Es un lugar común escuchar hablar del cardenal Newman como uno de los antecesores más relevantes del Concilio Vaticano II, un adelantado de su tiempo que sugirió un camino de apertura que la Iglesia seguiría casi un siglo después de su muerte. Y esta versión la compran y la venden los progresistas y los tradicionalistas por igual. Unos, aplaudiendo a Newman, y otros repudiándolo o mirándolo con sospechas.
Eran comprensibles las sospechas del integrismo durante las primeras décadas del siglo XX. La obra de Newman se hizo conocida en el ámbito francés y en el romano, a través de Henri Bremond, que publicó una selección de sus escritos (Newman. La vie chrétienne . 1906) y una biografía psicológica (Newman. Essai de biographie psychologique. 1906), entre otras obras sobre Newman. Bremond era un ex-jesuita, profesor de Teilhard de Chardin y amigo de Blondel y Tyrrell. Un modernista hecho y derecho.
En el simposio sobre Newman organizado por el National Institute of Newman Studies de Pittsburgh, en septiembre de este año, Klaus Arnold, profesor en la Universidad de Meinz, leyó una ponencia muy interesante sobre los resultados de sus investigaciones en los archivos del Santo Oficio durante los años de la lucha de San Pío X contra el modernismo. Y en esa documentación queda claro que si bien Newman nunca fue candidato a alguna condena o a que sus libros fueran incluidos en el Index, sí se lo observó con cuidado debido a la imagen que Bremond delineaba de él en sus libros. Lo que hacía era reflejar en Newman sus propias inclinaciones modernistas, y pintaba entonces la imagen de un Newman que siguió siendo anglicano hasta su muerte, o bien, de un Newman católico modernista. En pocas palabras, Bremond se lo apropió para el modernismo. Lamentablemente, algunos sectores más recalcitrantes del tradicionalismo son fieles discípulos en este punto de Bremond, y le creen todas sus mentiras sin preocuparse por leer los escritos de Newman.
Los progresistas civilizados actuales lo reivindican, injustamente a mi entender, como antecesor del Vaticano II. Ian Ker S.J., una de las personas que más conoce sobre Newman, tiene un librito dedicado exclusivamente a ese tema (Newman on Vatican II, Oxford, 2014) y la impresión que me ha dejado su lectura es que lleva agua para su molino con los textos de Newman que más le convienen, y deja de lado los que no. Esto no quiere decir que Newman no haya tenido ideas que se formularon también en el Vaticano II, pero eso, a mi entender, no le confiere la paternidad. Por ejemplo, el rol y autonomía de los laicos dentro de la Iglesia es una cuestión por la que él siempre batalló —y varios disgustos les costó por el clericalismo reinante en su época—, y es verdad que el Vaticano II cacarea bastante sobre los laicos que llegaron ya a su madurez y debe abrazar el protagonismo en la Iglesia. En realidad, todos sabemos que no son más que cacareos: el clericalismo actual sigue siendo tan férreo como en la época de Newman, y si no, pregúntenle al Papa Francisco.
Aquí quiero señalar un hecho interesante. Uno de los primeros libros del Newman católico es el que se conoce como Anglican difficulties. Curiosamente, es un libro que fue editado en 1850, tuvo algunas re-ediciones en vida del cardenal, y la única edición moderna es la de Stanley Jaki, publicada en una pequeñísima editorial de Kentucky en 2004, que ha pasado completamente desapercibida y ni siquiera se la conoce en los círculos newmanianos más prestigiosos. Y lo que puede parecer una rareza, en realidad no lo es. Ese libro, como bien lo señala Jaki en la introducción, desarma la imagen del Newman progresista y ecuménico que se ha fabricado en las últimas décadas y nos presenta su verdadero pensamiento, sin pasar por lenguareces, sobre el ecumenismo. Porque también el pobre cardenal es enarbolado como una de las grandes figuras promotoras del ecumenismo.
