jueves, 1 de noviembre de 2007

Pablo, el Lobo y Gruñón



Pablo de Rosario, Lupus y Gruñón han escritos magníficos comentarios. Para seguir con la costumbre, facilitar la lectura y ahorrarme trabajo, los publico en forma de post. Salut!




Estimado Caminante:


Uno de los defectos intelectuales del ambiente tradicional es la «visión unidimensional» de las cosas. Las distinciones entre fe y razón, filosofía y teología, ética social y sociología, filosofía de la historia e historiografía, se desdibujan y dejan de ser operativas para esta visión. Si usted hace una descripción sociológica de un período histórico determinado, llueven las críticas unidimensionales que se formulan, en el mejor de los casos, desde la sola dimensión de una «teología de la historia» propia y, en el peor, desde una suerte de «revelación privada», en virtud de la cual se censuran sus opiniones como si hubiese puesto en duda algún dogma de fe.


Otro defecto es el «endurecimiento epistemológico» de las ciencias particulares. Aunque la cuestión ha sido debatida por muchos tomistas, para demarcar la filosofía de las ciencias particulares hay que tener en cuenta que mientras la primera alcanza conclusiones ciertas, las segundas no pasan de conclusiones probables o de conjeturas abiertas a una posible refutación posterior. Y así, mientras la filosofía de la historia permite arribar a conclusiones ciertas, de carácter abstracto y universal, la historiografía no alcanza tal certeza en sus generalizaciones. Y digo más: respecto de las grandes síntesis históricas, o de la interpretación de grandes series de hechos, la historiografía sólo puede llegar a unas conjeturas generales, siempre sujetas a revisión y por tanto siempre discutibles. Sobre los hechos singulares, cabe un conocimiento que se aproxima a la certeza, fundado en una evidencia extrínseca, que proviene de la fiabilidad de los testimonios y de otras fuentes que puede recolectar el historiador. Sirva de ejemplo el caso de aquel Zar respecto del cual la historiografía siempre sostuvo fue enterrado en una catedral, mientras la leyenda popular dijo que simuló su muerte para escaparse a peregrinar por Siberia y ahora resulta que, desde hace pocos años, gracias a los exámenes de adn, la leyenda popular ha devenido en la hipótesis histórica más probable.


Sería una grave confusión dotar de certeza filosófica o teológica a las afirmaciones que habitualmente hacemos sobre hechos o procesos históricos concretos. Y lo mismo hay que decir del conjunto de opiniones que componen las corrientes historiográficas.


Por tanto, el revisionismo histórico argentino, en cuanto corriente historiográfica, ni goza de certeza filosófica, ni es dogma de fe; la historia profana no tiene «hechos dogmáticos», ni «interpretaciones auténticas» ni «Santo Oficio» encargado de guardar la pureza doctrinal. ¿O es que vamos a evitar la «papolatría» para terminar cayendo en la «revisiolatría»?


Lo anterior no obsta a que yo piense que el revisionismo es la corriente historiográfica científicamente más seria de la Argentina. Pero opinable, revisable, discutible y matizable, siempre, so pena de dejar de ciencia para convertirse en mito o en tabú.


El tercer problema es el rigorismo moral de los «cazacómplices». No existe en las inteligencias de éstos una teoría que les permita deslindar las acciones que constituyen una verdadera cooperación (formal) en el pecado o en el error, de las acciones que tienen sólo razón de una mera cooperación material. Con esta deficiencia in mente, creen que el mal, o el error, son entidades substanciales, con las cuales no se puede tener ningún tipo de contacto, so pena de caer en una suerte de «impureza legal» veterotestamentaria. En base a meras apariencias exteriores, o a un casuismo que se carga la virtud de la prudencia, levantan el dedo acusador contra hermanos en la fe, acusándolos de complicidades morales inexistentes.


¿De dónde vienen estos defectos intelectuales? Conjeturo –no dogmatizo- que del racionalismo en sus diversas formas.


Cordiales saludos.


Pablo (Rosario)






Lo cierto es que existieron peronismo y peronistas, como también, gracias a Dios, monarquías y monárquicos. La crianza, la educación, los amigos, los parientes, la época, la vida misma, le van indicando caminos e ideales superiores, medianos o peores a las personas.


Veámoslo de dos lados. Leer a Aristóteles y a Santo Tomás, un par de buenos maestros y de buenos amigos, hace que las aspiraciones sean de un determinado modo y se mantengan tales. Así también, leer poco y nada, escuchar largas prédicas cambiantes y pedorras, tratar de satisfacer necesidades, compartir apetitos, hace que... hace lo mismo. Que uno quiera lo que aprendió a querer, lo que le enseñaron o le obligaron a querer. La realidad, de una punta a la otra, viste a las gentes de una ropa determinada.


Contra una cosmovisión, sólo una revolución. El éxito queda asegurado bajo la condición de que sea maldita.


Uno de nuestros principales problemas es que todas las posturas pierden rápidamente su quicio y se entrecruzan, se mezclan, cambian la ropa. Los argentinos, más que ser monárquicos o peronistas, en general fueron monarquistas y perónicos.Lo peor que le pasó a Perón fue volverse peronista. Cuando Perón se volvió peronista, los peronistas se volvieron perónicos.


Lo creyeron infalible, eterno, lo sintieron rey. ¿Él también lo quiso así? No con estos términos, pero sí, claro. El poder. ¿Su natura era así? No lo sé. Esa discusión la llevan aquí por otros carriles. No voy a detenerme ni siquiera en las posibles bondades de su proyecto y su gobierno. Lo único cierto es que peronismo ya no hay (sé que Wanderer dirá: y menos mal), quedan nada más que peronistas sueltos, algunos interesantes semivivos, como Fermín Chávez o Julio González, además de los muertos ilustres como Pepe Rosa. Habrá más, pero la mayoría, el grueso del sistema, se llaman tales y nunca fueron nada, y no saben cómo hacer para resucitar aquella clase de poder. Los perónicos invocan los fantasmas del rey y de la reina y tratan de remedar algo, lo que sea. Pero hagan lo que hagan, el secreto les permanece oculto. Así que, a chorear mientras dure. No hay mejores financieras que esas dos tumbas.


Los monarquistas también son melancólicos. Son los que desean que alguna vez, de algún modo, vuelva a ocurrir. Algo como una monarquía restauradora, o alguna aristocracia, para empezar, y antes de la parusía. Pero están agotados de olfatear rastros de sangre noble y ya son viejos. Les queda el suspiro y la tarea intelectual. Yendo más atrás, muchos de los "padres" de la patria primero no terminaban de decidir qué corona lustrar, y algunos, cuando lo decidieron, decidieron que la mejor estrategia era la fábula épica de la independencia. Transgresores de todo, como somos, nuestra moraleja no terminó nunca.


No sé qué es lo que se puede ser acá, además de buen cristiano. Quizás sea una ventaja que tenemos: en la Argentina sirve cualquier cosa, menos el Pensamiento Único. La Argentina es un quilombo mental, desde aquella vez. Al par de algunos reservorios cada vez más reducidos y bizantinos, una multitud de nanocerebros. Piolas, eso sí, siempre. Cada vez hay menos puntos fijos o centrales de coincidencia e incidencia.


