martes, 27 de marzo de 2007

pUChA con la UCA


El penúltimo post de Cruz y Fierro, dedicado a la Universidad Católica Argentina, merece algún comentario más meduloso que un simple comment. Así que prefiero el post.
Estoy de acuerdo en todo lo que dice el amigo Cruz y Fierro. Es verdad. La UCA abdicó de sus funciones universitarias, católicas y argentinas. Sin embargo, para no ser injustos, creo que habría que considerar también algunos otros aspectos coyunturales e históricos. Veamos:
1a. Los responsables y directivos de muchas instituciones educativas del país se encontraron a principio de los ´90 con una situación difícil: pocos alumnos, malos y mal pagos docentes, prestigio en decadencia, cuentas en rojo y otras dificultades más. No sé si había culpables; la inercia histórica de las órdenes y congregaciones que las regenteaban y la falta de vocaciones tuvieron mucho que ver. Frente a este estado de cosas habían dos caminos: o continuar siendo instituciones plenamente “católicas”, lo cual implicaba perecer en el corto plazo, o adaptarse a los signos de los tiempos, descatolizarse en lo esencial y mantener el barniz religioso que sirviera para no perder el snobismo de colegio privado, que siempre es rentable. La UCA, como muchas instituciones católicas, eligió este segundo camino. ¿Hubiera sido posible permanecer plenamente católicos y mantenerse en el mercado? No sé. Me parece muy difícil. Sin atender a las demandas del mercado una institución educativa no puede sobrevivir, por más horrible y triste que suene la expresión. Y convengamos que el mercado hoy no está demandando filósofos tomistas, economistas respetuosos de la Doctrina Social de la Iglesia y abogados iusnaturalistas. Hacer oídos sordos a esta realidad social implica tener pocos alumnos, con poca plata y cuotas bajas, lo que consecuentemente produce bajos sueldos docentes, y entonces los buenos profesores se van o disminuyan sus horas de clases, y terminen enseñando muchachitos recién recibidos, señoritas acomedidas o señoras gordas que no tienen nada que hacer en sus casas. Y una institución así, podrá tener mucha buena voluntad, pero de inteligencia católica, poco y nada. No me parece bien lo que hicieron, pero el otro camino llevaba a la clausura de la universidad. Por cierto, hubiese sido una muerte más heroica y gloriosa.
1b. Otro problema de la UCA, que Cruz y Fierro también menciona, es el de la Comisión Episcopal que se encarga de ella, (no es el caso que los obispos dejen sin atender una empresa que factura millones) la cual está integrada actualmente por el Cardenal Bergoglio y los obispos Bianchi Di Cárcano, Maccarone, Mirás y Laguna. Se trata, sin duda alguna, de una Comisión con varias fisuras. No hace muchos meses, el decano Herr Kranz, comentaba que estos prelados habían llamado a todos los decanos de la universidad, individualmente, a fin de pedirle cuentas de su accionar. En este caso particular, habían aprobado todas las modificaciones que él mismo habían realizado en su Facultad, la más histórica de todas, ubicada en el edificio “San Alberto Magno”. Como siempre, la culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer.
2. El argumento que Cruz utiliza para afirmar que la UCA ha dejado de ser argentina me parece un poco debilucho. No sé si esa cualidad quedaría asegurada con profesores “patriotas, nacionalistas y tradicionalistas”. Tengo una lista larga de personas con esos atributos, y que resultaron bastante inútiles para lo académico. Me parece que la UCA, durante décadas, se preocupó demasiado mucho de que quienes daban clases fueran “patriotas, nacionalistas y tradicionalistas”, y demasiado poco que fueran “profesores”, es decir, que “profesaran” un saber. Y así floreció una universidad con gente muy buena, católica y patriota, que rezaban el rosario todos los días, pero con un nivel científico bajo. Una especie de sacristía más o menos ilustrada. Sé que el equilibrio es difícil, pero elegir a los profesores sólo por criterios de afinidad religiosa, espiritual o patriótica termina asesinando a las instituciones educativas por inanición.
