Leí hoy un sermón de Newman que finaliza con un párrafo nunca más oportuno para estos días. Aquí va:
Aprovechemos de aquello que cada día, que cada hora que pasa nos enseña. Aquello que nos parece sombrío en un momento, reflejará al Sol de Justicia cuando haya pasado. Y todo esto que pasa nos da una enseñanza para el futuro, que es tener fe en lo que no vemos. El mundo parece seguir con su tren acostumbrado. No hay nada de celestial en nuestra sociedad, ni en las noticias del día, en en los rostros de la multitud, de los ricos y de los poderosos, y en la masa de hombres que se afanan; ni en las palabras de las gentes de letras, en las acciones de los grandes, en los consejos de los sabios, las decisiones de los soberbios, el fasto y la pompa de los opulentos. Pero, sin embargo, el Espíritu de Dios, bendito por siempre, está aquí. La presencia del Hijo Eterno, diez veces más glorioso y más potente que en los días de su carne, está con nosotros. Tengamos siempre presente en nuestro interior esta verdad divina: cuanto más secreta es la mano de Dios, más poderosa es; cuanto más silenciosa es, más temible es. Vivimos bajo el temible ministerio del Espíritu, y cualquiera que habla contra Él arriesga mucho más de lo que pudiera pensar; y cualquiera que se aflige pierde más gracias y de gloria de lo que podría imaginar.
PPS 4, 265.
Sin duda los santos son la sal del mundo... ademas de un bello consuelo y aliento para nuestro corazón.
ResponderEliminarMuy lindas palabras las del Cardenal, me hubiera gustado mucho tener un cardenal asi.
Bueno, lo tiene a Bergoblio, para el caso.
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