La última semana se originó en el blog una interesante discusión acerca de las traducciones de la misa y de la lengua litúrgica en general. Aunque la pregunta sobre por qué la misa debe ser celebrada en una lengua sagrada -en nuestro caso, el latín- es legítima, no podemos responderla en este blog. Diría que se trata de una cuestión básica y ya resuelta para la mayoría de los lectores. Quienes deseen leer más sobre el tema, la bibliografía existente es enorme. Desde autores que lo estudian como un fenómeno propio de todas las religiones, como Mircea Eliade por ejemplo, hasta los que lo enfocan en el caso específico del cristianismo latino. De modo particular, recomiendo el libro actual de un especialista en el tema, el P. Michael Lang, The Voice of the Church at Prayer. Reflections on Liturgy and Language (Ignatius Press, San Francisco, 2012).
Pero en esta ocasión quiero detenerme en un curioso fenómeno que ya he señalado en otras ocasiones: la “coincidencia de los opuestos”, casi un eco de la coincidentia oppositorum de Nicolás de Cusa. En el fondo, progresistas y ultramontanos tienen un concepto erróneo de la liturgia en general, y de la Santa Misa en particular que, quiéranlo o no, incide en la cuestión de la lengua sagrada.
Para los progresistas -modernistas del siglo XX-, la liturgia y la misa no son más que ocasiones para el encuentro de la “comunidad” presidida por el sacerdote. Y esta es, sin duda, la opinión ampliamente mayoritaria del clero católico latino actual, incluido el mismo Papa Francisco. Basta escuchar lo que dice el cura de turno al inicio de las misas novus ordo: un saludo a su “comunidad” como el que daría cualquier animador de club de barrio; basta escuchar la catarata de pavadas e inconsistencia que largan los “guías” de la misa -oficio inútil si los hay- a lo largo de todo la celebración. La misa, en definitiva, es una reunión de amigos en torno a la “mesa de la Palabra y de la Eucaristía”, en la que se refuerzan los lazos de hermandad en el nombre de Cristo. Si, efectivamente, la misa es eso, entonces es perfectamente lógico que se celebre no solamente en lengua vulgar, sino en la lengua de la calle, la que hablan los integrantes de esa comunidad corrientemente. ¿Qué sentido tendría, en el caso de Argentina, hablar de “tú” o de “vosotros”? Como dijo un comentarista, seríamos imitadores de los españoles. La sola posibilidad de utilizar el latín según esta visión es completamente irracional. No tiene el menor sentido. ¿Por qué motivo, en una reunión fraterna, se va a utilizar una lengua que nadie entiende, ni siquiera el cura?
Para los ultramontanos -modernistas del siglo XIX-, la liturgia no es más que la Misa, y la Misa no es más que la consagración de las sagradas especies. Con eso estamos hecho. Es suficiente con que el sacerdote pronuncie las palabras sagradas, o mágicas, para que nos quedemos tranquilos. El resto es pura añadidura. El “sacrificio” ya está hecho. La Misa, en última instancia, termina siendo el proceso de fabricación de la eucaristía. Nada más. Y no exagero. Fácilmente puede encontrarse esta opinión desplegada en la literatura de los modernistas del siglo XIX. La cuestión es que, si la cosa es así, no tendría demasiada importancia decir las pocas palabras de la consagración en una lengua o en otra. Si en el fondo se trata solamente de confeccionar la eucaristía, ¿qué importancia puede tener el lenguaje en el que se la confecciona? Cristo las dijo en arameo; San Pablo en griego; San Pío V en latín, y bien podría decirlas cualquier cura actual en español o en francés. No cambiaría nada.
En ambos casos, como decía, subyace una concepción de la liturgia que no es la concepción católica tradicional. La liturgia es epifanía, es decir, la sacralización glorificadora de este mundo fugaz por parte de las potencias gloriosas y divinas. Para los católicos, la liturgia no es un deber más, como lo puede ser rezar el rosario o bendecir la mesa. La liturgia es el hecho central de su vida como cristianos o bien, es la expresión suprema de su vida en Dios. ¿Por qué motivo Dios se reveló a los hombres? Para hacernos capax Dei, es decir, para deificarnos, para elevarnos a la dignidad de hijos suyos, y es la liturgia el campo privilegiado donde se produce ese encuentro entre el Dios que se abaja y el hombre que es aupado. Dicho de otro modo, es el lugar de la teofanía, de la manifestación de Dios y de su gloria, mundo al cual el hombre es introducido y participa, de ese modo, del misterio de la Redención.