La otra cosa que hemos definido a costa de mucho esfuerzo es la dirección de nuestra marcha. Podemos decir que somos un país de Movimiento Único. Hacia abajo.


No sé cómo pega esto con nuestra forma criolla de ser, pero pega. Somos mateadores, asadores, telúricos, bucólicos, campestres, gauchitos. Somos un país agrícola y agreste. Un país natural. Un país en bolas.


Desde aquella vez.




Lupus
Caminantes:
Me pregunto y le pregunto al emboscado: ¿y de qué moléculas aquellos polvos?; ¿y de qué átomos aquellas moléculas? ¿Cuándo empezó todo? ¿Simplemente con Caseros? ¿Y la revolución de Mayo? ¿Y no será tal vez con Carlos III, o con Colón? ¿Por qué no con el fracaso de las Cruzadas? ¿Y no serán los primeros polvos generadores de lodo, la caída del Imperio Carolingio, o del Imperio Romano?
Creo que es un exceso cargar las tintas sobre la Generación del 80, como si fuera la culpable de todos los males argentinos. Cada época tiene sus causas y responsabilidades, y la del 80 me parece que no es tratada con ecuanimidad suficiente. Con el peronismo en cambio, se es siempre benevolente, no me explico bien por qué. Inconscientemente, creo, muchos caen en el tópico común de que el peronismo se salva por su sensibilidad social, cuando la realidad demuestra que dejó un país mucho más empobrecido y empequeñecido que el que recibió. Se le reconoce a Perón su pretendida postura anticapitalista, y acabó consumando sucios negociados ferroviaros y petroleros, con la flor y nata del capitalismo mundial. Se le atribuye un romántico fervor antioligárquico y de defensa de los desposeídos, y dio lugar a una nueva clase gobernante (¿élite?) mucho peor, más inepta, corrupta, ruin, resentida y estúpida que la clase terrateniente y conservadora que pretendió reemplazar. Algunos creen ver que el justicialismo representaba a la doctrina Social de la Iglesia, y la realidad es que terminó quemando templos. Su jefe huyó cobardemente para retornar luego rodeado de una mezcla grasa y explosiva de brujos y marxistas, y se murió no sin dejarnos de regalito a su pintoresca e impresentable mujer. Los del 80, en cambio, tenían otra grandeza, y pese a sus graves errores y naufragios morales, no me parece que buscaban sólo su enriquecimiento personal; muchos de ellos actuaron de buena fe, haciendo lo que creían era lo mejor para la Patria, a la que por lo menos, hicieran que se la respetara en el mundo, y la convirtieron en la nación hegemónica de la región. Si a los argentinos nos pintan todavía hoy como orgullosos y arrogantes, es porque teníamos con qué, y por qué serlo. Por supuesto que la Generación del 80 no dio la grandeza a la nación que sí le dio Rosas, pero preferir al peronismo o a la cretinización generalizada y descastada de la actual caterva gobernante, que mantienen, fermentaron y profundizaron todos los defectos y lo peor de aquella generación, me parece por lo menos, una grave desatención. No señores, aunque no les guste, Roca o Ricchieri no son comparables con un pelele como Bendini; el dúo Fernández no puede ser comparado con Bernardo de Irigoyen, con Pellegrini, o con Roque Sáenz Peña. Cancilleres como Di Tella, Bielsa, o Taiana, no resisten cotejo con Estanislao Zeballos, Luis María Drago o José Terry ¿Alguien prefiere historiadores como Piglia o Lanata, en vez de Saldías o Quesada?. Cierto que estos últimos eran ideológicamente opositores al poder de turno, pero también formaban parte de la denostada Generación del 80, y la existencia de muchos otros como ellos aunque no ejercieran poder efectivo, contribuyeron igualmente a la conformación y grandeza nacional. Por ultimo, las defecciones religiosas que se reprochan a aquellos, ¿en qué polvos se iniciaron? Si casi todos provenían de familias cristianas y de colegios religiosos.
El tema es demasiado complejo como para simplificarlo tanto y decir ligeramente prefiero esto a aquello. Por último, el patriciado, si existió, algún día tenía también que terminar. Si ya no existe la milenaria nobleza europea, (ni en el poder ni en ningún lado) no debe extrañarnos que tampoco queden patricios argentinos. ¿Será el inevitable camino hacia el fin de los tiempos?
Saludos
Gruñón

21 comentarios:

  1. Estimado Pablo: coincido con Ud: hay cierta extendida "revisiolatría". Y muchos declaran la excomunión a los que no reciben enteramente a la dogmática revisionista. Es cierto. Conste que éste modesto gallo se considera "revisionista", pero es así como Ud. dice. Pero la causa de tal fenómeno no me parece que esté en un ambiente racionalista, me parece que es más compleja. Desde ya, el amor a la Patria debe ser en nosotros amor de Caridad. Desde luego, hay que pensar la Patria de la perspectiva de la eternidad. No cabe duda. Pero en algún momento se nos mezcló en la cabeza y en el corazón la política y la religión, la liturgia y el himno, los sacramentos y la bandera "idolatrada"; los santos y los héroes de nuestra modesta leyenda patria; el martirio y el amasijo en las guerra de los hombres. En algún momento compramos ése paquete, de factura decimonónica. Ese paquete no siempre incluye el amor a la Patria que es; muchas veces se endereza hacia una entidad fantasma a la que, paradójicamente, llamamos "la Argentina real". Es nuestra tentación, nuestra ideología, y nos puede llevar -como a todo hombre ideologizado- a descuidar el bien concreto del prójimo concreto. Dejo para otra oportunidad un comentario al brillante post de Lupus. Queden todos con Dios

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  2. Excelentes ambas reflexiones. Respecto de la de Pablo: tiene Ud. razón en cuanto a esas dogmatizaciones ilegítimas, que no sólo encontramos en la historia y en la moral, sino también en la filosofía y en la teología. Y hace muy bien en observarlo. Nos cuesta, según parece, reconocer el ámbito de lo opinable. En cuanto a sus afirmaciones sobre la historia, Castellani dice que es una disciplina plástica. Yo prefiero, con otros autores, decir que es una ciencia poiética. Pero como asigno a la palabra “ciencia” un sentido analógico, creo que estoy completamente de acuerdo con Ud.
    Acerca de Lupus: ¡vaya que me han gustado muchísimo sus dos comentarios! Éste que comento y aquél, en el que se refiere al superclásico. Y por mi parte, tanto Ud. como nuestro preciado Wanderer (por supuesto) y el que pinte, están invitados a un buen Cabernet en tierras cuyanas.
    Por otro lado, si Ud. me permite, estimado Caminante, le envío unas citas que sobre la patria extraje de la obra del P. Petit de Murat:

    “Estamos en hora de la historia semejante al cuatrocientos de Roma (desp. de C.) y al mil cuatrocientos de la Era Cristiana. Es decir, una Edad del mundo cae: la Moderna, mejor llamada Burguesa.”
    “Lo peculiar y más grave de toda caída histórica es la crisis intelectual que siempre la acompaña. La razón se enloquece y al fin desmaya como si hubiera entrado en una disparatada sala de espejos. “
    “En tal situación urge, ante todo y por amor a todos, evitar conceptos supuestos.”
    “Se plantea una tarea importante, tanto como la suerte de nuestra carne y de nuestro espíritu: la realidad, sobre todo la humana, nos mira con rostro sangrante, pidiendo que, al fin, se la vea. Es necesario enfrentarnos con las cosas hasta deshollarnos en sus escarpadas laderas: hasta alcanzarlas; descubrirlas en su limpidez primera, en el silencio regenerante de la verdad, por encima de las hundidas disputas.”
    “Este oasis (la Argentina) que Dios nos ha dado. Que aún no tiene nombre, que aún no ha habido un hombre que lo nombre, que lo exprese como David nombró a la tierra prometida y a su pueblo, como un Pericles nombró a Atenas.”
    “Y porque se han perdido las líneas históricas de la Argentina, no se sabe nada de la Argentina.”
    “La historia de la Argentina es historia de desolación.”
    “Nunca se ha visto un país más desequilibrado que este, nunca jamás.”
    “No tomamos nada en serio y no somos capaces de entender nada grande. Y no porque nos falte potencia, sino porque nos lo impone la mentalidad histórica que arrastramos.”
    “En fin; qué desgracia, ¿no es cierto? El argentino hace mucho que dejó de estudiar y lo estamos pagando caro. ¿Cuántos filósofos ha tenido la Argentina, cuántos teólogos? Apenas sí ha tenido poetas y literatos y basta.”
    “¿Nos conocemos? No, no nos conocemos. Una de esas magníficas tribus de bárbaros, alanos o hunos, o francos o visigodos, que hubiera llegado aquí, enloquece directamente. Nosotros todavía no hemos visto el país que se nos ha dado.”
    “Y si no nos hemos convertido en el verbo de nuestra tierra, qué gobernantes vamos a tener. El gobernante debe brotar de eso, tiene que ser una unidad.”
    “Y la Argentina no ha sido nombrada.”
    “La Argentina es un oasis de punta a punta, un maravilloso paraíso que no se lo ha visto.”
    “¿El español descubrió América? Yo les traigo el hecho, a ver si es demostrativo o no, de que había una vida pujante en Perú, en Bolivia, y el resto de estos países de hoy. Se van los españoles, e inmediatamente se desinfla todo. ¿Habían visto América? Y los hijos de estos españoles, ¿habían visto América? No digamos el Río de la Plata. ¿Se injertó el hombre en estas tierras por admiración? ¿Cuántos poemas, cuánta música, cuántos cuadros españoles nombran a América? En cambio, vayan a España a ver si descubrieron la península ibérica o no.”
    “Es necesario saber aplicar los principios, corroborarlos en la realidad. Tenemos que estar seriamente preocupados. Nosotros no estamos fundados, la Argentina no existe. Somos un planteo híbrido. ¿Hay admiración en nosotros por algo? ¿No se han dado cuenta de que somos un pueblo envejecido?”
    “Somos pueblos viejos, estamos viviendo de sobras, de los detritus de una civilización que se ha desmoronado.”
    “La inserción en la tierra, ese es el paso fundacional y este misterio se extiende incluso a la Iglesia. Una pregunta: ¿cuál es la entidad raíz, la entidad fundacional de una Iglesia, la que asienta definitivamente en un lugar del mundo? El monacato, que injerta a Dios, que lo encarna a Dios en esta tierra, aquí y ahora. Y ¿cuál es la desgracia de América? Que toda aquella corriente misional espléndida de españoles, que venía de una Europa en decadencia, no terminó en vida monástica sino en parroquias. Ahí se frustró, y de ahí que todavía no seamos católicos, que tengamos una insinuación abortiva de catolicismo. En América no hemos visto un católico aún, un hombre que prefiera la eternidad a lo temporal; tenemos un catolicismo disminuido. Y en cambio el último y más compendiado y compendioso de los romanos, San Benito de Nursia, ese gran señor, fundó toda Europa, porque toda Europa es una fundación benedictina.”

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  3. Estimados: Con Chesterton, puedo decir "It is true that I am of an older fashion; much that I love has been destroyed or sent into exile." Pero como los vandeanos esperaban la liberación de Luis XVII, como los jacobitas creían ver en cada barco al Bonny Prince Charlie, como los carlistas esperaban el cumplimiento de la promesa de Carlos VII en Valcarlos... yo espero el "criollo (que venga) en esta tierra a mandar" junto al Martín Fierro. Pero sino, sé que vendrá Aquél otro rey... el Rey, que ya vence, ya reina, ya impera.

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  4. No voy a dejar que pase este día sin agradecerle a Wanderer su gentileza, al Gallo su promesa y a Juan Mendocino su invitación. Quién dice que no.
    Y ya que estamos, una huevadita.
    Se trata de naufragios, y de ideas que no me terminaron de bajar de la cabeza a los dedos.
    Pero los jueves termino reventado, aunque los viernes son estupendos, y resulta que es un placer venir a lugares como éste.
    Como si de verdad "nothing is impossible" (quitá la figurita con tanto sudor al pedo).
    Igual, ahora, nada más quería agradecer.

    Lupus

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  5. Muy buenos los posts de Lupus y Gruñón.

    Agradezco al Caminante por su publicación.

    Pablo (Rosario)

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  6. Estimado Gallo:

    Pienso que hay un fondo de racionalismo en la pretensión de tener "ideas claras y distintas" de casi cualquier objeto de conocimiento.

    Cordiales saludos.

    Pablo (Rosario)

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  7. Estimado Juan Mendocino:

    Coincido plenamente con usted en que la noción de ciencia es análoga. Pero cuidado con citar a los tomistas de Laval, no sea que nos acusen de cómplices del bloqueo anglo-francés… Y ni hablar de Popper, porque seremos sospechosos de conspiración judeo-masónica. :)

    Su caracterización de la historia como una ciencia plástica, o poética, me parece muy atinada. Evita el endurecimiento epistemológico.

    Cordiales saludos.

    Pablo (Rosario)

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  8. Estimado Lupus: éste es el comentario a su post que dejé para otra oportunidad al comentar el de Pablo. Estamos de acuerdo, lamentablemente, en todo. Sobre el peronismo, creo que vamos a coincidir en que, mientras vivió "el general", bien o mal tenía sentido, tenía quicio: hacer lo que decía el general. Muerto éste, se acabó, al margen de que perviva una lucrativa estructura llamada "peronismo" o "justicialismo". No hay una doctrina peronista, creo, o al menos no hay una: parece haber varias. No hay una ortopraxis peronista. Rucci fué peronista, y los que lo mataron también; Lorenzo fué peronista, como Vandor, y como Ber Gelbard, y como Cafiero, y como lo es Ménem y Kirchner, así como es peronista Dante Gullo, y también Rimoldi Fraga...y como los imberbes, que fueron, dejaron de ser y ahora son de vuelta. Mis amigos peronistas, a los que quiero y respeto mucho, tienen un procedimiento curioso; sostienen que todos -menos ellos- son falsos peronistas. Es un método práctico, que satisface a ellos, titulares de la vara de medir peronistas, pero no a uno que no la tiene. En éste estado, lo digo con sincero respeto, el peronismo son dos cosas, que pueden o no coincidir: i) una estructura con fines electorales; o ii) una superstición, sin más contenido que la veneración a un héroe / sabio. Intuyo que la estructura no durará mucho tiempo más. Quizás después venga algo aún peor, que nos la haga extrañar, pero éso ya es otro tema.

