Una de las conclusiones que aparecen luego de la lectura del recomendable editorial de La Nación de ayer, es que lo que quieren en el fondo los defensores del aborto es que los deje fornicar tranquilos. Y el embarazo es un inconveniente que siempre está latente y limita, o puede limitar el placer de la carne. Es el non serviam primigenio que se manifiesta en la voluntad de hacer con la sexualidad lo que se les antoje sin que nada ni nadie, ni siquiera un posible hijo, pueda impedirlo.
Me resulta difícil, como a muchos católicos, ahondar en el tema de la sexualidad. No es agradable, el pudor sigue siendo para nosotros una virtud y con estos temas se resiente, y también tenemos una suerte de cola de paja: la Iglesia, afirmamos, durante mucho tiempo redujo el problema del pecado al sexto mandamiento; se insistió demasiado sobre ese tema, cuando en realidad hay pecados más graves. Y, finalmente, los más conservadores tenemos terror que se nos aplique el rótulo de “jansenistas”, que siempre provoca un efecto estigmatizante, aun cuando no sea más que una etiqueta fabricada por los jesuitas en el siglo XVI. Y sigue funcionando del mismo modo: “jansenista” es el cómodo vertedero donde se amontona toda suerte de beatones, exagerados, tímidos, traumados y otros clase de indeseables.
Sin embargo, lo cierto es que la Iglesia, desde sus mismos orígenes, fue muy firme en la denuncia de los pecados contra el sexto mandamiento y muy severa en sus castigos. Esto es muy llamativo y no es cuestión de escudarse diciendo que era una cuestión cultural, propia de una época, porque si esta es una argumentación válida, se nos caen buena parte de las argumentaciones que sostienen la racionalidad de la fe.
Y está severidad y cautela extrema con respecto a la sexualidad no aparece solamente en una época determinada de la Iglesia. Por el contrario, desaparece con el Vaticano II: antes, siempre estuvo, con modalidades diversas. Sería ocioso e imposible intentar la elaboración de un elenco de citas que prueban lo que digo. Mencionaré sólo algunas que me resultan útiles para argumentar el tema de esta entrada. San Agustín intercambió varias cartas con su amigo Evodio, el que lo acompañó a lo largo de toda su vida cristiana y que, como él, fue también obispo. En una de ellas, hablan sobre la muerte edificante de un joven de veintidós años, y dice: “Traté de saber si se había manchado alguna vez con el trato con alguna mujer; testificó que estaba inmune, y eso acrecentó mi gozo. Murió, pues. Le hicimos exequias muy honrosas, dignas de alma tan grande” (Carta 158).
Pareciera que el santo de Hipona exagera un poco. ¿Tanta importancia podía tener para una muerte santa una canita al aire de un joven en el ardoroso clima de África del Norte? “Mancharse”, ¿no es demasiado?
Avancemos algunos siglos. San Pedro Damián (s. XI), doctor de la Iglesia y autor entre muchas otras obras del Liber Gomorrhianus, de tanta vigencia en la actualidad, mantiene una posición particularmente rígida en todo lo relacionado con el sexo, también secundum naturam, y lo más llamativo son sus durísimas referencia a la vida sexual de los esposos. Las citas son muy numerosas. Espigo un par: “Para la esposa carnal, el abrazo [sexual] del esposo representa la corrupción de su carne; el pacto de amor se realiza a costa de su castidad; casi siempre ella llega virgen a la cámara nupcial, pero sale profanada (violata)”. (De divina omnipotentia, 36, 4; ed. Brezzi, p. 68). “El apóstol Pedro fue lavado de la suciedad del matrimonio con la sangre de su martirio” (Op. 13, 6; 299A). El pudor y el espacio aconsejan abstenerse de más citas de este santo. Para el autor, el sexo aún practicado en el ámbito matrimonial no deja de ser una concesión a la carne a los solos efectos de la procreación, y se ubica en el límite de lo permitido. Quizás exagera, pero los cierto es que San Pedro Damián fue proclamado Doctor de la Iglesia por León XIII y, como tal, posee eminens doctrina, es decir, eminencia doctrinal en materia de teología y culto. Sus escritos no pueden ser salteados con un simple: “Respondía a la realidad de época”, o “Está traumado con el tema”.