Esto que digo no es ninguna novedad. No es más que lo que siempre afirmó la Tradición de la Iglesia, desde los Padres, a Santo Tomás de Aquino. Dionisio Areopagita, que para el Aquinate tiene una autoridad similar a la de San Agustín, lo dice en varias partes de su obra, en especial en la Teología mística: la liturgia es uno de los modos más excelsos que tiene Dios de revelarse al hombre. Es decir, por la liturgia y en la liturgia, nos acercamos al conocimiento de Dios, como nos acercamos también por la lectura de su Palabra.
San Juan Crisóstomo, Doctor de la Iglesia y autor de la Divina Liturgia bizantina, escribe: “Ved: el Señor reposa sobre el altar como víctima; el sacerdote se sumerge de una ardiente plegaria y se consagra, con todas las fuerzas de su alma, al sacrificio; la Sangre preciosa del Cordero del sacrificio penetra e ilumina a todos los que asisten. ¿Y todavía crees encontrarte en la tierra, viviendo entre los humanos? ¡No!, eres arrebatado: rechazado el orden terrestre, resides en el cielo y contemplas el misterio celestial de la teofanía”. (Muchos curitas que entienden la Misa como una mera “asamblea de la comunidad cristiana” deberían leer al Crisóstomo....)
En la Edad Media occidental, casi todos los comentadores de los oficios litúrgicos tuvieron una visión simbólica de la liturgia. En primer lugar, Amalario de Metz (827), en De officio Missae y, luego, Juan Beleth (1132) en la Summa de ecclesiasticis officiis, Prevostino de Cremona (1210), Summa de officiis; Sicardo de Cremona (1215), Mitrale seu de officiis ecclesiasticis summa; Lotario de Segni, luego Papa Inocencio III (1216), De altaris mysterio y, sobre todo, Guillermo Durando (1296) con el conocido Rationale divinorum officiorum.
Santo Tomás de Aquino, en la cuestión 83 de la Tertia pars de la Suma de teología, trata el tema. Afirma que “en este sacramento está comprendido todo el misterio de nuestra salvación”. La lectura de todo el artículo 4 de esa cuestión revela que, pare el Angélico, toda la misa está orientada y forma parte de la celebración del mysterium fidei, y no solamente las palabras consecratorias. Más aún, como observa Lang, Santo Tomás comenta como versión “normal” de la misa la misa solemne, es decir, en la que intervienen tres ministros sagrados (sacerdote, diácono y subdiácono), además de los ministros menores. Y, por eso mismo, la función propia del diácono y del subdiácono que es la proclamación de la Palabra de Dios reviste un carácter no solamente catequético, como hoy se pretende, sino latréutico: es parte del acto de culto de la alabanza al Santo de los Santos que se hace presente en todo el acto litúrgico.
En conclusión, si la Santa Misa es mucho más que la pronunciación de la fórmula de la consagración; si es mucho más que un encuentro fraternal y, si en efecto es, un reflejo, opacado si se quiere, pero reflejo al fin de la liturgia celestial que celebran los serafines y querubines delante del trono de Dios, y si es el lugar y momento del encuentro de nosotros los hombres con la Divinidad que desciende y se muestra entre velos, entonces, la lengua, y cada palabra que se diga en la celebración de este mysterium cuenta, y no puede quedar librada a la voluntad del celebrante, y no puede quedar librada tampoco al vaivén de los tiempos y de los caprichos propio de las lenguas vulgares.
Entiendo esto para los países a que pertenecemos, mi duda sería: en el extremo oriental, ¿deberíamos emplear como lengua sagrada la latina (o griega o eslava) a una cultura que no tiene ninguna tradición con ella?
ResponderEliminarPorque si ya se tiene la imagen a menudo del cristianismo como algo extranjero, el imponer una tradición ajena a la suya, ¿no se estaría reforzando esto? En esa línea, un monje benedictino chino (Lou Tseng Tsiang) proponía el uso de un chino clásico a modo de latín. También parecido: "papa Adriano II otorgó en 867 una bula por la que se reconocía el uso del antiguo eslavo eclesiástico en la liturgia" por la evangelización de Cirilo y Metodio.
Sé que me he desviado del tema.
Entonces no soy modernista de ningún siglo. En la FSSPX los curas rezan la Misa con ciudado y devocación en todas sus partes (no solo en la consagración) y más de una vez recomendaron la asistencias a la Misa solemne y cantada con diácono y subdiácono para cantar el Evangelio.
ResponderEliminarNo te retan si vas a las rezadas, pero recomiendan la otra (el problema que dura 1 hora con 45 minutos).
Lucía.
Seminarista:
ResponderEliminarEstas cosas se destilan a lo largo de cientos de años. No es cuestión de una comisión de cardenales, un Papa o etc. decida si el chino mandarín estandarizado por el maoísmo o el chino del siglo IX deben ser usados en misa. Aún el griego koiné (el oficial hablado en el Este del Imperio Romano) era de tradición helenística-latina, y así lo es --a su manera-- el eslavónico antiguo.
