Apareció Ludovicus prius con abundante pilosidades simiescas, y me resulta mucho más simpático, en materia política exclusivamente, que el Ludovicus secundus, también conocido como Ludovicus Kirchniciensis.
Apreciados amigos:
Como tengo cierto título (prius in tempore, potior in jure) sobre el nombre Ludovico (soy "el otro") y he tenido una menos que modesta intervención en esta página (que me gusta bastante, por eso le doy palos), quisiera recomendarle a mi tocayo Ludovico un excelente instituto (que no es el del Verbo Encarnado) frenopático que, aunque no devuelve el sentido de la realidad en casos tan enojosos como ... los nuestros, al menos lo encierran a uno cierto tiempo. El suficiente, acaso, para impedir que, una vez pasada la tentadora ocasión de probar la memez galopante que nos aflige, pueda reintegrarse sin demasiadas heridas a sus acostumbrados deberes (si tiene algunos, cosa que es de todo punto de vista aconsejable).
Su entusiasta análisis deja en el tintero 70 años de despilfarro nacional, comenzado cuando los gobiernitos locales se lanzaron como comadrejas sobre los productores porque ganaban mucha plata. El caníbal plebeyismo peronista realmente hizo camino en esta zoncera nacional y abrió picadas que aún están abiertas ¡mire que proféticos!
Gorila o no gorila, lo real es que el peronismo recaudó todo lo pudo, se guardó mucho más de lo que pudo, se fue mucho antes de lo que podía y volvió siempre que nadie más pudo. Esto es historia argentina reciente.
Por añadidura, le "obsequió" a la Nación un estilo político de 10ª, un terrorismo montonero local que sumó afanosamente sus esfuerzos a los empeños del Reino Unido (que como Uds. saben finaciaba el ERP) y sumergió al país en un bañito de sangre nada despreciable.
Sí; sin duda son logros de lupanar (y esta palabreja, además de su sentido primero, indica rapacidad de lobo).
Pensar que lo presente es una mera enfermedad del crecimiento, una varicela o escarlatina de mala muerte, es tomarnos el pelo a todos.
Después de liquidarse una parte importante de nuestro campo merced a la incorrecta destinación de las mejores praderas naturales de la tierra ¡para la agricultura!, (criticando de paso a Rosas, que nunca fomentó la agricultura en la pampa) en vez de permitir pacer en ellas ganados ubérrimos, como decía el mersa de Darío, fue un primer paso en el seguro suicidio nacional.
Luego, vino la presión fiscal: ¡si quieren conservar sus propiedades, modernisensén, sean competitivos! (aquí, poner cara de asesino y fraguar una mirada ad hoc). Y el hombre de campo se modernizó, haciendo más agricultura y desplazando la frontera ganadera hacia la periferia de la pradera natural, esa que dijimos era la más grande del mundo.
Un ministro de apellido equino y maneras de hiena, supuestamente peronista, comandó este disparate que dejó al país sin industrias agropecuarias (silos, camiones, equipos de riego, ¡molinos...!) y sin industrias, nomás. Pero claro, después vino una "crisis fiscal" que arrojó a De la Rúa del poder (y perdonen estas citas, necesarias para probar que nos están tomando el pelo).
Ahora, cuando el país se "sojizó" a instancias del gobierno (no importa cuál, son todos una cag..da) ¡hay que imponer retenciones para evitar que la soja suba de precio aquí!
Con esto, este tocayo ha tocado fondo. Ha logrado uncir su ideología a una ignorancia asombrosa.
La soja que se produce aquí NO SE DESTINA PRINCIPALMENTE A ALIMENTACIÓN HUMANA, se exporta para consumo animal en países que no tiene praderas naturales ni artificiales (como "no somos competitivos ni trabajadores", tenemos las praderas artificiales más extensas de la tierra ¿lo sabía? seguro que no. Viaje un poquito amigo; pero hágalo en silencio). Los precios elevados de la soja SON INTERNACIONALES no locales, amigo Ludovico; y a menos que CFK invente las retenciones interestelares, me parece una payasada el argumento del precio interno. Haya mucha o poca soja, el precio interno nunca se apartará demasiado del precio internacional; le recomendaría algunas lecturas sobre esto, pero si repasa su colección de Billiken, seguro encontrará alguna información sobre esto.
