jueves, 26 de enero de 2023

Nuestros peligros: esteticismo

 



Quienes conocemos y defendemos la liturgia tradicional estamos expuestos a todos los peligros que cercan a cualquier hijo de Adán, y tenemos también algunos que nos son propios. Y quisiera llamar la atención sobre dos de ellos: el esteticismo y el fariseísmo, en los que casi inadvertidamente podemos caer.

    La belleza de la liturgia tradicional ocupa un lugar muy importante en las razones de nuestra preferencia por ella. Quienes vienen del mundo pagano y quienes vienen de las habituales experiencias horrorosas de las misas novus ordo quedan impactados por la belleza inesperada que descubren en la misa tradicional; una belleza que no es de este mundo y que a veces es capaz de transportar al hombre —en su cuerpo y alma—, con la ayuda del Espíritu, a los umbrales mismos de la gloria que nos ha sido prometida. Escribe el papa Benedicto XVI en su libro póstumo: “Cuando iba a las misas en los días de fiesta, las misas acompañadas del coro y de la orquesta eran parte integrante de nuestra experiencia en la fe en la celebración de la liturgia. Permanece indeleblemente impreso en mi memoria como, por ejemplo, apenas comenzaban a resonar las notas de la Misa de la coronación de Mozart, era como si el cielo si abriera y se experimentase mucho más profundamente la presencia del Señor” (Che cos’è il cristianesimo, Milano: Mondadori, 2023; p. 96). La belleza, entonces, es una característica inherente a la liturgia tradicional. Y siempre lo fue. 

Y esto que es muy bueno y que somos privilegiados en poder gozarlo, puede ser también un lugar de tentación y de caída. Podría darse el caso que para algunos la liturgia no fuera más que un lugar donde encontrar la belleza. Y la liturgia es mucho más que eso. Dicho de otro modo, podría darse que el caso —y se me disculpará la referencia a Kierkegaard— que hombres estéticos, que permanecen en ese estadio y que no conocen ni aspiran al estadio religioso, fueran grandes entusiastas y cultores de la liturgia tradicional. Y podría ser el caso de laicos y también de sacerdotes. Gozarían, sin duda, de la belleza propia de la liturgia tradicional, podrían ser acérrimos defensores de sus derechos y, sin embargo, quedarse en la mera belleza que la envuelve sin vislumbrar lo que ella esconde y que es lo verdaderamente importante. Y no lo harían con mala fe o siendo voluntariamente negligentes; al estar ubicados en el estadio estético están incapacitados para descorrer el velo; su mente, aunque deslumbrada por la belleza, después de ciertas regiones, está completamente a oscuras y es inhábil para lo sobrenatural, para praegustar (esto nobis praegustatum) las delicias de la presencia del Dios vivo al que contemplaremos plenamente el día de su manifestación.

Vista desde un punto de vista estrictamente sociológico, la liturgia puede ser considerada una especie de las artes performativas, tomadas estas en un sentido muy amplio. Y lo es porque comparte las cuatro características que las definen: el tiempo, el espacio, el cuerpo o la presencia del artista en un medio, y la relación con el público. En los último años se han hecho estudios sobre la liturgia desde esta perspectiva y los resultados son muy interesantes. Pero ni al investigador ni a quienes participamos de la liturgia se nos ocurre considerarla una mera expresión artística; ninguno va a misa para gozar de una perfomance artística o del flash mob semanal. O bien, podríamos también comparar a la liturgia con la representación de una ópera, en la que se dan las tres primeras características recién mencionadas pero no la cuarta. Planteada la cuestión de este modo, podría darse el caso de una persona que se comportara con respecto a la celebración de la misa como un melómano lo hace, por ejemplo, con Aída o con Tannheuser: la conoce a la perfección, es capaz de gozar de sus momentos más sublimes y también de encontrar pequeños defectos en su representación, gasta todos sus ahorros en asistir a las representación más afamadas, va al festival de Bayreuth cuando puede, tiene una impresionante colección de CD con diferentes versiones de las mismas óperas y es capaz de dar respuesta a cualquier pregunta, aún cuando sea un ínfimo detalle que se le haga sobre ellas. 