3. Se nombraron profesores full time por acomodo, dice Cruz y Fierro en los comentarios. Es verdad. Pero antes, ¿no se hacía lo mismo? ¿O es que acaso en la UCA se concursaban en serio las cátedras y las dedicaciones? Hummm, mejor no levantemos la perdiz que van a saltar mucho acomodos de los “buenos”. Déjelo así nomás. No nos conviene.
4. El problema con el decano de Filosofía y Letras (“rector” pone Cruz I. Fierro por error) no es que no sea tomista, sino que dudosamente es católico. No me parece que sea condición para ser autoridad en una universidad católica el ser tomista. Si así fuera, San Agustín nunca habría sido decano, ni tampoco el cardenal Newman (al que echaron de su puesto de rector de la Universidad de Dublin por no ser, justamente, lo suficientemente “tomista”), ni el P. Castellani, ni Benedicto XVI y, me animaría decir, ni siquiera el mismo Tomás de Aquino. Es que la UCA profesó durante décadas un tomismo cerril y obcecado. Me gusta Santo Tomás, pero de ahí a ser “ucatomista”, no me animo. Estos tomistas vernáculos embolsaron en esa categoría a Santo Tomás, Cayetano, Juan de Santo Tomás, un poco de Capreolo (no tanto, porque es medio heterodoxo), al primer Maritain, al P. Ramírez, a Mons Derisi y a Ponferrada y a Maricel, sin olvidarnos, claro está, del gran Guido y de muchos más . Todos ellos constituyen un Olimpo de la Ortodoxia desde el cual el Júpiter Tonante de turno fulmina con excomuniones al simple mortal que se atreve a expresar una duda o a mencionar un autor que no esté dentro del Index olímpico, siendo luego arrojado con pompa y circunstancia a los avernos del progresismo, del lefebvrismo, del cipayismo, del izquierdismo, del mediocrismo, del eclecticismo y, si se descuida, hasta del uranismo. El ucatomismo termina convertido en un mejunje teológico-filosófico con mucho silogismo, muchas ideas claras y distintas, mucha lógica formal, mucha deducción in recta via, en definitiva, con mucho racionalismo, pero con bastante poco de Tomás, al que podan de todos los elementos no aristotélicos que tiene, es decir, de todo el neoplatonismo o argumentaciones místicas que abundan en sus escritos. Es que, arguyen, Tomás se tragó estos argumentos porque estaban de moda en ese tiempo, porque no sabía que Dionisio era un pobre y oscuro monje de Asia Menor y no el Areopagita, porque no podía oponerse de un modo tan frontal al establishment de su época, en definitiva, porque el Gordo era medio zonzo. Qué quiere que le diga, yo prefiero seguirlo a Tomás y no ser ucatomista.
5a. Dicen que la filosofía tuvo tres hijas: una le salió loca, la psicología; otra casquivana, la sociología, y la tercera tonta, las ciencias de la educación. En la UCA parece que la filosofía tuvo solamente dos hijas: se salvó de la descarriada. Hace ya algunos años que separaron la carrera de psicología de la facultad de Filosofía y Letras, y la constituyeron en facultad aparte. El error no fue sacársela a Filosofía, sino mantenerla. La tendrían que haber eliminado. Es muy difícil, casi imposible diría, poder armar en la actualidad una carrera de psicología católica (conozco una universidad que lo está intentando; hasta ahora les está saliendo bien; veremos cómo termina. Por supuesto, la universidad no es católica). De todos modos, si no la exterminaban, creo hicieron bien en sacársela a Filosofía, cuyos profesores poco y nada podían hacer, y no era vida la que pasaban acosados en las clases por los aprendices de loco. Fue como sacar la manzana podrida o cortar la pierna gangrenada: no servía para nada; para hacer daño nomás.
5b. Últimamente le sacaron también a Filosofía la carrera de Ciencias de la Educación y se la pasaron a psicología. Como es la hija tonta, le toca aguantarla un ratito a cada uno. Qué se yo, son tan elementales los “científicos” de la educación que mucho no se puede hacer con ellos, así que no se perdió demasiado. Yo creo que hay que dejarlos que sigan creyendo que lo suyo es una ciencia, cuando no es más que un arte devaluada, y tratar de que hagan el menor daño posible, así como a la hija tonta se la encierra en una habitación para que juegue a las visitas convencida de que es una honorable señora casada, con tacitas de plástico, para que no rompa las de porcelana.
6. Y con respecto al snobismo de la UCA, qué quiere que le diga. A mí me parece que unas gotas de snobismo siempre vienen bien. Son como el Fuyí, espantan bichos.

