Fides ex auditu (Rm. 10:17)
Cristo mandó a sus discípulos a predicar “a toda la creación” (Mc. 16:15), pero se olvidó quizás de agregar que la prédica debía ser buena, conforme a las reglas de la oratoria, elegante, poética, interesante, oportuna (e inoportuna si a mano viene), sencilla, elocuente, didáctica, original, ortodoxa, pegada a la Escritura, sugerente, evocativa, consistente, graciosa y conmovedora... por lo menos.
Y breve, que lo bueno si breve, dos veces bueno (y si gravis, brevis, como mandaban los Romanos).
Pero, además, si no es pedir demasiado, parecida a la de Cristo, tan llena de parábolas, imágenes poéticas, comparaciones y metáforas.
Y carente de moralina, como se lo reprochan los fariseos de su tiempo. Con todo acierto, Castellani les hizo decir lo que pensaban, indignados como estaban porque “Jesucristo no fulminaba con indignación a las pecadoras”:
¡Hubiese sido tan fácil y era de tan buen tono! ¿Y por ventura era mentira? ¿No podía tronar una vez al menos, como todos los predicadores, contra la disolución de las costumbres, la corrupción que lo invade todo, las porquerías de la carne, y esas mallas de baño venidas de Grecia y cada vez más cortas? Pero ¡ni una sola palabra acerca de «las playas»!
¡Puras parábolas luminosas, comparaciones poéticas y preceptos generales, es decir, poesía, poesía y poesía! (Cristo y los fariseos, p. 48).
¡Y qué gozo se produce en el alma cuando uno oye predicar bien! ¡Y qué eficacia tiene, como lo reconocen incluso los satélites del templo que fueron a apresarlo!
Nadie nunca habló como este hombre (Jn. 7:46)
Ya no hace falta obtener licencia para predicar, cualquiera lo hace y eso, de cualquier manera, lo que no quita que los que no saben deberían abstenerse, conforme al viejo adagio árabe que impone callar “si tu palabra no es mejor que tu silencio”.
No, ya sé que no es fácil, pero, caray, razón de más para que los curas se callen. Y si no, si todavía quieren predicar, que se preparen con extremo cuidado y siempre siguiendo las reglas de la homilética (que no estudiaron en el seminario, ya sé, ya sé).
Y, digámoslo una vez más, por amor de Dios y de sus fieles (que hace frío, que hace calor, que los chicos no se aguantan más, que se me pasa el asado), que sean breves.
En fin y como fuere, aquí dejo un ejemplo de prédica excelente, de parte de Malcolm Guite, capellán de la universidad de Cambridge y cura anglicano.
Y se preguntarán ustedes por qué tiene que ser un cura anglicano el que nos venga a enseñar alguna que otra cosa. Señores, no tengo yo la culpa, encontré este ejemplo y ningún otro, qué le voy a hacer (no hay traducción posible de a humbling experience, que algunos bestias vierten como “experiencia humillante”, pero mejor sería, quizás, “aleccionadora”. Pues de eso se trata, oír a este cura es aleccionador y constituye a humbling experience).
En fin, ojalá que Dios nos mande sacerdotes capaces, inteligentes, dotados, divertidos y, si a mano viene, santos.
Pero, sobre todo, que sepan predicar
Jack Tollers
Tollers...yo ya me resigné, no hay caso. Lo peor,están negados a aprender. Ni siquiera ven el problema.
ResponderEliminarCristo no se olvidó de nada, no había sombra siquiera de imperfección en Él.
ResponderEliminarAsí escrito es casi blasfemo. Y digo "casi" por deferencia a Jack Tollers.
Don Pelayo, un poco de humor, justamente... Déjeme que le cuente una pequeñísima historia. Una vez cayó por casa un sujeto al que dejé en compañía de dos de mis hijos (mellizos) que por entonces tendrían cinco o seis años. Cuando volví el tipo se moría de risa y me contó por qué: resulta que había preguntado cuántos hermanos tenían, y en la cuenta, los chicos, bien enseñados, incluyeron a uno que, según uno de los mellizos, su madre había "perdido". "No," le corrigió la hermana, "se le murió". "No," insistió el primero, "lo perdió". Entonces la hermana le dijo exasperada: "¡Ay Felipe, ¿cómo va Mamá a "perder" un hijo?". Telón. Pero, bueno, Don Pelayo, pregunto: ¿cómo va Cristo a "olvidarse" de algo? Valeas. J.T.
EliminarEstoy de acuerdo. Y lo de santo debe estar primero
EliminarOtra. Creo que está en las "Florecillas", que San Francisco mandó a sus discípulos a predicar con la recomendación de que fuera "incluso con palabras, si a mano viene".
EliminarMuy atinado el post de J.T. Gracias a Dios, con mi familia estamos yendo a las misas de la FSSPX. Estamos muy contentos, salvo por los sermones, especialmente por su extensión. La última vez ¡duró 35 minutos!