Pero los idiomas orientales generalmente funcionan sobre otra matriz, por lo que, sin ser especialista, me parece muy difícil adoptarlos como idioma litúrgico en el sentido aquí expresado en Wanderer. Hay que tener en cuenta que Oriente (el Lejano Oriente) no desarrolló la metafísica. No voy a decir con Heidegger que no tuvieron filosofía, pero está claro que su progreso ha sido infinitamente menor, quedando limitada --en todo caso-- a la historia (real o ficción) con moraleja.
Por lo que se ha podido ver en el pasado en otros continentes, el uso de una liturgia en latín no ha sido obstáculo para la evangelización. Es más, incluso en Asia el catolicismo prendió bastante, llegando a ser mayoría y pudo haberse conservado si no hubiese mediado el comunismo (Indochina) o el Vaticano II (Filipinas). Donde no lo hizo, lamentablemente fue por razones políticas y las intromisiones de protestantes (China, Japón, etc.). [La película de Scorsese no lo dice, pero la persecución de católicos se debió a los protestante holandeses.]
Una vez más resuena “¡¡Es la Liturgia, estúpido!!”
ResponderEliminarA propósito del post, siempre me ha dado vuelta el tema de la influencia de la Liturgia en nuestra vida cristiana diaria, sobre todo cuando los progres desechan el tema o lo ensucian so pretexto de “inculturación”, mientras muchos tradis no saben enfrentar el problema. Y debo reconocer que Guardini respondió gran parte de mi cuestión al señalar que la Liturgia establece la primacía del Logos sobre el Ethos, del entendimiento sobre la voluntad y, en lo que nos interesa, de la Verdad del Dogma sobre la utilidad práctica del mismo- Solo la Verdad expresada en el rito puede ofrecer al hombre las disposiciones del espíritu para la contemplación y con ello para la vida cristiana.
Y después dicen que no hay que leer a Guardini….
Gracias !!!
ResponderEliminarIlumina sobre la necesidad del latín pero sobre todo sobre el qué es La misa. Y además lleva a una verdadera meditación sobre el amor de Dios
Muy buena reflexión
Lucía, ¿1 hora 45 min. es un problema? Si es así, la verdad es que estamos en problemas.
ResponderEliminarGracias W.!! Siga por estas líneas de publicaciones........para que no se convierta este blog en un notiFrancis!
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ResponderEliminar" Missa bassa " con poca asistencia , sin sermón ....máximo 20 minutos .....
Bien dicho; es buena doctrina litúrgica. Bartolo el flautista.
ResponderEliminarWanderer,
ResponderEliminarestán claras las ventajas de celebrar en una lengua sagrada. Ahora, siendo así, ¿no hubiera sido más lógico que los primeros cristianos que introdujeron la Misa en Latín al Imperio Romano de Occidente, la hubieran dejado en griego, o en arameo?. ¿Qué quisieron conseguir poniéndola en una lengua que el ciudadano de Roma podía entender?.
Muy buen comentario Wanderer! Lo estaba esperando. Gracias.
ResponderEliminar1h45min? Muchas películas duran lo mismo, algunas hasta más. Y las misas bizantinas, ni les cuento...
ResponderEliminarAunque soy un firme defensor del latín, comprendo que el comentario del anónimo de las 18:11 tiene su lógica. Los católicos de los primeros siglos no usaban el latín en la liturgia porque fuera una lengua sagrada, sino porque era su lengua coloquial y cotidiana.
ResponderEliminar"si es el lugar y momento del encuentro de nosotros los hombres con la Divinidad que desciende y se muestra entre velos, entonces, la lengua, y cada palabra que se diga en la celebración de este mysterium cuenta,"
ResponderEliminarClaramente en ese caso la lengua cuenta: debe ser una lengua inteligible por aquellos hombres hacia quienes el Altísimo "desciende y se muestra entre velos".
Que todas las lenguas humanas son aptas para ello surge claramente del milagro de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo hizo que los Apóstoles hablaran "las grandezas de Dios" en todas las lenguas de los países donde residían los judíos y prosélitos que habían viajado a Jerusalén por la fiesta.
Adicionalmente, la Tradición Apostólica bien entendida incluye seguir el ejemplo de los Apóstoles. Y el ejemplo de los Apóstoles con respecto a la liturgia es muy claro. Inicialmente, en los días inmediatamente siguientes a Pentecostés, deben haber celebrado "la fracción del pan y las oraciones" (Hechos 2,42) en arameo. Poco tiempo después, cuando entraron en la Iglesia judíos provenientes de la diáspora que hablaban griego y leían la Septuaginta (los "helenistas" de Hechos 6,1), comenzaron a celebrar también en griego. Este idioma fue el usado en las Iglesias fundadas entre los gentiles.