Desde luego, este fenómeno no ocurre con la carne (que cuesta en Liniers casi lo mismo que hace un añito justo, $2,50 contra algo menos de $3,15 por kilo (+23%), pero en las carnicerías y supermercados subió un 120%) ¡la culpa es del campo, evidente!
Pues bien: el problema no es "fiscal", por que los problemas "fiscales" no existen más que en la inventiva fructífera y naturalmente fraudatoria de los economistas; y en la imaginación peronista, además.
El problema es político, esencialmente político: A ningún gobierno nadie le niega recursos (y menos aquí) si es un buen gobierno. Si tiene Ud. edad y conocimientos, sabrá que eso es lo que ocurrió con Onganía del '66 al '68, má' o meno'. Pero el problema político supone que la sociedad rechaza a tal o cual gobierno; no existe adhesión política y sí, enemistad manifiesta. Entonces, no le da un peso; y como Ud. es peronista (o lo que sea), se lo saca a las trompadas, y ahí se entera que el otro también sabe pegar, y entonces ...
La política tiene un fin principalísmo, que subsume en sí a todos los demás y como que los orienta: LA PAZ. Si uno es camorrero, no es político.No me salga con que en Rusia o Nueva Zelandia hay retenciones, porque carecen en absoluto de importancia: en todos los países que, por economía literaria llamaremos del 1º mundo, las actividades agropecuarias están fuertemente subvencionadas por el Estado y casi, desgravadas del todo (lo cual sería un buen ejemplo a seguir, si no nos gobernaran ínfimos enanos y envidiosos). Ud. no paga un agroquímico, un alambre o un equipo de riego a valores astronómicos y en dólares, como aquí, donde no hay prácticamente industrias de apoyo al campo (TODOS los equipos de riego por aspersión en la Argentina son importados, salvo algunos modestos cañones que sirven para tirar agua) y donde a su "dólar" ganado honradamente (no como otros... diría Catita, la verdadera) le sacan inmensas cantidades para "ajustes fiscales" después de enajenarlo a productos importados.¿Cuánto falta?, pregunta el dueño de casa. No sé, pero hay que tomar cierta conciencia de que, esta vez (y salvo la Gracia de Dios), el problema puede ser definitivo. El campo es la única actividad productiva de cierta importancia que hay en la Argentina; el resto son servicios o pequeñas industrias sin peso propio; o bien, empresas extranjeras. El campo está pasando rápidamente, gracias a estos fervorosos kombatientes kontra el capital, a manos extranjeras, porque nuestros precios de innmuebles son absolutamente irrisorios, comparados con los de los países de origen de los dólares que los compran.
Empresas petroleras han inundado (vaya como ejemplo) de su negro dinero, una zona feracísima de una provincia norteña, comprando a cualquier precio los campos del lugar ¡para hacer soja más adelante! Desde luego, el gobierno local está totalmente distraido asignando recursos a la corruptora industria del turismo, que le deja más pesitos en impuestos, los que se gastan comprando votos, los que se usan para estar en el gobierno, que se usa para cobrar impuestos, etc. ¡Éso es SU preocupación por el bien común, señores peronistas! ¿Cuándo, Señor mío de los Ejércitos, pensarán en la vida eterna?
Dios ciega a los que quiere perder; así que no existen muchas esperanzas de que oigan la voz del Cielo, salvo en el acto de notificarles su sentencia inapelable, claro está.
Sin ofender a nadie, la Argentina no es Cuba, ni Venezuela siquiera. Las fuerzas nacionales, aún a expensas de los pesimistas (que en general tendrían razón, no lo negaremos), están todavía vivas y son católicas, por lo menos, en la cultura que viven. El desgaste zurdocrático es inmenso, pues no solamente consume recursos metálicos, sino paciencia, y mucha, que se agota rápidamente. Es un error provocado por sus propias tendencias (además de una feroz hipocresía) que los peronistas acusen al campo de buscar únicamente su bienestar materiales, pero (como escuché el otro día) que no se hayan movilizado por los derechos humanos o no sé qué tontudeces. Si el ladrón a todos cree de su condición, debería al menos disimular mejor.
Y el error está en no saber que uno de los motores políticos más importantes de todos los tiempos es la propia hacienda.
¿Cuánto falta?
Nada, no falta nada; los ingredientes están todos. Pero el fósforo no lo tenemos nosotros sino la divina Providencia.