El libro reúne doce conferencias que dictó John Henry Newman en el Oratorio de Londres entre mayo y junio de 1850, motivadas una declaración de la iglesia de Inglaterra en la cual admitía que la doctrina acerca de la regeneración del alma por el bautismo era solamente una opinión y no una doctrina sostenida oficialmente (el caso Gorham). Este hecho, que levantó polvareda, provocó la conversión a la iglesia de católica de Henry Manning, futuro cardenal arzobispo de Westminster, de Wilbeforce y de Hope, todos ellos prominentes representantes del catolicismo inglés, como lo habían sido anteriormente del anglicanismo. Las conferencias de Newman trataron fundamentalmente dos puntos: (1) Dado que el único y legítimo asunto que buscaba el Movimiento de Oxford era la comunión con Roma, entonces todos sus miembros deberían reaccionar a las medidas no-católicas de la iglesia anglicana, y (2) Los defectos que pueda tener Roma no son barreras reales en el camino hacia la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica.
Las conferencias fueron muy exitosas, con una gran cantidad de oyentes, sobre todo anglicanos. Y aunque los modos de Newman seguramente fueron mesurados, queda claro que fueron conferencias en las que puso blanco sobre negro, y que no habrán sido muy ecuménicas que digamos. La tesis que plantea frente a Roma, como verdadera Iglesia, implica sólo una alternativa para los anglicanos: o la conversión a ella, o el ateísmo. Como bien dijo más adelante Manning: “Es Roma, o la licencia del libre pensamiento y la libre voluntad”. Y no se equivocó. Es cuestión de ver en qué estado se encuentra hoy la iglesia de Inglaterra.
Por eso, resultan sorprendentes las pretensiones de los newmanistas, que no newmanianos, de presentar a Newman como un antecesor de la nueva iglesia inaugurada con el Vaticano II. No me parece que el cardenal reconocería en la Iglesia católica contemporánea la que él conoció hace poco más de un siglo cuando, por ejemplo, decía: “La Iglesia católica, y sólo la Iglesia católica, sostiene que sería mejor que el sol y la luna cayeran del cielo, que la tierra colapsara y que los millones de hombres que viven en ella murieran de hambre en extrema agonía, y que arreciaran las aflicciones temporales, a que una sola alma, no voy a decir que se perdiera, sino que cometiera un solo pecado venial, o que dijera una mentira deliberada…”. El Papa Francisco hace un escándalo por la tala de bosques y, sin embargo, protege a pecadores reconocidos como Zanchetta y Ricca en el Vaticano. La cara opuesta a los afirmado por Newman.
Y si fue capaz de hablar públicamente de un modo tan claro contra las pretensiones de catolicidad de la iglesia de Inglaterra porque no era suficientemente clara con respecto a la doctrina del bautismo, no puedo imaginar lo que diría hoy al ver que la que fue su iglesia ordena mujeres como “sacerdotes” u “obispos”. O mejor dicho, sí sé algo de lo que diría: la iglesia anglicana es parte del establishment político y toma sus decisiones movidas por los dictados de la política y de la opinión pública. Y, por tanto, “es sólo cuestión de tiempo y hasta dónde la iglesia anglicana conservará algunas partes de la Fe”, puesto que se encuentra [¡en 1850!] “tan radicalmente liberalizada… como para convertirse en una simple enemiga de la Verdad”. ¿Podrían estas mismas palabras aplicarse a la iglesia católica francisquista?
Es conocida su expresión en la Apología: “Lo que la Sede de Roma era en ese momento es lo que es ahora; lo que Arrio, Nestorio o Eutiques fueron entonces, lo son ahora Lutero y Calvino; lo que los eusebianos y monofisitas fueron entonces, lo es ahora la jerarquía anglicana”. Y, sin embargo, los newmanistas proponen a Newman como el gran campeón del ecumenismo, y abogan para que, bajo su égida e inspiración, se reúnan en diálogos floridos católicos, anglicanos, luteranos y calvinistas. Seamos claros: la dolorosísima conversión de Newman se nutrió y se decidió por su convicción de que si había una Iglesia divinamente establecida, los hombres tenían en consecuencia la obligación de pertenecer a esa única Iglesia. Y esto es de una profunda incorrección política para los oídos eclesiales caldeados por las brasas del Vaticano II.
