miércoles, 30 de noviembre de 2011

La estampita del Coronel


Wanderer:
Respecto al clericalismo, no puede decir más que… ¡plagió mi tesis!
Hablando en serio, sostengo lo mismo aunque con algunos matices.
Cuando en 1870 caía Roma en manos de Vittorio Emanuelle, desde la Ciudad Eterna salieron hacia París unas fotitos del hoy beato Pío Nono arrodillado rezando o sentado en su trono con cara triste. Dichas fotitos llegaron a los talleres de St.-Sulpice, donde fueron reproducidas por millares con leyendas como “Pío IX prisionero en el Vaticano” y del otro lado alguna oración indulgenciada. 
Tras la explosión de las modernas congregaciones misioneras y educadoras que se expandieron por todo el mundo, estas estampitas de baja calidad y dudoso gusto “crearon” su demanda. Donde antes había un viejo crucifijo y algún cuadro barroco de la Virgen, se colocaba una imagen del Papa.
Se iniciaba así un verdadero “culto” al Papa. 
Nadie recuerda los nombres de los pontífices romanos anteriores a Pionono (excepto, quizás, Pío VI por su incidente con Napoleón). Pero desde 1870, en adelante, “Santo Padre” fue algo más que un título honorífico. 
León XIII, Pío X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI… todos “santos” esperando su canonización. La que tarde o temprano les llegará. Uno será el Papa Obrero, el otro el Papa de la Ortodoxia, el de más aquí el de la Paz, y el que le sigue el del Apostolado Laico. Le seguirá el Papa Angélico, el Papa Bueno, el Papa del Concilio, el Papa de la Sonrisa, el Papa Viajero, etc., todos darán razones para “la esperanza”…
Si uno sostiene una legítima independencia respecto del Papado en cuestiones opinables y se remonta a los grandes Doctores medievales y Padres de la antigüedad (o simples laicos de a pié) que, en su momento, lo hicieron, le espetan en la cara “¿cómo se atreve a comparar al Papa con los papas medievales/renacentistas/…?”
Parece que hoy hemos “evolucionado” y, por fin, el Espíritu Santo se avivó: Ya no puede haber Papas politiqueros, tramoyistas, demagogos, cobardes, seniles… o, simplemente, bobos.
Toda palabra en boca del Romano Pontífice será poco menos que Palabra de Dios. Para el caso no importa si creemos que esa palabra divina fue dicha ayer nomás o en 1958. Siempre será una genialidad, sea que coleccionemos libritos encíclicas o discursos radiofónicos.
Si a eso sumamos el hecho de que, pareciera que, todos los caminos (episcopales) conducen a Roma y que todos los obispos se han transformado en delegados pontificios… aún cuando lo hagan en disidencia, podemos entender cómo se refuerza a sí mismo el clericalismo.
Antes debían estar suscriptos a Civiltà Cattolica o alguno de los muchos periódicos que reproducían la publicación italiana cuasi oficial y oficiosa. Hoy deben estar suscriptos al L’Osservatore Romano o tienen algún funcionario curialesco que les acerca una impresión de Zenit o alguna otra “agencia católica”. Y, lo mismo, se reproduce en miniatura, aún en fraternidades o sociedades sacerdotales suizas.
Lo importante es estar informado de lo último que se supone debemos creer, decir, hacer,     pensar…
Coincido, el problema es la ideología, y la ideología era y es el clericalismo, en sus diferentes versiones: parroquial, movimientístico, episcopal, romano o conciliar. Al convertirnos en católicos que ya no están atentos a la Tradición (y aún a las tradiciones) sino a “lo último”, no es difícil ver cómo nos aborregamos y estamos indefensos frente a cambios “de dirección”, de derecha a izquierda, o de izquierda a derecha.

Coronel Kurtz

lunes, 28 de noviembre de 2011

Cambio de signo


No cabe duda que el Concilio fue crucial para el desbarranque de buena parte de la juventud católica argentina hacia la izquierda y, luego, hacia las FAP o Montoneros. Pero resulta inverosímil pensar que el cambio se produjo mágicamente. Necesariamente, algo venía muy mal desde hacía décadas.
Veamos un caso testigo: el P. Miguel Mascialino. Hijo de inmigrantes italianos, católicos de siglos. Una hermana monja, un hermano cura y otro hermano dirigente nacionalista. Ingresó al seminario menor de Buenos Aires en 1940. Luego hizo la filosofía en Devoto, donde estaba Castellani de profesor, y la teología en la Gregoriana. Se quedó en Roma y completó sus estudios en el Biblicum. En 1955 vuelve ya cura a Buenos Aires y es teniente en San Nicolás y luego profesor en Devoto. Once años después, en 1966, estaba amancebado con una tal Lucía, era estrecho colaborador de García Elorrio, integraba los primeros comandos armados y realizaba operativos. Una última pizca de sentido común lo llevó a enemistarse con los líderes y, de ese modo, apartarse justo a tiempo de Montoneros.
¿Cómo fue posible tamaño vuelco en tan poco tiempo con la formación que tenía el P. Miguel? Ciertamente, después de leer La descomposición del catolicismo, sabemos que la formación no era tan buena, pero algo más pasó. En realidad, fueron varios los factores que estaban activos en esos momentos, aunque dispersos, y al Gordo no se le ocurrió mejor idea que juntarlos a todos en Roma convocando a un Concilio. Y la cosa explotó, y casi se lleva a la Iglesia puesta.
Yo quiero proponer una teoría, a ver qué les parece. La podría titular: Cambio de signo en la ideología.
Es cierto que podríamos remontarnos a Trento, la Contrarreforma y el barroquismo, como bien lo hace Disandro, pero me vengo bastante más acá, a la segunda mitad del siglo XIX y a Pío IX. Mastai Ferrati había sido colaboracionista con las tropas napoleónicas y, cuando se fueron, se encontró que no sabía qué hacer. Se metió entonces de cura, y fue lo suficientemente hábil para trepar con rapidez y pronto ser obispo y, para ser franco, obispo liberalón. Y así nomás, llegó a papa, bastante joven para el promedio lo que le aseguró un pontificado interminable (a quienes no les gusten estas apreciaciones sobre Pío IX, lean su biografía por Ives Chiron). Estando ya en el solio se le fueron los aires liberales y se encontró con un problema grave: la Iglesia, concebida hasta ese momento como indisolublemente unida a un importante Estado soberano y con fuertes prerrogativas en todo el mundo, iba a perder esos privilegios. Pío IX sabía que, a los sumo, podría atrasar algún tiempo la situación mientras lo protegieran los franceses pero que indefectiblemente en algún momento, todo se iba a caer. Debía tomar una decisión, adoptar una estrategia nueva, y lo hizo, y Dios nos libró a todos nosotros estar en su pellejo.
Para contrarrestar la pérdida de la soberanía política de la Iglesia y su influencia en la sociedad, debía afirmarse el poder espiritual y dogmático del Papa e instrumentar medios para que los católicos y el catolicismo ocuparan puestos de dirigencia y de acción. Y esta será la estrategia seguida por todos los pontífices hasta Pío XII. Y se vino entonces el Vaticano I y la innecesaria proclamación del dogma de la infalibilidad pontificia, como las también innecesarias proclamaciones dogmáticas de la Inmaculada Concepción y, casi un siglo después, de la Asunción. La cosa era mostrar poder. Si se había perdido poder político, se aumentaba el poder espiritual. Había que compensar.
En el ámbito social, apareció León XIII con la Rerum novarum y, décadas más tarde con Pío XI, la Acción Católica, un invento paralelo a la  Acción Francesa de Maurrás y a otras varias “acciones”. La cuestión era instaurar en la sociedad el Reinado Social de Cristo y, para coronar todo, se inventó la fiesta de Cristo Rey. De lo que se trataba era de poner a disposición de los obispos una organización perfectamente jerárquica que formara “cuadros” católicos dispuestos a la acción. Cualquiera que haya sido “aspirante” de la ACA, o se haya “oficializado”, recordará la machacona insistencia sobre la jerarquía, sobre la formación y sobre la acción. Y a imagen y semejanza de la ACA comenzarán a surgir otros movimientos, con mayor o menor prevalencia clerical o laical. ¿Quién no se acuerda del famoso lema que aparecía al pie de Verbo en los ’70: “Formación para la acción, en la acción”?
No quiero criticar con esto a la Acción Católica. Fue la mejor respuesta que pudieron encontrar para una época de desconcierto. El problema fueron las derivaciones de este nuevo modus operandi de la Iglesia. El nacionalismo y los movimientos nacionalistas católicos como Tacuara, por ejemplo. En el fondo, no era más que un “secularismo de derecha”, como bien lo define un viejo fraile dominico. La fe y el cristianismo eran una doctrina que debía ser expandida a la sociedad, con todos los medios que se tuvieran al alcance -y aquí entra la Compañía- y a ella se le adicionaba un patriotismo enardecido basado en los mitos formulados por los historiadores revisionistas. En el fondo, el cristianismo era sobre todo una ideología. Una ideología de derecha.
Y ahora ya es más fácil entender lo que pasó. Cuando los incendios se juntaron en Roma convocados por Juan XXIII, y apareció la Pacem in terris y, años después, la Populorum progressio, y después Medellín, ya estaba todo hecho. Le cambiaron el signo a la ideología. El proceso era bastante fácil. Con cuadros acostumbrados a la obediencia jerárquica, con estructuras armadas, con líderes reconocidos, con militantes de Acción Católica con formación elemental y orientados sobre todo a la acción, sólo era cuestión de presionar el switch. Es decir, cambiarle el signo a la ideología. Y así lo hicieron.
Los Tacuara se hicieron montoneros y los curas guerrilleros.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Eran nuestros III