ResponderEliminarDel R.P. R. F. O. algunos años atrás, 57 minutos reloj...
EliminarGracias Tollers por este video extraordinario. Justo en este 4 de agosto en que la Iglesia celebra la fiesta del Santo Cura de Ars, ¡cómo nos hubiera gustado tener sacerdotes que predicaran de esta manera!
ResponderEliminarSi este pastor se hubiera subido al púlpito en una iglesia católica, nadie se hubiera percatado que era anglicano, al contrario, todos hubieran dicho y con razón que nunca habían escuchado nada igual.
Al menos yo nunca escuché nada igual, eso del aprisco común donde las ovejas pasaban la noche y al llegar los niños pastores por la mañana que cada una siguiera a su pastor sin confundirse sólo porque reconocían su voz, es una imagen poética bellísima que explica como nunca antes por qué Cristo dijo "Yo Soy la puerta de las ovejas, ellas escuchan mi voz y me siguen".
Y qué podríamos decir del segundo aprisco, el particular donde el pastorcito reunía a sus ovejas cuando lo sorprendía la noche y se acostaba a la entrada, no sólo para evitar que alguna oveja pudiera salir, también para protegerlas con su cuerpo evitando que algún depredador pudiera entrar para hacerles daño, otra imagen bellísima que explica de manera magistral por qué Jesús dijo "Yo Soy la puerta, el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas"
La triste caravana de curas y obispos católicos tan lejos de la sabiduría de este pastor revela en profundidad toda la crudeza de esta crisis terminal de la Iglesia, algo que si bien no puede ser peor, al mismo tiempo es una señal clarísima de que la Segunda Venida está más cerca que nunca.
Que la tristeza de este presente desolador se convierta entonces en la alegría del inminente triunfo que nos espera. Cristo ha vencido al mundo y a la muerte, ¿qué duda cabe que cumplirá su promesa de regresar cuando todo parezca perdido?
¡Animo entonces, pase lo que pase lo mejor está por venir!
Es el sano realismo y el gran poeta que era Cristo, en parte heredada de su madre porque sólo hay que leer ese monumento poético que es Magnificat... Antes los administradores del Verbo divino estudiaban las siete artes liberales y la gran literatura de los antiguos para anunciarla mejor al pueblo (pocos se acuerdan de que S. Agustín fue uno de los mejores retores de todo el imperio antes de su conversióno que S. Basilio y los dos Gregorios estudiaron con los mejores oradores de su tiempo)
EliminarHoy estudian purria psicoligicoide en libros plúmbeos en vez de leer a Virgilio, Horacio e, incluso, a Catulo y Ovidio (entenderían mejor el pecado) o las grandes obras modernas.
No solo han perdido la sabiduría divina sino que han perdido hasta la humana...
Muy bueno, como lo que (casi) siempre trae JT.
ResponderEliminarHace unas noches escuchaba un reportaje a un curita en Radio María, en la radio del auto; a lo mejor la situación no ameritaba, pero poco o nada de Dios, solo se hablaba de animación comunitaria y esas yerbas. Un rato después engancho en otra emisora a un pastor pentecostal: obviando los errores doctrinales, ahí sí se hablaba de Dios, se citaba la Escritura y se predicaba "como quien tiene autoridad".
Gracias, Jack. Es realmente así... lamentablemente uno festeja internamente cuando terminada la proclamación del Evangelio, el sacerdote comienza con "Credo in unum Deum", caso contrario, el único consuelo es descansar un poco las cachas.
ResponderEliminarDejo la referencia, tal vez aproveche a otros como a mí: últimamente he disfrutado mucho la prédica de Mons. Alberto José González Chavez. En las listas de reproducción de su canal, además de las domingueras predicas (vetus ordo), tiene una gran cantidad de platicas de espiritualidad (carmelitana mayormente) destacables por su profundidad y ortodoxia, al mismo tiempo que por su fina ironía y una retórica andaluza que embellece sin empalagar.
Otra cosa a destacar es la cantidad de poesías españolas que recita (desde el siglo de oro hasta Gabriel y Galán y Pemán) así como extractos de los consejos de Don Quijote a Sancho.
Dato de color: este monseñorino es quien ha celebrado la Misa mayor en la peregrinación a Covadonga. Tal vez es muy conocido en España... para mi fue un descubrimiento desde Argentina.
Prosit!
Recuerdo hace unos años haber escrito algo sobre la predicación en mi muy moribundo blog.
ResponderEliminarAunque en aquel tiempo era mas joven e inmaduro. Mirando atrás, entre mi idea sobre predicar y la anécdota que compartía no han cambiado mucho.
Asistí a la Divina Liturgia bizantina y en el sermón, el sacerdote decía que si el cura no va a predicar tan bellamente como bellamente se celebra la liturgia, es mejor que no lo haga.
