Desde marzo de 1961, Angelelli había sido obispo auxiliar de Córdoba y en julio de 1968 Pablo VI lo designó al frente de la diócesis riojana, donde anuncio que se preocuparía “por el hombre que tiene hambre, que le falta salud, que no tiene trabajo”, por un pueblo “que se siente engañado y frustrado”.
Muy pronto consiguió malquistarse con los terratenientes locales y el poder político. Nadie llevó mas a fondo las recomendaciones del Concilio y Medellín, comenzando por la tarea conjunta con sacerdotes y laicos. En la Pascua de 1969 propuso salir de los templos a la realidad riojana después de la Eucaristía, sin ataduras ni silencios cómplices con el poder. Invitó a personas no eclesiales y hasta a no creyentes a la Semana Diocesana, cuyo Documento Final elaborado por medio centenar de curas y monjas y un centenar y medio de laicos dijo que la injusticia y la violencia constituían “un pecado institucionalizado”. Esto le valió las primeras acusaciones de preferir a comunistas y ateos sobre los católicos. El documento proclamó que la tierra tiene que ser para quien la trabaje. Mientras muchos de sus colegas se espantaron por el Cordobazo Angelelli lo llamó grito de rebeldía de la juventnd y la clase obrera y le dio una interpretación profética: “Las fogatas de la destrucción" habían encendido una luz que iluminaba “el compromiso para que nadie muriera de hambre ni fuera excluido”. El obispo estaba poco en su despacho porque recorría en una camioneta los pueblos más postergados de la provincia. Desde uno de ellos se opuso al monopolio del agua, que como la tierra y el pan es para todos. “Y esto no es subversión”, advirtió en setiembre de 1969. En noviembre constituyó un Consejo Diocesano de Laicos para que en comunión con la jerarquía creara comunidades misioneras abiertas al dialogo con todos y normalizara las asociaciones, instituciones o movimientos eclesiales, cuyas autoridades y un par de sacerdotes reprocharon por su puesta en estado de asamblea.
Al finalizar 1969 los sacerdotes que formaban el Decanato de los Llanos, uno de los cuatro en que Angelelli dividió su diócesis, dijeron que Cristo vive pisoteado y humillado en la persona de nuestros hermanos llanistas. Luego de enumerar las penurias de comunidades que ni siquiera tenían agua recordaron a Facundo y al Chacho Peñaloza, que “se jugaron hasta derramar su sangre por la liberación”, y a la pionera de la educación popular Rosario Vera Peñaloza. Para los presbíteros de los Llanos los sinsabores y la persecución eran los signos que comprobaban la fidelidad de la Iglesia a su misión: “Cuando la Iglesia se limita a enunciar una doctrina abstracta, intemporal, se la tolera sin mayores resistencias, [que] se hacen sentir cuando su enseñanza toca las realidades concretas. […] Jesús fue condenado a una muerte de cruz porque se enfrentó a una situación de pecado y no trepidó en señalar con nombre y apellido a los que la provocaron”.
En 1970 Angelelli polemizó con el interventor federal Guillermo Iribarren, quien lo llamó resentido por enumerar miserias sin aportar soluciones. Iribarren planteaba la eterna alianza de poderes contra “la subversión izquierdista” cuyas intenciones creía “fatales para la cristiandad y para la Iglesia”. Un gobernante tradicional trataba de explicarle a un obispo renovador cual era la conveniencia de la Iglesia.
En ese momento aparecieron los primeros manifestantes de Tradición, Familia y Propiedad que acusaron al obispo de comunista. Sin prestarles por entonces mayor atención, Angelelli propuso una reforma agraria, la creaeion de comunidades de base como agentes de cambio y de cooperativas de producción y consumo. En enero de 1971 Angelelli hizo la primera mención pública a los ataques que recibía de TFP y en marzo lo planteó en la Comisión Permanente del Episcopado. Dijo que los obispos estaban muy solos frente al avance del poder y mencionó los agresivos informes de los servicios de informaciones. Con un dejo de ironía, el obispo de Jujuy, José Miguel Medina, le replicó que hay informes secretos muy exactos y que sería bueno que los obispos se informaran bien antes de “defender casos que luego resultan indefendibles”. Aramburu propuso solicitar al gobierno que cuando tuviera informes comprometedores para personas del clero los comunicara a la jerarquía y Tortolo pidió que esas comunicaciones fueran escritas para que quedara constancia.
Los ocho obispos restantes sólo opinaron de manera implícita, como se desprende de los demás temas tocados: la solicitud de pasajes nacionales e internacionales para los obispos, gratuitos o rebajados, y la designación de un hombre de la Iglesia en el organismo gubernamental de censura cinematográfica, para considerar la película Un cura casado. En votación secreta, Manuel Moledo obtuvo diez votos, Oscar Justo Laguna nueve, Carlos Galan tres, Rodolfo Bufano dos y hubo un voto en blanco. Para esa mayoría nada perturbaba la cooperación con el Estado.