Atttttttte. Otro Ludovico, algo agorilado.
Como tengo cierto título (prius in tempore, potior in jure) sobre el nombre Ludovico (soy "el otro") y he tenido una menos que modesta intervención en esta página (que me gusta bastante, por eso le doy palos), quisiera recomendarle a mi tocayo Ludovico un excelente instituto (que no es el del Verbo Encarnado) frenopático que, aunque no devuelve el sentido de la realidad en casos tan enojosos como ... los nuestros, al menos lo encierran a uno cierto tiempo. El suficiente, acaso, para impedir que, una vez pasada la tentadora ocasión de probar la memez galopante que nos aflige, pueda reintegrarse sin demasiadas heridas a sus acostumbrados deberes (si tiene algunos, cosa que es de todo punto de vista aconsejable).
Su entusiasta análisis deja en el tintero 70 años de despilfarro nacional, comenzado cuando los gobiernitos locales se lanzaron como comadrejas sobre los productores porque ganaban mucha plata. El caníbal plebeyismo peronista realmente hizo camino en esta zoncera nacional y abrió picadas que aún están abiertas ¡mire que proféticos!
Gorila o no gorila, lo real es que el peronismo recaudó todo lo pudo, se guardó mucho más de lo que pudo, se fue mucho antes de lo que podía y volvió siempre que nadie más pudo. Esto es historia argentina reciente.
Por añadidura, le "obsequió" a la Nación un estilo político de 10ª, un terrorismo montonero local que sumó afanosamente sus esfuerzos a los empeños del Reino Unido (que como Uds. saben finaciaba el ERP) y sumergió al país en un bañito de sangre nada despreciable.
Sí; sin duda son logros de lupanar (y esta palabreja, además de su sentido primero, indica rapacidad de lobo).
Pensar que lo presente es una mera enfermedad del crecimiento, una varicela o escarlatina de mala muerte, es tomarnos el pelo a todos.
Después de liquidarse una parte importante de nuestro campo merced a la incorrecta destinación de las mejores praderas naturales de la tierra ¡para la agricultura!, (criticando de paso a Rosas, que nunca fomentó la agricultura en la pampa) en vez de permitir pacer en ellas ganados ubérrimos, como decía el mersa de Darío, fue un primer paso en el seguro suicidio nacional.
Luego, vino la presión fiscal: ¡si quieren conservar sus propiedades, modernisensén, sean competitivos! (aquí, poner cara de asesino y fraguar una mirada ad hoc). Y el hombre de campo se modernizó, haciendo más agricultura y desplazando la frontera ganadera hacia la periferia de la pradera natural, esa que dijimos era la más grande del mundo.
Un ministro de apellido equino y maneras de hiena, supuestamente peronista, comandó este disparate que dejó al país sin industrias agropecuarias (silos, camiones, equipos de riego, ¡molinos...!) y sin industrias, nomás. Pero claro, después vino una "crisis fiscal" que arrojó a De la Rúa del poder (y perdonen estas citas, necesarias para probar que nos están tomando el pelo).
Ahora, cuando el país se "sojizó" a instancias del gobierno (no importa cuál, son todos una cag..da) ¡hay que imponer retenciones para evitar que la soja suba de precio aquí!
Con esto, este tocayo ha tocado fondo. Ha logrado uncir su ideología a una ignorancia asombrosa.
La soja que se produce aquí NO SE DESTINA PRINCIPALMENTE A ALIMENTACIÓN HUMANA, se exporta para consumo animal en países que no tiene praderas naturales ni artificiales (como "no somos competitivos ni trabajadores", tenemos las praderas artificiales más extensas de la tierra ¿lo sabía? seguro que no. Viaje un poquito amigo; pero hágalo en silencio). Los precios elevados de la soja SON INTERNACIONALES no locales, amigo Ludovico; y a menos que CFK invente las retenciones interestelares, me parece una payasada el argumento del precio interno. Haya mucha o poca soja, el precio interno nunca se apartará demasiado del precio internacional; le recomendaría algunas lecturas sobre esto, pero si repasa su colección de Billiken, seguro encontrará alguna información sobre esto.