Sigo creyendo lo mismo, ya que la hermosura de nuestros ritos (velos sobre el sagrado misterio) serian profanados si quien los predica es un parlante de aburrimiento, teología barata o excesivamente cara, y peor aun mero repetidor de las noticias del diario, y no las aguas frascas del Evangelio. En fin.
Dejo el articulo por si alguno quiere leerlo:
https://ciudadelavieja.blogspot.com/2019/07/que-el-cura-no-hable.html
Habría que avisarle de esto a los sedevacantes. Al menos a los que conozco, quedan chochos si Ceriani o algún otro, da una homilía de 40-60 minutos, y siempre sobre el apocalipsis, como no podía ser de otra manera.
ResponderEliminarSr. Tollers:
ResponderEliminarSoy sacerdote católico. Hace más de un cuarto de siglo que vengo predicando. En todo ese tiempo, no recuerdo ni una sola vez haber quedado satisfecho con un sermón mío. Como contraparte, varias veces recibí elogios: en general, por la forma de predicar, o por algún sermón en particular. Siempre me queda la impresión de que los pobres feligreses se conforman con poco. Recientemente, me alababan diciendo que mi prédica parecía una clase. Creo entender lo que la persona intentaba expresar. Pero para mí eso no es un elogio, sino un motivo de examen de conciencia. Doy clases también, y siempre intento que mis predicaciones sean –en cuanto piezas oratorias- distintas de mis clases, aunque sean estas de teología o espiritualidad.
En primer lugar, me asombra que, siendo parte del staff de este blog, cada tanto reincida Ud. en el “canibalismo institucional” que tan bien se ha señalado y descrito en este rincón. Hay como una compulsión de morder, que ya había notado san Pablo en las primeras comunidades (Gál 5, 15): hoy, una mordidita a Francisco; mañana, una a los lefe; pasado, otra a no sé quien… y así.
En relación a la brevedad, es una pretensión o reproche que corre por su cuenta. Cristo no olvidó nada (y aquí no voy a tomar a la tremenda su artificio literario, que reconozco como tal) sino que hizo al contrario: cuando se encontró ante la multitud hambrienta de palabras de vida, “estuvo enseñándoles largo rato” (Mc 6, 34). Era su forma de compadecerse, según lo dice el mismo evangelio. Y no fue la gente sino los discípulos los que intervinieron para interrumpir ese coloquio entre el Pastor y sus ovejas, esa “homilía”, haciéndole notar (olvido o distracción de Cristo) que no tenían para comer y estaban en despoblado.
Peor aún san Pablo: predicó tan largo que uno de los oyentes se le durmió y se cayó del tercer piso, partiéndose la crisma (Hch 20, 9). El apóstol bajo, lo resucitó y… ¡siguió predicando! Yo, como no tengo el carisma de resucitar a mis oyentes, trato de no excederme… pero no me sale. Aunque Dios y mi conciencia son testigos de que la brevedad es un propósito fallido que me acompaña desde que asumí este oficio.
Ahora bien ¿por qué nos excedemos a veces en la exposición de una homilía? No sólo por los defectos propios. No negaré que los tenemos. Pero también ocurre –y es lo que suelo experimentar- que la gran ignorancia que hay requiere del desarrollo de cosas básicas. El “analfabetismo religioso” que señaló ese gran teólogo y predicador que es Benedicto XVI. Entiendo que no es la homilía el ámbito de la catequesis, tomada en sentido “escolar”. Pero muchas veces ocurre que no quedan ya ámbitos en donde instruir. Por ejemplo, en los temas morales, a los cuales rápidamente se les aplica el rótulo de moralina. Muchas veces sólo queda el sermón para enseñar, por ejemplo, el modo de confesarse bien a gente que, además de desconocer los mandamientos, muchos –sobre todo salidos de las nuevas ‘catequesis’- ni se han enterado de que debe rezar un “acto de contrición”. [sigue]
A eso debemos agregar que, precisamente por el caos actual, el predicador debe no sólo exponer la sana doctrina sino precaver del error que se está enseñando en la comunidad vecina, cuando no desde la misma cátedra episcopal. Eso lleva a que ciertos temas necesiten el doble de tiempo que otros.
ResponderEliminarTodo esto hace que pese sobre la conciencia de un cura no sólo el ser fiel a la Palabra como mensaje, sino su deber de rebatir el error. Y todo ello de un modo que no sea contraproducente, por ejemplo, siendo excesivamente largueros… Y ahí vienen intervenciones como la suya que aumentan la carga del predicador.