ResponderEliminarLa Iglesia de Roma tuvo en cuenta este ejemplo de los Apóstoles cuando decidió comenzar a celebrar la liturgia en latín en el siglo III. Lo mismo hicieron los SS. Cirilo y Metodio en el siglo IX, cuando tradujeron la Biblia y los textos litúrgicos al antiguo eslavo eclesiástico, para el cual crearon el alfabeto glagolítico.
¿Ya no son más válidos esos precedentes? ¿Ha ocurrido algún cambio esencial en las lenguas formadas luego del siglo IX que las hace inaptas para el uso litúrgico?
¡Qué manga de ociosos! ¿Porqué no se asoman un poco por la ventana de la realidad?
ResponderEliminarYa cayó Bizancio !!
Juan de las Luces
El Anónimo del 20 de marzo de 2017 las 16:31 sostiene que hay “que tener en cuenta que Oriente (el Lejano Oriente) no desarrolló la metafísica...está claro que su progreso ha sido infinitamente menor, quedando limitada --en todo caso-- a la historia (real o ficción) con moraleja”.
ResponderEliminarNo le voy a solicitar que lea al respecto al metafísico francés René Guénon - puesto que a muchos les causa escozor, tanto como Guardini y Odo Casel- pero le señalo que el obispo ortodoxo Nicolas Kasatkin, tradujo la liturgia del Crisóstomo al japonés, fundando así la Iglesia Ortodoxa Japonesa, que tiene jerarquía y clero de origen nipón. Por otro lado la Iglesia Ortodoxa China, primero propia de los rusos residentes en China, y posteriormente propia de los chinos convertidos, tradujo sus textos a un chino dignificado y clásico entre 1860 y 1918. De esta Iglesia fue obispo de Shangai, el conocido Juan (Maximovitch) posteriormente de San Francisco.
No comento, exprofeso, el uso de estos idiomas por parte de los jesuitas, para no entrar en la discusión sobre los “ritos gentilicios”.
Hernán
La misa no es solo el sacrificio. Es lo mas importante pero el divino oficio debe guardarse con la solemnidad correspondiente .Lo que se ha omitido en estos comentarios es que el latín, es la lengua común de los cristianos ( que quedan) y la liturgia en la lengua madre me permite comprender y responder una misa en Polonia, Senegal o Japón (salvo la homilía). Un simple misal o una aplicación del celular basta.
ResponderEliminar¡Magnífico volver a escuchar esta concepción de la liturgia en la que fui formado por pura gracia de Mons. Luis Alessio! Que misterio tan grande, que tesoro tan sublime, que actividad tan elevada la Misa, toda ella, todos sus ritos y palabras. Gracias amigo, gracias.
ResponderEliminarJuan: el problema de las lenguas formadas luego del siglo IX es que están vivas y en constante evolución, lo cual las hace menos aptas para expresar conceptos teológicos inmutables que una lengua "muerta" como el latín.
ResponderEliminarEl latín se impuso porque era el idioma dominante el Imperio, yo no creo que sea un problmea el idioma, es la forma en que se celebra el hecho de que el sacerdote esté de cara a los fieles resta recogimiento y religiosidad, parece un conferenciante o un expositor. Yo creo que las lenguas vernáculas están bien aunque se podría introducir algunas frases en latín sin más o incluso griego el krie es bonito, bueno igual lo digo yo porque soy española y estoy más familiarizada con estos idiomas, no sé en oriente lo que les parecería.
ResponderEliminarHermenegildo y anónimo de las 18:11, el latín clásico no era el idioma coloquial del pueblo. Sin duda entenderían mucho pero no la diferencia entre el coloquial y el culto era bastante mas grande que en nuestros idiomas y mas aún fuera de Roma. Es más, en los enclaves mas comerciales (incluida Roma), una fracción muy significativa del pueblo (en muchos sitios la mayoría) entendería tanto o mas el griego en el que se hacia la liturgia en los primeros siglos que el latín en el que se empezó a hacer entonces.
ResponderEliminarAnónimo 18:11 cuando se introdujo la liturgia en latín este era ya una lengua de minorias en el imperio romano.