Por todo eso, la paternidad o cualquier otro tipo de parentesco que quiera encontrarse de Newman con el Concilio Vaticano II, deberá probarse teniendo en cuenta todos sus escritos, también las Anglican difficulties.
Siendo Bergoglio un Papa maestro de progres y modernistas, no habría que descartar que decidiera canonizar a Newman porque tal vez leyó alguno de esos libros de Bremond y quedó fascinado creyendo que Newman fue un gran precursor del Vaticano II. Eso podría explicar su decisión, porque salvo el caso de los mártires de la Guerra Civil española, Bergoglio ha dado sobradas pruebas de no ser muy amigo de canonizar a los enemigos del progresismo.
ResponderEliminarDe tu comentario se infiere que casi todos los santos canonizados durante el pontificado de Francisco son "amigos" del progresismo; como si todos fueran Angelelli o Romero.
EliminarSi leíste bien dije que Bergoglio también canonizó a muchos mártires de la Guerra Civil española que de progres no tenían nada, pero para que se entienda mejor te lo digo de otro modo: si Bergoglio hubiera leído el Anglican Difficulties que cita Don Wander, lo más probable es que nunca hubiera canonizado a Newman. A cualquiera que le sienta un poco de olor a tradicionalismo lo corre a escobazos.
EliminarY ya que lo citaste, las escandalosas beatificaciones de Angelelli y Romero por "odio a la fe", son una clara demostración de que los podridos frutos de la mafia de San Galo de católico no tienen nada.
Vaya manera de canonizar ¿eh? Mejor se dejaran de canonizar a tontas y a locas. Todo pierde credibilidad.
EliminarY acaso canonice al mussoliniano beato Chiti:
Eliminarhttps://www.destra.it/la-storia-del-generale-chiti-dalla-rsi-agli-altari/
Armando B. O. Lonquis
A Fuenteovejuna: te lo pregunto sin rodeos: ¿crees de verdad que, salvo los mátires de la Guerra Civil, el resto de satos canonizados durante este pontificado lo han sido por su progresismo? Creo que no.
EliminarFuenteovejuna:
EliminarNunca ha habido "mártires de la Guerra Civil española"
Son mártires del Frente Popular; esto es, la coalición de partidos de izquierda y republicanos dorada a petición de Stalin a las izquierdas europeas para ganar las elecciones y una vez en el poder, destruir el regimen liberal desde dentro e imponer la dictadura del proletariado.
Si quiere afinar, la mayoría serían víctimas de los anarquistas.
Con la guerra, que veían que, como sucedió con la Comuna de Paris, Alemania y Rusia era la única oportunidad para poder hacer la revolución con éxito, se produjeron la mayoría de las matanzas -un verdadero genocidio católico-, pero fue muy lejos del frente de guerra.
Junto a su papel para desestabilizar el sistema y sustituirlo por la dictadura, estas matanzas son también el resultado de la propaganda masonica desde 1808, que acusa a la Iglesia Católica del presunto "atraso" de España.
Hubo matanzas de "frailes" durante todo el siglo XIX, el problema "frailes" fue una de las dos excusas de los masones filipinos para sublevarse contra España (la otra es no ser provincia) y hubo asesinatos y quema de conventos desde la misma proclamación de la Segunda República Masonica Bananera española. Ídem durante el golpe de Estado socialista de 1934, en Asturias.
Anónimo de las 8:56
EliminarEn el fondo la cuestión no tiene ninguna importancia, me parece que el árbol que tenemos adelante no nos deja ver el bosque que se esconde detrás.
En realidad no llevo la cuenta, pero, ¿de qué vale si aparte de los mártires de la Guerra Civil española Bergoglio canonizó a alguno que no fuera progresista? Bergoglio es un Papa mediático que tiene dos caras igual que las dos caras del teatro, una ríe y la otra llora. ¿Cuál es su cara verdadera?
Para mi no hay dudas, Bergoglio es el rey de la confusión, más que Papa parece un prestidigitador, porque hasta cuando canonizó a los mártires de la Guerra Civil lo hizo para desviar la atención de otras cosas que son las que a él verdaderamente le interesan.