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  9. Estimado Wanderer,

    Recogiendo el guante más o menos explícitamente repetido en varios de los comentadores de este blog, quizá no estaría enteramente mal juntarnos alguna vez a charlar (sobre este o aquel post o comentario sobre lo que venga a mano). No sé exactamente cuál sería la mejor manera de instrumentarlo, pero podría ser en una casa, tipo fiesta de disfraces (puesto que casi todos hemos recurrido a un pseudónimo). Claro que no sabemos cuántos prometerían su asistenciafueran menos de cuarenta, pongo mi casa a disposición.

    O, a lo mejor, una cosa menos pretenciosa. No sé, fijar una cita mensual en algún pub o bar de Buenos Aires y allí congregarnos a ver qué sale.

    Y si sale la fiesta de disfraces, mejor.

    Es una idea nomás, pero si le parece, veamos qué eco tiene.

    Lástima que—otro síntoma de la decadencia que vivimos—no hay más lecherías.

    Y bueh, va a tener que ser con whisky nomás (eso sí, que se pueda fumar, por favor).

    Savonarola.

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  10. No suelo escribir en este blog, pero lo leo con cierta frecuencia y este tema me ha interesado de modo especial. Coincido en casi todo con Pablo y me parece que , desde distintos registros, todos han dicho algo que se acerca a la verdad histórica - una verdad de tipo conjetural, naturalmente -.. El comentario de Jack Tollers ha sido de los mejores, como suelen ser sus escritos. A riesgo de ser algo esquemático, dejo la siguiente opinión que puede interesarles:

    Creo que varios temas de nuestra historia no han sido tratadas todavía con el suficiente estudio y con una correcta hermenéutica, aunque sí esbozadas: las deficiencias (sin negar las virtudes) del catolicismo barroco heredadas de España (algo dijeron Disandro, Castellani, Petit de Murat, Biestro, pero falta algo más completo); la falta de tiempo para que todas las instituciones de la monarquía tradicional española arraigaran en la Argentina tucumanesa y rioplatense (sumado a la ruptura que supuso la instalación de los Borbones, y los límites que eso implicó para que luego se consolidara un régimen monárquico o republicano "tradicional, aristocrático, católico y corporativo"; la legitimidad o no de la Revolución de Mayo y de la Independencia (lo mejor, me parece, es lo de Díaz Araujo, pero no "cierra" del todo, y la explicación contemporánea a los hechos más seria entiendo que es la de Anchoerna y Rosas; pero del lado "españolista" - postura que no considero "herética" en ningún argentino - se tendría que recordar que masones y volterianos también había en las filas "realistas", y que a los intentos de conciliación de las Provincias Unidas con Fernando VII, este respondió con un absoluto y "absolutista" desprecio); la figura de San Martín, que no me parece sea un "traidor" como alguno sugirió, pero tampoco un "católico tradicionalista y contrarrevolucionario", como algunos querrían (aquí también lo mejor es lo de Díaz Araujo y también el libro de Steffens Soler, pero...tampoco me convence plenamente); la diferencia entre el federalismo a la vez popular y aristocrático de Rosas y sus diferencias con el federalismo democráctico de Dorrego (aunque ambos católicos, eso sí); las quejas legítimas de familias católicas y tradicionalistas del Interior que sufrieron por diversos motivos debido a su oposición a la Independiencia y al rosismo (algo sabe de esto Don Luis Mesquita); las corrientes, sino tradicionalistas, sí al menos más "nacionales" que hubo tanto en el coservadorismo, como en el radicalismo y en el peronismo (son movimientos modernos, hijos de la democracia y del liberalismo, pero algo le dejaron al país, y sí, también algo le quitaron...); en este último sentido, hay que reconocer que hubo un conservadorismo nacional y otro liberal, que permitió la susbsistencia de una élite patriótica en la Argentina (algo nos enseño al respecto Ricardo A. Paz); los movimientos populares como el yrigoyenismo y el peronismo nos trajeron los males del populismo y la demagogia, pero "nacionalizaron" en parte a los inmigrantes y repararon parcialmente las injusticias liberales contra la población criolla, habiendo en ambos movimientos dirigentes altamente rescatables, como pudieron ser el católico, rosista y cuasi- tradicionalista Ricardo Caballero, del "riñon" del yrigoyenismo y luego aliado de Patrón Costas en los años 40; o nacionalistas de los buenos que colaboraron o simpatizaron con el peronismo de la primera hora (dejándole su impronta),como Vicente Sierra, Ernesto Palacio, Ramón Doll o Tomás Casares; tema aparte y también digno de mejores estudios, es la decadencia de la aristocracia (el desclasamiento de núcleos patricios del Interior o su mimetización con la oligarquía liberal y el ho haberse tornado la burquesía rioplatense de los siglos XVIII y XIX en una verdadera aristocracia: algo analizó Jauretche, con pésima interpretación y valoración); las virtudes y defectos de las formación filosófica en la Argentina desde tiempos hispánicos (la labor de estudio la tiene terminada Caturelli, pero falta "justpreciar" a fondo esos datos), y un largo etcétera.

    Me parece que la tarea del revisionismo histórico sigue pues, siendo válida, pero hay que estudiar muchas de estas cuestiones con mayor rigor...y sin dogmatismos tontos

    Fernando Romero Moreno

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  11. Copio algo que escribí a un amigo tradicionalista acerca del debate pendiente sobre la Independencia y sobre el peronismo:

    INDEPENDENCIA

    "Creo que tradicionalistas y nacionalistas nos debemos un estudio a fondo sobre la Independencia. Lo de Díaz Araujo es muy bueno, pero por momentos me parece que tira a forzar algunos argumentos. De modo provisional te digo que mi postura es: la Guerra de la Independencia no fue una guerra ni ideológica (había liberales y tradicionalistas en ambos bandos), ni étnica (había peninsulares y criollos en ambos bandos), ni religiosa (había católicos y masones en ambos bandos) ni internacional (no existía la idea de nación sino sólo de América como continuación de los Reinos de Indias) sino una guerra civil separatista. Que me parece justificada por violación del Pacto explícito entre el Rey y sus reinos, que era la interpretación de Tomás de Anchorena, tal como la expone Rosas en su discurso del 36 y que parece ser la que también tenía el P. Castañeda. Es también la que aparece en los argumentos jurídicos del Manifiesto del Congreso de Tucumán (no los argumentos históricos, que son pura Leyenda Negra). Pero hay que estudiar mucho todavía (mirá que leí a Sierra, Marfany, Ibarguren, Irazusta, Furlong, etc. y el tema no cierra del todo -tampoco del lado "carlista"). Idem con la figura de San Martín, del cual me queda clara su honestidad, patriotismo y progresivo repudio del liberalismo, además de su talento militar, pero no otros puntos difíciles de aceptar. Por de pronto estos temas San Martín no los veía tan claros, a pesar de lo que dice Díaz Araujo en su otro libro, que igualmente es muy bueno, y lo que sostenía Steffens Soler, en su obra memorable y recomendable "San Martín en su conflicto con los liberales". Lástima que en España estaba el bobo de Fernando VII, del cual finalmente también se desilusionaron los carlistas...A los efectos prácticos, no veo inconveniente en procurar una "Comunidad Hispánica de Naciones", que sean independientes, pero formen una entidad supranacional con un rey español legítimo a la cabeza, como prenda de unión, nunca de vasallaje. Pero primero tendrán que arreglar el problema dinástico los carlistas (Juan Carlos que se dedique a farandulear y salir en la Revista "Hola"). Y creo que lo mío es más una utopía que otra cosa (antes vendrá la Parusía, me parece)...."

