sábado, 23 de agosto de 2008

Arn Tempelridderen


Se trata de una excelente película que me recomendó un amigo al que, a su vez, se la había recomendado otro. Como pocas, presenta a la Edad Media y a algunos aspectos del cristianismo medieval con una admirable fidelidad. He podido encontrar sólo algunos detalles:

1) Al inicio aparece un cabellero teutónico. La orden teutónica fue fundada veintiún años después de cuando se desarrolla la acción de la película.

2) Aparecen unas monjas cantando un gregoriano muy al estilo Solesmes y, si bien introducen cierta polifonía, en ningún caso es el gregoriano medieval, al menos tal como lo ha reconstituido Marcel Perès.

3) Aparece el interior de un templo románico en que sus paredes y columnas son de piedra pura. En realidad, los templos medievales estaban profusamente pintados de colores bastante chillones. Ha sido el tiempo, y no los artistas medievales, el que le ha dado el color con que los vemos hoy. Podría aducirse, sin embargo, de que se trata de un monasterio cisterciense y que, por tanto, poseían una ornamentación más austera.

Como ven, se trata de simples e insignificantes detalles.

Prosit!


viernes, 22 de agosto de 2008

El Athonita y la Liturgia


Reapareció el Athonita con una bellísima reflexión acerca de la litrugia. Aquí se las dejo. Vale la pena leerla.

Pero ya le voy adelantando, don Athonita, alguna objeción: 1) Todo muy bien lo suyo, pero me parece que le escapa al bulto. Todo lo lindo y bello que Ud. dice de la liturgia, ¿tiene lugar en el Novus Ordo? Lo dudo, al menos tal como se celebra habitualmente, aún en San Nicolás.

2) Ud. habla del "ite Missa est", del "Sanctus", del "Agnus Dei" pero, por lo que sé, Ud. nunca pronuncia esas palabras sino sus equivalentes castellanas. A mí me cuesta entender, discúlpeme, que Uds., monjes de vida contemplativa, recen la liturgia es castellano. ¿Es qué no saben latín? ¿O es que lo desprecian? ¿O es que son políticamente correctos? ¿O es que le tienen miedo al arzobispo?


Tu que puedes, vuélvete


“Sólo el divino Redentor, como Hijo predilecto del Padre Eterno,
de quien conocía el inmenso amor,
pudo elevarle un digno himno de acción de gracias.”

Pío XII, Mediator Dei 91

“Todos nosotros, íntimamente unidos a Cristo,
debemos tratar de sumergirnos en su Alma Santísima y unirnos a Él
para participar así en los actos de Adoración
con los que El ofrece a la Trinidad Augusta el homenaje más grato y aceptable,
en los actos de Alabanza y de Acción de gracias que El ofrece al Padre Eterno.”

Idem, 159

“El Verbo de Dios, al tomar la Naturaleza humana,
introdujo (inveho) en el destierro terreno
el himno que se canta en el Cielo desde toda la eternidad.
Él une a Sí a toda la comunidad humana
y se la asocia en el canto de este himno de alabanza.

Idem 179



Hablando de Liturgia… se me dio por remontar el curso del Río hacia su Fuente (“el Jordán se volvió atrás…”) en busca de la Liturgia primordial, el Arquetipo. Y mientras andaba pensé en esa muchedumbre de testigos del Apocalipsis… y no: al llegar a ellos, el agua ya venía bajando. Y pensé en el triple Sanctus de los ángeles ante el Trono… y no: había más curso, aguas arriba. Y escuché del mismo río: “Tú que puedes: vuélvete… Los cerros que tanto quieres –me dijo- allá te están esperando.”

Y me le animé al cerro. Y estaba allí Nuestro Señor en oración.