Supongamos que entre tantos que canonizó haya alguno que realmente lo merecía. ¿Eso cambia algo las cosas? Para nada, Bergoglio siempre quiere quedar bien con todos, así que no debemos caer en la trampa. Su estrategia es la del tero, pone los huevos en un lado pero pega el grito en el otro, sus intenciones ocultas son de temer.
Si miramos bien, siempre da un paso adelante y dos atrás, con lo cual la Iglesia está cada vez peor. En público le gusta mucho hablar del diablo y del infierno, pero por atrás elige asesores como James Martin o monseñor Ricca y publica Amoris Laetitia para que comulguen los divorciados vueltos a casar o Traditionis Custodes para arrasar con la misa de San Pío V y sus fieles devotos. Y todo eso sin contar con que algunas de sus mejores frases que pasarán a la historia serán ¡Hagan lío! o ¿quién soy yo para juzgar?
Si en política suele decirse que un gobierno malo es un gobierno de transición, en la Iglesia Bergoglio no es un Papa de transición; cuando muera, la crisis en la que dejará sumida a la Iglesia será mil veces peor que la que heredó.
De modo que si el drama actual de la Iglesia es de semejante calado, ¿de qué vale que haya canonizado a algún santo que lo merecía?
Fuenteovejuna
Anónimo de las 12:08
EliminarMe dice que nunca hubo mártires de la Guerra Civil española, que sólo hubo mártires del Frente Popular.
Bueno, si le gusta decirlo de ese modo no hay problema, pero en todo caso convengamos que fueron mártires del Frente Popular en la Guerra Civil española, porque si usted sólo habla del Frente Popular, uno no sabe de qué esta hablando.
Digo esto porque frentes populares hubo en muchos países y los seguirá habiendo, pero Guerra Civil española sólo hubo una en España. ¿No le parece?
Y ahora donde diría Newman que está la Iglesia? Porque lo que la Sede de Roma era en ese momento No es lo que es ahora
ResponderEliminarUn ensayo realmente excelente, don Wanderer: mucho más que un artículo de blog.
ResponderEliminarEsos «newmanistas, que no newmanianos», manipulan y falsifican a Newman para convertirle en bandera de los mismos errores que combatió. Con la intención (pretendidamente «apologética») de mostrar al mundo actual, secularizado y anticristiano (al que prevalece en los medios), que la Iglesia no le contradice, sino que comparte sus valores.
Paradigma de todos ellos, el laico opusino y muy clericalizado Jack Valero, que como director de Comunicación del comité organizador de la canonización del cardenal inglés acaparó protagonismo en medios oficialistas católicos durante todo el proceso (no sé si en medios seculares y protestantes tuvo el mismo éxito), diciendo cosas como las siguientes:
«Algunas de las ideas de Newman, que luego asumió el Concilio Vaticano II, las concibió siendo anglicano. En este sentido, me parece que Newman puede ser visto como una figura común para la Iglesia católica y la anglicana». Newman «significa la superación de las diferencias entre la religión anglicana y católica». «Newman es una figura que une más a los católicos y anglicanos»...
Esta mala apologética ha tenido la poca decencia de convertir al principal converso de los últimos siglos (a quien la conversión le supuso un enorme sacrificio), en un «adelantado» del ecumenismo relativista del Concilio Vaticano II, cuyo último corolario es la negación de la necesidad de la conversión y la prohibición del proselitismo.
Hace solo tres días, un medio eclesiástico español muy oficialista y bergogliano dedicaba esta gacetilla a la capillita de Jack Valero y su apostolado apologético buenrollista.
Perdone Anónimo, pero creo que más que mala apologética son simplezas muy comunes entre la gente de la Obra. No digo que todos sean así pero me da la impresión que es lo que se fomenta desde la autoridad de la Prelatura. Es un estilo propio que es más de hoja parroquial que de trabajo serio. Así les va. En caida libre.
EliminarJack Valero es o por lo menos era el jefe del Opus Dei en el Reino Unido.