ResponderEliminarEs un extracto un poco largo, perdonen, pero creo que Mosebach aporta bastante:
ResponderEliminarLa Misa no es un acto legal, algo que se convierte en “válido” con la presencia de requerimientos mínimos. Sólo imaginemos a un abogado especialista en derecho canónico tratando de explicar a un desventurado y confuso visitante de una misa moderna que lo que está teniendo lugar contiene los varios elementos (“primero, segundo, tercero, etc”) y que por lo tanto es una misa “válida”. ¡Incluso puede extenderle un documento certificando que ha cumplido con su deber dominical! No: la misa no es una actividad central básica a la que varias decoraciones pueden ser añadidas, de acuerdo a la oportunidad, en orden a incrementar la conciencia de los participantes. Los ritos “no contienen nada innecesario o superfluo”. ¿Quién se atrevería a pretender o encontrar cosas “innecesarias o superfluas” en un gran fresco o un gran poema? Una obra maestra puede contener lagunas, partes menos felices, repeticiones, cosas que son ininteligibles o contradictorias, pero nunca cosas que son innecesarias o superfluas. En todos los tiempos hubo personas que cayeron en el ridículo por tratar de eliminar “errores” en obras maestras, aplicando su dudoso conocimiento académico a los frescos de Miguel Angel o a las tragedias de Shakespeare. Las grandes obras tienen un alma: la podemos sentir, viva y radiante, incluso cuando su cuerpo ha sido dañado. La liturgia debe ser considerada con al menos tanto respeto como una obra maestra profana de este tipo. El respeto abre los ojos. Bastante a menudo, incluso en el caso de una obra de arte profana, si estudiamos a conciencia y prestamos atención al detalle, especialmente a los detalles aparentemente superfluos, encontramos que el elemento ofensivo imprevistamente cobra vida; al final a veces sucede que terminamos viéndolo como una cualidad especial de la obra. Este es siempre el caso con los ritos de la sagrada liturgia. No hay nada en ellos que, contemplados intensamente, no se muestre a sí mismo como absolutamente saturado de poder espiritual. Urgiría a todos a estudiar y meditar el significado de cualquier elemento del rito, particularmente aquellas partes que la reforma de Pablo VI consideró “innecesarias y superfluas” (ignorando por completo la advertencia dada por el Concilio de Trento) y encontrarán el Concilio de Trento espléndidamente justificado.
Aquí un ejemplo. Por un largo tiempo las muchas señales de la cruz efectuadas por el sacerdote sobre la Hostia consagrada fueron consideradas superfluas. Consecuentemente, porque eran superfluas, eran realizadas descuidadamente, como si el celebrante estuviera espantando moscas, y finalmente fueron suprimidas. Incluso aquellos que estaban apegados a la Misa Antigua no lamentaron largamente su desaparición. Hablando de manera general, las señales de la cruz están asociadas al acto de bendecir, y nada en el mundo puede ser más superfluo, se pensaba, que bendecir a una Hostia consagrada, ¡desde que ya contenía en sí cualquier bendición imaginable! La interpretación de esas señales de la cruz que ahora sugeriré no son de autoridad desde el punto de vista de lo litúrgico académico, pero creo que es relevante y vale la pena mencionar.
Sigue en 2
De hecho estas señales de la cruz no son bendiciones. ¿Qué son entonces? Creo que la respuesta está en su cantidad. Dos veces el sacerdotes hace cinco señales de la cruz, primero tres y luego dos. Comencemos con las dos señales de la cruz en el Supplices te rogamus, en las palabras “Corpus et sanguinem”. Estas no son bendiciones, sino referencias ¿y a qué se refieren aquí? No a otra cosa que al hecho que las dos substancias, pan y vino, son de igual dignidad dado que ambas juntas, y cada una separadamente, encarnan todo Cristo. Cinco son las heridas de Cristo, y las cinco señales de la cruz sobre los dones sacrificiales refieren a las cinco heridas que (invisiblemente) llevan, las cinco heridas infligidas en la pasión del Cordero.
ResponderEliminarLas tres cruces refieren a la Trinidad y, en particular, al hecho de que el Cristo que sangró por las cinco heridas es una de las personas de la Trinidad. En estos signos silenciosos de la cruz, consiguientemente, vemos compendiada una teología completa de la santa misa y particularmente lo que tiene lugar durante la consagración: el Cristo uno en dos formas, el Hijo de Dios, yace con sus heridas sobre el altar del sacrificio; ahora los largos y angostos lienzos de lino del altar, sobre los que se realizan estas rúbricas, se convierten realmente en el sudario y lienzos mortuorios descriptos en la Biblia, encontrados plegados en un rincón del sepulcro en la resurrección. ¿Cómo podrían las referencias a este evento ser jamás “innecesarias o superfluas”?
Antes de concluir mis reflexiones sobre la liturgia como obra de arte, me gustaría mencionar algunas de las cortas obras maestras literarias que contiene. Me refiero a las oraciones –las colectas, secretas y postcomuniones- particularmente aquellas del domingo. Parece que sólo los filólogos seculares están en posición de ver el valor literario y artístico de estas fórmulas de oración, las cuales están ciertamente entre los más antiguos elementos constitutivos de la herencia litúrgica.
“La mayoría de las oraciones (oraciones sacerdotales) y prefacios se encuentran ya en los sacramentales de los siglos V a VII. Desde un punto de vista específico, estos textos ya nos proporciona la substancia del misal romano. Son artefactos de alta expresión teológica formados de acuerdo a los cánones del arte de la antigua prosa latina, de simplicidad monumental y aguda precisión. Son tan perfectos que han permanecido esencialmente sin cambios, y todavía hoy constituyen la forma de oración de la Iglesia Católica.”
