Finalmente apareció en español uno de los libros de espiritualidad más importantes del siglo XX. Ese es el convencimiento al que llegué hace algunos años cuando terminé de leer de nutrirme con El sentido de la vida monástica de Louis Bouyer. Se trata, para ponerlo en terminología actual, de la mejor y más completa fórmula que conozco para curar e inmunizar contra la decadencia de la devotio moderna que impregnó la vida espiritual de los católicos en los últimos siglos, desfigurando muchas veces el sentido profundo de la vida cristiana.
Y la mejor presentación es la que hace el autor en el prefacio de su libro:
El presente libro se dirige en primer lugar a los monjes. Quiere simplemente mostrarles que su vocación en la Iglesia no es, y nunca ha sido, una vocación particular. La vocación del monje es y sólo es la vocación del bautizado. Pero es la vocación del bautizado que llegó, diría, a lo extremo. Quienquiera se haya revestido de Cristo ha escuchado el llamado de la búsqueda de Dios. El monje es aquél para quien este llamado se hizo tan insistente que no puede responder mañana sino hoy mismo. No espera que pase la figura de este mundo para ver a Aquél que todavía se encuentra más allá. Él se adelanta abandonando todo lo de este mundo para encontrarlo desde ahora.
Pero hay que decir que este libro se dirige, al mismo tiempo, a todo cristiano. Si es verdad que el llamado: “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” apunta, de una u otra manera, a cualquiera que quiere ser hijo de Dios, se puede invertir lo que acabamos de decir. En toda vocación cristiana hay un germen de vocación monástica. Se puede desarrollar más o menos; su desarrollo mismo puede tomar muchas formas diferentes. Pero este germen no podría ser ahogado sin que sucumba con él el germen propio de la vida en Jesucristo. No se puede, en efecto, ser hijo de Dios sin escuchar en lo más profundo de su corazón la voz que nos grita: “Venid al Padre”, sin estar preparados a responder con un sacrificio total.
Los autores modernos glorifican la espiritualidad posterior a San Francisco de Sales por haber dejado de modelar al cristiano que vive en el mundo sobre la base monástica. Esta alabanza es relativamente ambigua. Si se admira la sagacidad con la cual el santo ha sabido distinguir entre la esencia de la vida monástica, la cual, una vez más, se confunde con la vida cristiana integral, y sus accesorios. –si se lo felicita de que haya desanimado a los cristianos que viven en el mundo a imitar el monacato por sus apariencias para adoptar y sólo adoptar de él sus principios vitales, nada mejor. Si se sobreentiende que abriría a algunos la esperanza de un cristianismo sin austeridades no buscando sino sólo a Dios, en una palabra, sin penitencia y sin vida interior, no se puede sino dirigir a los llamados discípulos de san Francisco de Sales la acusación más grave. La oración y la penitencia son las bases de toda vida cristiana, porque sin ellas la caridad no es sino una palabra vacía de sentido. Rechazarlas o arrojarlas a la periferia es negar al evangelio que se convierta en el todo de nuestra vida. Pero no se puede dar a Cristo un lugar limitado en una vida. Quien rehúsa darle todo, rehúsa darle algo.
Si se prefiere expresarse en términos más ambiciosos, diremos que el sentido de este libro, si es que lo tiene, es mostrar que no hay un humanismo integral más que el humanismo radicalmente escatológico. Ciertamente el cristiano debe amar el mundo en el sentido del que habla san Juan que dice que Dios amó tanto al mundo que le dio a su Hijo único… Pero esto no quiere decir que el cristiano deba aspirar a instalarse en el mundo y a servirse del evangelio para este fin. Tal interpretación sería la más ridícula, al mismo tiempo que la más escandalosa de las paradojas. Esto quiere decir que el cristiano debe aspirar a salvar al mundo salvándose él primero. “El Señor está cerca: que pase este mundo y que venga su Reino…”, la sinceridad con la que volvemos a decir estas palabras de los primeros cristianos será la prueba de autenticidad de nuestro cristianismo.