    PERONISMO

    1) Perón no es personaje de mi agrado, más allá de sus aciertos y de su innegable carisma personal. Pudo hacer de la Argentina una Nación fiel a su Tradición, líder de Sudamérica (liderazgo de servicio, no imperialista) y a la vez , rica y justa. Su demagogia y maquiavelismo, más la acción mancomunada de los EE.UU y del gorilismo, lo impidieron. Pero hay que estudiar sus gobiernos y leer sus libros (sobre todo "Doctrina Peronista") para aprender de lo bueno y de lo malo.

    2) La interpretación “gorila” que ve en el peronismo la suma de todos los males y en el 45 el comienzo de la decadencia nacional, es simplista, unilateral y falsa.

    3) El peromismo como movimiento político excede la figura de Perón y pudo ser el ámbito de reflexión y de acción de todos aquellos preocupados por una Patria justa, libre y soberana (y en parte, con aciertos y errores, lo fue). Para que eso fuera algo serio y en serio, debió tener una marco doctrinal preciso y una conducción ética. Respecto de lo primero, Perón sólo ofreció un difuso cristianismo, que no tuvo incovenientes en permitir toda clase de “peromismos reales” (peronismos nazis, nacionalistas, socialistas, marxistas, etc) y alianzas con los grupos más dispares (masones, comunistas, simples corruptos). En suma, un cambalache. Lo segundo, ya lo dijimos: el fin justifica los medios de Maquiavelo fue el camino elegido. Así nos fue…

    4) Hoy, me parece, que el peronismo - como movimiento político - está muerto: no tiene ni la fuerza ni la mística ni los proyectos del 45, ni tan siquiera los de la década del 60. Es como el radicalismo de los años 30, un elemento más de la partidocracia, liderado por el kirchnerismo, que está sirviendo de plataforma para quienes quieren convertir al justicialismo en una suerte de PRI argentino, de ideología progresista e intereses económicos pragmáticos.

    5) Entiendo que sigue siendo necesario un espacio de reflexión y acción para pensar y luchar por una Argentina independiente y justa. Y para que, de lo que fueran el Peronismo y otras corrientes nacionales, pueda emerger un nuevo movimiento político, de raigambre católica y federal. Un espacio de reflexión y de acción como lo fueron el nacionalismo y FORJA en la década del 30. Pero debe haber un marco doctrinal para no caer en el cambalache. Ese marco sugiero que sea la Doctrina Social de la Iglesia, tal como la interpreta el Magisterio. Dentro de ese marco puede haber diversas miradas y propuestas “nacionales”, vengan del peronismo, del nacionalismo, del viejo yrigoyenismo, del conservadorimo nacional, del desarrollismo, de la democracia cristiana, del tradicionalismo. Ese marco puede ser una alternativa al progresismo socialdemócrata y al liberalismo individualista. Y puede ofrecer alternativas concretas (en el régimen de representación, en el modelo económico, en el problema de la deuda externa, en la política de derechos humanos, en las relaciones con el Primer Mundo, en la moral pública, en la defensa de nuestra identidad cultural) para la crisis que venimos padeciendo desde hace varias décadas

    6) No se entiende el peronismo, como no se entienden el federalismo, el alsinismo o el yrigoyenismo, si no se entiende al pueblo argentino. Eso no implica canonizar todas las costumbres populares, pero tampoco demonizarlas “por decreto”. Y el movimiento que logre poner los cimientos de una restauración genuina de la grandeza nacional, de la justicia social, de la Tradición, de la soberanía y la independencia, será un movimiento popular y caudillista, porque esa es la idiosincracia “política” de la Argentina. Si no queremos que de lo popular se pase al populismo, debemos trabajar por la formación de una clase dirigente capacitada, virtuosa, honesta, patriota y cristiana, que sea como la élite de dicho movimiento

    Fernando Romero Moreno

    MAS SOBRE EL PERONISMO

    1) Es cierto que la Argentina era un país rico. También es cierto que era un país que no había resuelto cómo salir a la vez con "desarrollo, justicia e independencia económica" del modelo agroexportador: un modelo dependiente, con proteccionismo del Estado a los capitales extranjeros y con desigualdades injustas en las economías regionales y en el reparto equitativo de la riqueza entre toda la población. Perón fue "parte" del intento de salir de ese modelo, mediante una economía proteccionista y de industrialización. Creo que el error fue elegir un modelo de industrialización que afectó gravemente al sector primario de la economía, teniendo a la vez un fuerte componenente estatista. Por eso digo "pudo y no lo hizo". Creo que intentar un proyecto industrializador(teniendo en cuenta las ideas precedentes de un Vicente F. López o un Alejandro Bunge, o las realizaciones de un Mosconi en el área del petróleo) era el camino correcto. Pero debió ser una industrialización que respetara el principio de subsidiariedad, que no ahogara a la "gallina de los huevos de oro" (el campo) y que no despilfarrara en demagogia la riqueza nacional. Diría que incluso un Estado industrial, subsidiarista y con justicia social pudo ser realizado, como de alguna manera lo hizo Franco en España en los años 60. El problema no estuvo tanto en las ideas sino en el modo concreto - populista - de gobernar. En cuanto al modelo conservador creo que siempre tuvo falencias graves y estaba agotado. Naturalmente no coincido con el "reciclaje" de Justo y sí con la crítica nacionalista de los años 30. Perón se hizo eco de esas aspiraciones, pero erró el camino.

    2) En cuanto al caudillismo, entiendo que en la cultura argentina e hispanoamericana en general hay una tendencia a gobiernos de mando unipersonal y carismáticos. Eso en sí mismo no es ni bueno ni malo. Es malo si no hay contrapoderes sociales o corporativos que limiten la acción del gobernante, ni límites morales y jurídicos. Pero de suyo es simplemente una tradición cultural. El estudio de la historia argentina me ha enseñado que en general los gobiernos con arraigo popular y caudillos carismáticos han tenido un sentido más hondo del interés nacional que los gobiernos de minorías. Pero cuando una minoría aristocrática (no una oligarquia liberal y mercantil) acompañó gobiernos caudillistas, se evitaron los peligros de la demagogia populista, como sucedió con Rosas. En cambio cuando esa élite faltó, no hubo cómo contener la desviación del caudillismo al cesarismo democrático y a la tiranía. Es lo que pasó con Perón. Un caso intemedio - por su honestidad personal y ausencia de tiranía - es el caso de Yrigoyen. Y en la provincia de Bs. As. , el del conservador Alsina. Caudillos de "buena línea" (criolla, católica, federal) fueron Artigas, Güemes, Estanislao López, Facundo Quiroga, Alejandro Heredia, el Chacho Peñaloza y naturalmente Don Juan Manuel.