Y otra del Coronel


Y algo que no hay que olvidar es la calentura por el otro sexo. Especialmente cuando hablamos de adolescentes y post-adolescentes (que fueron católicos practicantes en su adolescencia, no sé si me explico). Especialmente cuando estamos en plena época de aparición de la minifalda...
No me acuerdo quién, creo que Caparrós, lo dice claramente sobre Fernando Abal Medina: le calentaba la Arrostito, ella sí comunista de toda la vida y -por tanto- liberada sexualmente. 
También se sabe bien de la cohorte de "niñas bien" que seguían a los curas Mujica y Mayol (el de la guitarrita en misa... en tiempos de Pío XII, remember). 
Una señora conocida mía (hoy cercana a los 70), de familia tradicional y ultra-católica, colegio de monjas tradicional (que hoy ya no existe y donde hay una torre), que había sido de la Legión de María en la adolescencia y "misionera" en el Norte durante la universidad, me comentaba que, luego de una vida donde ser católica significaba juntar sellos los domingos después de misa y contar a las viejas legionarias a cuántos había convertido en la semana; aparecía de repente en una de las reuniones de su grupo misionero un Galimberti (u otro menos conocido), rubio y canchero, diciendo que ser católico era "dar la vida por los pobres". No hay que aclarar que, en determinado momento, JAEN tenía más chicas que muchachos, y -entre ellos- ex seminaristas, como Grosso de infeliz memoria, o ex tacuaras, compañeros de ruta del Tano. Ella y otras de sus amigas (en ese entonces los grupos misioneros juntaban cientos de jóvenes) se unieron a éste y otros grupos similares, donde se hablaba de nacionalismo, de liberación, de emancipación nacional, de "II República", etc. Se leía tanto a Jauretche como a los hermanos Irazusta, a Ortega Peña/Duhalde (E.L., el ministro K, no el ex presidente) como a Scalabrini Ortiz, en fin todo lo que editaban Peña Lillo, Patria Grande, etc.
Mientras tanto, en los grupos misioneros se visitaba al obispo Podestá ¡en el Luna Park lleno! Donde según el obispo de Avellaneda, Pablo VI aprobaba el socialismo. Y se leía a un cura franco-argentino que publicaba "Morir por el pueblo" (con foto del cura guerrillero Camilo) con imprimatur y todo. 
Todo en grupo de amigos, de chicas y chicos. Los mismos que hoy van a la puerta de la misa de 8 a "mirar"... y se quedan afuera o, peor, entran.
Los que han estudiado el caso explican por qué fracasó el grupo de García Elorrio (Comando Camilo Torres, cuya única acción fue sacarle el micrófono a Caggiano en plena misa por el Día del Trabajador y que se los lleven presos a todos), a pesar del éxito de su Cristianismo y Revolución. Y una de las causas que se dicen es que este ex-seminarista de San Isidro era profundamente misógino.
A diferencia de Mugica que, si bien dicen que nunca "concretó" nada, llegó a invitar a su casa (bah, la paqueta casa de sus padres) a numerosas de sus discípulas de Recoleta. O Mayol... que en este caso sí terminó tirando la toalla, digo la sotana.
En fin, ser "militante" era también una forma de conocer chicas / chicos para adolescentes formados en colegios religiosos aún tradicionales. Y los zurdos eran pintones, y las zurdas estaban buenas. Y no tenían tantos "prejuicios"... y si los tenían, siempre había un cura tercermundista que podía "bendecir" su relación... y sus relaciones. 