Es curioso que, de tanto criticar a los supuestos adversarios, por ejemplo, al pontífice actual, se termine coincidiendo con él en fondo y forma. Claro: él, que de todos se burla y a todos quiere mandonear (¿quién dijo ‘clericalismo’?) propone también “homilías cortas”, como Ud. Pero ¿cómo hacemos si tenemos que aclarar cosas como el culto a la Pachamama, la ‘peregrinación penitencial’ a Canadá, o el creciente epistolario al apóstol LGBT+ James Martin? Los 17 minutos y medio de su modélico predicador anglicano resultarán insuficientes. Quizá Ud. dirá: “no es el ámbito. Que la gente estudie, vaya a conferencias, se compre libros”… ¿Le parece que habrá quienes puedan o quieran hacer eso?
Disculpen Ud. y el moderador de este blog la extensión de este comentario, que no sé si me lo publicarán. Pero me pareció que no podía dejar pasar un escrito como el suyo, de puro entretenimiento ocioso, y que el moderador, me parece, le publica por deferencia –como dijo refiriéndose a otra cosa uno de los primeros comentadores. Debería Ud. recordar –puesto que pretende asumir el clerical rol de controlador de predicadores- que el profeta Ezequiel dice en nombre de Dios que se enfrentará no sólo a los malos pastores (Ez 34, 10), sino también a las ovejas gordas, melindrosas, pretensiosas y vanidosas (Ez 34, 18), que luego de tomar buena agua y comer buenos pastos, pisotean y enturbian lo que queda.
Vaya, entonces, si lo desea a deleitarse con sus predicadores favoritos y déjenos hacer nuestra tarea, que ya demasiado complicada la tenemos. Y que no se le pase el asado. –
¡Epa, epa! Se me enojó el cura... qué le voy a hacer. Pero nobleza obliga, y sus dos referencias a la extensión de la prédica de Nuestro Señor y San Pablo (Mc. VI y Hechos XX) son muy oportunas. Touché. Respecto de la otra cita, la de Gálatas, parece proceder como casi todo el resto de su extensa comunicación, de una suerte de mal humor: como si dijéramos, he aquí que me rompo todo predicando y viene este señor a criticarlo todo. Sobre todo por la extensión de las prédicas. Y más que nada porque se le pasa el asado...
EliminarY respecto de los 17 minutos de Malcolm Guite, nada, que no es suficiente. Bueno, qué sé yo, era un ejemplo de buena prédica nomás. Debe haber por allí decenas más.
En cuanto a que se me pase el asado o no, hay algo ahí: a usted no se le va a pasar nunca, o porque le convida un laico, o porque usted mismo se lo hace solo.
Pero como fuere, (mi prédica será brevísima), no se me enoje chamigo y tómese un buen vino.
Cordialmente,
J.T.
Con relación a lo que Usted expone: como católico y padre de un joven sacerdote (que está muy lejos de llevar un cuarto de siglo de predicación), debo decir que una de las cosas que más cuestiono es la limitación de tiempo que se les impone en la predicación. No porque haya necesidad de ser “larguero”, sino porque entiendo que no existen otros espacios donde a la gente se le predique; y, si los hay, no todos tienen el acceso a ellos, por múltiples razones.
EliminarTampoco comparto que no haya que extenderse “para no aburrir a la gente”, argumento de muchos. La predicación no es un circo, ni debe buscarse en ella un entretenimiento. Bastante con que no sea usada “para bajar línea” ó para confundir a los fieles.
Comparto que no todos pueden estudiar, asistir a conferencias o comprar libros, y, agrego: ni todos los leerían, aunque estén disponibles en internet. Muchos por desidia, pero muchos más porque están agobiados por saber cómo harán para llegar a fin de mes, ó en no enloquecer en una sociedad que enloquece al más pintado.
Me parece que no se debe perder la oportunidad de predicar, aunque no sea el sermón de la Misa el único ni el mejor modo que se pueda considerar. Y, sé que habrá puristas que no acepten este comentario.-
Estimado Padre Sánchez Rioja
EliminarAnte todo quiero agradecerle su magnífico comentario porque, si no entendí mal, usted no es uno de los destinatarios de la crítica de Tollers sino todo lo contrario, sospecho que es una de esas pocas excepciones en quien uno tiene depositadas todas sus esperanzas para recuperar la Iglesia hoy en manos de unos salteadores.
Digo esto por la alegría que me invadió cuando usted dice "...es curioso que, de tanto criticar a los supuestos adversarios, por ejemplo al pontífice actual, se termine coincidiendo con él en fondo y forma. Claro, él, que de todos se burla y a todos quiere mandonear (¿quién dijo clericalismo?) propone también 'homilías cortas' como Ud. Pero, ¿cómo hacemos si tenemos que aclarar cosas como el culto a la Pachamama o la "peregrinación penitencial" a Canadá, o el creciente epistolario al apóstol LGTB+ James Martin...?"
No cualquiera es capaz de decir verdades tan pesadas y mucho menos un sacerdote que, lejos de ocultarse en el anonimato, no le tembló el pulso a la hora de poner su nombre y apellido, como diciendo que por encima de su obispo y hasta del mismísimo Papa usted es ante todo sacerdote de Cristo, así que está obligado a decir la verdad no importa de quién se trate sabiendo que sólo la verdad puede abrirle las puertas del Cielo.