    3) ¿Cosas buenas que el peronismo le aportó al país?

    a) La "nacionalización" del movimiento obrero, alejándolo de las corrientes marxistas, socialistas y anarquistas que lo caracterizaban desde fines del siglo XIX, y una cierta "reparación" (tal vez más emotiva que real) del pueblo criollo, despreciado desde los tiempos de Alberdi, Sarmiento y Mitre.
    b) El solidarismo jurídico (convenciones colectivas de trabajo, tribunales laborales, función social de la propiedad, bien de familia, etc), sin desconocer los abusos que se produjeron y ciertos errores que se defendieron como aquel de que "la tierra es para el que la trabaja". Legislación social que puede y debe ser revisada todo lo que se quiera, pero que no nos puede hacer volver a los tiempos en que el trabajo era regulado como una simple locación de servicio o los sindicatos carecían de los más elementales derechos para negociar.
    c) Durante más de diez años, el restablecimiento de la enseñanza religiosa en los colegios estatales. La ley la hizo el eminente escritor Gustavo Martínez Zuviría y el dato es cierto. Pero no puede olvidarse que Perón la hizo convertir en ley, defendiéndo su necesidad contra sectores laicistas, e incorporando la cuestión como parte de la doctrina peronista (ver el libro "Doctrina Peronista") ni obviar que la Revolución del 43, en la que Hugo Wast participó, fue obra del GOU, en el que Perón era miembro de primera línea.
    d)La defensa a través de medidas concretas de gobierno, de nuestra tradición folklórica, de nuestro arraigo en la Hispanidad y en la Latinidad y en general la defensa de una cultura más criolla y menos europeizante.
    e)Ciertos aspectos de la reforma constitucional del 49, como la incorporación de una concepción humanista y clásica de la educación, de la familia como institución fundamental de la sociedad, la superación del individualismo del 53, etc. Y tal vez, como algo prudencial y no sin reservas, del discutido art. 40.
    f) La creación de los subsidios a los colegios privados.
    g) El intento de formar un movimiento político por encima de la partidocracia, fundado en la alianza del Estado, la Iglesia, las Fuerzas Armadas, los Sindicatos y el empresariado nacional.
    h) La elaboración de una "doctrina" de difusión popular en buena parte coincidente con los planteos del nacionalismo de los años 30: tradición católica e hispano-criolla, soberanía política, independencia económica, justicia social, federalismo, democracia orgánica, antiliberalismo y antimarxismo, antiimperialismo, hispanoamericanismo. Es decir, la antítesis del modelo liberal que se impuso en 1853 y una alternativa a la vez social, nacional y cristiana al marxismo. Lamentablemente por el maquiavelismo, demagogia y corrupción de Perón eso se quedó a mitad de camino...y la otra mitad fue desandar lo andado al apoyar a los grupos anticlericales y masónicos del 54-55 y al montonerismo y marxismo de los 70, entre otros hechos gravísimos y lamentables.
    No es de mi interés hacer una apología del peronismo, cuando creo que también ha quedado clara mi oposición a muchas de sus realizaciones. De todos modos creo que si hoy, en muchos hogares pobres de la Argentina, se honra simultánemante la bandera argentina y la imagen de la Virgen de Luján, eso de alguna manera se lo debemos al peronismo. De hecho quienes flamean el trapo rojo o se enorgullecen de EE.UU - y en ambos casos,con claras posturas laicistas - no se reclutan por lo general en esos sectores, sino en las universidades.
    Bueno, no sé si lo que escribí aclara u oscurece. Creo que el tema es para todo un libro. En todo caso, me ubico en la línea de aquellos nacionalistas que supieron ver con ecuanimidad al peronismo, a la luz sobre todo de un buen conocimiento de la historia y de la sociología nacional, sin por eso dejar de criticar todo lo criticable, y en la mayoría de los casos apoyando la Revolución Libertadora en la etapa lonardista. Me refiero a hombres como Ernesto Palacio, Vicente D. Sierra, Tomás Casares, Leonardo Castellani, Ramón Doll, Ignacio B. Anzoátegui, Manuel Gálvez, Juan Alfonso Carrizo, Carlos Disandro, Alberto Ezcurra Uriburu, "Pancho" Bosch, Héctor B. Petrocelli, entre otros. De entre ellos no me ubico entre los que se hicieron formalmente peronistas (como Diandro o Bosch) sino en la corriente nacionalista que simplemente evitó el antiperonismo cerril. Naturalmente gorilismo en sentido estricto no hubo nunca en el nacionalismo, ni siquiera en el más antiperonista como pudo ser el representado por Jordán B. Genta.

    Creo que el mismo "rescate" hay que hacerlo con las corrientes nacionales del conservadorismo y del radicalismo




    Fernando Romero Moreno

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  12. A mi entender lo que ocurre, apreciado Wanderer, estimados amigos, es que la política y la historia van de la mano. Perogrullada, ya lo sé, y encima perogrullada incompleta (¿y la religión?).

    Precisando un poco más: mi concepción de la política pasa por la historia mía.

    Pasa por mis viejos, por mi tío y por la hermana de la esposa de mi tío, que en los años bordó coqueteaba con un montonero al que un día se chuparon, y a la que casi se llevan también (la muy papanatas, ignorante de todo, menos del romancero escolar, había estampado su nombre ¡con florcitas! en la citanova del “idealista”, cuyo nombre nunca supe).

    Pasa por las charlas escuchadas en las sobremesas de los parientes, los lugares visitados y añorados. Por los amigos y los maestros que abandoné y los que conservé. Hasta lo que se resta suma.

    Pasa por la biblioteca de mi casa paterna y también, ¡y cómo!, por la que yo mismo me construí, poblada (cada vez más poblada, pena de mi esposa) con muertos de voz a prueba de balas, y empezada en los libros que le afané a mi viejo... ¿Qué es una biblioteca –antes que la viuda y algún hijo contador o “artista” la terminen rematando– sino un lugar para practicar la más exquisita delincuencia?... ¡Lo confieso! ¡Yo afané para salvar del naufragio la inclinación subrepticia de mi viejo! Ahora miro a mis hijos y me creo preparado para una contingencia parecida: los turros están al acecho, pero me van a tener que dar con la plancha de los bifes, de noche y por la espalda. No obstante, el futuro me parece promisorio. Ninguno me salió pianista.

    Pero también no pasa por los libros. Porque no todos tienen la fruiciosa vocación del estudioso. Y porque la cabeza, en el apuro, no siempre acude a los preceptos. Digo sólo esto y acepto el riesgo.

    Pasa por... Nada más que como ejemplo (espero que nadie se ofenda): no se puede esperar mucho, en lo inmediato, de alguien que se educó en un hogar de padre radical, muy de boina blanca, respetuoso hasta de Alfonsín, que tiene colgado en la cocina el sagrado cuadro de Illia, adornado con flores de plástico y al que le dirige una mirada reflexiva cada tanto, mientras se lastra el plato especial de los viernes, merluza con puré de papas, acompañado de un dedo de vino en un vaso de agua.

    No es joda. Yo lo vi. Y me acuerdo de cada detalle.

    Los dos hijos varones, de 26 y 28, vinieron al mundo provistos del debido cabeceo afirmatorio y de una colección de austeras y oportunas acotaciones suplementarias. Se advertía que crecieron prolijamente, todo lo que cabe a unos jóvenes que enfrentan la cena familiar con la dulce mirada de Arturo clavada en el cuello. La hija, menor, de unos 18 ó 19, lindita y callada, era tan odiosamente hacendosa como la madre. Dale que dale a la rejilla y a la canilla. Dos segundos después de mandarme el último bocado de la merluza desabrida, ya estaba enjuagado el plato y servido el flan. Era obvio que las cosas más importantes que ocurrían en esa casa, ocurrían en la cocina.