Eran nuestros II

Y aquí la hermenéutica del Séptimo Rey Mago:


Se dieron, todas juntas, varias cosas, varios factores. Primeramente creo que es importante recordar que el catolicismo "militante" preconciliar dejaba muchísimo que desear en nuestras pampas. Antes del Congreso Eucarístico del 34 ir a Misa era de señora gorda y los grupúsculos de derechas (desde la legión cívica, prefascista, hasta la mismísima "Nueva República") estaban alejados por varios trancos del catolicismo. Todavía, de más está decir, no había aparecido esa cosa rara que inventó España en el 39: el "Nacionalcatolicismo", que sazonado un poco de Juan Manuel de Rosas se torna en Nacionalismo Católico argento.
Pero vino el 34 y vino el Congreso y vino el futuro Papa, y todo en sintonía con el auge de los fascismos en Europa... y el mix de neutralistas y católicos generó, en los 40´s y 50´s (en la posguerra ya, pero sin los embates del Dogma de la Shoá todavía) cosas como la UNES y TACUARA.
Y acá se complica.Tacuaras hubo varias, pero todas juntas. La "oficial" y "A class" del joven Alberto Ezcurra, con los cursos de la Summa, los escritos del Capitán Codreanu, los discursos de José Antonio, el nacionalsindicalismo como respuesta a un conservadurismo liberal que mantenían en la generación anterior (aunque hayan leído a de Maeztu e tutti quanti), el saludo romano, el corte marcial, etc. Otros tacuaras se incorporaron al "fenómeno" tacuarista que, mal que me pese, describe (eso eh!, no todo!) bien el paisano Gutman en su libro al respecto. 
Llegaron los 60s con Fidel devenido en comunista (recordarlo con sus quichicientos rosarios entrando en la Habana, su "We are not communists" en EEUU una vez derrocado Batista, etc), con la revoluta en las universidades yankees (luego en Paris, y no antes, como bien muestra Esparza), Camus, Sartre, cassettes de Perón, etc. Pero vino también, y MUY PARTICULARMENTE el Concilio que se llevó puesto todo lo que encontró en el camino (V.G: La Iglesia). Acá, en Argentina, se combinó con lo que había: jesuitismo. 
De ahí un Padre Mujica Echagüe dando clases de Teología Moral a los "fachos" del Salvador (historia y filosofía), recordado aún con su motito-ciclomotor y su cara de nene bien, después de que los "fachos" venían de cursar con Vicente Sierra, Peco Ibarguren, Sánchez Albornoz, etc. No eran "tacuaras" ya esos muchachos, eran nacionalistas a secas, con mucho saludo romano, mucho libro mal digerido, mucha intención de ser revolucionario sin ser de izquierdas (al principio al menos), con una Iglesia que, desde sus soldados jesuitas y jesuitizantes los instaban a leer bazofia y a pensar bazofia. En la UCA, mientras tanto, la Democracia Cristiana (Los peces colorados flotando en agua bendita como decía el Pocho) sumaba a roletes jóvenes estudiantes a sus filas.
Llegó Perón como opción política (70, antes ni él se creía volver), feneció la "posibilidad Onganía" y al tacho con todo eso. De Royo Marin a Thomas Merton, de Merton a Cué, de Cué a...al carajo. En política, creo que fue igual.
Sin Concilio y sin Compañia, esto no se entiende. 

Eran nuestros I


Un comentador del último post afirmaba que los montoneros “estaban con nosotros pero no eran nuestros”. No estoy de acuerdo. Eran nuestros, y se dieron vuelta. He hablado con personas que vivieron esas épocas y cuentan como en los grupos católicos universitarios, por ejemplo, donde todos eran grandes amigos, en un momento, se separan. Algunos permanecen y otros se van. Pero todos “eran nuestros”. Algo muy fuerte pasó.
Comparto la explicación de causas remotas de Disandro. Yo tengo otra que publicaré en un par de días. Y el Coronel Kurtz envía otra muy interesante también. Creo que son claves de lectura que se completan, y no se oponen.
Un buen tema de discusión:

Más allá del estudio meta-histórico (digamos) à la Disandro, hay causas más próximas.
No es tan raro ver cómo se produce la metamorfosis desde católico devoto, tradicional, con simpatías nacionalistas o conservadoras, hasta el militante revolucionario (no sólo montoneros y erpianos, sino también los famosos "cuadros de apoyo" que, según Firmenich, llegaron a más de 50.000 personas y que incluían a sacerdotes, obispos y laicos "comprometidos") si se analiza el contexto, se estudian las trayectorias personales, las motivaciones, etc. 
"Por suerte" los zurdos han escrito mucho sobre estos temas (en general lo publicado en los '90 tuvo mayor ánimo crítico que lo publicado antes y ahora donde se recurre al mito del "joven idealista").
Hace unos años copié los nombres de los que firmaban los manifiestos del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y, gracias a Google, "investigué" un poco. Lo mismo hice con los que firmaban los artículos de Cristianismo y Revolución. 
En general las trayectorias son muy parecidas: el Humanismo (la rama universitaria de la DC), las misiones rurales, los "Diálogos entre cristianos y marxistas", los grupos de estudio Teilhard de Chardin, los asesores universitarios de la JOC, algún paso por el nacionalismo más o menos peronista (Azul y Blanco, Tacuara, etc.), los "curas sociólogos" graduados en Louvain y los "curas obreros" venidos de Italia, Francia, Bélgica y España, etc. 
Todo bajo la conmoción del Vaticano II, donde se puso absolutamente todo en estado de duda (según testimonian los que en esos años estaban en el seminario).
Y en el contexto de Vietnam, las guerras anticoloniales de Africa, la Cuba castrista, etc.
Del otro lado, una sociedad y una Iglesia argentina aburguesada, mistonga, que le gusta coquetear con el poder, etc.
No es difícil que muchos se hayan "confundido". El mismo Castellani reseñaba en Jauja con bastante benevolencia el piquete que los curas tercermundistas le hicieron a Onganía en la Casa Rosada, donde amenazaban no festejar la Navidad (¡!) si no se tomaban medidas de gobierno concretas contra el hambre. [Esto no obsta a que, tiempo después, el mismo Castellani haya destrozado casi ridiculizándola la "doctrina" de los "terceromúndicos".] 
También obispos de fama más o menos conservadora (como Aramburu, Di Stéfano, etc.) van a proteger --al menos en un comienzo-- a estos curas, religiosas y laicos que iban radicalizándose cada vez más en sus posturas, quizá cuyo extremo más notorio fue el Padre Adur (que terminó sus días como Capellán con grado de capitán del Ejército Montonero [sic]).
Lo cierto es que, aún los que no terminaron con un ametralladora en la mano y tarde o temprano se abrieron (a muchos de los tercermundistas les importó más la bragueta que la revolución), han tenido vidas bastante miserables en la mayoría de los casos. Otros hicieron suyos los principios de (Groucho) Marx y no tuvieron mayor empacho en integrarse en la antes tan denostada "iglesia institucional" por un plato de lentejas (y hoy, algunos de ellos, cuando los vientos políticos otra vez soplan del poniente, sacan a relucir sus prontuarios). Unos pocos, en fin, a su modo, se reconciliaron con Cristo y la Iglesia.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Malasso