Lo felicito Padre, usted rece por mi para que no pierda la fe, yo rezaré por usted porque sacerdotes de su talla es lo que necesitamos para ganar esta batalla que cada día se pone más complicada.
Quizás no hay que poner tanto énfasis en el "cuánto" y mas en el "qué" y el "como". A un predicador como este, y católicos los hay, podría, personalmente, escucharlo por horas, aunque se queme el asado.
EliminarUn aplauso para el asador!
EliminarMuy bien el cura! Larguero pero muy bueno.
Destaco la compulsión para morder;hace rato que me andaba rondando esa misma idea y no sabía cómo expresarla.
Agrego una pequeña anécdota de Mons.Carreras,de cuando era párroco.
Le habían enviado un nuevo y jovencisimo vicario,que predicaba muy largo...El Padre Carreras en varias oportunidades lo había instruido al respecto de la brevedad,pero al curita no le entraban balas.Hasta que un domingo habiendo pasado quince minutos de predicación,el Padre Carreras salió del confesionario diciendo en alta voz:Credo en Dios....y la feligresía respondió parándose como un solo hombre y continuando la profesión.
Santo remedio para el curita.
Pues yo suelo pasar absolutamente de las homilías (lamentablemente no tengo otra cosa que Novus Ordo... y de hecho paso prácticamente de todo el rito, salvo la Consagración, que igualmente no me concentro en "participar activamente" sino en rezar), y leo sermones de Castellani, que al fin y al cabo cuando predicaba se ve que andaba alrededor de los 20', como queda de manifiesto por las grabaciones que hay disponibles.
ResponderEliminarEso es lo que yo digo. Por qué no aprenden de la astucia de JB, el no necesita muchos minutos para decir lo que quiere decir,así sea malo.
EliminarPero dejando de lado eso, hay normas para predicar!!!! Y eso NO lo respetan. No sólo tiene que ver con el tiempo que dura. Pero decir esto es políticamente incorrecto. También los domingos me veo obligada a leer los sermones de Castellani para centrarme en lo que la Iglesia me quiso enseñar poniendo tal Evangelio y no otro.
Es muy difícil conseguir una misa de alrededor de 45 minutos en Buenos Aires. Cuando trabajaba en el turno noche los fines de semana iba a misa a las 8 de la mañana, al salir del trabajo, antes de ir a mi casa a dormir, en la Iglesia Redonda de Barrancas de Belgrano. Me gustaba bastante porque la misa era de alrededor de 45 minutos, y la música sólo antífonas, no música de fogón con guitarras. Si viviera cerca o todavía tuviera ese trabajo iría ahí.
ResponderEliminarEn las iglesias parroquiales de mi barrio la misa se extiende bastante sobre una hora, a veces hasta una hora y media, especialmente por la homilía muy larga, y "tradiciones" como bendición del cura a los cumpleañeros de la semana y tener que cantarles el feliz cumpleaños.
Tal vez los sermones deberían tener lugar después de la bendición final; así, muchos fieles sólo se quedarán si el sermón es bueno. Lo que encuentro de su ubicación después del Evangelio, es que se pasa de una epifanía, de la liturgia a un acto meramente humano. Se hace como un paréntesis o interrupción en medio de la liturgia. Así se hace, por lo menos en algunos casos, en la divina liturgia bizantina.
ResponderEliminarTambién se podría restaurar el canto de vísperas por la tarde y a continuación o antes, dar una homilía, donde tendrían lugar más apropiado las enseñanzas a las que se refiere el p. Hernán Sánchez Rioja.
Mary Poppins
Martin Mosebach relata una anécdota de un amigo ortodoxo en una misa latina (no se si vetus o novo, da igual) que cuando el cura empezó el sermón, en medio de la misa, empezó a mover la cabeza contrariado, como si eso estuviera fuera de lugar, porque sentía le habían cortado el ascenso espiritual.
EliminarEs un tipo superior, sencillamente. Viene al caso recordar la vieja anécdota del secreto para tener un césped inglés que elogiaba un visitante: "cortarlo durante doscientos años".
ResponderEliminarLos curas ofendidos bien podrían dedicarle menos palabras a criticar el prólogo y más a elogiar el sermón del colega, por anglicano que sea, colega en tanto predicador, que lo de sacerdote...bueno vaya a saber Dios si lo es.
ResponderEliminarChe, a mí me gustan las predicaciones largas, e incluso larguísimas (si el predicador es bueno, cosa infrecuente). Y felicitaciones al cura por tener huevos (cosa más infrecuentemente todavía) de escribir lo que escribe con nombre y apellido.