Santo Tomás de Aquino aporta mucha más claridad y contradice al Damián cuando, por ejemplo, considera que aún antes del pecado original, el hombre se habría reproducido mediante la unión sexual porque es lo que corresponde a su naturaleza (Suma de Teología, I, 98, 2). Ergo, el matrimonio no puede ser una “suciedad”, ni la virtud de la castidad puede ser identificada con la virginidad. And yet…
San Gregorio Magno, uno de los cuatro grandes doctores y Padres de la Iglesia, decía:“El varón que duerme con su propia esposa, si no es lavado con agua, no debe entrar en la iglesia, y aún cuando sea lavado no debe entrar inmediatamente […] la costumbre de la iglesia romana, desde los tiempos más antiguos, es que después de la unión conyugal se debe pedir el lavado purificatorio y debe abstenerse con reverencia de ingresar a la iglesia. No consideramos por ello culpable la unión conyugal, sino que la unión de los esposos no puede hacerse sin el placer de la carne y, por tanto, deben abstenerse de ingresar en un lugar santo, porque el placer mismo no puede darse sin culpa” (Gratianus, De poenitentia, dist. VII, q. 4, c. 7).
El Catecismo Romano, promulgado por San Pío V por mandato del Concilio de Trento y publicado en 1566, dice: “Requiere asimismo la dignidad de tan grande sacramento [la eucaristía] que los casados se abstengan por algunos días del uso del matrimonio teniendo presente el ejemplo de David, quien estando para recibir del sacerdote los panes de la Propiciación, manifestó que hacía tres días que él sus criados estaban limpios del uso conyugal” (Catecismo Romano II parte, c. IV, n. 58).
Y Santo Tomás se expide también al respecto en su Summa Theologiae (III, q. 80, a. 7 ad 2), y dice que aún cuando la unión conyugal haya cumplido todos los requisitos morales que enseña la Iglesia, se aconseja abstenerse de ella antes de recibir la eucaristía.
Nunca se me ocurriría cuestionar la santidad del matrimonio y mucho menos reclamar la vigencia de prácticas purificatorias. He traído a colación estas citas un poco incómodas, para mostrar que en la Iglesia, desde sus inicios, ha existido siempre una reserva muy marcada hacia el ejercicio de la sexualidad, aún dentro del ámbito matrimonial. Aparece constantemente una cautela, un caveat, como si la sexualidad fuera algo inevitable pero peligroso, al que hay que mirar con mucha atención y, por tanto, conviene incluso exagerar en el ajuste de riendas para evitar un desastre que sabían gravísimo.
Y las riendas dejaron de ajustarse y se aflojaron; quizás como reacción a la obsesión por lo sexual que caracterizó a los años del pre-concilio y seguramente porque es mucho más divertido andar suelto de riendas en estos temas. El desboque sexual que estamos viendo probablemente sea la causa de una de las crisis más profundas de la Iglesia -quizás la mayor de ella porque no sabemos cuándo y cómo terminará-. La semana pasada el cardenal McCarrick fue despojado de la dignidad cardenalicia y sus correrías con seminaristas y jóvenes sacerdotes, y sus estrechos vínculos con el Instituto del Verbo Encarnado, han aparecido detallados en el The New York Time y en la Catholic News Agency. Y más abajo en el mapa, el caso de Honduras está adquiriendo ribetes similares a los de Chile: renuncia del obispo auxiliar de Tegucigalpa por denuncias de conducta inapropiada con jóvenes, carta de un grupo de “seminaristas heterosexuales” del seminario de Tegucigalpa a los obispos hondureños en la que expresan su desazón por las conductas homsexuales de muchos de sus compañeros, que son amparados por los superiores de esa casa y una mancha que está se está acercando también al saxofonista cardenal Madariaga, cercano amigo del Papa Francisco. Y si todavía éramos pocos, parió la abuela: está comenzando a destaparse el guisado de los abusos de obispos y sacerdotes hacia monjas y religiosas.