Es muy probable que tales declaraciones preliminares choquen a muchos cristianos de hoy. Tanto mejor, pues escribimos para despertarlos de un sueño dorado. Como muchos otros, nuestros contemporáneos fuimos formados en la ilusión de que, al lado de la ascesis negativa, crucificante de siglos anteriores, había lugar para una ascesis positiva, constructiva, que no rechazaba nada de este mundo pero que consagraba todo a la gloria de Dios. La experiencia de la vida, y la del ministerio sacerdotal más que toda otra, se encontraba confirmada por el estudio de la Escritura y de la Tradición: esta ilusión no es sino una tentación, la primera y más elemental de las tentaciones que el diablo ha intentado con Nuestro Señor. Ésta reposa, como todas las tentaciones, sobre la mentira de una confusión previa. Que el esfuerzo cristiano deba apuntar a una consagración universal de nosotros mismos y del mundo, floreciente en un gozo que no se puede marchitar, no hay duda. Pero la cruz es precisamente el Camino que conduce hacia allí y no hay otro. Si este libro pudiera convencer a algunos de que no hay “cristianismo sin lágrimas”, se realizarían los deseos de su autor.
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Me resulta difícil tener una opinión de Louis Bouyer, así que tengo varias. Casi todas ellas son muy favorables, no puedo negar que el padre Bouyer veía muy bien lo que sucedía en su tiempo. No le hubiera sorprendido lo que sucede en estos momentos porque lo uno procede de lo otro.
ResponderEliminarHe sospechado siempre que fue Bouyer quien hizo abrigar a Ratzinger la esperanza de que vendría una Iglesia de reducido tamaño mucho más sincera, yo no juzgo si esa Iglesia se formará o si no lo hará, pero es indudable que el juicio que a Bouyer le merecían los feligreses católicos y sus pastores era muy acertado, Newman lo hubiese compartido aunque evitando las más brutales descripciones de esa chusma y de sus guardianes.
Confío en que Wanderer recuerde en próximas ocasiones al padre Bouyer y a sus peculiares escritos. Creo que el padre Bouyer de no haber sufrido ese vicio por escribir de asuntos escabrosos como lo son los de la religión verdadera hubiese sido un excelente monje en vez de un sacerdote del Oratorio de San Felipe, quiso ser enterrado en Saint-Wandrille de Fontenelle, un signo de que su admiración por la vida monástica no era una ficción. Que pasen muy buena tarde.
Así es Limón. De hecho, cuando luego de su conversión Bouyer decide hacerse religioso, no duda de su vocación monástica, pero un desacertado monje le dice que sería mejor que se hiciera oratoriano.Se arrepintió toda la vida. Esto lo cuanta él mismo es sus memorias.
EliminarUn acertado monje que protegió a cualquier monasterio de un insoportable y evitó que el insoportable fracasara. Hablar de la vida monástica no es poder vivirla.
EliminarQuizás no estuvo tan desacertado el hermano monje: pudo perder la Iglesia un Thomas Merton... y ganar un Louis Bouyer. Nadie valora más algo que darlo como sacrificio digno a Dios. En este caso la vida monástica.
EliminarNota: En mi opinión el vicio más venenoso y más oculto de la Devotio Moderna es el desprecio profundo por aquello que se sacrifica a Dios como si fuera basura.El celibato, v.g. ¿En cuantos seminarios se ha torcido a los seminaristas su vida afectiva al despreciar el matrimonio y a la mujer casi como abominaciones tentadoras cuando la vida sacerdotal y monástica en su raíz es el sacrificio gozoso de estos bienes por un bien mayor que es una vida más íntima con Cristo? En el fondo se escandalizan de las Bodas de Caná.