Nuestro hombre estético, paralelamente, podría encontrar en la celebración de la liturgia un sustituto para sus aficiones artísticas y su legítima pasión por la belleza. Si fuera sacerdote, incluso, reuniría en sí dos papeles centrales en la perfomance de una ópera: sería el regisseur —limitado ciertamente por las rúbricas— y el divo, el protagonista principal, que despliega sus movimientos solemnes y que hace resonar su voz armoniosa y entonada en todo el templo, tratando incluso de encontrar variaciones posibles a los tonos gregorianos para hacer la ceremonia lo más bella posible y fiel a lo que se recibió de la tradición. Y, sin embargo, ese hombre —sacerdote o laico—, podría estar completamente despojado de vida espiritual, apenas rezar y tener una fe, si es que tiene alguna, muy ligera y débil. E insisto, no haría todo esto porque es una mala persona o un farsante; lo haría porque es incapaz de transcender la estética, la belleza puramente sensible. 

Paradójicamente, podría esconderse detrás un racionalismo radical e inconsciente. Aceptaría gustoso y entusiasmado participar o celebrar la liturgia pero adhiriéndose con fuerza a la belleza de la cáscara sensible de ella. Navegando en esa superficie se sentiría seguro: “Esto —diría— vale la pena porque posee una belleza que difícilmente pueda encontrarse en otro escenario”. Pero se negaría rotundamente a interpretar el sentido espiritual de esos signos que contempla o que celebra, o a sentir su peso sobrenatural en el alma, porque consideraría que tal posibilidad sería ir en contra de la razón. Establecería en sus cuidados procesos racionales que se trata solamente de una cuestión artística, sublimemente artística, pero no más que eso, pues la razón no puede comprobar que haya algo más. Sería solamente una excelsa experiencia sensorial.

Seguramente no son muchos los tradicionalistas que han caído en esta tentación, o mejor, que se han acercado a la liturgia tradicional por este motivo. Se trata de una tentación para una elite, capaz de esas alturas estéticas, lo cual no es poco. Pero los hay. Y es mejor cuidarse de ellos, porque quien no tiene fe, por más que tenga una enorme sensibilidad estética, es un ciego que guía a otro ciego. 


22 comentarios:

  1. Cada tanto, viendo la riqueza de los rotos y considerando los detalles, me vuelve a la mente la terrible historia de Liturgiae Causa.

    ResponderEliminar
  2. Buen día Don Wander.
    Pongo a leer el artículo en la app mientras estoy trabajando, estoy podando vid, cerca de Avignon y mientras lo escuchaba su descripción del esteta litúrgico, vino a mi memoria refinado y perverso anticristo de Vladimir Soloviev.
    Para nuestro bien ese pequeño anticristo no tendría grandes cuotas de poder.
    Pero usted hace descripción de una pobre alma. Una pobre alma.
    Saludos desde un Viejo Mundo peronizado.
    Raffa

    ResponderEliminar
  3. Lamentablemente y siguiendo a Kierkegaard, no sólo se puede estar en el nivel de puro esteticismo sin llegar al religioso, sino lo que es peor, no llegar al estadio ético que sería anterior al religioso. Eso es de lo que muchos se quejan cuando ven el obrar moral de muchos tradis. Y si éstos son jerarcas, chau. Por supuesto , serán los menos, pero los hay y repelen a los buscan acercarse.

    ResponderEliminar
  4. Las comunidades tradicionalistas que he conocido lamentablemente eran una competencia de celo amargo y fatalismo, cuando no de una gran falta de caridad con los propios. No sé si eran estetas pero no había allí una comunidad de espíritu cristiano. El rito me enamoró y no pr comparación sino por otras causas, pero es difícil sobrevivir socialmente en esos cenáculos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. "Celo Amargo": excelente expresión. Una vez Marcelo Gonzalez, de la Panorama Catolico Internacional (si no me equivoco, uno de los pioneros entre los ciber tradies) publico un articulo excelente sobre ese tema.

      Recien googleando veo que lo recogió la web "Adelante la Fe".

      Super recomendable.

      Por otro lado, aguardamos con expectativa la palabra del Wanderer sobre el Fariseismo. Tema clave si los hay, hiper presente en el texto evangélico y muy sufrido, a raíz de ello, estudiado por el P. Castellani. Segun este Padre, hay comunismo en el mundo, porque hay fariseísmo en la Iglesia. Toma mate!

      Juancho.

      Eliminar
  5. Considero muy buenos cuando no excelentes a la totalidad de los artículos del blog.
    Asimismo, y con su permiso, quisiera interrogar a quienes lean este comentario si tienen alguna noticia de Augusto Padilla (de los sitios "catapulta" y "aladerecha"). Solamente conozco de él que es muy mayor y no ha vuelto a publicar nada (en su última entrada afirmaba volver a hacerlo a partir de la segunda semana de enero).
    Bendiciones en Xto. y Ma.