Y si todo esta abominable realidad está allí, oculta a nuestros ojos, y ocurriendo en las entrañas mismas de la Iglesia, cuánto más es lo que ocurrirá en el mundo. Los que tenemos la gracia inmerecida de vivir en un cierto apartamiento del mundo y de sus costumbres no sabemos y quizás ni siquiera podemos sospechar los excesos sexuales que se dan a nuestro alrededor. Y es mejor que así sea.
Dice el Señor: “Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa” (Mc. 3, 27). Me pregunto yo si el relajamiento de las riendas, si el dejar de hablar de “esos pecaditos de debilidad” para concentrarnos en los más graves e importantes como son, por ejemplo, los "pecados sociales", si el abandono de la cautela con la que la Iglesia siempre había tratado la sexualidad, no fue uno de los motivos para que ésta se haya terminando convirtiendo en el lazo con el que el enemigo ha atado no solamente al mundo -que quiere fornicar tranquilo-, sino a los hombres de la Iglesia, que también quieren hacerlo, para de esa manera saquear tranquilamente la casa.
La Iglesia era ese hombre fuerte cuya casa no podía ser tomada por asalto. En ella habitaban hombres virtuosos y fornidos que la defendían contra el enemigo. Pero se distrajeron, se emborracharon y se dejaron atar con un lazo maldito. Ahora sí el enemigo puede entrar y hacerse con ella.
Decir "desaparece con el Vativano II" me parece que es no reconocer la Humanae Vitae de Paulo VI un texto tan contundente al respecto como cuestionado dentro de la Iglesia pero que existe y es posterior al Vaticano II.
ResponderEliminarEn cuanto a todos los escándalos sexuales de todo tipo dentro de la Iglesia en el último tiempo creo que es una de las peores cosas (sino la peor) que le pasó a la Iglesia en los últimos años.
Saludos
Muy buena entrada. Es bueno recordar lo que decía Garrigou Lagrange (no creo que nadie se anime a acusarlo de jansenista) sobre este tema: que si bien no es el peor pecado, es sí el "gusano roedor" por el que entran muchos otros pecados y vicios que tienden a quedarse.
ResponderEliminarNo por nada (y esto lo relaciono yo) algún pope oriental ha dicho creo que con bastante razón que el vicio de la pornografía (tema del que muy poco se habla y que hoy en día, por la facilidad con la que se accede, es una verdadera epidemia, según todas las encuestas que se han hecho), es abrir la puerta a los demonios y que su hábito es una especie de posesión.
Lo del cardenal McCarrick, arzobispo emérito de Washington DC, es realmente abominable, tanto por el tiempo durante el cual éste se dedicó a sus correrías (se habla de más de 60 años) como por el alcance de la red de encubrimientos que fue necesaria para un prelado de tan alto perfil. El laicado yanqui (y muchísimos sacerdotes y religiosos/as) está que trina, y con razón. Lo de los obispos pidiendo a los laicos una "vaquita" para juntar plata para pagar "los arreglos" extrajudiciales (diciendo que sino van a tener que vender iglesias, colegios, etc.), es la última burla. El laicado yanqui es poderoso y tiene dinero, no sé en qué puede terminar esto.
El CVII no son los textos, es la praxis de relajación que se adoptó. La Humanae Vitae es un muy buen texto, pero inútil si nadie lo quiere poner en práctica y si los mismos prelados no tienen lo que se necesita para exigírselos a sus fieles y a ellos mismos.
ResponderEliminarEntonces, no tiene sentido seguir escudándose en los "buenos textos" del CVII cuando la debacle es de autoridad, de lenguaje y de intención (nadie quiere mandar, nadie quiere confrontar, nadie quiere enseñar ni decir la Verdad, y si la decimos o mandamos o confrontamos que no se note porque la gente está sensible por estos días).