Estas oraciones se originaron en un mundo lingüístico que es totalmente diferente del latín de la Vulgata, que parece extrañamente primitivo en comparación. En las oraciones tenemos la voz de la Iglesia Romana, que adoptó la herencia del imperio romano, transformando un universalismo de Estado y cultura en un universalismo espiritual. Formada escolásticamente por el contacto con los más brillantes ejemplos de la antigua retórica, la materia de la oración de la Iglesia es aquí formada, más elegante, en formas sin precio que no son ajenas al aforismo. Su expresión es de una gracia cautivante. La Iglesia Romana nunca se mostró a sí misma más bellamente que en estas oraciones, que son escuela de sentimiento sacramental. Ellas expresan la naturaleza distintiva de la Iglesia Católica, su preocupación por el pecador, su cuidadosa guía de las almas, su dependencia en el tesoro de la gracia con la que ha sido dotada, su esperanza de que los corazones endurecidos serán eventualmente ablandados. Y todo esto puesto de una manera tan pulida, comunicando un júbilo en su propio lenguaje y prestando una sonrisa a estas cortas sentencias a pesar de su serio contenido. Las oraciones se mantienen en el nivel de generalidad clásica, ya que son la oración pública de la Iglesia para toda la gente, y sin embargo, su contenido es tal que el lector silencioso puede ser profundamente impresionado por ellas.
Además de Liturgia, y racionada con ella, falta Comunidad. En los primeros tiempos de la Iglesia los catecúmenos tenían su periodo de tiempo en el que aprendían la Palabra de Dios y sus Misterios mediante la Caridad de los hermanos antes de acceder a la parte nuclear de la Misa. Ahora se accede a los Sacramentos mediante la formación expedida por un catequista (no pocas veces hereje) y sin entender cómo une la Comunión al resto de fieles, con los consiguientes deberes de unos hacia otros. Mientras en los países donde hay persecución los católicos son verdaderos hermanos, en Occidente somos simples números.
ResponderEliminarEso sí, aunque falte Caridad a raudales, la Esperanza la tiene cualquiera y se supone que hasta el mayor c... entra en el Cielo por la puerta grande.
Anónimo e las 7:31,
ResponderEliminarlo que usted dice es sumamente interesante: ¿o sea que en la época de -digamos Constantino- gran parte del pueblo de la ciudad de Roma entendía mejor el griego koiné que el latín de la Misa?. ¿Puede citar alguna fuente que avale este dato?.
La cuestión del latín, en tanto lengua y sus posibilidades, en sí es baladí, podría haber sido perfectamente el galo, el ibero o el etrusco... Ir más allá de razones históricas no es posible. La cuestión está en otra parte: la liturgia y la lengua sagrada no se improvisan ni son fruto de comisiones de traductores ni se pueden decidir por decreto al igual que una literatura no puede producir obras maestras por simple voluntad, esto ya lo intentaron los romanos con el latín en el sg. III a.C. y tardaron dos siglos en producir los grandes frutos. Hablando litúrgicamente el griego tardó cuatro siglos en ser lengua plena (misas de San Basilio y Crisóstomo), la latina otros cinco (hasta Alcuino y previo paso por San Gregorio), la hispanica no lo fue hasta el siglo VII, las ortodoxas eslavas tres (la lengua que se usa no es la de Cirilo y Metodio al igual que el alfabeto). En resumen: una liturgia y su lengua las hace Dios a traves de la vida orante de la Iglesia.
ResponderEliminarPara que veamos la ventaja del latín frente al vernáculo: los habitantes de Papúa-Nueva Guinea tienen un idioma muy primitivo. No tienen unas palabra para el concepto de Espíritu Santo. Por lo tanto, la fórmula del bautismo es: "Yo te bautizo en el Nombre del Padre, del Hijo, y de Tabú Tabú". En latín no habría ese problema. La introducción del vernáculo ha convertido a la Iglesia de rito latino en una moderna Babel.
ResponderEliminarEl Unknown.
Estimado Don Guander
ResponderEliminarQue sencillo y claro esplica ustè esto de la Liturgia y que lejos andamos de su verdadero sentido.
Muchas gracias
Y también le deseo mucha suerte en los próximos diez años
Con respeto
Puestero del Oeste
Chestertoniano español: el latín de la Liturgia no es un latín clásico; es un latín vulgar.
ResponderEliminarAnónimo 8:32, el latín se introdujo en la Liturgia en el siglo III y fue la lengua más hablada en el Imperio hasta que aparecieron las lenguas romances en el siglo IX.