El humo se filtra por todas partes, eso lo notó hasta san Pablo de Concesio. Un servidor confía en la orden indeformable y poco más, aunque en España Bouyer tuvo un buen traductor que fue monje de El Paular, en Rascafría, por lo demás, todos los vicios son perversos o no lo serían, y todos sabemos que los únicos vicios que soportamos son los propios. Procuraré ser benévolo con los defectos del hermano Bouyer, me hubiese resultado fácil destacar sus defectos, pero la simpatía es un misterio, y toda religión se basa en misterios, la única verdadera, la que se fundamenta en misterios verdaderos, más si cabe.
EliminarEste encuentro con Bouyer que Wanderer ha propiciado me ha devuelto el interés por su Le Quatrième Évangile, lo leeré con confianza, la traducción al español cuenta con el visto bueno del arzobispo Marcelo de Barcelona, fue un sacerdote docto y alérgico a toda forma de humo o miasma, hubiese sido un papa extraordinario, un digno sucesor de san Pablo de Tarso. Saludos.
ResponderEliminarDon Wander:
“La vocación del monje es y sólo es la vocación del bautizado. Pero es la vocación del bautizado que llegó, diría, a lo extremo”.
No se puede, en efecto, ser hijo de Dios sin escuchar en lo más profundo de su corazón la voz que nos grita: “Venid al Padre”, sin estar preparados a responder con un sacrificio total”.
“No hay cristianismo sin lágrimas”.
¡Qué palabras sublimes! No hay palabras para agradecer tan hermoso regalo. Por todo ello: ¡gracias Wander! Con ellas, que nos llevan a mirar el sobrenatural, testimonio de las palabras del Señor -“No se haga mi voluntad sino la tuya”, “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”- levantamos nuestra mirada de la oscura contemplación de las miserias del mundo y de nuestras propias almas para acceder, de una vez por todas, a la luminosa contemplación de Dios.
¿Cómo será posible que algo de esto nos pueda alcanzar a nosotros, opacados como estamos por la tenebrosa oscuridad del pecado y la ignorancia?
No tengo palabras para responder a esto. Pero, intuyo que es algo que sólo se puede comprender si antes se ha tenido la gracia de vislumbrar, aunque más no sea por un instante, la absoluta grandeza de Dios: «Tomás, has hablado bien de Mí. ¿Qué quieres a cambio?». El santo le respondió: «Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más».
¡Bendito sea Dios! ¡Alabado sea Jesucristo!
Me ha llegado justo en el día de mi cumpleaños. Gracias por este post.
ResponderEliminarLa vida dela Iglesia orante ,contemplativa y o de clausura, denominada justamente, Pulmon de la Iglesia,donde el catolico busca la perfeccion de su vida interior en comunion permanente con EL,por EL y en EL,
ResponderEliminarRenegando del mundo y sus placeres, a traves de una vida humilde y austera, en silencio oracion,de lectura, estudio y refleccion de los textos sagrados , en trabajo comunitario y respetando la Sagrada Liturgia del culto al DIOS UNO y TRINO
Desvalorizada actulmente por el modernismo , de una Iglesia en salida(hacia donde?)o destruidos como fueron los Franciscanos de la Inmaculada o el denostado Padre Manelli por los bribones y degenerados o brutos corruptos que gobiernan sin verguenza los destinos de la barca de IHS
El golpe de timon para el retorno ha estas sanas costumbres no se puede demorar.
La Santa y justificada IRA de nuestro SEÑOR se debera' manifestar en algun momento.
En Cristo Y Maria
No hay caso Dr. Wanderer, los temas controversiales son los que hacen explotar el sitio. Creo que lo decía JRR Tolkien: las cosas bellas son su propio testimonio mientras existen, no es necesario hablar de ellas. Mientras que describir algo horrible (abominable? aterrador?) hace a un buen relato. Y creo que decía un escritor ruso que "las familias felices son todas iguales, mientras que las infelices cada una tiene la capacida de hacerse miserables en forma única".