Recuerdo de la muerte. Se trata de un libro viejo de Bonasso que no había leído. Hace casi treinta años que lo escribió, en su exilio mexicano, y narra las desventuras de Jaime Dri, diputado de la JP por el Chaco, pasado a la clandestinidad y devenido terrorista montonero en los ’70.
Interesante saga la de estos Dri. Una familia de catorce hermanos de Chajarí, hipercatólicos, varios de ellos curas y monjas. Por ejemplo, Rubén Dri, sacerdote apóstata y actualmente profesor en Sociales de la UBA, o el tercermundista Raúl Dri, aún incardinado en la arquidiócesis de Paraná. Las monjas no sé cómo habrán terminado.
El libro podría haber sido muy bueno. La historia daba pero al autor no le dio el piné. Bonasso pretendió escribir una novela a través de la técnica de una sucesión inconexa de párrafos, el estilo Vargas Llosa; pero no tiene, ni de lejos, el talento de Vargas Llosa.
O bien creía que, para escribir una novela, era suficiente con describir. Y entonces se embarca en eternas y farragosas descripciones con aires proustianos que culminan no sólo en lugares comunes sino en espantajos literarios como este: “Nubes sangrientas se estiraban hacia el poniente y el sol era un melocotón gigantesco que se iba sumergiendo en la llanura” (p. 208).
Al libro le falta también sinceridad. Es natural que Bonasso presentara una visión positiva de los montoneros. Él era parte importante del movimiento. Pero un poco de vergüenza debería tener. Presenta a todos los detenidos y desaparecidos como pobres muchachitos perseguidos por la patota militar sin ninguna referencia a lo que había causado tal persecución. Relata solamente en media carilla el secuestro de Aramburu, en un brevísimo párrafo el asesinato de dos miembros de la policía caminera por parte de una “compañera” porque se había detenido a la vera de la ruta con su auto cargado de explosivos y los dos uniformados se acercaron a “meter sus narices donde no debían”. Y el único hecho terrorista relatado con detalle es el ataque a la ESMA en 1978 por parte de un comando montonero y que finalizó apenas con daños de mampostería.
Sin ningún pudor cuenta el modo en que los terroristas detenidos confundían a la opinión pública mintiendo. Por ejemplo, al afirmar que en la ESMA tenían a los prisioneros engrilletados y atados a columnas (p. 416). Y, estúpidamente, páginas antes él mismo relata la rutina diaria en ese mismo centro de detención: “La población del Sótano no tenía un horario estricto para levantarse; solían hacerlo entre siete y media y ocho. Por turnos iban pasando al baño grande a ducharse y luego se juntaban el comedor a desayunar el inevitable mate cocido. A media mañana solían regalarles el paladar con un café. Los fumadores recibían diariamente un atado de cigarrillos… Después, cada uno se metía en su cubículo a trabajar o a simular que trabajaba… A las doce bajaba el almuerzo del tercer piso. Invariablemente era pollo o carne con papas y ensalada. Una bazofia nutritiva”. Caradura; más de uno quisiera comer hoy la tal bazofia y tener ese ritmo de vida.
En fin, un libro de desechar. Malasso por donde se lo mire.


P.D.: Siguiendo con las recomendaciones, imperdible el último episodio de Lewis emitido el lunes por “Films&Arts”, titulado “Justica salvaje”. Narra el asesinato de una “obispa” progresista ocurrida en un convento-college de frailes tradicionalistas y ambientada, como siempre, en Oxford.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Malick, la clave

Ludovicus nos pasa la "clave de lectura" de El árbol de la vida:


Ojo con Malick. Es engañoso, uno cree que es una mezcla de Heidegger y del Libro de Job, o de Kubrick con Dante, y lo es, pero hay más. Hay un filósofo y un artista que hace hablar a Dios a través de las voces en off de los protagonistas, que lo buscan con los gemidos inefables de San Pablo. "Tú nunca me buscarías si no me hubieras encontrado"

Pretencioso, lo admito. La guerra de Troya la pinta Homero en unos pocos días de cólera sin manzanas divinas ni artilugios equinos y el viaje de Dante por los tres mundos dura unas cuantas horas de entrevistas sin necesidad de acudir al Juicio Final. El arte clásico requiere unidad en la medida, la microhistoria reflejando el Cosmos, no la yuxtaposición de ambos planos: "to behold infinite in a grain of sand". En este sentido, el enorme Sean Penn se disgustó ante las desmesuras cosmológicas representandas en las tintas kubrickianas y las escenas ambientadas en el Jurásico. Hay hybris, qué duda cabe.

And yet, and yet... ¿es tan ridícula la escena teilhardiana del dinosaurio? "El Espíritu del Señor se movía sobre las aguas". ¿No son igual de desmesurados los leviathanes, behemothes y torbellinos del libro de Job? ¿No se proyecta la sombra del Redentor en ese libro como la del hermano muerto en el film, abriendo la única puerta de salida que la naturaleza tiene frente a la gracia, el sacrificio? La expresión de Penn cuando emerge de su viaje interior muy similar al dantesco lo dice todo. Dice lo que todo hombre sabe: que el sentido del Universo radica en dejarse perder. Que la vida humana es un juego en que gana el que pierde, en que el que la pérdida de la naturaleza es el encuentro de ella con la gracia, un encuentro que se corporiza en una playa en la más bella escena de la Resurrección que el arte haya plasmado. 
Y que toca a todo aquel (todos) que haya tenido una familia, una microhistoria banal y una tentación del sinsentido que lleva a oscilar entre Eclesiastés y el Libro de Job, la distancia exacta entre la pregunta y la respuesta, entre el Origen y el Final.

No es un mérito pequeño de este "arte menor". 

domingo, 20 de noviembre de 2011

El árbol de la vida

El último fin de Terrence Malick, tan del gusto de Ludovicus.
Vale la pena verla. El argumento, la fotografía, la música, superiores.
Dos horas y media de poesía in motion pictures.
De aquí pueden descargar una buena versión: Archivo 1 - Archivo 2

jueves, 17 de noviembre de 2011

Marketing dominico

Siempre me han causado un fuerte rechazo las campañas de marketing que desarrollan las órdenes religiosas. Casi siempre se presentan como ONGs dedicadas a la ayuda social con una vida casi tan divertida como una noche de boliche. Sus protagonistas suelen ser frailes y monjas con cara de bobos y vestidos mundamente que, sin darse cuenta, proponen al candidato una vida mundana.
A Dios gracias gracias, son muy pocos los "pescados" con esas campañas.
Sin embargo, los dominicos de Argentina han elaborado un video con claras intenciones vocacionales que marca una diferencia, verdaderamente, reconforta. Señalo algos aspectos:
1. A lo largo de todo el video se deja claro que la centralidad de la vida religiosa es la oración, y esto dicho de muchos modos y por todos los entrevistados.
2. Consecuentemente, la acción social aparece sólo como el reflejo de la vida religiosa y no como su objeto.
3. Todos los frailes aparecen de hábito.
4. Hablan frailes mayores, y no solamente jóvenes, despreciando la juventulatría a la que nos acostumbró JPII y otorgando el lugar que merecen los mayores.
5. En varios momentos se incluyen tomas de momentos solemnes de la liturgia.


lunes, 14 de noviembre de 2011

Lectura obligatoria

Excelente libro de Yofre, con afirmaciones ampliamente documentadas.
Sin cuestionar el heroísmo de muchos de los combatientes de Malvinas y mucho menos los derechos de Argentina sobre las islas, queda clara, luego de la lectura del libro, la insensatez de dos trasnochados -Galtieri y el Bolita Anaya- que nos metieron en una guerra totalmente improvisada e innecesaria que le costó tanto a nuestro país, desde la destrucción de su flota aérea hasta la posibilidad real y concreta de ejercer la soberanía en el archipiélago en el largo plazo.
De lectura obligatoria.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Hopko y el fin de los tiempos


Una interesante propuesta del P. Hopko: una visión sincrónica del Apocalipsis en vez de la diacrónica. Visiones complementarias y no opuesta.