ResponderEliminarEste señor disfrazado de sacerdote es quizá un buen animador. Sus "gags" y las risas de fondo lo confirman. De ahí a que sea un ejemplo de predicador...
ResponderEliminarComo tal podría ser un buen humorista.
Sí, y un santo triste es un triste santo.
EliminarUna Iglesia no es un circo y el sacerdote no es un showman.
EliminarPeto no tiene mayor importancia, este showman es un hereje anglicano.
Un estupendo anti ejemplo.
Anónimo 6 de Agosto, 11:45 Creo que no captó la sutileza donbosquiana...
EliminarUna stand up religiosa
ResponderEliminarYo escuché predicar a Castellani, y hace unos 20 años, antes de que Bergoglio lo echase de su Parroquia de Mater Admirabilis de la calle Arroyo, al P. Gustavo Podestá. Sin ofender, mucho mejores que el melenudo del videíto. Podestá era simplemente grandioso; ahora vive retirado en un pueblo de la Provincia de Buenos Aires, desde su famosísimo sermón sobre el prelado Maccarone... Los buenos predicadores han sido arrinconados meticulosamente para impedir la propagación de la Fe.
ResponderEliminarSí Podestá predicaba bien. Lástima que en sus disquisiciones a veces incluía herejías formales, no sé si se acuerdan. Mejor, mucho mejor, era Ezcurra.
ResponderEliminarHerejias Mons. Podesta?? Por favor excelente linea, doctrina y cultura
EliminarCuando uno conoce bien a un amigo le perdona su renguera y trata de acompañarlo y entenderlo. Así hay que hacer con Tollers creo yo: disculparle su estilo un tanto descamisado y burlón, y tratar de entender el problema que señala (porque -casi- siempre señala cosas que son).
ResponderEliminarAhora bien, es muy propicio el comentario del p. Sánchez -también dejemos su estilo de lado- para no perder el equilibrio y mostrarnos otra arista del asunto.
Como fuere, es bueno prestar oídos con humildad. E intentar unir a los buenos, que para desunir está el Malo.
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El otro asunto es este que va en modo pregunta: no sé si los buenos sacerdotes, en su afán de convertir almas, acentúan en demasía el oficio del sermón o la homilía en detrimento de otros; por ejemplo, la liturgia (medio por el cual se convirtieron pueblos bárbaros enteros, cuando ni siquiera sabían hablar o escuchar). Qué sé yo...
¡Gracias!
Yo creo que los buenos sacerdotes se dan cuenta el nivel de los asistentes, y tratan de educarlos un poco. El tema es que lo que los fieles necesitan es una recatequización completa y no hay sermón por mas largo que sea que pueda llenar esas cabezas, hacen lo que pueden para que los fieles se lleven algo aprendido
EliminarUnos comentarios de arriba pusieron el punto sobre las íes, incluyendo el comentario (doble en uno) del padre Hernán.
ResponderEliminarLas prédicas extensas del evangelio no se dan en la distribución de los sacramentos (me declaro ignorante asi que abierto a correcciones), sino en ámbitos de PREDICACIÓN ESPECÍFICA, donde lo único que se hacía era justamente eso, predicar y enseñar.
Creo que es un error que a falta de esos tiempos predilectos y únicos para la enseñanza y la prédica se los trate de "encajar" en la misa o la liturgia...aunque reconozco que la Iglesia moderna ha dejado con pocas opciones a los curas en este sentido.
Y las prédicas en la sinagoga (el santo Niño estuvo predicando por 3 días a los mismos escribas y fariseos) dudo que sean comparables a nuestro rito de la santa misa. Así que me veo forzado a sacar la misma conclusión, las homilías largas no tienen lugar cotidiano dentro de la liturgia...tiene que haber un espacio y un tiempo que se ha perdido y que hay que recuperar.
La predica después del evangelio es tradición desde la Iglesia primitiva.
EliminarInteresante, sin embargo aun rechazando los sermones moralizantes al estilo opusino, me parece que en este tema se debe hilar especialmente fino para mantenerse en el justo medio. Creo que hay que tener en cuenta tres cosas:
ResponderEliminarEn primer lugar que no se puede considerar la predicación de Cristo desligada del Antiguo Testamento, vino a dar cumplimiento no a fundar una religión desde cero. En el A.T había numerosa "moralina" que Cristo no "corrije" y que es palabra de Dios.
Segundo: Creo que no podemos considerar la "predicación" al margen de la tradición predicadora de la Iglesia. Los mas grandes predicadores desde San Pablo, pasando por San Juan Crisóstomo hasta San Vicente Ferrer, San Juan de Avila o el Beato Diego José de Cadiz predicaron mucha "moralina".