ResponderEliminarPlinio Moises
Todas las familias felices se parecen unas a otras ... Pero antes que don León, mucho antes, lo dijo un obispo de Esmirna, todos los santos se parecen mientras que cada condenado lo es a su manera, porque uno es el Camino pero son muchas las sendas que conducen a la perdición. Yo cuando lo de las vacunas guardé un sonoro silencio, y eso que me callo en muy contadas ocasiones; estoy casi seguro de que Wanderer no volverá a hablar de medicamentos durante bastante tiempo, tienen efectos secundarios, como los concilios. Buenas noches.
EliminarLa frase de Tolstoi es falsa. Todas las familias felices, al igual que los santos, son únicas y distintas. Y las infelices, idénticas en su miseria.
EliminarGaspadin Lev era un heterodoxo, pero formado en su infancia con los Padres de la Iglesia. Evidentemente ese párrafo era un doble sentido para los Cristianos Ortodoxos de su tiempo.
EliminarPlinio Moises
No contentos con reformar la liturgia los católicos se van a embarcar en reformar la literatura. Me va a doler, y mucho, cuando se pongan a corregir los errores de Lope de Vega. Leí a Bouyer referirse a la incapacidad de los católicos para distinguir lo que significa unidad, algo que se puede disimular con un poco de ecumenismo conciliar. Pasa lo mismo con los sexos, hasta ayer había dos, ahora ni les cuento, autodeterminación de género lo llaman, y el papa dice que él no es nadie para condenar tanta felicidad, pues un servidor menos.
EliminarLo se, sí, soy poco receptivo para con las novedades contemporáneas; no lo puedo evitar, espero que sabrán disculparme. Buenas tardes.
Ludovicius, como el antimaquiavelo, quizá lo suyo sea mucho más correcto. Diría Don JRR Tolkien... que sin embargo, no hace un relato. Comprobado está desde Sófocles o los mitos indios como Savitri que la tragedia y el dolor, son individuales, porque nadie los sufre como quien los padece. Y siendo cada persona distinta, comprueba que hay múltiples infelicidades.
EliminarEso no quiere decir que la felicidad sea algo menor. Pero en eso debo coincidir con los Padres Orientales: ¿Porqué tanto escribir sobre Dios y no contemplarlo? Como también dijo JRR Tolkien en la misma cita que menciono, es su mejor testimonio de sí mismo.
Plinio Moisés
Yo, como siempre, con los padres, nuestros padres, que me perdonen los parricidas. Y para la tragedia sigo a Aristóteles, padre excepcional, y sí, no hay tragedia sin catarsis.
Eliminar¿No les parece que una buena liturgia es como una tragedia? ambas deben terminar en una catarsis. Ahora la gente prefiere la comedia, y lo vemos en las misas celebradas en las que fueron nuestras iglesias y que ahora no se qué son exactamente.
Me asalta una duda, la vida contemplativa, a la que se dedicó Magdalena la pecadora, ¿es mejor realizarla en compañía o en solitario? la compañía a la que me refiero es la humana, claro está. Yo creo que la soledad es muy buena compañía.
Releyendo los Diarios de Bloy me encuentro con esto: "Psicología inventada por los jesuitas. Método que consiste en mirarse continuamente a sí mismo, con el designio de evitar el pecado. Es la contemplación del mal en vez de la contemplación del bien. El diablo sustituyendo a Dios. ¿No es ésa toda la génesis del Catolicismo moderno?" Otra: "¡El Análisis! ¿Sabe Ud. que se trata de un disfraz del Demonio? Dios me libre de hablar sin respeto de un hombre colocado en los altares por la Iglesia, y a quien firmemente considero un gran santo. Pero lo cierto es que la Compañía de Jesús ha abusado terriblemente de los Ejercicios de san Ignacio, libro y método infinitamente provechosos para ciertas almas, sin duda, pero muy peligrosos para otras, de donde ha salido la odiosa, abominable y envilecedora psicología contemporánea. ¡Analizarse siempre, interrogarse ansiosamente, mirarse el ombligo! El método jesuita, al fin de cuentas, termina por sustituir la contemplación de sí mismo a la de Dios...Huya del análisis como del Diablo y arrójese en Dios como un extraviado"
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