Los subtítulos son de Jack Tollers.


miércoles, 9 de noviembre de 2011

La gran herejía de Arancedo



Un amigo, el mismo de la robe de chambre azul, me comentó una interesante anécdota que tiene por protagonista al flamante presidente de la CEA, Mons. Arancedo.
Resulta ser que, en la segunda mitad de los ’80, un muchachito de la zona del Gran Buenos Aires de la que Arancedo era obispo auxiliar, ingresó al seminario de San Rafael. Por disposición del obispo esa sede, Mons. León Kruk, debía comunicarle a su propio ordinario la decisión de marcharse. Y allá fue el ensotanado joven.
No más ingresar al obispado ataviado con semejante vestimenta, el hoy presidente de la CEA montó en cólera, y rápidamente quiso saber los motivos por los cuales había preferido el seminario cuyano al suyo propio. Con el candor propio de los años, el muchacho le respondió: “Porque en otros seminarios se enseñan herejías”. Y el purpurado le respondió con la certeza que le daba su carácter apostólico: “Ya no existen más las herejías”. Sorprendido, y buscando congraciarse con el obispo, el clérigo le prometió: “Sin embargo, monseñor, una vez que sea ordenado en San Rafael estoy dispuesto a regresar a esta diócesis”. “Ah no, -respondió Arancedo-, eso jamás. Si no obedecés ahora tampoco vas a obedecer después”.
Permitámonos una exégesis de las palabras episcopales: Resulta claro y concluyente que para Mons. Arancedo ya no existen problemas doctrinales dentro de la Iglesia católica. A lo sumo, habrá diversidad de opiniones, aspectos más acentuados que otros, conveniencias coyunturales de resaltar ciertas facetas de la doctrina, etc., pero no hay herejías. Una solución interesante y similar a la de Moreno: si se niega la realidad, los problemas desaparecen; si no hay herejías, no hay conflictos en la Iglesia.
Sin embargo, no todo es color de rosa porque ciertamente hay un problema que persiste: la desobediencia. Es decir, no hay inconvenientes en la Iglesia conciliar con que se nieguen o se cuestionen los dogmas; no hay problemas con que en seminarios y en universidades católicas se enseñe doctrinas contrarias a la fe de la Iglesia. El problema es que se desobedezca. He aquí la gran herejía de la Iglesia contemporánea. Y en esto está de acuerdo todo el zoológico eclesial: lefes, progres, conservadores, líneas medias, neocones. Para irse al cielo hay que obedecer a Arancedo, a Escrivá, a Ianuzzi, a Buela o a Maciel. Ellos son caminos seguros de salvación.
Linda joyita tenemos como presidente de la CEA.

Haciendo la plancha

Si alguien quiere saber qué es el jesuitismo no tiene más que atender a las elecciones de las nuevas autoridades de la Conferencia Episcopal Argentina. Lo mismo aquellos que se interesen por las siglas MEA (Mediocridad Episcopal Argentina).
No se trata aquí de que si eligieron candidatos conservadores o progresistas. A nuestros prelados le tiene sin cuidado -pareciera- la cuestiones del dogma y de la moral cristiana. Lo realmente importante es quedar bien con los de arriba, con los de abajo y con los del costado. Es decir, hacer la plancha en medio de las tribulaciones del mundo.
Quedan bien con el Vaticano eligiendo a Arancedo con sus adláteres. Son moderados y, el más progre, es ungido obispo de Neuquén en reemplazo del nefasto Melani. Ningún curial podrá decirles nada.
Quedan bien con el Gobierno porque eligen a un "dialoguista", primo hermano de Alfonsín. No era el caso de elegir al tirabombas del Pocho Aguer, no fuera que barrieran con el castrense y cortaran los subsidios.
Quedan bien con el ala progresista del episcopado y del clero, porque allí está Bressanelli, que los contiene y expresa.
Quedan bien con el ala conservadora, porque allí tienen a Cargnello, que hará lo propio.
Como siempre, los obispos argentinos quedan bien, y siguen haciendo la plancha.

Discusión concluida


Estimados,
La discusión desencadenada por los últimos posts está agotada. Es decir, se acabó.
Juana, sus comentarios son siempre bienvenidos, pero si publico los últimos que envió se vuelve a armar inútilmente el vendaval.

martes, 8 de noviembre de 2011

Recomendables

Para ilustrar las últimas discusiones, qué mejor que recurrir a un clásico y a un last release.
De Evelyn Waugh, Retorno a Brideshead, una de las grandes noveles del siglo XX. Narra, sin decirlo y sólo mostrando, la decadencia del mundo contemporáneo a partir de la historia de una familia católica y aristocrática de la Inglaterra de entreguerras. Muy recomendable también la miniserie producida en los '80 por Granada. Abstenerse, sin embargo, de la película estrenada en 2008, que no vale nada y traiciona la intención del autor.
Acaba de terminar la segunda temporada de Downton Abbey, serie inglesa de ITV escrita por Julian Fellowes, un catholic peer. A través de las vicisitudes de una familia noble y de su servidumbre, muestra los profundos cambios que se operan en el mundo durante la primera mitad del siglo XX, particularmente luego de la Primera Guerra Mundial. Imperdible, como siempre, la actuación de Maggie Smith. Puede bajarse de Sofacine.com

lunes, 7 de noviembre de 2011

Comentario especular



A veces conviene enfrentarse al espejo. Es la propuesta del Anónimo de las 18:40 hs.:

Hagan lo que dice el anónimo de las 11:33 y verán bien ahí lo que dije antes.
No se preocupen tanto por los morochos, los UCAboys/girls o los jóvenes K, sino por los muchachos y las chicas del palo. 
Ahí está el problema. Ahí se ve nuestro fracaso. No es que la Argentina no dejó nada. Ni siquiera es culpa de Menem o los Kirchner.
Es que ni siquiera nosotros, los que supuestamente la teníamos clara, dejamos nada. Nuestros propios hijos son más de lo mismo.
¿Hace cuánto que no ven las fotos en Facebook de sus hijos/as y las de los hijos/as de sus amigos/camaradas?
Me pregunto hasta qué punto "nuestra lucha (por Dios y por la Patria)" no era mero escapismo, mera pose intelectual o social, para después, el resto del día/semana, ser más de lo mismo, uno más del montón.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Segual


Aquí va un largo y buen comentario de Andrés, que se dice estudiante de la UCA. Me lo imagino joven, aunque escribe demasiado bien para eso.
Su hipótesis es que micos y ucaboys son, en el fondo, lo mismo. Como los actos morales, se especifican por su fin, y el fin de ambos es cómo y dónde se emborracharán el fin de semana. Las diferencias, si existen, son de maquillaje. Unos compran la ropa en los persas de Retiro, y los otros en Alto Palermo. Y no mucho más. Quien haya ido en los últimos años a fiestas de casamiento de gente bien y del palo, habrá visto que bailan cumbia, se disfrazan con gorritos y narices de payaso y toman Fernet con Coca. No muy distinto a lo que sucede en cualquier fiesta de La Matanza.
En definitiva, estamos en el horno.