Y tercero: Tampoco se puede considerar al margen de las circunstancias concretas en que vivió Cristo. En su epoca no era este un punto discutido, no hacía falta insistir en el tema. Sin embargo cabe recordar que se permitió tildar a los fariseos de "laxos" ("si vuestra justicia no es mayor...") y llamar "adulterio" a lo que ellos llamaban divorcio. No nos olvidemos que estaba predicando a judíos y haciendo un (detesto escribir esto) "primer anuncio". No es lo mismo predicar a quienes no conocen el mensaje del Evangelio que a aquellos de quienes intentas arrancar las zarzas que están ahogando la buena semilla y la experiencia me dice que por desgracia en un grandísimo numero de casos, sobretodo tratandose de los jovenes, este obstaculo es la lujuria.
Todo esto, por supuesto, no elimina la prudencia, simplemente quiero decir que el tema no me parece tan sencillo.
"Más almas van al infierno por los pecados de la carne que por ningún otro pecado." (Dejemoslo en) Santa Jacinta Marto
Según san Pablo todos los pecados son de la carne: Galatas 5:19 Y las obras de la carne son manifiestas, a saber: fornicación, impureza, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, celos, ira, litigios, banderías, divisiones, envidias, embriagueces, orgías y otras cosas semejantes, respecto de las cuales os prevengo, como os he dicho ya, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.
EliminarQue se yo... supongo que la Santísima Virgen María, reina del Cielo y de la tierra se creerá con derecho a utilizar la sinécdoque, la analogía, la distinción entre un término en sentido amplio/estricto o un simple eufemismo según el modo común de hablar (que todos entendemos) para explicarle a unos niños una cuestión tan delicada.
EliminarComo el tema es discutido no voy a recurrir a ninguno de los dualistas autores medievales o del siglo de oro español sino al gran "teólogo de la carne" para que no aparezca yo como sospechoso de simpatías contrarreformistas.
"Se definen como obras impuras, en el mismo sentido no sólo los «adulterios» y las «fornicaciones», por lo tanto los «pecados de la carne» en sentido estricto, sino también los «malos deseos, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias». Cristo como ya hemos podido comprobar, se sirve del significado, tanto general como específico de la «impureza», (y, por lo tanto, indirectamente también de la «pureza»). San Pablo se expresa de manera análoga: las obras «de la carne» en el texto paulino se entienden tanto en el sentido general como en el específico. Todos los pecados son expresión de la «vida» según la carne, que se contrapone a la «vida según el Espíritu». Lo que, conforme a nuestro convencionalismo lingüístico (por lo demás, parcialmente justificado), se considera como «pecado de la carne», en el elenco paulino es una de las muchas manifestaciones (o especie) de lo que él denomina «obras de la carne», y, en este sentido, uno de los síntomas, es decir, de las obras de la vida «según la carne» y no «según el Espíritu»." Juan Pablo II, Audiencia General del 7 de enero de 1981.
Por lo demás esto es debatir sobre las palabras y no sobre la realidad de lo que las palabras significan y una discusión de este estilo debe ser, en rigor, corta y en fin, si no le convence, esfuerzese usted para ser santo y cuando llegue al cielo advierta a la Madre de Dios su error exegético.
Bueno, todos no, hay uno que es del espíritu y ese es el que no se perdona
EliminarLa Virgen María dijo lo que quiso decir, y cada uno entiende lo que quiere entender. Sí, muchas cosas voy a tener mas claras espero.
EliminarQue la mayoría se condene por pecados de la carne (los "pecados feos" del puritanismo) no significa que los pecados de la carne sean los peores.
EliminarPeores son los pecados del espíritu, que son los propiamente demoníacos.
Por tanto, no exagerar tanto con los pecados carnales que se nos filtren pecados como la soberbia, la avaricia, la hipocresía... el fariseísmo, en suma.
Exacto, por eso yo no he escrito (ni la Virgen dijo) que los pecados de la carne sean los peores. De acuerdo con lo de no exagerar con los pecados carnales (creo que no lo he hecho). Darles la justa importancia que tienen. De hecho Wanderer escribió un articulo magnífico no hace mucho retractandose de sus antiguas posiciones sobre los "pecados de caballero" y de el común menosprecio de los "pecados de la carne" en ciertos ambientes cultos y tradicionales. En esto como en todo, volver a las enseñanzas de los padres, que ciertamente no son puritanas pero tampoco les restan importancia.
EliminarLos o.p. ya no son tan op para predicar. Que me disculpen el comentario por más novena que estén dedicando a su fundador.
ResponderEliminarUna vez asistí a misa tradicional celebrada por un dominico que dio un sermón magnífico, breve, poderoso, y con muchísimas citas de distintos santos. Pero es probable que sea la excepción.
EliminarCon la notabilísima excepción de Fray Patricio Battaglia O.P., el mejor predicador que conozco, el más sabio y el más elocuente. ¡Y encima argentino!
EliminarLa homilía de ese pastor anglicano es breve? 17 minutos es breve? Que mal que estamos que no sabemos ya lo que es breve y lo que no.