    Después discutimos un poquito, ¡atenti, yo no saqué ningún tema! Insistía con que a “Raúl” le habían hecho un “boicó” y que entonces prefirió abandonar por el bien de la R-R-República! “¡Que no te olvides, muchacho, es la cosa pública!”. Me salieron más o menos bien algunos movimientos musculares de la cara y logré que me tomara por gil, o por desinteresado de los temas esenciales del cosmos.

    Yo había ido con un amigo... Mejor no. Mejor me reservo ese pasaje porque Wanderer me censuraría, con toda razón.

    El tipo miraba a Illia y yo lo miraba a él, a la esposa, a los hijos. Esa noche me cayeron varias fichas.

    Elegí ésta porque no es dramática. Pero ¿quién no tuvo la oportunidad de hablar más o menos a fondo, alguna vez, con un nene pudiente, o un zurdo resentido, o un puto, o un fana peronista, o un villero, o un preso, o una psicopedagoga, o un morfador de merluza?

    Vivir es aprender. Obvio. Mi concepción de la política pasa por todo lo que aprendí, en especial durante la crianza y la juventud. Durante los maestros, los amigos y los libros. Durante la soledad.

    Uno es lo que aprende, y a mí se me da por sostener que hay cosas que muchos, si tuvieran la oportunidad de volver atrás, pero de la mano de un amigo paciente, vivo o muerto, quizás elegirían no aprender jamás.

    En la Argentina, que no es sino pedazos, no hay mejor proyecto político que ir de a uno por vez, todo lo que te dé el cuero. Sin abrumar. Ni vino aguado, ni vino bueno con embudo.

    Lupus

    (Es buena la propuesta de Savonarola. El lugar, cualquiera. El whisky, vale. El faso, no me jode. El disfraz, tengo dos variantes, según el día: si es un día bueno, voy de Karadagián; si es malo, llevo mi careta maestra con la cara de orto de Sarmiento, o mejor no voy.)

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  13. Savonarola: La idea no es mala. Un whisky o un gintonic sultan la lengua y aflojan la timidez. Y a falta de lecherías, hay varias casas que se ofrecen.
    Sin embargo, pensándolo bien, creo que no resulta necesario organizar una reunión. Yo estoy seguro que me reuno semanal o mensualmente con la mayoría de los comentadores del del blog, sin disfraz. Y claro, para conservar la amistad y por amor a la paz, nadie dice absolutamente todo lo que piensa. Para hacer esto nos ponemos un disfraz e ingresamos a la web.
    Quizás no valga la pena.
    Además, estaríamos expuesto a un atentado kukú. Me consta.

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  14. No comento mucho en este blog. De hecho, me parece que es segunda vez que lo hago.
    Los comentarios que publica me parecieron excelentes y muy ilustrativos, aunque en el fondo comulgo bastante más con Lupus en cuanto a que la gran historia suele estar más cuidada si se vive con más entereza la pequeña historia, la de cada uno.
    Nuestras clases políticas no nacieron de un repollo, provienen de familias como las de cualquiera de nosotros, lo mismo que los grandes protagonistas de nuestra historia.
    Mamaron lo que mamaron, lo maduraron (o no) como pudieron, y lo proyectaron en su vida y en sus decisiones cuando tuvieron la oportunidad y el poder de hacerlo. Y si fueron piolas, "vivos", o consumados h de p, lo fueron en parte porque lo vivieron en su casa, de sus padres, de los vecinos, de los parientes, o sea, de cualquiera de nosotros, que podemos estar dando alguna pauta a algún futuro gran prtagonista, sin saberlo.
    Por eso estoy convencido, en parte, que tenemos la historia y los políticos que nos merecemos tener. Ellos son, de alguna manera, lo que nosotros hicimos de ellos.

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  15. ¡Bravo por Lupus con lo de la mezcla de historia personal con "la historia" del país y la política!

    Porque no hay que olvidar que para Aristóteles era el arte de la concordia... ¿y qué concordia puede haber si no nos conocemos?

    Por eso, insisto en la lechería... digo, la whiskería... digo, el bar, boliche, pub o lo que fuera. Es una propuesta política, en el mejor sentido de la palabra.

    Y no, lo de los disfraces era metafórico, por lo de los pseudónimos en este blog.

    Ya bastante disfraz tenemos con la famosa "máscara" de la personalidad de cada cual.

    (La mía es abominable).

    Savonarola.

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  16. Amigo Wanderer, Ud. ha logrado un milagro: que podamos "conversar" cristianos y argentinos doloridos, con fuertes discrepancias,pero con una aspiración común. Desde el agudo Gruñón, al que le propongo añadir "de Monfort" a su seudónimo, hasta el inspirado Lupus,pasando por las ecuánimes y tan acertadas a mi modesto juicio reflexiones de Romero Moreno. ¿Por qué no podemos leer esas cosas en nuestras publiciones? ¿Y por qué no las podemos charlar tomando un whisky? Creo que es porque el anonimato ayuda, y el formato es decisivo.Si nos juntáramos... terminaríamos a las patadas, como ha ocurrido tantas veces. De todos modos iría corriendo, para lamentarlo tal vez al día siguiente. Nos falta paciencia y caridad entre nosotros. Preferimos perder un amigo a callar una réplica mordaz.
    Y una última cosa. Respecto a la historia de la Iglesia, creo que la clave está en la parábola del trigo y la cizaña... La noche misma de la siembra el enemigo introdujo el mal. No diez años después,ni diez siglos, ni diez días. La misma noche. Por tanto es vano buscar una edad de oro antes del Vaticano 2, o del 1, o de Trento, o de... La misma noche. Entonces, cualquier emprendimiento sufrirá la misma suerte. Eso no quita que haya que sembrar, pero sabiendo que hasta la Parusía lo que hagamos se va a malograr parcialmente de algún modo.
    Oremus ad invicem

    El anónimo normando

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  17. Los comentarios posteriores a Tollers (fundamentalmente Romero Moreno) han puesto más luz sobre el peronismo, y sin dudas han desestimado el gorilismo inicial de su diatriba al General (compartida por Pablo Rosarino y Juan Mendocino). Sepa disculparme si reaccioné mal, tocado en mi sentimiento peronista. Y en lo de "sentimiento" hay mucha explicación, tal vez, a que los Menem antes, o los Kirchner ahora, sigan usufructuando esa "cosa" que es (o ya lo fue, tal vez) el peronismo. Hay una gran masa de gente que presume, o intuye, que "el peronismo" (aliado a los liberales o a los progresista, o mejor dicho "usado por ambos") es la fuerza (la única) que puede gobernar este suelo. Reminiscencias de caudillos, o no se qué, pero es así. El resto (radicales, aristas, socialistas) pueden ser, en el imaginario popular, buenos gobernadores, diputados o senadores, a lo sumo, pero puestos a gobernar flaquean, como mínimo, o se pelean de inmediato entre ellos, o dudan y dudan.
    Tal vez estemos en las últimas generaciones (20/30 años más, como máximo) de "peronistas" con cierta autenticidad (aunque también es cierto lo que dijo alguien, que usamos para descalificar al que no nos gusta aduciendo "que no es peronista"). TODO MUY CONFUSO. SE LO RECONOZCO. Reconozcame UD. que PERON no es el padre de todos los males, o por lo menos no es el único, ni el peor, ni el primero. La reseña de Romero Moreno me parece acorde a una mirada bastante ecuánime. Las citas del P.Petit de Murat contradicen al propio Juan Mendocino y, en cierto modo, pueden sustentar la pregunta (muy elemental por cierto) que le formulé y Ud. censuró (creo por otras razones): ¿Qué es el patriciado argentino? A mí entender es tan endeble como el "indigenismo" argentino de muchos (casi todos diría) descendientes de europeos, que plantean una hipótesis absurda e indemostrable. Atentamente,
    Gregoris