La podredumbre era anterior? Si, por supuesto, entonces mas razón para condenar el suceso del siglo que iba a mejorar las cosas y solo las empeoró.
Si se me rompe el auto porque yo no lo cuidaba, la culpa es mía, pero si encima lo llevo al mecánico y este, luego de cobrarme, me lo deja peor de lo que estaba, aun teniendo buenas herramientas y un excelente taller, la culpa es de los dos, por bo....
Buen post. Difícil y áspero el tema.
ResponderEliminarDel "nec nominetur" (Eph. V, 3) de San Pablo estamos cada vez más lejos. Creo que Santo Tomás tiene una postura perfectamente equilibrada. Por una parte el acto matrimonial es la consumación de un sacramento y es meritorio en el sentido sobrenatural del término (nos hace acreedores de méritos de la Cruz), pero dado el pecado original no puede darse sin la "turbatio mentis", es decir sin que la razón pierda, al menos en parte, el control de las pasiones. Sin el pecado original esto no ocurría. También dice que sin pecado original el placer del acto era aún mayor.
In 2013, when Pope Benedict XVI resigned, McCarrick was too old to vote in the conclave but was active in the politicking. When Pope Francis was elected, he became an eminence grise, whose lobbying helped elevate several of the new pope’s choices for high office in the American church — including the new cardinal archbishop of Newark, Joseph Tobin, and the head of the Vatican dicastery for family life, Kevin Farrell, both of whom considered McCarrick a mentor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarGASTÓN. Lo de la valentía de Pablo VI al publicar la Humanae vitae es una total ingenuidad. El primero que en la práctica la desechó fue él. ¿Prueba de esta afirmación? Vea lo que les preocupaba la Humanae vitae a los obispos que por todo el mundo nombraban sus nuncios.
ResponderEliminarSegún la iglesia oficial:
ResponderEliminarLos fines del matrimonio son el amor y la ayuda mutua, la procreación de los hijos y la educación de estos. (Cfr. CIC no. 1055; Familiaris Consortio nos. 18; 28).
La Tradición de la Iglesia dice:
En el matrimonio se distingue un doble fin: primario y secundario.
Así lo ha enseñado siempre la Iglesia Católica, y ha quedado consignado en el canon 1013, § 1. Del Código de derecho Canónico:
La procreación y la educación de la prole es el fin primario del matrimonio; la ayuda mutua y el remedio de la concupiscencia es su fin secundario.
Les han cambiado los fines, a partir de la humanae vitae.
En orden de peor a menos peor: aborto, ideología de género, fornicación homosexual, fornicación heterosexual contra natura (la mitad de la pornografía), fornicación heterosexual según natura.
ResponderEliminarComo signo de los tiempos, este año España estará representada en el concurso Miss Universo por un transexual. Hasta el monarquísimo y derechísimo diario ABC se refiere al tal como "ella".
https://www.abc.es/estilo/gente/abci-miss-universe-spain-primera-trans-aspira-miss-universo-estoy-preparada-para-leccion-mundo-201806292225_noticia.html
GASTON: Hay algo fundamental en esta época. Y es que no sólo es de los escándalos sino también de los mártires. ¿Cuántos cristianos asesinados,encarcelados, maltratados, por su condición de tales? Y no sólo en paises islámicos porque también los hinduistas se están señalando en esto.Que a Francisco no parezca preocuparle mucho es una muestra de su total irresponsabilidad pero el hecho está ahí. Les invito a acercarse al tema porque en estos momentos de hundimiento recordar casos como el de Asia Bibi -8 años ya en el corredor de la muerte de un prisión pakistaní por "blasfemias" contra el "profeta"- son una manifestación del misterio de la Iglesia, de su indefectibilidad, en concreto. Presencia podría decirse que simultánea de la más baja abyección al lado de un heroismo podría que decirse que masivo. Y, además, necesitamos tener presente el testimonio de todos estos héroes para nuestra propia perseverancia
ResponderEliminarY, por otro lado, para textos malos de V II tenemos una muestra clarísima en la Notra Aetate. Vean lo que dice sobre el Islam y cómo está fuera de la realidad cuando habla de los enfrentamientos con el mismo en tiempo pasado.