6 comentarios:

  1. Estimado Wanderer: Le agradezco el comentario, las precisiones y correciones.

    Algunos comentarios:

    1a) ¿Por qué ser tan deterministas? La UCA no necesitaba crecer tanto en alumnos y profesores. ¿En serio ahora tiene un nivel académico mejor cuando debió salirse a contratar "por 2 pesos" gente para poder dar clases a tantos alumnos? En los EE.UU. tenemos el caso de varias "universidades boutique" (TAC, Christendom, Ave Maria, Dallas, etc.) que tienen un nivel excelente; lejos de multiplicar sus carreras hasta el hartazgo, se han concentrado en unos pocos currículos centrales con muchísimo contenido humanístico (ars liberalis). Dicen que en el mercado están los que marcan tendencia y los que siguen tendencias ("atienden las demandas del mercado"); la UCA tuvo posibilidad de ser lo primero, pero eligió lo último.

    2) Reconozco que el argumento es muy débil. Lo decía por el lado contrario. La UCA salió (supuestamente) a buscar excelencia académica. ¿Pero cómo se mide esa excelencia? ¿por el número de "papers" publicados? ¿por la cantidad de másters hechos? ¿Realmente estas medidas cuantitativas son representativas de excelencia académica? Creo rotundamente que no. Y tengo varios ejemplos de esto. A la larga se terminó contratando a gente que colecciona títulos y "papers", y como bien sabemos para quien "va con la corriente" es mucho más fácil conseguirlos. Habría que ser ingenuo para creer que no. Vamos, es bien sabido que para pertenecer a ciertas academias hay que firmar con tres puntitos...
    3) Creo que en la UCA siempre hubo acomodo y amiguismo. Ése fue tal vez uno de los grandes errores de Mons. Derisi. Pero, por el altísimo nivel de Monseñor, los elegidos (casi) siempre eran muy buenos en los suyo. Nos podrán gustar o no, pero no podemos negar que los hermanos Estrada o Medrano, Batistessa, Valsechi, Legón, Casares, Dell'Oro Maini y un larguísimo etc. eran excelentes profesionales. Quizás a algunos les falta/ó didáctica, pero en todo caso la solución era accesoria.

    El problema fue que con el geométrico crecimiento de la Universidad se perdió el control. Y como siempre suele pasar en muy diversos ámbitos, Mons. Derisi no pensó bien su sucesión en términos administrativos.

    4) En estoy no estoy tan seguro. No voy a negar que existe un "ucatomismo" (me encantó el término) que, en sus opciones político-sociales, derivó hacia el democristianismo maritainiano (no por casualidad Mons. Ponferrada fue "il capo" de la STA y mandamás de "Sapientia"). Pero no es tan cierto que se le haya cerrado la puerta a toda filosofía cristiana no estrictamente tomista, aunque sí se haya mirado con malos ojos las innovaciones de tipo trascendentalista (pienso en Rahner -que casualmente se le abrió las puertas en la Facultad de Teología). Creo que más allá de los excesos que pudo haber en este "ucatomismo" estricto, salvó a la UCA durante décadas de las innovaciones que hoy tenemos que soportar.

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  2. Sr. Wanderer: Si bien es cierto que las dificultades económicas hubieran hecho muy difícil la supervivencia de la UCA como universidad, no lo es menos, como usted dice, que por el camino que se siguió, dejó no sólo de ser católica, sino también de ser universidad. Todo se reduce a si se quiere o no mantener una Universidad que enseñe los saberes a la luz de la Revelación y el Magisterio. Con respecto a los profesores que usted tilda de buena gente patriota y católica pero que no profesaban los saberes (por lo menos algunos, dice usted)vaya usted a ver el nivel delos de ahora y después me cuenta si estos profesan los saberes, y si son católicos por lo menos. También habla de cierta cerrazón intelectual y doctrinaria y de excomuniones fulminanates, puede ser, pero en mi caso y en el cualquier alumno de hace unos 15 años, no había nadie, por ignorancia, que pudiera discutir con un profesor sobre algún autor, o doctrina que no fuera la que nos enseñaban, sencillamente porque no las sabíamos, y para poder discutir sobre algo era necesario primero aprender. Y de todos modos los profesores, algunos de los cuales usted nombra por apodos, eran verdaderos maestros, aún cuando se pudiera, andando el tiempo, discrepar con algunas cosas, o posturas, que no hacían a lo fundamental de su enseñanza. Puede que el snobismo sirva para espantar a algunos bichos, pero tiene una capacidad asombrosa para producir católicos mistongos como diría el Padre Castellani, de esos que hoy, ante la embestida de la modernidad, se averguenzan de serlo.
    Cordialmente

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  3. Al Redactor:

    Sabiendo que voy a ser simplista, odioso, y autobiográfico, digo:

    Tu comentario acerca de lo que llamás “ucatomismo” no deja de ser un rejunte de lugares comunes, una suma de latigillos y de afirmaciones presuntuosas.

