siglos pasados, las que ahora desechaba humildemente. Fue una victoria tardía de una escolástica estrecha en un momento en que la escolástica ya no era considerada válida por los teólogos, ¡mientras que al mismo tiempo los propios escolásticos nunca habrían favorecido las consecuencias modernas de este punto de vista! Cómo debería ser la “reforma” de esta evolución errónea queda ilustrado por las palabras del dramaturgo comunista Peter Hacks, sobre la adaptación de la literatura escénica clásica: “La mejor manera de adaptar una obra clásica es comprenderla”. Esto también se aplica a la liturgia tradicional: “La mejor manera de reformarla es comprenderla”. Esta comprensión habría sido decisiva si los reformadores hubieran tenido también presentes las liturgias del Oriente cristiano, tan antiguas como la liturgia romana y esencialmente estrechamente relacionadas con ella. En lugar de ello, se tomó como modelo el protestantismo, que sólo tiene una comprensión extremadamente reducida de la eucaristía, si es que la tiene. El resultado de esta extraña orientación puede observarse en muchos lugares. El minimalismo litúrgico descrito condujo, sobre todo en la experiencia de los fieles, a una evaporación de la conciencia eucarística. A la Santa Sede le complacía aferrarse teológicamente a la concepción tradicional del sacramento de la eucaristía, pero sin la forma sensiblemente tangible; estas afirmaciones perdieron su poder persuasivo y no pudieron frenar la pérdida de fe. Por tanto, no debería sorprender que los católicos fieles empezaran a sospechar que eso era precisamente lo que los reformadores tenían en mente. Esta sospecha se ve confirmada por el empecinamiento de muchos prelados en su persecución del vetus ordo, que, a la vista del ínfimo número de sus adeptos según los criterios de la Iglesia universal, no deja de sorprender a los extraños. Mientras siga celebrándose en algún lugar, no podrá olvidarse el carácter sacrílego de la ruptura con la tradición.
[Prólogo al libro: Joseph Shaw (ed.), The Latin Mass and the Intellectuals, Arauca Press, Bridgeport, 2023].
Que bueno debe estar el libro. Espectacular lo que publica Sr Wanderer, aprendo y me aclara cuestiones que venia pensando. Mucjas gracias por su esfuerzo y acercarnos esto.
ResponderEliminarInyentare hacerme con el libto.
Santiago
«La Tradición – en el sentido de fijación o conservadorismo – aparece también como ley de la Iglesia posterior: lo que tenéis, krateésate, conservadlo, reforzadlo, hacedlo fuerte. El Concilio de Trento fija las instituciones de la Iglesia Medieval, y desde entonces no se hacen cambios, en el sentido de reformas, reestructuraciones, creaciones. La Iglesia Antigua y la Iglesia Medieval crean el culto, la liturgia, el derecho canónico, la Monarquía Cristiana, las costumbres católicas: de todo eso, que parece definitivamente dado, vivimos nosotros».
ResponderEliminarP. Leonardo Castellani SJ .Argentina 1899 – 1981
Sáquele el SJ a Castellani. Lo echaron y él no quiso volver. Y de hecho criticó duramente a todo el jesuitismo que dominó la orden ignaciana desde Acquaviva hasta hoy.
EliminarGenial! Muy agradecido. Feliz Navidad!
ResponderEliminarQue buen artículo!Sencillo y esclarecedor!!!
ResponderEliminarFrente a la concepción arriba descripta uno se encuentra con el triste festival eucarístico celebrado por los obispos onanistas,sacerdotes,religiosas y un puñado de laicos,en una plaza Belgrano de Luján que nunca pareció tan grande por lo vacía que estaba.
La pérdida del espíritu sagrado en las cebraciones,con la excusa de la participación masiva (inexistente del pueblo de Dios),llevó a los organizadores (Mons.Ojea and co.) a renunciar al ámbito sagrado del templo que quizás hubieran llenado...