Jesús reza.
El dato nos resulta tan cierto como sabido y trillado. Una seña más -de las tantas- con que armamos nuestro identikit del Señor. No obstante, la oración de Jesús es como una ‘puerta-trampa’. Pasando por uno de tantos detalles más de su vida, cuando la abordamos con ingenio y esmero, descubrimos que lo que parecía parte del decorado es una abertura que nos hace caer de bruces en un ambiente muy otro: inmenso, insospechado, abisal. Lewis acotaría -como en su acceso a Narnia- que a esta comarca no se entra caminando: más bien se cae adentro (en inglés se emplea mucho esto de caer-en; por ejemplo “enamorarse” no es una acción programable sino que se “cae en el amor”).
Y me acordé de un monje que decía que la genuflexión al entrar a una iglesia es la expresión externa de un indominable y torpe caerse íntegro del alma al acceder al ámbito divino. Y me acordé del “cayendo el alma en la cuenta” de san Juan de la Cruz y qué bien explica el Santico la maravilla de este gerundio, del estarse cayendo sin fondo…
Y me acordé de Borges, y su “tuve vértigo y lloré” al acceder a su inmenso Aleph, Origen y Arquetipo también.

Y nosotros, ¿en qué país de maravillas caemos si hallamos el fondo del armario del Cristo en oración? Titila el cursor... Muchos nombres válidos se amontonan en forcejeo por acaparar la respuesta. ¿A cuál darle primacía? Todos los nombres lo dicen con verdad y todos dejan lo más por decir... (Como remata su Comedia Dante: qué poco expresa la palabra ‘poco’ lo poco que logramos de Dios decir).
Estamos ante el mundo de Dios, es Dios mismo en su inmenso espacio interno. Se trata de un país de Fuego y Luz, donde el Amor -que nosotros entendemos como consigna- es ámbito y aliento. No hay tiempo, pero ocurren cosas. Todo es conocido, pero a nada le falta asombro y novedad. Todo es más añejo que el Orbe, como fresco y primordial. Todo es paz y calma, pero hay un Drama, un Celo voraz que hace añicos la apatheia griega y el nirvana oriental... Hay Vida, Fuego, Asombro, Pasión, Amor: ojos grandes que se miran y se entregan enteros en la mirada del Otro. Todo esto se da (ocurre y se entrega) no “más-allá” sino “más-adentro” de la plegada plegaria de Cristo. Quien encuentra esta “puerta” accede -tras incorporarse- a un maravilloso y vertiginoso viaje por el interior de Dios.

Es la Liturgia intratrinitaria.
Sí. El Manantial de toda Liturgia, la eterna Fonte –que mana y corre- es un Canto eterno de Amor que se entregan y reciben las Tres Personas divinas, desde antes de la Creación del Mundo. He aquí el Arjé de la liturgia, el irremontable Arquetipo litúrgico. (Quien lo expresa bien en Occidente es Isabel de la Trinidad, por ejemplo).

Y a esta Fiesta trinitaria accedemos por una sola Puerta (Jn 10,9), que es la oración de Cristo. Ratzinger en su “cristología espiritual” dirá: “Quién es Jesús sólo puede verse si se ve a Jesús orando”. Por eso, abordar su oración tiene ese extraño poder de hacernos caer dentro Suyo, a su más profundo Centro. Nos transporta sin escalas del “qué dicen ustedes que hago” al “quién dicen que Soy”. Y porque Pedro lo vio orar, responde sin riesgos: Tú eres un Hijo. Un Hijo de cara al Padre. En Eterna Alabanza.

Sí. Dentro de Cristo hay un mundo. Un mundo litúrgico de vínculos. Un Logos en Dia-logos. Un pulso espiritual que es la sangre misma en que vive, se mueve y existe su eterna condición de Hijo. Previa incluso a su Sacerdocio.
¿Su Rito? Su rito es un ritmo: un ritmo cordial. Que se ejerce desde toda la eternidad y que a partir de la Encarnación, se traduce en Carne de Uno de Ellos. Veamos: a cada instante -“así en la tierra como en el Cielo”- una Voz, que es fecundidad y poder, Eros y Ágape, Trueno inefable, dice “Tú eres mi Hijo, Yo te engendro ahora” y el Hijo recibe -a cada instante- el Ser filial. El Ser Dios de Dios, Luz de Luz.
Y a ese diástole sin principio, responde con un sístole de gozo, de admiración, de entrega, de asombro. Y con ternura inefable, completa el pulso divino con su ritmado: ¡Abbá! Tú eres mi Padre! Y así, la Vida de Dios -llamada Trinidad- irriga su insondable interior.
Y el Rojo fluir del Amor de Uno a Otro es tan “Sí mismo”, que es Otro a ambos. Es Persona: es el Espíritu Santo, Quien sondea los abismos de esta Liturgia de vértigo sin nunca hallar el fondo en Ninguno. Saltando de un Abismo a otro Abismo, con estruendo inefable, cual Maestro de ceremonias, despliega en rúbricas de Gloria la eterna Fiesta del Amor increado.