Aclaración: un lector del blog envió un comentario que he preferido no publicar por pudor en el que señalaba que la cita de Santo Tomás que menciono en la entrada, estaba equivocada. Pues no está equivoca sino que estaba incompleta pues el asunto lo trata en la solución a la segunda objeción. La cita correcta, entonces, es: Suma de Teología, III, q. 80, a. 7 ad 2.
ResponderEliminarDe joven leí, como corresponde, muchísimo sobre este asunto. Y lo mejor que encontré, lejos, es lo escrito por Pieper en su tratado sobre la templanza (En "Las virtudes fundamentales").
ResponderEliminarDespués he tenido oportunidad de releerlo (y manducarlo) innumerables veces.
Nunca más encontré algo mejor sobre todo esto, pegado como está a Santo Tomás, "traducido" para nuestro tiempo.
Recomiendo su lectura entonces, calurosamente.
Concuerdo con Jack absolutamente
ResponderEliminarPues si lo han tratado de jansenista en otro post hace años a G-L.
ResponderEliminarEl ataque que sufrió santa Maria Goretti fue a causa de la pornografía.
ResponderEliminarEstimados, la hipótesis que planteo en la entrada, como creo haber dejado claro, es que si la Iglesia extremó, de modo exagerado algunas veces según algunos, las cautelas con respecto al uso de la sexualidad, fue una medida sabia, puesto que ahora que esa cautela desapareció, ya no solamente el mundo sino los mismos clérigos han sido "atados y bien atados" por los vicios contrarios al sexto mandamiento.
ResponderEliminarPor tanto, el objeto del post no es la moral matrimonial ni las relaciones conyugales. Esos no son temas para tratar en un blog, o al menos, para tratar en este espacio. Les pido, consecuentemente, que no comenten al respecto porque, aún cuando lo que se diga sea valioso, no lo publicaré.
Estimado W:
ResponderEliminarYo solo copio dos pasajes demoledores del artículo del New York Time cuyo link aparece en su artículo.
"But a crucial reason, and one whose ironies the leaders of the church should meditate upon, is that because of secularization and polarization and the bonfire they have made of their own moral authority, the Catholic bishops are now somewhat protected from media scrutiny by virtue of their increasing unimportance."
Y más adelante:
"Thus the great irony of the McCarrick moment — that the kind of crimes once covered up because of the power and influence of bishops might now be swept under quickly because of the episcopacy’s obscurity and irrelevance."
O sea, consecuencia, en USA a nadie la importa la Iglesia ni los obispos ni nada.
Cordialmente,
J
Estimado Wanderer: en estos días apareció en la prensa algo que ya era un secreto a voces aquí en Salta (y, para algunos, no era ni siquiera un secreto): la hija que tuvo el padre Carlos Gamboa, hace más de 18 años. Esta chica se pronunció a favor del aborto, aparentemente influida por su familia (madre y padrastro), y argumentó la molestia que le generó saber que su padre biológico (el cura Gamboa) se había manifestado “a favor de las dos vidas”, habida cuenta de que había evitado todo contacto con ella e intentó encubrir su paternidad, en connivencia con la Iglesia salteña.
ResponderEliminarEl caso del “padre Carlitos” (tal el apodo con el que mucha gente lo conoce) es bastante representativo de buena parte del clero hodierno: cura buena onda, entrador y simpático, celebrante de misas divertidas (al decir de muchos de sus fieles) y con una gran vida social. A nadie sorprendieron los primeros comentarios sobre su posible paternidad, habida cuenta de sus rasgos de carácter, pero a todo el mundo (aún a los más pacatos) el tema les pareció siempre un detalle menor, un tropezón que cualquier hombre puede tener.