Las actitudes asociales como poner la música del celular siempre las tienen los grones, pero no todos los mestizos americanos tienen esa actitud, como ya se dijo de los bolivianos.
Como dijo el Carlista, ojalá el problema fuera racial; porque sería muy fácil encontrar una solución que finalice el problema.
Y lo que dice sobre la UCA también es cierto, te lo digo yo que estoy cursando en este momento. El veneno de la UCA es exactamente el mismo que el de Braian y Shonatán: una generación entera crece sabiendo que el esfuerzo no paga. Que trabajes o no, plata vas a tener. Estudies o no, el 4 lo vas a tener. En los dos mundos se enseña lo mismo.
Yo estoy a solas, separado de todos. No vivo en un hogar rico, ni pobre. Tengo a mis bisabuelos con nombre de calle, y a mis otros labradores calabreses.
Tuve ¿amigos?, compañeros de salidas, nacidos en la Matanza, y otros de Olivos y Vicente López. En todos los casos, la única proyección a largo plazo que pueden hacer es dónde emborracharse el fin de semana.
Preguntale a cualquier chico de 20 (rico, pobre, blanco, o negro) qué es lo que Martín Fierro decía sin ser muy ducho. Vas a ver que la ignorancia de la tradición está en todas partes. No es solamente cuestión de los morochos.
Lo mismo se ve en la Iglesia. Todo tiene que ser bonito y lindo, con gran cantidad de luces y colores. Son cuantitativos, no cualitativos. Hace falta mucho ruido, aplausos y sonrisas. La vida, y la misa, es una fiesta. Y hay que disfrutar todo ahora, en el corto plazo. Nunc est vivendum, quam minimum credula postero.
Lo único que queda al alcance de algunos es, como marcaron, Ricardo Iorio. Sale en la tele sólo porque da las entrevistas estando borracho (si lo dijera sobrio lo crucifican). Pero es un decadente, pobre hombre. Será buen bajista, pero hay que ser muy caradura para grabarse cantando Cambalache tan mal, y encima publicarlo y venderlo. Puede ser nacionalista, publicitar a José Larralde y hablar de gauchos; pero no deja de ser un adicto decadente.
Cambiar esto es difícil. Lo discutí con un par de conocidos, sin llegar a nada. ¿Cómo le enseñás a pensar a una persona? A veces sostuve que habría que enseñar mucha filosofía en los colegios y esperar que surta algún efecto. Pero después te leen medio resumen de Nietzche, Hegel, y Marx, dos panfletos posmodernos, y se van a Sociales a cortar la calle.
Y ahí está el núcleo del problema: el modernismo; donde la Elección es mejor que la Libertad, el Placer mejor que el Amor, y donde el igualitarismo descendente es la ley.
Cómo vas a formar ciudadanos pensantes, si la mayoría de estos individuos se guía por "el corazón" (y la entrepierna) más que por la razón?
Tinelli no es la causa, es un síntoma.
Para ellos el que piensa, es un boludo. Si te ven un libro que nadie te obligó a leer, sos un viejo. En especial si no se trata de una novela de conspiraciones yanquis. Así, los que piensan son atraídos a la masa, porque como dice Iorio: la soledad nos invita a escapar por la gran puerta del mundo de hoy.
Andrés

viernes, 4 de noviembre de 2011

Carlismo racista

Durísimo manifiesto del Carlista. Y estoy de acuerdo con él.


El Anónimo de 17:40 lo dice claro: los Braian son unos simios.
Y estas cosas hay que decirlas claramente e indignarse; que acostumbrarse a ellas es primero que nada enterrar a esta pobre patria para todo el viaje.
La Argentina se convirtió en un tropel de negros. Son cada vez más y más negros.
Para peor, el católico -de buena y de mala línea-, donde debería radicar la esperanza patria, en buena medida está bobo. Se puso "caritativo", y según como lo entiende "todos somos hermanos". Perdió la capacidad de distinguir entre pobreza evangélica y miseria espiritual.
No tengo nada contra la igualdad esencial entre los hombres, mientras se aclare que solo es esencial. Igualarnos con el ganado del relato anterior no es cristianismo. Eso en Castellani no lo aprendieron.
Tampoco niego la caridad ni la compasión, pero no por eso puedo dejar de notar que los Braians son una peste, tal vez (o seguramente) inculpable. Fenómeno, pero lo de peste no se los quita ningún beato. Es un dato objetivo. Y también es dato que Brain te odia, o en breve comenzará a hacerlo.
Y no sé (aunque sospecho) si esto es en parte culpa de los Kirchner o si era un escalón histórico inevitable luego de tantísimos años de decadencia, lo que sí es seguro es que los Kirchner supieron aprovecharse de los simios que ellos mismos contribuyeron a animalizar. Caridad es decir esta verdad y no el negar que los tipos son como bestias.
Décadas atrás, a ningún católico se lo tachaba de racista si el tipo tenía cierto apego a su estirpe. Sin importar donde había nacido, el de sangre española sentía esa sana altivez de reconocerse español; y el tano, tano; el inglés, inglés, y lo mismo el irlandés. Hoy se va perdiendo esta fisonomía que es tanto física como espiritual -sí señor, también es física-, y que nos permite reconocernos entre hermanos, tíos y abuelos. A tal punto nos desarmamos como individuos ingresando a la masa que con el discurso "católico", y por supuestamente tal, nos quedamos sin familia, que es mucho más que una esposa y unos hijos.
Parece broma: un hombre desarmado de toda su historia, olvida a su bisabuelo, mientras otro de sangre vasca, tana o polaca se quiere inglés o franchute. Parecería que en este país el que no es masa es boludo.
Me temo que se entienda como racismo; es que la crema que recubre la masa nos ha tapado el mate a todos, al menos un poco. Pero me importa un carajo, lo digo igual. Tiene razón el Anónimo de las 17 y pico.
Y no es racismo, que no tengo nada a favor de esos vagos detestables que salen de la UCA a los 23 años con un título y al segundo día de trabajo llegan tarde, que aprenden a hacer las tareas automáticas a los 28 y a pensar a los 35. Ojalá el problema fuera racial. Sería mucho más sencillo.
También, más sencillo sería el anonimato, pero como les dije, me importa un carajo, así que no:
El Carlista. 