    ResponderEliminar
  6. Estimado Wanderer, no podemos tampoco descartar que el camino comience, justamente, por el gusto estético

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nadie dice eso; y para probarlo están los casos de Paul Claudel o François Mauriac, por ejemplo. El problema es que el esteta comienza por el gusto estético y nunca es capaz de superarlo.

      Eliminar
  7. En la magnífica novela corta "San Manuel Bueno, mártir" de Unamuno se narra el caso de la terrible lucha en la conciencia de un sacerdote que -diríamos en términos kierkegaardianos- desciende del nivel religioso al ético y pasa así el resto de su vida, haciendo el bien en su pequeña aldea sin que sus feligreses (salvo dos, coprotagonistas de la novela) se enteren que perdió la fe. La influencia de las tesis del "jorobadillo danés" son evidentes.

    https://courses.kyrakietrys.com/spa270sp2016/2016/02/24/un-personaje-en-el-umbral-don-manuel-como-el-hombre-kierkegaardiano/

    Armando Lacabron

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo la leí de joven y apenas recuerdo nada. Sé que en su época fue un escándalo.

      (me imagino porque es un cura que pierde la fe y porque es un ateo que es bueno).

      Pero yo no veo mal perder la fe y seguir atendiendo la cura de almas de los feligreses. Don Benito era considerado incluso como un santo por su grey.

      La fe es un don gratuito de Dios; y el Evangelio ha sido reconocido como un libro de enseñanzas éticas también.

      El confucianismo es una especie de religión agnóstica que consiste en la celebración de ritos y el cultivo de una ética (rito y ética están relacionados y se refuerzan entre si)

      ¿No se puede seguir a Cristo siendo ateo?
      ¿por qué no?

      Más merito tiene el que no cree, pero cumple, que el que cree y peca.

      (Jefferson hizo una especie de Evangelio recortando de su Biblia los dichos y hechos de Jesús, quitando el elemento milagroso. Este libro se editó y se regala a todo nuevo senador y congresista de los Estados Unidos cuando jura la toma de posesión de su cargo)

      Eliminar
    2. No, no se puede seguir a Cristo siendo ateo.
      Y aquí habría que diferenciar entre quien pasa por una noche oscura, donde parece haber perdido la fe, y quien realmente perdió la fe. Exteriormente pueden verse exactamente iguales, y con frecuencia el segundo, el ateo, parecerá mejor persona que el primero.
      Pero el primero está en camino de salvación, y el ateo, si permanece ateo, está en serio riesgo de condenación.

      "Más merito tiene el que no cree, pero cumple, que el que cree y peca."
      Las obras sin fe no aprovechan nada tampoco. El que tiene fe y peca, por debilidad o incluso por malicia, como tiene fe puede arrepentirse y obtener el perdón. Y al fin y al cabo, conservar la fe también es una obra, al menos en el "querer creer".

      PD: lo de Jefferson es típico de la miseria useña.

      Eliminar
    3. No se puede persistir en el Bien sin el auxilio de la Gracia divina. ¿Quiere Dios auxiliar a un hombre con su gracia para que obre bien, y a la vez le niega el don de la fe que precisa para poder salvarse? No resulta lógico. Ni coherente. Naturalmente en el plan de Dios puede estar presente una conversión en el último momento, pero yo entiendo que el que no tiene fe es porque no la pide, y que el supuesto "ateo que hace el bien" no existe, porque a la larga quien no cree en Dios acaba creyendo en cualquier cosa, principalmente en su propia infalibilidad, y ello conduce a la caída en la concupiscencia más pronto que tarde.

      Eliminar
  8. Off topic: en la misma línea que Franco68, a mí me gustaría saber qué fue de Infocaótica y sus administradores, quienes solían comentar también en este blog. Se los extraña mucho.

    ResponderEliminar
  9. Toda Liturgia tiene un rito que además de su aspecto estrictamente espiritual estimula nuestros sentidos para predisponernos a captar el misterio: la arquitectura, la música, las imágenes, el simbolismo de las vestimentas del celebrante, sus gestos, los olores (el incienso) y todo esto tiene que ser bello porque la belleza nos lleva a la contemplación

    ResponderEliminar
  10. Hay que considerar el carácter psicagógico del arte, destacado por Andrè Grabar. Algo que Occidente y, en particular la Iglesia, siempre a cultivado. Quienes no lo cultivan son la secta que parasita en ella.
    Siendo un trascendental del ente, la belleza bien cultivada conduce a la bondad y la verdad.