Lo cierto es que durante estos años el caso estuvo escondido y mientras el cura pasaba de parroquia en parroquia, esta chica era educada por su madre y su padrastro, incubando un enorme resentimiento hacia la Iglesia y hacia Dios. El lazo del demonio del que usted habla en su entrada.
Estimado J: El columnista, Ross Douthat, hace tiempo que sostiene la tesis de que Francisco está llevando la Iglesia Católica a la insignificancia (y en parte tiene razón). Sin embargo, el affaire McCarrick estuvo en el foco de la atención de los medios yanquis todo el fin de semana. Pero cuando el NYT (como el resto de los grandes medios) están más preocupados y urgidos en voltear a Trump, calculo que todo lo demás pierde significancia en comparación; ya que en el hipotético caso de que logren el impeachment, ya tendrán tiempo de ocuparse de los restos de la Iglesia Católica que hayan sobrevivido al propio Francisco.
ResponderEliminarLa sexualidad desordenada lleva, valga la redundancia, a muchisimos desórdenes en la sociedad. Hombres que luego no quieren reconocer a sus hijos, hijos nacidos de relaciones extra - matrimoniales,separación y destrucción de familias,liviandad en las relaciones,peleas,celos entre "parejas" por no asumir deberes, niños desprotegidos, enfermedades,perversiones etc. La sexualidad humana trasciende lo privado y toma relevancia social pues se ven involucrados muchos aspectos que van mas allá de la relación hombre- mujer. Por eso la necesidad de ordenar las pasiones para una sociedad mejor, que es la suma de cada individuo. Esto entiendo es el sentido proclamado por Jesucristo y la Doctrina de la Iglesia en cuanto al valor, dominio y respeto de la sexualidad.
ResponderEliminarSeguí el consejo de Tollers y leí a Pieper. Impecable!!!! El apartado "La sexualidad es un bien" es muy iluminador.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEl New York Times se escandaliza con McCarrick (bien) pero publica artículos como éste celebrando una depravación sexual cuasi satánica. Tienen una agenda muy obvia.
ResponderEliminarhttp://www.nytimes.com/2018/07/27/fashion/weddings/his-dating-profile-listed-reasons-not-to-date-him-she-was-intrigued.html
Sr. Falstaff, eliminé su comentario por la sencilla razón que no se ajusta al tema del post. No estamos discutiendo acerca del jansenismo en la época de Franco; estamos discutiendo acerca del escandaloso desorden sexual por parte de buena parte del clero católico.
ResponderEliminarPues yo estoy con vd. D. Wanderer, y con San Pedro Damián (que siempre me ha fascinado) y, cómo no, con San Pablo (no, por supuesto, el futuro San Pablo VI el Pusilánime, sino el de Tarso).
ResponderEliminarSiempre me ha irritado oír hablar a los curas y teólogos en términos casi místicos de las relaciones sexuales en el matrimonio, y eso que pensaba, infeliz de mí, que su conocimiento era meramente teórico...
Como hombre casado, y felizmente casado, me parece que la forma en que el Apóstol trata de este tema, lejos de todo ditirambo, se ajusta mucho mejor a la realidad de las relaciones carnales, al igual que la doctrina tradicional de la Iglesia, echada a la basura tras el CVII, al considerar, así mismo sin exceso florido alguno, que el matrimonio es eso, un remedio a la concupiscencia...