No soy kirchnerista, pero... II


“Lo que estoy proponiendo es volver al capitalismo en serio, porque esto que estamos viviendo no es capitalismo, es un anarcocapitalismo financiero total, donde nadie controla nada. Resulta que tenemos que controlar a los países a ver cómo ajustan. Por favor, regulemos a los que verdaderamente tenemos que regular”.
“Díganme ustedes, que son hombres de negocios, qué creen que pasa cuando un día la señora Merkel se levanta y dice algo que parece que cayó mal y entonces las Bolsas se van a pique. Al otro día se levanta el señor Sarkozy, dice algo importante que parece que calma todo, y las Bolsas suben diez por ciento. Al otro día el señor Papandreu convoca a una consulta popular y nos vamos todos para abajo de vuelta. ¿Ustedes creen que no hay gente que gana fortunas con esos movimientos, sin hacer absolutamente nada, sentado en un escritorio manejando una computadora? Bueno, eso los líderes del mundo no han logrado solucionarlo, y han pasado tres años”.
Al señor ministro de Agricultura le quiero decir –se refiere Le Maire, ministro francés– que no creo que el problema del precio de los commodities resida en los granos. El problema reside en el sistema financiero. Enfocar el problema de la desregulación de los mercados como un tema de seguridad alimentaria me parece una visión absolutamente parcializada”.
“Tenemos que hablar de todos los aspectos, pero también del empleo. Nadie puede tener seguridad alimentaria y seguridad de vida si no tiene un trabajo que le proporcione lo necesario. Empleo que además tiene que ver con volver a un verdadero capitalismo. Los mercados financieros hoy están en los commodities si les convienen los commodities, mañana están en el petróleo si sube el petróleo y al día siguiente pueden dedicarse al mercado de caramelos si tienen la posibilidad de obtener un peso más sin trabajar, sin producir y sin invertir, simplemente especulando. Por eso nosotros estamos sugiriendo que el verdadero problema es la falta de regulación de los mercados financieros en el mundo”.
“La preocupación debemos centrarla en el mercado financiero. Si quienes lideran el mundo, porque han querido liderarlo, no dan soluciones claras y concretas sobre el sistema de regulación financiera, si solamente siguen apuntando a controlar a ver en qué gasta cada país pero no controlan qué hace cada banco de inversión, cada calificadora, cada movimiento de Bolsa, las cosas no se van a solucionar”.

Estas palabras fueron pronunciadas  por Cristina Kirchner ayer en Cannes, frente a empresarios y gobernantes asistentes al G-20.
Podrían haber sido escritas por un columnista cuerdo de Cabildo hace algunos años atrás. Eran las palabras que siempre desee escuchar en mis épocas de adolescente nacionalista.
No soy kirchnerista; absolutamente no. Pero no puedo dejar dejar de reconocer que en muchas ocasiones este gobierno colma expectativas postergadas durante épocas por los gobiernos liberales y siempre reivindicadas por el nacionalismo.

jueves, 3 de noviembre de 2011

No soy kirchnerista, pero...


No soy kirchnerista, como tampoco creo que lo sean la mayor parte de los lectores del blog. Sin embargo, varias veces me dan ganas de serlo, al menos por reacción a la prensa opositora.
Caso 1
Joaquín Morales Solá, desde su columna en La Nación, hace meses que venía advirtiendo con horror la disminución de las reservas a raíz de las ventas que hacía el Central para contener el dólar y burlándose del gobierno porque éste afirmaba que la crisis mundial tocaría levemente a la Argentina.
A comienzo de esta semana, y raíz de los controles implementados para la compra de moneda extranjera, aseguró que no era necesaria una decisión tan drástica porque el Central tenía suficientes reservas y la crisis mundial no habían impactado en el país.
Caso 2
Anoche, en el programa A dos voces, de TN, propiedad de Clarín y conducido por dos fronterizos, mientras hablaban los entrevistados emitían una teatralización en la que mostraban una interminable cola de personas que se acercaban a una ventanilla de banco a comprar dólares.
Caso 3
En el mismo programa, y en gran parte de la prensa escrita, comenzaron una campaña de intimidación alertando por el aumento de tarifas que se producirá por la quita de subsidios. Y son exactamente los mismos que hasta hace dos días no hacían más que perorar contra el gobierno porque mantenían los subsidios.
Caso 4
Hoy escribe Roberto Cachanosky en La Nación su columna económica alertando sobre el terrible futuro próximo que nos espera a los argentinos. Viene diciendo exactamente lo mismo de hace, al menos, cinco años.
Caso 5
Ayer se supo que un hubo dictamen favorable al aborto en la comisión de Asuntos Penales de Diputados porque su presidente, sencillamente, mintió en cuanto a los números. Es decir, todo volvió a cero. El único diario que reporta la noticia, hasta donde sé, es La Nación. Clarín no dice nada.
No soy economista y no sé si las medidas tomadas son más o menos buenas. Lo que veo es que, efectivamente, están en guerra abierta con el gobierno. Y entre Kristina y Klarín, me quedo con Kristina.
Mientras tanto, algunos espíritus, afortunadamente, han partido.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Heteropraxis, by Ludovicus