Angelelli había decidido desterrar toda diferencia de clases sociales en la misa y el sacramento del matrimonio. Esto ofendió a la burguesía local, porque el obispo consideraba las ornamentaciones una desviación de la fe fruto de la vanidad.
El gobierno nacional ordenó que la estación local de la radio del Estado dejara de transmitir las misas dominicales del obispo. “Se puede silenciar una transmisión radial pero no a la iglesia”, replicó Angelelli. El Vaticano pidió explicaciones.
Angelelli no retrocedía y la dictadura tampoco. En su mensaje de Cuaresma el obispo dijo que eran inmorales el torturador, el opresor, el usurero, la represión y el robo institucionalizado. En represalia fueron golpeados un sacerdote y dos laicos. Los sacerdotes Henry Praolini Colombo y Antonio Gill fueron detenidos el 24 de agosto de 1972. La policía riojana decía que habían realizado una practica de tiro en un monte y enterrado una caja con panfletos del ERP: cartuchos de gelamón y detonadores. Angelelli acusó a los servicios de información de manejar datos falsos y exigió que no fueran torturados. Sus reproches alcanzaron a otros obispos: “Si hubiéramos asumido como cuerpo episcopal todo lo que debimos asumir no haría falta el movimiento del Tercer Mundo. [...] Hay una psicosis promovida por el miedo. Decir Tercer Mundo hoy en el país, es poco menos que sacar a1 diablo del infierno; decir Tercer Mundo es decir marxismo, subversión, etc.”
Uno de esos obispos era el de San Luis, Rodolfo Laise. Durante unas jornadas sacerdotales promovió un documento cuyas conclusiones leyó el teólogo Estanislao Karlic: “Todo intento de democratizar -en plano de igualdad absoluta- a1 obispo y al presbítero será ir contra la misma institución divina de la Iglesia, que es jerárquica”.
Ademas de homenajear en la Catedral a los sacerdotes detenidos Angelelli convocó a una procesión que fue prohibida invocando el estado de sitio. Angelelli lo denunció en la misa como un atropello al pueblo riojano y un manoseo dc su fe. La justicia le dio la razón al dejarlos en libertad.
Era inevitable que esto se reflejara en las deliberaciones episcopales. Durante una reunión de la Comisión Permanente, Angelelli discutió con Tortolo sobre las implicaciones catequistas para niños y las verdades de la fe. También chocaron respecto de la jurisdicción castrense. […]
El diario riojano El Sol era propiedad de Tomás Álvarez Saavedra, concesionario del casino de la provincia y dueño de hoteles. Cuando Angelelli objetó la usura y el tráfico de sustancias estupefacientes y mujeres, El Sol comenzó a llamarlo Satanelli.
[…]
Una semana antes del regreso de Perón, en una pequeña población andina se produjo un episodio que sintetiza la situación de antagonismos en la Iglesia, en el peronismo y en el país.
Una de las cooperativas creadas por iniciativa del obispo riojano Angelelli solicitaba la expropiación de un latifundio ocioso que consumía el 70 por ciento del agua de la zona conocida como la Costa. La intervención federal expropió el latifundio pero lo ofreció en venta en parcelas individuales, desdeñando cualquier proyecto cooperativo, “que solo existen en Rusia, Cuba y China”. Durante una visita canónica de Angeielli a un colegio religioso un grupo de padres opuestos a la pastoral diocesana, junto con un sacerdote que había renunciado como secretario del Obispado por diferencias con su línea, lo insultaron y le exigieron que se retirara. Así comenzó a gastarse una Cruzada Renovadora de la Cristiandad que, como su nombre lo indica, solo aceptaba los postulados integristas.
Durante la campaña electoral de 1973, un hermano del ex interventor federal Eduardo Menem presentó su candidatura a la gobernación riojana. Carlos Saúl Menem prometió que de ser electo entregaría el latifundio a la cooperativa y lo reiteró luego de asumir la gobernación. También restituyó la transmisión radial de las misas de Angelelli. El obispo se confió y el 13 de junio de 1973 viajó acompañado por diez sacerdotes y cinco religiosas para presidir las fiestas patronales de San Antonio en el pueblito natal de los Menem, Anillaco. Un grupo de comerciantes y terratenientes, entre ellos el hermano del gobernador, Amado. y sus sobrinos Cesar y Manuel Menem, repudiaron por altoparlantes el propósito de Angelelli de reemplazar al viejo párroco Virgilio Ferreira por dos sacerdotes capuchinos, declararon a Anillaco Capital de la Fe y, ante la pasividad policial, irrumpieron por la fuerza en el templo y la casa parroquial. Cuando Angelelli se retiró luego de suspender las celebraciones religiosas, lo corrieron a pedradas.