    ResponderEliminar
  11. El mismo San Agustín sufrió esta tentación, como él mismo lo relata:

    “Más tenazmente me enredaron y subyugaron los deleites del oído; pero me desataste y liberaste (…).Ahora, respecto de las melodías que están animadas por tus palabras, cuando se cantan con voz suave y armoniosa, lo confieso, me recreo algún tanto, no ciertamente que quede prisionero de ellas, sino que me desprendo cuando quiero (…).Pero aun en esto me engaña muchas veces la delectación sensual —a la que no debiera entregarse el alma para enervarse—, cuando el sentido no se resigna a acompañar a la razón de modo que vaya detrás, sino que, por el hecho de haber sido por su amor admitido, pretende ir delante y tomar la dirección de ella. Así, peco en esto sin darme cuenta, hasta que luego me la doy. Otras veces, empero, queriendo inmoderadamente evitar este engaño, yerro por demasiada severidad; y tanto algunas veces, que quisiera apartar de mis oídos y de la misma iglesia toda melodía de los cánticos suaves con que se suele cantar el Salterio de David (…).Con todo, cuando recuerdo las lágrimas que derramé con los cánticos de la iglesia en los comienzos de mi conversión, y lo que ahora me conmuevo, no con el canto, sino con las cosas que se cantan, cuando se cantan con voz clara y una modulación muy adecuada, reconozco de nuevo la gran utilidad de esta costumbre. Así fluctúo entre el peligro del deleite y la experiencia del provecho, aunque me inclino más —sin dar en esto sentencia irrevocable— a aprobar la costumbre de cantar en la iglesia, a fin de que el espíritu flaco se despierte a piedad con el deleite del oído” (Confesiones, X, 33).

    El pasaje de la Esfinge de Marechal en su "Descenso y ascenso del alma por la belleza", en esta misma línea, no tiene desperdicio.

    ResponderEliminar
  12. Muy bueno el comentario, como nos tiene acostumbrados. Solo diré una cosilla en relación al ejemplo de Benedicto XVI, quien -x ssi alguno no lo sabía- da muestras claras de ignorar lo q son habitualmente ntras misas tradicionales sudamericanas, al.menos en el interior del.país, en Argentina. Eso de " en cto comenzaba a sonar la misa ... (ni siquiera la Breve) de Mozart", ni en sueños. En algunos pocos y peivilegiados lugares puede sonar un órgano; en los demás, los fieles hacemos lo q podemos, cantando "Cristanos venid", "Comienza el sacrificio" y "Señor ante tus plantas".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una misa de Mozart, de vez en cuando, sobre todo cantada por el coro parroquial, está muy bien; más tiempo distrae y cansa.

      Hay blogs, aplicaciones y youtube donde se enseña a cantar gregoriano. No se trata de cantar como un profesional (para eso se pueden alquilar de vez en cuando los servicios de grupos de cantantes profesionales). Lo importante es cantar con fe, no con maestría (aunque no están reñidas)

      Dicho esto, le animo a buscar gente en su parroquia con las mismas inquietudes y empezar a cantar. No tiene que ser una misa completa. Pueden comenzar con un kyrie, un himno para el comulgatorio (¿Ave Verum Corpus de Mozart?), el Salve Regina/Regina Coeli, una antifona mariana según la estación, un villancico, si es una iglesia carmelitana el Flos Carmeli, preparar la Salve Sabatina, María de Luján...; los scouts pueden preparar algo también (el canon dona nobis pacem, el romance de El Milagro de San Antonio ...)

      Respecto a lo del órgano, recuerde que hay grabaciones de calidad y con youtube, gratis. También pueden buscar a alguien que le guste tocar y se le compre un órgano de segunda mano con el compromiso de que toque en misa.

      Se pueden hacer muchas cosas, si se hace por Dios y con un poco de interés.
      Y recuerde que hay también un apostolado con la música.

      La experiencia de José Luis Ranzinger, y por lo que fue tan impactante, es que en su época, en los pueblos y aldeas, la única experiencia musical era la cantada/tocada en misa. En Italia era muy normal coros de campesinos u obreros que cantaban arias tipo operísticas (bel canto) en misa.

      Todo eso desapareció, junto con el latín, gracias al Concilio Protestantizante II que, como el caballo de Atila, no ha vuelto a crecer la hierba a su paso.

      ("Quod non fecerunt barbari, fecerunt Montinisti")

      (Ps: un coro no tiene por qué ser aburrido, aunque su fin sea la oración: hacer algo que gusta con gente con similares aficiones es todo un privilegio. Y no olvide en el descanso de los ensayos de tomar un café/te/mate con pastas mientras se comparten noticias/cotilleos)

      Eliminar
  13. Normalmente las cosas importantes se hacen con cuidado. Y las muy importantes, con más cuidado todavía.