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  18. Dos cosas nomás al estimado Pablo de Rosario: sé que no Ud. no quiere decir lo contrario, pero cabe aclar: está muy bien tratar de tener las ideas claras; y no viene de ahí el problema del kantismo ni del racionalismo. Me parece. Y creo que el problema de algunos amigos un poco demasiado folcloristas, viene más bien por que aún contra nuestra voluntad nacimos y fuimos criados en un medio hegeliano. En otro orden: muy bueno el relato de Lupus.

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  19. Estimado Wanderer,
    Simplemente, que reconfortante venir a un blog donde se aprende.
    Gracias por este post que me ensenio (perdon no tengo enie) mucho. Gracias a Fernando Romero Moreno por sus ideas sobre el peronismo, soy de los que caen en la tentacion de culparlos de toda la decadencia desde el 45 hasta la fecha y me hizo recapacitar algunas ideas. Muchas gracias.
    Pablo (Rosario), un placer como siempre.
    Saludos,
    Joseph Kroke

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  20. Estimado Caminante:
    Hasta donde puedo ver, de su último comentario se desprende que Ud. conoce y se reúne con muchos de los participantes del blog.

    Deberíamos concluir entonces, que el disfraz utilizado por algunos no cumple con su cometido: Poder decir absolutamente todo lo que pensamos.

    De ello se sigue que tampoco es este blog un lugar propicio para exponer "absolutamente todo lo que se piensa" sin comprometer también con ello la "amistad" o el "amor a la paz".

    Posiblemente solo nos exime de presentar la cara en combate cuerpo a cuerpo (tan antiguo y tradicional entre caballeros) puesto que aquí solo se puede usar la palabra. Y por escrito.

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  21. Caminantes:
    Tiene razón el Anónimo Normando. Todo lo que hagamos se va a malograr, al menos en parte. Porque lo humano, lo temporal, no es la meta de la Encarnación. Y el inexorable camino hacia el fin de los tiempos, no tiene retorno. Ya pasó la Edad Media, y otras edades más santas, más heroicas que la que nos tocó en suerte. Y no van a volver. Por eso los llantos y los lamentos de los que miran hacia atrás no tienen mucho sentido, como tampoco lo tiene luchar demasiado contra el progreso, que aunque detestable, no es posible evitar, porque justamente progresar hacia la decadencia es transitar el sendero hacia el fin de la historia y acercarse a la Parusía.
    Claro que tampoco hay que desesperar, sino tratar de salvarnos y de que se salven los más. Para eso y sólo en función de eso, es importante lo temporal, la Patria, la política; pero algunos se confunden y desprecian demasiado (o creen despreciar) todo lo que es del mundo, aunque siguen viviendo en él y de él.
    Creo que el desprecio total y verdadero del mundo, sólo puede reconocérsele a los monjes de clausura, o a los que se iban al desierto a vivir de raíces, o a la Madre Teresa de Calcuta. Pero los demás, tenemos que poner las cosas en su justo orden, y negar el mundo en lo que es negable, y hacernos cargo del mundo en lo que debemos hacernos cargo. Y entonces la Patria terrenal, requiere nuestro esfuerzo y atención, pues cobra el valor de un instrumento para la salvación de sus hijos. Pues si la Patria está corrupta, débil, sometida a voluntades ajenas, entregada a la degeneración y de espaldas a la belleza y a la Verdad, y gobernada por los peores y los ávidos de poder y riquezas, se dificulta la salvación de su pueblo. De ahí que una razonable prosperidad, como antítesis de la miseria indigna que ahora nos inunda, o una mínima educación, como contraria a la brutalidad animal que hoy impera en la mayoría del pueblo, son preferibles en función de que en ellas la virtud es más accesible .
    En medio de la villa, entre hambrientos analfabetos, que ni siquiera hablan entre sí el mismo idioma, que viven (y mueren) aturdidos por la cumbia grosera y los bailes de caño de la televisión, atormentados por el “paco” la violencia y el resentimiento, y todas las formas de fealdad imaginables, es más difícil difundir la Verdad. Tan difícil, claro, como hacerlo en las playas de Punta del Este entre la frivolidad, la banalidad y las fiestas desenfrenadas de los veranos.
    Unos y otros, cada vez menos semejantes a Dios y más a las bestias, son todos candidatos a la barca de Caronte y no a la de Pedro.
    En conclusión, nuestro interés en hacer a la nación digna y ordenada, libre y no sometida, es en realidad interés en rescatar su identidad religiosa y cultural, y se dirige a preparar el terreno en que la Fe pueda difundirse y fructificar. En la Argentina, hubo un tiempo en que ese terreno estaba más o menos abonado, aunque incipientemente, más allá del signo político y de los aciertos o desaciertos de sus gobernantes. Los pobres eran menos y mucho más dignos, había una razonable educación al alcance de todos, y eran desconocidos muchos riesgos morales y violentos que hoy nos acosan. Perón heredó ese país, en el que es cierto que había mucho por hacer, pero que con todos sus problemas, era sin embargo el mejor de América, no porque fuese el más próspero, o el más poderoso, -lo era en la medida necesaria- sino porque era el racial y culturalmente más homogéneo y europeizado, (quizás sólo superado por Uruguay) el más aceptablemente justo, con una sociedad pacífica y generosa que vivía sin sobresaltos y con un pueblo que se reconocía a sí mismo como católico y le parecía natural ser gobernado por una clase tradicionalmente más culta y preparada. Había también una élite intelectual, católica y nacionalista que no gobernaba, ciertamente, pero que gravitaba culturalmente y en muchos ámbitos del poder; y otra que era ideológicamente contraria, pero, sostengo, era también bienintencionada y nacional. Todavía no habían llegado, creo, los adoradores del odio de clase, del odio a la familia, y los enfermos de resentimiento. ¿Qué pasó después? Ya es difícil contestarlo. No es que quiera acusar a Perón de todos los males, pues como dije la primera vez que escribí aquí, cada época tiene sus responsabilidades. Y como expresé al inicio de estas páginas, no me interesa mucho llorar sobre el pasado. Pero a título de inquietud histórica, me pregunto si así como Rosas fue una bisagra entre la Argentina colonial y la Argentina nación con identidad propia; si así como la generación del 80 fue la bisagra entre la Argentina de la guerra interior y la Argentina del estado organizado y moderno, me pregunto, digo, si Perón fue la bisagra de la Argentina que tenía la oportunidad de ser una nación católica ejemplar y de la Argentina que se perdió.

    Gruñón de Monfort

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