ResponderEliminarEn una sociedad que vive de imagenes Fr. Z propuso algo que podría ayudar:
http://wdtprs.com/blog/2018/07/history-the-rite-of-degradation-of-a-bishop/
y Aldo Maria Valli lo replicó:
http://www.aldomariavalli.it/2018/07/29/un-rito-di-degradazione-perche-no/
Siempre puede haber un desarrollo de la doctrina siempre que esto no signifique una negación o contradicción con el Magisterio enseñado previamente: eodem sensu, eademque substantia (con el mismo significado y el mismo propósito) (Vaticano I). La coherencia vital con la Tradición, sin añadidos espurios y sin pérdida de los elementos esenciales, es la condición para un desarrollo orgánico, tal como nos enseñó el Beato John Henry Newman. De lo contrario, caemos en el modernismo, cuyo fin es transformar la doctrina desde dentro, adaptando sus fórmulas a la conciencia y a la experiencia religiosa de los tiempos
ResponderEliminar1 de agosto de 2018, 10:15
ResponderEliminarEso no "existe" más. Ahora mandan al obispo de penitencia. Si sigue jodiendo lo llevan a Roma. Si la sigue, lo reducen al estado laical. Y si la sigue más, excomunión. El caso de Milingo, en parte.
Y ahora lo que faltaba: a una semana de la votación crucial en el Senado, tenemos la foto del Papa recibiendo el pañuelo verde de los abortistas argentinos. Vamos a suponer que lo recibió por distraído. Pero, siendo Papa, ¿le asiste el derecho de ser tan distraído en un asunto tan sensible?.
ResponderEliminarPañuelo Verde
Kierkegaard se pregunta por qué Cristo no fue tentado sexualmente en el desierto. La respuesta que dio, si mal no recuerdo, fue porque había superado todas las tentaciones anteriores. La deducción parece obvia: las tentaciones en lo sexual dependen de cómo es la relación con Dios.
ResponderEliminarNo me quiero meter en camisa de once varas, pero básicamente entiendo:
En la primera tentación Cristo es desafiado a mostrar independencia de Dios. Algunos incluyen aqui las tentaciones de la carne en general, pero el diablo quiere un milagrito en vano, fuera de sentido, apartado de su plan.
En la segunda tentación es desafiado Dios mismo a mostrar la dependencia o relación con Cristo. Es la más alambicada de las tentaciones, pues es a Cristo a quien está tentando, pero “No tentaras al Señor tu Dios” es la respuesta.
Aquellas son a cambio de nada, es decir, a cambio de destruir la relación divina, como la tercera, aunque enunciada directamente.
La tercera es adorar al diablo a cambio del mundo.
De manera refleja en el hombre, la forma podría ser:
1) Constituirte sujeto absoluto al estilo idealismo alemán libre de Dios.
2) Tentado en que Dios no se ocupa del hombre, realizar o no algo para verificarlo.
3) Vivir mundanamente apartado de Dios.
¿Esto quiere decir que en la tentación sexual tiene como condición previa flaquear en la fe? Pues, así parece.
A totus tuus:
ResponderEliminarNo es tan sencillo como pensó el Vaticano I, porque un sistema dogmático suele ser incompleto. Las modificaciones de la doctrina acaso no sean contradictorias con la doctrina previa, pero son contradictorias entre sí. Los desarrollos posibles son incompatibles.
En que época los desórdenes sexuales del clero fueron menores? En la pornocracia de Sergio III? En el renacimiento? En todas las menciones de los primeros concilios para que los sacerdotes dejaran entrar en sus casas solo a sus madres y hermanas (evidentemente porque en la practica entraban otras...)
ResponderEliminarSi se cambia la interpretación del quinto ¿Porqué no la del sexto?
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarCarlos Dufour: explicate mejor sobre esta aplicación de los sistemas axiomáticos al dogma.
ResponderEliminarSaludos
Juan el Gris
P. D. estás en la Argentina?
Anónimo de las 0:00. Ignoro lo que dice Kirkegord sobre el tema de las tentaciones en el desierto, pero lo cierto es que no fue tentado sexualmente porque no podía serlo. Agarre la Summa Th. y verá que Sto Tomás explica que tuvo tentaciones del demonio nomás, no de la carne ni del mundo porque no tenía fomes peccati; no tenía el desorden en las pasiones producto del pecado original (la Sma Virgen es el otro caso). Tenía tentaciones externas, no internas. Sólo el demonio lo podía tentar.
ResponderEliminarSaludo a Juan el gris, pero en Argentina no estoy.
ResponderEliminar