    Es normal que en una ceremonia, civil o religiosa, haya esteticismo, cierta parsimonia, concentración, seriedad...¿No es esto un sacrificio sagrado?

    Además no hay que olvidar que esto acaba requiriendo profesionales, que como profesionales se ocuparán de lo que para los demás son "minucias".

    Respecto al fariseísmo, es normal que cuando en una sociedad o grupo se valora mucho algo, haya gente que haga un poco de comedia o se salte los pasos.

    Es un poco como lucir músculo en la discoteca los sábados y tomar anabolizantes durante la semana para ahorrarse sudar pesas.

    ¿Es esto bueno o malo?

    Lo ideal es que no haya nada malo; pero siendo hombres y entre hombres, no podemos esperar ni exigir comportamientos angelicales.

    La psicología dice que el comportamiento cambia el pensamiento (y no al revés, como todos equivocadamente creemos); y también que el comportamiento de los demás nos influye; y mucho.

    Por tanto no es tan malo pasarse, ya que es inevitable; siempre y cuando haya límites:

    El catolicismo no es una misa estética, sino un comportamiento muy definido ("discípulo de Cristo"). La misa y los sacramentos son medios para un fin.

    (como se ve muy bien, a la inversa, por los desastres en las comunidades católicas acaecidos tras el Desastre del Concilio II; precisamente por desmontar los ritos y promover el subjetivismo/sensitivismo)

    Cuando leí el título de este artículo, me vino a la cabeza una cosa que leí en USA, referida a antes del Concilio, en que a ciertos clérigos les llamaba "lavender mafia".

    Bueno, tiene que haber todo en la viña del Señor y como dicen por ahí, todos somos necesarios, pero nadie es imprescindible. Eso va por los que le gustan las puntillas, lazos etc y por un servidor.

    Creo que la aproximación adecuada es ver la paja en el ojo ajeno Y ver la viga en el propio, lo que sirve para dejar en paz al prójimo y concentrarse en la propia perfección (¿fariseísmo?). Dando ejemplo a los demás, basta. El que quiera es libre de aprender la lección.

    Dicho esto, es normal también que en las religiones, como en cualquier otra actividad humana, se forme una cultura. El catolicismo no es una excepción.

    Y dentro de la producción humana en este valle de lágrimas, hay una cultura católica que es sublime. En buena parte debida a las aficiones de los esteticistas y a las comedias de los fariseístas. De eso nos beneficiamos todos.

    Después de todo, ¿no se merece el culto a Dios lo mejor de lo mejor?

    Siempre en beneficio de nuestra alma.

    ResponderEliminar
  14. Siempre me pareció sorprendente esa contradicción que le señalan los "tradis" a los "progres": el sentimentalismo (sobre todo en el canto) y el efectismo (estético). Pero el tradi promedio (en Arg el lefe) se emociona con el brocado, la coreografía milimétrica de los ministros y las composiciones polifónicas que "elevan" su corazón. Mientras tanto critica a una parroquia donde apagan las luces secundarias para resaltar el altar, o si se cantan cantos que "mueven" el corazón evocando sentimientos -- cuando los salmos están repletos de sentimientos de angustia, desesperación, ansia, miedo mortal, así como alegría, júbilo, serenidad, etc.
    Lo que en una Misa son cantos sentimentales, en otra se convierte en un concierto de música académica, donde es inevitable apreciar la belleza de los recursos musicales y efectistas (pienso sobre todo en Mozart pero también en Bach, en los renacentistas y en algunos posteriores ingleses) en detrimento de lo que busca el acompañamiento musical de la liturgia: un corazón contrito y un espíritu que alaba a Dios.
    Con la intensa experiencia sensorial con la que algunas comunidades buscan impactar a clero y laicos (pienso sobre todo en el ICRSS y en los canónigos de St John Cantius) a veces la Eucaristía queda reducida a un momentum escondido en el boato terrenal.
    Pienso sobre todo que esto traiciona el mismo ethos del rito romano, que siempre se caracterizó por su simplicidad y sobriedad.

    ResponderEliminar
  15. Es lo que no me gusta del entorno de VO, abunda esteticismo, fariseismo, confución entre religión, ideología y política, superstición, fanatismo; hago como cuando voy a McDonald's, como la hamburguesa, dejo las papas fritas.

    ResponderEliminar