Los sacerdotes riojanos habían pedido la excomunión de los tres Menem y sus acompañantes, pero Angelelli prefirió una sanción menos drástica y al día siguiente del regreso definitivo de Perón a la Argentina declaró a trece de los responsables “incursos en entredicho personal”, lo cual los privaba en forma temporaria de asistir a celebraciones religiosas y recibir los sacramentos pero sin llegar a la excomunión. Atribuyó la agresión a un grupo que ejerce el poder en forma injusta y violenta para mantener sus privilegios y por eso se opone a la obra de promoción humana y cultural de los más pobres y oprimidos. Mencionó como adversarios del Concilio Vaticano II a los grupos Cruzada Renovadora de la Cristiandad y Tradición, Familia y Propiedad. También dispuso suspender las ceremonias litúrgico-sacramentales en todos los templos de la parroquia, que quedarían abiertos para que el pueblo pudiera pedir perdón y solicitar la conversión de quienes ofendieron a Dios. Dos semanas después, en otro pueblo vecino de la Costa, un movimiento similar asaltó y destrozó la casa y el oratorio de las monjas enviadas por Angelelli y ocupó la sede de la cooperativa. Arguyendo la intranquilidad social promovida por sus familiares, el gobernador Menem retiró su apoyo a la cooperativización del latifundio y la Legislatura decidió venderlo en parcelas, tal como había dispuesto la intervención militar.
Horacio Verbitsky, Historia política de la Iglesia Católica. Tomo III: Vigilia de armas, Sudamericana, Buenos Aires, 2009, pp. 165-169; 278-279.
Creo que hay un error en el título, porque no hay II.
ResponderEliminarLa segunda parte decía que Angelelli fue nombrado Obispo Auxiliar de Córdoba en Diciembre de 1960. Ahora esta tercera parte dice que fue en Marzo de 1961. Es un poco imprecisa con las fechas esta crónica.
ResponderEliminarVolvé Carlo...te perdonamos !!!
ResponderEliminarHilbert.
Gracias Guander por exponer la vida de este sacerdote. Voy a opinar 5 aspectos ( que alguien con mas formación podría ahondar):
ResponderEliminar1- La Iglesia reconoce Santos en personas que han descollado en Caridad, en ardor apostólico, con alguna virtud; no significa que no tuvieran defectos
2- Estoy buscando oír alguna voz que tome la enseñanza de la Doctrina Social, algo de eso veo expresado por los obispos- mal que nos pese- han acertado en el lema "toda vida vale"(niños por nacer, ancianos abandonados, adolescentes en adicciones, personas pobres en numero creciente, etc).
3- Es de saber que muchas veces un grupo no católico se apropia de una figura católica, de tal manera, que queda afectado para la posteridad grandemente, queda manchado de esa apropiación. Por eso agradezco la difución de este Angeleli.
4- Era un sacerdote con un gran sentido de la injusticia; posiblemente se haya desviado hacia grupos que los católicos no amamos, pero tambien, segun leo, muchos católicos, con fundado temor, lo han rechazado, y esto, pudiera ser tomado como "estos católicos no me apoyan, tal vez pueda tocar el corazón de esos marxistas y llevarlos a cristo, a traves de la militancia social"; es una posible interpretación, seamos concientes que nosotros vemos el asunto con el diario del lunes, y ellos, en su presente, lo iban viviendo lo mejor que podían
4b- Recuerdo que castellani sentia muchisimo, y por eso, sufria enormemente mas... Es lo que le pasa a los santos, que arden de dolor y tal vez esa herida los impulsa a amar todavía mas. Puedo objetarle a Angeleli su doctrina, pero de ninguna manera le reclamo su ardor y promoción social.
5- Actualmente veo que hace falta mucho volver a una sana doctrina social, y todavía no encuentro en ningún ambiente que frecuento ( Miles, Ive, Católicos de BV y otros grupos). Creo que el documento que han hecho los obispos en el verano es muy bueno, por lo menos en lo que atañe a la actual situación social argentina de 2018.
Para concluir considero que es una gran oportunidad poder evangelizar estando al lado del que sufre. Y podemos poner el oído para escuchar lo que Dios nos pide para amar a esta patria en la que Dios no hizo nacer, en este tiempo y no en otro. Un abrazo guander!
El cantor de Del Viso
"Para concluir considero que es una gran oportunidad poder evangelizar estando al lado del que sufre."
ResponderEliminarYo veo mucho estar del lado del que sufre y poco evangelizar. Y los que sufren siguen votando a Menem.
https://www.informadorpublico.com/historia/breve-resena-historico-juridica-del-caso-angelelli
ResponderEliminar11:09 si por algo sufren las almas es por el pecado.
ResponderEliminary eso justamente porque no le dan Doctrina 14:42 como me parece que quiso señalar 11:09
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