Una celebración en donde parecía que había más obispos que pueblo fiel.(Nadie podía faltar porque tomaban lista...) Una celebración auto referencial,lejos de la realidad espiritual de desolacion por la que atraviesa la Iglesia que sigue el "proyecto Francisco".
Se darán cuenta los sres.Obispos que la apatía del pueblo de Dios es consecuencia de sus preocupaciones de techo,tierra y trabajo,en detrimento de predicar el dulce nombre de Jesús,fomentando la adoración y las vocaciones fundadas en la verdad del evangelio?
Una variante neocona de esta forma de pensar es defender el novus ordo sosteniendo que lo sustancial es la consagración y que la misa es siempre santa, sea el rito que sea.
ResponderEliminarLe recomiendo el libro “El rito romano de ayer y del futuro” del Dr. Peter Kwasniewski donde el autor desmonta escolásticamente ese falso argumento.
EliminarAhora me entero que las homilías del Eusebio Galicano, que datan del siglo V eran de un escolástico: Sicut autem quicumque ad fidem ueniens, ante uerba baptismi adhuc in uinculo est ueteris debiti, his uero commemoratis mox exuitur omni faece peccati: ita, quando benedicendae uerbis caelestibus creaturae sacris altaribus imponuntur, antequam inuocatione summi nominis consecrentur, substantia illic est panis et uini, post uerba autem christi, corpus et sanguis est christi. Quid autem mirum est, si ea, quae uerbo potuit creare, uerbo possit creata conuertere? [Como cualquiera que viene a la fe antes de las palabras del bautismo todavía está en las cadenas de la antigua deuda, pero por las citadas [palabras] inmediatamente es librado de toda mancha de pecado: así, cuando se han de bendecir las criaturas que se ponen sobre los sagrados altares, antes de que sean consagradas por la invocación del Nombre sumo, allí está la sustancia del pan y del vino, después de las palabras de Cristo es el cuerpo y la sangre de Cristo ¿Qué hay de admirable si aquello que se pudo crear con la palabra, con la palabra se puedan convertir lo creado]. Homilia 17 CCL 101, 207-208.
ResponderEliminarTambién debía ser escolástico san Ambrosio:
ResponderEliminarSed panis iste panis est ante verba sacramentorum; ubi accesserit consecratio, de pane fit caro Christi. Hoc igitur adstruamus, quomodo potest, qui panis est, corpus esse Christi. Consecratio igitur quibus verbis est et cuius sermonibus? Domini Iesu. Nam reliqua omnia, quae dicuntur in superioribus, a sacerdote dicuntur: laus deo, defertur oratio, petitur pro populo, pro regibus, pro ceteris. Ubi venitur, ut conficiatur venerabile sacramentum, iam non suis sermonibus utitur sacerdos, sed utitur sermonibus Christi. Ergo sermo Christi hoc conficit sacramentum.
[Ese pan es pan antes de las palabras de los misterios; en cuanto sobreviene la consagración, del pan se ha hecho carne de Cristo. Vamos a probarlo ¿Cómo lo que es pan puede ser cuerpo de Cristo? la consagración, pues, ¿en qué palabras está y de quien son esas expresiones? Del Señor Jesús. Pues el resto de las cosas que se dicen antes, son dichas por el sacerdote: la alabanza a Dios, se presenta la oración, se pide por el pueblo, por los reyes, por el resto. Cuando llega a que se realice el venerable sacramento, ya no emplea el sacerdote sus palabras, sino que emplea las palabras de Cristo. discursos. Luego la palabra de Cristo es la que produce este sacramento] De Sacramentis 4,4,14 (SCh 25bis 108-110)
[...] Non erat corpus Christi ante consecrationem, sed post consecrationem dico tibi, quia iam corpus est Christi. Ipse dixit et factum est, ipse mandavit et creatum est.