El tema de fondo que plantea el post es harto interesante, y se puede resumir en dos preguntas que se me ocurren:
1) “¿Hay o no hay una tendencia heteropráctica en Occidente, mucho antes de estos neomovimientos, en relación con la manipulación en el proselitismo, descontados los supuestos culturales?”
2) “¿Esa tendencia se prolonga en el siglo XX o hay una diferencia cualitativa entre San Bernardo y Escribá, por ejemplo?"
Arriesgo una hipótesis: la diferencia cualitativa no está en la tendencia, sino en los contextos en que se desenvuelven dichas tendencias, “vacunados” contra la heteropraxis.
Es obvio que siempre ha habido tendencias heteroprácticas, manipulaciones, coacciones. Como también herejías. El hombre es hombre siempre. Jesús tenía dos discípulos, y los mejores, que a la primera de cambio le piden calcinar a quienes no escuchan la predicación, con un sectarismo manifiesto. 
El culto a la personalidad se usa para justificar todo tipo de tendencias heterodoxas, ayer y hoy. Tampoco lo discuto. En los Padres del Desierto hay historias de abbas que son señores de horca y cuchillo o de lugartenientes que mandan en nombre del abad años después que éste muriera en su cueva. El hombre es hombre siempre. 
Por algo Cristo dejó la admonición, “nadie es bueno sino Dios” y condenó usar la expresión “Padre” sino en el sentido analógico que le ha dado la tradición cristiana, con todos los caveats del caso.
Sin ir más lejos, la Orden franciscana, surgida en la Edad Media, tardó poco en convertirse en una olla de grillos atravesada por la herejía y la heteropraxis nacida de una hipertrofia de la noción de pobreza y dar origen a un cisma. Apuntemos no obstante el culto al Fundador era tan “intenso” que lo depuso, en vida. Y era San Francisco, respecto de quien resulta inimaginable pensarlo organizando su culto. No puedo abundar aquí, pero dejo planteado el tema de hasta qué punto las organizaciones tienen vida propia y reescriben la vida de sus fundadores, volviéndola bastante opaca y usándola para fines corporativos. En San Ignacio tenemos un buen ejemplo de ello.
Habría que recurrir al fino análisis de Bouyer y encontrar que, efectivamente, el Occidente cristiano a partir del segundo milenio va desarrollando un élan individualista que no conoció el Oriente y que se manifiesta, entre otras cosas, en cierto culto antrópico a las personalidades, bastante diferente del rendido a los santos. Sería interesante espejarlo con la evolución de la figura del Pontífice Máximo. Pero sería largo de contar. Baste apuntar que, como todo proceso histórico, los rasgos se van acusando y lo que es atisbo, tendencia, al final se delinea íntegramente en el marco de la cultura totalitaria del siglo XX. Comparar al culto a la personalidad de los franciscanos o los salesianos con el culto de Maciel es como comparar a Felipe el Hermoso con Hitler. O al Estado capeto con la maquinaria totalitaria de la I o V República. 
Las tendencias son probablemente las mismas, porque el hombre es el mismo. Los frenos, las instancias morigeradoras de dichas tendencias cambian o desaparecen. La Edad Media era un vasto complejo de pesos y contrapesos, tanto en el orden temporal como en el espiritual. El gran Santo Tomás, de una Orden muy poco cultista, señaló que la obediencia, en una organización, se debe a la regla más que al superior y a Dios a través del superior, objetivando de una vez y para siempre las relaciones intersubjetivas. 
Desaparecidas las instancias objetivadoras, los checks and balances, las analogías ideológicas y sociológicas, como ha ocurrido en el Estado moderno, la organización eclesiástica tiene dos instancias: el cero del miembro, el infinito del Fundador o Superior (o del Pontífice) que expresa la Voluntad divina. He aquí la diferencia cualitativa. 

martes, 1 de noviembre de 2011

El dedo en la llaga y la brasa en la mano


Podría seguir varios meses posteando información reservada acerca de las prácticas del Opus Dei y de las enseñanzas del Padre. No es necesario. Quienes aún quieran saber más acerca de esta prelatura pueden descargar el archivo zip que está dando vueltas por la web.
Pero la cuestión es aquí más profunda, y el que puso el dedo en la llaga fue Juancho, y nos dejó a todos con la brasa en la mano. Preguntó si habían antecedentes en la Iglesia de situaciones similares. Y la verdad es que sí.
Tal como hablábamos con un grupo de buenos amigos hace unos días en torno a un single malt, lo que hizo José Escrivá fue solamente tensar a lo bestia el principio que desde hace siglos aplicaban los jesuitas y muchas otras congregaciones subsidiarias. Como bien se ha dicho, las instrucciones secretas del Opus no son más que una copia de las jesuitas. Coacción, control, búsqueda de influencias, sed de dinero, etc. son prácticas que, con matices más o menos pronunciados, existen desde hace mucho en el ámbito católico. Es importante aclarar, sin embargo, que en la mayoría de los casos la intención era buena y apostólica: si se coaccionaba a un joven para que ingresara en la orden, era porque se creía que el mundo es peligroso y su salvación estaría asegurada allí dentro (Don Bosco hasta tuvo un sueño al respecto); si se los controlaba, era porque se temía que cayera en los peligros que acechan a cualquier persona célibe y se condenara; si se buscaban influencias, era para evitar que se aprobaran leyes inicuas o para que llegara al poder algún buen cristiano; si se buscaba dinero, era para sostener las obras misionales o para erigir un nuevo orfanato. En definitiva, se trataba de utilizar los medios del mundo para alcanzar fines evangélicos.
Y la práctica es vieja, muy vieja. Aunque se enojen algunos lectores, debo confesar que nunca me convencieron los métodos utilizados por San Bernardo para poblar sus monasterios. Que haya conseguido que casi cincuenta familiares suyos se hicieran monjes indica tres posibilidades: o que la vocación no existe, o que fueron convencidos o coaccionados para ingresar a la vida monástica, o ambas. No se explica de otro modo.
Otra de las prácticas del venerable fundador del Cister era pescar en la pecera. Están publicadas las cartas que intercambiaba San Bernardo con obispos y abades encolerizados porque se había llevado a sus mejores monjes.
Claro que San Ignacio y su milicia, sobre todo después del generalato de Aquaviva, se convertirán en maestros de la técnica. El Papa necesitaba de un ejército y cualquier medio era lícito para proporcionárselo. En definitiva, las huestes salvarían sus almas y la Iglesia extendería su reinado. No hay fin más loable que este; los medios deberían ordenarse entonces a conseguirlo.
No es de extrañar, entonces, que José Escrivá aplicara la técnica, a lo bestia, en España. Y que Carlos Buela la aplicara, a lo grasa, en Argentina. Y podemos seguir contando, en vistas a los resultados y a las denuncias que todos conocemos: Servi Trinitatis, Legionarios de Cristo, Lumen Dei, Schoenstatt, y ya se escuchan rumores de otro instituto industria nacional.
Pero ¿no habrá sido así siempre? Definitivamente, no. San Benito, el gran fundador e introductor de la vida monástica en Occidente, dice en el capítulo 58 de su Regla: “No se reciba fácilmente al que recién llega para ingresar a la vida monástica, sino que, como dice el Apóstol, "prueben los espíritus para ver si son de Dios". Por lo tanto, si el que viene persevera llamando, y parece soportar con paciencia, durante cuatro o cinco días, las injurias que se le hacen y la dilación de su ingreso, y persiste en su petición, permítasele entrar, y esté en la hospedería unos pocos días. Después de esto, viva en la residencia de los novicios, donde éstos meditan, comen y duermen. Prevénganlo de todas las cosas duras y ásperas por las cuales se va a Dios. Si promete perseverar en la estabilidad, al cabo de dos meses léasele por orden esta Regla, y dígasele: He aquí la ley bajo la cual quieres militar. Si puedes observarla, entra; pero si no puedes, vete libremente”. Casi podríamos decir que San Benito propone una coacción al revés: se lo empuja al interesado para que no ingrese. Y si se lo admite, será luego de superar numerosas pruebas.
Es verdad que las técnicas vocacionales implementadas por los jesuitas y por las congregaciones post Trento fueron la respuesta que consideraron más adecuada para la situación que estaban viviendo. Es probable que nosotros, en su lugar, hubiésemos hecho cosas peores. Sin embargo, esta realidad no nos impide el juicio. Y por eso digo: si el Reino de Cristo no es de este mundo, no pueden utilizarse los medios de este mundo para alcanzarlo.