Desde luego, este fenómeno no ocurre con la carne (que cuesta en Liniers casi lo mismo que hace un añito justo, $2,50 contra algo menos de $3,15 por kilo (+23%), pero en las carnicerías y supermercados subió un 120%) ¡la culpa es del campo, evidente!
Pues bien: el problema no es "fiscal", por que los problemas "fiscales" no existen más que en la inventiva fructífera y naturalmente fraudatoria de los economistas; y en la imaginación peronista, además.
El problema es político, esencialmente político: A ningún gobierno nadie le niega recursos (y menos aquí) si es un buen gobierno. Si tiene Ud. edad y conocimientos, sabrá que eso es lo que ocurrió con Onganía del '66 al '68, má' o meno'. Pero el problema político supone que la sociedad rechaza a tal o cual gobierno; no existe adhesión política y sí, enemistad manifiesta. Entonces, no le da un peso; y como Ud. es peronista (o lo que sea), se lo saca a las trompadas, y ahí se entera que el otro también sabe pegar, y entonces ...
La política tiene un fin principalísmo, que subsume en sí a todos los demás y como que los orienta: LA PAZ. Si uno es camorrero, no es político.No me salga con que en Rusia o Nueva Zelandia hay retenciones, porque carecen en absoluto de importancia: en todos los países que, por economía literaria llamaremos del 1º mundo, las actividades agropecuarias están fuertemente subvencionadas por el Estado y casi, desgravadas del todo (lo cual sería un buen ejemplo a seguir, si no nos gobernaran ínfimos enanos y envidiosos). Ud. no paga un agroquímico, un alambre o un equipo de riego a valores astronómicos y en dólares, como aquí, donde no hay prácticamente industrias de apoyo al campo (TODOS los equipos de riego por aspersión en la Argentina son importados, salvo algunos modestos cañones que sirven para tirar agua) y donde a su "dólar" ganado honradamente (no como otros... diría Catita, la verdadera) le sacan inmensas cantidades para "ajustes fiscales" después de enajenarlo a productos importados.¿Cuánto falta?, pregunta el dueño de casa. No sé, pero hay que tomar cierta conciencia de que, esta vez (y salvo la Gracia de Dios), el problema puede ser definitivo. El campo es la única actividad productiva de cierta importancia que hay en la Argentina; el resto son servicios o pequeñas industrias sin peso propio; o bien, empresas extranjeras. El campo está pasando rápidamente, gracias a estos fervorosos kombatientes kontra el capital, a manos extranjeras, porque nuestros precios de innmuebles son absolutamente irrisorios, comparados con los de los países de origen de los dólares que los compran.
Empresas petroleras han inundado (vaya como ejemplo) de su negro dinero, una zona feracísima de una provincia norteña, comprando a cualquier precio los campos del lugar ¡para hacer soja más adelante! Desde luego, el gobierno local está totalmente distraido asignando recursos a la corruptora industria del turismo, que le deja más pesitos en impuestos, los que se gastan comprando votos, los que se usan para estar en el gobierno, que se usa para cobrar impuestos, etc. ¡Éso es SU preocupación por el bien común, señores peronistas! ¿Cuándo, Señor mío de los Ejércitos, pensarán en la vida eterna?
Dios ciega a los que quiere perder; así que no existen muchas esperanzas de que oigan la voz del Cielo, salvo en el acto de notificarles su sentencia inapelable, claro está.
Sin ofender a nadie, la Argentina no es Cuba, ni Venezuela siquiera. Las fuerzas nacionales, aún a expensas de los pesimistas (que en general tendrían razón, no lo negaremos), están todavía vivas y son católicas, por lo menos, en la cultura que viven. El desgaste zurdocrático es inmenso, pues no solamente consume recursos metálicos, sino paciencia, y mucha, que se agota rápidamente. Es un error provocado por sus propias tendencias (además de una feroz hipocresía) que los peronistas acusen al campo de buscar únicamente su bienestar materiales, pero (como escuché el otro día) que no se hayan movilizado por los derechos humanos o no sé qué tontudeces. Si el ladrón a todos cree de su condición, debería al menos disimular mejor.
Y el error está en no saber que uno de los motores políticos más importantes de todos los tiempos es la propia hacienda.
¿Cuánto falta?
Nada, no falta nada; los ingredientes están todos. Pero el fósforo no lo tenemos nosotros sino la divina Providencia.
Atttttttte. Otro Ludovico, algo agorilado.