No era cuerpo de Cristo antes de la consagración; pero después de la consagración te digo que es ya el cuerpo de Cristo. El lo dijo y se hizo, lo mandó y se creó] De Sacramentis 4,4,16 (SCh 25bis 110)
Estimado anónimo:
EliminarEl problema no está en la Consagración ni en las palabras consacratorias sino en la concepción de la misa como lo llevas xplica muy bien el autor. Dicho de otro modo, hay que explicar sin subterfugios porque todos los ritos tradicionales se adelantan a considerar las ofrendas como su estuviesen ya consagradas.
Esto llegó hasta tal punto que el pan y el vino tenían que cosecharse de campos especiales y bendecidos, molidos con oraciones y asados y trajinados con hasta ropas sacerdotales.
Por otro lado, esto ocurre en otros sacramentos. Es conocido por pocos que en el rito hispano no se pudo recomponer en la comisión los sacramentos de ordenación diaconal y sacerdotal, no porque no estuviesen los textos sino porque no encajaban con la teología tomistica sobre el tema y estamos tan influidos por ella que hasta los progresistas de la escuela litúrgica catalana ni se atrevieron a meter las zarpas.
Y no hablemos del problemis de la fórmula de Addai y Mari...
Pues en el texto de san Ambrosio está bastante claro que las palabras que consagran son solo las de Cristo, y distingue las palabras de Cristo que son las que consagran de las otras. Por otra parte se puede entender perfectamente que la acción de ofrecer se adelante a la consagración, porque en el acto mismo de la consagración no se puede decir más que las palabras de Cristo; la ofrenda de la Iglesia comienza con la presentación de los dones, pero donde se realiza propiamente el sacrificio, en cuanto acción de Cristo es en la consagración. Respecto a lo de Addai y Mari o la reforma litúrgica mozárabe también se podría tratar muy largamente, pero eso sale de una breve respuesta. También se podría preguntar si la Encarnación del Verbo se produjo también por partes
EliminarEstimado anónimo:
Eliminar¿Quién niega que sean las palabras de la Consagración las que consagran? Ni el autor ni nadie. Es que usted mismo dice que la ofrenda de la iglesia comienza con la presentación de los dones (yo digo que antes) pero, si es así, también comienza la ofrenda de Cristo, cabeza de la Iglesia. También la salvación del género humano fue por la Cruz y nadie niega que la acción salvífica comenzase en la encarnación.
El autor del artículo lo dice: "Para las Iglesias orientales, todo el proceso litúrgico está, pues, marcado ya por la Eucaristía y se relaciona con la culminación desde el principio: ni siquiera es posible aquí una división en un elemento no eucarístico y otro eucarístico"
El rito mozárabe tiene la misma concepción y también los sacramentos. De hecho, las palabras consacratorias mezclan las de S. Pablo y los sinópticos y causa sorpresa la libertad de tratamiento del Canon romano que hasta mete el mysterium fidei de por medio.
Si cito la reforma es porque encontraron los reformadores, muy modernistas ellos, con el problema. Cito a Ivorra ("la liturgia hispano romana" CPL, pg.348) hablando de la penitencia: "La reforma del rito de la penitencia quedó al margen de la revisión de la comisión de reforma por "los problemas rituales y teológicos" (...) en la penitencia sacramental encontramos la ausencia de una fórmula absolutoria propiamente dicha" ¿Se perdonaban los pecados durante mil años en Hispania o no? Desde un punto de vista postomista se puede dudar...
Anônimo que diz: "También debía ser escolástico san Ambrosio". Gratíssimo pela citação de S. Ambrósio. O "argumento" do artigo "anti-escolástico" é péssimo e quase injurioso. Se a liturgia for interrompida antes da consagração obviamente de nada serviu quaisquer orações ou ritos que a precederam.