EliminarNunca entendí esa querencia modernista con Newman y los otros grandes católicos ingleses como Chesterton, Tolkien, Benson (no Belloc, demasiado francés en el fondo para engañarse con él) cuando son los mayores antídotos contra el modernismo. Conocían perfectamente a este y no se dejaban llevar por sus luces de colores intelectuales. Vivían en medio del liberalismo práctico y teológico del Anglicanismo y su fe se forjó en contra de ello. Era como hablar a Noé de diluvios. El motivo para mi más probable de esta atracción modernista fue su estilo y sus ataques a muchas actitudes pseudotradicionales que contenían semillas de modernismo camufladas (Lammenais es el ejemplo paradigmático).
ResponderEliminarPasó lo mismo con Soren Kierkegaard cuando la moda existencialista al ser casi imposible usar a Sartre por su comunismo montaraz (aunque se intentó con alguna obra de teatro navideño...) o a Camus, demasiado independiente para esto. Suero era ideal sino fuera por el pequeño detalle de que realizó el ataque más bestial en el fondo contra el modernismo eclesiástico en la figura de Mynster y el intelectual en contra de Hegel.
La desconfianza tradicionalista procede de la misma raíz que los amores modernistas. El genio latino del que participan ambos aborrece las tinieblas germánicas a la vez que se siente atraído por ellas. Menendez Pelayo atacaba a la oscura filosofía teutona para engolfarse después con la estética hegeliana y herderiana...La causa ya la dije, habituados los anglos como pez en el agua a sutilezas y claro-oscuros, su crítica profunda a muchas de las actitudes pseudotradicionales motivo mucha desconfianza en estos ambientes cuando eran avisos de peligro, desgraciadamente cumplidos como muestra la propia obra del cardenal Newman.
Newman, al igual que Bouyer, provenían de ambientes pretridentinos, y a diferencia de otros conversos, fueron antiultramontanos. Nada más. El parentesco con el Vaticano II es muy forzado, salvo en aquellos aspectos precisamente postridentinos que el Concilio laudablemente descartó, como por ejemplo la idea de la vocación preferente de los religiosos a la santidad.
ResponderEliminarOrko
Newman, cuya altura intelectual resulta incuestionable, carecía sin embargo de formación escolástica, a la que no se sintió atraído ya convertido. Era un brillante clérigo anglicano con una sólida formación en los clásicos, sin duda, pero no era un tomista. En cambio, la formación filosófica de los sacerdotes católicos en todos los seminarios era entonces tomista, por más que no todos fuesen lumbreras, como es lógico. Nunca tuvo él buena opinión de la formación de los sacerdotes católicos ingleses e irlandeses que conoció, no le gustó nada Roma, y si no llega a ser por el sacerdote pasionista italiano que misionaba en Inglaterra, a quien consideraba un santo muy sencillo, hubiera quizá dilatado aún más su ingreso en la Iglesia, que apareció a sus ojos como la sucesora de la Iglesia apostólica, pero sin más fascinación. Me da la impresión que los modernistas, que detestan la filosofía perenne del Aquinate, miraron siempre con buenos ojos a Newman porque alcanzó ese prestigio intelectual en sus obras sin la formación filosófica que según ellos es un lastre del que hay que despojarse. Uno de los banderines de enganche de la herejía modernista fue la animadversión a la filosofía realista del Ser, y pensaron astutamente convencernos a todos que Newman era uno de ellos.
ResponderEliminar,
Muy interesante su aporte. Señalo dos aspectos:
Eliminar1. Newman no solamente tenía una sólida formación en los clásicos sino sobre todo en los Padres. Él afirma: "Los Padres me hicieron católico". Le recuerdo que no es necesario ser tomista para ser católico.
2. No sé en qué datos se basa usted para afirmar que si no hubiese sido por la presencia en Inglaterra del beato Domenico Barbieri, Newman habría dilatado su conversión. Ésta estaba decidida desde hacía meses, varios de sus amigos más cercanos se habían ya convertido. La visita de Barbieri a Littlemore fue solamente la ocasión de su conversión.