    No soy filósofo, no soy teológo. Soy solamente un abogado graduado de la UCA hace ya varios años. Fui alumno de algunos profesores de los cuales te burlas miserablemente: “Petete” Lamas y “Bocha” Montejano. Conocí y traté – lamentablemente poquísimo – a Guido Soaje Ramos, alma mater de una revista de la que deberíamos estar orgullosos por el solo hecho de haber sido hecha en nuestro país.

    Repetir la cantinela de los viejos nuevos teológos (sí, los fulminados por Humani Generis, salvados sus aciertos, que los hubo y sus conocimientos, que en algunos casos eran admirables y pienso en Congar o Chenu) no es muestra de inteligencia alguna, ni de aportacióna alguna a la filosofía perenne.

    Yo también escuché hasta el hartazgo que “tomismo” no era “lo-mismo”; que los comentadores de Santo Tomás eran “racionalistas”, que había que profundizar en las fuentes “platónicas” del Aquinate, etc., etc. y muchos etc. más

    Tuve violentas discusiones – alguna vez con queridos amigos – a causa de la “manualística escolástica” tan decadente, tan “clara y distinta”, tan neciamente despreciada (Billot, por ejemplo, o Garrigou-Lagrange).

    Me causa indignación la crítica infundada. Es fácil repetir para demoler sin exponer UN SOLO ARGUMENTO que demuestre al menos conocimiento del tema del que se trata.

    Cayetano, Juan de Santo Tomás, Capreolus, Ramírez: ¿qué podés decir de esos grandísimos comentadores? ¿Alguna vez entraste de lleno a sus obras? ¿Qué críticas - que las tienen sin duda - les podés formular después de una - debo suponer - lectura atenta, serena y meditada de sus trabajos?

    ¿O sólo repetís como un cua-cua lo que escuchaste de algún profesor “piola” que te deslumbró con Bouyer o Congar?

    Ciertamente la especulación teológica y filosófica no se agotan en un autor ni en cien autores. Ciertamente la Iglesia visible está sedienta de una verdadera renovación teológica. Ciertamente hay un progreso y ciertamente hay cuestiones que no se resuelven adecuadamente con la repetición de las sentencias de los clásicos.

    Por supuesto: con Tolkien vamos a salvar a la Teología y a la FIlosofía Perenne de su esclerotización. Fumando en pipa, seguramente.

    Saludos

    Luis María De Ruschi

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  5. Cruz y Fierro: Estoy de acuerdo con sus observaciones. La solución de una "universidad boutique" habría sido ideal, pero me parece que la fisurada Comisión Episcopal jamás la habría aceptado, aunque gustosamente se habrían adherido a la idea de transformar a la UCA en una "boutique" a secas.
    De acuerdo también en que el nivel académico no se mide por la cantidad de publicaciones, como ocurre en la actualidad, aunque a veces pueda llegar a tener cierta significación.
    Finalmente, y en estoy hay que ser justos, creo que debemos agradecerle a los ucatomistas por haber salvado a la universidad de las dañinas innovaciones filosóficas y teológicas que asolaron otras casas de estudios, aunque, quizás, se les fue un poquito la mano.
    Sr. Barionini: Cuando me refería a las excomuniones que fulminaban, y fulminan, los ucatomistas, las mismas son hacia sus colegas, no hacia los estudiantes.
    Sr. De Ruschi: No es para que se enojara tanto! Tendremos, ciertamente, diferentes visiones de algunos aspectos de la doctrina de Tomás de Aquino, pero no es para pelearse de ese modo y ser tan agresivo.
    Por otro lado, deseo aclararle a Ud. y al Sr. Barionini que en ningún momento fue intención mía burlarme de los profesores (que éstos realmente lo son) Montejano, Lamas y Soaje Ramos. Simplemente los nombraba con los apodos con los que sus amigos los llaman. Para tranquilidad de ambos, he variado la redacción del post.
    No sólo con Tolkien. También con Newman, Lewis y muchos ingleses más, fumando pipa y bebiendo whisky .
    Finalmente, ya está hecha la corrección dinástica que me indicaba en el segundo comentario. Ud. tenía razón y le pido que me disculpe. Mis estudios genealógicos y heráldicos son muy pobres; no pude aprenderlos en ninguna institución.

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  6. Redactor:

    aprecio tu honestidad y pido disculpas por el tono poco moderado.

    En verdad es un tema muy delicado y como observara en mi comentario, tuve por causa de esa postura reacia a los comentadores de Santo Tomás peleas bastante fuertes con amigos muy entrañables.

    Dicho esto, saludo amistosamente.

    Y aclaro: no tengo nada contra Tolkien, menos contra Newman, y mucho menos con el whisky

    Luis María De Ruschi

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