He aquí -descripta con la torpeza propia del escuálido idioma humano- la Vida misma de Dios. La Vida interna de Dios, como Liturgia primordial.
Nuestro amado Mago alemán, con más ciencia y pluma, lo ha resumido así: “la Liturgia es participación en el Diálogo trinitario entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; sólo así no es un ‘hacer’ nuestro sino un Opus Dei, acción de Dios en nosotros y con nosotros.”

Es en ese “Narnia” donde hay que intentar caer. Pero ese Narnia sempiterno es -en principio- inaccesible a toda criatura… hasta que, en Cristo, el armario se desfondó.

Cuando los discípulos sorprendieron al Maestro encendido en oración y le pidieron ser parte, lo que en verdad ocurrió fue un milagro mucho más asombroso que la seca enseñanza del Padrenuestro. Lo que pasó fue que este Verbo Eterno decidió compartir su en principio intransferible condición de Hijo Único. Como diciendo: cuando oren, oren desde mi propia condición. O más: cuando oren, oren en Mí. Y así, entrar-caer en Cristo es ingresar en su Mundo de vínculos, de fuegos y pasiones, de vértigos inefables y proyectos divinos. ¡Esa es la oferta oracional del Maestro! De esa Liturgia son sacramento nuestras liturgias terrenas, en su admirable variedad de ritos. Allí el tiempo se suspende, y el espacio cósmico se discontinúa. Se interrumpe –se expropia- una coordenada mundana para incrustar allí Lo eterno y Lo infinito en una parcela ínfima: un lote a mitad de cuadra, una esquina de manzana… transformada en desmesurado Aleph sin principio, que todo lo contiene.
Ingresar a ese ámbito de plegaria divina, implica participar como dioses, como ciudadanos del Cielo, como miembros del Mundo interno de Dios, de su Sacrum Convivium.

Celebrar la Liturgia será así subirse a una corriente de Amor mutuo que ya está en ebullición cuando llego y sigue cuando tras el “ite Missa est”, dejo sin dejarlo.
La Liturgia cristiana no es el titubeo humano por hacer y decir algo digno de Dios. Es Acontecimiento -y Acontecimiento divino- que me invita a tomar parte. Mira: Yo pongo ante ti la Plegaria (la del Hijo Único): escógela y vivirás de ella. Pues ella vivirá en ti.

Es que Bulnes no es Bulnes. Ni San Nicolás es tal. Ni el Athos, ni Venezuela ni Narek. “¡Suyos son sólo los atrios!”, canta un antiquísimo tropario antioqueno. Tras ese umbral, el ámbito que se abre ante el genuflexo, ya no es de este Mundo. Expropiado, arrancado de sus entrañas, las iglesias son parcelas de Cielo; pero más aún, son los interiores de Dios incrustados en la coordenada cósmica.

Dios nos conceda a todos, antes de partir, escuchar del Río: “tú que puedes, vuélvete”. Y así “tener vértigo y llorar” ante la Divina Liturgia, ante un Kyrie, un Sanctus, un Pater o un Agnus Dei puestos en nuestros labios cual brasas ardientes, cual exceso y desmesura de un Dios pródigo, que en su extrema locura, nos ha donado la Oración de su Hijo.


El Athonita

domingo, 17 de agosto de 2008

Asunción Novus Ordo


Debo ser sincero. Cuando me conviene y cuando no. He perdido varios amigos por no saber callar algunas opiniones, y quizás pueda perder alguno más. Pero quiero testimoniar algo que me sorprendió positivamente.

El viernes, 15 de agosto, temía no poder cumplir con el precepto. Cuestiones de tiempo, de reuniones, de corridas, de atrasos. Llegado ya el ocaso del día, la única posibilidad que me quedaba era asistir a una misa Novus Ordo en la parroquia más cercana: San Nicolás de Bari, de Santa Fe y Uruguay.