ResponderEliminarChestertoniano español,
ResponderEliminarparecería ser que el Latín litúrgico y eclesial no es lo mismo que el Latín clásico:
Latín eclesial
La Enciclopedia Católica de 1917, trae datos muy interesantes sobre cómo surgió el Latín Eclesiástico. Es una entrada extensa, que trae -por ejemplo- lo siguiente:
ResponderEliminarIt is not known to what country these translators belonged, but, in the case of original works, Africa leads the way with Tertullian, who has been rightly styled the creator of the language of the Church. Born at Carthage, he studied and perhaps taught rhetoric there: he studied law and acquired a vast erudition; he was converted to Christianity, raised to the priesthood, and brought to the service of the Faith an ardent zeal and a forceful eloquence to which the number and character of his works bear witness. He touched on every subject apologetics, polemics, dogma, discipline, exegesis. He had to express a host of ideas which the simple faith of the communities of the west had not yet grasped. With his fiery temperament, his doctrinal rigidness, and his disdain for literary canons, he never hesitated to use the pointed word, the everyday phrase. Hence the marvellous exactness of his style, its restless vigour and high relief, the loud tones as of words thrown impetuously together: hence, above all, a wealth of expressions and words, many of which came then for the first time into ecclesiastical Latin and have remained there ever since.
Enciclopedia Católica
Considero que Eck tiene gran parte de razón, pero creo que a partir de Trento tenemos un problema: ya no hay desarrollo orgánico, ha quedado la liturgia congelada, siendo todo lo que se sale es abuso, así, todo desarrollo pasa a ser de laboratorio (así la reforma del CVII, o las anteriores de Pío XII o la del breviario de Pío X). Desde hace siglos la vida orante de la Iglesia no performa la liturgia, que es ley, norma congelada, quedando en manos de cuatro jueces que hacen o deshacen.
ResponderEliminarMás allá de las razones puntuales que llevaron a la Iglesia latina a decantarse por el latín, me parece que detrás de ello hay un especial querer de la Providencia. De hecho, el latín clásico, es decir, el de estructura ciceroniana (y no el desabrido latín medieval ni el que llaman 'vulgar') es el único idioma que, precisamente por estar "muerto", se ha podido conservar incólume. No por nada pudo ser utilizado en ambientes académicos hasta el siglo 19 (y podría volver a utilizarse sin ningún problema). Esta particular virtud hace que tengamos acceso, con una misma llave-lengua, a más de 20 siglos de literatura universal (física, química, matemática, historia, medicina, filosofía, narrativa, poesía, teología, etc.). Porque cuando se corrompía la estructura clásica del latín producto de la ignorancia más que dela uso "vivo", providencialmente siempre aparecían hombres que se la devolvían, así como hizo Alcuino o los humanistas en otro tiempo. Gracias a eso que en esa lengua (insisto en esto porque es la propiedad más importante del latín) se pueden encontrar toda suerte de escritos de diversísimas épocas en los distintos campos del saber humano, además del teológico y filosófico. Y puesto que eso no sucede con ninguna lengua más que con el latín clásico, en mi opinión hay mucho de querer divino en la utilización de ese idioma para la celebración de la liturgia, que por lo que a mí me parece y hasta donde he podido comprobar (sobre todo rezandl el Breviario), las oraciones han sido redactadas con bastante elegancia como para tratarse de un latín 'vulgar' o medieval.
ResponderEliminarIac
Por cierto, la Iglesia adoptó la pronunciación vulgar del latín (pronunciando "ae" como "è", "c" como "ch" en vez de "k", etc.), lo cual no implica necesariamente alejarse de la estructura clásica. De hecho, algunos de los mejores latinistas del mundo utilizan la pronunciación vulgar sencillamente porque es la que se utiliza en Italia. Y hablan tan bien como Cicerón...
ResponderEliminarIac
No es este un tema para andarse con simplezas ni solamente criterios históricos. Los comentaristas que aluden al actuar de la Providencia, al punto intermedio entre latín estrictamente clásico y vulgar, el desarrollo dado por la Iglesia orante, van por el camino correcto acerca de la aplicación de una lengua sagrada en la liturgia.
ResponderEliminarAnte todo la liturgia es trato con la divinidad, la divinidad reviste sacralidad, majestad y santo temor, esto debe traducirse en palabras y obras por parte del adorador.
El castellano antiguo tiene literatura para plasmar eso, ya que hubo un tiempo de reyes y sacralidad donde se hablaba español. El moderno en cambio nunca podrá llegar con su lengua al trato con la divinidad que dieron los antiguos.
En cuanto a la creación de laboratorio, contradice el principio de desarrollo orgánico dado por el parámetro máximo en la Iglesia: sus santos y la cercanía de los mismos a Cristo, imagen viva y real del Dios invisible. Y en ellos volvemos a la Providencia, porque ciertamente que movidos por la gracia hablaron, y movidos por ella actuaron, dando lo mejor de sí para Dios (he aqui la piedra angular de la cuestión).