Por supuesto, Newman estudió concienzudamente a los Padres y fueron ellos quienes le condujeron a la Iglesia, según reconoció. Precisamente porque a Newman le importaba preferentemente la religión -el derrumbe de la religión en Inglaterra-, hoy diríamos mejor la sana doctrina católica que ha de impregnar por entero a la sociedad. Pero hablaba de su formación filosófica. Hombre de una inteligencia y agudeza privilegiadas, brilla sobre todo como predicador, o si se quiere como escritor religioso. Ciertamente, no es necesario ser tomista para ser católico, pero un pensador católico de fuste necesita de las herramientas de la filosofía perenne para estudiar y explicar la realidad entera.
EliminarPor otro lado, he conjeturado que de no cruzarse el padre Barbieri en su vida quizá hubiera retrasado aún más su ingreso en la Iglesia sin un fundamento fidedigno, desde luego. Una mera conjetura. Pero lo cierto es que fue la santidad que descubrió en este sacerdote lo que le llevó a elegirlo como el hombre apto que le acompañaría a la Iglesia, pese a estar ya convencido intelectualmente que la comunión anglicana era una patraña piadosa.
No sé si digo algo terrible, porque se trata de un concilio ecuménico, pero no creo CVII haya sido convocado por las ideas de alguien en particular. Mi impresión es que Alemania tiene desde Lutero una influencia muy negativa en la Iglesia, primero por el protestantismo, y desde el siglo XIX porque la identidad nacional compite en el corazón de las personas con la identidad religiosa en un país dividido entre católicos y protestantes. Creo que el objetivo de CVII fue reunificar a los alemanes bajo la órbita del catolicismo removiendo los elementos de la misa que resultan más exóticos a los luteranos.
ResponderEliminarVendría a estar en el mismo conjunto que la declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación de 1999.
Obviamente ni el uno ni lo otro dieron el fruto esperado. Pero Newman o cualquier otro autor no tienen responsabilidad real por las decisiones que se tomaron. Fue algo más terrenal.
Creo que está Ud. equivocado. La intención de Paulo VI, según declarase su amigo Jean Guitton, fue alejarse lo más posible de la Misa "tridentina" para acercarse a la Cena protestante. No obstante, en un archifamoso reportaje, el periodista recordó al filósofo francés, casi centenario, que la reforma de 1969 no acercó la Misa católica al "protestantismo" mayoritario y ya por entonces, "clásico", que era el luteranismo, sino a la celebración calvinista. Pero en Alemania la denominación protestante que predominaba y aún predomina, al menos en lo que queda, es el luteranismo, de modo que si la intención paulista hubiera sido acercarse a los protestantes germánicos, el camino tomado era totalmente equivocado. De hecho, y así lo recuerda este reportaje, la "misa" luterana retiene al celebrante de espaldas al fiel presente, entre otras concesiones que los reformadores tuvieron que tolerar para no alejar a la feligresía con una reestructuración escandalosa. O sea, que el fin de Paulo VI, según Guittón, era "alejarse lo más posible" de la Misa romana legislada por San Pío V. Ahí le dejo puesto un enlace donde, al final de la página, está el reportaje a Jean Guitton, hallándose presentes el entrevistador y el escritor y biógrafo francés Yves Chiron. Por lo demás, como ha explicado y, diría, demostrado el escritor yanki David Wemhoff en su libro sobre John Courtney Murray, la jerarquía alemana fue objeto de un "lavado de cerebro" por parte de los cultores del modernismo anglosajón, vertiente yanki, al finalizar la 2ª guerra y mantener Alemania bajo la bota norteamericana. No olvidemos que el protestantismo yanki es predominantemente calvinista.
EliminarNewmantino
ResponderEliminarQue edificante D. Warner y comentaristas, para mi vida lo que más aprecio y me ayuda es la limpieza de alma (el sacerdote que le bautizó, y le confeso, dijo algo así como que era el alma más limpia que había conocido), y la limpieza de argumentos y delicadeza con que muestra la doctrina de la Fe, y su vida limpia en objetivos, derecha hacia el Señor, a pesar de sufrimientos que siempre le acompañaron sin dejar de dirigirse a la meta de su vida: Dios. ¡Que corazón, que cabeza, como brilla la gracia en todo su hacer!.
¡Que ejemplo!, que el Señor se valga de su ejemplo para hacernos llegar a Él.