ResponderEliminarY sí, es breve. Comparando con los 40',45' de algunos ,es breve. Ciertamente Benedicto XVI aconsejó no más de diez, pero bueno ,en comparación...
EliminarSerá más breve que otros. Pero no deja de ser un hereje
Eliminar¿Más hereje que una enorme masa de curas católicos? ¿Y en dónde está la herejía en esta prédica en particular, si se puede saber?
EliminarExcelente entrada de J. T. ¡Que los sacerdotes aprendan a predicar!
ResponderEliminarY probablemente sea usted el que les tenga que enseñar cómo.
EliminarPredicar con el ejemplo, con la Verdad y la buena doctrina, es lo que entiendo que se debe hacer.
ResponderEliminarY en ese orden.
Puesto que hablar de la Verdad y de los dogmas o del catecismo, y después borrar con los hechos el jarabe de pico se produce desde el pulpito, es el peor de los efectos en cuanto a la evangelización.
Nadie pretende que todos los sacerdotes sean santos, pero tampoco que actúen como meros oficinistas y comerciantes o sociólogos. De los que tanto abundan.
Como también abundan los insulsos.
Ahora, como me enseñó un sacerdote hace unos 40 años: "Si en 10 minutos no se mueven los corazones, lo que se logra a partir de allí es mover los culos de los asientos".
Tachán Khon Kleryiman y Bakeros
En definitiva: hablen de Cristo! ! ****"En este Año Sacerdotal, recemos para que los sacerdotes y diáconos desarrollen con solicitud este ministerio de anuncio y actualización de la Palabra de Dios a los fieles, sobre todo a través de las homilías litúrgicas. Que sean una presentación eficaz de la eterna belleza de Cristo, como el mismo Antonio recomendaba: ‘si predicas a Jesús, él disuelve los corazones duros, si lo invocas, endulza las amargas tentaciones; si lo piensas, te ilumina el corazón; si lo lees, te sacia la mente’".***(Benedicto XVI)
ResponderEliminarA riesgo de serruchar el aserrín quisiera señalar dos o tres cuestiones.
ResponderEliminarEn este tiempo de miradas jerárquicas distraídas (en el mejor de los casos) frente a la contranatura, de falta de formación doctrinal, de absurdos remordimientos históricos y de liturgia espectáculo, apuntar, como lo hace JT, que un cura habla demasiado no parece ser una crítica destructiva ni blasfema ni mucho menos lo peor que pueda decirse de un cura. Antes lo juzgo un detalle de generosidad fraterna y más si viene acompañado del humor indispensable en un Cristiano.
Así como no es lo peor que puede predicarse de un militar, decir que suele gritar o es destemplado al hablarle a su regimiento. Son gajes del oficio. De modo que estimado Padre SR no se sienta herido que el lonjazo seguro que no era pa usté.
Hace unos meses llevando a mi mujer al supermercado nos detuvo el tráfico frente a un templo evangélico, de esos que abundan en el conurbano, por los parlantes se hacía oír un predicador. De regreso después de una hora y media, ya saben lo divertido de estas excursiones domésticas, el mismo personaje continuaba su perorata como si nada. "Se ve que no tiene nada más que hacer" dedujo, con acierto, "la Patrona". Claro que no. Porque, en su caso, como en el del histriónico cura anglicano (me hizo acordar a Benny Hill) no les urgía el Santo Sacrificio y centro de la Santa Misa. El Misterio de la Fe. Sólo están ellos y su verba.
No obstante me apuro a aplaudir la maravillosa comunicación de la parábola del Buen Pastor.
Por último permítame traer al mostrador del boliche un cuento algo viejo. Cuentan que una madrugada cayeron al Juicio Particular un buen cura párroco y un discreto piloto de Aerolíneas.
En la sala de espera el fraile se calentaba las manos (siempre dejan el aire acondicionado en frío) y sonreía confiado recordando, seguramente, las muchas felicitaciones de las damas de su parroquia y los abrazos del intendente que siempre le arreglaba y de buen grado la vieja iglesia y sus jardines. Mientras tanto el piloto, sentado y cabizbajo, meditaba sobre sus picardías y descuidos de vuelo. Apenas los saluda San Pedro y les comunica algo bueno: no estaban condenados...
Eso sí los dos al Purgatorio. Al cura dos meses y al piloto una semana.
La protesta airada (adjetivo forzoso) no se hizo esperar y el fraile trajo a cuenta la comparación odiosa (cuando no) de las vidas pasadas.
Silencio...y el Hombre de las Llaves que aclara: "mirá padrecito querido, vos sabes de sobra que acá tenemos muy en cuenta los resultados..."
_¿Y entonces...?
Es que cuando vos predicabas, a plena luz, todos dormían y cuando este piloteaba, aún de noche, todos rezaban.
Con mis respetos de siempre
Puestero del Oeste