Pido a los comentaristas que debaten que no se atengan a razones simples y a frases hechas, este es un tema complejo en el que, a lo largo de la historia, parece que actuó con fuerza la Providencia, y no solo el devenir histórico como pensarían los paganos.
Juan de las luces: Se le acabó el aceite a tu lámpara ¿no?
ResponderEliminarHilbert
Es imperdible la sarta de energúmenos.que entraron am introductorio de Devoto...preguntales si esperan aprender algo de Latin. Entran x la morfi entran
ResponderEliminarhttp://www.aica.org/27675-el-seminario-introductorio-porteno-recibio-ocho-jovenes-en-0.html
Al anonimo que pone en ingles. Ponelo es castellano
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ResponderEliminarEstimado Wanderer, quería comentarle algo que me ha llamado la atención, sobre todo luego de leer el artículo de Bernárdez. Meditaba sobre la lucha que han tenido muchos sacerdotes en nuestro país por la traducción del vosotros. Esos curas, en la mayoría de los casos, celebran la Santa Misa como si estuvieran comprando en el supermercado, no parece realmente que estén en un ámbito sagrado. Reflexionando un poco llegué a la conclusión que para ellos el problema de la traducción es solo eso, un problema de traducción. Vos tenes un clerigo que te usa todo en vosotros y por otro lado, celebra de modo no sacro. Que sin sentido!
Lamentablemente en los seminarios donde se formaron, San Rafael, Paraná etc no vieron o no quisieron abordar y apuntalar la formación en el ámbito de la liturgia y de lo sagrado, y sobretodo no les inculcaron ni de palabra ni con el ejemplo un correcto ars celebrandi, porque hasta los gestos y movimientos deben ser sagrados. No se puede celebrar la Misa o cualquier sacramento de la misma manera que cuando jugas al futbol o como cuando cenas, por poner algún ejemplo, acá estamos en la temática de lo sagrado y lo profano, y es algo básico.
Lamentablemente muchos de estos curas, buenísimos la mayoría de ellos, son un freno para aquellos que si quieren hacer las cosas correctamente y para cualquier restauración litúrgica (como algo muy remoto por supuesto, lejos estamos de algo así) porque son los que suelen atacar todo este "movimiento", por decirle de alguna manera, con críticas, con risas y burlas, tildando de escrupulosos a los que celebran con cuidado y solemnidad el misterio que realizan, y con murmuraciones también.
Sin ánimo de ofender a nadie.
Wooster.
20:19 ¿esa es la pronunciación restituta?
ResponderEliminarLa pronunciación restituta es la que se utilizaba en el período clásico y la siguen utilizando la mayoría de los latinistas actuales fuera de los italianos. Y consiste, entre otras cosas, en pronunciar tal cual los diptongos, la letra "c" como "k" y la "g" siempre sonora. El latín vulgarizado adoptó más tarde (incluso en la liturgia) la pronunciación según la lengua local. Es decir, era pronunciado tal cual se leía en el idioma del lugar. De ahí que en en España se pronuncie distinto que en Italia. Con todo, la Iglesia adoptó como pronunciación oficial la romana o itálica, que no consiste más que en leer el latín como si se estuviese leyendo italiano (pronunciación vulgar en Italia).
ResponderEliminarLucía.20 de marzo de 2017, 16:27
ResponderEliminarEs lo lógico: la "plenitud" de la Liturgia romana (y de todas) es la Liturgia (Misa) cantada. Mientras esto es muy visible en Oriente, no lo es en Occidente, probablemente por la extendidísima costumbre de celebrar la Misa entre semana en toda parroquia. En Oriente es rara la Liturgia diaria, salvo en los monasterios y en algunas catedrales. Esta costumbre --hablo de la Misa rezada pública--, que es relativamente moderna (s. XVI en adelante, al menos), planteó la necesidad de acortar el tiempo de celebración y de rezar las oraciones (y a gran velocidad, pésima costumbre que dura hasta hoy). Se puede decir entonces que la Misa rezada es una "abreviación" de la Liturgia.
Pero lo ideal es una Misa cantada, solemne, con incienso, donde se hacen visibles los diversos grados del Orden Sagrado.
Seminarista:
Los países de Extremo Oriente, habitualmente tierra de misión, son un caso complejo en todos los aspectos. Puede tomar el caso del p. Federico en India y China. Históricamente, mientras los evangelizados adoptaban la lengua litúrgica de sus evangelizadores (caso de India, Asia central, por ej), las liturgias locales antiguas que vemos hoy (y hablemos de las ortodoxas para dar mayor objetividad) conservan algunos elementos, pero francamente ya son mayormente netamente "nativas".