No conocen las Escrituras, no leen a los Padres ni leen los Concilios... y viven desesperados por nuevos santos. Eso no puede terminar bien.
ResponderEliminarvon Neumann
A propósito del post “Newman y los newmanistas”.
ResponderEliminarGracias Don Wander por este brillante testimonio de fe católica:
“Y, por tanto, “es sólo cuestión de tiempo y hasta dónde la iglesia anglicana conservará algunas partes de la Fe”, puesto que se encuentra [¡en 1850!] “tan radicalmente liberalizada… como para convertirse en una simple enemiga de la Verdad”. ¿Podrían estas mismas palabras aplicarse a la iglesia católica francisquista?”.
“Lo que la Sede de Roma era en ese momento es lo que es ahora; lo que Arrio, Nestorio o Eutiques fueron entonces, lo son ahora Lutero y Calvino; lo que los eusebianos y monofisitas fueron entonces, lo es ahora la jerarquía anglicana”. (Cardenal Newman).
Siempre pensé, y estas líneas me lo confirman, que el gran error de los progresistas, no pasaba de modo principal por la mayor o menor intención de tratar de adaptarse a “los signos de los tiempos”, sino, fundamentalmente, por su penosa negligencia en no buscar permanecer fieles a la Verdad enseñada por la Iglesia fundada por nuestro Señor.
¿Le reprochan que no fue tomista? Es posible que no lo haya sido. Después de todo, es perfectamente comprensible que hayan quedado en él algunas indelebles huellas de su profesión de fe anglicana. Pero, no veo testimonio más claro de su adhesión a la conocida concepción de la verdad como “adaequatio rei et intellectus”, enseñada de modo tan sistemático por el Doctor Angélico. Como Tomás, Newman también enseñó que, por la gravedad de sus efectos, los enemigos a combatir eran el pecado y la mentira: “La Iglesia católica, y sólo la Iglesia católica, sostiene que sería mejor que el sol y la luna cayeran del cielo, que la tierra colapsara y que los millones de hombres que viven en ella murieran de hambre en extrema agonía, y que arreciaran las aflicciones temporales, a que una sola alma, no voy a decir que se perdiera, sino que cometiera un solo pecado venial, o que dijera una mentira deliberada…”. Como Tomás, también el cardenal Newman comprendió que separarse de la Verdad era separarse de Dios. Como Tomás, el cardenal Newman también comprendió que la fidelidad a Dios, también exigía fidelidad a las exigencias del sentido común.
¡Dios salve a la Iglesia! ¡Alabado sea Jesucristo!
Querido Anónimo 3! de diciembre de 2021 11:52
ResponderEliminarHay gente que quiere oír más de los milagros de Dios, que saber del Dios de los milagros.
Perl el Señor en el Evangelio nos dice que hay que hacer lo uno sin descuidar lo otro.
Hablando de santos ... ¿podrá alguno de los eruditos comentaristas del sitio dar información precisa respecto del problema de "San Buda"?:
ResponderEliminarhttps://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20151127/30418376372/san-buda-que-estas-en-los-cielos.html
¿Cómo es la cuestión? ¿realmente se equivocó la Iglesia y canonizó por error ...?.
Ya Borges trataba el tema en el artículo "Formas de una leyenda" (Otras inquisiciones, 1952); con su habitual actitud sibilina hacia Roma, da por hecho la "pifiada":
"La leyenda que en tierras occidentales determinó que el Buddha fuera canonizado por Roma tenía, sin embargo, un defecto: los encuentros que postula son eficaces pero también son increíbles."
https://borgestodoelanio.blogspot.com/2016/10/jorge-luis-borges-formas-de-una-leyenda.html
Armando B. O. Lonquis
Gautama Buddha fue un ser frio, cínico y despiadado. Su reacción frente a la pobreza y el terrible "libro de la extinción del buda" son un canto a lo peor del paganismo. No fue santo, ni lo es ni lo será. Es un maestro probablemente imaginario del estoicismo helenico-bactriano denominado budismo.
EliminarAl margen de eso, las canonizaciones según varios autores no son terreno infalible, por lo que no afectaría la certeza de Fe en la Iglesia.
Lonco Hue