Hacía años que no iba a una misa novus, con las excepciones de las grajeas kukús que ya relaté en este blog. Pues bien, quedé sorprendido. Por cierto que tuve que soportar canciones melosas acompañadas con órgano de tubos y ancianitas vestidas de casacas blancas, fácilmente confundibles con la esposa del portero del edificio cuando limpia el palier, que repartían la comunión, generalmente en la mano de los feligreses.

Pero el sacerdote que celebró, P. Eliseo, lo hizo dignamente. En su homilía demostró ser un hombre de fe: cree en la asunción de la Santísima Virgen en cuerpo y alma a los cielos, cree en la resurrección de Nuestro Señor, cree en la juicio final y en la resurreción de los muertos, sin subterfugios ni explicaciones comunitaristas. Y esto es bastante, casi antológico. Seguro que no llega a obispo.

Habían dos sacerdotes confesando. Aproveché y me confesé de rodillas en un confesionario con uno de ellos quien, simplemente, me confesó, me dio una penitencia, me hizo rezar el pésame y me dio la absolución, y todo en menos de cinco minutos. No intentó hacer psicoanálisis, ni preguntarme por mi situación familiar, ni convencerme de que mis pecados no son pecados sino que debo buscar otros que seguramente cometo.

La iglesia estaba llena, con gente de pie en los costados. Vi a madres jóvenes con sus hijos pequeños enseñándoles a rezar; vi gente mayor y jóvenes devotos.

La misa, con homilía incluida, no duró más de 50 minutos. Hoy, para compensar, fui a Misa a la Fraternidad: Una hora cuarenta y cinco de penosa duración, casi como un pontifical bizantino en Atenas, pero sin su belleza y con un cura que, como es habitual, no dice más que sandeces.

No renuncio a mis críticas al Novus Ordo. Es más, suscribo todas las afirmaciones de Ludovicus en sus comentarios al último post. Pero tampoco soy un talibán.
gibelino@hotmail.com

miércoles, 13 de agosto de 2008

Las paradojas de Silvano


Silvano, un lector del blog, nos envía un elenco de paradojas acerca de los ordos romanos vigentes.

En realidad, no estoy muy de acuerdo con estas paradojas, porque creo que, algunas, no son tales y en otras, hay mala información. Pero como yo no lei el libro de Henri Hello, respeto la libertad de prensa.