EliminarEstimado Clímaco. Lo que dice san Ambrosio es que son sólo esas palabras, porque dice también en el mismo de sacramentis 23: "Antes de la consagración es pan, pero apenas se añaden las palabras de Cristo [ubi autem verba christi acceserint] es el cuerpo de Cristo.[...] Y antes de las palabras de Cristo el cáliz está lleno de vino y agua, más en cuanto las palabras de Cristo han obrado, se hace allí la sangre de Cristo que redimió al pueblo. Ved pues de cuántas maneras la palabra de Cristo es capaz de convertirlo todo". Lo que está diciendo es que en cuanto se han pronunciado las palabras ya está el Cuerpo de Cristo. La consecuencia bastante clara es que lo que consagra es esa palabra de Cristo, porque las que viene después se pronuncian sobre algo ya consagrado, y las anteriores sobre algo que no está consagrado ni por tanto las palabras anteriores han sido capaces de consagrarlo.
EliminarLa comparación con la salvación y los misterios de la vida de Cristo no es adecuada, porque lo que salva es el ofrecimiento de Cristo al Padre, que se dio desde su entrada en el mundo, y precisamente los diversos misterios son la expresión de ese ofrecimiento, y se realizan en fuerza de ese ofrecimiento.
Si lee a santo Tomás verá que la forma de la Eucaristía no son las palabras en cuanto palabras, sino en cuanto a significado, de ahí que explique que modificaciones que no afectan al significado no afectan a la forma de la Eucaristía [III, 78, 2].
Respecto a la reforma litúrgica mozárabe la desgracia fue que los toledanos que participaron en ellas no dejaran sus memorias, bastante jugosas. Dudo que en Ivorra pueda leer la manera en que d. Marcelo solucionó la negativa de los liturgistas a meter el Corpus o la Inmaculada: dijo que, o se metía, o se disolvía aquello y no cobraba nadie, y ante tamaño argumento cesaron las presiones. D. Marcelo no tuvo el más mínimo interés en que se afrontara lo de los sacramentos. Igualmente no creo que usted afirme que poseemos todos los textos que se usaron en la época visigoda, o que no exista ni siquiera un texto en el que se declare el perdón por la autoridad de la Iglesia de manera equivalente.
Y volviendo al tema principal, si resulta que lo que consagra es toda la plegaria ¿la Iglesia tiene autoridad para establecer la forma de los sacramentos? ¿Si no se hace toda la plegaria no habría consagración? ¿Y antes de que hubiera plegarias más o menos oficiales? ¿En la última cena se consagró?
Muy bien razonado, Anónimo... Sus argumentos han dejado en el aire la teoría de Martín Mossebach. La escolástica no fué una recreación “ex novo” de toda la Tradición, sino una genial sistematización, que es la que presenta Santo Tomás en la Suma, en los Comentarios y sus demás escritos, donde los autores más citados son San Agustín y los Padres, en especial los orientales. Por lo tanto, no veo cómo podría sostenerse la tesis del escritor alemán, al cual, de todos modos, admiro mucho.
EliminarMucha palabrería de Tucho para afirmar la licitud de la bendición a una estructura de pecado. Con el mismo criterio se pueden bendecir las maras, los carteles colombianos, las fábricas de preservativos, las asociaciones de swingers, los mismos swingers, etc. Eso sí, el estilo trucho es siempre el mismo: se afirman los principios, se relativizan con las circunstancias de inimputabilidad, se licúan con la pastoral, se filtran de la rigidez y el dogmatismo, y voila, el batido de basura está listo. Que Dios lo confunda.
ResponderEliminarAl final, uno no comprende la irrazonable ira de Pedro cuando Simón el Mago le pidió la bendición. Cosa de rígidos y dogmatizadores.
ResponderEliminarLa clave está aquí, mayúscula mía
ResponderEliminar"En estos casos, se imparte una bendición que no sólo tiene un valor ascendente, sino que es también la invocación de una bendición descendente del mismo Dios sobre aquellos que, reconociéndose desamparados y necesitados de su ayuda, no pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y RELACIONES, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo"
Exacto Ludovicus tocayo, ese es el centro herético de la "Declaracioncita". Veneno líquido.
Eliminar