Estimado Wanderer:
Mi comentario: sin tomar posición, quisiera volcar sobre la mesa algunas paradojas que se dan en el debate litúrgico en torno al doble Ordo romano. Y antes de verterlas aclaro que con ello no procuro relativizar, eufemizar o bastardar todo el asunto, sino despiojarlo de los “ismos” predeterminantes de los que tan, pero tan bien se desinfecta en este blog. También en materia litúrgica cabe desinstalarse de lo políticamente correcto (tanto del bando progre como tradi), del abusado argumento de autoridad y del maldito kombo… para discernir –en materia tan opinable como lo es un lenguaje (la liturgia es un lenguaje, entre varias otras cosas)- cuál sea mi parecer. (Nota: lenguaje no significa mera convención; digo lenguaje desde una semiología sana, donde significante y significado guardan un vínculo real, no necesario, pero sí conveniente u oportuno).Dicho esto, antes que suene el gong de W., vayan seis paradojas, entre la docena y media que oferta el status quo de la Quaestio, (algunas más tensas que otras):
1. Que los que insisten en que el cura es como todos, es uno más, y que en la Liturgia somos todos iguales, sean los defensores a ultranza de que el que preside la celebración no rece en el mismo sentido que los demás si no que sea el “otro”, el opuesto, el que está del otro lado, “enfrentado” al Pueblo. Y que, paradójicamente, a quienes subrayan con vehemencia que el sacerdote está actuando in Persona Christi les haga tanto ruido que éste (o mejor, Éste) de cara a su Pueblo les diga “tomad y comed”, y de cara a su Pueblo, como en el Gólgota, derrame su Sangre pro multis.
No sé cuál sea el mejor lenguaje para expresar el Misterio, pero sí tengo claro que unos y otros deberían pulir un poco su argumentación, que hace agua de ambos costados cuando está ideologizado y se descuida “la cosa”, la “res” en debate, entre manos.2. Que los que esgriman como argumento central “La” Tradición, lo que hicieron nuestros Padres, seguir por donde veníamos, olviden –o ignoren- cuántas de las “novedades” del “Novus” Ordo son extraídas de formularios que cuentan con algunas lunas, lustros y hasta siglos de mayor antigüedad que la reforma instalada por Pío V. La Plegaria eucarística II –novedad del post-Concilio- es casi entera de san Hipólito, la III, de san Basilio y siguen los ejemplos… (Me hace acordar a los que defienden a capa y espada los derechos de los mapuches, desplazados por los “huincas”… olvidando que ellos hicieron lo mismo con los nativos anteriores y esos a su vez con los previos…).
Y que, paradójicamente, los promotores del progresismo y la modernidad, desprecien la Liturgia Moderna de la contrarreforma y ejerzan –casi sin saberlo y sin quererlo- gestos litúrgicos de los tiempos más románicos y romanos.3. Que los fanáticos del mundo sin fronteras, ciudadanos del mundo, promotores del insólito esperanto, renieguen del latín, cuyo valor es ser la lengua común del Nuevo Israel, del Pueblo de Dios; y que los mismos, cuando se obsesionan por el latinoamericanismo, por la hermanada América, destituyan casi con asco los vosotros, los “isteis” y los “iereis” contra el uso vernáculo de todo el resto de los hispanoparlantes; y que, en curiosa paradoxa, los celosos de la Patria y de un argentinismo a ultranza, defiendan –cuando lo vernáculo fuera válido- el castellano foráneo y les resulte tan blasfemo el uso argentino de esta lengua. 4. Abrevio: que los cultores de la expresión corporal, del yoga, y la sensualidad participen de la Liturgia cuanto más sentados y quietos, mejor; mientras sus oponentes, a veces rayanos en lo maniqueo en materia moral, defienden los golpes al pecho del Confiteor y el Agnus, el hincarse, santiguarse y demás recursos a la expresividad corpórea.
5. Que algunos modernos promuevan los milenarios íconos (léase Taizè, hermanitas de Jesús, las paulinas ahora), mientras cierto tradicionalismo fomenta las voluptuosas Madonnas renacentistas…
6. Que en materia de cantos de Misa ambos caigan tan simétricamente en el mismo pozo de la gravidez pasional y humana y no remonten vuelo a lo sacro, a lo divino, a lo “áltero”. Sí: el “Cristo Jesús en Ti la Patria espera” tiene la misma aplastada bodoqueidad que el “Toma mi mano hermano”. Sólo el melisma gregoriano no se estrella en Punta Carrasco.
En fin, noto mucha modernidad en unos y otros; y para el caso, hallo tanto “mundo” en la estola amerindia colorinche como en la cauda y los ribetes.
Más acá de las paradojas, lo que se ve desde la imparcialidad –o su intento al menos- es un debate muy flojo en lo teológico y –en unos y otros- una chorrera de sofismas que podrían ser la panzada de una clase de Lógica. Como aquello de que las normas del Nuevo Misal son malas porque los curas –que son malos- infringen las normas del Nuevo Misal… ¿Cómo? Sí, como lo escucha. Y está en negro sobre blanco, con membretes, sellos y lacres… Tiene un aire a Lógica Kukú, o al posmoderno que arremete muy seguro: yo no estoy de acuerdo con la indisolubilidad del matrimonio: miren si no la de divorcios y cuernos que se dan entre los que se casan…


Silvano

martes, 12 de agosto de 2008


Copiado directamente, y sin escrúpulos, de otro blog, por sugerencia druidica:


Ofrecemos la traducción de la entrevista que Marco Politi realizó, para el diario La Repubblica, a Monseñor Albert Malcolm Ranjith, secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
***
La señal ha sido clara. Primero en Corpus Christi en Roma, luego se ha visto en todo el mundo en Sidney. Benedicto XVI exige que, delante de él, la Comunión sea recibida de rodillas. Es una de las tantas cosas que ha recuperado este pontificado: el latín, la Misa tridentina, la celebración de espaldas a los fieles.
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El Papa Ratzinger tiene un plan y el monseñor srilankés Malcolm Ranjith, que el Pontífice ha querido junto a sí en el Vaticano como secretario de la Congregación para el Culto, lo delinea con eficacia.
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La atención a la liturgia, explica, tiene el objetivo de una “apertura a lo trascendente”. Por petición del Pontífice, preanuncia Ranjith, la Congregación para el Culto está preparando un Compendio Eucarístico para ayudar a los sacerdotes a “disponerse bien para la celebración de la adoración eucarística”.
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La Comunión de rodillas, ¿va en esta dirección?
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En la liturgia se siente la necesidad de reencontrar el sentido de lo sagrado, sobre todo en la celebración Eucarística. Porque nosotros creemos que lo que sucede sobre el altar va mucho más allá de lo que nos podemos imaginar humanamente. Y, por lo tanto, la fe de la Iglesia en la Presencia Real de Cristo en las especies Eucarísticas debe ser expresada a través de gestos adecuados y de comportamientos distintos a los de la cotidianidad.
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¿Marcando una discontinuidad?
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No estamos delante de un jefe político o un personaje de la sociedad moderna, sino delante de Dios. Cuando sobre el altar desciende la presencia del Dios eterno, debemos ponernos en la posición más adecuada para adorarlo. En mi cultura, en Sri Lanka, debemos postrarnos con la cabeza en el suelo como hacen los budistas y los musulmanes en oración.
*
La Hostia en la mano, ¿disminuye el sentido de trascendencia de la Eucaristía?
*
En cierto sentido, sí. Expone al que comulga a sentirla casi como un pan normal. El Santo Padre habla a menudo de la necesidad de salvaguardar el sentido de la “alteridad” en cada expresión de la liturgia. El gesto de tomar la Sagrada Hostia y, en lugar de recibirla, ponerla en la boca nosotros mismos, reduce el profundo significado de la Comunión.
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¿Se quiere contrarrestar una banalización de la Misa?
*
En algunos lugares se ha perdido el sentido de lo eterno, lo sagrado o celestial. Hubo una tendencia de poner al hombre en el centro de la celebración y no al Señor. Pero el Concilio Vaticano II habla claramente de la liturgia como actio Dei, actio Christi. En lugar de ello, en ciertos círculos litúrgicos, ya sea por ideología o por un cierto intelectualismo, se ha difundido la idea de una liturgia adaptable a diversas situaciones, en la que se debe dar espacio a la creatividad para que sea accesible y aceptable para todos. Luego están también los que han introducido innovaciones sin siquiera respetar el sensus fidei y los sentimientos espirituales de los fieles.
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A veces, incluso obispos empuñan el micrófono y se dirigen a sus oyentes con preguntas y respuestas…
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El peligro moderno es que el sacerdote piense que él es el centro de la acción. De este modo, el rito puede tomar el aspecto de un teatro o de la performance de un presentador televisivo. El celebrante ve a la gente que lo mira a él como punto de referencia y se corre el riesgo de que, para tener el mayor éxito posible con el público, invente gestos y expresiones como si fuera el protagonista.
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¿Cuál sería la actitud correcta?
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Cuando el sacerdote sabe que no está él en el centro sino Cristo. Respetar la liturgia y sus reglas, en humilde servicio al Señor y a la Iglesia, como algo recibido y no inventado, significa dejar más espacio al Señor para que, a través del instrumento del sacerdote, pueda estimular la conciencia de los fieles.
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¿También son desviaciones las homilías pronunciadas por laicos?
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Sí. Porque la homilía, como dice el Santo Padre, es el modo en que la Revelación y la gran tradición de la Iglesia es explicada para que la Palabra de Dios inspire la vida de los fieles en sus elecciones cotidianas y haga a la celebración litúrgica rica en frutos espirituales. Y la tradición litúrgica de la Iglesia reserva la homilía al celebrante. A los obispos, a los sacerdotes y a los diáconos. Pero no a los laicos.
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¿Absolutamente no?
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No porque ellos no sean capaces de hacer una reflexión sino porque en la liturgia deben ser respetados los roles. Existe, como decía el Concilio, una diferencia “en esencia y no sólo en grado” entre el sacerdocio común de todos los bautizados y el de los sacerdotes.
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Hace algún tiempo, el Cardenal Ratzinger se lamentaba de la pérdida del sentido del misterio en los ritos.
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A menudo, la reforma conciliar ha sido interpretada o considerada de un modo no del todo conforme al espíritu del Vaticano II. El Santo Padre define esta tendencia como el anti-espíritu del Concilio.
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A un año de la plena reintroducción de la Misa Tridentina, ¿cuál es el balance?
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La Misa Tridentina tiene en su interior valores profundos que reflejan toda la tradición de la Iglesia. Hay más respeto hacia lo sagrado a través de los gestos, las genuflexiones, los silencios. Hay más espacio reservado a la reflexión sobre la acción del Señor y también a la devoción personal del celebrante, que ofrece el sacrificio no sólo por los fieles sino también por sus propios pecados y su propia salvación. Algunos elementos importantes del antiguo rito pueden ayudar también a la reflexión sobre el modo de celebrar el Novus Ordo. Estamos en medio de un camino.
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En el futuro, ¿ve un rito que tome lo mejor del antiguo y del nuevo?
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Puede darse… yo quizás no lo veré. Pienso que en las próximas décadas se llegará a una valoración global del rito antiguo y del nuevo, salvaguardando lo eterno y sobrenatural que ocurre sobre el altar y reduciendo todo protagonismo para dejar espacio al contacto efectivo entre los fieles y el Señor a través de la figura, no predominante, del sacerdote.
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¿Con posiciones alternadas del celebrante? ¿Cuándo el sacerdote estaría vuelto hacia el ábside?
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Se podría pensar en el ofertorio, cuando las ofrendas son llevadas al altar, y desde ese momento hasta el fin de la plegaria eucarística, que representa el momento culminante de la "trans-substantiatio" y la "communio”.
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Desorienta a los fieles que el sacerdote esté de espaldas a ellos…
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Es un error hablar así. Al contrario, se dirige al Señor junto con el pueblo. El Santo Padre en su libro “El espíritu del Concilio” ha explicado que cuando nos sentamos alrededor mirando cada uno la cara del otro, se forma un círculo cerrado. Pero cuando el sacerdote y los fieles miran juntos hacia el Oriente, hacia el Señor que viene, es un modo de abrirse a lo eterno.
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¿En esta visión se inserta también la recuperación del latín?
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No me gusta la palabra recuperar. Estamos implementando el Concilio Vaticano II que afirma explícitamente que el uso de la lengua latina, salvo el derecho particular, debe ser conservado en los ritos latinos. Entonces, incluso si se ha dado espacio a la introducción de las lenguas vernáculas, el latín no ha sido abandonado completamente. El uso de una lengua sagrada es tradición en todo el mundo. En el Hinduismo la lengua de oración es el sánscrito, que ya no está en uso. En el Budismo se usa el Pali, lengua que hoy sólo los monjes budistas estudian. En el Islam se emplea el árabe del Corán. El uso de una lengua sagrada nos ayuda a vivir la sensación de la alteridad.
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¿El latín como lengua sagrada en la Iglesia?
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Por supuesto. El Santo Padre mismo dice en la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis, 62: “Para expresar mejor la unidad y universalidad de la Iglesia, quisiera recomendar lo que ha sugerido el Sínodo de los Obispos, en sintonía con las normas del Concilio Vaticano II: exceptuadas las lecturas, la homilía y la oración de los fieles, sería bueno que dichas celebraciones fueran en latín”. Por supuesto, durante los encuentros internacionales.
*
Dando nueva fuerza a la liturgia, ¿qué es lo que quiere lograr Benedicto XVI?
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El Papa quiere ofrecer la posibilidad de acceso a la maravilla de la vida en Cristo, una vida que viviéndola aquí sobre la tierra nos hace sentir la libertad y la eternidad de los hijos de Dios. Y este tipo de experiencia se vive fuertemente a través de una auténtica renovación de la fe, la cual supone pregustar de las realidades celestiales en la liturgia que se cree, se celebra y se vive. La Iglesia es, y debe ser, el instrumento válido y el camino para esta experiencia liberadora. Y su liturgia es la que hace posible estimular tal experiencia en sus fieles

viernes, 8 de agosto de 2008

Domenico Zipoli


Les dejo un link para bajar el CD completo cuya portada aparece en este post. Está incluida la Misa en Fa de Domenico Zipoli, el jesuita italiano que compuso música religiosa adaptada a las posibilidades vocales de los indios de las colonias.

Esta Misa es muy bella, típicamente americana, y bastante difícil de conseguir.

Prosit!

http://rapidshare.com/files/86520775/MusPasLatAmer-Vol07_Jariz.part1.rar http://rapidshare.com/files/86768943/MusPasLatAmer-Vol07_Jariz.part2.rar

El password es: jariz

lunes, 4 de agosto de 2008

Los Midas menores


Quedé sorprendido con la lectura de los últimos comentarios del Gran Inquisidor. Nunca mejor elegido el pseudónimo y, en casos como este, realmente se entiende, y hasta se justifica, que el enemigo califique a los años de la Inquisición como “oscurantistas”.
La descripción fenoménica del hecho es fácil; más difícil es intentar una explicación racional de semejante actitud irracional. Al hacerlo, se me vino a la memoria la figura fabulosa de Midas, aquel rey que, por concesión de los dioses, convertía en oro todo lo que tocaba. En este caso se trata de Midas menores, porque lo que tocan lo convierten en piedra fría y gris. Y así, van armando una interesante colección de pequeños idolillos a los que colocan en hornacinas de un gran retablo, y a los que se complacen en rendir culto y pleitesía a diario.
Tocaron con su dedo a Santo Tomás quien, de maestro, se convirtió en ídolo y bandera de unos cuantos; tocaron con su dedo a San Martín y, de humano hijo de su tiempo con virtudes y defectos, se convirtió en intangible semidios; e via dicendo...
Por cierto que es muy cómodo petrificar personajes, sobre todo cuando están muertos. El bloque de piedra no puede decir nada y sufre en silencio cuantos golpes de cincel sus devotos seguidores quieran asestarle. El pobre Tomás petrificado ha sido pacientemente cincelado a través de los siglos. Cayetano, Juan de Santo Tomás, Capreolo, los comentaristas salmantinos y los ríoplatenses, entre otros, se ocuparon de modelar la nueva figura del Tomás tomista. Y ahora, el Santo Tomás escolástico que habitualmente nos enseñan y que invariablemente nos explican en los manuales, no es más que un remedo de fray Tomás, el maestro parisino del siglo XIII.
Pero los Midas menores no se conforman con esto. Han reservado un buen número de hornacinas en el costado izquierdo del gran retablo para los ídolos malditos, porque también se complacen en petrificar enemigos. Aparece, entonces, el minúsculo padre Manantiales y toca con su dedo regordete a Tolkien, y lo convierte en un ídolo negro y maldito, de quien todos sus feligreses se alejarán cuidadosamente y se dedicarán a denostar y advertir del peligro de leer sus obras, sin haber leído ellos mismos ni siquiera una página. Y otro rex sacrificulus toca a Bouyer, a Chenú, a Danielou y a toda la Nouvelle Théologie y, petrificada, es condenada en bloque a los nichos de los réprobos. Y no falta algún otro monancillo que condena a los rubios que toman whiskey y leen autores británicos por anglófilos y sodomitas, y así la colección va creciendo.
Los pontífices de semejante templo idolátrico, recargado de pétreas figuras blancas y negras, pueden ahora dedicarse a recolectar esclavos a los que ubican prolijamente sentados y encadenados mirando hacia el frente y con prohibición expresa de desviar la mirada y, mucho menos, de intentar alejarse hacia las tinieblas exteriores de este templo humano, bajo pena de condenación eterna. Cual otros prisioneros de la caverna platónica, están convencidos de que la realidad la constituyen las grises y frías esculturas que contemplan.
Y quien se acerque a decirle que esas figuras son piedra cincelada que no reproducen el modelo que pretenden; quien venga a animarlos a experimentar el gozoso ejercicio de pensar libremente, con la libertad de los hijos de Dios; quien se atreva a tocar a algún ídolo de la colección, correrá la misma suerte que el mensajero del que nos habla el divino Platón: será asesinado.
Ande con cuidado don Pablo, y Tollers, y el Normando, y la pequeña Mary y el pobre Wanderer.


Nota 1: Para quienes gustan de la polifonía inglesa renacentista, pueden bajar el CD completo "Spem in Alium" de los Tallis Scholars, de estos dos vínculos:
Era mi intención ponerlos en El Arcón, pero el Google me lo cerró por violar las reglas del copyright. Espero que ningún fiscal se entere.
Nota 2:Está ya disponible en la página de Jack Tollers (ver las solapas de la cabecera de este blog) el tercer capítulo de su excelente Catena argentea.

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